Mi familia numerosa 6
En el capítulo anterior, quedamos que yo iba al baño a llamar a Pino y lavarme de paso. Mi madre quería hablar con nosotros, pero como me había dicho que no regañaría a nadie, pues me lo prometió, no temía por Pino, sino lo contrario estaba contento, pues iba a tener a mi lado en breve, a las tres personas que yo más quería.
Gracias, a todas las personas que me habéis mandado comentarios, ya sea positivo como negativo, aunque como casi siempre ocurre, los negativos son de las personas que no han puesto ningún relato, ya sea por temor a hacerlo mal, o el no saber hacerlo, pues siempre o la mayoría de las veces, es fácil criticar sin mojarse uno, para que lo puedan criticar a el. De todas formas esas gracias va para todos ellos, pues siempre la critica como se suele decir, hace que uno mejore, espero que eso ocurra en mi caso, y que cada vez os guste más estos relatos.
Mi familia numerosa 6
En el capítulo anterior, quedamos que yo iba al baño a llamar a Pino y lavarme de paso.
Mi madre quería hablar con nosotros, pero como me había dicho que no regañaría a nadie, pues me lo prometió, no temía por Pino, sino lo contrario estaba contento, pues iba a tener a mi lado en breve, a las tres personas que yo más quería.
Entre en el baño, y observe que Pino estaba tumbada en la bañera, sobre saliendo del agua la mitad de la cabeza, lo suficiente para respirar. Tenía los ojos cerrados, se le notaba que estaba disfrutando del baño, relajada en su mundo.
Me daba pena despertarla, pero no quería que mí madre se enfadara, me acerque a ella despacio, y bajando la cabeza puse mis labios en los suyos, suavemente para no alterarla. Me gustaba besadla, sintiendo sus cálidos labios.
Ella abrió sus ojos y sonrió, ¿te quieres bañar conmigo cielo?, me dijo con cara de ángel.
Me quite el pantalón de pijama, entrando en la bañera, a la vez que ella abrió sus piernas y me indico que me tumbara en medio de ellas, dándole la espalda y apoyada en su pecho.
Uiii... dios, mi pequeñín se esta haciendo un hombre, ¿quien ha hecho que soltaras tu lechita? pues tienes embarrado la parte baja de tu cuerpo, y se muy bien lo que es eso.
Me dio vergüenza y me puse colorado. Fue mami, le dije.
Ella enseguida tiro de mí levantándome, a la vez que se levanto corriendo, asustada, mirando a la puerta, ¿donde esta? me pregunto rápidamente, con su cara blanca como la leche, del pánico que tenía y los temblores que dejaba ver.
Tranquila Pino, le dije pasándole las manos por su pecho, pues estábamos de frente uno a otro en la bañera. Ella me miró con cara interrogante, ¿que quieres decir? Quitándome las manos de sus pechos.
Hable con mi madre, de mutuo acuerdo Sabina y yo, le dije que estabas aquí, y que habíamos estado jugando los tres, pero hice prometer que no te haría nada, así que no te tienes que preocupar, pero si me dijo que te llamara y que salieras como estuvieras ya, que quería hablar con nosotros.
¿Y ahora me lo dices? exclamo preocupada.
Le dije que me iba a lavar de paso, así que ahora cuando termine, saldremos los dos, y le diré que tu me ayudaste a lavarme, al estar todo manchado de la cintura para abajo.
Ella sonrió, bajo la cabeza y me dio un hermoso beso, en ese momento sentí como si los ángeles estuvieran tocando las trompetas, Pino me parecía una reina, escultural, preciosa, con ella me quedaba tonto y lo que me dijera eran ordenes para mí.
Ven cielo, te voy a enjabonar bien y dejarte limpio y perfumado.
Se tumbo de nuevo en la bañera, arrastrándome a mi de paso con ella, cogió el champú y lo empezó a extender por todo mi cuerpo, desde la cabeza a los pies, pero sobre todo por mis genitales. Esto tiene que estar muy limpio, pues creo que va a pasar revista, dentro de poco. Dijo muy picaramente y con una sonrisa que me desarmo.
