Mi fantasía de servidumbre y post. humillación 2

2ª parte de un relato en el cual se tratan las experiencias de un matrimonio y la fantasía de él por ser humillado y servir a su mujer en todo lo que mande.

Mi fantasía de servidumbre y posterior humillación

(2ª Parte)

Capítulo 5 (Continuación)

"La belleza que atrae, rara vez coincide con la belleza que enamora"

cosa que conseguí, no sin acabar con la lengua como un trapo. Mi mujer continuaba observando desde arriba y dada su situación ventajosa aprovechó para propinarme un empujón con su pierna derecha al acabar el trabajo.

-Así me gusta cariño. Obediente y servicial, como debe ser. No esperaba que te portases tan bien, la verdad es que me he quedado sorprendida por tu actitud. Supongo que estarás ya muy caliente, al fin y al cabo llevas casi una semana sin follarme, y recuerda que depende de ti que se solucione ese temita, jajaja. Seguramente pensarás que yo estaré también muy cachonda de no hacerlo, pero cariño, ¿sabes una cosa?, realmente estoy cachonda y no por no hacerlo y tener ganas sino por verte a mis pies, dominado y obedeciendo mis órdenes; me está resultando mejor esto que un buen polvo. Imagina el tiempo que podría seguir así, jajaja.

Resultaba ahora que a mi mujer le estaba gustando de verdad esta fantasía, y yo me ponía como una moto solamente de imaginar cómo seguiría la cosa.

El sábado fue pasando lentamente entre escobas, fregonas, lavavajillas y ambientadores. No era como para sentirme orgulloso, pero la casa estaba limpia, y me sentía bien. Además la cosa parecía esperanzadora, seguramente saldría victorioso y se levantaría el castigo.

Por la tarde volvió Herminia, nada más entrar tuve que contenerme, iba con una linda minifalda rosita, casi se le veían las braguitas y eso me puso a cien. Ella debió darse cuenta porque me miraba el paquete mientras sonreía. Estaba claro que la zorrona iba a provocarme, cosa que por otro lado me encantaba, estaba tan buena esa niñata

-Bueno cariño –me dijo con voz clara mi mujer –esta tarde vas a tener libre, podrías aprovechar y hacer tu visita semanal al faro, Herminia y yo tenemos que arreglar unos asuntos para esta noche, espero que estés aquí para la hora de cenar, se puntual, que sin tu presencia no podremos comenzar.

Me extrañó bastante que me despidiera así de golpe. Pensé que Herminia me ordenaría hacer algo, pero conforme entró se fue a la cocina a prepararse un cubatita y se quedó sentada en el sofá del salón mientras esperaba a mi mujer con impaciencia. Tuve que abandonar la casa, no sin preocuparme por lo que iban a preparar esas dos. Miedo tenía ya, y excitación contenida.

Mi mujer era lo mejor que me había pasado, aunque no era como Herminia, que atraía con sólo una mirada, Natalia sabía usar el lenguaje y la entonación para hacerse respetar, seguramente era lo que me enamoró ciertamente de ella. Así, me fui reflexionando hacia el faro, al borde de los acantilados.

Capítulo 6

"Veneno en la piel"

<<…Te crees que eres una bruja consumada y lo que pasa es que estás intoxicada; y eso que dices que ya no tomas nada, pero me dicen por ahí: "Que sí, que sí, que sí, que sí", y dicen, dicen...>>

La música sonaba bastante alta. A Natalia le gustaban mucho los temas de "Radio Futura". Seguramente añorando la década de su niñez, en los años 80. Aunque no era de mis grupos favoritos, aquel tema sí me agradaba.

Cuando pasé el umbral lo primero que vi fue una escena que me dejó frío. Mi mujer bailando con un desconocido mientras Herminia seguía en aquel sofá donde la vi horas antes de salir de casa. Mi reacción fue sencilla.

-¿Nataliaaa? ¿Me he perdido algo cariño?

-Mmmm, hola cariño, no escuche el cerrojo de la puerta. Perdona, estábamos pasando el tiempo antes de la cena, ya creíamos que no llegarías a la hora. Ahora te presento.

