Mi familia numerosa 12

Mi hermana Sabina y yo, hemos compartido nuestra virginidad mutuamente. Hacemos el amor, ya plenamente conscientes y disfrutando de el, teniendo una cena especial, un dormir calentito, y un despertar más caliente.

Mi hermana Sabina y yo, hemos compartido nuestra virginidad mutuamente. Hacemos el amor, ya plenamente conscientes y disfrutando de el, teniendo una cena especial, un dormir calentito, y un despertar más caliente.

Mi familia numerosa 12

Te quiero mucho... se decían los dos mutuamente, mientras se besaban con pasión y amor.

Ha sido maravilloso, Cessaer. No pensé que fuera a tener ese placer tan grande, fue increíble.

Si, a mí me paso lo mismo, nunca pensé que fuera de esa forma tan fuerte, tan intensa, parecía que estaba en otro mundo. Sentía cada palpitación tuya, cada gozo, … todo parecía una sensación increíble.

Se volvieron a dar un beso muy tierno, cargado de amor, mientras sus ojos se miraban y se susurraban palabras bonitas, llenas de cariño y afecto.

Uno al lado del otro, se miraban con ternura, en sus ojos se veían ese amor y esa pasión que en esos momentos sentían cada uno. Estuvieron un buen rato abrazados, enlazados.

Sabina, sabes que para mí, eres la persona que más quiero en esto mundo. Dándole un beso en los labios, y acariciando su pecho derecho, el cual estaba en punta con su pezón como bandera.

Lo se mi amor, me dice ella, es mutuo ese querer, que nos llena con esta pasión y este amor que tenemos el uno al otro. No podría vivir sin estar a tu lado, me faltaría algo. Eres como mi alma, que necesita estar con el cuerpo, para vivir en este mundo.

Nos volvimos a besar cariñosamente el uno al otro, besábamos nuestros labios, nuestra cara, sentíamos el calor y la necesidad de ambos de estar juntos.

Era un momento feliz de nuestras vidas, nos habíamos entregado mutuamente, sentíamos ese amor en nuestros corazones.

Cessaer, quiero que hagamos el amor otra vez, y sentir mejor este momento, disfrutar de nuestros cuerpo plenamente, pues no tenemos que preocuparnos si nos hacemos daño, ya que los dos hemos roto esa virginidad que nos frenaba. Quiero sentirte en mi interior, quiero tenerte plenamente y ser consciente de nuestro amor, sin temor a nada, disfrutando el uno del otro, como algo más que dos enamorados, pues por lo menos eso yo siento por ti.

Yo también siento eso, además quiero que seas en estos momentos, la mujer más feliz del mundo. Quiero que sientas, todo el amor que siento por ti, trasmitirte mi pasión y la dulzura que siento en mi corazón.

Sabina puso su pierna izquierda sobre mis piernas, montándose encima mía, pegando su cuerpo completamente al mio. Mientras me basaba en la boca, comiéndome los labios y jugando con nuestras lenguas.

Quiero cabalgar sobre ti, a igual cuando lo hago con Luna cuando vamos al galope.

Dejo de besarme y se puso de rodillas, con cada pierna a un lado de mi cuerpo. Con su cuerpo levantado, agarro mi pene con su mano derecha, colocando mi glande en el medio de sus labios vaginales, los cuales estaban muy húmedos, saliéndole de vez en cuando, algunas gotas de su interior, de la mezcla de sus flujos y de semen, aunque la mayoría ya se había salido, bañándole toda la parte interior de sus muslos, pero no le importaba en esos momentos, nada le importaba realmente, solo quería sentirme en su interior, cabalgando ese galope, con el cual muchas veces lo había soñado deseándole con ansia.

Fue bajando despacio, sentimos cada cm como le iba entrando. Disfrutábamos de esa sensación, ya no sentíamos el dolor de la penetración, ahora sentíamos un placer indescriptible, nos subía como una corriente por nuestros cuerpos. Iba abriéndose paso poco a poco, no era tan estrecho como al principio que me costo que entrara, iba apretado pero no nos hacía daño.

Ahh... siii... que ricoooo... decía Sabina, mientras iba bajando su cuerpo sobre el mio.