Mientras ella me enjabonaba, aproveche también para hacerle lo mismo a ella, sobre todo en sus hermosos pechos, los cuales se pusieron duros y los pezones muy salientes. Me gustaba acariciarlos, y observar como se ponían duros sus pezones.
Diosss.... cielo... me estas poniendo como una caldera a punto de explotar, con esas caricias tuyas en mis pechos. Cada vez lo haces mejor, seguro que con el tiempo las niñas te van a rifar, jajaaa... además de ser un amante excepcionar. Pero vayamos acabando ya, que sino veo a tu madre entrando en el baño y dándome un rasca polvo. Nos enjuagamos, secamos y con las toallas por encima nos fuimos hacia mi habitación.
Al entrar, vimos a mi madre tumbada en la cama y apoyada en la almohada, mi hermana tumbada también, pero apoyada en el pecho de mi madre. Tenían las manos cogidas, y susurraban bajito entre ellas hablando. Al vernos entrar se callaron y nos miraban riendo, yo pensé para mi, que estarán tramando estas dos.
Pino se paro un poco antes de llegar a la cama, esperando que le decía mi madre. Ella la miraba de arriba abajo, y se veía que pensaba algo.
Pino por favor, le dice mi madre, puedes bajar el colchón de la cama de Sabina y ponerlo en el suelo, ahí en medio, dijo señalando casi el centro de la habitación. Ella se acerco a la cama, quito toda la ropa, menos la sabana bajera que la dejo puesta, tiro del colchón hacía el suelo, y en ese movimiento se le callo la tolla del cuerpo, dejándola desnuda, ella se paro un poco colorada por el esfuerzo y la situación.
Tranquila Pino, no hay problema, entre nosotras no deberías de tener vergüenza, y ellos ya te han visto bien todo el cuerpo, según me han dicho.
Si señora, así es. Los tres nos hemos visto, no quedando nada por mostrar entre nosotros, pero me da reparo estar así delante de usted.
Te entiendo, pero no debes de sentirte incomoda, quiero que seas como una amiga para nosotros, tanto de mis dos diablillos aquí presente, como de mi, y te diré el porque de ello. Quisiera que sigas como hasta ahora, enseñándoles a comportarse, ser obedientes, estudiar, y esas clases particulares que hacéis últimamente, dijo sonriendo.
Pino se puso colorada, y bajo la cabeza.
Mi madre, se rió al ver la turbación de ella, como si fuera una niña pequeña, y ya tenía 22 años. Su cuerpo enseñaba juventud, su pecho era como el suyo, pero mas tieso y firme, pues no había amamantado todavía a ningún hijo, su abdomen se veía firme y liso, su pubis era un triangulo bien recortado, pequeño, su cara era bonita, redondita, con esos ojitos verdes, y unos labios grandes muy sensuales. Su pelo rubio, le caía una parte hacía adelante, cubriéndole parte de su pecho izquierdo y hombro, otra parte por detrás, hasta la mitad de la espalda, sus piernas eran largas, sus muslos eran hermosos y duros, al girar para llevar el colchón hacía el medio, dejo expuesta sus nalgas, se le veían grandes, respingonas y duras, eso si, su piel era muy blanca, se veía que no tomaba sol como nosotros, que nos veíamos bien bronceados de arriba abajo, tanto mi madre como nosotros dos.
Pino se agacho por la cintura, dejando el colchón bien colocado en el suelo, además de dejarnos ver bien su entrepierna. Se le veía unos labios grandes, hermosos, cerrados por la presión de sus piernas.
Los tres la estábamos mirando, sin quitarle ojo de encima.
Ella sabía que la contemplábamos, y giro la cabeza hacía nosotros sonriendo, comenzando a mover el colchón como si lo estirara, a la vez que movía sus nalgas, llamando más la atención sobre ellas.
Mira la Pino como se contonea, dice mi madre riendo.
Nosotros explotamos de risa también, y exclame: Pino, que las vas a marear. Refiriéndome a sus nalgas.
Todos rieron más fuerte, ante aquella ocurrencia mía.
Al final acabo de colocarla y giro hacía nosotros, riendo. Mira que sois malos, os estáis riendo de mi, poniendo luego cara de pucherito, como si fuera a llorar.
