Mi familia numerosa 23

De acuerdo vamos pues, le dije. Saliendo en dirección hacía los jardines, donde estaba la zona de los estanques. Debemos de llevar precaución para que no nos vean, y poder mirar lo que hacen, pues tengo mucha curiosidad, le dije a Pino. Cuando llegamos a la zona íbamos despacio, diciendome en ese momento Pino: A veces la veo meterse por las enredaderas, siendo un lugar difícil de poder ver a una persona en ese lugar. Sería un buen sitio para esconderse, así que tendremos cuidado.

Mi familia numerosa 23

ESCRITO POR SABINA

De acuerdo vamos pues, le dije. Saliendo en dirección hacía los jardines, donde estaba la zona de los estanques.

Debemos de llevar precaución para que no nos vean, y poder mirar lo que hacen, pues tengo mucha curiosidad, le dije a Pino.

Cuando llegamos a la zona íbamos despacio, diciéndome en ese momento Pino: A veces la veo meterse por las enredaderas, siendo un lugar difícil de poder ver a una persona en ese lugar. Sería un buen sitio para esconderse, así que tendremos cuidado.

Nos agarramos de las manos y fuimos caminando despacio, pasando por donde estaban las enredaderas en dirección a los estanques.

Íbamos casi como de puntillas, para no hacer ruido. Entonces pudimos escuchar risas y murmullos, pero en dos zonas diferentes. Una venía del estanque grande, y la otra de las enredaderas.

Nos paramos inmediatamente, y señalamos las dos a la vez a las enredaderas que teníamos a nuestro lado, indicándonos con nuestros dedos indices la señal de silencio, al cruzarlos con nuestros labios perpendicularmente a ellos.

Pino tiro de mí, llevándome hacía la parte trasera de las enredaderas, por donde había visto varias veces desaparecer a Julia. Estaba muy emocionada, sentía mi corazón como un caballo a galope. Tenía todos los músculos en tensión, caminaba lo más lento posible, para no hacer ruido ninguno. Notaba también la tensión en Pino, pues nuestras manos unidas estaban sudando de los nervios, pero no nos queríamos soltar. De vez en cuando cruzábamos nuestras miradas, tratando de sonreír, pero temíamos ser descubiertas, las sonrisas parecían más bien unas muecas en nuestras caras.

Caminando poco a poco dimos con un pasillo en medio de las enredaderas, el cual nos sorprendió, pues no sabíamos que existiera tal paso en medio de ellas.

Entre primero yo, seguida de Pino. Íbamos muy despacio para hacer el menor ruido posible, pero me daba la sensación, que podrían oír mi corazón de lo fuerte que golpeaba mi pecho.

Las dos llevábamos unas minifaldas, pues nos gustaba enseñar nuestras piernas. En la parte superior llevaba una blusa corta por encima del ombligo, me quedaba bastante suelta, con un escote ovalado, donde la parte más alargada estaba en su parte baja, dejando ver la parte superior y el canalillo de mis pechos. Con la más mínima inclinación hacia adelante, se podía observar mucho más, al no llevar sujetador estas trataban de salir de su escondite.

Pino iba vestida muy similar a mí, cambiando en el color de su blusa, que era roja y la mía verde clara.

Con esa blusa que llevas, te van a ver a un kilómetro de distancia, así que procura pegarte a mí para yo taparte con mi cuerpo.

Ella sonriendo me agarra la mano y me para. Ya tengo la solución, me dice picaramente.

Uff … esa cara no me gustaba nada, siempre que la ponía, traía problemas.

Mientras la miraba esperando que diablos quería, rápida como una centella, se cogió la parte inferior de la misma y tiro por ella hacía arriba, desnudándose de cintura para arriba poco a poco, pues sabía que en esos momentos tenía mis ojos en su cuerpo, y eso le gustaba mucho, pues se había hecho una mujer muy coqueta y naturalista de su cuerpo, a la menor disculpa que le dieran, se quitaba la ropa rápidamente, dejando ver su magnifico cuerpo, envidia de muchas mujeres y admiración de los caballeros. Aunque las dos lo teníamos muy parecido, con unas pequeñas diferencias en la cintura y altura, yo era siete centímetros más alta, y tenía unos centímetros menos también de cintura, las dos eramos rubias y de ojos verdes muy llamativos, parecía una hermana mayor. Las personas que no nos conocía, pensaban normalmente que eramos hermanas, cosa que nos divertía y explotábamos el cuento.