Ohh... siii... que calienteee... y suave lo tienessss... es como la funda de una espada, que entra ajustada y sin tropiezos.

Ufff... me gusta esa espada como me atraviesa por dentro, la sientoooo... como si me fuera a llegar al estomago.

Al final se quedo sentada en mi pubis, disfrutábamos de aquel momento, de ese acoplamiento que habíamos hecho. Sentíamos cada uno, el calor que nos daba el otro.

Con las manos le fui acariciando sus pechos, le pellizcaba los pezones, sintiendo como ella disfrutaba. Con su vagina me apretaba el pene, para sentirse plenamente llena.

Comenzó a subir y bajar sobre mi polla, con movimientos de caderas la movía en su interior, yo la empujaba con mi pelvis, sintiendo las penetraciones profundas que nos proporcionábamos.

Cerro sus ojos, se le veía en su cara que estaba disfrutando, se mordía los labios, y abría la boca, como cogiendo resuello para cabalgar más rápido. Nuestros movimientos eran cada vez más acelerados, nuestra respiración más agitada.

Cessaerrrr... diosss... parece que me estas partiendo por dentro, tengo la sensación que me va a salir por la boca, como sigas empujando con tu pelvis de esa manera cuando yo bajo, pero me gusta muchooo... vengaaa... dame mássss... que estoy a puntooo...

Yo tambiénnnn... me voyyyy... siiii... subí mi pelvis arqueando mi espalda quedándome quieto en esa postura, mientras mi polla soltaba chorros de semen hacía el interior de Sabina.

Siii... que ricoooo... me llegaaaa... Saltaba encima de mi, con convulsiones fuertes, como si le hubieran descargados mil voltios en su interior. Cayendo encima de mi pecho, suspiraba y gemía, su pecho subía y bajaba a un ritmo acelerado, buscaba mi boca como una loca, agarrándose a ella (boca) como si un salvavidas fuera. Me besaba con fuerza, como si me violara la boca, metiéndome la lengua y jugando con la miá, se retorcía como una serpiente, chupándome como una ventosa o una sanguijuela ansia de sangre.

Después de un rato se paro, tumbada sin fuerzas sobre mi pecho, eso si abrazada a mi con sus brazos y enlazando las piernas de ella con las mías, como temiendo a que me fuera a ir. Le mire su cara, se le veía serena y una sonrisa en sus labios, sus ojos brillaban y vi como unas pequeñas lagrimas caían en mi pecho.

¿Estas bien? Le pregunte un poco intrigado y asustado a la vez, pues no sabía ciertamente a que era debido. ¿Es que he visto, que tienes los ojos aguado con lagrimas y no se porque?

Ufff... Cessaer, estas lagrimitas son de felicidad, cada vez me gusta más estar contigo, me siento llena y completa en todo, en el amor, en el cariño, en la pasión, … en todo lo que pudiera pensar que une a una pareja y a unos hermanos, me pasa contigo. Por eso es tanta mi felicidad y gozo, que mis ojos han hecho una muestra de ello, dejándote ver estas lagrimas.

Me alegro mucho, en mi caso estoy igual que tu, sintiendo un gozo y una alegría en mi corazón. Se que estaremos juntos el mayor tiempo posible, como siempre hemos estado. Además ahora nuestro campo de disfrute mutuo, ha aumentado, abriendo otras puertas a nuestra pasión. Le dije, a la vez que le acariciaba su cabeza pasándole la mano y dándole besitos.

Gracias Cessaer, por haber esperado por mi, y hacer esta unión lo más maravilloso que nos ha pasado en nuestra vida. ¡Te quiero!

Yo también amor. Estuvimos abrazados unos minutos, gozando de aquel momento.

¡Sabina! Tengo hambre.

Ella se rió, y me dice: Yo también tengo mucha, debe de ser que este ejercicio especial me ha abierto el apetito. Soltando unas carcajadas los dos, y levantándonos, nos ayudamos el uno al otro. Estando de pie nos abrazamos tiernamente, dándonos un beso en los labios con mucha ternura.

