Mi familia numerosa 20
Adelina las miraba con los ojos como platos, pues no sabía que diablos les iba a hacer, pues de ellas esperaba de todo, menos lo que le hicieron al final, pues pensaba que más bien tratarían de separarla de mí.
Un saludo a todos de nuestra parte, entregándoles el relato número 20 de nuestra historia.
Mi familia numerosa 20
Adelina las miraba con los ojos como platos, pues no sabía que diablos les iba a hacer, pues de ellas esperaba de todo, menos lo que le hicieron al final, pues pensaba que más bien tratarían de separarla de mí. Entre las dos la comenzaron a acariciar, primero los brazos que los tenía hacía adelante tratando de defenderse, se los agarraron cada una uno, y le comenzaron a pasarle las manos por todo el, despacio iban subiendo hacía sus hombros. Ella miraba a una y a otra, como si estuviera hipnotizada, no esperaba esa reacción de ellas, sino lo contrario, pues sabía que las dos eran mis compañeras de juego sexuales, y en aquel momento ella era una intrusa en sus caminos.
Yo la apreté más contra mí, haciéndola sentir toda mi anatomía, sobre todo mi pene que estaba más que despierto al sentir aquel cuerpo nuevo, el cual estaba muy bien formado, con sus 96 de pecho, los cuales eran redondos como dos manzanas, pero todavía bastante duros, aunque un poco menos que los de Sabina y Pino, los cuales eran se podían decir iguales en tamaño y forma, parecían gemelas en eso, aunque Pino tenía su aureola un mínimo mayor que Sabina, unos pocos milímetros, pero los pezones de Sabina eran mayores por una pequeña diferencia también, la verdad que era un expositor de pechos preciosos, para deleite mio. Las caderas de Pino y Sabina eran de 95, y la de Adelina 94, la cual tenía en su parte trasera un hermoso culo con sus atrayentes nalgas bien levantadas, podríamos decir que las tres eran iguales por detrás, pues la diferencia era mínima entre Adelina y las otras dos (Sabina y Pino). Era una delicia sentirla entre mis piernas, sus cachetes duritos que se apretaban con fuerza, tratando de huir de las otras dos, para que no la agarraran.
Al ver lo que sucedía entre ellas, subí la otra mano a sus pechos también, acariciando ambos a la vez. Mis dedos se trababan con sus pezones, los cuales habían crecido una barbaridad, poniéndose los dos bien de punta, lo cual me agrado mucho, daba a entender que estaba excitada.
Las chicas acariciaban su cuerpo por todos lados, haciendo que cerrara los ojos y se concentrara en las caricias que recibía. Estaba en otro mundo como nos dijo ella luego, pues nunca había experimentado aquello, la caricia de otro hombre y de dos mujeres, que la estaban llevando al paraíso o al cielo, con las sensaciones tan grandes que estaba experimentando.
Sus ojos de color miel, se abrieron de repente al sentir una mano en su rajita, sabiendo que no era yo, pues las mías estaban en sus pechos, ella las sentía como los acariciaba con ternura, y de vez en cuando tiraba de sus montículos, que subían más por las atenciones recibidas y los estímulos que le llegaban por todas partes.
Miro para abajo tratando de ver quien la acariciaba en esa parte tan delicada, pudiendo observar que se trataba de Sabina, la cual le sonreía acercándose y dándole un beso en sus labios, a la vez que con su lengua trataba de abrirle su boca. Ella volvió a cerrar los ojos, dejándose llevar por aquel momento único en su vida, pues nunca había estado con más de una persona haciendo el amor, y menos todavía con tres, cosa que nunca se imaginaba que le fuera a pasar por lo tímida que era.
Sabina le acariciaba su rajita, metiéndole uno o dos dedos de vez en cuando, o con la yema de los dedos, le agarraba el clítoris y jugaba con el. Esto hacía que ella se fuera poniendo cada vez más agitada, moviendo la pelvis hacía adelante y atrás, cosa que a mí me estaba gustando también, pues hacía que mi pene se colara entre los dos cachetes de su trasero, dándome un buen gusto aquel canal y su movimiento.
