Mi familia numerosa 7
Después de mí encuentro, con las tres mujeres de mi vida, estuvimos viéndonos muchas veces más. Unas todos juntos, y otras por separado. Tratábamos mi hermana y yo, de mantener nuestra promesa, aunque cada vez nos costaba más, por las muchas tentaciones que nos encontrábamos. Pero tanto mi madre, como Pino, nos ayudaron mucho.
Quiero darles las gracias, a todos esas personas que leen esta serie y les gusta. También a esos comentarios que me ayudan a seguir escribiendo, contando los sucesos de mi juventud en esos momentos.
Mi familia numerosa 7
Después de mí encuentro, con las tres mujeres de mi vida, estuvimos viéndonos muchas veces más. Unas todos juntos, y otras por separado. Tratábamos mi hermana y yo, de mantener nuestra promesa, aunque cada vez nos costaba más, por las muchas tentaciones que nos encontrábamos. Pero tanto mi madre, como Pino, nos ayudaron mucho.
Casi todas las noches, cuando nos íbamos para dormir, normalmente nos metíamos primero juntos en una de las camas, y estábamos un rato jugando a los besos corporales y especiales. Ya conocíamos nuestros cuerpos muy bien, sabíamos donde darnos placer más detalladamente, y los cambios que se estaban produciendo en nosotros, sobre todo en mí hermana Sabina.
Los pechos le fueron creciendo más, tenía unos pequeños cornetos, como les llamaba yo, me hacían recordar los cornetos de helados. Estos eran duros, alargados y en punta. Ella cada vez sentía más placer, y le gustaba que se los chupase. Sus suspiros y gemidos, eran cada vez más fuerte. También en su almejita, como le llamaba yo en sentido cariñoso, se le iba notando los cambios. Tenía mas pelusa rubia, sus labios se le habían desarrollado más, a igual que su clítoris, que era más grande y cuando se lo acariciaba, se le ponía duro y aumentaba mucho. Cuando le hacía esto, sus sacudidas, convulsiones, chillidos, … eran cada vez mayores, y cuando acababa caía como inconsciente del placer tan grande que le producía.
Igual me pasaba a mí, mi cuerpo se iba desarrollando cada vez más, tanto en altura (1,69m) como en musculatura, por los ejercicios y deportes que practicábamos. Veces Pino, nos decía que todavía eramos pequeño, que ella era mayor, pues nos sacaba 2 cm. Nosotros reíamos y le decíamos: Dentro de poco te dejaremos atrás. Le sacábamos la lengua e íbamos a por ella, ella como siempre lo esperaba, y salía corriendo como alma que lleva el diablo. Pero nosotros al estar más acostumbrados al ejercicio, la atrapábamos rápido.
Ella decía: Quietos enanos, o les doy una paliza a cada uno. Pero era ella, quien siempre salía trasquilada, pues nosotros eramos dos y yo era más fuerte.
Nos gustaba jugar entre los tres, sobre todo yo aprovechaba esos momentos para meterle mano, animado por mi hermana que le gustaba verme eufórico, pues sabía que luego iría a por ella también. A Pino, le gustaba mucho verme así, pues ella sentía un placer muy grande, al notar y sentir mis manos por su cuerpo, y mi pene cuando se lo restregaba o pegaba, sobre todo por las nalgas, cuando la agarraba por detrás, llegando muchas veces solo con esas caricias, a tener un orgasmo, de las calenturas tan grandes que le provocábamos.
Nosotros lo notábamos, pues se ponía como un semáforo rojo, y su respiración muy agitada. La dejábamos descansar un poco, y le decíamos si se le había encendido el bombillo rojo. Ella se reía, y decía que con nosotros no tenía remedio, que siempre estaba así, y que cualquier día la matábamos de gusto.
Muchas de las veces, que venía nuestra madre para darnos las buenas noches, se ponía un rato con nosotros a hablar y saber como nos iba todo. Si nos encontraba despierto todavía, pues cada vez nos dormíamos más tarde, por culpa de nuestros juegos amorosos, entonces se incorporaba al juego, disfrutando los tres o los cuatro juntos, pasándolo muy bien entre nosotros, pues cada vez nos gustaba más, como también ella hacía que coincidiera con más frecuencia.
Así estuvimos por un tiempo de año y medio aproximadamente, faltaba poco para el cumpleaños de nuestras hermanas gemelas, teníamos ya 12 y a punto de cumplir 13, dentro de dos meses.
Estábamos en nuestro dormitorio hablando, de lo que teníamos pensado hacer en esa fecha.
Nuestros cuerpos se habían desarrollado más, y habíamos pasado a Pino en altura, mi hermana había pegado un gran estirón, medía ya 1,78m. Me pasaba a mí unos centímetros, riéndose por ello, diciendo que por eso era la mayor.
Pino estaba con nosotros, y nos daba su opinión, pero siempre decía que teníamos que tener cuidado con nuestra virginidad, si queríamos perderla al mismo tiempo, como nos habíamos prometido.
Sobre todo a mí, me costaba mucho entre tanta mujeres que había en mi casa, por nuestra forma de ser, pues nos bañábamos en la piscina desnudos, por costumbres de nuestra familia y en el lago también, en los meses de más calor, pues allí el agua era más fría.
