Mi familia 3.
Siguen las aventuras de Pedro y su familia.
Mi familia 3.
Mi cuerpo temblaba cuando fui consciente de lo que había hecho en la piscina. ¡Había follado a mi madre y me había corrido en su coño! Ella no había opuesto resistencia, por lo menos una resistencia que significara que no quería que la penetrara, aunque se negó, me admitió en su vagina hasta que descargué todo mi semen. Por supuesto que nunca había tenido sexo con mujeres, tener mi primera experiencia con mi madre me marcó más de lo que creía.
Marta llegó a su habitación. Allí estaba su marido recostado en la cama. La miró fijamente y la siguió por toda la habitación con la vista. Ella lo ignoraba, pero por momentos se sentía más incómoda con la mirada de su marido.
¿Vas a pasar toda la tarde ahí tirado? - Marta le habló con un tono seco.
¿Te importa?
¡A mi no! - Respondió con algo de desprecio. - ¡Pero allá donde vamos tengo que estar sola! - Marta empezaba a enfadarse y habló sin pensar. - ¡Si tienes problemas de impotencia qué quieres que haga! - Se giró para no mirar a su marido arrepentida de lo que había dicho.
¡Chúpamela!
Ella se giró. Pedro se había destapado y mostraba una gran erección. De inmediato se puso de rodillas en la cama y agarró la polla con una mano. Hacía ya muchos años que no la sentía tan dura. Lo miró feliz de que hubiera recuperado la fuerza y se preguntaba cómo lo había conseguido.
¿Por qué se ha puesto así? Preguntó y comenzó a mamarla.
He tenido un sueño... - Dijo Pedro disfrutando de las caricias que la lengua de su mujer le daba en el glande. - He soñado que tu hijo te follaba y yo, sentado frente a la cama, os veía hacerlo... - Sintió que su mujer hacía un extraño con su boca sobre su polla. - Desperté con esta erección.
¿Te pone caliente ver que me folla otro? - Le preguntó sin dejar de agitar su polla.
La excitación no ha sido por verte follar, si no por hacerlo con nuestro hijo...
Ella volvió a tragarse la polla y se concentró en ello. Pedro acariciaba uno de sus muslos y tiró de ella hasta que su culo estuvo de frente a él. Su redondo y hermoso culo mostraba parte de sus labios vaginales. Él alargó la mano y los acarició. De inmediato ella abrió las piernas para darle la entrada de su coño. Se incorporó un poco mientras ella no dejaba de moverse al mamar. Separó los labios y en la entrada de su vagina aún había restos del semen de su hijo. Ver el coño de su mujer lleno de la leche de su hijo le excitaba sobremanera de forma que su polla tomó más dureza.
- ¡Prepárate cariño! - Le dijo y Marta esperaba que su boca se llenara de semen. - ¡Ponte a cuatro en el filo de la cama!
Ella le obedeció excitada por la recuperación que su marido había sufrido. La agarró por las caderas y la colocó en el filo, ella pegó su pecho al colchón para que su culo quedara bien en pompa. Podía ver los labios que estaban algo separados y esperándolo, los flujos de aquella caliente vagina salían levemente, arrastrando parte del semen de su hijo. Aquello lo puso más caliente. Tomó su polla con una mano y la dirigió al coño. Su glande se mojó con el esperma de su hijo, lo restregó por toda su raja. Encontró la entrada de su vagina y de un fuerte empujón media polla desapareció dentro de ella.
¡Qué buena está tu polla hoy! - Dijo Marta al sentirse llena por su marido. - ¡Tanto te ha excitado soñar que tu hijo me follaba!
¡Más caliente me pone saber que undo mi polla en tu coño lleno de su leche!
¡Cómo...! - Dijo ella intentando zafarse de su marido aterrorizada al ser descubierta.
¡Eres una madre guarra que ha follado con su hijo! - Pedro estaba fuera sí. - ¡No lo he soñado, te vi follando con nuestro hijo en la piscina! - Abofeteó su culo mientras clavaba con fuerza la polla en su mujer. - ¡Lo he visto todo! ¡Cómo te has desnudado delante de él, cómo una puta en celo para calentarlo, para conseguir que te clavara su joven polla! - Sus embestidas eran cada vez más salvajes. .- ¡Vi cómo le ponías el culo para pervertirlo, para que clavara su polla en tu coño! ¡Te gusta el incesto y que tu hijo se corra en tu coño!
