Mi familia 2.
Disfrutaremos de un buen baño en la piscina donde Pedro conocerá todos los cuerpos de las mujeres de la familia.
Mi familia 2.
Al levantarme el lunes no sabía cómo encontraría a mi abuela, me había hecho una paja y no imaginaba cual sería su actitud en los siguientes días. La encontré en la cocina y lo único que encontraba diferente era una alegría inusual en ella. Durante el resto de la semana ella se comportó como la cariñosa abuela que siempre había sido.
Y llegó el viernes, día en que vendría el resto de la familia. Mi padre y mi madre llegaron sobre las cinco y media de la tarde. Nos saludaron con besos y bonitas palabras.
¿Cómo se ha portado? - Le preguntó mi madre a mi abuela.
¡Cómo todo un hombre! - Me guiñó un ojo. - ¡Me ha protegido y me ha dado lo que necesitaba!
¡Este es mi niño! - Mi padre me abrazó y me despeinó como señal de cariño.
Mi madre y mi abuela fueron a la cocina para guardar la comida que habían traído, por allí no había donde comprar comida y salvo un panadero que venía todos los días y un bar que no estaba muy lejos donde comprábamos algunas bebidas, el resto había que hacer muchos kilómetros para buscarlos. Mi padre fue a su habitación y se echó a descansar. Yo me fui a la piscina y me sumergí por un rato en el agua. Al poco tiempo aparecieron mi madre y mi abuela. Las dos iban muy sonrientes, mi abuela llevaba el camisón que solía llevar para estar en casa. Mi madre venía dispuesta a bañarse, traía una toalla al hombro y un diminuto bikini. Bueno, era diminuta la braga pues sus pechos venían libres y bamboleándose al ritmo de sus pasos. Por suerte estaba dentro del agua y las miraba agarrado al borde de la piscina. La imagen de mi madre hizo que mi polla creciera oculta bajo el agua. Pensé que tal vez esa noche necesitaría la ayuda de mi abuela de nuevo.
¡Hola cariño! - Me saludó mi madre con una preciosa sonrisa. - ¿Está bien el agua?
Sí, está estupenda. - Le dije. - "Y más caliente desde que te he visto esas tetasas" - Pensé.
Dejó la toalla sobre el césped y caminó hasta la ducha, no apartaba la vista de ella. Mi abuela se sentó junto a la toalla y mi madre se metió bajo el agua. El agua que caía sobre su cuerpo estaba fría y al momento sus pezones se pusieron erectos. Se giraba sobre la placa mientras se duchaba y yo no podía dejar de disfrutar de la maravillosa visión de mi madre. Su bikini era diminuto un fino hilo de tela se perdía entre los cachetes de su culo, por delante un diminuto triángulo de tela tapaba su coño.
Me sorprendí excitado por mi madre, con la polla totalmente erecta. Nunca me sentí atraído físicamente por mi madre pero aquella tarde sus movimientos tenían una sensualidad que
nunca había llegado a apreciar. En mi cuerpo había habido algún cambio que me hacía estar más tiempo de lo normal pensando en sexo, concretamente pensando en las mujeres de mi familia.
Se acercó a la escalera para entrar en el agua. Yo estaba debajo y podía observar las hermosas curvas de su cuerpo, su redondo culo en pompa me empezaba a obsecionar. Se hundió por completo y volvió a emerger a mi lado. Sus brazos rodearon mi cuello y pude sentir en mi espalda sus erectos pezones. Nunca había sentido aquella extraña excitación al tener junto a mí el cuerpo de mi madre.
- ¡Sujétame que no tengo pie! - Puse mis pies en el fondo y llevé mis manos hacia tras para cogerla a caballito. - ¡Sí, sujétame así! - Sus piernas me rodearon por la cintura y mis manos agarraron su redondo culo.
Botaba levemente por la piscina llevando a mi madre a cuesta. Con cada bote sus tetas se rozaban con mi cuerpo, su culo se elevaba y volvía a caer en mis manos. Ella reía divertida con aquellos movimientos. Mi abuela se sentó en el filo de la piscina con los pies en el agua para vernos jugar, tenía una gran sonrisa.