Me gustaba mucho verlas a todas, miraba los cambios que iban teniendo en su desarrollo, sobre todo las mayores, que eran mis hermanas Aralia (14) y Sabina (12 + minutos), y mis primas Assa (19), Eva y Tindaya (15), y Altaha (13), después las hijas de los amigos de nuestros padres, que eran Tahona (14), Rosalva (13) e Hissora (14) y María del Pino, que tenía la misma edad que mi hermana Sabina. Aunque a veces estaban mi hermano Arturo (15), y nuestros amigos: Vildane (20) -que era el chico de Assa-, Javier (15), Emilio (16), Vicente (17), Jaime (15), y Diego (16), todos estos iban detrás de las mayores, estudiaban y eran amigos de nuestro hermano y primos, a igual que nuestros eran Juan Jose (12) y Alfred (13), pues íbamos juntos al colegio, y estábamos en la misma clase. Cuando ellos estaban, normalmente según quien fuera, nos poníamos bañadores, por el problema de mucha gente, el “que dirán”, aunque a mi no me importaba, pero la mayoría de las veces, lo hacíamos desnudos y era lo que más les gustaba a nuestros amigos.
Yo siempre las miraba y las comparaba, me gustaba jugar con ellas, sobre todo a la pelota en el agua, pues era la mejor ocasión de disfrutar de sus cuerpos, tanto yo de ellas, como ellas de mi, sobre todo cuando eramos algún grupo grande, entonces formábamos verdaderas peleas jugando a la pelota.
Sabina se fijaba en lo que hacía, pues siempre estaba pendiente de mí. Luego a la noche, cuando nos poníamos a hablar tranquilamente en la cama, ella me preguntaba sobre lo que le había hecho a cada una, sobre todo a Assa, que era la mayor de ellas y la más desarrollada, sus formas ya eran de mujer adulta, podríamos decir.
Assa, me llevaba siete años, era preciosa, su cuerpo ya estaba bien definido, su melena rubia que le llegaba a mitad de la espalda, ojos color miel pero muy grandes, labios gruesos y sensuales, estatura 1,75m., piernas largas y bien formadas, su pechos era grandes 105, pero redondo, con aureolas y pezones oscuros, estos estaban bien desarrollados, daban ganas de chupárselos solo con verlos. Cintura estrecha donde destacaba sus caderas, las cuales las sabía mover muy bien para llamar la atención. Nalgas duras y bien formadas, con hermosos cachetes. Le gustaba verme detrás de ella, como un oso a la miel, se reía de mí por los apuros que a veces me veía, por las jugarretas que me hacía, sobre todo cuando jugábamos a la pelota, por ejemplo: si yo tenía la pelota, y ella tenía que quitármela, normalmente con disimulo me tiraba mano al pene y me lo apretaba, o a los testículos, y yo al tener que defenderme por el dolor para quitarle la mano, ella me robaba la pelota y se iba disparada a pasársela, a alguien del equipo de ella. Siempre jugábamos en diferentes bandos, pues normalmente hacíamos de capitanes los dos, siempre seguido por Sabina. Otras veces era yo, el que iba detrás de ella a robarle la pelota, ella hacía como que se le caía al agua de las manos dándome la espalda, que yo aprovechaba y me pegaba a ella con el disimulo de quitársela, le agarraba las nalgas, los pechos, todo lo que podía, me volvía loco, y eso a ella le encantaba, sabía que por ahí tenía cierto dominio de mi. Cosa que a Sabina no le gustaba, y trataba siempre de meterse en medio o ayudarme para quitarle la pelota lo antes posible.
Teníamos una cierta complicidad al tratarnos, desde siempre con picardía, era una de mis profesoras, tanto para mí, como para el resto de los demás. Al ser la mayor, era la que tenía más experiencia de todos, además salía con un chico que se llamaba Vidane, era un año mayor que ella, el cual a veces iba invitado por mi prima, ese día más bien nos dedicábamos a mirarlos a ellos, los lote que se metían y el espectáculo que nos daban. Otras veces, nos contaba lo que hacían y lo nuevo que este le enseñaba, además de lo que más le gustaba. En esos momentos nos reuníamos todos alrededor de ella, mientras contaba sus amoríos o sus aventuras con los chicos, y nosotros como alumnos bien aplicados escuchábamos con mucha atención, mientras la mirábamos a ella.
Habían pasado las navidades y reyes, e íbamos a celebrar el primer cumpleaños del año, que correspondía a mis hermanas gemelas Violeta y Verónica, faltaban dos días para ello.
Pino nos estaba despertando, con su nalgada favorita y un beso especial, que siempre lo recibíamos con mucho cariño. Primero me beso a mí, a su hombrecito como decía ella, copia de mi madre esa frase, y poniendo la mano en mí pene sacudiéndolo un poco, me dice con esa sonrisita traviesa - ¡¡ohhh... el pequeño esta levantado también, como todas las mañanas, pidiendo ir al baño!!
Los dos nos reímos, y nos extraño que mi hermana no saltara con alguna de sus frases. Miramos hacía ella, y la vimos todavía en la cama tumbada, con no muy buena cara.
Los dos le dijimos inmediatamente: ¿Que te pasa Sabina?
Ella nos mira con cara de pena, me duele la barriga responde.
Enseguida vamos corriendo a su cama, pues era muy raro que se pusiera mala, teníamos muy buena salud. En nuestra vida, solo habíamos caído enfermo unas tres veces, que yo recuerde, bueno aparte de las caídas típicas cuando vas corriendo, o saltando, ... pero fueron las típicas enfermedades de los niños pequeños,
las
paperas, el sarampión
y un empacho de comida, así que aquello no era normal.