Fuimos a la mesa donde estaba la comida en el interior de la cabaña. Íbamos cogidos de la mano y mirándonos cada momento a nuestros ojos. Ella apoyo su cabeza en mi hombro y se agarro a mi cintura, diciéndome: ¡Te quierooo... te quierooo...! Yo me reí pues la veía con esa expresión preciosa que me gustaba mucho, cada vez me sentía más atraída hacía ella. Cogimos el resto de la comida que teníamos allí, yéndonos de nuevo hacía la hoguera.

¡Isis!, ¿has visto el amor que desprende esos chicos?

Siii... la verdad que me asusta, la unión tan fuerte que tienen. Le dijo mi madre a Pino.

A mí me alegra mucho, y siento por ellos mucho cariño, es una cosa que no lo puedo evitar, sobre todo con Cessaer, pues tiene la virtud de hacerme sentir una pasión y un amor como nunca había pensado que me pudiera transmitir un chico de su edad, se deja querer y da todo de si.

Si eso me pasa a mí, aunque un poco diferente al ser su madre, pero cada vez que lo miro a los ojos, me vuelve loquita y no respondo de mí, si el quisiera comería en sus manos. Pero cuando los veo a los dos tan tiernos, con esas miradas que se dan, ese amor que desprenden, aiii... Pino, se me queda una cosa en el corazón, como si fuera una presión, que me hace suspirar y quererlos más.

Se acercaron las dos, dándose una comida de boca magistral, como ellas muy bien sabían.

Tenemos que irnos, y dejarlos solos en estos momentos que sigan con su pasión de amor, ya les hemos robado mucho de su intimidad. Le dice mi madre a Pino, aprovechando que se habían ido a la cabaña a buscar comida.

Retrocedieron hacía atrás, alejándose despacio y tratando de hacer el menor ruido posible, como si fueran dos panteras en la oscuridad de la noche.

Isis, mi madre, tranquilizo a los perros, y les dijo que se largaran, los cuales habían estado quietos, observando y oyendo, lo que hacían todos ellos.

Llegaron de nuevo a la hoguera, asustándose los dos, al ver aparecer de repente a los dos grandes perros, saltando de alegría hacía ellos.

¿Donde habéis estados? Les dije acariciando sus cabezas.

Estarían buscando su nido de amor como nosotros, rió Sabina.

No creo, Nakua no esta en celo todavía. Aunque sería simpático estar los cuatros en celo, le dije riendo, o mejor dicho los seis, nuestros caballos, nuestros perros y nosotros.

Alaaaa... tu lo que quieres es montar una orgía, me dice ella, dándome una palmada en el culo cariñosa.

¡Eh! Ya has cogido la manía de mama y Pino.

Ella exploto de la risa, agarrándose la barriga. ¿Que pasa yo no tengo derecho sobre ti también? Dice picaramente, poniendo sus manos en las caderas y mirándome a los ojos.

Tu tienes más derecho que nadie, en hacer lo que quieras conmigo.

¿Todo lo que yo quiera? Dice con una risita maliciosa, acercándose lentamente a mi.

Yo me reía, viendo su cara y sus gestos, según se iba acercando, dando la vuelta a la mesa, donde habíamos dejado las cosas para comer.

¡Quieta donde estas! Ahora es hora de comer, luego jugamos todo lo que tu quieras. Le dije poniendo mi mano derecha hacía ella, en señal de alto, y haciendo como un guardia parando un vehículo.

Ella rió. ¿Me tienes miedo?

Nooo... pero tengo hambre y esas expresiones tuyas las conozco muy bien, pues siempre acaban en lo mismo, revolcándonos y no es que no me guste, sino que tenemos mucho tiempo para ello, además necesitamos ambos recuperar fuerza.

Ella exploto de nuevo en risas, ¡Me tienes miedo! Dijo provocándome y sonriendo.

Con que esas tenemos, comencé a caminar girando la mesa en dirección a ella. Esta al verme comenzó a moverse también pero en dirección inversa a mi, alejándose y guardando la distancia con la mesa en medio, riéndose, tratando de que no la atrapara. Los dos reíamos, mirándonos a los ojos y jugando para ver si la podía capturar.

Los perros comenzaron a dar vuelta alrededor de la mesa, ladrando y jugando, por lo visto les había gustado nuestro juego.

Si me atrapas puedes hacer conmigo lo que quieras, me dice risueña y sacándome la lengua, en señal de burla.

