Mi familia numerosa 10

Fuimos al manantial a caballo, teniendo al final una entrega mutua de ambos,amandonos como nunca lo habíamos hecho, mientras mi madre y Pino nos ven, entregandose las dos juntas al placer.

Pido disculpa, por el tamaño de la letra que salió en el relato anterior, aunque yo en el texto la tenía a 10, no se porque salió tan pequeña.

También le doy las gracias, a esos seguidores de la serie, que me animan a continuar y que les gustan lo que leen. Lamentos por otros, que no quieran sino leer sexo, pienso que un relato debe de haber de todo.

Mi familia numerosa 10

Según salimos de los establos preparados, nos dirigimos hacía las perreras, que estaban entre la entrada y la casa, para ver a Xitama (32), la veterinaria que se encargaba de ellos. Era una mujer muy dominante, de carácter fuerte, morena, de pelo negro corto y ojos oscuros, de estatura media (1,70) de cuerpo robusto, fuerte, pecho mediano y culo grande, muslos gruesos, y le teníamos miedo, su mirada asustaba, creo que por eso los perros le tenían mucho respeto y le hacían caso en todo. Antes de llegar los perros empezaron a ladrar, dando la alarma en toda la zona. La perrera como le decíamos nosotros, era un caserón grande de dos plantas, la parte de abajo estaba formada por muchos habitáculos, donde estaban los perros, los cuales estaban separados por razas, edades y sexo. Había una variedad bastante grande de razas, pero la mayoría eran perros grandes, de vigilancia, y se criaban y vendían para ello. Cuando llegamos a ella, ya nos esperaba Xitama fuera, pues había salido para ver quien se acercaba, pues no era habitual que fuera gente por allí, por temor a tanto perro grande. Ella sonrió y nos dio las buenas tardes, preguntándonos que queríamos.

Hola Xitama, le dijimos los dos.

Nuestra madre quiere que nos llevemos dos perros de guardia, para ir al manantial. Habíamos pensado en

Mushka y Nakua, pues los conocemos bien y nos hacen caso, y la gente temen a Mushka, cosa que me gusta, pues así nadie se mete con nosotros, le dije yo.

Xitama: si te entiendo, y me parece bien, es un buen animal que da respeto y te ha cogido cariño. Vamos adentro y vosotros mismo los sacáis, ya saben donde están. Dirigiéndose hacía el interior, por la puerta grande.

Los caballos estaban un poco nerviosos, por tanto perro ladrando, así que le dije a Sabina que se quedara con ellos, mientras yo iba a buscar a los perros. Entre en el edificio, y enseguida oí los ladridos de Mushka, que se ve que me reconoció al oírme hablar con Xitama.

¿Mushka, donde estas? Le dije para oírlo ladrar como un loco llamándome, mientras me acercaba a su habitáculo, que estaba situado por el centro del gran pasillo, lleno de puertas y rejas. Al llegar a su puerta, lo oí ladrando y empujando la puerta con sus grandes patas. Se le veía desesperado, por querer salir y saludarme, pues quería decir que se iba de paseo conmigo. Tranquilooo... le iba diciendo a la vez que iba corriendo el cerrojo de la puerta. ¡Bleib! Le di la orden tajante de quieto, como me había enseñado Xitama. Enseguida se produjo un silencio detrás de la puerta, pareciendo que no había perro allí. Abrí la puerta tranquilamente, y el me miraba con los ojos puestos en mi, y se puso como a llorar a la vez que movía su rabo, pero sin moverse del sitio. Me acerque a el y me arrodille a su lado, acariciándole el cuello y el lomo, el enseguida comenzó a lamerme toda la cara. ¡Hola campeón! Le dije con alegría, pues era un perro que me gustaba mucho, muy noble conmigo, y protector, no dejaba que nadie se acercaba a mi. Al principio tuvimos algunos problemas con el, cuando Sabina estaba conmigo, pero Xitama nos enseño para que nos respetara a los dos, y nos viera como sus dueños. A partir de ahí, no podían acercarse a ninguno de los dos, la única que podía era mi madre, no se como lo dominaba bien como Xitama.

Una vez que nos saludamos con alegría, fuimos a buscar a Nakua, pero por el camino nos encontramos a Xitama, que ya la traía en dirección a nosotros. Ella al verme salió corriendo y ladrando en nuestra dirección, pero Mushka inmediatamente se le puso delante y dio un ladrido fuerte, como diciendo quieta que es mi dueño, a lo cual ella freno su impulso y fue despacio hacía mi, sollozando con la cabeza baja y el rabo entre las piernas. Mushka dejala, y estirando las manos le dije: ¡hier!. Ella salto hacía adelante contenta, dándome lametones por toda mi cara, la cual ya la tenía llena de saliva por todo sitio. Le palmee su cuello, la cabeza y el lomo, diciéndole: Hola pequeña. Ella ladro como si me hubiera saludado, lo que nos hizo reír a los dos (Xitama y a mi).