Natalia agarró a aquel chico y lo acercó hacia donde estaba yo, parado y frío.

-Este es "Adri", bueno Adrián, jeje; resulta que es el novio de Herminia, al que he tenido el gusto de invitar esta noche para cenar los cuatro. Ah, Adri, y este por supuesto es mi marido, del que ya te hablé esta tarde tantas cosas –Se hicieron una miradita de complicidad que me alertó.

-¿Y se puede saber por qué no he sabido nada hasta ahora? –repuse con altanería.

-Vamos cariño, no pensarás que el CRIADO, puede tomar iniciativas en estos asuntos ¿no? –me espetó ella sonriendo.

Me quedé totalmente sin palabras, por lo visto ella seguía perfectamente el juego, aunque no me hiciera gracia con desconocidos varones, y además más joven que yo y por lo que veía bastante cachitas. No obstante era el novio de Herminia, eso me tranquilizaba algo.

-Ehhhmmm…lo siento. No sabía…-tuve que terminar ahí mi disputa dialéctica, muy humillado.

-¿Qué te dije Adri?, ¿lo tiene controlado o no? , esta noche tenemos cena y servicio –se dirigió Herminia a su novio desde el sofá.

-Cariño, quiero que te ocupes de preparar la cena, tranquilo que Herminia te ayudará si no te aclaras con algún plato, lo que sí harás solito será servirla, luego tranquilo que también tienes tu plato para cenar…en la cocina, jajaja, no hay que mezclar al servicio con los dueños de la casa y sus invitados de honor. Espero que lo hagas bien, ya sabes que esta noche será la última de criado y por eso esta "prueba" final. Espero que no te incomode Adrián, pero es que no pude negarle asistir, Herminia me lo pidió como favor especial. No podía negarme después de portarse como se ha portado con nosotros y hacernos este favor tan especial.

Las palabras de mi mujer eran de innegable y aplastante lógica. Yo no tenía que estar preocupado por nada y menos por aquel chaval, que ya tenía mucha suerte de tener a Herminia de novia. De tal forma comencé a comportarme como el criado que tenía que ser y me dispuse a preparar la cena con Herminia.

-¡Iñaki! No pongas tanta sal en ese caldo –me gritó Herminia desde atrás.

-Vaya, ahora me llamas por mi nombre ¿por qué? –le pregunté extrañado.

-Bueno, esta noche me ha dicho tu mujer que no hará falta humillarte verbalmente, que ya ha preparado otra cosa para la ocasión, así que mejor sigamos sus instrucciones ¿te parece?

No quise volver a preguntar, aunque me quemaba la curiosidad.

De vez en cuando me daba por mirar por fuera de la cocina en dirección al salón para ver qué hacían mi mujer y adri, no me fiaba un pelo yo. Herminia me iba indicando lo que hacer, estábamos preparando un plato cubano del que no tenía ni idea. Una vez acabada la preparación tuve que servir la cena. Los tres se sentaron en la mesa, y yo en pie iba primero sirviendo la bebida uno a uno y después el primer plato, segundo, tercero…cuando llegaron a los cafés entre risas, humo de tabaco y música, Natalia me dijo que ya podía cenar yo, en la cocina por supuesto, así que me dirigí hasta allí, cogí una botella de vino de la nevera y mi plato que estaba en el banco esperando y me puse a cenar. Lo acabé rápido, no quería perderme nada de lo que pasara en el comedor mientras estuviera allá mi mujer.

-Cariño, por favor, ven, vamos a jugar los cuatro a la "Oca". Prepara el tablero, ah y trae unos vasos de chupitos y el tequila –me dijo Natalia entre risas. Por lo visto se había animado un poco en la cena con el vino.

-Bien, atentos. Este juego de la "Oca" tiene unas reglas sencillas. El que caiga en una Oca, deberá beber un chupito de tequila, así hasta que uno gane la partida y entonces el ganador podrá o bien beberse los 4 vasos o hacer que uno de los restantes jugadores se beba los 4 vasos, ¿queda comprendido? –dispuso Adrián.

Todos aceptamos, la cosa se animaba y aunque seguía yo bajo cualquier orden en condición de criado, en ese momento era más bien un jugador más.

