Mi familia numerosa 4

En este cuarto capítulo, continuan las enseñanzas de Pino, y los placeres entre mi hermana Sabina y yo.

Me alegro mucho que os guste la serie, por los sucesos que nos pasan. también quisiera agradecer, a los que me hacen comentarios positivos de ella, además de como os parece como se desarrolla. En este capítulo, continua las enseñanzas de Pino.

Mi familia numerosa 4

Después de aquel momento tan intenso, que habíamos vivido los tres juntos, era hora de ir a cenar, para eso nos había venido Pino a buscar, y al vernos besándonos tan tiernamente se le olvido a lo que realmente venía. Nos metimos corriendo en la bañera, Pino nos mojo a los dos, y después nos pusimos a enjabonarnos, no queríamos que nuestra madre se enfadara con Pino, por culpa nuestra. Nos volvió a enjuagar, y rápidamente nos pusimos a secarnos. Mientras nos secábamos, reíamos por lo rápido que íbamos. Nos pusimos un pijama corto, que era un pantalón pequeño, que dejaba casi todas nuestras piernas al aire, y una blusa de manga corta, y botones por delante, para así abrirlos si teníamos calor, ambas prendas eran de algodón y de color blanco. Pino, nos dio una tortita cariñosa, como siempre, en nuestras nalgas, diciendo: Vayámonos ya, que los demás ya deben de estar en el comedor, y no queremos tener problemas con vuestra madre. Corriendo nos dirigimos hacía la escalera, y Pino detrás nuestras, haciendo como que nos iba a pegar en el culo. Enseguida llegamos al comedor, y nos páramos en la puerta a mirar, quién había llegado, todas las sillas estaban ocupadas, menos cuatro, la de nuestro padre y la de nuestro hermano mayor Arturo, pues ambos estaban en la academia y se quedarían allí a dormir, y luego las dos nuestras.

Nuestra madre se nos quedó mirando muy sería y, nos indico con la mano que nos sentáramos. Ya sabíamos, que nos iba a regañar.

Cessaer: Perdona mamá, estábamos leyendo y se nos pasó la hora, hasta que llego Pino y, nos mando a bañarnos y vestirnos.

Mamá: Ya hablare yo con Pino, pues sabe que nos gusta ser puntuales en la cena, y vosotros ya tenéis que ser responsables de vuestros actos, y no cargar todo en ella.

Sabina y Cessaer: Sí madre.

Nuestros hermanos nos miraban sonriendo, se alegraban de la regañina que nos estaba dando, pues anteriormente a ellos les toco, por la merienda y el baño.

Ya sentados comenzaron a servir la comida, entre Carmen y Lucia, la cocinera. De primero, nos pusieron una sopa de pollo calentita, y de segundo una tortilla francesa con jamón y tomate, y detrás un baso de leche caliente para los niños, mi madre se comió una manzana y un baso de zumo. Cuando terminamos todos de comer, mi madre dio permiso para levantarnos, saliendo todos corriendo hacía nuestros dormitorios. Yo retuve a mí hermana, cogiéndola de la mano, y tirando de ella fui hacía nuestra madre.

Cessaer: Mamá, quisiéramos por favor que no regañes a Pino por nuestra culpa. Ella se enfado con nosotros, por no estar bañados, ni vestido, y lo sentimos mucho. Estamos de acuerdo, (en ese momento apreté la mano de mi hermana y ella a su vez me devolvió el apretón, como que estaba de acuerdo) que nos castigues a nosotros, pero no le regañes a Pino, por favor.

Sabina: Si, por favor mami, te lo rogamos. Poniendo mi hermana cara de pena y haciendo, como que iba a llorar.

Mamá: Ya no se que hacer con ustedes dos, y tu Sabina, no pongas esa cara, que no me engañas, pero tenéis razón, no es culpa de Pino, así que ya pensare que castigo ponerles a ustedes dos. Ahora venir (extendiendo los brazos hacía nosotros), darme un beso e iros a dormir.

