Mi familia numerosa 5

Después del primer orgasmo de Sabina, que le había producido con mis caricias, los besos y mi lengua, bajo la dirección de Pino que nos iba guiando, y explicando lo que teníamos que hacer. Sigo narrando lo sucedido.

Gracias por los comentarios y que os guste la serie. En este capítulo, veremos mi primera fiesta sexual, le podríamos llamar, que me hizo cambiar muchas cosas de la vida, sobre todo para bien de nosotros, Sabina y yo.

Mi familia numerosa 5

Después del primer orgasmo de Sabina, que le había producido con mis caricias, los besos y mi lengua, bajo la dirección de Pino que nos iba guiando, y explicando lo que teníamos que hacer. Sigo narrando lo sucedido.

Esperamos que Sabina se recuperara, de la nueva experiencia que había tenido. Ella me miraba, con un brillo especial en sus ojos, que no había conocido hasta ahora. Se pasaba la lengua por los labios, para hidratarlos, pues se le habían secados.

  • Quisiera agua por favor, nos dijo con cara de suplica.
  • Sí pequeña, enseguida te la traigo. Le dijo Pino, yendo en dirección al baño, para traerle su baso con agua.

Mientras, yo le pasaba mí mano por su cabeza, dándole unas caricias, que en ese momento me reclamaba mirándome. Teníamos tan fuerte compenetración, que con solo mirarnos y ver nuestras caras, sabíamos lo que quería el otro.

Ella sonrió, me dio las gracias y me dijo: Te quiero mucho.

En su cara se veía, una bonita sonrisa y una gran felicidad. Me gustaba mucho lo que observaba, la veía feliz, eso me llenaba de orgullo y alegría.

Llego Pino con el baso de agua, poniéndoselo en la boca para que bebiera. Lo cogió de su mano, y comenzó a beber lentamente, mojándose los labios según iba tragando. Los dos la mirábamos con atención, ella al levantar la cabeza, se dio cuenta de ello, sonriendo nos dice: Ya estoy bien, ¿podemos continuar, con el aprendizaje?

Nosotros reímos, y le doy la mano para que se levante.

De pie ya los tres, me dice Pino: Ahora te toca a ti, tumbate para que ella aprenda el beso corporal y, tu conozcas sus placeres.

Me tumbe en la cama boca arriba mirando a ellas, esperando que Pino le dijera a Sabina, lo que tenía que hacer o que ella actuara.

Pino: Sabina, ¿sabes ya lo que tienes que hacer, o te tengo que explicar?

Sabina: No hace falta que me expliques nada, creo saber bien lo que tengo que hacer, lo mismo que mi hermano, empezar a acariciarlo desde la cabeza a los pies, irle besando y pasándole la lengua por todo el cuerpo.

Sí, correcto dijo Pino.

Sabina se acerco más a mí, poniendo su mano derecha en mi pelo, y pasándole suavemente los dedos por el. Bajo su labios hacía los mio, dándome un beso, y mojándome los labios, todavía húmedos del agua. Su mano izquierda se deslizaba por mi cuello, acariciándolo con lentitud, poniendo una gran pasión en ello. Sus labios se abrieron, dejando salir su lengua, que se puso sobre los míos, tocándolos como llamando a la puerta, para que los abriera. La derecha seguía con mi pelo jugando, sabía que me gustaba mucho, a igual que a ella.

Abrí la boca despacio, para sentir su lengua, como entraba en mí, me dejaba llevar, me gustaba sentirla, como jugaba su lengua con la mía, como nuestras salivas se unían en un baño común, de las dos lenguas en mí boca.

Notaba la pasión que ella ponía transmitiéndome aquel beso, en agradecimiento por lo que yo le había hecho disfrutar anteriormente. Sentía su lengua entrar y salir, jugando, moviéndose por mi boca.

Le puse la mano en su cuello, para a traerla más hacía mí, entonces sentí otra mano que me la quitaba y a Pino decir: Tu debes de estar quieto, cerrar los ojos, y dejarte llevar por sus caricias y besos, es ella la que manda ahora.

Cerré los ojos, y una sensación nueva me fue inundando, pues sentía con más intensidad sus caricias, sus besos, su pasión, … me dejaba llevar por esos sentidos, notando cada vez más el calor que sentía, la pasión que me iba invadiendo.