¿Lo que yo quiera? ¿Segura? Le pregunte muy eufórico.

¡Siii... lo que quieras!, confirmo riéndose y corriendo más rápido, al ver que yo iba acortando la distancia entre ambos.

Los dos corríamos como locos, alrededor de la mesa, unas veces en una dirección y otras al revés. Estábamos riéndonos sin parar, por los esfuerzos de cada uno de mantener la distancia. Entonces me vino una idea a la cabeza, un poco descabellada. Consistía en saltar por encima de la mesa, atrapándola rápido antes de que se diera cuenta, en esos momentos que ella miraba hacía el suelo, para no tropezar. En el momento oportuno, salte con un buen impulso, agarrándole el brazo derecho y abalanzándome sobre ella.

¡Eh tramposo, eso no vale! Dijo riendo y tratando de soltarse de mi.

No dijiste ninguna regla de juego, así que es válido. Le dije riendo y atraiéndola hacía mi. Quedamos los dos pegados, con nuestros cuerpos sudorosos, la respiración agitada, nuestros ojos atrapados en la mirada de cada uno.

Sabina, te he atrapado así que soy dueño de ti por un momento, pero primero quisiera comer y que tu lo hicieras también, los dos juntos como pareja y hermanos a la vez. ¡Ven! Le dije agarrándola de la mano y llevándola a la manta que teníamos todavía en el suelo. Nos quedamos de pie en ella mirándonos, reflejábamos en nuestros ojos, el amor que sentíamos el uno por el otro, la pasión y el deseo que nos unía.

Siéntate aquí, pues quisiera ofrecerte como mi reina que eres, la cena que quiero compartir contigo. Le dije dándole un beso en los labios, y con la mano la empuje suavemente hacía el suelo, hasta que se quedo sentada encima de la manta, mirándome a los ojos fijamente, esperando que diera el siguiente paso.

Me fui a la mesa, recogí lo que habíamos llevado y me dirigí de nuevo a la manta, depositando en ella, todo lo que pude llevar. Volví a la mesa de nuevo, cogí una botella de zumo y los correspondientes vasos, dejándolos también al lado de la comida. Ella me seguía mirando atentamente, esperando que le dijera algo para moverse, pero no quería, le gustaba verme lo que hacía y le ofrecía, poniéndoselo delante de sus piernas, ella se había sentado en sus nalgas sobre la manta, recogiendo sus piernas y doblándolas, poniendo sus pies pegados a su muslo izquierdo, como la estatua de la Sirenita de Copenhague. Me quede mirándola, estaba preciosa, con esa sonrisa que me cautivaba, con esos ojos que me hacían caer en ellos, como si de un pozo se tratara.

Me senté yo también, pero sobre mis piernas delante de ella, veía sus ojos clavados en mí. Le sonreí y ella me devolvió esa sonrisa con creces, se le notaba más tranquila, su cuerpo más relajado. Aunque estábamos desnudos, nuestros cuerpos no notaban frió, por lo visto el calor que todavía llevábamos en el, nos guardaba del mismo.

Tome un san marcos entre mis dedos, y se lo acerque a su boca, ella sonrió y lo mordió, dejándose los labios manchados con nata. Estire mi cuerpo, llevando mis labios a los de ella, y pasándole la lengua se lo limpie. Ella rió traviesa, diciéndome: Mmmmmm... me ha gustado esa servilleta, tendré que mancharme un poco más. Acerco su mano a la mía, y la trajo hacía su boca, para volver a morder el san marcos, pero esta vez se lleno más, se ve que lo hizo con intención, le llego hasta la punta de la nariz, yo reí me hizo gracia verla de aquella forma.

Cessaerrrr... me pasas mi servilleta por favor. Me dice picaramente, abriendo los ojos un poco más de la cuenta, a la vez que sonreía, pero se veía en esa sonrisa que era traviesa, juguetona. Me acerque otra vez a sus labios, comenzando a comerme la nata que había dejado a su alrededor, le pasaba la lengua despacio, recreándome en aquel momento. Sonreíamos, pues sabíamos que estábamos jugando a la vez que comíamos. Nos gustaba hacerlo, y aquel momento, era apropiado para ello.