Para que fue aquello, las carcajadas nuestras eran apoteósicas, hasta nos salieron lagrimas de tanto reírnos.
Bueno ya esta bien, dice mama. Levantémonos de la cama, para colocar este colchón al lado del otro.
Mí madre y Sabina, que eran las que estaban tumbadas en el colchón, se levantaron y tiraron de la ropa, para dejarlo cubierto solo con la sabana bajera, se pusieron a un lado de la cama las dos juntas, mientras Pino se acercaba moviendo sus caderas y poniendo una cara de picara, que me hacía reír, pues ella lo hacía sobre todo mirándome a mí, sacaba un poco la lengua y con los labios se la mordía, se le veía lujuria en su mirada. Al llegar al colchón, lo hizo por la banda donde yo estaba, agachándose con descaro más de la cuenta, y dándome un espectáculo para mí solo, de todo su trasero y su rajita.
Mi madre se rió, y con voz muy sensual me dijo mirándome a los ojos. Mi hombretón no quiere ayudar a una dama en apuros. Luego miró a Pino, que sonreía. Yo estaba alucinando, viéndola por detrás, el movimiento de sus nalgas y caderas, a la vez del espectáculo de su rajita.
Ehhh... soltó mi hermana, cierra la boca que se te cae la baba, explotando ella en una risa cantarina.
Todos reímos con la frase. Venga ayúdale a llevar el colchón, dijo mi madre.
Corriendo me fui al otro lado y tire del colchón mirándola, iba de su cara a los pechos, estos estaban ante mis ojos, moviéndose al compás de sus pasos cuando íbamos llevándolo, hacía el medio de la habitación.
Ella me sonrió picándome el ojo, y con sus labios hizo como si me daba un beso. Me sentía muy atraído hacía ella, quería abrazarla, besadla, y todo lo que ella quisiera o me enseñara. Me sentía en ese momento como decía los adultos, enamorado, con un fuego en mi interior. Nos seguían madre e hija, las dos iban riendo al ver mi atolondramiento.
Unimos los dos colchones, formando un cuadrado con ellos.
Ahora nos tumbaremos todos en ellos, pues cabemos bien, pero antes quisiera decir una cosa, para dejar claro mis intenciones, ¿entendéis? dijo mi madre.
¡Sí! Dijimos todos a la vez.
En un lado se había quedado mi madre y Pino, y en el otro mi hermana y yo.
Pino era la que estaba desnuda completamente.
Mi madre con un camisón pequeño, que le llegaba a medio muslo, de color beige claro y semitransparente, se le podía ver el pecho y la oscuridad de su aureola y su pezón, a través de la tela. Tenía cuatro botones blanco, los cuales en aquel momento los tenía abierto, dejando ver parte de sus pechos y su canalillo, pero cuando se agachaba se veían completamente e incluso alguno se le salía por la abertura, que luego ella al levantarse lo metía dentro otra vez, rodando el camisón y haciéndolo desaparecer por su escote. En la parte baja, llevaba una pequeña braguita blanca de encaje, que dejaba poco a la imaginación, pues era casi completamente transparente, enseñaba sus pelos rubios formando un pequeño triángulo, y unos hermosos labios con su hendidura en medio.
Mi hermana tenía el pantaloncito de pijama solamente, se sentía a gusto por el calor, y como sus pechos eran muy pequeños, no tenía problemas, pues sus pequeños pezones eran casi más grande que sus pechos, lo que no se había dado cuenta es que, los había manchado un poco con su humedad, al haber tenido el orgasmo y poniéndoselos rápidos sin lavarse, para ir a espiar a Mercedes y a mí madre.
Yo con una toalla enrollada a la cintura, que cada vez la tenía mas floja.
Voy a poner unas normas, que os digo ahora mismo:
Primero: De aquí no tiene que salir nada de lo que ocurra, pues si me entero de ustedes dos, señalando a mi hermana y a mi, los penare y no os daré más la confianza y el amor que estoy depositando en ustedes. A ti Pino, sabes bien lo que te pasaría, a parte de mi bronca.
Segundo: Quiero total confianza entre nosotros, que no tengamos ninguna duda, ni malos entendido y cualquier problema, aclararlo lo más pronto posible.