Veo que te quieren cada vez más estos dos, me dice riendo. Las correas están en la entrada, donde siempre.

Hacía allí me fui caminando, seguidos por los dos, que se pusieron a jugar uno con el otro muy contentos.

En el armario de la entrada, estaban todas las correas debajo del nombre de cada uno, agarre las que correspondía a ellos dos y me las lleve en las manos, para colocarlas en Viento junto con todas las cosas.

Salimos todos al exterior, donde estaban Sabina y los caballos. Sabina se había bajado de Luna, para saludar a los perros, y no asustaran a los caballos si ella estaba subida. ¡Hier!, Nakua, Mushka. Chillo Sabina, alargando los brazos hacía ellos. Los dos salieron corriendo hacía ella, y alzando las patas delanteras la tiraron al suelo del impulso. Ella muerta de risa, callo de culo, mientras ellos la lamen por todo sitio entre los dos.

Xitama se empezó a reír a carcajada limpia, al ver a mi hermana por el suelo y aquellos dos dando vueltas alrededor de ella, jugando con ella, mientras esta se explotaba de la risa.

¡Bleib Mushka! ¡Bleib Nakua! Los dos se pararon inmediatamente mirándome, lo que aprovecho Sabina para levantarse llena de saliva también, por todo la cara y la ropa.

Madre míaaa.. dice Sabina, si me descuido me matan de tanto reírme.

Bueno vayámonos ya, que se nos va a hacer la noche por el camino. Le dije a mi hermana, a la vez que le daba un beso a Xitama, despidiéndome de ella. Sabina también se acerco a ella, y le dio otro beso, diciéndole hasta mañana.

Xitama llamo a los perros y les señalo con el dedo delante de ella ¡hier! Estos se pusieron delante de ella, como si estuvieran firmes pasando revista uno al lado del otro. Les comenzó a hablar como si les entendiera ellos lo que les decía. Cuidar a Cessaer y Sabina, y ser obedientes, a los que los perros respondieron con un aullido fino. Me hizo gracia, pues parecía que les estaban diciendo -si mi sargento-

Los caballos ya estaban más tranquilos, al reconocer a los dos perros. Nos colocamos al lado de la piedra grande, que teníamos puesta allí, precisamente para ayudar a los bajitos a subir a los caballos, si parábamos en la perrera. Subiéndome en esta, me monte yo primero en Luna y una vez colocado, le di la mano a Sabina para que montara. Le dijimos adiós con las manos a Xitama, mientras trotábamos en dirección al manantial, acompañados por los dos perros que corrían a nuestro lado jugando.

Estuvimos cabalgando un buen rato, momentos al trote y otros al paso, íbamos hablando tranquilamente de todo, me gustaba como sentía en mi espalda los pechos de Sabina, estos estaban duros, y cada vez más desarrollados. Ella me hablaba y otras veces me susurraba al oído, pues sabía que me gustaba mucho, haciéndome cosquillas y metiéndome la lengua en las orejas, cosa que a mí me producía escalofríos. Ella también estaba jugando conmigo, con las manos alrededor de la cintura, a veces las bajaba como con disimulo, y me la ponía encima de mi pene, pero la quitaba enseguida como diciendo que estoy haciendo. Yo me reía, y le decía mala. Ella se explotaba de risa, y me decía: ¿Porque?

Porque me estas calentando intencionadamente, y luego quitándome la mano.

¿Como así? Cogiéndome otra vez el pene, frotándomelo con caricias y luego quitando la mano.

Uff... mira que eres mala, ahora no te puedo acariciar yo a ti.

Ya me estas acariciando con tu espalda, aunque tu creas que no, y me tienes los pezones como garbanzos, del roce contigo.

Si, ya noto tus pechos detrás, pero me gustaría sentirlos en mi piel desnuda, así que todavía queda un rato para ello.

Bueno por que tu quieres cielo, podríamos desnudarnos de cintura para arriba, que todavía da el sol en nuestros cuerpos, y no hace frió, así con el movimiento del caballo tendríamos un aliciente más para nuestras caricias, y seguro que sentirías mejor en tu espalda, las caricias que me das con ella en mis pechos.

De acuerdo, le dije, a la vez que me iba despojando de la chaqueta vaquera y ella, hacía lo mismo. Según nos íbamos despojando de la ropa, notábamos el fresco y el sol en nuestra piel, la cual se iba calentando por los rayos y por nuestro roce.

Uff... Sabina, ahora si los noto clavándose en mi espalda, como si fueran puntas.

Ohh... Cessaer, que rico siento en mis pechos, el roce de tu espalda en mis pezones, mmmmm, diosss... que sensación tan rica, con el movimiento de la yegua.

“Sabina”, dije su nombre, con una pasión en mis palabras, sintiendo lujuria y calor en ellas.