Mi hermana se acerco a la cara de mi madre, dándole un beso en los labios y sacando la punta de su lengua, se la paso por los suyos. Mi madre se sorprendió por ello, y la miro sonriente diciéndole: ¿Me quieres hacer mimitos ahora, con las nuevas cosas que has aprendido?

Sabina: ¿No puedo mami?

Yo no me había dado cuenta de lo que había hecho, al estar ella delante de mi, no pude ver sus bocas, pero me lo imagine, al oír la pregunta de nuestra madre.

Mamá: Si puedes cielo, y siempre me gusta que me hagáis mimitos. Pero no esperaba que me lo fueras a dar un tanto especial, pero me ha gustado, gracias tesoro.

Yo me acerque a mí madre, y puse una sonrisa, ella comprendió lo que quería. Puse mis labios en los suyos con ternura, y fui sacando mi lengua, ella al notarla en sus labios, abrió la boca y la dejo pasar, para a su vez ella, unirla a la mía muy cariñosamente, dejando que nuestras lenguas danzaran en su boca, sentía un calor en mi cada vez mayor, me gustaba como besaba mi madre, esa pasión que ponía en sus labios, y sus ojos mirándome con una gran ternura. Mi hermana sonrió, al ver lo que hacíamos, y me apretó la mano, en señal de aprobación y orgullo, puesto que queríamos mucho a nuestra madre, y eso la ponía contenta, además así a lo mejor no se metía con Pino, como ella dijo. Cuando separamos nuestros labios, los tres sonreíamos y nos abrazamos tiernamente. Mi madre exclamo: Mis adorables mellizos... os aprovecháis que os quiero muchísimo.

Después de aquello, subimos corriendo la escalera, y entramos en nuestra habitación, como una tromba de agua, dirigiéndonos hacía el baño para limpiarnos los dientes y orinar, antes de acostarnos. Mientras uno hacía una cosa, el otro hacia la otra, y nos mirábamos en el espejo grande, enlazando nuestros ojos.

Salimos del baño contentos, eufóricos, pues los dos íbamos pensando, que habíamos hecho cosas, que ni soñábamos con ello. Fuimos a nuestras camas a tumbarnos, y leer un poquito, como hacíamos otras veces. Pero lo sucedido en lo que llevábamos de día, no nos dejaba concentrarnos en la lectura.

Miré hacía ella y le pregunte: Sabina, ¿lees o intentas leer?

Sabina: Intento, pero no puedo, me viene a la cabeza muchas cosas de hoy ¿y a ti?

Cessaer: Me pasa los mismo, ven a mi cama y hablamos aquí. ¿Quieres?

Sabina salto de su cama rápidamente, y se metió en la mía. No hizo falta decir nada.

Sabina: Oye, ¿como fue el beso con mamá?, pues te vi super excitado y nervioso, pero se notaba que te gustaba mucho.

Cessaer: Fue diferente a otras veces, sentí más pasión y cariño, a la vez que más calor y ternura. Fue una experiencia muy grata, a igual que cuando lo hago contigo, me gusta mucho y me llena de gozo.

Sabina: A mí también me pasa lo mismo, siento hacía ti una gran ternura, amor, cariño, y me gusta besarte, sobre todo con la lengua, me da mucho gusto. Dejándome ver, una sonrisa preciosa en su cara.

Yo sonreí, pues pensábamos igual como siempre. Nos entendemos muy bien, y tenemos los mismos gustos. Nos quitamos los pijamas rápido, y nos acercamos más el uno al otro, mientras nuestras miradas nos decían todo, queríamos sentir esas sensaciones de nuevo. Nos fuimos acariciando nuestras caras, con suavidad y cariño, mientras nos mirábamos a los ojos y sonreíamos. Fuimos bajando nuestras manos por el cuello, íbamos haciéndolo a la vez, y parábamos cuando uno de nosotros, afirmaba con la cabeza. Eso quería decir, que esa zona le era muy grata al otro. Cuando llegamos al pecho, ella cerro los ojos y suspiro. Diciéndome: Acariciame en medio del pecho, me gusta mucho y siento mucho placer, por las tetitas donde maman los niños.

