Mi fantacia lesbica (mini historia ficticia)
Les cuento una pequeña historia ficticia
H ola, mi nombre es Stella soy (psicóloga profesional), actualmente tengo 45 años pero la historia sucedió hace 5. Soy rubia con un cuerpo envidiado por las mujeres y apetecido por los hombres, mis medidas (140-70-120) es decir pechos gigantes con grandes pezones rosados y rígidos, de cintura estrecha y una cola grande y parada. Casada con JAVIER cinco años mayor a quien conocí a los 18 años, en un partido de básquet mientras trabajaba de modelo publicitaria y él jugaba para un equipo de Córdoba (Argentina). Al finalizar el partido cruzamos unas miradas, acompañadas de una propuesta para salir esa noche… luego de cenar y bailar, terminamos en un hotel. Si bien yo tenía bastante experiencia sexual me quedé perpleja al verlo desnudo, tenía un pedazo de carne bestial de unos 32 cm, de nervios hinchados, dura, ardiente, con una cabeza rosada, con forma de flecha, chorreante y sabrosa. En un principio me sofocaba al sentir que me penetraba pero poco a poco -por la calentura- la fui comiendo hasta no dejar nada afuera, la gocé totalmente, una, dos y tres veces. Para ser sincera debo decir que al final me dolían todos los músculos pero mis pensamientos era: “a éste tipo no puedo perderlo”… y así fue, a los 10 meses no casamos y creo será por siempre.
Desde entonces gozamos del sexo cada vez mejor. Nos hicimos fans de las películas xxx (todos los géneros), lesbianas, doble y triple penetración, orgías, zoofilia… teníamos la fantasía que formábamos parte de las escenas; imaginábamos a mi amiga de la adolescencia (mi primer amor), un negro americano compañero de equipo de Javier, mi jefe, un matrimonio vecino y hasta un pony; todos de existencia real, pero que nunca pasaron por nuestra cama -solo eran una fantasía- pero que nos excitaba tanto que nos poníamos “al palo”, cogíamos del tal forma que se nos hizo un vicio y si agregamos que no tuvimos hijos, teníamos todo el tiempo libre solo para nosotros; lo que sí tenía era una colección de consoladores de todas las formas, tamaños y colores para cada ocurrencia. Nuestros encuentros sexuales eran (y lo son aún) muy hablados… es decir que mientras “cogemos” expresamos con palabras obscenas todos nuestros pensamientos, por ejemplo: en un sabroso 69 le pido a mi esposo con voz fuerte y jadeante:
-Quiero otra pija junto a tu lengua.
Él contesta -con su voz entrecortada por la excitación – “Steve (nombre de su compañero) vení a penetrar a mi mujer que desea sentir, una pija y una lengua juntas” mientras acerca un consolador a mi vagina y comienza a masturbarme y chuparme como loco. Siempre decíamos que algún día haríamos realidad nuestros lujuriosos pensamientos; ya habían pasado 20 años y yo me hacía cada vez más insaciable y Javier no me llevaba el ritmo -comenzó a tomar viagra- cosa que ayudó mucho, pero yo quería sexo a cada rato. Muchas veces al llegar mi marido del trabajo (ahora es corredor inmobiliario) me encontraba en la cama, desfallecida abrazadas a mis consoladores. Me masturbaba dos o tres veces por día.
Hasta que… en mi cumple N° 40 estando de vacaciones en las sierras, en una cabaña alquilada y luego de una cena romántica, regada con mucho alcohol y música; recibí el mejor regalo de mi vida.
Comenzamos como siempre con un sublime 69 sobre el sofá ¡como me chupa, me enloquece!, luego agregó unos de mis mejores consoladores “el predilecto” apto para cubrir mis dos orificios, con la diferencia que ésta vez me había cubierto los ojos con un pañuelo para darme una sorpresa. En un momentos dado, mi esposo me dice con voz jadeante que despliegue mis brazos hacia adelante… palpando una piel de mujer por su suavidad y su perfume e instintivamente palpo un par de tetas grandes con tiernos pezones; dejé de chupar la pija de mi esposo y empecé a saborear tiernamente esos pechos redondo y suaves.
Sin retirar el objeto fálico doble que me masturbaba, mi marido se posesiona atrás de la mujer que ya estaba acariciando mis tetas… a decir verdad al principio sentí celos pero la calentura me impidió dramatizar, solamente me quité el pañuelo… vaya sorpresa – si era mi mejor amiga LUCY-, la abracé y la besé fuertemente (pues, – al fin y al cabo- fueron los primeros labios que yo rocé y la primera vez que yo gocé). Ambas nos lamíamos con pasión y candor, ya no me importaba que Javier se la estuviera cogiendo, yo era feliz así. Tuve un orgasmo sublime, me hizo sentir algo que mi marido no hacía – no sé qué- pero su experiencia como lesbiana -se apreciaba- era amplia.
