Mi familia numerosa 14

Despues de conocer el amor completo y la entrega de ambos, llega nuestro cumpleaños y unos regalos fuera de lo normal.

Primero que nada, queremos darles las gracias por los apoyos y los e-mail recibidos, aunque la mayoría nos entiende lo ocurrido, y después de haber hablado con nuestra familia, hemos decidido contar la historia, si sacar las personas que no lo desean o quieren seguir en ese anónimo, además de sentirse invadidos en su intimidad. Para ello, hemos preparado unos episodios o mejor dicho estamos preparando, para que todos podamos ser felices y cada uno con su tema. Los lectores, que puedan seguir nuestra relación, aunque no tan gráficamente y con todos, sino de forma más particular en aquellas personas que quieren seguir, pero poniéndoles otros nombres, menos a esas personas que adoramos y nos sentimos muy unidas a ellas, desde un principio, a las cuales me imagino que ya sabréis quienes son, pero si hubiera duda, según vayan saliendo los relatos, lo averiguareis.

Los episodios o relatos números 13 y fin y 13 B, son diferentes, así que los tenéis que leer sobre todo el 13 B que es continuación del 12. Gracias.

Mi familia numerosa 14

Me he entregado totalmente a ti, pues te lo mereces por lo maravilloso que eres, y porque te quiero muchoooo... pero sinceramente, al principio tenía pánico de ello, pero valió la pena, solo con verte la carita que tienes en estos momentos.

Los dos reímos, y nos tapamos nuestros cuerpos calientes con la manta, abrazándonos fuertemente, dándonos besos con una pasión y un amor muy grande. Habíamos tenido en esa noche, una entrega total del uno al otro, sacando nuestro amor, nuestra pasión y esa gran felicidad que nos embargo.

Nos quedamos dormidos abrazados, hasta al cabo de unas horas me despertó Sabina, dándome unos maravillosos besos.

Cessaerrr... despierta cielo. Me decía con cariño. Dándome besitos y caricias en mi cabeza, con una ternura asombrosa.

Me fui despertando, parecía que estaba en el cielo y tenía un ángel a mi lado. Fui abriendo los ojos, pensando en el amor que me demostraba, hasta que le fui correspondiendo a sus besos y caricias.

Oye te tienes que lavar, no seas que vayas a coger una infección al estar dentro de mi ano, me dijo en susurros en mi oído.

Si lo siento, no había pensado en ello, ¿que tal has descansado?

Muy bien cielo, y ya no me duele el ano, parece que el descanso y la lecha que me pusiste le sentó bien. Dándome otro beso en mis labios, se levanto en dirección al canal que pasaba por un lado del campamento. Me quede mirándola como se alejaba, el movimiento de sus caderas, el pelo que le brillaba y se movía muy sensual, con los giros de cabeza que estaba haciendo, sabiendo que yo la miraba.

Me levante corriendo detrás de ella, y llegando a su altura le di una torta en su nalga derecha.

Plasss... sonó muy escandalosa, y un grito se oye en la noche. Ayyy... malooo...

La abrace por la cintura y nos íbamos besando, según caminábamos a lavarnos.

Agarre un cubo que teníamos allí al lado, precisamente para recoger agua en el canal, y dando media vuelta se la tire a la cabeza, a la vez que ya ella corría para apartarse, sabiendo lo que le iba a hacer, pues el movimiento que hice y mi expresión de picardía, me descubrió enseguida. El agua estaba fresca, y le baño parte del cuerpo. Ahh... dijo chillando, que esta friaaaa... corriendo como una loca hacía la hoguera, la cual solamente tenía carbones encendido. Cessaerrr... te voy a matarrrr... me dice pegada a la hoguera y echándose una manta por encima.

Yo me reía tanto, que casi me dolía la mandíbula, al verla corriendo moviendo el culo y su melena. Recogí otro cubo de agua del canal, y me lo eche por encima, comenzando a saltar para entrar en calor, ufff diosss... que fría estaaa..., exclame.

Ahora era ella la que se reía, ¿que esta fría? Me dice con malicia, Ahora no te daré la manta, para que te fastidies por malo.

Cogí otro cubo lleno de agua, y me lo fui echando por mis genitales, mientras me limpiaba con la mano de todo pringue. Sabina, dejame un poco de jabón, que esta al lado de la mesa y la barbacoa.

Nooo..., no te lo mereces que te de nada, por bicho ruin. Me dice sacándome la lengua, y caminando hacía la barbacoa. Lo cogeré para mí, que lo necesito para lavarme, que me has llenado toda de leche, semen y flujos.