¿Que Cessaer? Mmmm... Me pregunta ella, suspirando, se notaba que estaba muy excitada.

Por favor, se buena y acariciame, como tu sabes bien. Quiero sentir tu manos en mi cuerpo y en mi pene.

¿No te podrías caer? Me pregunta ella picaramente. Riéndonos los dos, ante esas palabras.

Los perros ladraron también, al oír nuestras risas, se les veía contentos a nuestro lado.

Sabina comenzó a pasarme sus dedos, por mi pecho, mi vientre, con caricias y movimientos lentos. Notaba la yema de sus dedos por mi piel, por cada poro que acariciaba. Era una sensación muy agradable, y parte de mi piel a su contacto, se me ponía de gallina. Cada vez me gustaba más sus caricias, y el sentir sus pechos con sus pezones en mi espalda, ella las movía, restregándose por mi espalda, a la vez del movimiento de la yegua, la cual iba al paso, para sentir mejor nuestras caricias y que los perros descansaran del trote.

Nos acercábamos al rió, para seguir el curso de el, hasta llegar al naciente. Paramos en la orilla, para que los animales bebieran, y descansaran un poco. Mientras yo me gire hacía atrás, y nos pusimos a besarnos con pasión, comiéndonos nuestras bocas, mordiéndonos los labios con ellos mismo, era un beso con lujuria, pasión y amor. Nuestras lenguas buscaban la boca del otro, danzaban un ritmo endiablado una con la otra, sentíamos cada vez más esa pasión, que nos estaba inundando. El abrazo que nos dábamos era cada vez más fuerte, sentíamos nuestros deseos a flor de piel, nuestros suspiros cada vez más fuertes, con susurro de nuestras bocas, ahh... ahh... mmmm... mmmm... estábamos en la gloria. Mi mano izquierda, acariciaba su pecho izquierdo, y la derecha su muslo izquierdo, pues por la postura no podía girar más, con el peligro de caernos. Ella acariciaba mi pecho con la izquierda, y con la derecha estrujaba mi pene, el cual cada vez estaba más grande y duro.

Sabina paremos, sino voy a manchar los pantalones, le dije suspirando y medio asfixiado por la falta de aire, del beso que nos estábamos dando.

Como tu quieras amor, esta tarde y noche es tu día, quiero que sientas toda mi pasión, por lo bien que te portas conmigo, por esa espera que haces que me sienta cada vez más unida a ti.

Gracias cielo, pongámonos la ropa, que ahora comienza a hacer más fresco al lado del rió, y el sol se esta poniendo. Nos pusimos la ropa, dándonos besitos en los labios. Le di un pequeño taconazo a Luna, dirigiéndola rió arriba. El descansó reanimo las fuerzas de los animales, que se pusieron al trote durante un pequeño rato, pues no quería cansar a los perros, los quería en forma, para la guardia de la noche.

Estuvimos cabalgando durante media hora más, cuando comenzamos a oír el ruido de la cola de agua, al caer al pequeño lago que tenía delante, y la proximidad de las pequeñas montañas que cerraban el valle. Cada vez había más árboles, y el camino se iba haciendo con más pendiente, se notaba que estábamos ascendiendo hacía el manantial. El rió era más estrecho, las aguas más rápidas, notándose el frescor en el aire.

Sabina había apoyada su cabeza en mi hombro derecho, abrazada a mí por la cintura, mientras iba cantando la canción de Eros, que nos gustaba mucho. Yo me puse a acompañarla en ella, y los perros se pusieron a ladrar y correr delante de nosotros, sabían que estaban cerca del final del viaje, pues conocían el camino muy bien. El sol ya se había puesto, el cielo dejaba ver un rojo cada vez más oscuro, comenzando a caer la oscuridad.

Después de quince minutos, llegamos al pequeño lago y la cola de agua. Los perros fueron corriendo a beber agua, mientras nosotros descendíamos de Luna, primero salte yo, y luego ayude a Sabina a desmontar. Desate a Viento de Luna, y descargue las cosas al lado del pequeño campamento que teníamos formado allí. Consistía en una mesa de madera grande, hecha de troncos, con varios bancos de madera a su alrededor. Una barbacoa de piedra con carbón. Un pequeño canal de agua que venía de la parte de la cola de agua y terminaba en el lago, pasando a un metro de la barbacoa, así no teníamos que desplazarnos al lago o al rió a buscar agua. Un agujero redondo al lado de la barbacoa, de unos 30 cm. de profundidad, y setenta cm de diámetro, rodeado de piedras, que se usaba para encender una hoguera en medio. A cinco metros, un corral de madera para dejar los caballos, donde tenían grano y agua para por la noche, pues durante el día los teníamos sueltos, para que ellos estuvieran a su antojo. A unos metros habían tres cabañas de madera, donde cabían bien seis personas en cada una, estas tenían una pequeña mesa con cuatro sillas, varios camastros con colchonetas, un armario, una ventana, chimenea y puerta.

