MI experto jubiliado alterna agujero con sabiduria
Porfa no porfa le suplicaba, mientras el con decisión y maña había metido ya su gordo extremo pasando al instante a introducir ahora si con lentitud todo su arsenal por aquel estrecho agujero.
Al día siguiente a la hora del café, volvió a aparecer por mi casa Diego, que era como se llamaba mi vecino, el jubilado carpintero con el que había tenido tan gustoso encuentro, diciendo tras una sonrisa picarona que se había dejado tarea por hacer y no deseaba se le acumulara el trabajo.
Yo le respondí también con tono picaron, que trabajo era aquel tan urgente para no acabarlo otro día, a lo que me respondió, que tenía que engrasar lo montado anteriormente para que no se secara y chirriara.
¿Dónde están las herramientas? … le dije cayendo en su trampa…. A lo que respondió riendo…Solo traigo la bomba de engrase mía, así que ves haciendo un café mientras se va cargando.
Pase a la cocina a preparárselo acompañándome el allí también, sentándose en una silla de la mesa que allí yo tenía.
Venía con un pantalón de lino gris claro, que al sentarse marco su tremendo paquetón que por la forma de este, intuí no llevaba slip, ya que la barra y su grueso acabado se marcaba con claridad, a su vez también llevaba una camisa blanca medio abierta aflorando su frondoso pectoral, irradiando macho en toda regla.
Me di cuenta que esa mañana yo iba algo ligera de ropa e iba a dar la impresión si se me acercaba como creo iba a pasar, que estaba así esperándolo , pues una blusa floreada por encima de las rodillas era mi única prenda.
Hablo distendidamente del último encuentro diciendo que podía ser el comienzo de una bonita relación, pues teníamos que seguir la vida tras nuestras desgracias y si era con placer aún mucho mejor.
Yo le dije que fuese despacio, que ya se iría viendo y que no tuviese prisa no sea metiéramos la pata.
En su tono guasón, dijo que estaba de acuerdo que despacio me lo iba a hacer y precisamente la pata no era lo que tenía pensado meter después de tomar el café, a la vez que su mano toco insinuante el susodicho instrumento que iba a utilizar.
Estaba yo alucinada conmigo misma por cómo iban los acontecimientos últimamente y más aún si cabe, con la facilidad que me excitaba ahora ante aquel rico abuelo, al igual que me sucediera con Jorge días atrás.
Había llegado a pensar si había estado perdiendo el tiempo con mi difunto esposo, pues nunca había disfrutado tanto en la cama con unos hombres como en estos últimos encuentros, tanto con Jorge como con Diego.
Cuando fui ahora a levantarme a retirar las tazas de café, me cogió de la mano cariñosamente atrayendo hacia el a la vez que abría sus piernas para ponerme medio prisionera entre ellas.
Miro hacia arriba allí sentado como estaba, pues yo continuaba de pie, a la vez que decía que era lo mejor que le había pasado en años, mientras sus manos ya apoyadas sobre mis posaderas, a las que acariciaron, notaron en falta la ropa que se suponía tenía que llevar una debajo.
Uuuuuuuuh resoplo, que es lo que estoy palpando, mejor dicho que es lo que no estoy notando…que mi hembra no lleva ropa interior….a ver a ver… metió rápido su mano por atrás mientas la otra me sujeto para que no me separara.
No te esperaba y no me dio tiempo a vestirme del todo le dije con palabras entrecortadas pues su mano había sido rauda y ya tocaba mi sexo que ante mi sorpresa y aún más la suya, supuraba ya jugo… y es que desde que lo había visto sentado allí, mi mente ya llevaba rato traicionándome lujuriosamente.
Me esperabas a mí o a otro amante me pregunto-
No esperaba a nadie, le dije.. Aunque sabía no ibas a tardar mucho en venir y más tras nuestro último encuentro.
Veo que está bien engrasado esto, aunque ya que estoy aquí y traje mi engrasadora fija, le vamos a poner un poco más para que esto no se seque.
Subió la blusa hacia arriba para que yo la reiterada por mi cabeza, aprovechando que mis pechos quedaron balanceándose desnudos para cogerlos con sus fuertes manos y empezar a sobarlos con pasión y sabiduría, pues ambos dedos gordos de sus manos jugaban con mis pezones dándome un placer esquisito.
Como la silla en la que estaba no era sumamente alta, mi sexo estaba casi a la altura de su cara, por lo que no tardo ni un instante en comenzar a devorarlo con pasión desmesurada, pues resoplaba y bramaba como un macho en celo mientras lo comía.