La deje bien limpia, sus labios, su barbilla, su nariz, todo lo que se había manchado. Ella había cerrado sus ojos, se ve que se había concentrado en como la limpiaba. Pare, y acerque el san marcos otra vez a su boca, pero ella al notarlo en sus labios, abrió los ojos y con la mano derecha agarró la mía, llevándomela a mi boca dando a entender que quería que yo mordiera, pero no dijo nada, solo sonreía. Cuando lo tuve delante de mis labios, ella rápidamente apretó su mano contra mi cara, llenándola a esta de san marcos, mis labios, mis cachetes, mi nariz, barbilla, había restregado a conciencia el dulce en mi cara.

Comenzó a reírse, al ver mi expresión y mi cara, parecía un payaso lleno de dulce. Saque mi lengua, y comencé a comerme lo que tenía en mis labios.

¡Eh eso no vale! Chillo. Me toca a mí hacer de servilleta, dijo riendo.

Como una loca se lanzo sobre mí, chupándome toda la cara, a la vez que se tragaba todo.

Mmmmm... esta riquísimo este san marcos que ha hecho Lucia, cada vez lo hace mejor. Dejándome la cara bien limpia de san marcos, pero llena de su saliva por todo sitio.

Así estuvimos todo el rato jugando con la comida, a la vez que cenábamos. Fue muy divertido y la comida, nos supo a gloria. Terminamos de cenar, recogiendo toda la basura en una bolsa, como siempre hacíamos cuando íbamos por allí, era una costumbre que nos había enseñado mi madre.

Acabados de recoger, nos tumbamos un rato en la manta, uno al lado de otro, mirando las estrellas y aquel cielo precioso. No vimos más estrellas pasar, pero las mirábamos diciendo sus nombres, como nos había enseñado Mercedes, la verdad que aquella mujer, tenía unos conocimientos de astrología fabuloso, le gustaba mirar el cielo con un telescopio que ella tenía, de esos caseros, pero muy bueno.

Hablando, la comida, el cansancio que teníamos del viaje, hacer el amor y el de correr, no os olvidéis, del maratón que hicimos dando vueltas alrededor de la mesa, pero bueno entre todo nos fue dejando con un rico sopor, que nos llevo a quedarnos dormidos abrazados uno a otro.

Pasado un tiempo desperté con un poco de frió, dándome cuenta que nos habíamos quedado dormidos en medio de la manta, pero sin taparnos con nada, solamente dándonos calor con nuestros cuerpos, y el de la hoguera que teníamos al lado, a la cual solo le quedaba las brazas encendidas, pues los troncos ya se habían quemados.

Me levante despacio, tratando de no despertar a Sabina, que dormía muy a gusto, pues es su cara tenía una sonrisa preciosa, se ve que lo que soñaba le gustaba. Los perros estaban tumbados también, a unos dos metros de nosotros, Nakua tenía su cabeza apoyada en el cuello de Mushka, me hizo gracia al verlos, pues se les veía feliz. Los dos levantaron sus cabezas, para ver que hacía, como diciéndose, a donde ira el loco este ahora, con lo gusto que se esta aquí tumbado. Bueno eso fue mi imaginación si fuera perro, jejeee...

Entre en la cabaña, sacando del ropero otra manta grande, echándomela sobre los hombros, y saliendo de nuevo, a medio camino, note que tenía ganas de mear, me fui hacía un lado y solté el chorro, quedándome más a gusto, que un marica con lombrices. Perdonando la expresión, de las personas de este genero.

Llegado a la manta de nuevo, vi que Sabina se había colocado en posición fetal por el frió, al no estar los dos juntos, dándonos ese calor que teníamos anteriormente. Abrí la manta y la coloque encima de Sabina, tapándole casi todo el cuerpo, menos la cara. Me tumbe a su lado pegándome a ella, colocando mi pubis en su culo, y mi pecho en su espalda. Inmediatamente su reacción fue pegarse más a mi cuerpo, quedándose en linea paralela a este. La pobre tenía su piel fría, temiendo que fuera a refriarse, la rodee con las manos, frotándome con ella para que entrara más en calor.

¡Nakua, Hier! le dije señalando el otro costado de Sabina. Esta vino corriendo, echándose a su lado. Sabina medía dormida, le puso la mano por encima, atraiéndola hacía su cuerpo, buscando el calor de la perra. Mushka se levanto despacio, quedándose mirándome a mi, esperando que le diera esa orden a el también.

