Mi familia numerosa 1

Esta serie filial, tendrá como protagonista principal a los mellizos Sabina y Cessaer, yo soy Cessaer, cuando hable o diga cosas de Sabina, estas me las contaría ella, o lo estábamos viviendo los dos juntos. Trata sobre parte de nuestras vidas y de la familia. Os contare los principales sucesos, lo que hacemos, despertares sexuales y las experiencias que vamos haciendo hasta la actualidad.

Mi familia numerosa 1

Esta serie filial, tendrá como protagonista principal a los mellizos Sabina y Cessaer, yo soy Cessaer, cuando hable o diga cosas de Sabina, estas me las contaría ella, o lo estábamos viviendo los dos juntos. Trata sobre parte de nuestras vidas y de la familia. Os contare los principales sucesos, lo que hacemos, despertares sexuales y las experiencias que vamos haciendo hasta la actualidad.

Mí presentación:

En la actualidad tengo 37 años, soy hijo de una familia numerosa de diez hermanos, dos varones y ocho mujeres. Soltero. Tengo una hermana melliza que se llama Sabina, ella es mayor que yo por unos minutos. Somos similares como gotas de agua. Tenemos el pelo rubio hasta los hombros, ojos verde, labios carnosos, cuerpos atléticos y bien formados, sin nada de grasa por ningún sitio, pues en mi familia todos hacemos ejercicio para mantenernos en forma y tener una buena figura, como dicen los amigos y familia, que somos unos modelos para pintar o esculpir. Trabajamos en lo mismo, somos pintores y escultores. Tenemos los mismos amigos y amistades. Desde pequeño siempre íbamos juntos, normalmente cogidos de la mano. Nos llamaban los inseparables, pues si uno estaba en algún sitio, seguro que el otro estaba cerca.

Mi familia:

Mis padres son: Declan 70 años e Isis (57).

Mis hermanos son: Arturo (40), Aralia (39), Sabina mi melliza (37), Tilandsia (36), Guzmania (34), las gemelas Violeta y Verónica (33), Hortensia (32) y la última Robinia (30).

Vayamos veintiséis años atrás, Sabina y yo, teníamos once años.

Estábamos en verano, era mediados de julio, hacía mucho calor. Estábamos tumbados desnudos en nuestras camas, era una costumbre que nos acostáramos un rato después de comer, como nos enseñó nuestra madre y nos obligaba a hacerla, para ella tener ese momento de tranquilidad en la casa. Llego Pino (22), nuestra asistenta, a la habitación, se nos quedo mirando a uno y otro, mi hermana tumbada bocabajo, yo de costado y con las piernas un poco encogidas, estábamos medio soñolientos por el calor, Pino nos dio una palmadita a cada uno en el culo, diciéndonos: -¡Arriba gandules, es hora de ir a merendar y prepararse para clase!. A ella le gustaba hacernos esa caricia, y nosotros esperábamos que nos la diera, para levantarnos corriendo.

Acostumbrados a vernos desnudos, era normal, pues dormíamos en la misma habitación, nos bañábamos juntos, … hacíamos, podríamos decir todo junto, desde recién nacidos. Cuando mi madre al principio, ponía a mamar a uno de los dos, se dio cuenta que el otro lloraba, sino lo ponía también a mamar, tenía que ponernos uno frente a otro en cada pecho, para que mamáramos de sus pechos y estuviéramos callados. Tanto es así, que una de las veces intento colocarlos con su niñera, mamando a la vez, pero de espalda uno al otro. Sus sorpresa fue rápida, pues mientras comíamos, nos buscábamos con nuestros ojos, y al pasar un rato sin vernos, soltamos los pezones y nos pusimos a llorar, reclamando el poder vernos el uno al otro, y hasta que no nos vimos no nos callamos.

Eso hizo que nuestros padres se plantearan, en ponernos en la misma habitación. Lo hablaron entre ellos, y se lo dijeron al medico, y este dijo que se daban casos de ese tipo, entre mellizos y gemelos muy unidos. Así comenzamos nuestra vida en conjunto, hasta el día de hoy. Hacíamos lo típico de dos hermanos pequeños, jugábamos, corríamos, comíamos, dormíamos, etc. hasta esta edad, era todo normal, puesto que nuestros cuerpos, no habían sentido el despertar sexual. Veíamos nuestros cuerpos uno del otro, los encontrábamos iguales, menos los órganos genitales, veíamos que eran diferentes, pero como ya estábamos acostumbrados a verlos, desde siempre, no les dábamos importancia.

Salimos corriendo hacía una silla, para ver quien llegaba primero, donde habíamos dejado las dos camisetas de algodón muy finas, de color celeste, con dibujos de círculos verdes, sin mangas y de cuello redondo, que nos llegaba hasta medio muslo. Llegamos a la vez y nos echamos a reír, mientras Pino nos miraba riendo también, nuestras locuras.