Sabina fue colocando todas las cosas en la primera cabaña, los sacos de dormir en los camastros, la mochila de la comida en la mesa, … hasta que estuvo todo bien en orden. Mientras yo le quitaba los arneses a los caballos, la manta, … para que estuvieran cómodos, y los metí en el corral, donde se pusieron a comer y beber.

Los perros tenían sus casetas delante de las cabañas, si se les quería atar, cuando habían desconocidos, sino estaban sueltos, dormían en el suelo de las cabañas o en sus casetas, a gusto de ellos, pues a nosotros nos daba lo mismo, pero en la cabaña nos sentíamos más seguros y era lo que hacíamos generalmente.

Estos ya estaban corriendo de un lado para otro, oliendo todo a su alrededor, o caminando al lado nuestro cuando se cansaban de correr.

Encendí la chimenea de la cabaña, para que fuera calentando su interior, mientras Sabina iba abriendo los paquetes de la comida, mirando que tenían dentro, para saber que queríamos comer. Había unos bocadillos de tortilla española muy ricos, naranjas, plátanos, unas milhojas de turrón con merengue, un termo con sopa de pollo calentita, … una buena variedad de comida, se ve que Lucia se esmero en ponernos de todo.

Salimos fuera y encendí una hoguera en su sitio, para que diera buena luz, mientras hablábamos y comíamos algo. Me senté en uno de los bancos grandes en el extremo, mientras Sabina se tumbo en el, apoyando su cabeza en mis muslos.

Cessaer, quisiera por favor, que esta noche sea muy especial para nosotros. Quiero tener un acuerdo contigo, y me gustaría que tu estés conforme con el.

Sabes y antes lo hablamos, de que esta sería una noche de dialogo y amor, para sentar nuestras bases.

Yo le iba acariciando su cabeza, pasándole mi mano con delicadeza por su pelo. Los perros se habían echado al lado de mis pies, esperando que les diéramos de comer.

Sí lo se, me dijo ella, levantando los ojos y mirándome a la cara. Lo que te pido, viene en parte, por lo que dijo Mercedes y mama, de que yo estuviera preparada como mujer, para tener relaciones plenamente sin que me dañes y puedas romper mi virgo.

Lo de dañarte nunca sera un problema, pues no quisiera ni ahora ni nunca hacerte daño, te puede doler un poco con la primera penetración, es normal, como decía mama, pero estando bien lubricada y con cuidado, el daño o el dolor sera mínimo para ambos.

Sí ya lo he pensado, aunque le hemos dicho a nuestra madre y a Pino, que le dejaríamos presencial ese momento, pensándolo mejor, quiero que sea nuestro, y únicamente nuestro.

Estoy de acuerdo contigo amor, por ello quisiera en parte que esta fuera nuestra noche, si tu quieres y estas dispuesta a hacerlo.

Me gustaría mucho, entregarme a ti, y acoplarnos en esta primera vez, y creo que la noche es muy propicia para ello. Además no quiero que la joiaaa... de Assa, te siga fastidiando. Quiero ser tuya Cessaer, ya lo tengo decidido.

Gracias cielo, nos entregaremos ambos, y compartiremos nuestra primera vez. ¿Que prefieres comer primero, o que hagamos el amor y luego comer?

Comamos un poco, descansemos bien de nuestro viaje, y luego pongamos una manta aquí al lado de la hoguera, entregándonos el uno al otro. Le dije mirándola a los ojos.

Biennn... me parece estupendo, ¡te quiero mucho! Besándome la mano que tenía en su cara.

Vayamos a dentro, para mirar que queremos comer ahora, a la vez que la levantaba de mis muslos y dándole un beso en los labios.

Lo que íbamos caminando hacía la cabaña, los perros salieron corriendo hacía el pequeño lago.

Estos todavía tienen ganas de juegos, le dije a mi hermana riendo.

Nos agarramos por la cintura y las cabezas apoyadas una en la otra, nos metimos en la cabaña, en la cual, ya se notaba el calor de la chimenea. Al lado de la mesa, nos abrazamos muy estrechamente, besándonos con una gran pasión. Nuestras manos acariciaban nuestra espalda, sintiendo el calor debajo de nuestras ropas.

Esto no los contaron ellas al siguiente día, nuestra madre y Pino.

Venían despacio a caballo, los cuales los ataron a cierta distancia del campamento, para que no supiéramos que habían llegado, y así podernos observar sin que nos diéramos cuenta.

Veían la hoguera encendida y a nosotros tumbados en el banco, bueno yo sentado y Sabina tumbada. Temían por los perros, no las fueran a delatar, por ello estaban a cierta distancia, pero no podían oír bien, ni vernos con más detalle, así que decidieron acercarse un poco más colocándose en medio de los pequeños arbustos, que rodeaban el campamento.