Al quitarse la blusa dejo ante mis ojos, esos pechos tan bonitos muy similares a los míos, que me gustaban mucho, y que muchas veces había acariciado. Me entro la tentación de estrujarlos, pero no estábamos allí para eso, quería saber que estaba haciendo mi mellizo Cessaer, y la curiosidad me estaba matando.

Le sonreí por su ocurrencia, siempre quería dar el espectáculo, y la verdad que lo conseguía.

¡Estoy mejor ahora! Me pregunta sonriendo de oreja a oreja, sabiendo que teníamos atracción una sobre la otra.

¡Siii …  mucho mejor! Le dije a la vez que le pellizque un pezón para fastidiarla, pero dando el resultado contrario, haciendo que sacara la punta de la lengua, mordiéndola con los labios y suspirando, para dar a entender que podía seguir por ese camino, el cual le gustaba mucho.

Me reí, era increíble, el problema estaba que las dos eramos iguales en ese aspecto.

Vamos no hagas ruido riéndote y continua caminando, me dice la caradura sonriendo ella y empujándome por detrás, a la vez que me tocaba el trasero por encima de la falda. Me quede pensando si era para mandarme hacía adelante, o para aprovechar y acariciar mi trasero. Bueno eso no me importaba en aquel momento, y continué caminando despacio delante de ella.

Al llegar a un tramo un poco más amplio, me pare de repente haciendo que Pino chocara conmigo, pues iba pegada a mi espalda. Los susurros que se oían, eran cada vez más claros, y mucho más cercanos. Doble el cuerpo un poco hacía adelante, para hacerme más pequeña ante la vista de alguien si estuviera mirando, caminando casi en cuclillas, aunque era más lento, hacía menos ruido, y ocupaba menos espacio en altura. Pino me imito, al comprender que estábamos muy cerca del objetivo que queríamos ver, aunque no sabíamos si era mi hermano.

Me costaba desplazarme de aquella forma, pero como estaba en forma de hacer bastante ejercicio de todo tipo, pensando en la piscina, y cuando hacía el amor, las posturas que a veces formábamos entre los dos, que parecía que pertenecíamos a un circo. Así que aquella no me molestaba en sí, lo único es que era incomoda para avanzar más rápido. Llegada a cierta distancia, pude ver a las dos personas que buscábamos, allí estaba mi hermano y Julia. Estaban tumbados uno al lado de otro, veía como mi hermano le metía manos por debajo de la blusa a ella y como ella le miraba y le daba besos en los labios.

Uff …  aquello me estaba gustando, pues veía que ellos miraban a alguien en el estanque, pero nosotros no alcanzábamos a verlos, aunque si a oírlas, eran dos mujeres por las risas y las palabras que decían, pero no sabía quienes eran.

Pino se puso a mi lado, quedando las dos pegadas una a la otra completamente. Nuestras respiraciones eran agitadas, por el ejercicio y lo que veíamos a pocos metros de nosotras.

Vimos como comenzaron a quitarse la ropa, mientras se besaban y acariciaban el uno al otro.

La lujuria que estábamos observando, estaba haciendo que nuestras bragas se fueran mojando con nuestros flujos. Las dos en cuclillas mirábamos con mucho interés la escena que alcanzábamos a ver, pudimos mirar como se iban quedando desnudos, y la cara de Julia al ver el pene de mi hermano a tan poca distancia, se notaba que lo miraba con lujuria y a la vez con temor.

Es virgen, todavía no se ha estrenado, pero parece ser que quiere perder eso ya, dijo Pino sonriendo y mirándome con unos ojos que parecían dos fuegos abrazadores, de la mirada tan ardiente que tenía.

Pon tu camisa en el suelo y nos tumbamos encima, para que no nos vean, le dije a Pino.