Marta no decía nada, no podía decir nada pues sentía miedo al no saber que era lo que su marido pretendía hacerle. Por el momento sólo se limitaba a follarla frenéticamente, con dureza, dándole bofetadas dolorosas en su culo que empezaba a tomar un color rojizo. Sentía vergüenza al saberse descubierta, dolor por los golpes en su culo, placer al ser penetrada fuertemente por la endurecida polla... Aquellas sensaciones le producían un extraño placer y sintió un gran orgasmo que demostró gimiendo.
- ¡Eso es guarra! - Su marido le daba más fuerte. - ¡Córrete pensando en cómo te has follado antes a tu hijo! ¡Eres una puta y te mereces este castigo!
Marta tenía el culo totalmente enrojecido y empezaba a dolerle. Su coño no paraba de echar flujos y los orgasmos se sucedían sin apenas poder recuperarse de anterior. Su marido nunca la había follado de semejante manera, tan agresivo, tan excitante, tan sublime.
- ¡Arrodíllate para pedir pedón! - Pedro le sacó la polla y retrocedió unos pasos para que ella se colocara delante. - ¡Vamos abre la boca!
Marta obedeció y delante de su cara tenía el erecto miembro de su marido, blanquecino por los flujos y el semen de su hijo. Mantenía su boca abierta, las manos de su marido agarraron su cabeza y la introdujo hasta su garganta. Empezó a follar su boca con la misma intensidad que hizo antes con su coño.
- ¡Puta, trágatela entera! - Gritaba Mientras ella tenía arcadas al tocar el glande en su garganta. - ¡Toma la leche de tu marido!
Clavó la polla con fuerza y Marta sentía que se ahogaba. Un fuerte chorro de semen golpeó su garganta. Ella lo empujaba con las manos pero no podía separarse. Otro chorro cayó e intentaba toser medio asfixiada. Aquella polla salió de su boca y ella pudo coger un poco de aire. Tocía y escupía el semen. Él se tiró en la cama exhausto por aquella corrida.
- ¡Eres un cabrón! - Le dijo a su marido.
Nunca había visto a su marido follar de forma tan salvaje. Había sentido dolor cuando le pegaba en el culo o cuando la polla casi le asficia, pero aquella mezcla de dolor y placer la había excitado tanto que consiguió que se corriera varias veces, incluso cuando él se corrió en su boca tuvo un orgasmo. Se levantó y se marchó al baño, cerro la puerta y se ducho meditando en todo lo que había pasado aquella tarde.
Ya era hora de cenar y las voz en grito de mi abuela así lo anunciaba. Estaba incómodo pues no sabía bien cómo actuar después de lo ocurrido en la piscina. Bajé esperando cualquier cosa rara. Mis tías ya estaban llevando cosas a la mesa mientras mi abuela preparaba todo en la cocina. Mi tío estaba con ella. Todos me saludaron como si no hubiese ocurrido nada, todo parecía normal. Yo llevaba cosas a la mesa cuando entraron mis padres. Todo normal; sentí una gran tranquilidad y me relaje. Durante la cena todos hablamos y bromeávamos. Una vez finalizada la cena, mis padres marcharon a su habitación.
Mamá, nosotros vamos a ir al jardín ¿os venís? - Preguntó mi tío.
No hijo, me voy ya a la cama! - Dijo mi abuela. - ¡Y tú mejor que descances! - Me dijo.
No contesté, me despedí y me fui a mi habitación mientras mi tío salía con sus mujeres. Mi abuela me acompañó hasta que llegué a mi cuarto. Me tumbe en la cama y pensé en aquel raro verano. Otras veces había visto a mis tías y mi madre sin la parte superior del bikini, pero aquel día estuvieron totalmente desnudas, incluida mi abuela. Para colmo mi madre quiso masturbarme y acabamos follando. Aquella primera semana de vacaciones fue muy rara. Pero sólo era viernes por la noche ¿qué pasaría los dos días siguientes? Divagaba entre aquellos pensamientos y el sueño se iba apoderando de mí. Y de repente escuché unas risas que venían del jardín y un siceo que intentaba acallarlas. Me levanté y miré por la ventana.
