Mi familia numerosa 9
El encuentro de Assa y Sabina,jugando en la piscina, las lecciones e invitación de Mercedes, la marcha al manantial, y el dilema de la promesa.
Gracias, a todos los que me animan a seguir contado lo sucedido en mi juventud, como a las criticas y las ayudas por parte de varios, en defender la altura de mi hermana. Espero no ofender a nadie con esto, solamente agradecerles el apoyo a seguir, aunque algunos y según ellos es una porquería de serie y me lo ponen como malo en la valoración. Bueno le quiero decir a esta persona, que somos libres de valorar todo, y todos tenemos el derecho de votar a nuestro criterio, de todas formas le doy las gracias a el, pues quiere decir y me imagino que lo leyera para valorarlo.
Dejándonos de rollo, continuemos con el capítulo.
Mi familia numerosa 9
Assa estaba muy contenta, había sentido como nunca haciendo el amor, una experiencia que no olvidaría en su vida.
Me siguió por un rato dándome besos, estaba tan entusiasmada con lo que habíamos hecho, que ni se dio cuenta que habían tocado en la puerta.
Assa, han tocado en la puerta. Le tuve que decir.
¿Quien será? Me dice intrigada, pero contenta, la sonrisa como decimos le llegaba de oreja a oreja.
Me voy al baño a vestirme, me dice, a la vez que recoge su ropa donde la había colocado yo, en un lado de la cama.
Espere que pasara al baño, mientras la miraba como se iba moviendo, enseñándome las nalgas con descaro, sabiendo que la observaba. Se paro en la puerta del baño y muy coquetamente, me lanzo un beso al aire con una preciosa sonrisa en su cara. La verdad que estaba preciosa, tenía un cuerpo escultural, con su melena suelta, que se movía con los andares de sus piernas, acompañados por esas caderas, que se balanceaban de un sitio a otro. Llevaba las pequeñas botas, que la hacían más alta de lo que era, por el talón mediano que llevaba.
Me acerque a la puerta para abrirla, pensando en Sabina. Ya que me había dicho, que regresaría pronto y tocaría, para no dejarme mucho tiempo solo con Assa.
Abrí la puerta haciendo un poco de ruido, como dando a entender que estaba cerrada, para que Assa no sospechara lo que había pasado. Delante de mi estaba Sabina, la contemple un momento, estaba preciosa, no se de donde había sacado aquel vestido que traía, era de color celeste muy vaporoso, como de encaje, pero todo en el mismo color, le llegaba un poco por encima de la mitad de los muslos, de generoso escote en V, y manga corta, se podía apreciar bien sus brazos y piernas bronceadas, con aquel celeste le hacía un contraste en su piel de color miel. Estaba preciosa, además sus senos parecían que resaltaban más, seguro que los tendría hinchados por la regla, los cuales se podían ver bastante bien por lo fino de la tela que los cubría, pero sin sujetador, los pezones se veían un poco más oscuros, duros y grandes, como garbanzos hinchados en agua. También se había pintado los labios de rojo, parecía otra mujer, más mayor. No le podía quitar ojo de encima, estaba alucinando con la imagen que veía.
Ella me miraba, sonreía, le agradaba como la mirada, sabía que me había gustado lo que me había puesto. Se sentía deseada, admirada, bonita, … y la imagen que me había dado me encanto, eso era lo que más le había gustado, sentir mi mirada por todo su cuerpo. En los pies llevaba una sandalias de tiras muy bonitas, de color blancas, con un poco de tacón, hacían juego con el cinturón que llevaba en su cintura, tampoco se los había visto, menuda sorpresa me estaba dando mi hermana, se ve que lo tenía preparado, pero no sabía en donde.
¿Puedo pasar a nuestra habitación?, me dijo picaramente, pues yo no me había rodado de la puerta, estaba en medio de ella, parado, seguía alucinando mirándola. Al final fui empujado cariñosamente por ella, y me di cuenta entonces, de que estaba en medio del paso.
¿Esta dentro? Me pregunta al oído.
Hola Sabina, ¿que te ha pasado para subir ahora, en vez de estar en la fiesta? Fue la pregunta que se me ocurrió en aquel momento.
Te buscaba, estaba preocupada pues no te veía desde hacía tiempo, y subí para mirar si te había pasado algo.
Todo esto lo decíamos con la voz un poquito más alta de lo normal, para que Assa se enterara.