Al final hicimos las pases con un hermoso beso, y nos enjabonamos el uno al otro, mientras nos acariciábamos por todo sitio, con el rollo de poner y quitar el jabón.

Nos tumbamos en unas mantas limpias que saque, pues las otras estaban mojadas unas y la otra llena de todo tipo de líquidos, de cuando estuvimos haciendo el amor, tanto por delante como por detrás.

A la mañana recogimos todo, apagamos la hoguera, y sin desayunar nos montamos en Luna los dos como a la venida, y las cosas se pusieron otra vez todas juntas, en Viento. Estábamos muy a gusto, pues habíamos pasado una noche muy emocionante y pasional. Los perros enseguida se pusieron en marcha, delante de nosotros. Según trotábamos de regreso a casa, hablábamos en susurros, mientras Sabina, estaba abrazada a mi por la cintura, llevábamos solamente unas camisas de algodón blanca, en la parte superior, pudiendo notar en mi espalda sus pechos y pezones clavándose. En la parte inferior, unos pantalones vaqueros cortos y nuestras botas, y en la cabeza, el sombrero. La verdad que íbamos muy cómodos y contentos, pues habíamos hecho realidad, unas de nuestras ilusiones.

El viaje se hizo rápido, pues todos teníamos hambre, a parte que fuimos directo a la casa con los perros y los caballos, viéndonos Julia llegar, la jardinera, que estaba trabajando en aquel momento delante de la casa, cortando unas flores. Salio corriendo hacía la casa, como un rayo. Los perros al verla, salieron corriendo detrás de ella ladrando como locos. ¡Bleib! Les chille, quedándose quietos los dos. ¡Hier! Les dije señalando mi lateral, al cual vinieron rápidos, y se quedaron quietos a mi lado. ¡Platz! Al momento se echaron en la calzada, mirándome y esperando, alguna orden más. Mientras nosotros seguimos acercándonos a la puerta principal, quedándose ellos atrás. Ayude a Sabina a bajar de Luna, agarrando su mano y alargándola, para que pudiera llegar al suelo sin problema, saltando detrás de ella, haciéndome el hombrecito fuerte y ágil.

Ella rió y me dio la mano, yendo hacía la puerta los dos. Antes de llegar una marabunta de gente vinieron a saludarnos, todos riendo y hablando a la vez. Delante iba nuestra madre y Pino, dirigiendo la marcha, como dos generalas comenzaron a dar ordenes a todas. Nos quedamos sorprendidos por aquel recibimiento, cogieron las cosas de Viento, y entre ellas se la repartieron, mientras una se llevo los caballos al establo, y mi madre nos abrazaba con mucha fuerza y ternura. Como si hubiera pasado un año sin vernos, diciéndonos: ¡Mis mellizos! Dándonos un beso a cada uno, con mucho amor. Pino esperaba detrás de ella a que nos soltara, para ella también saludarnos con gran alboroto, dándonos un besos y un abrazo a cada uno. Mirándonos con una carita de alegría, pues solo con vernos lo contento que estábamos, ellas se ponían alegre. Cuando me beso y se abrazo a mí, me dice al oído en susurro: Ya eres un hombrecito, así que ahora tendrás que demostrármelo, me dice riendo y mordiéndome suavemente la oreja. Aquello me dejo sin respiración un momento, pues era una de las mujeres que más me gustaba.

Después de fue a Sabina y le dio otro beso y un fuerte abrazo, diciéndole también al oído: Felicidades cielo ya eres una mujercita, se te nota en tus ojos, que te delatan. Ella se puso roja y rió, mirando hacía mi.

Yo me reí, pues me imaginaba a Pino decirle alguna locura, como me había dicho a mi, por lo rojo que se le puso sus cachetes. Los tres volvimos a reír a carcajada limpia, llamando la atención de los que quedaban allí en aquel momento, sobre todo de nuestra madre, que hablaba con Lucia. Mirándonos y al ver nuestra alegría, sonrió muy contenta, pues se imaginaba también alguna broma de Pino, con lo ocurrido ayer. Nos prepararon un buen desayuno, el cual desapareció enseguida, mientras mi madre se hizo cargo de los perros, que iban todo el rato al lado de ella, como si fuera la jefa de la manada. Esto le gustaba a ella, se sentía super protegida con aquellas fieras.

Nos fuimos a nuestra habitación hablando con nuestra madre y Pino, detrás las dos fieras despacio, mirando a todo sitio por si tenían que defender a sus señores, de cualquier imprevisto.