La primera partida acabó rápidamente, por una u otra, el caso es que Herminia ganó y al final le hizo beber a mi mujer los 4 chupitos. Menudo mareo comenzaba a tener. En la segunda partida ganó Natalia. Por venganza o algo, el caso es que esta vez le tocó beberse los 4 chupitos a Herminia, que casi vomita con el último. Su menor peso, la hacían más vulnerable a los efectos del alcohol. Tanto ella como mi mujer estaban ya muy mareadas. Adrián se mantenía como yo, más o menos bien, pero también íbamos algo mareadillos con los repetidos chupitos de "oca en oca y bebo porque me toca".

Fue al final de la tercera ronda cuando le tocó ganar a Adrián e hizo beberme a mí los chupitos. Como pude me los tragué bajo la mirada ya desviada de mi mujer y Herminia que se reían como locas mientras mi gaznate intentaba no atragantarse con el último de los chupitos.

Yo estaba muy mareado pero la cosa acababa de comenzar, la siguiente ronda no se hizo esperar. Decidimos jugarla rápida, bebiendo rápidamente los chupitos y lanzando los dados con velocidad. Ni me di cuenta, pero esta vez volvió a ganar mi mujer. Pensé que le haría beber a Adrián porque todavía no había probado los 4 chupitos a la vez, pero ¡NO!

-Cariñooooo…jajajaja, holaaaa…-se repetía entre risas mi mujer mientras llenaba como podía los 4 chupitos, derramando casi más líquido en la mesa que en los vasos (ya era la tercera botella de tequila que se abría) –Creo que un chicarrón del norte como tú, debería poder aguantar otros 4 pelotazos seguidos ¿no?, jajaja- En ese momento me acercó los 4 vasos y Herminia se levantó, se iba al servicio o eso me parecía –Escucha cariñito, has de beber los 4 vasos muy rápidamente ¿vale?.

-Yo bebo eso en 10 segundos y en 5 si me pones –me puse chulo.

Cogí el primero y cayó de un trago mientras ya estaba con el segundo en la otra mano. Así hasta el último, apenas unos segundos y me había metido los 4. Tras eso y el pelotazo que comenzaba a tener, tuve que hacer como Herminia e ir al baño. La pega es que al levantarme fue cuando me di cuenta que realmente había bebido mucho más de lo que creía. Mi mujer comenzó a reírse cuando me vio dando tumbos por el comedor dirección al baño, donde todavía seguía Herminia, seguramente vomitando.

La puerta del baño estaba entreabierta y yo no aguantaba más, tenía que orinar. Con el mareo que llevaba, perdí totalmente mi sentido de la cortedad y entré sin pavor, sabiendo lo que encontraría dentro.

Herminia estaba sentada en la taza del wáter con las braguitas blancas bajadas a la altura de los talones y buscando seguramente el papel higiénico torpemente con su mano izquierda, el cual no hallaba, mayormente porque el rollo estaba ya vacío.

-Oh, mierda. ¿Y el puto papel?

Ella todavía no se había dado cuenta que yo ya estaba dentro y observando. Sin ser consciente del riesgo que suponía tal escena, por si apareciese mi mujer, o peor, su novio cachas.

-Emmm, no hay –acerté a decir por lo bajini.

-¿Pero qué coño haces aquí, no ves que estoy meando? –se enfadó ella, como era de esperar- pero mira, pensándolo bien, me vas a venir bien, ya que no hay papel, tu lengua podría hacerme un favor, y es que tengo el coño demasiado húmedo como para ponerme las bragas. ¿Te importa?