Javi nuevamente me colocó el pañuelo (¿y ahora qué? Me pregunté); ubicó su pija entre nuestros labios que competían por besarla; cuando escucho que sigilosamente se abre la puerta y que otra persona se une a nosotros… es un hombre con un pollón descomunal, mucho más grande que la de mi marido (y eso es mucho), de sabor más fuerte, pero la chupé como nunca había chupado una pija.
-Soy Steve, el ex compañero de Javier en Básquet, me dijo en un mal castellano; mientras me hacía agachar para comenzar a cogerme como a una perra; mi corazón latía con más ritmo, pues una cosa es imaginarse dos vergas y un par de tetas y otra cosa distinta es tenerlas, apretarlas, babearlas …Entre los tres me besaban toda, eran tres labios y tres lenguas que no dejaban ni un centímetro sin mojar; me acariciaban toda, eran seis manos, que masajeaban cada rincón. Me reclinaron sobre la cama y doblando mis piernas hacia atrás (la posición comúnmente conocida como “patas al hombro”) prepararon el camino para que ese abrumador pedazo de carne ardiente fuera introduciéndose muy despacio dentro de mi cavidad empapada y no menos caliente, recordé aquella primera vez que mi marido me cogió; creí que no había algo más grande que eso y sin embargo sí, estaba frente mio, era una monstruosidad. Grité exaltada, perturbada por el placer de tener colmada mi concha… No me interesaba quien era el dueño de esa locura latiente, solo quería que se mantuviera dentro mío toda la noche, quería acabar pero no podía, hacía tope en mis entrañas.
Luego se acostó de espalda sobre la cama y me hizo sentar acomodándome a horcajadas sobre su descomunal pinchila … sentada así sobre él, era aún más difícil… tenía que retirarme un poco porque, era imposible aguantármela a toda; yo subía y bajaba sin pausa, sentía que mi cavidad se dilataba, pero no tenía tiempo de pensar, solo quería gozar. Javi untó con vaselina su verga y apuntó directamente a mi ano dilatado lleno de jugo amatorio, por tantas lenguas, dedos y consoladores. La práctica que ambos teníamos por los juegos realizados durante 20 años, hizo que la doble penetración fuera solo un trámite… explicó a Steve que sacara su grosera pija de mi chocho para poder introducir suavemente la suya en mi cola… una vez logrado el cometido, comenzó la función tan largamente esperada y como un director de orquesta creaba el ritmo perfecto, mientras una pija se retiraba, la otra se introducía… y así como un concierto armónico; en un momento ambas pijas se enterraron al unísono consiguiendo el orgasmos más espectacular logrado en mi vida mientras daba gritos de placer ( porque eran grito -no gemidos-).y para mejor los dos acabaron dentro de mi… Lloraba, gritaba, reía, maullaba, gemía; sentía como las dos vergas se chocaban por dentro y me inundaban con sus semen. Mientras Lucy secaba con su lengua hasta la última gota de leche, rápidamente y antes que las pijas se bajaran, invirtieron la posición y me penetraron las dos por la vagina ¡Qué locura!, jamás me creí capaz de participar de semejante “cogida”.
Creyendo que ya no había más fantasía por cumplir… observo otra silueta en el dormitorio y al acercarse me doy con que es Carlos (mi jefe), con la verga más gruesa que pueda existir en el mundo. Lista para ser chupada; francamente no cabía en mi boca y junto a Lucy comenzamos a lamer y pajearlo; desesperado expresó: “quiero romper un culo”… y sí… eso es lo que iba a hacer con semejante grosor… intentó vanamente empotrarme sin lograrlo. Pero Lucy que ya había sido cogida por Javi y Steve, sí consiguió receptar gran parte de esa pija dentro de su culo y menos mal que era lesbiana.
Continuamos durante toda la noche,dado que siempre había alguna verga parada… una vez que terminaba con una pija, otra se había recuperado. Me cogí con un poco de esfuerzo esa verga gruesa de mi jefe. El negro me la metió por el culo, sin ningún problema
Realicé todas las variantes sexuales imaginable, dobles y triples penetraciones… chupadas grandiosas ..y algo que jamás había realizado…tragarme la leche, porque me parecía asqueroso; pero estaba totalmente perdida por la calentura. Hasta que las sequé a todas (con ayuda de Lucy).
Eran cerca de la 06 de la mañana, la luz del amanecer entraba por la ventana, mientras todos dormían; hacía mucho calor y por el olor a sexo en la casa, salí a tomar aire.. Cuando de pronto observo cómo un caballo pastando en la pradera se montaba a una yegua; un metro de pija se mentía completa… confieso que sentí un poco de envidia.La imaginación me retrotrajo a las fantasías que teníamos con mi esposo Javier. Por mi cabeza pasaron muchas escenas que no podrán ser cumplidas… porque semejante pedazo no creo que haya mujer en la tierra que se las banque. O tal vez sí… Creo que sí. Creo que sí se puede.