Tercero: La finalidad principal de esto, es enseñarles a ustedes dos, volviendo a señalarnos, todo lo referente al mundo de la sexualidad. También que en todas las clases especiales que Pino os de, quiero estar presente para dar el visto bueno y la correcta orientación, y si es necesario intervenir en ello, lo haré, para el buen funcionamiento de todo. Ustedes no podrán rechistar, ni decir nada en contra, puesto que cualquier cosa que surja y que dañe a algunos de los presente, yo podre dar por terminado todo.
¿Esta claro las tres normas que quiero que cumplan bien?
Si, contestamos los tres, y afirmándolo con la cabeza.
Bueno ahora quiero que estemos todos desnudos, en tu caso Pino, creo que no te queda nada por quitar, sino solamente que seas mas abierta y decidida, sin vergüenza, ni temor.
Así lo haré, contesto ella.
Mi madre bajo sus manos y cogió la parte baja del camisón, y se la fue subiendo poco a poco, mirándome a los ojos y sonriendo. Yo no le quitaba ojos de encima, mientras lo hacía, me gustaba mucho y me excitaba lo que veía. Ellas dos la miraban también, con atención. La lujuria que estaba poniendo mi madre al desvestirse, era grande. Primero se le vio su pequeña braguita, después el abdomen, que era bastante plano, para la cantidad de hijos que había tenido, pero el gimnasio, los ejercicios, y los masajes que le daban, la tenían en forma. Después pudimos ver su ombligo y sus pechos, estos eran del mismo tamaño que los de Pino, pero un poco mas caído, una aureola mas oscura y mayor, coronados por unos grandes pezones, el doble que los de Pino, se notaba que muchos mamaron de ellos y dieron buena cantidad de leche. Ella los mostraba muy orgullosa, levantando el tórax, para que se lo viéramos bien, a parte de tenerlos bien bronceados. Al final sacó el camisón por su cabeza, moviendo su larga y linda cabellera rubia, mientras con sus ojos verdes me miraba directamente a mi. Tiro el camisón a su derecha al lado de ella, llevándose los dedos otra vez a las caderas, y agarrando con sus dedos pulgares los laterales de su braguita, tirando hacía los lados comenzó a bajarla poco a poco, dejando ver su pubis, luego su labios y rajita, mientras bajaba por sus largos muslos, y al llegar a las rodillas la soltó, para que ella por si sola cayera en sus pies. Levanto un pie y luego otro, la desplazo con la pierna derecha hacía su camisón. Mi madre nos miró a cada uno sonriendo, y al final volvió a poner su mirada en mi, ¿te ha gustado cariño? me dijo.
Sí mami, estas preciosa.
Bueno, sigue tu ahora, y dejanos verte que las tres lo deseamos.
Lo mio fue rápido al tener la toalla solamente, la desprendí de arriba y callo al suelo, dejándome completamente desnudo.
Mi hermana se rió, diciéndome: Hermanito, tu palito se ha puesto alegre al ver a mama. Inmediatamente ellas rieron las tres, y yo me puse colorado, agachando la cabeza.
No te avergüences cielo, es natural eso, y siéntate orgullosa de ella, que ya se puede levantar, y para nosotras por poderla mirar.
Le dí las gracias a mi madre por ello, e inflame el pecho, para que vieran que ya era un hombre.
Bueno Sabina, te toca. Le dije yo riendo.
Ella me miró, sonrió moviendo su cabellera como había hecho mi madre, imitándola. Su pelo lo tenía igual a mi madre y a mi, lo único, que el de nuestra madre era más largo. Después con su mirada fija en mi, se llevo las manos a su pantalón de pijama, y despacio lo fue bajando con movimientos, copia de mi madre cuando se quitaba la braguita.
Mi madre sonreía bastante, pues veía en ella su imagen cuando pequeña, además de que quería imitarla en todo.
Al bajarse su pantaloncito, pude ver su pelusilla en el pubis, y debajo su rajita, la cual se le notaba brillante por la mucosa que tenía a su alrededor. Desafiante se puso las manos en las caderas, y me dice en tono susurrante, ¿te gusta lo que vez?, se sentía orgullosa de si, y eso me gustaba. Mientras la miraba con lujuria, y los labios apretados, como mordiéndome.