No daba crédito a lo que oía, quizá fruto del alcohol, aunque tampoco era de extrañar puesto que ya habíamos tenido otras situaciones anteriores, aunque claro, ahora con su novio a unos pocos metros de ella, la cosa resultaba más morbosa. Yo cerré la puerta del baño de un trompazo con mi pierna izquierda y puse el pestillo. No me lo tuvo que decir dos veces para que me agachara y comenzara a lamerle su maravilloso y chorreante, aún de gotitas de pis, rajita. Ella comenzó a jadear, porque yo estaba muy excitado y la lamía fuertemente, introduciendo mi lengua por entre sus labios y masajeando su clítoris al tiempo. Mi lengua parecía un torbellino, y fue entonces cuando más excitado estaba que no pude resistirme y me la saqué allí mismo, parecía increíble que con lo borracho que estaba pudiese empalmarme de tal forma. Herminia se quedó mirando mi rabo erecto un buen rato, y yo pensé que me lo querría comer con su boquita, introducirlo en esos labios carnosos y húmedos, para eyacular ferozmente dentro de ella y que se atragantara con mi leche, quizá lo pensaba como venganza a lo que me hizo hacerle en la cocina, por aquella desmedida e inesperada lluvia amarilla y la patada que aún me dolía, el caso es que Herminia no tenía la misma idea que yo, se levantó de un tirón, del cual casi se vuelve a caer, de lo mareada que estaba, y después me apartó con sus brazos.

-Eii, ¡para cerdo!, ni por asomo. Ya me estás subiendo las bragas que aquí hemos terminado.

No me lo podía creer, yo empalmado, y apunto de querer correrme y ella que me ordenaba que se acabara eso. La muy calientapollas…pero no tenía opción, mi mujer y el novio de Herminia estaban ahí detrás, no podía armar escándalo. Tuve que aguantarme y hacer lo que me pedía.

-Buen chico, ¿ves?, así mejor. Creo que ahora es mejor que salgamos, no sea que estos dos se preocupen ¿no?

-Espera, yo voy ahora que tengo que

-Tú nada, sales conmigo, no te dejaré aquí para que te pajees, que ya me contó tu mujer que te gustan demasiado las pajas. Además, me vienes al pelo así, creo que estás lo suficientemente cachondo para lo que viene ahora, jajaja.

Aquello me dejó un poco flipado. ¿Lo que viene ahora?, pero… ¿se podría saber qué habían preparado? No tuve otra opción más que seguirla al comedor y ver que me esperaba, y eso si antes no nos dábamos de golpes con las paredes del pasillo o tropezábamos con algún obstáculo por el camino, realmente íbamos los dos muy mareados

Capítulo 7

"Después de la oscuridad"

Normalmente mi mujer bebe poco y esa noche había bebido demasiado. Me había descuidado mientras estaba en el baño con Herminia, y no sabía si ella habría tenido algún desliz con Adrián, aunque en ese momento no estaba como para preocuparme por eso, seguía el ritmo cadencioso e hipnótico de las caderas de Herminia a lo largo del tortuoso pasillo, en otros momentos bastante recto por cierto. Al llegar al comedor allí estaban los dos, riendo y fumando no sé de qué cosas, pero separados, sin aproximarse el uno al otro más de lo debido. Respiré.

-Holaaa, cariño, ya te echábamos de menos, ¿has estado potando, jajajaja? –tuve que sonreír, Herminia en cambio mostraba un semblante serio, que me puso en alerta.

-Tu maridito ha estado tirando la cena por el retrete, jajaja –saltó Herminia en complicidad. Volví a respirar- De hecho le he tenido que hacer limpiar la taza, porque lo ha puesto todo perdido.

-Eso te restará puntos cariño, jajajaja –se burló mi mujer. Yo no podía decir la verdad, estaba allí Adrián escuchando atentamente todo, parecía que a él le había afectado menos el alcohol, también era el que menos bebió, o eso me parecía.

-También me ha dicho que quiere beber más tequila, ¿a que sí? –me dirigió la mirada Herminia.

-Ummm, claro, claro –tuve que responder balbuceando.

-Y me ha dicho que quiere hacerlo como en aquella película, ¿cómo se llamaba…? una de vampiros, sí, del Tarantino.

-Lo tengo, la de Abierto hasta el amanecer –se apresuró mi mujer a dar con el título. La habremos visto como unas 10 veces o más, a mi marido le encanta esa escena.

No sabía cómo, pero Herminia sabía mi debilidad. Seguramente mi mujer había comentado con ella cuales eran mis gustos. El caso es que no me importaba ¿o sí?