En eso oímos la cisterna del baño, y a Assa haciendo ruido para llamar la atención también.
¿Quien está en el baño? Pregunta Sabina haciéndose la inocente.
Ahh... es Assa, que no se encontraba muy bien y la acompañe al baño, por precaución no fuera que se cayera, pues estaba un poco mareada, debe de ser que cogió mucho sol en la comida, o algo que no le sentó bien.
En ese momento salió Assa del baño. Ah hola Sabina, no sabía que estabas aquí, le dice también, haciéndose la tonta. Pero se quedo observándola, viendo como se había vestido, la veía diferente, una rival, más mujer. ¿Que te ha pasado, que te has cambiado de ropa?
Es que me manche de helado, y le pedí a Aralia que me dejara un vestido, de los que habían comprado hace dos días en la ciudad con mi madre, pues son muy fresco, además me lo aconsejo mi madre, diciéndome que me quedaría muy bien, pues ya lo llenaba un poco más.
Si ya veo que te queda muy bien, y es muy bonito, le dice Assa.
Si... le queda estupendo... les digo yo mirándola como un tonto, sin quitarle la vista de encima. Uff … la verdad, que estaba como una diosa y quería adorarla en aquel momento.
Bueno ya acabé, así que me voy a la fiesta de nuevo, ¿vienes tu Cessaer? Me pregunta mi prima sonriendo picaramente.
Ahora voy Assa, quiero hablar con mi hermana un momento, gracias. Dirigiéndome hacía la puerta para cerrarla, cuando ella saliera.
Se nos quedo mirando un momento, no muy convencida de dejarnos solo, pero no podía decir nada, aquella era la habitación de los dos y podíamos hacer lo que quisiéramos en ella. Al final salió, dándonos un beso a cada uno, pero al llegar a mi oído, me dice nuevamente: Quiero repetir, no lo olvides. Saliendo con movimientos de sus caderas, un poco más exagerado de la cuenta, como diciendo, mira lo que se va.
Yo estaba mirando su culo, los movimientos que hacía al caminar, cuando un coscorrón me despertó de aquel momento, pues mi hermana al verme como miraba tan fijamente ese culo de Assa, le dio coraje, y descargo en mi cabeza.
¡Oye que yo estoy aquí! Me dice con una regañina en su cara, y medio cerrando los ojos, como pensando que hacer conmigo.
Perdona, pensaba en lo guapa que estabas. Le dije, intentando relajarla un poco.
Siiii... ahora disculpate con eso, que se te caía la baba mirando su culo.
Me reí, pues me conocía muy bien, y era de tonto poner disculpas con ella, pero la verdad que el culo de Assa me dejo hipnotizado, con los movimientos con que se despidió.
Cerré la puerta con llave, y me quede mirando a Sabina. Ella me miraba con el ceño fruncido, ese gesto que hacemos cuando estamos enfadados, arrugando la frente y las cejas, dándome la señal de que estaba disgustada.
Me fui acercando a ella lentamente, mientras ella iba cerrando los ojos con malicia, llegue a pocos centímetros de ella, mirándola a los ojos, le dije cariñosamente: ¡Cielo! Tu sabes que eres mi reina, y soy todo tuyo, como un vasallo apenado, al ver a su majestad con cara de enfado, y si mi reina me permite, quisiera demostrarle cuanto la quiere este humilde caballero.
Sabina se quedo mirándome, sin decir nada, haciéndose la enfadada, pero poco a poco iba saliendo de sus labios, una preciosa sonrisa. Mira que eres malo conmigo, me suelta de repente, sabes que Assa y yo somos rivales de hace tiempo, por culpa tuya, y con eso y todo, no te cortas delante de mi, de hacerme ver que te gusta mucho.
Lo siento cielo, tienes razón, no tengo palabras para disculparme por ello, pero no podemos negar que nuestra prima es muy guapa, y es normal que uno se sienta atraído por ella, pero también sabes muy bien, que tu eres mi amor, mi reina, y todos los adjetivos que se pudieran decir, a la persona más querida. No puedes ver en Assa una rival tuya, aunque sea bonita y me guste, no se puede comparar contigo, tu tienes un trono, que ella nunca te lo quitaría, el trono de mi corazón, por ello es tonto decir que estas celosa, pues nunca ella estaría por encima de ti.
