Mi fantasia con mi mujer

Lo que nos ocurrió una noche y lo que yo deseaba que ocurriera.

Hola, éste es mi primer relato y no me ha sido fácil dar el primer paso. Tengo muchas inquietudes sobre los temas que aquí se comparten, pero no soy correspondido por mi esposa, lo que hace que tenga dentro una cierta frustración que ha hecho animarme a escribir para que, en cierto modo, esa frustración sea apaciguada.

Mi primer relato es un hecho real, que a mi particularmente me excitó el pensar “...que hubiera ocurrido si...”, a partir de cierto momento será mi fantasía particular, ya que incluso habiendo propuesto el tema a mi mujer, he recibido negativa por su parte.

Somo una pareja que ronda la cuarentena, tenemos una hija y la verdad que nos llevamos muy bien, no me puedo quejar para nada de la amistad y el cariño que nos tenemos mutuamente. Pese a esto, tengo una fantasía que, según leo, es más habitual de lo que parece, pero vaya, no se que pensar sinceramente.

Mi esposa es una mujer muy, pero que muy recatada y sencilla, con deciros que tardamos más de una semana en darnos un pico desde que empezamos a salir. Poco a poco, sin levantar sospechas, fui incitando a mi mujer a que se vistiera de forma más femenina, ya que siempre iba con pantalones y camisetas y chaquetas o incluso ropa de deporte más masculina que otra cosa. Todo empezó a partir de una entrevista de trabajo que tuvo, a la cual se presentó con tejanos y un jersey. Finalmente no la cogieron y yo le dije que no podía ser que se presentara a una entrevista con ese aspecto, que no se cuidaba nada y que debía “explotar” más su faceta femenina.

A partir de ahí la fui convenciendo de que se pusiera más faldas y vestidos, contra más cortos mejor. Yo me excito mucho cuando la veo vestida así, la encuentro sexy y más cuando salimos y me imagino que cualquiera puede pensar lo mismo que yo. En ocasiones, con algún vestido y con un poco de viento, ha dejado ver algo más de lo que ella esperaba, y con gente mirando alrededor. Eso me ha puesto a cien. Me encanta saber que observan a mi mujer, que la desean. Ella es una mujer normal, 1,60 de alto, pelo castaño corto, con pecas y con unos ojos claros preciosos. Tiene curvas, unas caderas muy femeninas y unos pechos grandes. No está depilada, pero es algo que quiere hacerse por otras cuestiones, y que a mi me vuelve loco pensarlo.

Yendo al grano, un día para su cumpleaños, le regalé un fin de semana en un hotel balneario, fue un fin de semana magnífico, la comida en el hotel era exquisita, el balneario precioso y la habitación sencilla pero con su encanto. Además, nos dejaron un pack romántico con todo de cosas “eróticas” con lo que pasar la noche. Todo ocurrió después de cenar, ella se había puesto muy sexy para la ocasión, llevaba una camiseta ceñida sin mangas y una minifalda tejana que le llegaba sólo un par o tres de dedos por debajo del culo. Cuando entramos en el salón del restaurante del hotel, pude ver como las miradas de los comensales varones se clavaban en las piernas de mi esposa, por mala suerte no había mucha gente y el ambiente estaba muy apagado. Después de cenar nos fuimos a dar un paseo y nos sentamos unos instantes en el porche del hotel. No había mucho movimiento la verdad, sólo una boda en otro sector, pero que nos quedaba muy lejos. En ese momento yo pedí una copa y nos sentamos mi esposa en un sofá y yo delante en un sillón. Le dije a mi mujer que me mirara que le iba a hacer una foto, y cuando se la hice, me di cuenta que su falda no tapaba lo suficiente y dejaba ver sus braguitas blancas con detalles tribales en negro. En ese momento me empalmé y en pensé en no decirle nada y esperar en que pasase algún otro hombre que se deleitara con sus encantos. No hubo suerte, ya que como dije anteriormente, no había mucha gente. Entonces decidí decirle que estaba ocurriendo y enseguida se ruborizó y me pidió subir ya a la habitación, donde dimos rienda suelta a nuestra pasión con la calentura que ya llevaba por lo que podría haber ocurrido.

Esto no tuvo el final que yo más deseaba, y aquí es donde comienza mi fantasía. Nos situamos en el momento en que yo le hago la foto a mi mujer y descubro que se le ven las bragas. Un hombre de unos cuarenta y pocos, bien vestido y con pinta de trabajar en el hotel pero en un puesto de dirección, nos observa y se ofrece a hacernos una foto. Yo me puse sentado al lado de mi mujer y él delante nuestro en el sillón donde yo estaba, abracé a mi esposa y ella hizo lo mismo con los dos brazos y la panorámica que tenía el hombre era todo el triangulito blanquito de las braguitas de mi mujer. Yo me di cuenta como lo miraba y mi polla no cabía en mis pantalones. Ella en cambio no se daba cuenta de nada, no estaba acostumbrada todavía a vestir de aquella manera y ni pensó.