-Bueno, ¿y quién va a poner su pie y nos hará un striptease para que Iñaki beba? –preguntó Adrián seriamente. En ese momento tanto mi mujer como Herminia miraron al tiempo a Adrián y sonrieron cómplices.

-Tú Adrián, tú, sí, jajajaja –Soltaron ambas partiéndose de risa. No sé por qué razón pero me entró un sudor frío en ese momento.

-No en serio –se adelantó Herminia- será mejor que lo hagas tú Natalia, al fin y al cabo es tu marido.

-Mmm, no sé, me gustaba más la idea de ver a mi maridín comiéndole los dedos del pie a tu novio, pero vamos, jajajaja –se rieron ambas otra vez.

-Está bien, pues que empiece el espectáculo ¿no cariño? –se levantó mi mujer y se puso encima de la mesa, apartando algunos trastos que había allí previamente. Herminia se fue a la cadena musical y puso un CD, por supuesto, el del a BSO de la película. "Tito y Tarantula" iban a recrear el ambiente. Adrián apagó la luz y encendió un fluorescente que dejaba el comedor con una tenue luz alrededor de mi mujer, allá arriba en la mesa y yo de rodillas, ya a sus pies.

(Nota de "Vascopais3" La siguiente escena no cobra vida sin la música de fondo, por favor pongan su mp3 en marcha con el tema "After Dark" de Tito y Tarantula.)

Comenzaban a sonar los primeros acordes de aquella melodía, hipnótica por la tenue luz y el mareo que llevaba tanto yo como mi mujer, entre otros. Natalia iba con su larga falda de seda blanca, mostrando apenas un poco de pantorrilla, llevando zapatos negros de tacón alto y fino. Tenía que hacer malabarismos para no caerse de la mesa.

Comenzó a contonearse toda ella, haciendo que la falda mostrara mil y un pliegues, bajo la atenta mirada de un servidor y dos espectadores en el sofá, los cuales estaban cada vez más agarraditos.

Natalia me dirigió una pícara mirada, mostrando su sonrisa más complaciente y acercando sus húmedos labios para regalarme un besito en el aire, al tiempo que comenzaba a desabrocharse los botones de la camisa, también blanca que llevaba, le gusta ir en plan ejecutiva formal. Poco a poco iba mostrando algo de sujetador, todo en encaje blanco. No me hacía gracia que Adrián viera a mi mujer en ropa interior, pero bueno, mi excitación y borrachera me impedían frenar aquello. Al momento ya se había desabrochado toda la botonera de la camisa y mostraba todo el sujetador a la audiencia, con unos pechos perfectos, apretaditos, listos para escapar del sostén. Con un giro rápido de media vuelta sobre sí misma, acabó por desprenderse de la prenda superior, lanzándola sobre Herminia y su novio, que aplaudieron el regalo. Yo seguía inmóvil a sus pies, observando hipnótico el contoneo.

Poco a poco, acostumbrados ya a verla en sujetador, con el bamboleo constante de sus pechos y acertando a ver lo que parecían sus aureolas y pezones, aunque poco debido a la luz tan débil y que el sujetador no era transparente, aunque sí blanco, facilitando la imaginación, se fue desabrochando la falda por atrás, bajando la cremallera y plegando primero un lado y luego el otro, hasta dejar al descubierto un precioso juego de tanguita blanco con liguero, que al darse la vuelta dejó al descubierto un precioso par de glúteos redondeados y respingones.

En ese momento Herminia se levantó y cogió la botella de tequila, se la ofreció a mi mujer y ella comenzó a jugar con ella, primero realizando felaciones a la misma, luego bebiendo un poco y finalmente vertiendo sobre su sujetador algo más de líquido, lo que hizo transparentar, ahora sí, todo su encanto superior. Claramente se le veían dos aureolas sonrosadas y un par de pezones enhiestos, muy pronunciados…me estaba poniendo como una moto, supongo que a Adrián también, pero él estaba más atrás y no lo vería tan bien como yo. Ese era mi consuelo.