Sabes que si hermanita, me gustas y siento pasión por ti.
La cara que puso, cuando le dije aquello, entre amorosa, de pasión, lujuria y todo a la vez. Me daba con su mirada y su cuerpo, un acto que me puso la piel de gallina, y una gran alegría.
Bueno ahora arrodillémonos y sentémonos en nuestros talones, de cara mirando al centro, que podamos vernos sin tapujos uno a otro, aunque ya nos hemos visto muchas veces nosotros, Pino no, por ello debemos de hacerle el honor de mostrarnos a ella con orgullo y pasión.
Pero mami, si Pino nos tiene más que visto, le dije. Si de acuerdo, pero a mi no, y los cuatro juntos tampoco, exclamo. Nos estuvimos mirando un rato cada uno, pero sobre todo me miraban ellas a mí. Yo me sentía más cohibido por ello, pues eran tres contra uno, y se lo dije a mi madre.
Ella rió, diciendo: Muchos quisieran estar en tu pellejo en estos momentos, así que siéntate orgulloso de ello y no lo contrario. Pino por favor, continua con las enseñanza de ellos.
Pino: Quedamos que ahora le tocaba a Sabina, aprender los besos corporales, y a Cessaer, conocerlos y disfrutar de ellos, por ello a ti (señalándome) te toca ponerte en el centro, y Sabina a tu lado, comenzando desde la cabeza a los pies, como le indique a tu hermano, que te hiciera a ti. ¿de acuerdo?
Sí, dijimos a la vez los dos, haciendo cada uno lo que nos había dicho.
Me tumbe en medio y ella se puso al lado de mi cabeza, comenzando a pasarme una mano por mi pelo y la otra por mi pecho, como había hecho anteriormente, pero sin que nuestra madre lo supiera. Me empezó a besar en los labios y metiendo la lengua en la boca, estábamos poniendo toda nuestra pasión, pues queríamos que nuestra madre, se sintiera orgullosa de nosotros.
Ella nos miraba con atención, a igual que Pino, y de vez en cuando se miraban entre ellas y asentían con la cabeza.
Después de un rato estando besándonos, con bastante lujuria y placer, yo con los ojos cerrados como me había enseñado Pino, para sentir más. Mi hermana continuo bajando por mi cuerpo, besándome y chupándome las tetillas, las cuales me dio frió y se me pusieron de punta. Notaba en mi cuerpo más calor, y con ganas de estrujarla, me estaba volviendo loco con su lengua y sus besos. Ella notaba mi agitación y le gustaba, por ello ponía más empeño en hacerme disfrutar más. Bajo a mí ombligo y se acordó de lo que me dijo Pino, y metió la lengua en el, a la vez que me besaba en mi agujerito.
Me dio un frió mayor, note la piel de gallina, y que mi pene había subido más.
Con las manos seguía acariciando los alrededores de lo que besaba, mientras la derecha iba bajando más hacía mi pubis. Notaba mis respiración más agitada, mi cuerpo mas tenso, mi abdomen quería entrar más hacía abajo, como si se quisiera encoger.
Pino, bésale en la boca, le dice mi madre, así no dirá ninguna palabra mas alta de la cuenta, ni grito, para no despertar al resto de la familia.
Pino obediente, y con ganas se puso a hacerlo, pues estaba acalorada viendo la escena que tenía delante de sus ojos. Puso sus labios en los míos, comenzando a besadlos con pasión y lujuria. Metió su lengua en mi boca, mientras yo abría esta, pasando a jugar conmigo en un flujo de salivas y lengua, con una pasión que no había vivido anteriormente, se notaba que tenía más experiencia que Sabina.
Mi hermana, llego a mí pubis, el cual todavía era una pelusilla de pelos rubios, y jugaba con ellos, haciéndome disfrutar más, quería competir con Pino, para ver quien me hacía sentir más de las dos, entre ella con sus besos corporales y Pino con su beso especial.
Lo estas haciendo muy bien cielo, le dice mi madre. Vais a formar una buena unión entre los dos, por la compenetración que alcanzáis.