¡Mamá! Nosotros nos vamos a quedar con los dos, señalando a los perros, pero aquí en casa, no en la perrera. Están muy bien educados y conocen la casa, además nos servirán mejor de guardianes.

Si ya lo había pensado, me siento mejor sabiendo que estáis mejor protegidos. Les haremos de todas formas unas casetas fuera, en la entrada de la casa. Para cuando vayan a clase, se queden ellos ahí y no molesten por la casa, mientras se hace los quehaceres de ella. Así que hoy mismo daré la orden, para que se haga. Bueno ahora os toca contarnos, lo que habéis hecho, nos dice sonriendo y mirando para Pino. A la vez que esta sonreía, y le picaba el ojo en sentido pícaro. Haciendo que nos riéramos todos, aquella mujer era tremenda, con solo una expresión nos hacía reír fácilmente, por eso era una de las cosas, que la queríamos tanto.

Les estuvimos contado todo, y ellas a nosotros, quedándonos sorprendidos, de que nos habían estado mirando, aunque no llegaron a vernos, como Sabina perdía su virginidad anal. Cosa que se quedaron sorprendidas, y nos estuvieron interrogando las dos, por si le había hecho daño. Al final después de varías horas de charla, llamaron para ir a comer, cosa que nos extraño, pues el tiempo se nos fue volando.

Aquel día descansamos, y estuvimos en nuestra habitación todo el rato, hablábamos y Sabina escribía, esa especie de diario que estaba haciendo, el cual nos ha servido para llevar un poco la historia en estos momentos, de lo que sucedió. A la noche volvimos a hacer el amor, mas relajados y cómodos, en la cama de Sabina. Disfrutamos mucho de aquel momento, quedándonos los dos al rato dormidos, abrazados.

Los días siguientes fueron rutinarios, clase, paseo con los perros por los alrededores de la casa, para que conocieran muy bien toda la zona. Nos gustaba jugar con ellos, eran muy obedientes, y buenos guardianes, pues una de las veces nos dieron un susto, cuando se pusieron en tensión y con el pelo engrifado, dándonos a entender que había algo cerca desconocido. ¡Fus! Les dije, poniéndose ambos al paso al lado nuestro, pero se les veía agitados.

Creo que hay algo que los tiene nervioso, le dije a Sabina.

Si, ya me di cuenta. ¿Que sera?

Ahora lo veremos, parece que esta cerca. La agarre de la mano, dándole apoyo, pues la veía muy nerviosa, aunque yo también lo estaba, pero quería dar a entender que no lo estaba, haciéndome el machito, al lado de su amor. Después de caminar unos veinte metros, pudimos ver a lo lejos algo que se movía en medio de los arbusto, nos espiaba, pero no quería acercarse al ver a los perros. Nos había oído jugando con nosotros, mientras le tirábamos palos para que corrieran a cogerlo. Nos fuimos acercando, los dos perros rujían, con el rabo tieso, preparados para atacar si se los indicaba. Llegamos a una cierta distancia, los perros estaban alterados.

¡Bleib! Les grite, y al momento se quedaron quietos a mi lado.

¿Quien esta ahí? Chille: Sale o le digo a los perros que vayan.

Al momento salió una chica, era más pequeña que nosotros, más o menos de la edad de las gemelas, de pelo rubio hasta la mitad de la cintura. Nos miraba con los ojos bien abiertos, se veía que tenía miedo a los perros, y estaba muy asustada.

Ven acercate, ellos no te harán nada, mientras yo no se los diga, le dije en tono más suave para no asustarla más de lo que ya estaba. No se porque, pero su cara me era conocida, por lo cual le pregunte a Sabina: ¿La conoces?

Nooo... que yo sepa, no la recuerdo, pero su cara me es familiar, pero no se porque.

Si, igual me pasa a mí. Le preguntare quien es. Al rato, la teníamos delante de nosotros, como a unos tres metros, que se paro mirando a los perros con terror. Mientras estos gruñían, y enseñaban los dientes, esperando la orden mía para ir a por ella, como buenos guardianes, al no conocer a aquella pequeña.

¿Quien eres, y que haces aquí? Le pregunte mirándole a la cara, y descubriendo unos ojos azules preciosos, como el cielo. Ella me miró y sonrió, diciendo: ¿Tu eres Cessaer?

Yo me quede alucinando, como aquella niña podría saber mi nombre.

Y tu ¿eres Sabina? Pregunte dirigiéndose a mi hermana.