Al ritmo de la música, y encantado con las tentaciones de mi preciosa mujer, no me percaté de lo que tramaba Herminia por atrás. Cuando quise darme cuenta ya tenía puesto alrededor de mi cuello lo que me pareció un collar con una correa, como la que se usa con los perritos. Me di cuenta solamente cuando Herminia tiró con fuerza de mi cuello gracias a la cadena metálica. Iba a reaccionar pero ella misma se agachó y me susurró algo indescriptible al oído, mientras me mordisqueaba dulcemente el lóbulo derecho de mi oreja, "tranquilo cielo, relájate y disfruta del espectáculo, no tienes nada de lo que preocuparte, déjate llevar", algo así creo que fue lo que me dijo.

Ahora mi atención se dividía entre aquella tirante correa alrededor de mi desnudo cuello, Herminia detrás de mí sujetándola y mi mujer a punto de rematar el striptease. Y yo más caliente que nunca, extrañamente tranquilo, aún sabiendo que Adrián estaba por allá atrás viendo todo. Resultaba una escena de lo más inusual, pero también de lo más morbosa y excitante como nunca había vivido otra.

En aquellos instantes de desconcierto y excitación, mi mujer volvió a dirigirme una sensual mirada, se agachó hacia mi rostro y me besó en la boca, un ligero piquito, sin lengua ni nada, tampoco pude hacer más porque al intentar acercarme más a sus labios, Herminia tiró fuertemente de la cadena arrastrándome un poco hacia atrás, todo bajo miradas cómplices entre ella y mi caliente mujer. Y la música seguía cadenciosa bajo los ritmos melódicos y el ambiente a tabaco, tequila y aquella luz, una luz que a cada rato parecía más tenue.

Después de aquel fallido intento por mi parte, mi mujer ladeo la cabeza y me indicó un "no" desplazando su dedo índice alargado de izquierda a derecha. Respiré profundo mientras Herminia me volvía a susurrar algo al oído, -"tu mujer está muy cachonda esta noche cielo, vas a tener que dejarla hacer, pero no te preocupes, yo estaré aquí para frenarte"-, y dicho esto volvió a tirar de la cadena, esta vez con más tesón, casi me ahogaba el cuello. Al momento escuché algo metálico por detrás y me cogió los brazos. Me estaba poniendo lo que parecían unas esposas. No me resistí. Estaba demasiado atento al baile sensual de mi mujer sobre la mesa –disfruta cielo, esto es solamente el comienzo de la noche…- Me dijo esta vez Herminia ya desde lo alto, estando yo esposado y con el collar, sujetando la metálica cadena ella con sus pequeñas y dulces manos.

Natalia comenzó a desengancharse el liguero para mi asombro. No esperaba que fuese a llegar tan lejos. ¿Es que pretendía quedarse desnuda delante de Adrián? Porque si fuera solamente delante de Herminia pues… como que no me importaba. Intenté hacer un gesto con las manos, pero recordé que ahora estaba esposado y a merced de Herminia. Cerré los ojos por un momento y suspiré, intentando recordar las palabras de antes susurradas a mi oído. Al abrir los ojos nuevamente mi mujer ya había desenganchado el liguero totalmente y comenzaba a deslizar la media de su pierna izquierda, al ritmo de la música y levantando un poco la pierna. Antes que nada tuvo que sacarse el zapato del pie, el cual dejó apoyado en la mesa a su lado.

Se sacó la media sin mayores problemas y la lanzó sobre mí, pude oler el perfume de la prenda, un aroma mezclado de tequila, rosas y su piel, su olor tan característico, que yo conocía desde que éramos novios.

Continuó con la otra media y el otro zapato primero y cuando iba a acabar de desprenderse de ella, me miró fijamente a los ojos al tiempo que se agachaba y se la acababa de sacar, luego hizo una pelota con ella. En ese momento Herminia se aproximó a mi oído izquierdo y me susurró que abriera la boca. Obedecí sin rechistar. Estaba claro lo que tramaba mi mujer, de hecho no hacía falta que Herminia me lo dijese, pero de todas formas su sensual y delicada voz en aquellos momentos, me hacía entrar en un delirio hipnótico y sexual, que siempre era muy de agradecer.