Estaban muy nerviosas las dos, pues nos habían prometido que no se acercarían a nosotros, que queríamos tener nuestra intimidad. Se fueron acercando despacio, tratando de hacer el menor ruido posible, para no delatarse. Cuando vieron que nos levantábamos, quedándose quietas pues no sabían si las habíamos descubierto. La tensión del momento era grande, mirándonos esperando que hacíamos. Cuando se fijaron que nos íbamos en dirección a la cabaña, pero los perros venían en su dirección. Mi madre cuando los tuvo más cerca, les ordeno con autoridad: ¡Bleib! Quedándose los dos quietos, esperando otra orden de nuestra madre. Mi madre espero que entráramos en la cabaña, para luego decirles:¡Hier! Señalando con su dedo indice delante de ella. Los dos se movieron rápido, poniéndose delante de nuestra madre esperando que ella les comunicara algo más.

Ella se acerco a ellos y los acaricio, a la vez que ellos le lamían sus manos. Se los llevo a unos tres metros más atrás del campamento y les ordeno: Platz, que quiere decir que se eche o tumbate. Dejándolos allí tranquilamente, mientras ella iba otra vez hacía donde estaba Pino. La cual estaba tumbada en la hierba, sobre una manta grande de doble cuerpo, que había traído. Estaban pegadas casi al campamento, a unos pocos pasos de los bancos, desde donde se podía ver y oír bien.

Sabina agarró los bocadillos de tortilla española y zumos. Yo, una manta grande, unos cojines del armario, servilletas, una bolsa de basura y dos linternas. Dirigiéndonos de nuevo al centro del campamento, que era donde estaba la hoguera. Íbamos contentos e ilusionados, Sabina delante y yo detrás, mirándole el hermoso culete que estaba desarrollando. El pelo lo llevaba suelto, pues habíamos dejados los sombreros colgados en un perchero, que había detrás de la puerta. Ella como sabia que la miraba, comenzó a mover las caderas exageradamente, mientras reía, ¿tienes buena vista? me pregunta picaramente.

Siiii... ya lo creooo... riéndome yo también. Dentro de poco te van a quedar chico los vaqueros, como sigas aumentando esas caderas y ese culo.

¿Me estas llamando gorda, o que cada vez estoy más gorda? Me dice irónicamente, pues los dos sabemos que no esta gorda, pero también sabemos que se esta desarrollando como mujer, tanto en su zona baja, como en la alta.

Yo lo que sé, es que me voy a quedar ciego o mareado, de ver como se mueve tu culo. Exclame seguido de unas carcajadas.

¿Bueno y que es lo que más te gusta de mi cuerpo, en estos momentos?

Me gustan muchos tus nuevos pechos, pues para mí día a día son nuevos, pues los noto que se van desarrollando cada vez más, y para bien. Cuando veníamos antes en Luna, parecía que llevaba fuego detrás, del calor y la sensación que me daban ellos. Ufff... ponerme a recordar y subirme el ánimo, es toda una. Le dije entre risas.

Sí ya se que cada vez te gustan más, y ¿después que te gusta más? Me pregunta llegando al centro del campamento, y poniendo las cosas en la mesa.

Mmmmm... tengo tres buenas razones, pero después te diré cual de ellas es la mejor.

Ella rió a carcajada limpia, diciéndome: ¿Quieres probar todo primero, antes de decidir, eh?

Claro no soy tontooo... le digo desvergonzadamente. A lo cual nos reímos los dos.

Mi madre y Pino, estaban oyendo lo que decíamos en aquel momento, las dos tumbadas en la manta y como decimos cuando una persona escucha mucho, con las antenas levantadas. Estaban como gallina sin nidal, nerviosas por si las descubríamos, a la vez que sofocadas e inquietas por lo que estaban viviendo en aquel momento. De vez en cuando se miraban con los ojos muy abiertos, como lechuzas a la caza, sorprendidas y emocionadas por lo que se veía venir.

Coloque la manta en el suelo, y los cojines en un lado de ella, para apoyar la cabeza o lo que quisiéramos. Sabina, colocaba en una servilleta grande, un bocadillo y un zumo, para repetir de nuevo la operación en otra. Cada uno agarro una, y nos sentamos en la manta, uno frente a otro.

¡A comer! Dijimos los dos, mirándonos a los ojos.

Enseguida dimos cuenta de todo, y lo echamos en la bolsa de basura los restos, que era las botellas del zumo, pues de los bocadillos no quedaron ni las migas, del hambre que teníamos.

Nos tumbamos en la manta uno al lado de otro, mirando las estrellas que se veían bien en aquella noche despejada, pasando en aquel momento por encima de nosotros, una estrella fugaz. Miraa... dijimos los dos a la vez, señalando la estrella, que dejaba la silueta en el cielo, mientras iba perdiéndose en la distancia.

Pide un deseo, me dice Sabina. A la vez que ella pedía uno.