¡Ten cuidado a ver si te vas a hacer daño! - Me dijo mi abuela.
¡Yo puedo con mi mamá! - La hice girar sobre mi cuerpo de forma que quedó delante de mí mirándome a la cara. No soltó su abrazo y sus piernas seguían aferradas a mi cintura. - ¡Perdona mamá!
Los ojos de ella se abrieron y su boca mostró sorpresa, pero cuando le pedí perdón totalmente ruborizado, ella sonrió cariñosamente y me dio un beso en la mejilla.
- ¡Me alaga que te produzca esta reacción! - Me miro con dulces ojos.
Con el roce de su cuerpo mi excitación había aumentado haciendo que mi polla se endureciera. Tan a gusto estaba que al girarla sobre mí no pude evitar que notara mi virilidad sobre su sexo. Intenté separarme, pero ella me lo impidió.
- ¡Tranquilo, es normal que te ocurra esto! - Permaneció abrazada.
Durante unos segundos pude sentir sobre mi polla el contacto del sexo de mi madre. La excitación me embriagaba. Mi abuela nos miraba y sabía lo que ocurría. No decía nada, se limitaba a mirarnos y sonreír.
- ¡Hola, ya estamos aquí! - Sara llegaba andando por el jardín y se colocó de pie junto a mi abuela. - Jorge y Mónica están sacando las cosas del coche...
Continuó hablando con mi madre y mi abuela. Sara era secretaria en no sé que empresa y tenía que cuidar su imagen. Estaba preciosa con una camiseta rosa ajustada que le marcaban las tetas y una minifalda estampada. Mi madre se separó de mí para hablar con ellas. Yo quedé por debajo de mi tía y podía ver perfectamente sus muslos y hasta las delicadas bragas rojas que llevaba. Si las mujeres de esta familia seguían por este camino, no tendría que tocarme para conseguir correrme. Primero la paja de mi abuela, después el contacto de mi polla con el sexo de mi madre y ahora la visón de aquellos muslos y aquellas bragas que me ofrecía mi tía... Estaba demasiado excitado para aguantar sin hacerme una paja.
¡Hola familia! - Dijo Mónica que se acercaba junto a mi tío.
¡Hola! - Dijo mi tío y se agachó para besar a su madre. ¡Sobrino! - Me gritó. - ¿Está buena el agua? - Levanté el pulgar en señal de aprobación. - ¡Pues ya no espero más! - Se desnudó por completo, se duchó y se tiró al agua. - ¡Sara, Mónica, desnudaros y bañaros!
Las dos se quitaron toda la ropa y después se tiraron al agua para buscar a su hombre. Aunque las dos rondaban los cuarenta tenían unos cuerpos bonitos. Cuando mi tío se desnudó pude ver la cualidad por la que aquellas dos hermanas se habían quedado con él. Su polla era grande en reposo, habría que ver como sería una vez que se pusiera dura. Mi tío empezó a jugar con ellas, tirándolas e intentado darse Ahogadillas unos a otros. Mi abuela sonreía viendo a su familia y mi madre nadó hasta que llegó a mí.
¿Te gustan tus tías? - Me preguntó.
Son guapas y tienen buenos cuerpos...
¿Aún sigues...? - Puso el dedo índice estirado para referirse a mi erección.
¡Vamos mamá, ponte en pelotas y bañate! - Mi tío se divertía. - ¡Hermana, desnudaros tú y tu hijo! - Mi madre se movió en el agua y sacó la mano mostrando su bañador. - ¡Ahora tú, Pedro! - No me atrevía, aquellas mujeres y la situación me excitaban y mi polla no estaba erecta, pero casi. - ¡Vamos que ya eres todo un hombre!
Al momento levantaba la mano con mi bañador. Mis tíos y mi madre me felicitaban por lo que había hecho. Mi abuela venía nadando hacia donde estábamos mi madre y yo.