Mi mujer alargó su brazo con la media hecha una pelota en su mano derecha y me la metió en la boca. Sin darme cuenta, otra vez, Herminia me cogió por sorpresa. Esta vez, y yo con la media en la boca y ésta medio cerrada, la zorrita cubana tenía una sorpresa aún mayor para mí, cogiendo cinta americana me dio una vueltas por atrás de la cabeza y amordazando mi boca con las medias de mi señora dentro. Dio una par de vueltas y se aseguro que no podía abrir la boca. Ahora solamente podía balbucear torpemente. Y otra vez la susurrante Herminia al oído –Así sentirás más tiempo el aroma de tu mujer…relájate cielo.

Esa música no acababa nunca…pero mi mujer sí acabaría, aunque de otra forma.

Una vez sin medias, Natalia presto atención a su sujetador, se lo estaba desabrochando ya por atrás. Eso me hizo recordar la primera vez que yo intenté quitárselo, cuando éramos novios, cuanto me costó por favor, jejeje. Ella en cambio lo acababa de hacer en segundos, y desde atrás, sin poder mirar. Se lo deslizó por el lado derecho del torso, y pronto asomaron sus dos preciosos pechos, tímidamente al principio, ya que ella tapaba consecutivamente con sus manos ambos pezones, aunque al final optó por dar unas vueltas al sujetador bamboleándolo en el aire y lanzarlo lejos, muy lejos, tanto que tuve que girar la cabeza para ver donde caía. Para mi asombro nadie prestó atención a la caída del sostén, y de hecho me percaté que tanto Herminia como Adrián estaban ahora con los ojos muy abiertos mirando los pechos de mi mujer. Herminia hizo un gesto como de morderse el labio inferior, no sabía cómo interpretar tal gesto en aquellos momentos de obnubilación, de todas formas quien me preocupaba era Adrián, y eso que él solamente ponía un rostro serio, aunque fijo en mi mujer y sus pechos.

Después volví la mirada a mi mujer y ella comenzó a moverse con más vigor, haciendo que sus pechos se movieran con un ritmo adecuado, pezón arriba, ahora a un lado, abajo, era una delicia poder contemplar aquel baile de los senos.

No estaba prestando atención a otra cosa que no fuesen las tetas de mi mujer, cuando ella ya empezaba a bajarse el tanga. Comenzó con un ligero deslizamiento haciendo presión hacia abajo por la zona derecha, dejaba ya ver algo de pubis, rasurado, eso sí. Luego siguió con el otro lado hasta media altura, ya solamente le tapaba la rajita, y acabó con un giro de media vuelta para mostrarnos su precioso culito al descubierto, después de eso otra media vuelta y tanguita al aire, ya estaba completamente desnuda a la vista de todos, con sus preciosos pechos, pezones, su culito y por supuesto su coñito depilado y expuesto a todos, parecía francamente una puta profesional. Igual era el alcohol pero comencé a percibir un aroma especial, posiblemente su sexo. En ese momento estaba esperando como un loco que me quitaran la mordaza para meterme ese tanguita en la boca, estaba duro como una roca por ahí abajo.

Natalia agarraba su tanguita con una mano y comenzaba a hacer una pelota con él. Yo estaba mirando fijamente y muy atento aquella destreza de convertir en pelota su precioso tanguita de encaje blanco. Pero pasó algo que no me esperaba con él. Ella sonrió nuevamente, esta vez al frente, dirigiéndose a Herminia, le guiñó un ojo y le lanzó la prenda. Herminia nada más rescatar la caliente y aromática prenda no pudo hacer otra cosa que llevársela a su nariz e inspirar profundamente con los ojos cerrados en una expresión de resplandeciente felicidad. Acto seguido se la pasó a su novio, el cual hizo exactamente lo mismo, y mientras, yo permanecía incrédulo a lo que acontecía, sin dar crédito del por qué mi mujer compartía su mayor intimidad con ellos y yo me tenía que contentar con una media, la cual ya no me parecía ahora ni la mitad de sensual y agradable que antes, sobre todo viendo la cara de felicidad de Adrián y Herminia, a la que por otro lado ya daba como bisexual después de aquello.