Adelina suspiraba cada vez más, sintiendo las seis manos alrededor de ella y otras cosas más, como mi pene enterrado en medio de sus cachetes, y los pechos de ellas chocando con su cuerpo. Muchas de esas sensaciones eran nuevas para ella, pues con su marido se comportaba de modo clásico, como nos dijo más tarde, conociendo realmente las dos posturas normales, como ella les llamaba, parecía mentira que unas personas tan jóvenes no fueran más allá, buscando otros placeres que les ayudaran en sus relaciones.
Así que la mayoría de las cosas, eran nuevas para ella, por eso su agitación por los cambios que sentía y las nuevas formas de dar placer, la estaban llevando a unos límites superiores, los cuales la estaban volviendo cada vez más eufórica, receptiva, sensible, apasionada, … le gustaba cada vez más todo aquello.
Sus pezones estaban muy duros, sentía casi dolor de la sensación tan fuerte y de lo grande que se le habían puesto, cosa que ella nunca imagino que le crecieran tanto. Estaba asombrada de sus límites y de la capacidad que tenía para sentir tanto placer, su cuerpo temblaba, su piel se le había puesto de gallina. Notaba en su interior, los flujos que estaba teniendo, menos mal que tenía medio cuerpo metido en el agua, eso la aliviaba y no dejaba que se quemara, como nos dijo después, que parecía que la piel le quemaba, de las sensaciones tan fuertes que sentía. Se sentía traspuesta a otro mundo diferente, que ella desconocía. No era a lo que estaba acostumbrada, que lo veía ahora como un pequeño aperitivo antes de la gran comida.
Pino le acariciaba con mucha suavidad su cara, sus piernas, sus pechos cuando yo le dejaba alguno libre, … siempre buscando la forma de darle más placer, además de besarla con pasión.
Sabina una vez que había logrado lubricar bien su parte baja, sintiendo como su pelvis se movía ya cada vez más rápido buscando la penetración, me dijo: Ya es toda tuya, pues se te nota en tu parte baja que estas loco por tenerla. Echándose a reír y contagiando a los demás con ello.
Adelina se reía nerviosa, por todo lo que ocurría y el sentirse la atracción principal de todo aquello. Nunca en su vida le había pasado eso, pensaba que estaba soñando, pero cuando abría los ojos, se encontraba con aquellos cuatro ojos que la devoraban, se sentía deseada, notando como todo su cuerpo contestaba a esa llamada, como si fuera una hembra en celo que es disputada por los demás, pero le gustaba esa nueva sensación.
Aprieto cada vez más a Adelina contra mí, agarrándole sus hermosos pechos, que se agitan bajo mis manos, sintiendo la sensibilidad que estoy despertando en ellos, escuchando sus suspiros y apreciando esos temblores en su cuerpo, por las caricias que les estamos dando. Bajo mis manos hacía su cintura tirando de ella, hacía arriba para colocarla. Miro a mi hermana y le indico con la cabeza que sí, haciendo que ella le abra las piernas a la vez que empuja con su mano izquierda su cuerpo hacía mí, y con la derecha, agarra mi pene para colocarlo en la puerta de su almejita.
Ella se deja hacer, pues sabe lo que hacemos y que lo desea con ansia muy grande.
Pino sube sus manos hacía sus pechos, acariciándolos con ternura y tirando de sus pezones con dos dedos en cada uno, notando en ellos su dureza y agitación. Mientras mira como Sabina me facilita el acoplamiento a mí, colocándole en la puerta para que solamente empuje. Ella picaramente me pica el ojo y se muerde el labio, dando a entender que se la meta de una vez y con fuerza, para que sintiera la penetración.
Yo le pique el ojo también, y con un movimiento de caderas hacia adelante y arriba, se la metí bien dentro hasta el fondo, tocando al final con mis testículos y el impulso, el ano de Adelina.
¡Ohhh ... diossss …! que grande es. En mi vida me ha entrado una tan grande, pues la de mi marido es pequeña en comparación, y era la única que conocía mi almejita hasta ahora.
Pino reía como una loca, se ve que sabía lo de su marido, por eso me indico picándome el ojo y mordiéndose los labios, afirmando con su cabeza, daba a entender, que quería que entrara toda y rápido. Es lo que hacíamos tanto una como la otra, para indicarme eso como señal.