Nos miramos extrañados, como diciéndonos, de donde ha salido esta y sabe nuestros nombres. Sí, somos nosotros, ¿como sabes nuestros nombres?

Mi madre me los dijo, y os conozco como si os hubiera visto muchas veces, pues sois iguales, como me ha dicho ella muchas veces.

Si pero ¿Quien es tu madre? Le pregunte intrigado.

Mercedes, vuestra profesora, nos dice riendo y contenta.

Ah... Mercedes, con razón me era familiar tu carita, pues te pareces a ella, pero en pequeña, ¿que haces aquí?

Vine con mi madre esta tarde, y me he ido a pasear, para conocer los jardines y los alrededores. Lo que pasa, es que me he separado mucho de la casa, sin darme cuenta, mirando unas mariposas, me fui detrás de ellas. ¿Esos son tus perros?

Si, son nuestros, pero no temas, ven acercate a nosotros tranquila sin temor, para que ellos te huelan, y te acepten como amiga nuestra.

Ella se acerco despacio, mirando a los perros y a mi, parándose a un metro de nosotros.

¿Como te llamas? Le dije. Mirando aquellos ojos celeste, grandes y bonitos.

Me llamo Judith.

Sabina me miró y dice sonriendo: Hola Judith, acercándose y dándole un beso. Has dejado a mi hermano impresionado con tus ojos.

Yo sentí como la cara se me ponía roja, y sonriendo me acerque a ella también, para darle un beso, y no se porque nos cruzamos las caras, si por el susto de ella al mirar Mushka, cuando se movió en dirección a ella, que nos dimos casi un beso en los labios, poniéndose ella roja, como una amapola y pidiendo perdón por lo ocurrido, agacho la cabeza avergonzada.

Nada tranquila, fue sin querer por ambos. Dice Sabina riéndose, al ver nuestras caras.

Mira Judith, este es Mushka mi perro, dije enseguida, para quitar hierro a la cosa, y no sentirme como un tonto. Me agache y lo agarre por el cuello con una mano, y con la otra le agarre la mano a ella, llevándosela a Mushka para que la oliera. Ella me miraba con los ojos abiertos, temiendo que aquel perro, le fuera a quitar la mano. Pero para sorpresa de ella, le paso la lengua por ella, haciéndole cosquilla. Sonrió sorprendida, y se agacho frente a mi, comenzando a acariciarlo como yo lo hacía. De repente salto sobre nosotros Nakua, dándole un susto de muerte a la pobre, pues no se lo esperaba, derribándole al suelo, y lambiándole todo la cara, ella empezó a reír después del susto, rodando con la perra y ensuciándose el traje que llevaba.

¡Bleib! Nakua, le dice Sabina autoritaria, a la vez que se acerca a ella, por si le había hecho daño. Cuidado que es muy bruta jugando, y sin querer te puede hacer daño, al ser tu tan pequeña.

Nooo... me ha hecho daño, me asusto eso si, pero ya se me paso. Me gustan vuestros perros, nos dice sonriendo y agachando la cabeza.

¿Quieres seguir con nosotros, dando una vuelta? Le pregunte mirándole aquellos ojos, que me atraían como el imán al hierro. Me gustan tus ojos Judith, le dije mirándola, y viendo como se ponía roja de nuevo.

Y los tuyos me gustan mucho a mí, me contesto tímidamente, pero sonriendo.

Sabina se nos quedo mirando, y frunciendo el ceño, con mala cara.

Ella entonces le dijo: Los tuyos también me gustan mucho Sabina, los tenéis iguales.

Entonces Sabina ya sonrió, eso de que le dijera que los tenía bonito e iguales a mi, le gusto mucho que se lo dijera. Ya parecía un pavo cortejando a la hembra, pero en este caso lo hacía cortejando al macho. Yo la mire y sonreí, pues veía que como siguiera así, le iba a decir alguna burrada a la pequeña inocente. Aquel día fue cuando conocimos, a una de nuestras mejores amigas, además de lo importante que era, la seguridad de los perros, pues nos habían advertido, de la persona extraña.

El viernes por la noche, habíamos quedado en hacer una fiesta, para celebrar nuestro cumpleaños numero 13.

Mi madre quería hacer una fiesta por todo lo alto, pues había sucedido muchas cosas significativas en nuestras vidas, por eso decidió que tendríamos una gran fiesta.