Pino le pregunto que exactamente donde le dolía, exclamando ella, que por la parte baja de la barriga.
¿Has comido algo anoche, para que te sintieras mal? Le pregunto Pino.
No, lo mismo que Cessaer en la cena.
Yo la tengo bien, dije rápido, no me duele nada.
Creo saber lo que te pasa, pero dile a tu mami Cessaer, que venga.
Salí corriendo hacía el dormitorio de mi madre, entrando como un huracán por la puerta, sin llamar ni nada. Diciendo a voz en grito: ¡¡Mamaaa... Sabina esta malaaa....!!
Mi madre salto de la cama del susto, y con el corazón a punto de salirse del pecho. ¡Hijo eso no es forma de decir las cosas, chillando y casi tirando la puerta abajo, me has dado un susto muy gordo.
En ese mismo momento, mi hermana pequeña se puso a llorar también, la había asustado, estaba al lado de mi madre, se había quedado dormida allí. Estaba sentada en la cama, llorando como una magdalena, por lo visto le había pegado un buen susto también.
Mira lo que has hecho Cessaer, no has dado un buen susto a las dos, coge a tu hermana en brazos, y vamos para ver que le ocurre a Sabina.
Un poco apenado por lo que había hecho, sobre todo por la pequeña, después de Sabina era la hermana que más quería. La cogí en brazos y salí detrás de mi madre, que iba muy rápido en dirección a mi dormitorio. Mi hermana, en cuando la cogí en brazos se callo rápidamente, poniendo una sonrisita y mirándome a los ojos.
Cuando entre, ya estaba Pino hablando con ella, y mi hermana diciéndoles donde le dolía, poniendo sus manos en el bajo vientre.
Tranquila Sabina, creemos que estas a punto de ser mujer, pues te va a venir la regla, lo más seguro te bajara en dos o tres días, ¿que mas te duele?
Me esta comenzando a doler también un poco los pechos y sobre todo los pezones, pero poco.
Si son las zonas típicas de los dolores menstruales. De todas formas le diremos a Carmen, que te prepare un poco de comino, lo echaremos en la bañera con agua caliente y te metes en ella, durante 10 minutos, eso te ayudara a relajar los músculos, así no te dolerá tanto. Llamaremos a tu tío Ventor, para que te traiga unas aspirinas, por si te va a más el dolor.
De acuerdo mama, pero no me duele mucho, solo un poco bajo el vientre más bien y el pecho un poco hinchado, pero se puede aguantar fácil, lo que pasa que me asuste al principio, pues como no me suelo poner mala. Lo siento si os he asustado a todos.
A quien más asustaste fue a tu hermano, que llego corriendo y chillando como si te estuvieran matando, dándonos un susto a la pequeña Robinia y a mi, que estábamos durmiendo en la cama juntas.
Lo siento Cessaer, no quería asustarte.
Nada tranquila, ya se lo que es y estoy bien, pero al principio me asuste.
Nos quedamos los dos mirándonos a los ojos, creo que pensábamos lo mismo, pues los dos sonreímos.
Mi madre y Pino, rieron también. Que estarán pensando estos dos, para reírse con esa sonrisa tan sospechosa, nos dice Pino. Robinia al ver nuestra alegría sonrió también, apoyando su cabecita en mi hombro.
¡La promesa!, dijimos los cuatro a la vez y nos echamos a reír.
Bueno Cessaer, vete al baño a lavarte y luego baja a desayunar, y deja a tu hermana tranquila que se bañe y coma. Pino le traes el desayuno, para que se quede aquí en su habitación hoy, puesto que no sabemos si le va a ir a más los dolores o serán leves, esperemos que sea solo con malestar como la mía, nos dice mi madre, a la vez que agarro a mi hermanita Robinia de mis brazos, y se la apoyo en su hombro. La pequeña nos miraba callada, como diciendo aquí pasa algo raro, pero no dijo nada.
Después de ducharme, le di un beso a Sabina, y ella al oído me dice: Nos falta poco.
A lo que yo le conteste: Luego vengo a verte, por si necesitas algo, me voy a desayunar y a disculparme con Mercedes.
Sabina se fue al baño, metiéndose en la bañera de agua caliente que le había preparado Pino. Esta se había ido a buscar el comino, para ponérselo en el agua.
Esto me lo contó Sabina, al siguiente día. Estaba desnuda con casi todo el cuerpo metido dentro, menos la cabeza que la tenía apoyada en el respaldo de la bañera, se sentía cómoda y a gusto, el agua caliente la estaba relajando. Pensaba lo felices que iban a estar, dentro de unos días, cuando le viniera la regla por primera vez y luego se le retirara. Hacía tiempo que lo deseabamos los dos y lo esperabamos con impaciencia, sobre todo yo, por las muchas tentaciones que tenía, sobre todo por parte de Assa, que en su cumpleaños pasado me dijo que si quería perder la virginidad ella se ofrecía encantada. Menos mal que ella estuvo cerca y pudo impedírselo, pues a punto estuvo de llegar Assa, a que rompiera la promesa. Ella con mucho amor, caricias y ruegos, me pudo llevar a su cuarto, y para compensarlo y no me sintiera mal, estuvo toda la noche jugando conmigo, hasta que me quede dormido de cansancio, pues me hizo varias felaciones. Bueno fueron mutuas, pues yo le hice a ella también.