Esta rápidamente lo hizo así, pero nos quedamos las dos mirando aquella pieza tan pequeña, donde diablos íbamos a ponernos las dos juntas en aquello tan minúsculo. Levante bien mi tórax, y tire de mi blusa hacía arriba quitándomela. Mis pechos subieron con la blusa hasta quedar liberados de ella, cayeron hasta quedar a nivel perpendicular con el suelo. Mis pezones estaban en pie de guerra, entre el fresco del lugar y las imágenes que estaba viendo, hicieron que se pusieran así, rectos como flechas, y duros como piedras.

La agitación que me embargaba era intensa, el estar espiando a mi hermano con Julia y el tener a mí lado a Pino. Esta se le notaba muy excitada también.

Me estaba poniendo eufórica y demasiada acalorada, pero no por hacer mucho calor, pues dentro de aquel túnel de enredaderas, se estaba muy fresco, cosa que agradecíamos las dos.

Tomé mi blusa y la puse en el suelo delante de mí para tumbarme en ella, y no poner los pechos en la tierra, pues era fácil que me picara con algo, a parte de ensuciarse.

Pino ya estaba tumbada en su blusa, mirándome sonriendo. Al final te has puesto igual que yo, me dice en el oído derecho, en un susurro que me puso la piel de gallina.

La miré y le di un beso en los labios, diciéndole luego a su oído: Callate y mira lo que tienes delante.

Las dos miramos a la pareja, y cual fue mi sorpresa, al ver como Julia le estaba dando una mamada a mi hermano. Se notaba que no tenía experiencia, pero intentaba con mucho empeño hacerlo lo mejor posible.

Las dos soltamos un ¡Guau … !

¡Mira la damitaaa … , y parecía una mosquita muerta! Echándonos las dos a reír y tapándonos las bocas, para no hacer mucho escándalo y que no nos oyeran.

La cara de mi hermano era de felicidad, se veía bien que le estaba gustando lo que le hacía Julia. Mientras esta se la chupaba a mi hermano, el miraba al estanque con mucha atención.

ESCRITO POR CESSAER

Julia mientras se puso de pie despacio, para no hacer ruido, comenzando a quitarse la falda con ligereza, se le notaba muy excitada. Pude ver como lo hacía, y la verdad que tenía un cuerpo divino.

Despojada de ella me dijo: Ahora quítame tu la braguita.

Estas eran preciosas de encaje, dejando ver parte de su intimidad. Le puse los dedos en los lados y tire de ella hacía abajo lentamente, deleitándome de lo que veía. Poco a poco fue apareciendo su rajita acompañada de una pequeña corona de pelitos en su parte superior, me gustaba como lo tenía cortado, era similar a las otras mujeres que conocía, pues casi todas se habían dejado aquella forma de corte. Creo que era la moda entre ellas, sonreí. Una vez despojada de todo, nos besamos en los labios con gran intensidad, además de acariciar nuestros cuerpos mientras lo hacíamos.

Al poco ella se desprendió de mí. Tumbémonos, me dijo en susurro.

Se tumbo en la manta boca abajo, con las piernas un poco abiertas, pudiendo apreciar muy bien su trasero.

Madre mía como estaba de rica, pensé para mí.

Me arrodille a su lado mirándola, mientras ella lo hacía al frente.

Miralas a ellas tonto, que tiempo tienes después de verme a mí.

Tenía razón, así que me tumbe a su lado pasando la mano derecha por encima de su hombro, atraiéndola hacía mí, pegando nuestros cuerpos desnudos. La sensación que sentía era divina, nuestros cuerpos cálidos,la suavidad de su piel, y el espectáculo que me estaban dando las otras dos, me estaban poniendo como un toro.

Rebecca y Assa estaban tan concentrada en ellas, que no se enteraban de lo que pasaba a su alrededor. Estaban besándose como fieras, la una a la otra, diciéndose frases amorosas, las cuales me dejaron un poco impresionado, pues no pensaba que Assa fuera así, pues tenía novio oficialmente, y daba a entender que todo lo hacía con el. Pero lo que se veía allí en aquel momento era otra cosa diferente, como si tuviera doble personalidad. ¡Te quiero mucho! Le decía en aquel momento a Rebecca, mientras la besaba en los labios con una pasión fuera de lo normal.