Me acerque a ella completamente, abrazándola muy fuerte contra mi cuerpo, y dándole un beso en los labios, con una pasión tan grande, que me salio desde dentro de mi corazón. Nuestras bocas se unieron en un beso con lengua divino, parecían dos serpientes cuando están intentando hacer la copula, hasta llegar a ese momento se mueven una con la otra, restregándose, acariciándose, y formando un baile sexual entre las dos. Esas eran nuestras lenguas, en ese convite de lujuria, pasión y amor.
A mi hermana le caían unas lagrimas por su cara, las cuales tome con mis labios, saboreando ese sabor salado que me gustaba mucho, no por el sabor en si, sino por lo que significaba en aquel momento.
Cessaer..., gracias por esas palabras, me han dejado muy emocionada, por eso caen estas lagrimas de mis ojos, por la ternura y el amor que tengo hacía ti. Soy una tonta como dices tu, al pensar que Assa significa algo más para ti que yo, perdoname cielo, ese coscorrón que te ha dado, me esta doliendo muy dentro en el corazón, lo siento mucho.
Con fuerza se pego más a mi, notaba sus curvas en mi cuerpo, sus pechos, su pubis que lo apretaba contra mi pene, deseándome cada momento más, estar pegado a ella. Estrujábamos nuestras bocas, nuestros brazos acariciaban sin cesar todo nuestro cuerpo, mi mano derecha entro en su hermoso escote, agarrando su pecho izquierdo, lo acaricie despacio, sintiendo cada poro de el, su pezón choco con mis dedos, estaba duro, grande, majestuoso, me entro un deseó de estrujarlo con mis labios, chuparlo, pasarle la lengua, dándole ese placer que le encantaba a ella.
Dejamos de besarnos y acariciarnos, para quitarle aquel vestido tan bonito que traía. Se dio la vuelta despacio, para que la observara bien, estaba muy coqueta, y le gustaba sentirse deseada y querida por mi. Una vez de frente a mí de nuevo, bajo sus brazos inclinándose un poco el tronco hacía adelante, cogió el extremo del traje y comenzó a subírselo poco a poco, mirándome a los ojos. Según iba subiendo el vestido, su piel desnuda aparecía ante mi, hasta la altura de su braga, era celeste como el traje y pasaba mas desapercibida, era de un tamaño mediano, para poder poner su compresa, por la regla que tenía en aquel momento. Después apareció su vientre plano, su ombligo, hasta llegar a sus pechos, que se movieron por la subida del traje arrastrándolos con el, para luego caer de nuevo en su sitio de frente a mí, como dos hermosos cornetos de punta, desafiando la gravedad. Ya tenían un cierto tamaño, y crecían a gran velocidad, de unos meses para otro.
Me pegue a ella nuevamente, mientras se sacaba el vestido por encima de la cabeza. Cessaer, tranquilo... dejame quitarme el vestido, no seas impaciente. Con su cabeza oculta bajo el traje, no vio cuando me apodere de sus pechos, con las manos y mi boca.
Ella comenzó a reírse, al ver la desesperación mía, por chuparle sus pechos.
Diosss... que placer sentía en mi boca, al tener aquellos pezones, que me llamaban como una trompeta a la tropa.
Ahh... gemía Sabina, me encanta que me los chupes, me produce una gran sensación de placer, cosquilleo, frescor de tu saliva. Parece que se me van a desgarrar, y salirse de mi pecho. Uff... que ricooo... sigueee... me gusta mucho.
Atrapo mi cabeza, y la apretaba contra su pecho, agarrándome el pelo, para que no me separara de ella.
Estábamos en la gloria, los dos abrazados, haciéndonos esas caricias. Teníamos un frenesí, una pasión, dábamos cada uno, todo el amor al otro.
Pasó el tiempo, mientras nosotros estábamos tumbados en la cama, hablando, acariciándonos, besándonos, … hasta que oímos en la puerta unos toques, anunciando que alguien estaba llamando.
Me puse unos vaqueros cortos, y me dirigí hacía la puerta, para ver quien tocaba.
Ya vaaa... dije chillando un poco, mientras Sabina se iba poniendo su vestido celeste.
¿Quien es? Dije detrás de la puerta, para saber con quien me iba a tropezar.
Soy yo, Hortensia, dice mi hermana. Mama quieren que bajen ya, que van a soplar la tarta de cumpleaños.
De acuerdo ahora vamos, gracias. Le dije, para irme a terminar de vestir. Oímos resonar las pisadas, de la carrera de mi hermana para bajar abajo, alejándose de la puerta.