Después de desayunar, hablé con Mercedes, diciéndole: Mi madre nos dijo que hoy no tendríamos clase, pues Sabina estaba indispuesta, y yo la iba a acompañar, para que no estuviera sola y no pensara tanto en el dolor.
De acuerdo, luego lo confirmaré con vuestra madre, me dijo Mercedes.
Subí a la habitación, Pino estaba recogiendo las camas, y colocando todo, estaba vestida con una falda corta de color verde, y una blusa corta de color blanco, que le dejaba el ombligo al aire, ademas de parte de los pechos, pues tenía un escote en pico bastante grande, se podía observar la mitad de los pechos, y de marcarle los pezones en la fina tela. No llevaba sujetador, y estos bailaban, al son de sus movimientos. Esta mañana no me había dado cuenta de como iba vestida, y con lo de Sabina menos.
Me quede un rato mirándola, me gustaba verla, sus movimientos eran muy sensuales y desprendían lujuria por todo sitio.
Ella en uno de los movimientos, al girarse me vio y sonriendo me pregunto: ¿Que te pasa, tu pajarito pide guerra y por eso me miras como borrego trasquilado?
Me gusta mirarte y tu lo sabes bien, y sino fuera por mi hermana, seguro que ya no sería virgen, pues sabes que te quiero mucho y te deseo.
Ya lo se cielo, que virgen no serías todavía, y me da pena verte la carita que pones, me dan ganas de abrazarte y darte todo mi amor, pero anda acompaña a tu pobre hermana, y piensa que te queda menos, y ella ahora te necesita mas que yo, que debe de estar en el baño durmiendo o aburrida de dolor.
Gracias Pino, voy a verla por si necesita algo. Me acerque a ella y le di un beso en los labios, el cual me lo respondió con la misma intensidad, pero cuando me di la vuelta para ir al baño, me dio una torta en el culo, como hace casi siempre, echándose a reír. Fuí en dirección al baño, pensando en mi pobre hermana, iba como un sonambulo, un poco preocupado por ella.
Al entrar en el baño, me vi a Sabina tumbada con los ojos cerrado en la bañera, intentaba relajarse con el agua caliente, para no notar tanto los dolores y estar tranquila. Vi que en el agua había puesto ya el comino, además del olor que desprendía. Me fui acercando a ella, sin hacer ruido, despacio, mientras la miraba a los ojos por si los abría. Me puse a su lado, se le veía desnuda bajo el agua, me llamo más la atención sus pechos, se le notaba más grandes, debía ser que los tenía más hinchado. Me entretuve en contemplarla con tranquilidad, mientras ella tenía los ojos cerrados y no me veía. Su figura estaba más formada, las piernas más largas, su pecho más desarrollado, sus nalgas mayores, se estaba convirtiendo en una hermosa mujer. Me vino a la cabeza cuando se apeno con Pino, pues yo la miraba más a ella por sus pechos que era mi debilidad, y ella estaba muy plana. Cuando Pino le dijo que llegaría el momento que ella me iba a gustar más, pues sería una mujer más hermosa y mejor formada, con unos pechos jóvenes muy apetecibles, y que seguro que luego iba a tener que quitarme de encima, como los moscones, pues iba a preferir más estar con ella. Parecía que se estaba empezando a cumplir las cosas, pues Sabina cada vez me atraía más y, quería estar con ella esa primera vez, los dos juntos, aunque mi madre y Pino seguro que querían estar presentes, por si tuviesen que intervenir en algo, las conocía y ya lo habían dicho. Además nosotros estábamos de acuerdo, en que ellas nos orientaran y estaba todo hablado, solo faltaba poner el día y la hora.
Me puse en cuclillas para tenerla más cerca, y en ese momento, ella abrió los ojos como si supiera que estaba allí, me sonrió y me dice dulcemente – Te quiero cielo. Metete conmigo en la bañera, por favor, te necesito a mi lado. Me levante y comencé a quitarme la ropa que llevaba, ella me miraba con atención, hasta que quede desnudo ante ella.
Abrió sus piernas mostrándome su pelvis. Me veo más mujer, y tengo los labios más hinchados, ¿los ves? Me dijo mostrándomelos y luego mirándome a los ojos.
Los miré con más atención, y ciertamente se le notaba mayores.
Ponte detrás de mí, para yo apoyarme en ti, me dice mimosa.
Me metí en la bañera, y ella se levanto colocándose más hacía adelante, para dejarme el hueco para que yo pudiera entrar y colocarme detrás. Así lo hicimos, me tumbé en la bañera con las piernas abiertas, y ella en medio de mis piernas recostada en mí, apoyando su cabeza y su espalda, en mi pecho y vientre respectivamente, y la parte superior de sus nalgas, en mi pelvis.
¿Estas cómoda, cielo? Le pregunte.
Sí, estoy muy bien, con este colchón que me he conseguido. Me dice riendo, y girando su cabeza para darme un beso en los labios.
Sabina: ¡Cessaer!
Yo: Dime.
Sabina: Te doy las gracias de todo corazón, por haber esperado por mí, y cumplir esa promesa que nos hicimos.
Yo: Sabes que no me tienes que dar las gracias, lo hemos hecho juntos y ayudándonos mutuamente, con nuestro amor, ah y también gracias a mama y a Pino, que nos ayudaron a llevarlo bien y que la cumpliéramos. Mientras otras, trataban de que no lo consiguiéramos, no se si por envidia, por fastidiarnos o por decir que son irresistibles.