Cada uno, cogió rápidamente una, metiéndosela por el cuello, mientras ya caminábamos hacía el baño, tropezándonos entre nosotros, al no poder ver bien, por tener nuestros ojos tapados con las prendas. Nuestras risas eran mayores, y Pino se ponía la mano en la barriga, de tanto reírse le estaba doliendo. Entramos corriendo en el baño, y nos paramos de repente los dos, a un metro del espejo grande, que nos dejaba vernos de cuerpo completo y los dos juntos. Sabina se coloco como siempre, en el lado derecho y yo en el izquierdo, nos veíamos en el espejo completo, nuestras risas seguían.

Pino se acerco a un roperito abriendo un cajón pequeño, sacando de su interior dos cepillos iguales, acercándose luego a nosotros por detrás, instintivamente nuestras manos a la vez se levantaron para recoger el cepillo que nos daría ella. Cogidos estos, comenzamos a peinarnos nuestras melenas rubias, hasta los hombros, con su mismo corte. Nuestros ojazos verdes como esmeraldas, cruzaban sus miradas de vez en cuando, para comprobar que el otro seguía ahí.

Nos miramos y nos reímos, pues nos gustaba esos rituales que hacíamos. Les dimos los cepillos a Pino, dándonos la vuelta en dirección a la puerta del baño y luego a la de nuestro dormitorio, para coger el camino del pasillo, enlazamos nuestras manos, y nos fuimos despacio, recreándonos en nuestra sincronización, mientras Pino, ponía los cepillos en el cajón y salía detrás de nosotros riéndose, pues parecíamos dos gotas de agua, moviéndose a la vez.

Habíamos tomado dirección hacía las grandes escaleras, para ir al comedor a merendar. Caminábamos despacio, y mirábamos de reojo a Pino que iba detrás nuestra. Ella se reía al ver nuestro juego, y las pinta que llevábamos, con aquellas camisetas, que no tapaban mucho y descalzos.

Según nos acercábamos a la escalera para bajar, oímos unos gritos, risas y jadeos, en la puerta de la habitación de mi hermana Aralia, que era la mayor y tenía en esta época 13 años.

Nos paramos mirándonos uno a otro, con la mirada nos preguntábamos que pasaba, y no se que razón teníamos para acercarnos despacio y sin hacer ruido a su puerta, para saber que ocurría. Pino venía detrás a unos pasos. y se puso a caminar mas rápido para intentar impedir que entráramos, pues se imaginaba algo de lo que ocurría allí. Cogí mi mano izquierda, pues la derecha la llevaba cogida de Sabina, e hice palanca en la manecilla de la puerta con cuidado, en ese momento llego Pino y trataba de pararme, pero yo había abierto ya la puerta.

Nuestros ojos se quedaron mirando la escena que teníamos delante, pues no era para menos, veíamos a mi hermana Aralia, desnuda en su cama, riendo de un modo extraño, pues a la vez que lo hacía, parecía que suspiraba. A su lado Mercedes (31), le estaba pasando una mano por su pecho izquierdo con suavidad, y con la otra mano le estaba acariciando su nalga derecha, se la pasaba de arriba abajo, le daba picos con sus labios en los suyos.

Aralia, le había cogido a ella un pecho, le pasaba la mano, sobre todo por encima de su pezón, el cual se veía bastante grande e hinchado, su otra mano, la iba bajando por su abdomen en dirección a los labios mayores de su vulva. Los tres estábamos hipnotizados viendo aquel espectáculo, pues había en el ambiente un gran erotismo, emoción, … y muchas cosas más, pues veíamos que ocurría algo y que nuestra hermana lo estaba disfrutando.

Pino miraba por encima de mí, nosotros en esa edad mediamos 1,55m, y Pino 1,71m así que podía ver sin problemas, lo que ocurría en la habitación. Se había pegado a mi espalda al tratar de impedirme abrir, sentía la agitación de su pecho y el respirar en mí cabeza. Mi hermana me estrecho la mano con mas fuerza, la miré y pude ver en sus ojos asombro.

Aralia y Mercedes, no se habían dado cuenta que nos daban un espectáculo, estaban tan metida en lo que hacían, que siguieron con sus caricias, como si estuvieran solas.

Mercedes en ese momento, le empezó a dar un beso en los labios con pasión, sus ojos marrones estaban cerrados, sintiendo la intensidad de aquel beso. Mi hermana la imito, cerrando sus ojos azules, ante aquella emoción que le estaba sucediendo. Su cuerpo se empezó a erizar, sus pequeños pechos en desarrollo se les pusieron de punta, notaba que le dolían los pezones, entre la agitación y las caricias de Mercedes.

En su vida los había sentido tan duros y grandes, pero le estaba gustando mucho. Las puntas de sus dedos, comenzaron a tocar el pubis, este estaba recortado, en un pequeño triangulo encima de su vulva, comenzó a sentir sus pelos en sus yemas, quería hacerle sentir rico, como ella estaba haciendo.

Aralia: ¿Que quieres que te haga, para que sientas más placer?

Mercedes: Deja que te introduzca mi lengua en tu boca.

Ella le abrió la boca, dejando que su lengua entrara. Esta se movía rápido, jugando con su lengua, sentía mas calor, y notaba que Mercedes suspiraba más, y a ella, le gustaba ese juego del placer, que le enseñaba su profesora. Pues era la primera vez que lo hacía, y no quería defraudar a Mercedes, pues la tenía en las nubes.