Adelina tomaba aire poco a poco, pues aquella entrada tan de repente y tan grande, aunque la esperaba no pensaba que la fuera a dejar tan llena y le llegara tan adentro, dejándola casi sin respiración. Ufff … santa madre benditaaa... un poco más y me la sacas por la boca.
Todos reímos al oír la exclamación de Adelina, con los ojos bien abiertos y el pecho levantado.
Ohh ... deja que me adapte a esta estaca, espera un momento por favor, que mi almejita no conocía monstruos tan grandes, solo una pequeña sardina.
Yo la deje estar tranquila, besándole el cuello y acariciándole su hermoso cuerpo, mientras las otras la acariciaban y besaban. Mi hermana pego sus labios a los míos y me besaba. ¿Te ha gustado la nueva gruta? Me dice sonriendo.
Es estupenda, estrechita y cálida, sintiendo sus paredes como me la encierran.
Me alegro mucho cielo, te mereces lo mejor, y las tres deseamos darte eso.
Adelina nos escuchaba y asentía con la cabeza, reflejando en su cara la felicidad que estaba sintiendo.
¡Cessaer! Aquí ya tienes una amiga para lo que quieras, pues lo que estas haciendo por mí es una cosa que nunca la olvidare, por el placer y las enseñanzas que me estáis dando, y por hacer si Dios quiere, que sea madre.
Lo se Adelina, también nosotros sabemos que eres una persona muy buena, y también te mereces lo mejor, por ello, acepto el intentar dejarte embarazada y las veces que tu quieras hacerlo para llegar a ello, pues eres una persona encantadora y una gran mujer, seguro que todo hombre se prestaría a estar contigo, sabiendo que luego no tendría problema de reclamación alguna.
Ella giro su cabeza hacía atrás, para encontrarse con mi cara, besándome en los labios con mucho cariño, me dice: Cuando quieras podemos continuar, mi cuerpo se siente a gusto teniéndote dentro de mi, pero también ansia que le dejes tu semilla fecundadora.
Comenzamos un sube y baja, esta vez despacio, haciendo que sintiera como le entraba y salía de su cuerpo, bombeándola lo más adentro posible, que sintiera el choque de ella en su interior. Sus pechos estaban duros, y sus pezones como flechas, los acariciaba y me gustaban mucho.
Ella saltaba sobre mí, apoyada con cada brazo en un hombro de ellas, mientras estaba ensartada por aquel monstruo como dice ella. Su cara de lujuria, estaba desatada, su cuerpo se agitaba cada vez más, trincando su vagina alrededor de mi pene.
Siii … másss … que ricooo … Dios no pensaba que fuera un placer tan grande el hacerlo en una piscina, rodeada de estímulos tan placenteros. Pues entre los tres me estáis llevando a la gloria. Estoy tan caliente que en breve me voy a ir, tratemos de llegar juntos ¿por favor?
Entonces tienes que esperar unos minutos más, y entonces lo podremos lograr.
De acuerdo, tratare de aguantar un poco más, pero lo veo casi imposible, no me sentía tan llena en mi vida. Ahh … siii … suéltalo ya dentro de mí. Que me vengooo … madreee santisimaaa que placerrr … comenzando a venirse con unas convulsiones tan grandes, que parecía un ataque de epilepsia.
Los movimientos de su vagina sobre mi pene con aquel orgasmo que estaba sintiendo, hizo que yo comenzara a llegar también, trincándola fuertemente por sus caderas y apretándola contra mí, para dejarle lo más adentro posible mi semen. Mientras mi cuerpo se tensaba y lo dejaba salir hacía el interior de ella, con convulsiones de ambos, por unos momento juntos.
Todooo tuyooo … le dije al oído.
Siii … madre míaa … la siento descargando dentro de mí.
Nos besamos comiéndonos la boca, como si de ello dependiera nuestra vida.
Han tenido un precioso momento, esperemos que sea provechoso, quedándose embarazada Adelina, dice Pino emocionada y girando la cabeza para Sabina, se dan un beso tierno en sus labios.