¿Te has dado cuenta que ha cambiado? - Le dijo mi abuela a mi madre.
¡Sí, lo he notado! - Me miraron las dos. - ¡Veremos que podemos hacer por él!
No sabía exactamente a qué se referían, pero estaba seguro que yo estaba en el centro de aquella conversación. Estábamos en una zona no muy profunda y los tres teníamos pie. Mi madre se impulsó para sumergirse en el agua de forma que todo su cuerpo se deslizó por la
superficie antes de hundirse. Me impactó, y excitó, ver asomar su redondo culo mostrando los generosos labios vaginales que tenía y que asomaban levemente entre sus piernas. Allí, en la casa de mi abuela, era muy común que ellas hicieran topless, desde muy pequeño había visto los pechos de todas ellas, pero hasta aquel día no había disfrutado de la visión de aquellos pubis tan hermosos y cuidados. Ellas, para jugar con mi tío, salían de la piscina y volvían a tirarse, de forma que podía verlas completamente desnudas. Mi madre estaba totalmente depilada y se apreciaba sus generosos labios vaginales. Sara Había dejado un rectángulo vertical de pelos por encima de su raja de unos cinco centímetros y Mónica tenía un triangulito en el mismo lugar que su hermana, lo que era seguro es que las tres tendrían bien rasurado el resto de sus genitales. Mi abuela parecía llevarlo natural, con pelos negros y grises. Mi tío volvió a impresionarme al caminar por el borde de la piscina con una medio erección de aquella imponente polla que no tenía la más mínima señal de bello. Caminó hasta que llegó a mi altura.
- ¡Pedro, ayúdame a coger a tu madre que se me escapa! - No me atrevía a mostrarme desnudo con mis tías allí. - ¡Vamos, rápido, no te preocupes por tus tías que ellas ya han visto muchos tíos desnudos!
Me agarré al filo de la piscina y de un bote quedé sentado, me levanté y mostré mi cuerpo totalmente desnudo al resto de mi familia. Mi polla no estaba erecta, gracias a Dios, pero tampoco estaba totalmente dormida con lo que mostraba cierto volumen. Esperaba los comentarios y burlas por parte de las mujeres al estar junto a mi tío y su poderosa verga.
¡Jorge, sólo tiene quince años! - Dijo mi tía Sara. - ¡Este te gana seguro!
¡Y parece que está tranquila, cuando pida guerra habrá que tener cuidado! - Añadió Mónica.
Mi tío corrió por un lado y yo por el otro. Cogí a mi madre sin demasiado esfuerzo, la tenía agarrada por detrás, abrazada y sujetando sus muñecas a la altura de su pecho. Podía sentir la suave piel de sus tetas rozar con mis manos. Su culo se frotaba fortuitamente contra mi polla haciendo que reaccionara y tomara una leve erección que inevitablemente iba a más. Cuando corrí tras mi madre sentí como mi polla se agitaba con cada paso que daba, pero el roce del cuerpo de mi madre iba a conseguir que mi familia me viera con una erección.
- ¡Al agua!
Escuché la voz de mi tío a mi espalda y sentí el empujón que nos dio. Abrazado a mi madre volamos hasta sumergirnos en el agua. La solté y los dos salimos a la superficie.
- ¡Ayúdame! - Me pidió ella al no tener pie.
Alargué mis manos y ella se agarró. La atraje hacia mí y mis ojos se clavaron en sus hermosas tetas con sus pezones bien erectos. Mi polla reaccionó al momento y sentí como empujaba
contra su barriga mientras los brazos de mi madre rodeaban mis hombros. La miré temiendo su reacción, ella me miró asombrada al sentir mi inmadura virilidad. Durante unos segundos nuestros ojos estaban fijos en los del otro. Tenía que acabar con aquello e intenté soltarme de ella y marcharme.
Sus brazos hicieron fuerte sobre mi cuello al ver que intentaba safarme de ella. El roce con su cuerpo y su intención de no dejarme libre me excitaron y mi polla creció más. Se movió hábilmente y me rodeó con sus piernas por la cintura. Ahora su coño era amenazado directamente por mi endurecido miembro. Mi corazón se aceleró cuando bajó sus piernas y mi polla quedó presa entre ellas.