Venga, terminemos rápido que nos esperan, y la tarta debe de estar muy rica, pues vi a Lucia, cuando la estaba preparando.
Nos vestimos a una velocidad bastante grande, y al poco íbamos corriendo escaleras abajo en dirección al jardín, que era donde estaban las mesas.
Al llegar todos se quedaron mirando a Sabina, que estaba muy linda con aquel vestido. Felicitándola, pues ya era una mujercita.
Se puso las velas en la magnifica tarta rectangular, de chocolate, turrón y nata. Soplaron las velas las dos al mismo tiempo, pues cada una tenia en un extremo de la tarta, sus nueve velas. Se canto cumpleaños feliz, se felicito a las dos, rompimos una piñata entre todos, dando palos, … haciendo que el día fuera alegre y divertido.
Estábamos ya a día catorce de enero, se aproximaba el cumpleaños de mi tío Adolfo, que era el día quince. Este era cuñado de mi padre, casado con su hermana Carolina. Era empresario, tenía una cadena de supermercados, que era donde íbamos a comprar, las cosas que no se producían en la finca. Mi madre fue a despertarnos, ya dormíamos cada uno en su cama, como siempre hacía, comenzaba conmigo para luego ir a mi hermana. Esta vez nos dio un besito solamente a cada uno, pero iba chillando: Arriba gandules, que tenéis que ir al colegio, pues lleváis varios días sin ir, con el cuento de la regla de Sabina.
Mamaaaa... que no era ningún cuento, dice Sabina media enfadada.
Lo se cielo, pero es para no poner a tu hermano como el único culpable, puesto que tu querías que se quedara contigo. ¿Es cierto, no?
Sí claro mama, pero lo has dicho como si fuera cuento mio, y no hubiese tenido nada.
Bueno realmente fue casi así, quitando el primer día, el resto casi no te enteraste. Así que yo tengo razón, ¡arriba gandulees...! chillo más.
Nos levantamos un poco desganados, por lo menos a mí no me apetecía ir a clase, y por la cara que tenía mi hermana, creo que a ella tampoco. Nos bañamos, vestimos, desayunamos y salimos disparados hacía el colegio, el cual lo teníamos cerca, era al lado de la entrada de la finca.
Después de clase, nos fuimos a casa a comer, íbamos todos juntos como siempre, pues estudiábamos en el mismo colegio. El día estaba muy bueno, hacía un sol radiante y me apetecía pegarme un baño antes en la piscina, así se los dije a mis hermanos, los cuales aceptaron y nos fuimos corriendo, para ver quien llegaba primero. No se como se las arreglo Guzmania, para ganarnos a todos, pues parecía que le habían metido un misil en el culo, hablando mal y pronto, pues me saco casi medio metro, pero tenía la ventaja que ella iba en zapatillas de gimnasia, pues fue lo último que hizo en el colegio, y el resto íbamos con el uniforme del colegio y los zapatos. Pero bueno, ciertamente gano la carrera y le tocaba a ella decidir que juego pondríamos en práctica hoy.
Estábamos todos asfixiados de la carrera, pero contentos de haber llegado y podernos tirarnos al agua, la cual se veía transparente y tranquila. No había nadie en la piscina, cosa que nos extraño, pues normalmente suele haber alguien de la familia, muchas veces mi madre, haciendo ejercicio de natación con alguna de mis tías. Mejor para nosotros, así nadie nos molestaría y podíamos jugar a lo que quisiéramos.
Comenzamos a desnudarnos todos, pues no había nadie que nos impidiera hacerlo, ya que eramos aquel día solamente mi familia. Al final tuvimos otra carrera, para ver quien se tiraba primero al agua. Esta vez lo consiguió Aralia, pues yo me quede trabado con un cordón de uno de los zapatos, pues no contaba si te tirabas con una prenda, sea cual sea. Logre tirarme el penúltimo, ya que la pobre Robinia fue la última, pero eso era normal, le costaba mucho al ser tan pequeña (5), quitarse toda la ropa, sobre todo los zapatos, eso si corría mucho. Espere a la pequeña, la agarre de la mano y nos tiramos al agua juntos, le encantaba bañarse en la piscina, y nadaba mucho para la edad que tenía. Le gustaba subirse a mis hombres y tirarse, si era por ella no hacía otra cosa.