No sabíamos en ese momento, que se le llamaban pezones. Se les pusieron de punta, creciendo más. ¿Seguimos? le pregunte. Sí por favor, pero luego quisiera, que me los acariciaras otra vez. Fuimos bajando las manos a la barriga, por donde estaba el ombligo, probamos que nos hacía cosquilla, por ello, nos pusimos a reír como tontos. En ese momento se abrió la puerta, y nos pegamos un susto, pues no esperábamos a nadie, hasta un poco más tarde, que siempre venían mi madre y Pino, a darnos un beso y mirar si ya dormíamos. Normalmente ya a esa hora, estábamos dormidos o medios dormidos, que no nos enterábamos de mucho.

Era Pino, venía despacio, tratando de hacer el menor ruido posible. Al verla nos reímos, traía cara de pilla, como que quería hacer alguna diablura, y nos alegramos por ello. Mi hermana me apretó la mano, dándome a entender que se avecinaba algo bueno.

Pino: ¿Pero que hacéis juntos aquí, en vez de estar cada uno en su cama?

Sabina y Cessaer: Estábamos … contestamos los dos a la vez, atropellándonos.

Pino: Venga dime tu Cessaer.

Cessaer: Estábamos hablando, y no queríamos chillar, para oírnos bien, le dije que se viniera a mi cama.

Pino: ¿Pero eso no fue, lo que yo vi? Los vi acariciándoos y riendo, no hablando precisamente, ¿o me equivocó?

Cessaer: Sí, tienes razón, a ti no te podemos engañar, nos conoces muy bien. Realmente, lo que hacíamos era acariciarnos, bueno mejor diría, que nos íbamos acariciando los dos a la vez, hasta que uno daba la señal de un lugar más agradable afirmando con la cabeza o diciéndolo, entonces parábamos y acariciaba más rato en ese lugar, para que el otro sintiera más, al que le había tocado esa zona erógena, aunque a veces lo sentíamos los dos, y entonces disfrutábamos juntos ese momento.

Pino: Mira que bien os lo estáis montado, y sin decirme nada a mí, nos dice como con enfado.

Sabina: Perdona Pino, no sabíamos donde estabas, y nos surgió sin pensarlo.

Pino: Ya lo se, es normal que ahora queráis sentir todas esas sensaciones nuevas, pues a mí me paso lo mismo en su día. De todas formas, yo venía para darles las gracias, pues vuestra madre me contó, lo que hicieron por mí. Os lo agradezco mucho, y por ello he venido a premiaros, por ese detalle que habéis tenido conmigo. Que mejor forma de hacerlo, que enseñarles un nuevo juego, ¿estáis de acuerdo?

¡Siiiii... ! Respondimos chillando los dos a la vez.

Pino: De acuerdo, vamos allá, pero no chillen tanto que nos pueden oír. Habéis conocido el beso especial, ahora toca el beso corporal.

¿Que es eso? Preguntamos a la vez.

Pino: Consiste en ir besando a la otra persona, por todo el cuerpo, sin dejar nada sin besar. ¿habéis comprendido?

Cessaer: Pero al referirte a todo el cuerpo, quieres decir por todo el, ¿desde la cabeza a los pies?

Pino: Sí claro, desde el pelo de la cabeza, a los dedos de los pies. Encontrareis lugares donde os sera más placentero, y otros posiblemente al principio os de asco. Pero tranquilos, que con el tiempo, todo os gustara. ¿queréis que probemos y así saben como se hace?

Sabina y Cessaer: ¡siii.. ! Saltamos los dos a dúo.