Sabina: Ya lo se cielo, y la verdad que tiene mucho merito lo que has hecho, por ello te estoy infinitamente agradecida. Además se muy bien como recompensarte, dentro de pocos días.
Yo: Seguro que sera un día inolvidable para nosotros.
Me puse a acariciarle el pelo como a ella le gustaba, con las yemas de los dedos recorriendo sus raíces, por toda la cabeza, como un masaje capilar.
Eh vosotros, que os habéis quedado dormidos en la bañera, nos dice Pino.
Ciertamente nos habíamos quedado tan a gusto, que nos quedamos dormidos sin saber que tiempo había pasado, pues el agua ya estaba fresca, pero por el contacto de nuestros cuerpos, nos manteníamos caliente.
Comimos en la habitación juntos, Pino nos llevo la comida y la compartimos en la cama, mientras ella nos miraba y nos hablaba de los problemas de la regla. Después de comer, estuvimos dialogando un rato más y yo me puse a pintar a mi hermana, me gustaba mucho y me sentía reconfortante, además de relajarme.
Pino: Cada vez pintas mejor Cessaer, tienes unas manos maravillosas para el arte.
Sabina: Si, yo se lo digo cada momento, es al mejor que se le da de la familia, debe de ser herencia de nuestra madre.
Pino: Pero Sabina, tu pintas muy bien también.
Sabina: Si lo se, pero este loquillo de mi hermano, parece como si pusiera su espíritu en la pintura, y les da como vida.
Pino: Si algo así debe ser, pues da la sensación que la persona que esta pintando, se va a poner a caminar delante de uno. Sobre todo cuando te pinta a ti, entonces se esmera en ello, como ahora, con ese retrato que te esta haciendo, parece la viva imagen tuya vista en el espejo.
Paso el día, sin más problemas y tranquilo. Esa noche, nos quedamos juntos en su cama, pues ella quería tenerme cerca, decía que así sentía menos molestias.
Mi madre nos visito un rato antes de lo normal en ella, para darnos las buenas noches y saber como estaba Sabina.
Al vernos tumbados en la misma cama hablando, nos dijo: Sabina, parece ser que no necesitas más ayuda esta noche, pues veo que te has traído a tu príncipe azul para que te cuide.
Ella puso una sonrisa bien hermosa, y contesto: Mami, sabes que si Cessaer esta a mi lado, siempre me anima y parece como si compartiera conmigo el dolor, y se me pasa más rápido sin enterarme. Además de darme mimos, los cuales me gustan mucho. Terminando de decir esto, pego su boca a la mía y me dio un beso, con ternura y pasión.
Mi madre se nos quedo mirando, con una sonrisa preciosa en su cara, se le veía contenta al vernos a nosotros tan unidos. Me alegro mucho por los dos, pues sois mis niños, y todo lo que sea para bien de ustedes, estoy conforme con ello.
Se agacho y le dio un beso en los labios a Sabina, diciéndole: Que descanses amor, y si necesitas algo, mandas a tu príncipe a buscarme, pero no chillando y arrollando todo, como esta mañana. ¿De acuerdo?
Sabina: Sí mama, eso haré si tengo problemas. Te mando a este loquillo que tengo a mi lado, pero primero le tirare por las orejas, para recordarle que no forme escándalos.
Tuvimos una noche tranquila, por lo menos para mi, pues no fui despertado para llamar a mi madre.
Al siguiente día amanecimos bastantes contentos, nos dimos de entrada o mejor dicho Sabina me despertó, con un beso especial y unas caricias, tan ricas que no quería levantarme. Siendo al final un día rutinario con colegio y clases incluido, pues Sabina se encontraba bastante bien, y eso me puso contento.
A la noche cuando estábamos cenando todos, mi hermana se levanto de la mesa y miro para mi madre y a mí.
Los dos nos levantamos de la mesa y nos fuimos a la puerta detrás de ella, pues iba en dirección a su cuarto.
Pegue una carrera y me puse a su lado. ¿Ya te vino? Le pregunte rápidamente.
Si ya me vino, y no hace falta que vengas, sigue cenando, que ya mama me ayuda.
Noooo... por nada del mundo me lo pierdo yo esto, comeré luego.
¿Cessaer a donde vas tu? Esto es cosa de mujeres, me dice mi madre.
Mama, quiero ver su primera regla y lo que tiene que hacer, por si otro día le tengo que ayudar yo.
Pero Cessaer, ¿tu crees que esto es un circo, donde tu hermana va a estar mostrando su regla?
Ya se que no mama, pero quiero saber que es lo que tiene que hacer, así que dejame tu a mi por favor, el aprender de ustedes.
Dejalo mama, no ves que sino se nos pone a llorar, como los niños chicos cuando no lo dejan hacer algo prohibido, no atendiendo a razones.
Sí eso si es cierto, es tozudo como una mula, cuando se le mete algo entre ceja y ceja, en eso salio a mí, que hasta que no lo consigue, no se esta quieto. Dándome un coscorrón en la cabeza.
Los tres reímos, por los argumentos de mi madre.
Llegamos a nuestra habitación, y lo primero que hicieron fue llevarla al baño para que se bañara, luego le dio unos paños para colocarse en su braga, pues era más grande de las que se ponía normalmente, y un pantalón de pijama, para que se fuera a la cama.
Las estuve observando, y tomando nota mentalmente de todo. Aunque a veces había visto a mi hermana Aralia, que era la mayor de las chicas y ya el año pasado había tenido su primera regla también. Pero para mí con Sabina, era como la primera vez, y me sentía yo casi más emocionado que ella.