Guzmania, puso el juego de los caballitos, que consistía en uno subido sobre los hombros del otro, haciendo como caballo y jinete, para luego luchar entre nosotros, hasta que quedara una pareja vencedora. Al ser la campeona de carrera Guzmania, le tocaba elegir entre caballo o jinete y con quien. Me eligió a mi como caballo, pues era el más fuerte del grupo, y eso le daba más posibilidades de ganar.
Aralia hizo de caballo y de jinete Verónica, Sabina de caballo y de jinete Violeta, Tilandsia de caballo y Hortensia de jinete, y al final de arbitro hizo Robinia, al ser la más pequeña se podía hacer daño peleando, y eso de ella decidir quien descalificaba y quien ganaba le gustaba, se veía como la jefa.
Estuvimos un buen rato jugando, echándonos zancadillas, empujando, … hasta que quedamos Sabina y yo como caballos, y Violeta y Guzmania como jinetes respectivamente. Los demás estaban alrededor nuestro animándonos unos a otros, Verónica anima a Violeta como era normal en ellas, Aralia animaba a Sabina, Tilandsia y Hortensia animaban a Sabina también, pues yo las había tirado, por ello animaban a la otra pareja, o sea al final, eran todas animando a Sabina y Violeta. Por mi parte, tenía bien sujeta a Guzmania, pues una de las veces estuvo a punto de caerse, por ello le tenía bien agarrada las piernas.
Sabina se veía que estaba colorada ya, del esfuerzo que estaba haciendo con Violeta, y el cansancio que ya estaba haciendo mella en ellas. Al final le pude poner una zancadilla a Sabina, y cayeron al agua las dos.
¡Campeones Cessaer y Guzmania! Grito Robinia, corriendo hacía mi para darme un beso y subirse a caballito, mientras le chillaba a Guzmania que se bajara, que le tocaba a ella ahora. Bueno no tuve más remedio que aguantarme, ya que ella no había podido participar en la lucha directamente, lo menos que podía hacer era subirla y darle unas vueltas, mientras nos metíamos con los demás. Eso a ella le gustaba mucho, y chillaba como si la mataran, cuando veía a alguien que venía a por nosotros, a tirarnos al agua, bueno más bien a tirar a Robinia, que era la protagonista en aquel momento, y todos tratábamos de hacerla reír y jugar con ella.
¡Niñossss... salir del agua, que es hora de comer!. Gritaba Pino, al lado de la piscina sin acercarse a ella. Ya nos conocía, y otras veces la habíamos bañado cuando se ponía pegada al borde la piscina, inclusive dos veces la habíamos tirado dentro, aunque una de ellas lo hizo ella con intención, pues era un día de mucho calor y quería mojarse, pero no podía tirarse ella a la piscina, pues estaba haciendo sus obligaciones en la casa, y mi madre se lo tenían prohibido. Podían hacerlo. cuando terminaban sus obligaciones o su turno. Muchas veces por la tarde, nos veíamos con ella en la piscina después de las clases, cuando hacía mucho calor. Bueno realmente esos días la piscina se hacía chica, y nos íbamos al lago a bañarnos y jugar, pero siempre acompañados de un mayor, aunque la mayoría de las veces eran Pino o Mercedes, o nuestra madre, o todas juntas.
Bueno nos salimos todos chillando y hablando, para ir al armario de la piscina y coger toallas para secarnos. Una vez teníamos todas nuestra toallas cada uno, y secado un poco, nos fuimos hacía la casa para ponernos algo de ropa, mientras Pino, recogía todo nuestro vestuario del colegio, para echarlo en el carro de la ropa sucia.
Mi madre puso el grito en el cielo, como casi siempre que veníamos de la piscina, pues estábamos mojando todo el suelo y a ella, le gustaba ver el recibidor de entrada brillando, como si de un espejo se tratara, y era el trabajo de Rebecca, sacarle brillo al piso de la casa, sobre todo al salón grande y el recibidor.
Al final subimos a nuestras habitaciones, poniéndonos unas prendas cómodas para comer. Mi hermana Sabina y yo, nos pusimos un pantalón corto deportivo, y una camiseta de tirantes, sin manga de hueco grande, tanto en el cuello como en las axilas, esta le quedaba a mi hermana preciosa, jejee... si se descuidaba se le salían las tetas, por los lados o por delante si se agachaba un poco.
Que guapa estas, le dije irónicamente, mientras sonreía.
Si, ¿verdad que me queda muy bien? Me dice sacándome la lengua.