“Quisiera que este momento mágico, sea el preámbulo de nuestra vida, y que nos queramos más cada vez” pidió ella.

“Quisiera que esta noche, sea mi noche soñada” pedí yo.

De esto me enteré después de varios años, de vivir juntos.

Me incorpore sentándome en la manta, y observando a mi hermana. Estaba con los ojos cerrados, creo que pensando en su deseo, pero como no lo sabía le pregunte en que pensaba.

Ella abrió los ojos, sonriendo me dice: En esta hermosa noche, que me gustaría que nunca se acabara.

Me agache hacía ella, y la bese en los labios. Se abrazo a mí fuertemente al cuello, atrayéndome hacía ella, a la vez que abría su boca, para dejar entrar a mi lengua y jugar con ellas. Nos estuvimos besando durante mucho tiempo, sintiendo cada segundo de nuestras vidas, la unión que estábamos teniendo. Le fui desabrochando su blusa botón a botón despacio, recreándome en cada parte que iba quedando al descubierto, de su bonito cuerpo. Comenzó a asomar su canal, en medio de sus pechos, luego su ombligo, su vientre, iba apareciendo todo poco a poco, quitado el último botón, le fui abriendo la camisa, mostrando cada vez más partes de su cuerpo. Hasta que se la abrí totalmente. Tenía delante de mí, ya unos pechos más grandes, de aquella vez que se los bese por primera vez, sus pezones estaban más desarrollados, se habían levantado con rapidez, se notaba que le había dado un poco de frió, se pusieron más duros, más grandes, nunca los había visto tan subidos, Baje la cabeza y me acerque al derecho con mis labios, comenzándolo a besar detalladamente, chupaba y tiraba de el con mis labios.

Ohh... Cessaerrr.... que sensación tan rica, sigueee... mmmmm

Decía ella suspirando, gimiendo, mientras su pecho respiraba más fuerte.

La agarre del cuello y la cintura, incorporándola para quitarle la blusa. Ella se dejaba hacer, mirándome con ternura a los ojos. Quitada la camisa, la lance a un lado de la manta,

Ahora me toca a mi, dice ella, agarrándome la camisa y comenzando a desabrocharme los botones, uno a uno como hice yo, a la vez que me iba acariciando el pecho al dejarlo descubierto, y con la otra mano seguía con los botones, hasta quitármela del todo.

Mira ya han empezado, le dice mi madre a Pino, dándole con la mano en su brazo.

Sí ya los veo, lo ilusionados que se les ve.

Jooo... mis niños queridos, me siento muy feliz al verlos así, con ese amor que se les ve en sus ojos. Como se acarician el uno al otro. La ternura que ponen, y el deseo que tienen. Pinoo... estamos contemplando, una escena muy real de amor, le dijo mi madre suspirando.

La verdad que es una pareja, que se dejan querer mucho, y entre ellos existe una unión muy fuerte, por eso Assa no logro echarles abajo sus planes o promesa, como le queramos llamar. Estoy muy contenta, por ser la persona que cuida de ellos, y se lo debo a usted.

Pino, no me llames de usted ahora, hemos realizado muchas cosas juntas, con estos diablillos de mi corazón, te permito mientras estemos nosotras solas o con ellos, me llames por mi nombre, Isis.

Gracias Isis, no se arrepentirá de esto nunca, pues yo los quiero muchísimo, y daría mi vida por ellos.

Gracias, se que tienes unos buenos sentimientos hacía ellos, le dijo a la vez que acerco su cabeza y le dio un beso en los labios.

Pino se le quedo mirando, con unos ojos de lujuria, pues en aquel momento estaba sintiendo un calor sofocante, y no por el tiempo, sino por la situación que estaba viviendo. Ella le devolvió el beso en sus labios.

Te das cuenta, estos no van a esperar por nosotras como nos dijeron, están tan decididos a hacerlo, que no piensan en nadie sino en ellos. Pero les perdono, este es su momento y han querido que sean para ellos solo, pero lo que no saben es que tienen a dos locas voyeur a su lado, dice riendo mi madre, a la vez que se tapa la boca, para no ser oída.

¡Isis! ¿A ti no te están entrando unos calores sofocantes?

Ufff... si parezco que estoy metida en esa hoguera.

Me iba acariciando el tórax y besando mis tetillas, las cuales se pusieron de punta.

Nos abrazamos por un rato, sintiendo nuestros cuerpos pegados, a la vez que nos íbamos besando, pasábamos nuestras lenguas, por los labios de cada uno, uniendo las lenguas, estrujándose una a la otra, entrando en nuestras bocas, sintiendo la pasión de nuestros labios, como nos comíamos uno a otro. Nuestras manos bajaron a nuestros genitales, por encima del pantalón nos acariciábamos, notando por mi parte que mi pene se había levantado, el cual ella comenzó a acariciar. Yo le pasaba la mano por la ingle, notando que sus suspiros eran mayores, y gemidos más profundos.