Pino se sonrió, sabía que nos iba a gustar, pues éramos impulsivos en las cosas nuevas, sobre todo en el tema sexual, se nos veía que queríamos aprender rápido. Pino, se quito la ropa completamente, quedándose ante nosotros desnuda. Los dos la miramos de arriba abajo, viendo que tenía un cuerpo lindo, bien formado, era igual a nuestra madre en el tamaño de su pecho, y en lo grande de sus pezones, luego supimos que eran talla 100, y su pubis lo llevaba recortado, con un triángulo pequeño. Mientras la veíamos, ella se fue girando y a la vez se recogía el pelo en la cabeza con las dos manos, poniendo una risa en sus labios, y nos pregunto: ¿Os gusta lo que veis, mis ángeles?

Sí, afirmamos simultáneamente.

Te pareces mucho a nuestra madre, pero un poco más joven, le dije sonriendo.

Me quede prendada de ella en aquel momento. Mi hermana me vio, y se puso un poco celosa, pues le gustaba que la mirara más a ella, lo que no comprendía, era que ella, no tenía aquellos pechos todavía, los cuales me llamaban mucho la atención, quería besarlos y agarrarlos.

Pino, se dio cuenta enseguida de lo que ocurría, y le dijo a Sabina.

Tranquila pequeña, llegara un día que los tendrás así, y estará todo el día, detrás de los tuyos como un loco. Ahora es normal, que le gusten los míos, pues tu todavía lo tienes demasiado pequeños, pero te crecerán ya veras, y estarás orgullosa de ellos, a igual que yo lo estoy de los míos.

Sabina enseguida se puso contenta, diciéndome: Estos si los puedes tocar y jugar con ellos, señalando con el dedo indice sus labios. Dándome un beso en los labios y mojandomelos con su lengua. Los tres nos reímos.

Nos sentamos en la cama, uno al lado del otro. Sabina tenía a la izquierda a mí, y a la derecha a Pino; Pino, tenia a la izquierda a Sabina, y a la derecha a mí; y en mi caso tenía a la derecha a Sabina y a la izquierda a Pino. Estando los tres desnudos, nos sentamos con las piernas cruzadas formando un triángulo. Yo me fijaba en el cuerpo de las dos, miraba sus pechos, y notaba la diferencia entre cada una, era fácil de ver. Unos grandes, redondos y un hermoso pezón en medio, se le notaba que estaba excitado, pues eran bastante grandes y de color marrón oscuros. A mi hermana, se le veía un pequeño relieve, casi ni se notaba, una aureola pequeña, con un diminuto pezón en medio. El pubis de Sabina, era liso completamente, se podría decir que no tenía pelos ninguno; el de Pino, era rubio, bien recortado, formando un pequeño triángulo por encima de sus labios vaginales, y el resto estaba depilado. Ellas me miraban calladas, esperando que dijera algo, pues veían que yo movía la cabeza hacía una y otra, mirándolas a las dos.

¿Ya acabaste de mirarnos? Exclama Pino (sonriendo), para saber si podemos empezar la enseñanza, que tenemos hoy.

Yo me puse un poco colorado, pues me había cogido in fragante.

Pino: Bueno Cessaer, ya que estas tan loquito, por ver la diferencia entre nosotras, creo que vas a tener el placer de descubrirlo muy bien, pues con los labios puedes recorrer nuestros cuerpos, y observar los detalles para regocijo tuyo y placer nuestro. Para empezar, debes de ir acariciando con las manos, besando y a la vez pasando la lengua. La mejor postura es siempre, que el otro este tumbado, para que la otra persona, pueda llegar a todas las partes de su cuerpo, sin necesidad de esforzarse mucho. Así que ahora tumbamos a tu hermana, e iras descubriendo su cuerpo, a igual que esta tarde con las manos. ¿de acuerdo?

Sí, claro. Lo he entendido muy bien, a la vez que la acaricio, la beso y le paso la lengua. Le dije rápidamente.