Te queda divina, da gusto verte con ella.
Venga vamos a comer, que veo que nos meten una bronca por tus zalamerías.
Nos cogimos de la mano, y bajamos a comer. Ah se me olvidaba, por el camino nos dimos un beso.
A la tarde tuvimos clases con Mercedes, y nos estuvo explicando los problemas de la regla en una mujer, lo que tenía que hacer, la higiene, como cuidarse para no quedar embarazada, … la verdad que fue una clase muy práctica y beneficiosa para los dos (Sabina y yo).
Nos pregunto que pensábamos con eso de la promesa, ¿tenéis pensado alargarla un poco más, o vais a tener relaciones ya?
Nos quedamos un poco sorprendido por la pregunta, y nos miramos uno al otro. Yo le apreté la mano a Sabina, indicándole que ella tenía la palabra.
Sabina: Nosotros teníamos pensado hacerlo lo antes posible, sobre todo por Cessaer, al cual le es difícil cada vez más, mantenerse en la promesa, por culpa de algunas personas, que no viene al cuento aquí.
Mercedes: Entiendo siempre en una mujer, le gusta ser la primera en enseñarle los juegos amorosos a un hombre, y si los dos lo aprenden juntos mejor. Por ello, eso que planearon en su momento y lo estáis llevando acabo, me parece muy bien y digno de elogio. Teniendo en cuneta lo jóvenes que soy, además de las tentaciones que os surgen con frecuencia, sobre todo en un lugar donde habemos muchas mujeres.
Yo: La verdad que sí, cada vez me veo más difícil el mantener esa promesa, viendo a tanta mujer guapa a mi alrededor, que encantadas se ofrecen para ser mi maestra.
Mercedes: Bueno yo soy tu maestra aquí en casa, de tus estudios, pero no me importaría con el permiso de Sabina, enseñarte todo lo que he aprendido en todos estos años, de mis prácticas amatorias.
Yo: Gracias, Mercedes, pero me gustaría tener mi primera relación, junto con Sabina, como nos hemos prometido. El tiempo que nos lleve a tenerla, depende sobre todo de ella, si se siente preparada para ese momento.
Sabina: Gracias a los dos por la comprensión de ambos, no tengo duda ninguna, de tener mi primera experiencia con Cessaer. Ahora el estar preparada ya es diferente, creo estarlo, pero la otra noche hablando con nuestra madre, salió ese tema como es normal, pues ella sabe que queremos hacerlo junto, y esperábamos a que me llegara a mi, mi primera regla, pero ella, me decía que convenciera a Cessaer, para no llegar al acto de la penetración o la cópula, hasta pasado un tiempo mayor, como mínimo a cumplir un año más, puesto que mi cuerpo todavía se esta desarrollando sexualmente y era muy joven.
Yo: Eso no me lo habías dicho.
Sabina: Es que no quería ponerte más triste, como te paso con Assa, por ello había pensado inclusive hacerlo esta noche, que ya se me había cortado la regla. No quisiera que se rompiera nuestra promesa, por alargarla más todavía.
Mercedes: Pero Sabina, tu debes de estar bien preparada para ello, y Cessaer que te quiere mucho, pienso que no le importaría esperar un poco más para llegar a la penetración, eso si puedes hacer con el, otras muchas cosas, como ya vienen practicando hasta ahora, según me he enterado, con esas caricias que os dais masturbándose mutuamente, y con felaciones. ¿O me equivoco?
Nooo.. dijimos los dos a la vez.
Yo: En eso estamos muy compenetrados, y cada vez lo hacemos mejor, puesto que conocemos mucho mejor nuestros cuerpos cada uno. Además tenemos la ayuda de mi madre y Pino, que nos enseñan muchas cosas.
Mercedes: Si lo se, pues vuestra madre me ha hablado de ello, y si vosotros queréis, yo me ofrezco también a ayudaros en ello.
Sabina: Gracias, Mercedes, nosotros normalmente hacemos eso por las noches, y ya tu te has ido a tu casa.
Mercedes: Pero a mi no me importaría quedarme una noche aquí, si es para bien de ustedes y de vuestra enseñanza.
Yo: Se lo diremos a nuestra madre, y si ella lo cree conveniente, no tenemos problema ninguno en conocer tus enseñanzas.
Sabina: Sí me parece bien, lo que dice Cessaer.
Mercedes: Pues de acuerdo, y ahora seguimos con las matemáticas.