Allí estaban mis tíos, en una tumbona, él estaba boca arriba mientras Sara se tragaba su polla, Mónica había subido su falda y estaba sentada en su cara, ella mostraba en su cara el placer que mi tío le daba. Por fin se hacía realidad uno de mis sueños a la hora de hacerme pajas. Esta vez los vería tener sexo y me masturbaría mientras. Saqué mi polla y empecé a acariciarle. En un momento la tenía dura. Mi mano se movía mientras podía ver cómo las dos mamaban a la vez a mi tío. Llevaban un buen rato mamándolo cuando él las detuvo. Los vi retirarse sin que yo hubiera conseguido correrme. Pensé que tal vez irían a otro lugar de la casa, que no fuera su habitación, para acabar de echar un polvo. Me guardé la polla y me giré.
- ¡Vaya, mi nietecito no ha podido acábar! ¿Me equivoco? - Me asuste y quedé dubitativo. - ¿Te puedo ayudar? ¡Siéntate en la cama! - Me acerqué a ella. - ¡Ven, deja que te quite esa ropa!
Desnudo subí a la cama y me recosté apoyado en unas almohadas sobre el respaldo de la cama. Abrí mis piernas y en medio sobresalía mi erecta polla. Por los pies de la cama empezaba a subir ella, se subió un poco su camisón y de rodillas se colocó entre mis piernas. Sus manos acariciaban mis muslos subiendo poco a poco hasta que una de sus manos masajeaba mis huevos mientras la otra empezó a masturbar mi polla. Se tumbó y su cara estaba a pocos centímetros de mi polla. Sus ojos miraban mi glande mientras su mano jugaba haciéndolo salir y ocultarse de su prepusio. Su lengua humedecía sus labios.
- ¡Espera un momento, no te muevas! - Se levantó de golpe de la cama. - ¡Quédate quieto que ahora vengo!
Salió de la habitación rápido pero intentando no hacer ruido. Allí quede con mi polla erecta esperando. El show de mis tíos me había dejado a medias y ahora mi abuela me dejaba empalmado y sin consuelo. Pasaban los minutos y no volvía, mi polla empezaba a menguar. Se abrió la puerta y apareció...
¡Hijo perdona! - Mi madre aparecía y su cara se descompuso cuando me vio desnudo en mi cama con una medio erección. - ¡Oh, perdona! - Intento disculparse. Entró de golpe empujada por mi abuela.
¡Niña, qué haces aquí! - Dijo mi abuela.
¡Eso digo yo qué haces... hacéis los dos! - Mi madre empezó a enfadarse.
Hija, ya no me es suficiente con consolarle yo sola... Estos días que Pedro está aquí deja que me de un poco de consuelo.
Pero mamá, sólo tiene quince años...
Pues bien que eso no te importaba esta tarde... - Mi madre se avergonzó. - No te preocupes hija, juega con nosotros. - Mi madre la siguió. - Veréis, - las dos se sentaron junto a mí. - quería hacerme fotos mientras juego con él. En principio se lo iba a perdir a Pedro, pero ya que estás tú aquí...
No abuela, - le quité la cámara que le ofrecía a mi madre - yo las haré y las dos jugáis...
Me coloqué en la postura en que me había dejado mi abuela y ella se tumbó boca abajo entre las piernas. Mi polla estaba dormida y algo menguada.
- ¡Una con toda la polla dentro! - Se perdió por completo dentro de su caliente boca.
Tomé una foto en que se le vía perfectamente. Sus palabras y sus caricias empezaron a excitarme de forma que mi polla creció dentro de su boca hasta que ya no pudo aguantar tanta presión en su garganta y tuvo que sacarla.
- ¡Ouf, qué grande se está poniendo! - Dijo mi abuela y se lanzó a darle fuertes mamadas.