Quise protestar como pude, moviéndome y balbuceando alto, pero Herminia me tenía bien sujeto y tirando nuevamente de mí hizo que me desestabilizara, dando con mi cara en el frío suelo embaldosado del comedor. Luego volvió a tirar de mí y me agarró por los hombros para que me incorporase, mientras mi mujer, preocupada por coger nuevamente la botella de tequila, observaba impasible la escena.

-Ssssss, no pasa nada cielo –me susurró nuevamente la cubanita al oído, y esta vez añadió unos mordisquitos en mi sonrojada oreja una vez más –tú ya has probado el sabor de tu mujer muchas veces, deja que ahora lo probemos nosotros, además, solamente es ropa… - Y dicho esto volvió a jugar con mi oreja, esta vez con su lengua, que yo notaba húmeda y caliente a través de mi orificio auditivo. Sinceramente desconocía si su novio estaba al tanto de todos estos juegos con mis orejas, el caso es que cada vez que se acercaba melosamente a mí para hacer algo así, sencillamente no podía detenerla, estaba rendido a sus caprichos, que eran también los de mi mujer y freudianamente, seguramente también los míos.

Tuve que admitir que la situación se me estaba escapando de las manos cuando irónicamente más agarradas las tenía, gracias a las esposas que me puso Herminia.

Volví una vez más la mirada arriba y al frente. Allí mi preciosa y desnuda mujer estaba ya preparando el acto final, iba a derramar el tequila por su pierna desnuda y yo tendría que beber de su pie. Parecía increíble lo lento que pasaba todo, porque la música seguía y no me acordaba de que hubiese acabado la canción, y el caso es que habían pasado ya muchas cosas.

Natalia hizo un gesto a Herminia para que me quitara la mordaza y acto seguido me sacaba la media toda babeada y chorreante de saliva de mi boca. Después mi mujer levantó su pierna derecha y me colocó su dedo gordo del pie dentro de mi boca, yo la miraba muy atentamente como se seguía moviendo con la música mientras permanecía con la boca muy abierta. Comenzó a derramar tequila por su pecho, bajando rápidamente por su ombligo y bañando su región púbica, traspasándose el riachuelo alcohólico a su pierna derecha, correteando juguetón por su pie y alcanzando sus dedos y con ellos mi boca, que comenzaba a bañarse de un conocido y picajoso sabor. Natalia observaba como iba bebiendo poco a poco y apretaba su pie contra mi ocupada boca, en ese momento Herminia le cedió la correa a mi mujer y fue ella quien tiró de mí hacia ella misma, para que no me distanciara demasiado y pudiese beber sin desperdiciar gota. Al ratito comencé a sentir algo extraño, el sabor del tequila se comenzaba a mezclar con un aroma conocido, mucho más caliente y amargo. Parecía imposible, pero no, era cierto, Natalia estaba orinando, y dirigiendo su pipí hacia su pierna para hacerlo llegar a mi boca junto al poco tequila que ya quedaba en la botella, reaccioné al darme cuenta y quise ir para atrás cerrando la boca, pero en ese momento Herminia que estaba detrás me agarró de los mofletes para que abriera la boca mientras mi mujer me daba tirones de la cadena hacia delante con mucha fuerza. No podía hacer nada, iba a tener que beberme toda la orina de mi mujer, y ahora ya solamente era orina, puesto que el tequila se acababa de acabar. Lo peor era que no paraba de chorrear orina, claro…con todo lo que había bebido…lo tenía claro. La orina llenaba ya mi boca y comenzaba a caer por mi cuello y llegando al suelo, esto no sé por qué me hizo recordar la escena con Herminia en la cocina.

Cuando acabó de mear, me hizo que la lamiera con la lengua para limpiarla, y cuando ya iba a acercarme a su delicioso, caliente y mojadito coño, Herminia agarró la cadena y tiro con fuerza de mí hacia atrás, bajo las agudas carcajadas de mi mujer y ella misma.

-No cariño, mi coño todavía no puede ser para ti, ¿no te acuerdas? Una semana sin probarme, y eso acaba exactamente mañana.

Ya no me acordaba. Y ahora estaba ya como una moto, a doscientos por hora y sin frenos. La canción, como el striptease había finalizado. Entonces fue cuando Herminia trajo algo que acabó por volverme loco del todo