Encargo muchas cosas, e invito a mucha gente, como siempre que había algún acontecimiento importante. Mi padre le regaño, diciéndole que nos iba a costar una fortuna aquella fiesta, como siguiera así. Pero ella le dijo que no había problema, que había estado ahorrando para ello, además que ella no podía de dejar de darle una gran fiesta, a sus mellizos. Mi padre enseguida vio que ella se revolcó rápidamente, como una tigresa, para defender a sus cachorros preferidos, pues el lo sabía bien, y siempre que era algo nuestro, sabía que se tenía que callar, que en eso mandaba ella y no se le podía llevar la contraria, si uno no quería salir mal parado.

El jueves nos acostamos contentos, pues sabíamos que al día siguiente, sería nuestro día. Nos acostamos en mi cama, abrazados y dándonos besos, queríamos dormirnos pronto, para levantarnos temprano y aprovechar el día. Estuvimos comentando, cuales serían nuestros regalos este año. Siempre de nuestra madre era un buen regalo, y cada año era mejor. ¿Que nos regalaran, tienes alguna idea? Le pregunte a Sabina.

No la verdad que no he visto nada, ni he podido sacarle nada a Pino.

Bueno a dormir ya, para levantarnos temprano y mirar que sorpresas tenemos.

Muy temprano nos despertaron los ruidos de gente en el pasillo, y al poco nos tocan en la puerta.

Toc... toc... ¿Se puede pasar? oímos decir Pino. Los dos nos quedamos sorprendidos, mirándonos uno a otro. ¡Pasa! Le chille, a la vez que nos levantábamos para ponernos algo, pues teníamos por costumbre dormir desnudos.

Pino entro y se nos quedo mirándonos. Eh... tenéis que vestiros, que vienen a traerles unos regalos, unos señores. Nos dice riendo y nosotros mirándola a ella extrañados, ¿pero tan temprano? Le dije.

Venga a callarse y a vestirse rápido. Nos dice acercándose a nosotros, y dándonos una nalgada a cada uno. Cogimos ropa y nos fuimos al baño a ducharnos, diciéndole a Pino, mientras pueden entrar y dejar los regalos que enseguida salimos.

De acuerdo, pero no vale venir si oyen ruidos, yo os aviso cuando podáis salir del baño, así que bañarse tranquilos y sin prisa, pues ellos tardan un poco.

Nos extraño tanto secreto, pero era normal eso en esta familia con los regalos. ¿De quien es el regalo? Le pregunto Sabina a Pino.

Es de vuestra madre, que luego cuando terminen ellos, la tengo que llamar para que salgáis cuando este preparado.

Nos metimos en la bañera los dos juntos, ¿Que sera la sorpresa? Me pregunta Sabina.

No lo se, pero algo grande tiene que ser, para que vengan varias personas a instalarlo, según le entendí a Pino, pero no tengo ni idea. Venga enjabonémonos el uno al otro, para celebrar nuestros cumples juntos, lo que esperamos a que Pino nos llame.

Estuvimos un buen rato jugando en el agua, con caricias, besos, abrazos, … e inclusive nos masturbamos juntos, para descargar las tensiones que teníamos, entre risas y bromas, fuimos creando ese momento divertido y provocado a la vez, por las circunstancias y la espontaneidad de los dos, para llevarlo acabo. Que dando los dos muy a gusto, tumbados en la bañera, estando Sabina apoyada en mi pecho y yo abrazándola por detrás, acariciándole los pechos.

Al poco apareció Pino. ¡eh... arriba, dejar ya el agua, que os esperan fuera.

Los dos nos levantamos, quitándonos todo los restos de jabón, que tuviéramos por el cuerpo. Nos secamos con unas toallas que nos paso Pino, vistiéndonos rápidamente. Esta vez nos colocamos unos polos rojo, y pantalones cortos blancos de algodón, no nos pusimos ropa interior para acabar antes.