Sabina, comenzó a besarme y pasarme la lengua por el cuello, me gustaba lo que me hacía. Su mano izquierda me acariciaba mi pecho, y me masajeaba el tórax, mientras su lengua seguía jugando en mi boca. Notaba nuestro calor, y la pasión que poníamos en ello. Pino nos miraba atenta, sonreía al ver nuestros fuegos, nuestra pasión desenfrenada, se mordía los labios, pues ella también sentía ese calor que despedíamos.

En ese momento oímos un ruido fuera en el pasillo, de unos zapatos que se alejaban de nuestra puerta, nos quedamos quietos un momento los tres, como paralizados, ni respirábamos para no ser oídos.

¿Quien sera? dijo Pino, acercándose a la puerta y poniendo la oreja en ella, para saber si ciertamente se alejaba. Como parecía que no estaba cerca, abrió la puerta un poco, sacando la cabeza para mirar. Es Mercedes, que va a hablar con tu madre, dijo.

Yo me levante de la cama y fui hacía ella, mi hermana iba detrás. Estábamos desnudos los tres, así no podíamos salir fuera en esos momentos, pues deberíamos de estar ya acostados. Corriendo me fui a la silla, donde había tirado mi pijama y me lo puse corriendo, el pantalón.

Mi hermana al verme, salio como una flecha ella también, y se puso el suyo.

Pino giro la cabeza al oírnos corriendo, para saber que hacíamos. ¿Que hacéis ahora vistiéndose? Nos dice en voz baja.

Yo me acerco a su oído y le digo: Escuchar que van a decir.

Ella abre los ojos como plato, ¿estáis locos, os pueden pillar?

¿No sientes curiosidad por escucharlas? le digo.

Sabina, se pone detrás de mí; Venga vamos nos dice, empujándome hacía fuera.

Yo empujo a la vez a Pino pues esta delante de mí, diciendo ella rápidamente: Pero estáis locos, que estoy desnuda, dejarme ponerme algo.

Entro corriendo hacía la silla, para ponerse su ropa. Se puso solamente el traje corto de color blanco, que le llegaba por encima de las rodillas unos cuatro dedos, sin nada debajo, para no perder tiempo, ya cogería luego la ropa interior, dejándola en la silla. Las dos piezas, eran muy bonitas, blancas de encaje.

Nosotros ya habíamos salido en dirección al dormitorio de mi madre, cuidando de no hacer ruidos, aunque íbamos descalzos.

En eso oímos a Pino, que venía sofocada de la carrera detrás de nosotros, para alcanzarnos. Cuidado con lo que hacéis por favor, que luego yo me llevo la bronca de ellas.

Asentimos los dos con la cabeza, para no hablar, pues ya estábamos pegados a la puerta, tratando de oír algo.

Ellas estaban a cada lado mio, con sus cabezas pegadas a la puerta. Yo les puse una mano por detrás a cada una en la cintura, ellas me miraron y sonrieron las dos. Sabina tenía a igual que yo, solo el pantalón corto de pijama, y la agarraba por las caderas desnudas. Me gustaba tenerlas así a mí lado, pegados sus cuerpos con el mio, sintiendo el calor de las dos.

Comenzamos a oír las voces de ellas dos.

Mamá: ¿Como fue las clases de hoy?

Mercedes: Con Guzmania, fue todo correcto como siempre, lo dedicamos a las clases nada más, puesto que ella no se entero de nada. Por parte de Aralia, se encontraba un poco nerviosa por lo ocurrido, que sus hermanos y Pino, la vieran haciendo el amor por primera vez conmigo. Le dio mucha vergüenza, pero como ellos se portaron muy bien con ella, enseguida se le paso, además yo le dije que no se preocupara, que usted entendía lo ocurrido y que no había problema, que no la iba a castigar ni nada parecido, pues era muy comprensiva y entendía lo que le ocurría.

Mí madre asintió con la cabeza.

Mercedes: Por parte de los mellizos, (en ese momento mi hermana me apretó la mano, como hacía casi siempre que se encontraba nerviosa) Les comencé a dar clases sexuales, y me hicieron algunas preguntas, pero fue tranquilo, y no hubo ningún problema tampoco.