Después de un rato bastante acalorados, decidimos parar para seguir desnudándonos.

Esta vez comenzó Sabina, desabrochándome el cinturón, abrió el botón que tenía encima de la cremallera, para luego correr a esta. Metió su mano por la abertura, agarrando mi pene, estaba caliente, grande, notaba sus movimientos como crecía cada vez más.

Ohh... Sabina... mmmmm que placer me están dandooo..., con esas cariciasss... , ohhh... Sentía que me hervía por dentro, la fogosidad que me estaba entrando.

Le agarre los pantalones a ella, desabrochando el cinturón, le quite el broche y le baje la cremallera, metiendo la mano en las hermosas braguitas de piernas, que tenía de color celeste.

Ahhh... diosss.... Cessaer, me vas a volver locaaaa... ufff... que ricooo... me tienes como hechizadaaa... cielooo...

Mientras yo le acariciaba su vulva, enredando mis dedos en sus pequeños pelitos, que ya le estaban saliendo. Era una pelusilla rubia, que casi no se notaba.

Una mano se la tenía puesta en su rajita, subiendo y bajando los dedos, los cuales cada vez se mojaban más, estaba lubricando gran cantidad de flujos, pero sabíamos que eso era mejor para la penetración, entre más mojada menos daño y más placer. Mi otra mano acariciaba su pecho derecho, y con la boca chupaba en aquel momento su pezón.

Nos bajamos los pantalones, dejándonos de acariciar, para podernos quitar las botas, y los calcetines, los cuales los dejamos a un lado. Tirando yo primero por ellas, las botas y luego los calcetines, haciendo ella igual. Lo mismo con los pantalones, y la ropa interior, quedando ambos desnudos completamente. Nos estuvimos mirándonos un rato, mi pene estaba como un mástil, y sus pechos en punta.

Que guapo se les ven a los dos desnudos, dice mi madre bajito a Pino.

Si tienen un cuerpo bello para la edad que tienen, cuando sean mayores, van a formar una pareja formidable. Bien unidos, y la envidia de muchos.

Ellas llevaban botas de montar largas, hasta cerca de las rodillas, mi madre unos vaqueros verde oscuro, que le quedaban muy bien, haciéndole una bonita forma por detrás en su culo, que era lo que ahora se le veía, al estar tumbada boca abajo, mirando a nosotros. En la parte superior, llevaba una blusa de botones de manga larga, de color verde hierba, sin sujetador, pues esperaba que si se lo ponía no iba a tardar en quitárselo, por ello decidió no ponerse nada para venir. Llevaba los dos primeros botones desabrochados, dejando ver el comienzo de su canalillo.

Pino, como mi madre las botas, pero luego llevaba una falda larga ancha de vuelo, de color tierra y verde, combinando los dos. En la parte superior, una blusa de manga larga de botones también, pero de color canela, haciendo juego con la falda. También llevaba dos botones desabrochados, sin sujetador, dejando ver el principio de sus senos.

Las dos son unos monumentos de mujeres, muy similares entre ellas.

Se desabrocharon dos botones más de sus blusas, tanto una como la otra sin darse cuenta, que lo habían hecho casi al mismo tiempo, metiendo sus manos derechas y acariciándose el pecho izquierdo, los cuales los tenían duros, con lo pezones como cañones, que al contacto de sus dedos, les salio a cada una un suspiro y susurro.

Ahhh... ahh... mmmmm...

Las dos se quedaron mirando una a la otra, y sonrieron al ver como estaba cada una y lo que hacían.

Nos acercamos el uno al otro, besándonos y acariciándonos, recorría cada uno el cuerpo del otro, estábamos puestos de rodillas y nuestras nalgas sentadas en nuestras piernas, estas ligeramente separadas, donde podíamos ver y acariciar nuestros genitales. Los dos notábamos nuestras respiraciones agitadas, nuestro cuerpo más caliente, nuestra sensación en la piel y el tacto, más elevado. Estábamos disfrutando de nuestras caricias, de nuestras miradas, de la pasión que estábamos desencadenando cada segundo.

Cessaer, tumbate boca arriba por favor.

Así lo hice, pendiente de saber, que quería hacer mi hermana en aquel momento.

Me abrió la piernas poniéndose en medio de ellas, y agachando su cabeza, comenzó a hacerme una fabulosa mamada. Jugaba con mi pene turbándonos, subiéndolo y bajándolo, a la vez que le pasaba la lengua a lo largo de el, dándole besos y acariciándolo con sus labios, otros momentos se lo metía en la boca y lo chupaba, o jugaba con su lengua en mi glande, la verdad que cada vez lo hacía mejor, ya llevaba un tiempo haciéndome mamadas, y su experiencia se notaba, no era como la primera vez, donde a veces me hacia daño con los dientes, y no lograba tragársela tanto como ahora.