Os doy las gracias a los tres, por lo que habéis hecho por mí, haciendo que me sintiera cómoda, feliz, y con un placer que en mi vida olvidare. Os quiero a todos, si deseáis algún día repetir, contar conmigo, y así me enseñáis más cosas, pues en esto soy como una analfabeta. Nos dice sonriendo y con cara un poco de añusgarse, corriéndole al poco tiempo, unas lagrimas por su cara.
Nos dejo a todos muy emocionados, dándole besos entre los tres durante un rato.
Yo agarraba los pechos primero de Sabina, después de Pino y al final volví a los de Adelina. No notaba casi diferencia entre ellos de dureza, aunque de volumen un poco entre Adelina y las otras dos, pero me encantaba jugar con los tres pares, mientras me miraban cuatro esmeraldas y dos mieles, acompañadas de tres hermosas cabelleras rubias, que muchos si se despertaran pensarían que están en el cielo rodeados de ángeles.
Después de aquello, estuvimos hablando un rato entre todos, mientras yo tenía a Adelina sujeta por la cintura y abrazada a mí, esto le gustaba ella, pues se sentía querida y se encontraba a gusto con nosotros.
También nos pusimos a jugar un rato en el agua, pues esta estaba muy rica, e invitaba a ello, aunque esta vez Adelina se encontraba ya más a gusto y en confianza, sintiéndose atraída con nuestros juegos, a los cuales enseguida se apuntaba.
Pasaron unas horas, decidiendo al final salir para no seguir haciendo bulla, por la hora que era. Además teníamos invitados que atender, y los habíamos dejado solos en las habitaciones.
Cogidos de las manos los cuatro, nos fuimos al vestuario a secarnos y vestirnos, cogiendo del suelo la ropa que habíamos dejado al lado de la piscina.
Me puse a cerca a Adelina, mientras Sabina y Pino se secaban entre ellas, murmurándose bajito y riéndose, cosa que no me gustaba, pues normalmente quería decir que se traían algo entre manos. Adelina se dejaba cerca, mirándome a los ojos y riendo. Estaba muy contenta, y quería expresarlo y darlo a entender, ¿has sido feliz, Cessaer? Me pregunta mirándome y esperando mi respuesta.
Sí, claro Adelina, contigo es fácil sentirse así, eres una hermosa mujer, que todo hombre quisiera amar.
¡Gracias, me alegro mucho! Exclamo muy contenta, estrechando nuestros cuerpos, con un abrazo muy efusivo y cariñoso, con un beso muy apasionado.
Sentía la calidez de su piel, y la ternura de nuestras caricias, haciendo que nuestros cuerpos fueran reaccionando ante los estímulos que estábamos teniendo. Mi pene comenzó a subir por la agitación, cosa que noto ella enseguida, abriendo un poco las piernas y dejándole espacio para que se pusiera en medio de las de ella. Nos comíamos uno a otro, cada vez con más intensidad, apretando nuestro abrazo con más fuerza.
Ella cuando noto mi pene en medio de sus piernas, las cerro atrapándolo con fuerza, mientras con sus manos apoyadas en mis glúteos, las apretaba contra ellas, para sentir lo máximo posible mi pene en medio de sus piernas.
Estábamos como locos otra vez, acariciando nuestros cuerpos, besándonos, llenos de deseos y con unas ganas de hacer el amor entre nosotros, que no llego a un minuto y estábamos encima del banco grande que había para sentarse y cambiarse, tumbados en el. Adelina estaba debajo abrazada a mí como una lapa, apretando mi cuerpo contra ella, cruzaba las piernas detrás de mí, las volvía a abrir, las cerraba, estaba desesperada por que la poseyera, no sabiendo como ponerse para hacer que la penetrara lo antes posible.
Mientras Sabina y Pino, se secaban una a otra, con sus juegos riendo y susurrando, enganchándose de vez en cuando en una comida de labios. En una de estas pudo ver Pino, que miraba en ese momento hacía nosotros, que estábamos tumbados revolcándonos en el banco, quedándose mirando hasta que nuestras miradas se cruzaron, apareciendo en ambos una sonrisa cautivadora. Ella se separó de Sabina, haciéndola girar sobre si poniéndola de cara hacía nosotros, para que viera lo que estábamos haciendo. Mi hermana mirando a mis ojos me tiro un beso volado, y una sonrisa preciosa. Entre ambas se agarraron por la cintura y se pusieron a mover las caderas muy eroticamente, en un mismo compás haciéndome un espectáculo muy sensual.