Mamá: Bueno, me alegro que no fuera la cosa tan mal, pensé que iban a comportarse peor, por lo que vieron. De todas formas dime ahora que es lo que pasa con Aralia, y ¿porque eso tan especial de ella?

Mercedes: Desde hace un tiempo, he notado en ella, un comportamiento extraño, le he ido sacando el tema, pues tanto en el colegio como aquí, a veces se encontraba incomoda. Tubo problemas con un niño en el colegio, pues quiso pasarse con ella, se dejo llevar al principio, pero no le gustaba, entonces le dijo que la dejara quieta, que sino se lo decía a su tío, el otro corriendo la dejo y le llamo estrecha. Cuando ese día tuvimos clase, me llamo la atención varias preguntas que me hizo, entre ellas dos. Si era posible que a una mujer no le gustara los chicos, a mí me sorprendió un poco la pregunta, pero tenía que averiguar más sobre ello. Estuvimos hablando un buen rato, al final me confeso, que creía que los chicos no le atraían, que eran las chicas por las que se sentía atraída. Le pregunte que como lo sabía, o como había llegado a esa conclusión. Me dijo que había tenido problemas con varios chicos, cuando intentaban besadla, o acariciarla, se sentía extraña, con rechazo, y que cuando veía a las chicas en las duchas por ejemplo, se notaba que se alegraba, les gustaba y sentía afecto por ellas, quería verlas y acariciarlas, pero temía ser rechazada. La otra pregunta fue, ¿que si a una chica le podía gustar otra y si era normal eso? Por ello, decidimos hacer una prueba, para salir de dudas por su parte. Fuimos a su habitación, estuvimos haciendo varios actos amorosos, como besarnos, acariciarnos, … hasta masturbarnos juntas, cuando fuimos interrumpidas por los chicos y Pino. Por eso quería que supiera, que Aralia es lesbiana, lo supe enseguida, cuando comenzamos a compartir sus primeras experiencias amorosas, el resto ya lo sabe, pues usted llego a verlo también.

Hubo un rato de silencio, nosotros no sabíamos si habían acabado ya, y nos pillaban escuchando tras la puerta. Estábamos nerviosos, y nos mirábamos unos a otros, pero Pino me dijo en el oído: Espera, debe de estar pensando lo que le ha dicho. Yo asentí con la cabeza, y se lo dije a mi hermana en su oído. Paso unos minutos muy tensos, y no oíamos nada. Tenía a Pino cogida por la cintura, y a mi hermana de la mano, las cuales estaban sudando de los nervios. Mi hermana me dijo al oído: Me gusto que me hablaras susurrando, se me puso la piel de gallina y me dio un escalofrió. Su cabeza la apoyo en mí hombro, pero siguió con la oreja pegada a la puerta. Me gustaba lo que me estaba sucediendo con mi hermana, me sentía más unido a ella.

Mama: Gracias Mercedes por esa información, no sabía que mi hija tuviera ese problema, por esa causa. Te autorizo a que le sigas enseñando, lo que pueden sentir y llegar dos mujeres, pero por favor, ten cuidado con los otros niños, no vuelva a ocurrir lo mismo de esta tarde.

Mercedes: Lo siento señora, no me di cuenta que habíamos dejado la puerta sin cerrojo, y tampoco pensamos que nos fueran a oír ellos, pensé que no llegaría a suceder, pues Pino es consiente, de que debe de tener cuidado, orientarlos y enseñarles las cosas, si hacen alguna acción indebida. Como así fue, al no tocar en la puerta antes de entrar, y Pino lo tenía que haber impedido, pero según dijo ella no tuvo tiempo, cuando llego ya habían abierto la puerta, pero lo que no comprendo, es como no se los llevo cerrando la puerta otra vez.