¿Sabías tu esto? Le pregunte a Julia, mirándole a los ojos.

Las había visto varias veces, pero no se habían dicho que se querían de esa manera tan apasionada, y ese amor que desprenden de sus ojos, tampoco lo había observado.

No se porque entonces tiene ese rollo con Vidane y dándonos a entender a todos que es su amor. No lo entiendo, ¿tu sabes algo de ello?

No tengo ni idea, de lo que se trae entre manos ella. Aprovechate de esto y sacale la información, diciéndole que la viste de casualidad, para saber que te dice, y luego me lo cuentas.

Yo sonreí, me hacía gracia que Julia quisiera saber todo lo que pasaba allí.

Puse mi mano en su trasero, comenzando a acariciarle sus nalgas en dirección al medio de sus piernas. Estas las tenía duras y fuertes, pero de un tacto muy suave, se notaba que se cuidaba su piel con cremas o algo que la hacía de esa forma. Me gustaba mucho, y sentía un gran placer al pasarle la mano. Mis dedos se metieron en la raja de sus nalgas, e iban bajando por ella en dirección al primer agujero que se tropezarían en breve, a la vez que la miraba para ver su reacción.

Ella trinco sus nalgas a la velocidad de un rayo, como por inercia a protegerse de aquellos dedos intrusos, que trataban de invadirla.

Me miro rápidamente a los ojos, los cuales parecían que se iban a salir de sus órbitas, de la expresión que puso.

Tranquila, le dije sonriendo, pero siguiendo con mi mano y dedos, la exploración de la raja entre sus nalguitas.

Esta se mantenía bastante cerrada, ya sea por los nervios o el temor, pero tenía que hacer que se relajara, pues así no íbamos a llegar a ninguna parte.

Aproxime mi cara a la suya, comenzando a besarla despacio, desde sus cachetes a su pelo, con ternura, amor y pasión.

Iba notando como cada vez se relajaba más, mientras con la mano le iba acariciando con suavidad sus cachetes, y de vez en cuando le pasaba los dedos despacio y suavemente por encima del agujerito de su ano.

Ella estaba cada vez más acalorada, e iba participando más, tanto en sus besos en respuesta a los míos, como en sus caricias por mi espalda, cabeza, nalgas y mi entrepierna, buscando entre ellas mis genitales.

Mientras tanto de reojo veía como las otras dos se lo estaban montando a lo grande, en la parte baja del estanque. Allí donde se había hecho como una pequeña playa de arena rubia, de donde salían unas pequeñas palmeras cocoteras, que habían plantado entre mi madre y Julia. Lo cual era una delicia para tumbarse en aquella zona, y era donde se ponían la mayoría de los visitantes, como pude comprobar con el tiempo.

Las dos se habían tirado en la arena una al lado de la otra, acariciándose y besándose por todo sus cuerpos.

Seguí con Julia y mis caricias, pero al volver a mirar a Rebecca y Assa, pude ver que Rebecca estaba debajo de Assa, mientra esta de rodilla en medio de sus piernas le besaba sus pechos, y acariciaba con una mano su abdomen,  mientras con la otra se apoyaba en la arena a estilo perrito, pero con una mano. Con su mano iba acariciando su cuerpo en dirección a su pubis, veía como Rebecca movía su cuerpo hacía arriba, como tratando de invitarla a que la penetrara o la acariciara en su parte más intima. Su mano llego a su entrepierna, dejando oírse un alarido de ansia por parte de ella, ¡Ahhh … ahhh … ! al sentir como le acariciaba sus labios, los cuales se habían hinchado por la agitación y el deseo que sentía en aquel momento. Sus suspiros y exclamaciones de lujuria bañaban aquella pequeña playa, por ambas partes era intenso y digno de verse. Rebecca había levantado sus manos y acariciaba los magníficos pechos de Assa, que eran como dos grandes manzanas coronadas por unos grandes garbanzos que eran sus pezones muy agitados, destacando bastante por su color más oscuros, y lo saliente que estaban.