Estuvimos estudiando matemáticas, lengua, … hasta las seis de la tarde, que nos fuimos a merendar y luego, a divertirnos un rato montando a caballo por la zona norte de la finca, sobre todo nos gustaba ir al naciente del rió que pasaba por medio de la finca, en donde había una cola de agua pequeña, preciosa, de agua fresca y cristalina, rodeada de arboles y plantas. Era nuestro sitio preferido, por la tranquilidad, el aire tan natural que había, y por bañarnos cayéndonos el agua desde arriba, del naciente del rió, sobre nuestros cuerpos. Nos gustaba estar abrazados, besándonos, desnudos, sintiendo las caricias de nuestras manos y del agua sobre nuestros cuerpos, eran unos momentos envidiables, donde nos sentíamos más unidos el uno a otro.
Hoy nos apetecía ir a ese lugar, queríamos hablar nosotros solo, de lo que íbamos a hacer con nuestra promesa.
Yo: Mama, hoy vamos a ir al naciente, quisiéramos hablar un poco nosotros y, el mejor sitio que conocemos nosotros y donde nos sentimos más a gusto es ahí. Nos llevaremos una tienda de campaña, comida, mantas, … para pasar la noche, y regresaremos por la mañana, queríamos que lo supieras, para que no te preocuparas. Iremos con los caballos y dos perros, por seguridad, para que estés tranquila.
Mama: De acuerdo, pero tener cuidado, que estas noche en esa zona hace fresco, de todas formas a lo mejor al anochecer vamos Pino y yo, a echar un vistazo por seguridad, pero sin molestarlos a ustedes, de paseo solamente.
Yo: De acuerdo mama, pero no quisiéramos que se quedaran por favor.
Mama: Vale, así haremos.
Nos fuimos a ver a Lucia, para que nos preparará algo de comer para llevar, tanto para la cena, como para el desayuno.
Yo: Hola Lucia, serías tan amable de prepararnos algo, para llevarnos de acampada al naciente, por favor.
Lucia: Inmediatamente os preparo unas cosas, para que os chupéis los dedos, pues al pedirme eso de por favor, me ha gustado mucho, ya que sois mis queridos niños, como os dice vuestra madre, y esta me lo ha pegado a mi. Nos dice riendo.
Yo: Nosotros vamos a preparar varias cosas para llevar, luego venimos a recoger la comida, ¿de acuerdo?
Lucia: De acuerdo os preparare algunas cosas, que se que os gusta mucho, y allí al fresquito de la noche, os dará hambre y sobre todo si hacéis ejercicio, nos dice sonriendo picaramente.
Creo que todo el mundo en aquella casa, sabía lo que hacíamos nosotros por la noche, no se porque, y me hacía gracia, pues nosotros no lo íbamos diciendo por ahí. Eso si de nuestros hermanos muchos ya lo sabían, y del persona también, pero por lo visto se corría la voz bastante rápido, por toda la casa.
Subimos a nuestra habitación, para recoger prendas para llevar, y ropa para tumbarnos. Al entrar vimos a Pino, metiendo en las mochilas ropa, no se como se enteraba enseguida de las cosas, sería que se lo habría dicho mi madre.
Hola Pino, le dijimos los dos.
Hola mis diablillos, nos dice ella, os queréis ir de excursión sin llevarme a mi. Nos dice con cara como de apenada, pero que nosotros sabíamos que lo hacía de mentira, solo para ver que decíamos.
Sabina: Pino hemos pensado ir al manantial, queremos estar solos, aunque mi madre nos dijo que luego irían ustedes a dar un paseo, y comprobar que todo iba bien, pero lo más importante para nosotros, es que queremos dialogar que vamos a hacer con nuestra promesa, y no queremos que intervenga nadie en ello. Por eso lo hacemos así, y se que tanto tu como mi madre, quieren lo mejor para nosotros, así que eso trataremos de hacer esta noche, decidir que vamos a hacer.
Pino: Me parece bien, y seguro que vuestra madre estará de acuerdo en ello conmigo. Os preparo las cosas que seguro que vais a necesitar, pues hará fresco allí, y no sientan frió, ni malestar, así podréis hablar tranquilamente. He metido ropa de abrigo, mantas, sacos de dormir, lamparas de gas, … y la tienda de campaña, que Adelina se encargaba de llevarla a los establos, para cargarla en tu caballo Cessaer.