Su boca mamaba y su cabeza subía y bajaba. Con un "mira" ella paraba en el momento y miraba a la cámara, disparaba y después seguía jugando. Hasta ese momento no me había fijado en lo bonitos que eran sus ojos, la excitación la hacía bella. Cada foto que tomaba se la enseñaba a ellas que disfrutaban viéndose mientras tenían sexo conmigo.
- ¡Chupa tú también! - Le ofreció la endurecida polla a mi madre que no dudó en entrar en el juego.
Ahora era la boca de mi madre la que se tragaba parte de mi polla. "Foto" dije y ella posó para inmortalizar el momento, continuó después por un rato hasta que le llegó de nuevo el turno a mi abuela. No sé cuanto tiempo estuvieron mamando sin parar. A. Veces una sola y otras cada una por un lado mientras hacía foto tras foto.
¿Me haríais un favor? - Dijo mi abuela mientras acariciaba suavemente con la mano mi polla. - Pedro, te importaría hacer poses como si estuviéramos haciéndolo y que Marta nos tome fotos... Para cuando esté sola y necesite inspirarme...
¡Por mí bien! - Contesté.
Mi madre no dijo nada, pero cogió la cámara y se preparó. Entonces mi abuela se colocó a cuatro patas sobre la cama y me indicó que me pusiera como si la follase por detrás. Me puse de rodillas detrás de ella, levanté su camisón y apareció su culo cubierto por aquellas bragas negras. Pegué mi polla a su culo y escuché el disparo de la cámara. Mi madre se acercó a enseñárnosla.
¡Mirad, creéis que esto es creíble! - Nos dijo.
¡Bueno hija, no somos la abuela y el nieto más apasionados mientras follan, pero...! - Contestó mi abuela.
¡Pero qué! - La desafió mi madre. - ¡Quién se va a creer que folláis si se ve claramente que tienes las bragas puesta! - Me miró para ordenarme. - ¡Anda, antes de acercarte a ella bájale las bragas y te hago una foto!
Me separé y agarré la bragas, empecé a bajarlas. Un "para" y quedé esperando. Sonó la cámara y continué hasta dejarlas a medio muslo. Delante de mí apareció aquel redondo y algo flácido culo de mi abuela. Entre sus piernas asomaban algunos pelos de su coño. "Acarícialo mostrando placer", ordenó mi madre. Mientras mis manos recorrían sus redondos cachetes sonó la cámara. Me incline y Lamí uno de sus cachetes mientras miraba hacia mi madre que hacía otra foto. Acerqué mi polla al maduro culo y me pegué, empecé a moverme como si la follara. La cámara sonaba de vez en cuando.
Mi polla no estaba completamente erecta cuando me coloqué tras mi abuela, pero los roces con su cuerpo hicieron que aumentara su volumen, longitud y dureza de forma que cada vez era más intenso el roce entre nuestros sexos. Mi abuela lo iba notando y miraba sin saber bien qué hacer, seguir con aquella deliciosa sensación en su coño que hacía mucho que no era tocado por una polla o cambiar de postura para que no hubiera problemas. Y va a pararme pero mi glande atravezó la selva de pelos, se introdujo entre sus labios vaginales y chocó de frente contra su dormido clítoris. Un leve gemido broto de su boca y una enorme descarga de placer recorrió su espalda. La polla de su nieto casi la penetra y el roce con su coño había provocado una enorme catarata de flujos. Las fotos se sucedían una tras otra. A mí también me gustaba aquella sensación, su peludo coño y el hecho de que era mi abuela me provocaba gran excitación y mi polla crecía y se endurecía sin medida.
- ¡Los dos estáis poniendo unas buenas poses, seguid así! - Nos animaba mi madre que no imaginaba que nuestros sexos estaban listos para acoplarse.
Mi abuela se dejó caer hacia delante con un gran esfuerzo. No quería abandonar el placer que le daba la polla de su nieto, pero no podía permitir que la penetrase. Mi polla apareció en todo su vigor, gruesa, larga y brillando por los líquidos que brotaron de mi abuela.
- ¡Cambiemos de postura! - Le costaba trabajo disimular el placer que estaba sintiendo. - ¡Ahora como si te montara!