Julia miraba también con interés a ellas y a mí, cambiando su mirada entre uno y otros.

Ella abrió más las piernas, señal de que estaba disfrutando de lo que le hacía, invitándome a seguir con ello.

Por mi parte, le fui acariciando cada vez más sus nalgas, además de meter mis dedos por medio de ellas de arriba abajo, pasando por su ano y su vulva, la cual ya dejaba salir flujos de su vagina, que le caían del medio de sus labios hacía sus muslos y a la manta que tenía debajo.

Cuando pasaba mis dedos por su vulva, se mojaban de mala manera, viendo que cada vez estaba más preparada, para su primera vez.

Ella suspiraba, y dejaba salir de vez en cuando exclamaciones de gozo, amortiguado por su mano o la manta. ¡Ahh... ahhh … ! Me estas matando Cessaer, no pensé nunca que fuera tan rico e intenso, el sentir tu mano acariciándome mis zonas más intimas.

Eso no es nada con el placer que sentirás cuando juegue contigo más en serio, sintiendo como entro en ti llenándote tu vagina.

Con mi dedo corazón bien mojado de sus flujos, se lo pongo en la puerta de su vagina y comienzo a jugar con el tocando los alrededores de su entrada, e introduciéndole de vez en cuando solo unos milímetros, para que sienta el placer del comienzo de una penetración, aunque sea con mi dedo. Al tenerlo bien mojado, pongo el dedo indice también en su puerta, y lo pongo a entrar y salir de ella, como si la estuviera cogiendo con el, y aprovechando en algunos momentos metiendo los dos juntos.

¡Uff …  diosss … que rico se siente! ¡Cada vez me gusta másss …!

Trincaba los dientes mordiendo la manta, para no chillar de gozo y se enteraran las otras. Estaba fuera de si, con la cara acalorada y los ojos cerrados, respiraba cada vez más rápido.

Pare al ver como estaba, parecía que le iba a dar un ataque cardíaco.

¡No paressss por tu madreee...! Lo dijo un poco alto, pensando enseguida mire a las otras dos, pues seguro que se habían enterado.

Las dos seguían jugando, pero en aquel momento estaban enfrascadas en un 69, pero en su mundo, y no se enteraban de nada que pasaba alrededor de ellas.

Lo siento Cessaer, pero sigue por favor, estaba a punto de tener un orgasmo, pero me lo has cortado.

Es que al verte tan roja pensé que te estaba dando algo.

Diosss …  es que estaba en el séptimo cielo. Madre míaaa... que sensación tan grande, como pares otra vez te matooo...

Yo me reí y comencé de nuevo con mis caricias, haciendo que sus gemidos volvieran a sus labios. Comenzando ella a moverse con ritmo rápido, y llegando al momento cumbre. Sus convulsiones eran grandes, parecía que le había dado un ataque epiléptico. Su cara estaba como un tomate de roja, tratando de tomar aire a la vez que me miraba con unos ojitos de loca, parecía que había visto al mismo diablo en aquel momento.

Cessaerrrr … si todo es así, no quiero pensar como será cuando te tenga dentro de mí. Sonriendo a la vez que me lo decía.

He sentido un orgasmo intenso, que me invadió todo el cuerpo, pero quisiera ahora darte placer yo a ti. Me dice con esa preciosa sonrisa, que tenía en aquellos momentos.

De acuerdo cielo, en estos momentos puedes hacer conmigo lo que quieras, y lo que desees. Aunque me gustaría mucho, sentir esos labios en mi pene, y esa lengua acariciándolo. ¿Lo has hecho alguna vez?

¡Nooo … ! pero me gustaría aprender y que tu me dijeras como lo hago. Solo he visto como se hace, pero nuca lo he practicado, así que tu me dirás si lo hago bien o si lo deseas de otra forma, o como te gusta más, pues sería la primera mamada que doy.

Se puso de rodillas delante de mí, y yo de cara a las dos amantes que tenía a mi vista.

CONTINUARA