Mi hermana se reía de mi cara, cuando me mostró la sangre de las braguita que tuvo puesta. ¿Que no te gusta lo que ves?
Nooo... me parece asqueroso, pero como dice Mercedes, es ley de vida.
Después de aquello, yo me quede con mama y Sabina hablando, o quizás debería de decir escuchando. Mi madre no hacía nada más que darles consejos, a Sabina de todo. Cuidado con la higiene, cuidado con el acto sexual, que debe de tomar siempre precauciones. Sobre todo si lo hacía con alguna persona, que no fuera habitual o conocida.
¡Pero mama! Que yo no voy a ir por ahí, acostándome con todo cristo. Se bien lo que tengo que hacer, y con quien.
De acuerdo cielo, confió en ti, pero toda precaución es poca, sobre todo al principio con los primeros arrebatos de la pasión inicial, sobre todo en los hombres, que piensan más con la cabeza de abajo, que con la de arriba. Diciendo esto, miro hacía mi y sonrió.
Entiendo mama, y tratare de pensar yo por el.
Riéndose en ese momento las dos, y yo serio, pues me estaban tirando en cara, que no pensaría mucho cuando me viera en esa situación.
Yo me fui a bañar y ponerme un pantalón de pijama también. Metiéndome en la cama con Sabina, y mirando a mi madre hablar con ella, puesto que cuando yo me fui, se quedaron hablando y vine de hacer las cosas y seguían hablando, parecía que tenían cuerda para rato. Me quede oyéndolas, para saber de que hablaban, pero se noto que cambiaron de conversación, y empezaron a hablar de las nuevas flores que había mandado a plantar en el jardín. Al final me quede dormido, y ellas seguían alegando. No me entere de nada más. Bueno, si me entere un poco de algo, cuando mi madre me dio un beso de buenas noches antes de irse, fue lo único.
Diez de enero, era el cumpleaños de nuestras hermanas gemelas, Violeta y Verónica.
El día amaneció bueno, soleado. Nos despertó Pino, con su famosa nalgada en el culete a los dos, y como esta vez estábamos en la misma cama, nos dio a la vez una a cada uno. ¡Buenos días dormilones!.
Nos levantamos corriendo, fuimos al baño a hacer las necesidades y lavarnos. Mi hermana con Pino estaban mirando, como le iba la regla a ella. Se metió a lavarse y cambiarse un nuevo paño. Después fuimos a la habitación a vestirnos. Nos pusimos unos vaqueros azules, pues hoy no tendríamos clase, y un polo azul, cada uno, con unas playeras blancas y azules.
Hoy iban a venir mucha gente, estaba previsto hacer una bonita fiesta a las gemelas, con juegos, piñata, etc. se habían contratado más personal, y como hacía buen día, estaba previsto hacerse todo en el jardín, en la parte delantera de la casa.
Invitados a ella, a parte de mis padres y todos mis hermanos, las siguientes familias y personas:
Los hermanos de mi madre y sus hijos, los hermanos de mi padre y sus hijos, y los amigos de nuestros padres y nuestros. Al final eramos entre familia, amigos y servicio, llegando casi a las cien personas. Bueno eso era el hormiguero que se esperaba.
En el desayuno estábamos todos eufóricos, con lo de la fiesta, y cuando entraron las gemelas, les cantamos un cumpleaños feliz. Había chocolate con churros, dulces, refrescos, de todo un poco, aunque era temprano nos gustaba comenzar el día festejando entre nosotros, se daban los regalos y se decía las cosas que íbamos a hacer, durante todo el día. Aunque la mayoría de los invitados llegaban al mediodía y los amigos a la tarde, la fiesta comenzaba desde la mañana.
Los regalos los habíamos puesto en el salón grande, encima de la mesa, y este no se abría hasta después de desayunar.
Ellas estaban muy contentas, pues cumplían nueve años. Las dos estaban vestidas iguales, con un trajito blanco corto, se les veía que habían crecido mucho, de dos años para acá.
Al ser el primer cumpleaños del año, siempre era muy sonado, sobre todo por ser doble, al ser gemelas. Nuestros primos venían todos, les gustaba estar en nuestra casa, pues lo pasábamos muy bien todos juntos, al ser una familia grande.
Después de desayunar, fuimos todos a la puerta del salón, a esperar reunirnos todos allí, y que las dos anfitrionas abrieran las puertas, para coger los regalos.
Violeta agarro la manecilla de una puerta y Verónica la otra, mi padre tiro un volador por la ventana, y eso era la señal de abrirse las puertas, siempre hacíamos lo mismo con todos en los cumpleaños.
Este año les toco a ellas el regalo especial de la casa, que consistía en un caballo para cada una. Bueno allí no estaban los caballos en la casa, sino dos preciosas sillas de montar, con su vestuario. Aunque ellas ya habían montado muchas veces, no tenían sus caballos propios. Ahora se les daba uno a cada una, y los tenía que cuidar y alimentarlos, era la primera responsabilidad que se les daba.
Después del reparto de regalos de la mañana, comenzaron a llegar nuestros primos y tíos, que traían sus regalos también, y las dos como locas abriendo paquetes y chillando, de la alegría. Casi todos los regalos eran a compartir entre las dos, menos algunos que eran dobles, uno igual para cada una de ellas, sobre todo cuando era ropa.