Mama: Sabes que fue por la sorpresa de ella y los niños, no esperaban veros de esa forma, aunque lo pensó y nos dijo que trato de impedirlo. Pero bueno, lo hecho ya no se puede volver atrás. Ahora lo que tenemos que hacer, es tratar de enseñarles a los niños, lo que es la sexualidad, y las responsabilidades de ello. Que no les afecte psicologicamente, y que no tengan ningún problema el día de mañana. Como se tienen que cuidar, sobre todo las chicas para no quedar embarazadas. Así que es nuestra obligación despejarles todas la dudas que tengan, y hacer que se sientan bien y en familia. Ten en cuenta, que son mi ojito derecho esos dos loquillos, y que los quiero con mucha locura. Son a los únicos, que les tengo una persona solo para ellos, que es Pino. Por eso lo debes de comprender más, hasta que punto son mis niños.

Mercedes: Entiendo, y tiene razón, procuraremos hacer lo mejor para ellos. Además todos sabemos lo que siente por esa pareja, se que son muy especiales para usted.

Mama: Gracias Mercedes, ahora ya te puedes ir, y me dices siempre, cualquier problema que tengas con ellos.

Al oír aquello, sabíamos que se acabo la charla, y Mercedes iba a salir ya, corriendo nos dimos media vuelta en dirección a la habitación, para ver quien llegaba antes y no nos sorprendiera Mercedes. Nos reíamos por lo que acabábamos de descubrir, y que nos llenaba de orgullo.

Entramos disparados en la habitación, yo llegue primero seguido de Sabina y luego Pino, que estaba muy sofocada, pues no estaba acostumbrada a esas carreras.

Bueno ya os habéis salido con vuestras intenciones, de saber de que iban a hablar, pero cuidado no tenéis que decir nada de eso, ni escapárseles una palabra, puesto que si vuestra madre se entera de ello, seguro que me despide y no podre estar más con ustedes. ¿entienden? dijo Pino. Nosotros afirmativamente le dijimos que si, no queríamos primero quedarnos sin nuestra profesora sexual, ni nuestra hermana, podríamos decir, pues la teníamos como una hermana mayor, a la cual le contábamos siempre, todo lo que nos sucedía y le pedíamos consejo.

Gracia mis niños, nos dice con cariño, dándonos un beso a cada uno. Ahora tenemos que esperar un rato, a que pase Mercedes, no sea que vaya a venir a vernos, y nos encuentre levantados y charlando. Así que a la cama cada uno, y háganse los dormidos si entra, yo me esconderé en el baño y dentro de un rato vendré, para seguir con las enseñanzas.

Nos metimos en las camas y Pino en el baño, aprovechando para bañarse y quitarse un poco, el calor que tenía encima.

A los pocos minutos, se abrió la puerta, no sabíamos quien era, habíamos cerrado los ojos rápidamente, para que pensara como dijo Pino que estaríamos durmiendo.

Estaba boca arriba quieto aguantando la respiración, por la intriga de quién había entrado. Oí los pasos que se acercaban a mi cama, quería mirar abriendo un poco mis ojos, pero tenía miedo al ser descubierto. Seguí con ellos cerrados, mis sentidos me decía que la otra persona estaba a mí lado, en eso me llego un perfume conocido a rosas, y una sonrisa me salio sin querer, era mi madre quien había entrado. Ella me miraba, y sonrió también al ver mí expresión, sabía que me estaba haciendo el dormido, y quiso conocer mi reacción a lo que pretendía hacer.

Fue acercando su cuerpo a mí, yo notaba su calor corporal y su olor más profundo, me faltaba la respiración, entonces permití que mis pulmones respiraran.

Mí madre me puso una mano en el pecho, tiernamente me lo acaricio, Mí pequeño hombrecito, me dejara que le de un beso, o estará soñando con otro lugar, lejos de su hermana y madre, dijo cerca de mi oído.

La piel se me puso de gallina, me acorde de las palabras de mi hermana cuando me lo dijo, la comprendí en esos momentos, me dio un frió por todo el cuerpo y mi cuerpo tuvo unos pequeños movimientos con esa sensación.

Mí madre al darse cuenta, me dice: Quieres que tu madre te de calor mi cielo, que se te ha erizado toda la piel, dame una sonrisa de esas tuyas y me tumbare un ratito contigo, seguro que te daré ese calor que necesitas ahora.

Yo ante aquellas palabras, mi sonrisa salió por si sola, y dándome un giro me puse en un lado de la cama. Sentí el movimiento de mi madre, al sentarse en la cama, y hundirse el colchón un poco por esa banda. Estaba nervioso, pero quería que mi madre me abrazara y me trasmitiera su calor. Puso una mano por encima de mi cintura, y se tumbo a mi lado en la cama.