Adelina agarró mi pene con su mano derecha llevandaselo a su rajita, y con la izquierda comenzó a empujar mis nalgas para que entrara en ella. La deje hacer hasta que la coloco, entrando después en ella a la vez que sentía sus piernas cruzarse por detrás de mí, atrapándome con fuerza y presión de ellas, haciendo que entrara más profundamente en su interior.
¡Siii … diosss … como me llenaaa …! decía mientras su cuerpo se arqueaba acoplándose al mio, moviendo su vientre y su pelvis con una magnifica agilidad, para disfrute mio. Nos besábamos con pasión y ternura, pero cada cierto tiempo levantaba mi vista, para admirar a mis bailarinas, las cuales se movían juntas como si de un ballet se tratara. La verdad me hacía gracia verlas danzando a la vez que reían, pero sobre todo los movimientos sexuales que hacían muy provocativos, moviendo la pelvis como si estuvieran haciendo el amor. Los brazos los movían también de una forma, dando a entender que tenían a una persona delante de ellas, cogida entre sus brazos. Pero lo más llamativo era que lo hacían con una sincronización asombrosa, como si lo hubieran ensayado varias veces, cosa que más tarde me entere de ello, pues querían hacerme un espectáculo entre las dos, pero como al final no había podido ser, lo hacían en aquel momento, aprovechando las circunstancias.
Adelina cada vez susurraba y gritaba más, a igual que su cuerpo se movía con más energía, dando a entender que se acercaba a su orgasmo. Me salí de ella como pude, pues no fue fácil, por como me tenía ella agarrada, pensando que tenía algún problema se soltó de mí, aprovechando el momento para levantarme y tirar de ella hacía arriba, diciéndole: Cambiemos de posición, ponte ahora tu arriba y yo debajo. Sin esperar respuesta por parte de ella, me tumbe en el banco, y con mi mano derecha la atraje hacía, diciéndole que se sentara encima. Ella se quedo mirando pues no sabía como, y de que forma sentarse. Ven cielo, ponte encima de mí como si fueras a montar a caballo, y la silla de montar fuera mi pene.
Ella afirmo con la cabeza y paso una pierna por encima de mí, hasta ponerla por la otra banda del banco, pues este no llevaba respaldar, quedándose con las piernas abiertas y yo en medio tumbado en el banco. Ven siéntate aquí encima de mi pelvis, y coloca mi pene dentro de tu vagina.
Sabina al ver lo que ocurría, fue en dirección a nosotros, para ayudar a Adelina e indicarle lo que tenía que hacer. Espera y te índico como debes de hacerlo, le dijo a Adelina mientras se acercaba apresuradamente a nosotros, saliendo detrás de ella nuestra amiga Pino. Llego a nuestro lado y le dio un beso a Adelina, ¡tranquila cielo!, al principio pensaras que te han empalado, pero después no querrás que te la saque. Dice riendo a la vez que se agacho, hasta ponerse en cuclillas a nuestra derecha, agarrando mi pene se puso a chuparlo y darle lenguetazos en su glande. Adelina la miraba esperando que le dijera que tenía que hacer.
Pino se puso a la izquierda nuestra, dándole otro beso a Adelina durante un rato, acariciaba sus pechos y pellizcaba sus pezones, los cuales estaban de punta y muy duros.
Sabina hizo que mi pene se pusiera otra vez a cien, como un mástil de una gran bandera. La agarro bien por el medio con la derecha y con la izquierda, le puso la mano en la cadera a Adelina diciéndole: Baja despacio para meterla en tu vagina, pero no te sientas de repente que te puedes hacer daño, ya que te entrara hasta el alma, y tienes que prepararla primero, para que se acostumbre a su tamaño.
Guiada por Sabina y Pino, introdujo mi pene en su almeja, para ir bajando despacio, mientras ella se va acostumbrado a su grosor y tamaño. Metieron primero la cabeza, dejando salir un suspiro por parte de Adelina. Ohh … ohh … dice tragando saliva, pues se había olvidado hasta de tragar saliva.