Al salir del baño cogidos de la mano, como buenos hermanos, compañeros y amantes, nos encontramos que nuestras camas de cuerpo y medio, habían desaparecido, quedando en su lugar dos camas grandes de metro y medio, con sus mesitas de noche correspondiente, muy bonitas de madera, haciendo juego entre ellas y las puertas y ventanas. Además las habían vestido con colchones altos y unos edredones muy bonitos, haciendo juego con las cortinas, que eran de color celeste con dibujos blancos. Nos quedamos asombrados mirando todo, era precioso, todo bien conjuntado. Al poco de nuestro asombro, pudimos apreciar que detrás nuestra salia mama, dando giros como si fuera una bailarina de ballet. Nos quedamos mirándola hipnotizados, estaba bailando en medio de la sala, con un vestido muy corto, transparente, como la tela de las cortinas, que eran celeste con dibujos blancos, haciendo juego con ellas y los edredones, nos hizo gracia y nos reímos, tenía que haberlo encargado que se lo hicieran, pues no era normal. Al ver que estábamos mirándola atentamente, se dio más vueltas completa, mientras el vestido se levantaba con los giros, pues era amplio en la parte baja, así la podíamos contemplar bien a gusto, pues no llevaba nada debajo, y en cada giro más rápido el vestido se subía más, pudiendo contemplar sus bonitas nalgas, su pubis muy bien cuidado, y el largo de sus piernas bien bronceadas, como todo su cuerpo. Por la parte superior, era muy escotado, tenía forma de V muy grande, legándole hasta el ombligo, y mostrando la mitad de sus dos pechos, se les veía excitados, con los pezones grandes, que destacaban muy bien en la transparencia de la tela, esta se quedaba parada en los pezones, como si fuera este el tope de su abertura. Estaba preciosa, parecía un hada madrina, salida de un cuento pero muy sexy, jajaaa. Su espalda estaba descubierta, mostrando su bronceado y el contraste con su prenda, no sabíamos como se le podía mantener encima sin que se cayera, con tan poca tela, nos hacía gracia, pero estaba radiante, teníamos una madre preciosa, se nos caía la baba con ella.

Se paro en medio de la habitación, mirando para nosotros, y nos dice: ¿Os ha gustado el regalo de vuestra madre? Así podéis estar más cómodo, ya sea en la cama de uno, o en la del otro.

¡Gracias mama! Le decimos los dos a la vez, yendo hacía el medio donde estaba ella, para darle un beso en la boca cada uno, y abrazándonos los tres muy estrechamente.

Pero ahí no acaban los regalos, nos dice sonriendo.

Nos quedamos mirándola, esperando que nos dijera algo más, del otro regalo o los otros, pues con ella nunca se sabía.

Ahora toca el siguiente regalo, y nos coge de la mano llevándonos a la cama, que estaba en el lugar, donde anteriormente se encontraba la miá, dando a entender que esta era mi nueva cama.

Nos tumbo en ella uno al lado del otro, y de pie se desprendió los dos tirantes finos del vestido, que lo sujetaba a los hombros, dejándolo caer al suelo y mostrándose totalmente desnuda

Su cuerpo bronceado destacaba, y la plenitud de su belleza, la verdad que era guapísima, su pelo suelto danzaba en su cabeza, cayendo por los hombros y espalda, se le notaba brillante, por alguna crema que se puso, dándole más volumen y brillo. Olía como a flores, pero todo el cuerpo, como un perfume embriagador. Sus pechos estaban preciosos, grandes y con los pezones como torres en ellos. Su sonrisa y como nos miraba, nos daba un gozo especial, nos sentíamos muy queridos. Se acerco a nosotros y se sentó en la cama, a mi lado, mi miraba a los ojos, con pasión, amor, … y todo lo que una persona quiere dar, a una persona muy querida.

Ahora quiero, que como ya os habéis entregado completamente el uno al otro, nos entreguemos también los tres, con amor y cariño, para que recordéis bien este cumpleaños, donde os ofrezco todo mi cuerpo completamente a ustedes, pues el amor siempre lo habéis tenido. Se metió en medio nuestro, y con cada mano nos fue acariciando a cada uno, despacio, con una delicadeza impresionante, a la vez que nos iba desnudando. Quitaba una pieza a uno y luego al otro, sentíamos en cada poro de nuestra piel, las yemas de sus dedos, como pasaban por ella. Nuestra madre estaba iniciando un juego sexual con nosotros, quería que por mi parte llegara a la penetración con ella, el acto completo del amor, quería sentir y que yo sintiera la pasión y el amor, los dos juntos en una entrega mutua. Por parte de mi hermana, quería sentir lo mismo con ella, llegar a un orgasmo mutuo entre las dos, sentir la pasión y la lujuria entre ellas, con una entrega completa.

Nuestra madre nos estuvo acariciando por un buen rato, teníamos la piel de gallina, por sus caricias y el deseo que estaba despertando entre nosotros. Mutuamente nos pusimos a acariciarnos entre los tres, sentíamos cada vez más esa pasión que se iba desencadenando. Nos besábamos unos a otros, nos abrazábamos. Nos habíamos puesto de rodillas en la cama sin darnos cuenta, para podernos mover más libremente entre nosotros.

Sabina, ¿me permites que comience con tu hermano mas íntimamente a acariciarnos, y tener una penetración completa con el por favor? Y luego te prometo que me pondré contigo y te haré sentir junto con tu hermano, la mujer más feliz de la tierra en ese momento.