Mi hermana en esos momentos según me contó ella, con los ojos medio abierto, miraba la escena que transcurría ante ella. Le entro un poco de celos, al no estar ella en vez de mamá, acariciarme como estuvo haciendo hacía poco, cuando sentía mi respiración agitada y el placer que me estaba dando.

Sentí cuando mi madre se pego a mí, note sus pechos en mi espalda, me abrazaba con una mano y con la otra me acariciaba el pelo, metiendo los dedos en el, sabía que eso me gustaba mucho. ¿Sientes el calor de mi cuerpo cielito? ¿Verdad que ya no tienes frió? Subió su mano de la cintura a mi pecho, comenzando a acariciarlo despacio, muy suave, sentía cada vez más calor. Eres mi hombrecito, el beso que me distes después de la cena, me gusto mucho, hizo que entrara en calor. Ahora te quiero compensar, por ese momento de felicidad que me diste. Me dijo mi madre.

Su mano seguía acariciando mi cuerpo, iba bajando del pecho hacía el ombligo, despacio, con caricias suaves, gire y me coloque boca arriba, mi madre acerco sus labios a mi oreja y la fue besando, pasándole la lengua por ella, ufff... estaba sintiendo unas sensaciones extraña por todo mi cuerpo, ella comprendía lo que me pasaba, su mano ya la tenía en el abdomen, y sus cosquillas me hacían meter la barriga para adentro, me invadía mucho calor pero me gustaba.

Me besaba en el cachete, cada vez se acercaba mas a la boca, hasta que puso sus labios sobre los míos, yo sentí como una corriente me invadía entre sus besos y sus caricias. Puso su lengua en mis labios y me golpeo con ella, lo mismo que le hice yo. Abrí la boca, y ella metió su lengua, la sentí y saboree con su saliva, jugamos con ellas, con movimientos las enredamos, sintiendo la pasión con que me lo hacía.

Nuestras respiraciones eran mas agitada, comencé a acariciar su cara, sentía la suavidad de su piel, baje la mano y la puse en su pecho derecho, sentí como palpitaba y la suavidad de su camisón, este era de color beige, semitransparente, se le podía ver el pecho y la oscuridad de su aureola y su pezón saliente.

Era precioso, tenía ganas de besárselo, pero no sabía si se enfadaría conmigo. Ella sonrió, al sentir mi mano en su pecho, le gusto mis caricias. Abrió unos botones de su camisón, y con su mano agarro la mía, metiéndola por el escote, la puso encima de su pecho directamente, sentía su calor, la suavidad, la grandeza de su pecho y su pezón, que había crecido mucho.

Ella bajo su mano y la coloco encima de mi pubis, jugando con mis pequeños pelos, y bajando hacía mi pene. La punta de sus dedos me lo tocaron, suave, cariñosamente, hasta tenerlo por completo agarrado con su mano, fue bajando por el, acariciándolo, notaba como me invadía mas calor, una sensación nueva, palpitaciones.

Mi miembro empezó a crecer, cada vez más, notaba sus caricias con mas fuerza, iba entrando en mí una nueva pasión, mi respiración era más agitada, mi cuerpo se estremecía, notaba mi corazón más rápido, y como una descarga eléctrica invadía mi cuerpo, con convulsiones y aceleración de mi respiración. Mi pene nunca lo había tenido tan grande, lo sentía hinchado, fuerte, con gran agitación, un placer cada vez mayor.

¿Te gusta las caricias que te hace tu mami, cielo?

Siii... ufff mamiiii... siendo un gran placer.

Con unas convulsiones mayores, sentí como si me orinara, un placer infinito me invadió, me moje y pensé que me había orinado realmente.

Lo siento mami, creo que me he orinado, pero sentí un gusto y un placer tan grande, que no lo pude detener. Le dije con tristeza, y medio llorando.