El hombre se presentó, era el director del hotel y muy amablemente y viendo que eramos los únicos que estábamos disfrutando de la noche, nos quiso ofrecer otra copa gratis, yo acepté y mi mujer pidió algo sin alcohol, ella no bebe nada. El señor se fue dentro a servir las consumiciones y en ese momento miramos las fotos que nos hizo y se puso roja de vergüenza cuando vio que el hombre le había visto las bragas. Yo le confesé que eso me gusto y que estaba muy excitado, que quería que “jugase” un poco más, que se dejara ver. En ese momento empecé a acariciarle las piernas suavemente y los pechos, ella se estaba empezando a excitar, pero con cierto reparo, no lo tenía nada claro, prefería irse. Yo le dije que no podíamos hacerle el feo ahora al director y aceptó quedarse más rato, pero ahora ya procuraba taparse bien la zona deseada.

El director regresó y nos trajo las bebidas. Estuvimos un buen rato charlando, tenía muy buena conversación y nos explicó anécdotas muy interesantes. Entre charla y risas él no dejaba de mirar la entrepierna de mi mujer, ella lo sabía y procuraba de no mostrar nada. Yo la miraba de vez en cuando haciendo ademán de que se dejara llevar, que me diera el placer de calentar a aquel hombre. Mi esposa se levantó con cuidado y nos dijo que iba al baño. En ese momento el director y yo nos quedamos solos y ocurrió algo que me dejó de piedra. Me dijo que mi mujer estaba muy buena, que le había visto las bragas y que sabía que yo me había dado cuenta, y que ella también. Él quería más, deseaba a mi esposa, y la verdad que yo deseaba verlo con ella. Yo le dije que no dependía de mi, que no me oponía a ello, ya que me excitaba poder ver a mi mujer follar con otro hombre. Él me contestó que cuando viniera del baño, que yo hiciera lo mismo y que le dejara preparar el terreno.

Cuando regresó mi mujer, yo me levanté y le dije que iba a hacer lo propio, pero cuando entré en el recinto, me quedé mirando por una ventana a escondidas. El director dio conversación a mi mujer, ella estaba sonriendo. Al rato le cambió la cara y se puso roja y vi algo que no podía creer, me puse como loco, aquel tipo había convencido a mi mujer que se quitara las manos de la entrepierna y que las abriera para volver a ver su zona íntima. Ese señor estaba viéndole las bragas a mi mujer y yo estaba que no cabía en mi.

Lo bueno es que ahí no acabó la cosa, él se puso al lado de mi esposa y empezó a acariciarla, ella me buscó con la mirada y me vio como los veía a los dos fundiéndose de deseo y pasión. Con delicadeza, él empezó a sacarle su braguitas y se las guardó en un bolsillo, totalmente desprotegida, mi esposa empezó a recibir caricias en su clítoris, hasta estar totalmente excitada y fuera de si. Con la falda por la cintura, en un porche con el coño al aire y siendo manoseada por un extraño, era algo que hacía 5 minutos no se me podía pasar por la cabeza, era lo más excitante que estaba viviendo, mi mujer disfrutaba cada una de las caricias del director, sus metidas de dedos, sus morreos, sus sobeteos de pechos. Al rato le quitó el sujetador y metió la otra mano por debajo de la camiseta para tocar bien sus pezones, estaban bien duros, era una locura. No tardó en venirse y cuando terminó, se agachó buscando el miembro del director. De sus pantalones sacó una polla enorme, la cual no dudó en metersela en la boca, empezó a chuparla como en las grandes ocasiones, con ansia de sexo, estrujándole bien los testículos. Él fue respetuoso y cuando se iba a venir, avisó para no mancharle. A continuación la apoyó sobre el sofá con el culo en pompa y empezó a clavarle esa enorme polla por su mojadito coño, no lo podía creer, no me lo esperaba, mi esposa follando con otro delante mío. Estaba disfrutando como una auténtica puta. Me miraba con ojos de lujuria y deseo. El director estaba entusiasmado y también me miraba con cara de satisfacción y de supremacía, como sabiéndose dueño de la situación, y a decir verdad, así era, lo había consentido y mi mujer cedió a mi deseo, eso me hizo que yo también me corriera allí mismo.

Mi esposa tuvo otro gran orgasmo, pocas ocasiones ha tenido dos seguidos conmigo, muy pocas. El director también se volvió a venir, pero sacó su miembro momentos antes, pero esta vez, tiro todo su semen por el culo de mi mujer.

Al terminar, se limpiaron y se arreglaron la ropa, se despidieron y el director me hizo señas como dando las gracias por aquella noche. Luego en la habitación, echamos el polvo de nuestras vidas al recordar todo lo que había ocurrido, jamás había tenido una experiencia como esa y ha sido lo más excitante de mi vida. A la mañana siguiente, cuando nos íbamos, pasamos por recepción para pagar la estancia y nuestra sorpresa fue que estaba todo pagado. Supongo que con el espectáculo de anoche, mi mujer con su cuerpo se encargó de cancelar el pago.

Con ganas de que algo así nos ocurra y siempre con total consentimiento. Tengo ganas de nuevas experiencias picantes y espero poder cumplirlas en un futuro.