Si mama, tienes que comenzar con uno, y Cessaer se lo merece mejor que nadie, además que yo también quisiera así y te ayudare en darle ese placer, le dice Sabina tiernamente y mirándola a los ojos, con una sonrisa preciosa.

Mi madre se puso a mi izquierda y mi hermana a mi derecha, y con las manos me empujo suavemente, a tumbarme en el edredón. Se sentó encima de mí pelvis, con las rodillas en la cama, pero sin penetración, apoyado sus labios vaginales encima de mi pene, el cual ya se estaba despertando con gran interés, subiendo de tamaño y grosor. Con mis manos le acariciaba sus pechos, jugando con sus pezones, y acariciándolos con gusto, pues era bien grandes y hermosos, su talla 100 me encantaba. Ella movía sus caderas encima de mi, hacía adelante y atrás, como si me estuviera cogiendo, pero lo que realmente estaba haciendo, era masturbándome el pene a lo largo de el. Mi hermana a mi lado, me acariciaba el pecho y me daba besos en mis tetillas, pasándome la lengua y diciéndome palabras dulces. ¡Te quierooo...! ¡Eres un tesoro y te tengo que guardar con cariño!

Mi madre también, me acariciaba mi ombligo y el pecho, pero diciendo palabras más obscenas. ¡Ufff.. me estas mojando biennn... con esa estaca tan dulce! ¡Estas haciendo que mi clítoris salga, buscando tu glande con ansias!

Mire hacía su rajita, viendo como se restregaba con mi pene. Aquello hizo que mi deseo por poseerla subiera más, tenía ganas de tenerla enterrada dentro de ella, de hacerle el amor. Sentir su pasión, su cariño, esa ternura que siempre nos daba. Sus ojos le brillaban, desprendían amor y deseo.

Veía con su movimiento de vaivén sobre mi pene, como sus pechos subían y bajaban, siguiendo el ritmo de su dueña. La lujuria que desprendía era muy grande, me gustaba mucho lo que me estaba haciendo, y mi pene estaba gozando con su plenitud.

Sabina, le llamo mi madre, súbete a la cara de Cessaer, para que te coma tu rajita y así puedas disfrutar a la vez que nosotros.

Sabina abrió los ojos con deseo, y rápidamente se puso de rodillas con las piernas abiertas en mi cara, enseñándome todo su conejito, del cual ya comenzaba a salir flujos, por la excitación del momento. Ellas se acariciaban, se besaban, demostrándose todo ese amor que desprendían.

Mientras por mi parte, me puse con mi lengua y mis manos a acariciar a Sabina, le pasaba las manos por sus nalgas, con la lengua y los labios, le comía su almeja, ella comenzó a resoplar, sus labios se le fueron hinchado, su vagina echaba mas flujos, su clítoris asomaba cada vez más. El espectáculo que estaba viendo era sublime, pasional, comenzando a mover sus caderas, en algunos momentos bajaba su cuerpo y se enterraba mi lengua tanto en su clítoris, como en su vagina, dejándome medio asfixiado, teniendo con las manos levantarla un poco, para que me dejara respirar.

Mi madre agarró mi pene con una mano, mientras con la otra se abrió sus labios, para dejar su hueco libre y podérsela introducir dentro. Fui notando como entraba en ella despacio, poco a poco, quería que conociera bien su interior, que lo fuera descubriendo en mi avance. Notaba sus paredes calientes, y mi glande como iba entrando cada vez más, abriendo su vagina, la cual se adaptaba como un guante a los dedos.

Ufff... diosss... que rica estaba, que gusto me estaba dando mi madre, con aquella penetración, que cada vez la sentía con más intensidad. Mi pene estaba al máximo de su tamaño, y parecía que quería crecer más, para llegar más adentro de ella. Era una pasada las sensaciones que tenía, y lo bien que lo estaba gozando.

Sabina, noto la euforia en mi, pues me puse a chuparle con más intensidad su clítoris, llevándola a unos límites insospechado por su parte. Siii... Cessaerrrr... mássss... diosss.... que ricooo me lo chupas...

Mi madre reía al ver las expresiones de Sabina, mientras se mordía los labios, pues ella también estaba disfrutando como una condenada. Notamos cuando llego al fondo mi pene, y los movimientos que comenzó a hacer mi madre con sus caderas, además de trincar con su vagina mi pene, lo estrujaba como si me estuviera ordeñando. Era una sensación muy rica, estaba demasiado excitado, y si seguía así, entre mi madre y mi hermana, me iban a llevar a la gloría rápidamente.