La comida al mediodía se hizo en el jardín, al traer los grandes tablones que se hacían de mesa, con los manteles y sillas que ya estaban preparados para ello, de otras celebraciones, pues era costumbre hacerlo allí la familia.
En la comida me tocaron, Sabina a la izquierda y Assa a la derecha. No se porque razón paso eso, pues no esperaba que se sentara a mi lado. Mi hermana no hacía nada más que mirarla de reojo, no se fiaba de ella, pues sabía que quería hacer que falláramos en la promesa, y no hacía otra cosa que meterse conmigo. Yo cuando la vi al llegar, me quede sorprendido, pues estaba muy elegante, con una falda corta vaquera, con panty negro, una blusa de encajes blanca, que dejaba ver debajo un sujetador blanco de encaje también muy bonito, que mostraba mucho sus grandes pechos, unas botas pequeñas negras, y un cinturón negro con una gran hebilla plateada, y varias pulseras plateadas, que hacían juegos con el cinto. Nos saludamos, dándonos un beso en la mejilla pero cerca de la boca, y un abrazo bien fuerte, donde pude notar muy bien, sus pechos con los míos. Sabina se acerco rápido a saludarla y apartarla de mi, pues veía que su prima quería tirar el último cartucho, pues se había enterado, que ya estaba con la regla. Así que sería hoy, o perdía la ocasión, y eso lo tenía bien claro.
Cuando estábamos en la mesa, comentando todos los regalos que habían recibido mis hermanas, note en mi pierna una presión de una mano, miré a Sabina y vi que estaba dialogando, con nuestra hermana Aralia, y con los gestos que hacía, se le veía las dos manos. Así que ella no era, entonces no podía ser otra que Assa. La miré, estaba sonriendo y dialogando con Arturo, mi hermano mayor, que había venido de la escuela militar para celebrar el cumple de nuestras hermanas, junto con mi padre.
Pensé naaa... lo hará en sentido cariñoso no pensando en ninguna maldad por su parte, pero me sentía incomodo, pues no las tenía todas conmigo, no me fiaba de ella y como decía Sabina – Es una lagarta. No se si la expresión era la adecuada para ella, pero mi hermana decía que le caía ni pintada.
Al rato de estar dialogando todos y comiendo, note que la mano de Assa se movía en mí pierna, en dirección a la pelvis. Baje la mano para quitársela y no siguiera por ese camino, pues de ella me lo esperaba todo. Le agarre su mano y se la puse en su pierna, llevándola otra vez a la mesa para seguir comiendo, pues era mi derecha, cosa que en ella no tenía problema y me di cuenta que por eso lo había hecho, se había sentado a mi derecha, para tener la izquierda libre y jugar conmigo, pudiendo seguir comiendo sin problema, cosa que yo no podía, tenía que dejar la cuchara o el tenedor, lo que tuviera en ese momento en la mano, para dejarlo en la mesa y así poder quitarle su mano.
Mi hermana Sabina, se dio cuenta de lo que ocurría, y me susurra al oído: Dejala que juegue, con eso no hace daño, sino que se calentara más y a ti te aliviara. La que se fastidia es ella, al no lograr que tu le sigas el juego. Tu solo la dejas hacer a ella, y tu sigue comiendo. Además si te portas bien, a la noche te doy premio. Sonriendo se despego de mí, siguiendo hablando con Aralia (a su lado) y Guzmania que estaba enfrente.
Yo seguí comiendo y hablando con mi madre, que estaba enfrente de mi, al lado de Guzmania.
Parece que tienes problemas con tu silla, si quieres cambiarte y ponerte a mi lado, Guzmania se pasaría a la tuya, que tiene mas culo para aguantarla. Me dice mi madre sonriendo.
No gracias mama, estoy bien no te preocupes, ya encontré lo que me molestaba.
Paso un rato, y estábamos a punto de comenzar el postre, el cual era helado de turrón, nata y chocolate. Cuando volví a sentir la mano de mi prima, colocarla otra vez en mi pierna, pero esta vez más arriba, casi tocando mi pene. Yo seguí comiendo, el poco que me quedaba del pescado con arroz en una salsa muy rica, la verdad que Lucia, había progresado cada vez más en la comida, haciendo unos platos exquisitos.
Mi prima al poco puso su mano en mi pene, comenzando a acariciarlo por encima del pantalón. La verdad que me estaba dando un buen gusto, y esta iba aumentando de tamaño poco a poco. Con sus dedos busco la cremallera, se dio un arte con ella para correrla increíble, teniendo en menos que canta un gallo, mi pene en sus manos.
Comenzó a bajarlo y subirlo suavemente, y al tenerlo ya bastante grande, me la termino de sacar del todo. Con los dedos iba jugando con ella, unas veces los subía y los bajaba, y otras se ponía a jugar con mi glande, pasando le los dedos por encima, para luego bajarlos por el tronco. Me estaba haciendo una paja fabulosa, se veía que tenía practica en ello.
Yo eso sí cada vez más caliente, como siguiera así, seguro que me hacía correrme. Ella entonces me dice en el oído: ¿Te gusta lo que te hago? Pues imaginate, lo rico que sería hacértelo con la boca y con mi conejito, el cual esta muy mojado, loco por que se la pongas dentro. Si quieres luego podemos ir al baño o a tu habitación, jugaríamos un rato a ponerla en mi cuevita. ¿Quieres?
Si claro, le dije yo, pensando en decírselo a Sabina para en el momento apropiado fastidiarla, pero mientras tanto, iba a disfrutar de ella, por lo que nos quería hacer a nosotros, sobre todo a mi hermana Sabina, que era la ilusión que ella tenía y que me la paso a mi.