Me tumbe en medio de la cama con mi polla apuntando al techo. La mano de mi abuela volvía a acariciarla y sonaba de nuevo la cámara haciendo fotos. Abrió las piernas para subirse sobre mí y mi madre lanzó una orden: "cógela y dirígela a tu coño como si te la fueras a meter". Mi abuela le obedeció y sentía el abultado glande en la entrada de su vagina mientras aquella polla palpitaba entre sus dedos.
- ¡Joder Pedro, creo que la tuya es más grande que la de tu tío! - Dijo mi madre mientras hacía la foto acercándose a nuestros sexos. - ¡Vale, ahora siéntate sobre él y haz como si follárais!
Mi abuela soltó mi polla y se fue dejando caer sobre ella para doblegar su dureza. El contacto entre nuestros sexos era total. Sus caderas se movían y sus labios envolvieron el grueso falo. El roce en su clítoris era endemoniadamente placentero. "Cuánto tiempo sin sentir una polla en mi coño" pensó. Su cuerpo se movía solo en una danza casi olvidada que la iba a llevar al cielo, estaba a punto de correrse. Mi madre seguía haciendo fotos mientras imaginaba que actuábamos. No imaginaba que estábamos en un placer tremendo. No sé aún cómo lo hice, pero en unos de los movimientos de las caderas de mi abuela yo también me moví agarrado a ella. Los dos pudimos sentir como mi glande cayó a la entrada de su vagina. Nos miramos inmóviles por unos segundos, nuestros ojos estaban fijos en los ojos del otro. Agarré con fuerza sus caderas y empuje mi pelvis contra ella. Su gesto se distorcionó cuando mi glande empezaba a dilatar su vagina. Sólo entró mi glande y nos detuvimos.
Ella seguía mirándome y no hacía falta hablar, sabía que deseaba que le metiera toda mi polla, pero le dolía un poco. Se sentó y entré en ella un poco más provocándole un gemido de placer.
¡Mamá, estás bien! - Dijo mi madre al escucharla.
¡Ven aquí y has una foto de esto! - Mi abuela se levantó el camisón que ocultaba nuestros sexos y mostró a su hija como tenía media polla de su nieto dentro de su coño.
¡Mamá, eso no puede ser! ¡Para ya!
¡Estoy como tú estabas esta tarde! - Mi abuela gemía dando rienda suelta al placer. - ¡Hijo, fóllame fuerte! ¡Y tú sigue haciendo fotos!
Sus caderas se movían y mi polla entró por completo en su vagina. No paraba y se retorcía de placer. La cámara no dejaba de sonar. Mi madre estaba viendo como su madre y su hijo follaban. Su coño también se mojaba. Ninguno de los dos habíamos visto nunca gozar a mi abuela y sus gemidos y quejas me excitaban, su coño me daba mucho placer y deseaba correrme. Sus caderas se agitaron con fuerza y velocidad y tubo su primer orgasmo después de varios años.
- ¡Me voy a correr! - Dije y ella se levantó y liberó mi polla.
Se arrodilló junto a mí y su mano agitaba mi polla para ordeñarme y que le diera toda mi leche. Sintió los espasmos que empezaba a dar mi polla y sabía que ya iba a salir, su boca se abrió y esperó mi esperma. Las fotos se sucedían mientras mi semen salía en chorros para caer en boca de mi abuela. Quedé exhausto tras aquel orgasmo. Mi abuela tenía la boca llena de mi esperma, se giró y la abrió para que su hija la fotografiara, después se lo tragó todo. Los tres nos sentamos en la cama y repasamos todas las fotos excitándonos de nuevo.
- ¡Venga vámonos cada uno a su cama que esto se vuelve a poner caliente! - Dijo mi abuela.
Las dos me besaron y salieron de la habitación. Quedé tumbado y saboreando el polvo que mi abuela me había echado. Había follado ya con mi madre y mi abuela el mismo día, me propuse que no pararía hasta que follara a mis tías. Cómo lo haría era una incógnita, pero tenía que tener sexo con ellas.
CONTINUARÁ.