Sabina comenzó a temblar, vibraba como si fuera un vibrador gigante. Me voyyy... grito de repente, moviéndose cada vez más rápido, y soltando un grito agudo: Siiiiiii... ahhh..., sus palpitaciones eran impresionantes, se pellizcaba sus pezones y se estrujaba sus pechos, hundiéndose cada vez más fuerte en mi cara, no dejándome respirar, teniendo que hacer un gran esfuerzo para con las manos en sus nalgas tratar de levantarla y poder coger aire.

Mi madre al observar mis apuros, rió y alargando sus brazos, abrazo a Sabina y la atrajo hacía ella besándola, y levantándola un poco de mi cara. Le comía su boca, y ella se entregaba con ansia, dejándose llevar por el placer que estaba sintiendo.

Por mi parte, al poder respirar mejor, me concentre más en copular con mi madre, sentir sus movimientos, sus caricias con su vagina en mi pene. Era una sensación indescriptible, pero que me llevaba a unos limites impresionantes. Notaba cada vez más, como me llevaba más a ese orgasmo, que deseaba con gran intensidad.

Mi madre al darse cuenta que estaba a punto de venirme, me comenzó a cabalgar más rápida, mientras mi hermana se bajaba de mi cara, y colocándose al lado de mi cabeza, se puso a besarme con pasión y amor, comiéndome los labios y la boca, para llevarme a un mejor orgasmo. Sus manos me acariciaba, y dejando mi boca fue hacía donde estaba mi madre, con una mano acariciaba el clítoris de mi madre, y con la otra me acariciaba mis testículos. Eso hizo que nuestra intensidad subiera más, y nuestro ritmo se incrementara. Sudábamos gran cantidad, pues el ejercicio que estábamos haciendo era fuerte, muy intenso.

Los dos comenzamos a temblar, y saltar hacia el otro, para llegar a una penetración mayor. Yo arquee mi cuerpo en un arco, tratando de introducir mi pene lo máximo posible en el interior de ella, sentía como me venía y me inundaba ese placer de un orgasmo intenso, descargando en su interior chorros de semen, con el cuerpo rígido por la tensión de ello, llegando a sentir un inmenso placer, disfrutando de esa sensación, y sintiendo como todo mi cuerpo se unió para llegar. Siiii.... me voyyyyyy... ahhhhhhh...

Mi madre notando mis convulsiones, mi movimiento tratando de arquearme y de entrar el máximo posible en ella, sintió una oleada dentro de ella, tanto de gozo como de ternura, al ver como había logrado que su hijo, tuviera un orgasmo muy fuerte. Ella comenzó a llegar a ese clima, subiendo su intensidad, sus movimientos eran cada vez más fuertes, su lujuria y calor era intenso, sintió como le llegaba ese orgasmo, fuerte, poderoso, intenso, con unas convulsiones como hacía tiempo que no las tenía, una intensidad muy fuerte, más fuerte que muchas de esas veces que llegaba, olvidándose de todo el mundo y sintiendo la intensidad tan grande que desprendía todo su cuerpo, entregándose completamente a un orgasmo fuera de lo normal en intensidad y fuerza. Fue casi simultaneo a su hijo, eso la lleno más de gozo, disfrutando con ello.

Nos quedamos mirándonos los tres, sonriendo, habíamos logrado una penetración entre los tres, indescriptible, una pasión única y completa, un gozo que parecía que estaban en la gloria. Nos besamos y abrazamos con ternura, pues el amor que desprendíamos era de tal pasión, que nos asustaba del gozo que nos producía.

¿Os ha gustado mi otro regalo? Nos dice riendo.

Ufff... mamaaa... ha sido fantasticoooo... le dije, a la vez que le di un fuerte beso en sus labios.

Mama, dice Sabina, me gusto mucho tus caricias, y sobre todo la comida de coño que me dio Cessaer, me llevo a las nubes. Ha sido un comienzo de día extraordinario, graciassss... Dándole un beso también en sus labios, y otro a mi, con una mirada llena de pasión y amor.

Con esto terminamos este capítulo, y saber que sera del agrado de ustedes, y perdonen que no pudiéramos hablar más de la fiesta, pues entran algunas personas, que no quieren que los pongamos. También agradecemos a todas esas personas que nos apoyan, nos dan ánimos, y nos escribe pidiendo que continuemos con ella, aunque no sea como anteriormente, describiendo a toda la familia.

Cessaerd@yahoo.es