Pino, se levanto de la cama, y se puso de pie. Me cogió de la mano y tiro de mí, para que me bajara también. Entonces con sus manos, fue empujando a Sabina hasta que estuvo tumbada en la cama. Ella muy nerviosa, por la experiencia que iba a tener, nos miraba atentamente y suspiraba, imaginandose lo que le íbamos a hacer. Pino agarró mi mano, y la llevo a la cabeza de Sabina. Comienza por aquí, y vete bajando despacio, como te dije antes.

Con la mano en su pelo, lo fui acariciando, lo tenía muy suave a igual que el mío. Ella cerro los ojos, mientras yo le iba acariciando su frente y, a la vez besándole el pelo, sintiendo su aroma en mí nariz, y el tacto en mis manos y labios. Suspiraba, y se le veía una bonita sonrisa, le estaba gustando lo que le hacía. Le bese los parpados, y baje a sus labios, besandolos, dando en ellos pasión y ternura. Una mano la bajaba por su cuello, notaba su movimiento cuando tragaba saliba, y la otra la seguía pasando por su pelo. Se que le gustaba mucho, que le acariciara su pelo.

Me notaba más excitado, sentía cada vez más las caricias con las manos y en los labios, era un nuevo placer que estaba despertando. Besaba su cuello, y seguía bajando, en dirección a sus tetillas. Besaba, cada poro de su cuerpo, hasta que llegue a sus pezones, comenzando a acariciarlos, besarlos y chuparlos, primero uno y después el otro. Ella se retorcía, se ve que le gustaba mucho, sus pezones iban creciendo cada vez más.

Me duelen de la excitación y la sensibilidad, que has despertado en ellos. Me dijo Sabina. Seguí bajando por su barriga, ella trataba de meterla para adentro, le hacia cosquillas con mis labios y mi lengua. Gemía y susurraba palabras incoherentes.

Pino: Bésale y metele la lengua en el ombligo, como haces con la boca.

Así hice, y Sabina arqueo el cuerpo, sintió un frió en su cuerpo. Diosss... Cessaer, que me haces, que tiembla mi cuerpo. Fue la frase que me dijo mi hermana, se notaba que estaba muy excitada. Seguí bajando por su cuerpo, besando trozo a trozo, ella suspiraba y parecía sofocada. Llegue a la zona donde tenía una pequeña pelusilla, era su pubis. Había cerrado sus manos trincado la sabana, tiraba de ella.

Me pare un momento, y levante la cabeza en dirección a Pino, ¿tengo que seguir? Le pregunte.

Pino: Sí claro, ahora es lo mejor para ella, y te darás cuenta enseguida, cuando bajes y te pongas a besarla y, pasarle la lengua. Sigue, veras que tu hermana, te lo va a agradecer toda su vida.

Agache la cabeza de nuevo, y seguí en dirección a su vulva. Al principio me resultaba raro y me daba asco, pero ella suspiraba más rápido, con cada movimiento de mis labios y mi lengua, hasta que llegue a su rajita, se le veía bastante cerrada, aunque unas gotas salían de su interior, corriendo hacía abajo y perdiendose en sus nalgas. Cuando seguí, ella abrió las piernas más, y yo le fui pasando la lengua y labios, por encima de ella. ¡Ayyy...! grito Sabina, yo inmediatamente levante la cabeza con temor, pensé que le había hecho daño con algo. Ella enseguida me grita: ¡No pares ahora, por favor... ! Uffff dios miooo... que ricooo... sigueee... Ella se retorcía todo el cuerpo, yo la miraba extrañado, asombrado de lo que le ocurría.

Pino: Sigue Cessaer, no ves que te lo esta pidiendo con pasión.

Volví a agachar la cabeza, y puse mis labios otra vez sobre su rajita, comenzando a besarla y pasarle la lengua.

Ábrele los labios, y chupale como si fuera un polo, me dice Pino.