No cielo, no te has orinado, es que has eyaculado por primera vez, y te has convertido en un hombrecito, es tu primer orgasmo y has hecho tu primera descarga, sacando el semen. Esa es la humedad de ese liquido, del cual nos hemos pringado los dos, tu el cuerpo y yo mi mano. Todavía es muy claro, dijo mirándose la mano, pero con el tiempo sera mas espeso, y cada vez que sientas ese orgasmo, te ocurrirá lo mismo, sacaras ese semen como especie de lechita, que te servirá para tener descendencia con la mujer que quieras. Quería explicarlo lo mejor posible, para que mi retoño conociera eso que había sentido.

Gracias mami, he tenido una sensación que me ha gustado muchísimo, un placer enorme, pero me gustaría tenerlo otra vez.

De nada mi cielo, es el regalo que te hago, para que sepas que te quiero mucho, y haría cualquier cosa por ti, además procuraremos enseñarte entre todos, y seguro que los tendrás muchas veces. Ah y esto que quede ahora entre nosotros, como un secreto, quiero que seas mi amor, mi hombrecito, pues tu hermana y tu sois mis amores, mis cielos, los que más os parecéis a mí. Por eso, ustedes dos sois muy especiales. Aunque tu hermana duerme ahora, quisiera que tengamos mas adelante una compenetración entre los tres, una relación más unida, especial como sois ustedes para mi.

Al oír aquello mi hermana se levanto, sentándose en la cama mirando para nosotros. Mamiii... estoy despierta, nos dijo.

Mi madre se sorprendió, no la esperaba despierta realmente, pero se alegro y le sonrió.

Ven con nosotros cielo, le dijo, haciéndole señas con la mano, para que se acercara.

Sabina salto de la cama como un resorte, contenta de que mami la llamara con nosotros, eramos los que más la queríamos a ella, y viceversa.

Mami, te tenemos que decir una cosa, pero no te enfades con nadie por favor, ¿lo prometes? Le dije bajando los ojos y la cabeza, como apenado.

Uiii... que me querrá decir mi niño con eso de que no me enfade, mmmmm... eso no me suena nada bien, pero bueno por pedírmelo de esa forma y con esa carita de pena, no me enfadare, ¡lo prometo!, pero espero que no sea nada malo, sino no podría confiar más en ustedes y pienso que ustedes no quieren eso ¿verdad?

Noooo... no queremos mami, dijimos los dos a la vez. Miré a mi hermana y ella con la cabeza me dio la confirmación, mientras se sentaba en la cama al lado mio, pasándome la mano suavemente por mi pecho, y mirando a mi madre, en espera de su reacción ante lo que le iba a decir yo, de parte de los dos.

Mami, no dormíamos, ya te has dado cuenta de ello, y Sabina se estaba enterando, de todo lo que hacíamos y decíamos. Ademas, anteriormente estábamos jugando a los besos corporales junto con Pino, que nos estaba enseñando. Ella está ahora en el baño, aprovechando el descanso que hemos hecho y el calor, para bañarse, pero recuerda que prometiste no enfadarte por fi.

Mí madre nos mira a los dos muy sería, dejando pasar un tiempo, que a nosotros nos pareció una eternidad. Estábamos muy nerviosos, sobre todo pensando en Pino, y lo que ella nos dijo, que mi madre la podía despedir, quedándose sin trabajo y sin vernos a nosotros sus niños, como ella decía.

Mama: Veo que os estáis haciendo mayores, con la ayuda de Pino. Aunque me gustaría siempre, que contaran conmigo en esto, para yo supervisar vuestra enseñanza. Ahora Cessaer, ve al baño y dile a Pino que venga, como este.

Me levante por donde estaba mi hermana, pues me era más fácil para salir, al estar ella sentada y mi madre tumbada. Iba con el pantalón de pijama manchado, aunque se había secado ya, pero me sentía pegajoso e incomodo.

Mami, ¿de paso me puedo lavar?

Si cielo, así estarás mejor, pues se te ve manchado el pijama y tu cuerpo, respondió.

Que raro se queda el semen cuando se seca, parece como almidón, dice Sabina.

Si cielo, se queda la ropa acartonada, pero para eso tenemos un remedio, que ya os enseñare, para que no ocurra. Veréis que es muy práctico, y os gustara.

Con esto termino este capítulo, espero que os parezca bien, y me digáis si os gusta.

Cessaerd@yahoo.es