Yo había acabado con el pescado, y comenzaba a tomarme el helado. Estaba riquísimo y me sabía a gloria.
Sabina de vez en cuando miraba para mi, se reía al verme la cara de disfrute que tenía, por lo menos uno de los dos estaba disfrutando en ese momento. Bajito le dije, lo que me había contado Assa, a lo que ella me dijo: De acuerdo, llevala a nuestra habitación, dentro de una hora aproximadamente.
Cuando te vayas a ir, ponme la servilleta encima de mi mano, así yo sabre que estas a punto para no manchar todo. Me susurro Assa.
Yo la verdad estaba gozando, por la situación en la que estábamos, y lo que pretendía mi prima Assa.
Con la izquierda baje la servilleta hacía la mano de mi prima, pues ya no podía aguantar más, del calentón que me estaba dando. Ella cogió la servilleta y la enrollo en mi pene, continuando con la paja que me estaba proporcionando. Al final intentando aguantar el tipo lo más posible, para no dejar ver el orgasmo tan tremendo que estaba teniendo. Cerré los ojos y me puse a morder el nudillo del dedo indice de la derecha, para no soltar ningún grito, ni gemido.
Mi madre se me quedo mirando, notando mi excitación y el calor que me subía a la cara, al abrir los ojos y verla a ella como me miraba y sonreía.
¿Estas bien Cessaer? Me dice picaramente, sabiendo lo que me ocurría.
Mama, dejalo al pobre, no ves que la comida le ha dado demasiado calor. Dice Sabina con recochineo. Comenzando a reírse las dos.
Mi prima Assa, no sabía que decir, pues se dio cuenta que las otras dos, habían visto su jugada. Se puso un poco colorada, y no sabiendo que hacer con la mano izquierda, pues la tenía con la servilleta y llena de semen.
Para evitar mas problemas, deje caer un poco de helado al tomarlo por descuido sobre mí, por lo cual tuve que hacerme un poco para atrás, a la vez que ella quitaba su mano y la ponía sobre su pierna con disimulo.
Jooo... ya se me ha caído el helado. Me puse a limpiar las manchas de helado, a la vez que me colocaba mi pene dentro, cerrando la bragueta.
Me he puesto perdido, exclame. Perdonen un momento que voy a limpiarme. Levantándome con la servilleta pegada al cuerpo, y tratando de que no chorreara nada al suelo, ni en la silla.
Espera te ayudo dijo enseguida Sabina, cogiendo su servilleta y dándomela para limpiarme.
La verdad que al final se formo una movida con aquello, y todos empezaron a decirme cosas.
Mi madre: Pero Cessaer, mira que eres guarro ya para comer helado, que te has llenado todo.
Sabina: Cuidado donde te callo el helado, no se te vaya a congelar otra cosa. Soltó muerta de risa.
Assa: Cuidado Cessaer, no me vayas a manchar también a mi.
Sabina: Que más quisieras tu, que te refrescara con el helado del calor que tienes.
Quedándose las dos observándose una a la otra. Parecían que echaban rallos por sus ojos, y seguro que si las miradas mataran, están estarían ya en el cementerio.
Todos nos dimos cuenta, de la tensión que se estaba produciendo entre ellas.
Aralia, ayuda a tu hermano y luego quedate en su sitio. Creo que tu hermano esta muy torpe hoy, y puede manchar a su prima Assa.
De acuerdo mama, le dice Aralia, levantándose y dirigiéndose hacía mi lugar. Me ayudo a ponerme bien las servilletas, para que no manchara nada más, mirando la silla y viéndola limpia, se sentó en ella al lado de Assa y Sabina. Mi hermana, por Assa se sentía atraída, y le gusto el cambio, cosa que a Assa no le hizo gracia.
Pino en vista lo pasado, se fue detrás de mi para ayudarme a limpiarme y quitar la mancha del helado.
Yo subí a mi habitación, seguido por Pino. Me desnude totalmente, mientras Pino recogía la ropa, para echarla en la cesta.
Buena paja te han hecho, pues has llenado la servilleta de semen y un poco de helado nada más. Me dice Pino sonriendo.
Sí la verdad, que estuvo bien, mi prima es una pajillera excepcional.
Pino me ayudo a bañarme, para que quedara bien limpio como dice ella, aunque realmente lo que tenía que limpiarme, era de la barriga para abajo, puesto que el semen y el helado había corrido un poco por las piernas.
Así se lo hice saber, pero ella me dice sonriendo: Cessaer parece mentira que me digas eso, sabes bien que me gusta bañarte, y eso no lo puedo evitar. Sacandome la lengua y sonriendo, haciendome muecas con la boca.
Acaba de terminar, y ella me dio una toalla para secarme. Le agarre la mano que me ofrecía la toalla, y tire de ella hacía mi, atrayendola hacía mis brazos. Rodee su cintura con mis manos y pegue mis labios a los suyos diciendole: Deja de hacer muecas y dame un beso de esos tuyos, que me dejan loco.
Nos abrazamos bien fuerte, dandonos un morreo imprecionante. Jugando con nuestras lenguas y labios, en una danza amorosa. Me encantaba esos besos de Pino, y siempre que podía, se los pedía con pasión.
Aquí dejamos este capítulo, para que no sea demasiado largo, y canse al lector.
Cessaerd@yahoo.es