Yo: Gracias Pino, como siempre estas en todo, y te debemos mucho.
Sabina fue a donde estaba ella, y le dio un beso en los labios diciéndole: Gracias.
Aiii... dios... estos niños... no saben que hacer para volverme loca. A la vez que se reía.
Fuimos al ropero y nos pusimos unos vaqueros largos, blusas de manga larga de cuadros azules y negros de algodón, calcetines largos marrones de algodón, cinturón de cuero marrón, botas de montar marrones largas, una chaqueta vaquera, bufanda que nos pusimos por encima de los hombros, pero sin enrollarla, y un sombrero. Sabina una braguitas de piernas cortas, sin sujetador, y yo unos calzoncillos de piernas cortas también. Parecíamos dos vaqueros del oeste, pero sin pistolas.
Pino nos sonreía mirándonos, diciéndonos que estábamos guapísimos.
Agarre las dos mochilas, una vez que Pino acabo de prepararlas, y nos dirigimos hacía abajo, dándole a Pino un beso de despedida hasta mañana. Pasamos por la cocina, donde Lucia nos tenía otra mochila pequeña con la comida, le dimos otro beso a ella, y seguimos hacía la salida de la casa. Allí nos esperaba nuestras hermanas y mi madre, nos dimos un beso todos, y lo típico siempre de nuestra madre a decirnos que tuviéramos cuidado. Robinia, decía que quería ir, y nuestra madre y nosotros le decíamos que no podía, que otra vez iría con nosotros, pero ella no lo entendía, y se puso un poco de morros.
Al final nos dirigimos a los establos, donde nos esperaba Adelina, con los caballos ensillados, y el mio cargado con la tienda campaña.
Adelina: Ya les di de comer y beber bien, así que hasta mañana no creo que os pidan de comer, de todas formas los metéis en el corral del manantial, que allí ellos tienen hierba y agua si lo desean. Bueno no os digo nada más, pues vosotros ya conocéis bien aquello, lo único es que vayan despacio para no cansar a los caballos. Ya hable con los guardias, y han ido a echar un vistazo por la zona, por si se encuentra algún jabalí u otro animal peligroso, así que creo que no debéis de tener problema. Si no queréis usar la tienda, os metéis en alguna de las cabañas de los cazadores, que ahora están vaciás. Tener cuidado.
Gracias Adelina, le dijimos los dos.
Yo: Que te parece si ponemos todo en Viento, (Este es mi caballo, de cinco años, cruce de caballo español con yegua árabe, de color negro es la cabeza, cuello, crin, cola y las patas, de color marrón el tronco y lomo, después tienes tres lineas blancas, una que le cruza de la parte baja de cuello, cerca de la cruz hasta el pecho, y las otras dos casi paralelas desde la grupa al muslo de la pata trasera derecha) y nosotros dos vamos en Luna, (La yegua es de un cruce de caballo español con yegua árabe, es de Sabina, es de cinco años también, es de color negra casi todo el cuerpo, pero con diferentes tonos de grises en varias zonas, combinándose con el negro, y en la parte izquierda delantera, tiene una mancha gris clara como de forma de un cráter de la luna, por eso le puso ese nombre, Luna, le hizo recordar la luna) uno delante y el otro detrás, así podemos ir hablando sin necesidad de chillar, llevando el mio agarrado al tuyo.
Sabina: Me gusta la idea, pero me pido ir detrás.
Yo: De acuerdo, así lo haremos. Adelina por favor, vamos a quitarle la silla de montar, y le ponemos la manta acolchada de agarre para poder ir los dos cómodos, y como iremos despacio, no tendremos problemas.
Adelina: Enseguida le quito la silla y se la pongo.
Yo: De acuerdo, yo te ayudare, tu trae la manta, mientras yo le quito la silla.
Al poco tiempo ya estaba todo preparado, los bártulos en Viento y la manta acorchada en Luna.
Subimos, primero yo delante y después Sabina detrás, agarrándose a mi cintura y cogiendo las bridas de viento las ato a la correa de la manta acolchada, que llevaba en la parte trasera con ese fin, mi tía Yraya, es la que dirige el Hipódromo y la criá de caballos de la familia, ella decía que era un invento suyo lo de la correa en la parte trasera.
Le dijimos adiós a Adelina con la mano, y nos fuimos al trote continuo, en dirección al manantial.
Con esto damos por terminado este capítulo. Gracias por haberlo leído y comentarme por favor.