- ¡Id a aquel rincón! - Dijo mi abuela que apareció por mi espalda.
Los ojos de mi madre no se apartaban de los míos. Caminé con ella en esa incómoda postura hasta que perdí el equilibrio y nos soltamos. Todo el cuerpo me temblaba, aquella excitación hacía que mi corazón latiera desaforadamente. Mi madre nadaba hacia un rincón de la piscina donde ella tenía pie.
- ¡Vayamos a merendar! - Dijo mi abuela y mis dos tías y mi tío salieron del agua, recogieron sus ropas y los cuatro caminaban hacia la casa.
Yo nadaba detrás de mi madre intentando permanecer tranquilo. Llegamos al lugar que ella había elegido, se giró y pego la espalda a la pared. Yo aún nadaba y ella me esperaba de pie. Sus tetas sobresalían del agua y sus oscuros y redondos pezones me esperaban erectos.
- ¡Ven con tu madre! - Sus brazos abiertos me recibieron. - ¡Tranquilo cariño! - Sus manos me acariciaron por los brazos. - ¡Si no quieres, no hacemos nada! ¿Quieres?
No dije nada, mis inexpertas manos agarraron sus tetas para sentir sus deliciosas redondeses. Me agarró por la cintura hasta que nuestros cuerpos estuvieron bien juntos, mi polla palpitaba entre nuestros cuerpos. Su mano bajó hasta que sus dedos rodearon mi endurecido falo, casi me corro al sentirla.
- ¡Has crecido mucho! - Dijo mirándome a los ojos.
Se mordía levemente el labio inferior y su lengua no dejaba de humedecerlo. Estaba excitada y el hecho de que fuera su hijo hacía que su lujuria estuviera en niveles que nunca había conocido.
- ¿Te gusta esto? - Su rostro expresaba el placer que sentía mientras su mano acariciaba aquella polla joven que estaba a punto de estallar de placer. - ¿Te gusta tu madre? - Su mano se agitaba cada vez más.
Cerré los ojos disfrutando de las caricias de mi madre. Ella era todo sensualidad, sus ojos, su boca, sus caricias, su voz... Pronunció las palabras que me harían estallar: ¿Quieres meterla en mamá? Un calambre de placer recorrió mi espalda, mis huevos lanzaron toda su carga y sentí como recorría mi polla hasta que mi esperma se derramó en el agua.
Su mano no paraba de masturbarme mientras salía más semen. Su boca me besó un pezón y su lengua lo acariciaba mientras mi cuerpo se convulsionaba de placer. Mis piernas empezaron a temblar.
Ella abrió las piernas y acomodó mi polla en su coño, sin penetrarla, sus dedos hicieron que sus labios la envolvieran. El calor de su mojada vagina invadió mi polla y de nuevo le dio vida mientras aún salía algo de semen. Se agitaba suavemente y el roce de nuestros sexos nos daba placer.
- ¡Qué buena polla tienes!
Sus uñas se clavaban en mi espalda mientras su cadera se movía gozando de aquel lujurioso baño. No tardó mucho en tener un orgasmo y derretirse entre mis brazos. Yo estaba totalmente excitado al tener mi primer sexo, además con mi propia madre, pero ella se retorcía y gruñía de placer.
- ¡Hijo, nunca he sentido un orgasmo tan intenso! - Su voz se entre cortaba por el placer. - ¡Pero quiero más placer!
Me soltó y se giró para ofrecerme su culo. Me agarré de inmediato a sus caderas y pegué mi polla hasta que quedó encima de la raja de redondo culo. Su mano la dirigió y de nuevo estaba en el cálido abrazo maternal de sus labios vaginales.
- Muévete con suavidad...