Con los dedos, le voy abriendo la rajita, a la vez que le voy chupando. Ella levanta su pelvis, entregándomela con placer, mientras yo le paso la lengua, tendiéndosela dentro de su abertura. Comienza a respirar mas agitádamente.

Cessaer, pasale la lengua y besala por la parte superior de la rajita, donde hay un pequeño montículo, que es el clítoris, es la parte más sensible en una mujer. Me dice Pino.

Fui subiendo hacía arriba por su rajita, hasta que encontré el clítoris, al pasar la lengua por el, Sabina pego un brinco con su pelvis, ¡diossssss! que buenooo... sigueee... por favor, sigueee... gritaba y jadeaba, teniendo unas convulsiones bastante grandes, nunca la había visto así, pero me imagine que sería del placer que estaba sintiendo, como decía Pino, era el sitio más sensible, y vaya si que lo era, se le veía que parecía que se iba a romper en dos, al comenzar a arquear su cuerpo, levantandolo con movimientos de su pelvis. Sentía su entrega completa y me transmitía a mí, ese fuego que le invadía. Cogió mi cabeza con sus manos, y la apreto contra su rajita. Me estaba asfixiando. Comencé yo a tener mucho calor, al ver lo que le ocurría, a mi querida hermana, la persona que más quería en este mundo.

Pino, la miraba asombrada, y le empezó a acariciar su pelo, y darle un beso en la boca, para que no gritara tanto, pues nunca había visto a una persona llegar a un orgasmo de esa forma, temía que le fuera a dar algo.

Pino me agarró el pelo y tiro de mí hacía arriba, levantando mi cabeza de en medio de sus piernas, quería que me separara ya de ella.

Pino: Cessaer, no sigas más, dejala descansar o la vas a matar, le has dado tanto placer, que la has destrozado, y esta agotada.

Yo la mire, y la vi empapada en sudor, respirando muy agitádamente, con los ojos cerrados, trataba de descansar y recuperarse, parecía medía muerta. Me asuste un poco, por lo que me dijo antes, que la podía matar, rápidamente le pregunte: ¡Sabinaaa... estas bien!

Ella me miro como ida, al rato logro decir: Sí, dios estoy muy bien, ufff Cessaer, creía que me rompía por dentro, y me orinaba. Una sensación indescriptible, tendrías que tenerla, para saber como es.

Pino: Eso fue un orgasmo, Sabina. Ha sido tu primer orgasmo, y lo has sentido muy fuerte, nunca había visto a una persona tenerlo de esa forma, se ve que estabas muy sensible y os compenetráis muy bien los dos, para ser vuestra primera experiencia. ¿Que te ha parecido todo?

Sabina: Riquísimo, nunca había sentido un placer tan intenso, quería meter la cabeza de Cessaer, entre mis piernas como si quisiera metédmela dentro de mi vagina, del placer que sentía y la sensación tan fuerte, no quería que acabara, pero a la vez quería pararlo, era tan fuerte el placer que al final parecía dolor. ¿Siempre es así?

Pino: Sí tienes un buen compañero y sabe darte placer, será así y más, pues luego puede entrar el amor, y eso hace que sientas un placer mayor, el disfrutarlo con tu persona amada. Además con el tiempo, iréis conociendo vuestros puntos débiles, podríamos decir, o los más vulnerables, que os da más placer y la forma de llegar a ellos. Bueno Sabina, creo que ahora debes de hacer, que tu hermano sienta igual, creo que se lo merece, por lo que te ha hecho sentir, así tu también, encontraras la forma de darle más placer a el. Lo estáis haciendo muy bien, sois unos amantes fuera de serie, cuando conozcáis otras formas de encontrar placer uno a otro, van a disfrutar mucho, pero tenéis que tener cuidado, y procurar no gritar tanto, sino vais a despertar a toda la familia, lo mejor siempre es besaros, o morder la almohada para amortiguar los gritos y no se oigan fuera.

Cessaerd@yahoo.es