Siguieron bajando poco a poco hacía la pelvis, pero esta vez Sabina le acariciaba el clítoris con dos dedos, para ayudarla a lubricarse y sintiera más placer, olvidándose de su tamaño. Pino mientras la besaba y le acariciaba los pechos.
Por mi parte la acariciaba las nalgas y la mantenía sujeta, para que no se fuera a caerse encima de mi pene y se lo clavara hasta el fondo, pudiéndose dañar.
Adelina miraba a ratos a mis ojos, y otras veces a lo que estaba haciendo Sabina y Pino, cuando me miraba sonreía con una carita de niña buena, como preguntándome si lo estaba haciendo bien, y como yo le sonreía, enseguida ponía una cara de felicidad y gozo, pues se notaba que lo estaba pasando bien y que no le dolía nada, de lo que estaba haciendo.
Se había introducido ya tres cuartas partes de el, y se le veía subir los colores de lo sofocada que estaba. Madre miaaa … tienes razón Sabina, parece que me están abriendo en dos. Los cuatro reímos.
Al final llego al tope, sentándose en mi pelvis, con los ojos cerrados trataba de relajarse y adaptarse a aquel monstruo, como ella lo llamaba.
¡Santa madre de diosss...! se notaba que tenía creencias religiosas, pues cada momento lo daba a entender.
¿Que te parece el aparatito ese? Le pregunta Sabina sonriendo.
Ufff... si me lo hubieran dicho, no me lo creería, acostumbrada a ver solamente la de mi marido, que es casi la mitad de esta.
Todos reímos, pues nos imaginábamos a Adelina si alguien le decía todo lo que se podía hacer con un pene, y el tamaño de este.
Una vez que paso un rato y su vagina se adapto a su tamaño y grosor, mi hermana le dijo que empezara a cabalgar, como si estuviera subida encima de un caballo, subiéndose y bajando al ritmo que quisiera cabalgar, ya sea al trote, al galope o al paso, según la velocidad que quieras ir y la postura de su cuerpo, para indicarle al caballo, el ritmo que quiere llevar.
Al principio comenzó con un poco de miedo e iba despacio, pero Sabina le dio una palmada en las nalgas diciendo: Más velocidad a ese caballo, echándose a reír. Aquello envalentono a Adelina, que comenzó a tomar más confianza y ganando velocidad en su ritmo. Siii... no deseo que se acabeee... chillaba como una loca, Ahh … más fuerteee...
Nuestras carcajadas eran muy sonoras, diciéndole Pino: Venga Adelina animooo … dale fuerte a ese caballo, que te lleve a la gloria. Siii... siii... gritaba ella. Correee caballitoooo … comenzó a decir mientras saltaba encima de mí, como si le hubieran puesto debajo de ella un cable eléctrico que la hacía saltar, según ponía sus nalgas en mi pelvis.
Nosotros reíamos, inclusive me salían unas lagrimas de tanto reírme, viendo a aquella mujer convertida en amazona.
Para hacer que llegara antes, comencé a empujarla con fuertes golpes de mi cintura hacía arriba, cuando llegaba a mi pelvis, haciendo que gritara y dijera más disparates con relación a mí persona pero como si fuera un caballo. Aquello de cabalgar se lo tomo muy en serio, según pudimos disfrutar y observar los tres.
Al cabo de pocos minutos soltaba exclamaciones, en grandes cantidades y con más fuerza. ¡Siii... yaaa... siii …! ¡Me voyyyy … ! diciendo esto callo encima de mí como si le hubiera dado un rallo en el cuerpo, y la hubiese matado. Nos quedamos mirándonos unos a otros asombrados, al ver lo sucedido, viéndola encima de mí que no daba señales de vida.
Muy agradecido estamos a todos por la paciencia que han tenido al esperar la publicación del episodio anterior y este, dándole las gracias a todos los que nos han votado y comentado que les han gustado, eso para nosotros nos da más animo a seguir, pues sabemos que tenemos unos seguidores de nuestros relatos e historia. Gracias de nuevo.