¡Hier! Le dije sonriendo, poniendo mi mano a mi espalda, indicándole el sitio para tumbarse, una vez que estuvo a mi espalda de pie, le dije: Platz. Este al instante se tumbo a mi lado, notando enseguida su calor.

Nos volvimos a quedar dormidos, bueno yo más bien, pues Sabina seguía dormida. Pasado unas horas, note que Sabina se despertaba, despertándome a mi. Me quede mirándola en la oscuridad, con la pequeña luz del carbón y de las estrellas. Ella miraba a su alrededor, como diciendo que donde estaba, sintiéndose prisionera entre Nakua y yo. Giro su cuerpo, quedándose mirando a mis ojos.

Hola cielo, ¿has descansado bien?, le dije mostrando mi mejor sonrisa.

Ufff... ya lo creo, me quede dormida sin darme cuenta, pero las ganas de orinar me han despertado. Así que voy a descargar la vejiga, que la tengo muy llena. Ahh y perdona si te he despertado, no sabía donde estaba, pero me sentía muy calentita y bien a gusto. Me dio un beso en los labios, incorporándose inmediatamente y sintiendo el fresco de la noche en su piel, la cual se puso de gallina, y los pezones de punta. Estaba preciosa de aquella forma, me quede como un tonto mirándola, mientras la veía alejarse a una pequeña distancia, se puso en cuclillas y comenzó a soltar un buen chorro, mientras me miraba a los ojos, me saco la lengua y haciéndome una regañina.

Yo me reí al ver su expresión, e hice lo mismo. Entonces me mostró esa sonrisa suya, que era única, y siempre me dejaba embrujado.

No traje papel para secarme, me dice haciendo pucheros, ¿me dejas uno?

Nooo... ven así, que yo te limpio ahora.

Asíiii... mira que eres guarro, me dice riendo pero levantándose a la vez.

Me dio una risa escandalosa, por ver su cara y con la rapidez que se levanto.

¿Y ahora de que te ríes?, bicho ruin.

Mis risas se multiplicaron, mientras la veía como se acercaba, poniendo cara de niña buena. Me saco la lengua, alargando el morro de su boca y arrugando el contorno de sus ojos.

Jajajaaa... pareces una bruja así.

Alaaa... encima me llama bruja, me dice, haciendo el papel de que estaba enojada. Como actriz se hubiera llevado un oscar, con la cara que puso, la cual me dio más risa. Ella se pone las manos en las caderas, con los puños cerrados, y me dice en tono amenazador: ¡Ehh, que ya esta bien de reírte de mi, te voy a dar unos buenos cachetes, para que aprendas a respetar a una dama!

Para que fue aquello, la risa se triplico, y ya me dolía la barriga, llevándome las manos a ella. Sabina vino corriendo hacía mí, dejándose caer encima de mi pecho, mojándome un poco a este, de las gotas de orín que tenía en sus labios. Ya encontré mi papel, me dice riéndose y restregando su pelvis con mi pecho. Esto por guarro, por reírte de mi y porque me gusta restregarme contigo, me dice riendo ahora ella, a carcajada limpia. Se dejo caer hacía adelante, para unir nuestros labios, en un gran beso y una comida de boca.

Ven metete aquí, le dije tratando de abrir la manta, por debajo de mi pecho.

Noooo... que luego me empalas. Me dice mirándome a los ojos y sonriendo.

Pues mira por donde, me encantaría hacértelo. Le dije, poniendo una cara de travieso. Además gane eso de que te puedo hacer todo lo que yo quiera, pues te agarre antes corriendo.

Ella se quedo pensando, con el ceño fruncido. De acuerdo, tienes razón, pero cielo ten cuidado, que sabes que por ahí no ha entrado nada todavía, solamente sale cuando descomo, y no es lo mismo. Me dice muy seria y con un poquito de temor.

Estoy agradecido a todos, por los comentarios que me habéis hecho, sobre todo, dándome las felicitaciones por la serie, diciendo que os gusta. Eso me anima a seguiros contando, los principales momentos que significo mucho para nosotros.

Cessaerd@yahoo.es