Pino seguía dándome una comida de boca fabulosa, casi no me dejaba respirar, mientras Sabina me comenzó a acariciar mi miembro, empezando por su cabeza hacia mis testículos,
Ufff... trataba de decir, pues Pino no me dejaba, Sentía una tensión en todos mis músculos, el pene me dolía de lo hinchado que lo tenía, pero cuando ella puso sus labios en el, dándole besitos y pasando la lengua por su cabeza, eso fue el no va más, la descarga eléctrica que me invadió fue terrible, mi pelvis se levanto una cuarta del colchón, entrándole por la boca un buen trozo de mi pene. La pobre Sabina, hizo una arcada, pues no lo esperaba y casi se ahoga.
Mi madre inmediatamente puso una mano en mi cintura, apretándome contra el colchón, mientras a mi hermana le salían unas lagrimas, y respiraba agitadamente, volvió a ponerse a chupar mi pene con más ahincó.
Cielo, piensa que es un polo de turrón, que tanto te gusta a ti, pásale la lengua y chúpalo pensando en ello, además del placer que le estas dando, a tu querido hermano, le dijo nuestra madre. El placer que estaba sintiendo, con las caricias, los besos y las chupadas que me estaba dando mi hermana, y pensando que era su primera mamada, me estaba volviendo loco. Trataba de metérsela más en la boca, del delirio que estaba sintiendo, comencé a tener convulsiones, y un calor impresionante en todo mi cuerpo.
Mi madre viendo lo que venía, le dice a mi hermana: Ahora va a descargar su semen, y sera un gran placer para el, más siendo su primera vez, ten cuidado no te ahogues, y si sientes nauseas te quitas, y yo termino con el.
Ella con la cabeza le indico que no, y siguió chupando con más fuerza, deseando que me fuera y con gran placer dentro de ella, a igual que ella lo había hecho anteriormente, y pensando en lo que sintió y la felicidad que le dí, puso su máximo empeño el darme el mejor placer posible, y así recordara que fue ella la primera que me dio una mamada completa.
Sentía cada vez más placer y note como me descargaba en la boca de mi hermana, pensé que me orinaba de gusto al igual que me paso con mí madre. Pero en este caso el placer fue mayor, al sentir las chupadas, los besos y las caricias de mi hermana, y Pino en mi boca.
Mi hermana chupaba rápido, para no ahogarse con los jugos que me sacaba. Estaba sofocada, pues con las prisas de chupar no respiraba bien y los movimientos con mi pelvis hacía su boca, pues eran fuertes mis empujones. Menos mal que mi madre me tenía sujeto, sino la hubiera ahogado. Le agarre su cabeza y trataba de llevarla más hacía mi pene, apretándola hacía abajo, a la vez que levantaba el cuerpo en arco, descargando los últimos chorros.
Mi madre viendo los problemas que tenía ella, por su inexperiencia, agarro más fuerte mi cuerpo, para que no subiera tanto y la asfixiara, viendo las convulsiones tan grandes que tenía, y tuvo que poner una mano en mi pene en su base, para que no le bajara tanto la cabeza, y la ahogara con mi fuerza por el placer que sentía.
Ufff... mi cielo, sino te agarro, a tu pobre hermana le sacas el pene por la nuca, que pasada de tensión y convulsiones, se ve que tu hermana ha sabido llevarte al cielo, junto con el beso que te da Pino, o mejor dicho, que te come, pues te estaba dando una comida de boca barbara.
Las tres reímos a carcajada limpia, y miramos a mi hermana que casi se ahoga, empezando a toser, pues todavía le quedaba en la boca y la risa, hizo que se atragantara.
Mi madre le dio unos golpecitos en la espalda, mientras le caía unas lagrimas por su rostro, yo levante mi mano derecha y se las limpie con mis dedos, dándole una caricia.
Gracias amor, me dice ella muy cariñosa. Tomando mi mano entre las suyas y llevándosela a sus labios, para darle un beso con mucha pasión.
Estaba muy contento, había tenido mi segundo orgasmo de mi vida y este último, con mucha intensidad. Me sentía en la gloria, tenía a mi lado, las tres mujeres que más quería.