Agarrado a su culo empecé a moverme sintiendo como los labios se separaban al paso de mi glande. Su mano ayudaba a que le frotara el clítoris y los gemidos empezaron a brotar de su boca. Me encantaba sentir sus dedos guiando mi polla mientras su vagina me quemaba, su coño tenía que ser un manantial de flujos. A veces mi polla entraba un poco más de la cuenta y botaba cuando chocaba contra su excitado clítoris. Eso le daba placer y una y otra vez intentaba que el contacto entre mi glande y su clítoris fuera más intenso.
- ¡Ah, UF, qué bueno! - Decía mientras yo agarraba y contemplaba su redondo culo. - ¡Sigue, córrete cuando quieras!
Yo me movía follando sin penetrar a mi madre, ella sentía el placer que le daba la polla de su hijo al rozar intensamente contra su clítoris. Su mano me guiaba por su sexo con una egoísta búsqueda de placer.
- ¡Ouh, sí, qué bien me da mi niño!
Tanto placer me daba mi madre y tanto me excitaba con sus palabras y gemidos, que agarré fuerte sus caderas e instintivamente me moví para follaría con fuerza. Sus dedos perdieron mi polla por un instante, en la siguiente envestida que le di mi glande fue directamente a la entrada de su vagina. Tan mojada y caliente estaba mi madre que mi polla entró sin dificultad hasta lo más profundo de su vagina, dilatandola al momento y arrancándole un gran gemido de placer.
- ¡No hijo, no! - Protestó.
Giró la cabeza para pedirme que parara mientras con una mano empujaba en mi brazo para intentar frenarme. Era imposible, el placer de sentir su caliente vagina en mi polla era más fuerte que cualquier orden dada por mi madre. No podía parar y seguía clavándome enloquecido en ella. Su cara se transformaba por momentos, de la sorpresa de ser penetrada pasó a implorar que la sacara, poco después mostraba el gran placer que recibía con la invasión de su vagina por parte de la polla de su hijo. Sus dos manos se apoyaron contra la pared de la piscina mientras en su culo chocaban mis caderas con cada penetración. No quería gritar de placer para que el resto de la familia no supieran que la estaba follando, pero su cabeza se agitaba desesperada por acabar con un gran orgasmo. Mi polla iba a reventar, quería seguir follando a mi madre toda la noche, no quería que se acabara aquella tremenda sensación de placer que me producía la madura vagina que mi polla penetraba hasta lo más profundo, quería seguir viendo a mi madre gozar... No pude seguir, de nuevo la sensación de que mis huevos lanzaban todo mi semen. Agarré con fuerza las caderas de mi madre y le metí la polla lo máximo que podía. Sus pierna empezaron a temblar con el orgasmo que estaba sintiendo, un chorro de semen brotó de mi glande y chocó en el interior de su vagina.
- ¡Dios, sí, sí, que bueno! - Dijo con la voz distorsionada por el placer.
La clavé de nuevo y otro poco más de semen la llenó. Más y más semen salió. Se incorporó con mi polla aún dentro de su coño y la abracé acariciando su cuerpo. Ella echó la cabeza atrás y la apoyó en mi hombro. Así permanecimos sin decir nada, disfrutando de los orgasmos que nos habíamos regalado. Mi polla menguó y abandonó el cálido refugio de la maternal vagina. Nos separamos y un poco después nos fuimos al interior de la casa.
Yo fui a mi habitación sin hablar con nadie y me metí en la ducha recordando y disfrutando de los momentos anteriores. Mi madre fue a la cocina donde mi abuela la esperaba.
¡Qué, te a gustado la colita del niño y le has hecho dos pajitas! - Dijo mi abuela con tono burlón. - ¡Ya te dije que tiene una polla maravillosa!
No mamá. - Dijo mi madre sintiendo como se extremecía aún su vagina después de ser invadida por la polla de su hijo. - ¡Primero le he hecho una paja y después me ha dado la mejor follada que nunca me han dado! - Mi abuela la miró con los ojos muy abiertos. - ¡Y ahora me voy a duchar que el coño me da bocados del placer que me ha dado!
Salió de la cocina con rumbo a su habitación y su madre quedó boquiabierta sin saber que decir.