Diosss... Sabinaaa... que ricooo... vas a hacer que me corraaaa...

La saco de la boca diciendo: Pues correte cielo, tenemos mucho tiempo por delante. Sin dejar de masturbarme, mientras hablaba.

Volvió a bajar su cabecita, para tragársela toda entera, mientras retorcía la lengua alrededor de ella. La saco de nuevo, hasta ponerse en el glande a pasarle la lengua con maestría, me estaba dando un placer enorme, y estaba a punto de descargarme.

Sabinaaa... que me voy a correrrrr... yaaaa....

Ella se la metió en su boca hasta la mitad, mientras le iba dando con la lengua y chupando fuerte y rápido, para tragarse todo lo que le estaba inundando la boca, las descargas que le estaba dando con tanto gusto.

Siiii... chupaaaa amorrr... mmmmm que ricoooo... todo tuyoooo...

La tuvo dentro hasta que salio la última gota, para tragársela con orgullo, pues no se le había salido nada.

¿Te ha gustado amor? Me pregunta con una carita preciosa, colorada de los sofocos de tan magnifico trabajo.

Ufff... cielo, hoy te has portado como una reina. Ha sido la mejor mamada que me has dado, en lo que llevamos de nuestra relación.

Ella sonreía de oreja a oreja, contenta por lo que había hecho.

¡Isis! ¿Has visto que mamada le acaba de dar Sabina a Cessaer?

Callaaa... que todavía la estoy disfrutandoooo...

Pino miró a mi madre, y se dio cuenta que tenía la mano derecha metida en los vaqueros, se estaba masturbando como una jabata, toda sofocada y con el cuerpo arqueado hacía arriba.

Pinooo... besameee... le dice mi madre.

Pino acerco su cabeza y comenzó a besarla en la boca, jugando con sus lenguas, comiéndole sus labios. Mientras mi madre suspiraba, y temblaba de las sacudidas que estaba teniendo. Le mordió el labio a Pino, mientras tiraba por el pelo de ella para pegarla más a su cuerpo. Se había puesto de costado, y encogía las piernas poniéndose en posición fetal, mientras daba susurros y teniendo un orgasmo como hacía tiempo, con su mano restregándose cada vez más fuerte, su clítoris.

Ahhh.... siiii... me vieneeee... decía mi madre.

Sabina, ahora te toca a ti tumbarte. Le dije con picardía, a lo que los dos reímos.

Se tumbo con las piernas abiertas, pues sabía lo que le iba a hacer. Tenía una sonrisa en su cara, pues se imaginaba el gusto que le iba a dar, y ya lo saboreaba con su pensamiento.

Me arrodille entre sus piernas, y comencé a a acariciarle el monte de venus, bajando poco a poco hasta comenzar a tocar sus labios, pasando por un lado del clítoris sin tocarlo, pero cerca de el.

Ahh... que ricooo... me gusta como me acaricias amor.

Fui tocando sus labios vaginales, pasándole los dedos por sus bordes, y volviéndolos a subir hacía la parte superior, cerca del clítoris.

Cessaer quiero que me hagas el amor, lo necesito ahora, quiero tenerte dentro de mi.

Tranquila Sabina, como tu me decías antes, tenemos tiempo de sobra. Le puse un dedo en su abertura, introducirlo un poco, el cual salio lleno de flujo. Me agache y puse mis labios en su puerta sacando la lengua, y acariciándole con ella el comienzo de su gruta,

Cessaerrr... siiii... sigueeee... diossss... que ricoooo...

Levantaba su pelvis, para que le entrara más mi lengua, cosa que yo no la dejaba, solamente le acariciaba la puerta.

Cessaerrrr... no seas malooo... dámela yaaaa...

Madre míaaa... este hijo mió me la va a matar de gusto, le decía mi madre a Pino.

Isis, tu hijo cada vez lo hace mejor, no se a quien sale.

A miii Pino, a quien diablos va a salir, sino. Le dijo riendo, a la vez que le pego los labios para darle un beso en la boca.

Quitémonos la ropa para estar más cómodas, y así ayudarnos una a la otra.

De acuerdo, dice Pino. Comenzando las dos a despojarse la ropa, quedando desnudas en un abrir y cerrar de ojos.

Yo seguí chupándole su gruta, de la cual salía cada vez más flujo, parecía un rió de la cantidad que sacaba. Deje su gruta y fui subiendo los labios y la lengua por su vulva, hasta llegar al clítoris, que lo agarre con los labios, y me puse a pasarle la lengua, chuparlo y tirando de el.

Ahhh... ahhh... diosss... mioooo... siiii.. que me corroooo... no aguanto massss... decía ella con convulsiones, gemidos, arqueando el cuerpo y apretando mi cabeza contra su vulva, viniéndose en un orgasmo largo y fuerte, echando todavía más flujo y llenándome la cara de el.

Cessaerd@yahoo.es