Estoy orgullosa de los dos, sois unos cielos a los cuales adoro con mucho cariño. Habéis aprendido a besar de varias formas, a recibir y dar placer a la vez, solo os falta el acto de la cópula, pero os quiero pedir algo importante, pues todavía sois pequeño para ello, me gustaría y quisiera a la vez, que no lo hagáis hasta tener como mínimo unos años más, y tener vuestro cuerpo preparado para ello, sobre todo tu Sabina como mujer, hasta que no te llegue la primera regla, no deberías, puesto que tu cuerpo es muy joven todavía, y te pudieran hacer daño. ¿comprendido?
Sí mama, contestamos los dos.
Si podéis seguir con las caricias, besos, mamadas, ... entre los dos, sobre todo tu Sabina, debes de procurar esperar hasta ese momento, pues Cessaer es diferente.
Jooo... maaaa... no me parece bien, que el se pueda divertir y gozar completamente y yo no, y no creo que mi hermano me quiera hacer daño nunca, a igual que yo a el.
Pero cielo, es por tu bien, ten en cuenta que ahora mismo tu vulva no esta preparada para recibir un pene, es pequeña todavía y seguro que te podría hacer daño aunque la otra persona no quiera, ya sea tu hermano o cualquier otra.
Bueno es hora de irnos a la cama todos, y mañana es otro día, y no olvidéis las normas que os he puesto, nos dijo mi madre.
Todos estuvimos de acuerdo, y después de ducharnos nuevamente mi hermana y yo, aunque en intervalos nos dábamos besos con mucha pasión.
A Sabina la notaba un poco triste.
Oye ¿estas triste por lo que dijo mama?
Si, no puedo remediarlo, yo quería perder la virginidad contigo, lo deseo mucho, pero creo que mama tiene razón, y me entristece que tu puedas perderla antes y no los dos juntos.
Comenzó a sollozar con pena, yo la abrace y la atraje hacía mi, dándole un beso y acariciándole su cabeza.
Cessaer, ¿me quieres prometer una cosa?
Dime que es, y te diré, si la puedo cumplir. Aunque yo me imaginaba lo que me quería pedir, pues parece que nos leemos el pensamiento mutuamente, pero quería que ella lo dijera.
Quisiera por favor, y te lo pido de todo corazón, con todo el cariño que te tengo, que me esperes, y no pierdas tu virginidad, para perderla los dos juntos, ¿podrías prometerme eso?
Yo le di un beso en sus labios, unimos nuestras lenguas, mientras nos abrazábamos muy fuerte, con pasión y amor, acariciando nuestros cuerpos.
Sabina, tu sabes que eres la persona que más quiero en este mundo, sabes también que estamos muy unidos los dos, y nos gusta hacer todo junto. Por mi parte sería de egoísta el no esperarte, para hacer el ultimo acto junto. Podremos seguir como ahora, jugando con nuestras caricias, nuestros besos, chupándonos mutuamente nuestros órganos, tu a mi el platanito y yo a ti tu almejita.
Ella se rió por lo que dije, ahora vamos de frutas y marisco, dijo riendo.
Los dos nos besábamos muy alegres, y me dijo muy ilusionada: Gracias hermanito, tan pronto tenga la regla, te lo diré y así podremos unirnos plenamente.
Salimos de la bañera después de habernos lavado bien por todo sitio, reído por las bromas cuanto nos enjabonábamos nuestras partes, y las caricias que nos dimos. Secamos nuestros cuerpos uno a otro, y desnudos nos fuimos a la cama. Pino ya había recogido los colchones del suelo y hecho las camas, cuando nos vio tan contentos, nos pregunto que de que nos reíamos, y le dijimos lo que habíamos pensado hacer con nuestra virginidad.
A ella le pareció muy bien, y que nos ayudaría a cumplirla. Nos dio un beso a cada uno y se fue a dormir a su casa, en la vivienda que estaba cerca de la entrada de la finca.
Nos metimos en la cama, cada uno en la suya, pero al rato vino Sabina a la mía, diciendo que quería estar esta noche conmigo, pues era especial para ella y abrazados nos quedamos dormidos.
Espero que les guste este capítulo, daros las gracias por haberme mandado comentarios y correos, pues me da más animo, a seguir con ello, pues se que lo estáis disfrutando a igual que yo lo hice en su momento. Gracias.