Mercedes seguía acariciándole los pechos, su mano pasaba de uno a otro, y en momentos con el indice y pulgar, le apretaba los pezones. Se notaba mojada en su intimidad, con las caricias que le estaba dando, notaba que su mano de las nalgas, se deslizaba por su costado, acariciándole las caderas, y luego su bajo abdomen.

Le salio un suspiro de su pecho, que hizo que Mercedes, pusiera su mano en su pubis, y comenzara a bajarla a la vez que jugaba con sus pequeños pelitos rubios, que habían empezado a salir.

Notaba su cuerpo más caliente, su respiración más fuerte. Comenzó a hacer lo mismo que ella, pues viendo que le producía mucho placer, pensó que a ella le pasaría lo mismo. Así fue, noto que se movía y se apretaba con ella, que la besaba con más intensidad, que suspiraba y soltaba gemidos. Su mano llego a sus labios mayores, pasándolos por encima de ellos, noto que cuando subía chocaba con un bulto, y ella en esos momentos daba como un salto y cogía aire en cantidad, para luego soltarlo con un suspiro.

Sintió un gran placer, cuando ella le acaricio en ese bultito, pasandole los dedos con suavidad. Pensó que se quedaba sin respiración, a la vez que una sensación enorme de gozo, le llegaba en oleadas, temblores, sudor, … todo al mismo tiempo, y al final le pareció que se había orinado. Mercedes noto y sintió el orgasmo que acaba de haber tenido Aralia, el primero en su vida. De la satisfacción que le dio, ella también llego a el, sintiendo una gran sacudida, como hacía mucho tiempo que no había sentido así, con ese placer tan grande.

Pino, suspiraba cada vez más, se apretada contra mí, empujándome hacía adelante, Sabina se vio empujada hacía la puerta, al yo llevar las manos hacía adelante, abriendo de golpe de par en par la puerta.

Aralia y Mercedes, corriendo se taparon con sus manos como pudieron, una en sus pechos y otra en su pubis.

Mercedes: ¡¡Pino!! ¿como has dejado a esos niños, entrar sin llamar?

Muy colorada por el sofoco de lo ocurrido y el susto por la interrupción.

Aralia, estaba muy abochornada de que sus hermanos la hubieran visto, de esa forma con Mercedes, temía que se lo dijeran a sus padres. Cogió la sabana y se la puso por encima, y comenzó a llorar. Todos nos quedamos de una pieza, quietos donde estábamos.

A mí el corazón se me callo a los pies, al ver a mi hermana llorando, pues eso casi nunca ocurría. Corriendo me fui a donde estaba ella, gritando: ¡Araliaaa...! ¿estas bien? Fue una pregunta que me llego al alma, Todo lo que había visto en aquel momento se me había borrado al verla de aquella forma, llorando.

Mercedes, la abrazo corriendo, y le dijo: Tranquila mi niña, no llores. A la vez que le acariciaba su pequeña melena castaña, y dirigiéndole una fuerte mirada a Pino. Esta se quedo blanca, como si le faltara sangre en la cara, a la vez que dijo: Perdón, no pude parar a los niños.

Yo estaba ya en la cama subido, y mí hermana Sabina, ya venía corriendo en auxilio de los dos. Nos abrazamos a ella, y le dábamos besos, aunque no a ella directamente, al estar tapada con la sabana. Yo le seguía preguntando si estaba bien, con unos nervios grandes, al sentir a mi hermana entre mis brazos llorando.

Mi hermana empezó a dejar de llorar, y se iba tranquilizando poco a poco. Estaba viendo que les había dado un susto a sus hermanos, a la vez que ellos se lo habían dado a ella. Se salio de debajo de la sabana y nos comenzamos a besar los tres, abrazados, a la vez que Mercedes lo hacía también.

Eramos un cuarteto digno de ver. Pino se acerco también a nosotros, y empezó a pasarle la mano a Aralia, dándole confort y ánimos.

Los chillidos, los llantos, y todo el espectáculo, que habíamos hecho, despertó a nuestra madre de su descanso, que estaba en la habitación del fondo, en su dormitorio. Vino corriendo a la habitación, para ver que había pasado. Viendo a ellas dos desnuda, (Aralia y Mercedes) y al resto que las teníamos abrazadas a ellas. Mí madre no sabía que hacer, ni lo que había pasado, pero se imagino algo, al ver la cara de Mercedes, que se había puesto roja como un tomate.

Se acerco a nosotros, y nos dijo: ¡Venga niños a merendar! y tu Pino llevalos abajo, le dijo. Se acerco a Aralia, y la abrazo, dándole un besito en la frente y diciéndole: Bueno mi niña grande, ya quiere ser mujer. Vístete y baja a merendar cielo.

Miro a Mercedes, y le susurro: Nosotras tenemos que hablar.

Quisiera que me dijeran si les ha gustado este relato, y darme vuestra opinión de esta serie a mi e-mail:

cessaerd@yahoo.es

Gracias.