Al poco de estar así y ante aquel sabio acoso placentero que estaba teniendo, le dije que aminorara o parara que estaba a punto de irme que no podía controlar aquel placer, a lo que respondió el tras reparar su boca de mi conejo un segundo… vente en mi cara y en mi boca que es lo que quiero hoy tesoro.
Comenzó ahora su lengua a entrar más en mi interior moviéndose con soltura y sabiduría, a la vez que una de sus manos descendió a mis nalgas para anti mi sorpresa comenzar a jugar con mi agujerito trasero por el que introdujo un dedo.
El placer que me produjo el orgasmo que estaba teniendo en ese momento, me hizo agarrar su cabeza con mis manos fuertemente y apretarla contra mi sexo para que no parara.
Fue un momento de intensidad suprema y magistral en la que el no cejo en su labor, finalizando cuando mis piernas temblorosas me hicieron caer de rodillas frente a él.
Mi cara con los ojos medio entornados por el placer y mi pelo medio revuelto por los espasmos que acababa de tener quedo a un palmo de su tremendo paquete que empujaba al pantalón de lino queriendo salir a tomar aire.
Le solté el cinturón y abrí lentamente la cremallera ante su atenta y lasciva mirada, metiendo mi mano entre aquel enjambre de pelo blanco y negro para agarrar y palpar el grueso de aquel tremendo pollon , rígido y venoso con su grueso, mejor dicho, colosal capullo rosado en su punta.
No podía casi meterlo en mi boca por sus dimensiones, pero lo degustaba y devoraba ahora como una hambrienta ante un manjar tras un largo ayuno.
Tire del pantalón para quitárselo del todo, y ahora también tenía sus enormes pelotas ante mí para mi goce y deleite.
Pues si bien una de mis manos sujetaban aquel monstruo por el grueso de su tallo, la otra masajeaba y sobaba aquellas peludas y ricas bolas que eran una delicia.
Notaba su calor dentro y me imaginaba la rica leche me iba a dar esa tarde.
Le estaba haciendo gozar, pues repantigado sobre el respaldar de la silla y con sus piernas estiradas y abiertas, pues una se encontraba entre medio de ellas… gozaba y gemía como un poseso, temiendo que alguno de esos bramidos de macho, salieran por las paredes y los escuchara algún vecino o vecina.
Tras unos jugosos minutos disfrutando de aquel semental en esa postura, note como por su punta supuraba ya un líquido más fluido y poco espeso que marcaban aquel hombre estaba ya a punto de explotar.
Sabiamente y con delicadeza freno mi ímpetu como devoradora, retirando mi boca de aquel venoso y duro rabo, para llevarme a la cama.
Fui a agacharme sobre esta para retirar la corcha y abrirla, cuando sentí en esa misma postura me cogía abrazándome por atrás.
No dijo nada, ni dudo un momento y guiando con su mano su rico instrumento hacia mi chorreoso chochito, lo ensarto de una seca estocada.
Fue algo brusco, pero entro limpio debido a la buena lubricación de mi conejito tras el anterior orgasmo y la tremenda excitación que tenía encima.
Ahora no decía nada, solo escuchaba su jadeosa y fuerte respiración, mientras bombeaba con energía dentro de mí.
Mi excitación iba en aumento a pasos agigantados con aquel instrumento entrando y saliendo de mí como si la vida le fuese en ello.
Note tras varios minutos de increíble placer que por su pecho afloraba ya algunas gotas de sudor que rozaban sobre mi espalda, y no tarde mucho en que me llegara un orgasmo de difícil descripción por la duración y el placer que me produjo, alentando aún más si cabe a follarme con más intensidad.
Pensé se iba a correr tras aquel tremendo esfuerzo cuando la saco un segundo y en la misma postura que me tenía, abrió mis nalgas dejando caer saliva sobre mi ano, que rápidamente impregno en su cabezón, restregándolo contra él.
Le dije entre suspiros, Diego no por ahí no que tienes la cabeza muy gorda y me destrozas ese agujero…el respondiendo con tranquilidad me dijo: tranquila tesoro, que note antes con mi dedo que dilatas bien y veras que gozada sentirme por atrás.
Porfa no porfa le suplicaba, mientras el con decisión y maña había metido ya su gordo extremo… pasando al instante a introducir ahora si con lentitud todo su arsenal.
Caí rendida sobre la cama mordiendo la corcha y las sabanas no se bien si por placer o temor, mientras el subido sobre mi rendido cuerpo, lo cabalgaba nuevamente con pasión.
Tras una serie de gozosas estocadas ahora si lo veía jadear con gemidos cortos y muy seguidos, preludio de una colosal corrida.
El primer alarido que dio al soltar su primer chorro leche, pensé había despertado a todo el vecindario, pues un grito ronco y fuerte fue el comienzo de una serie de gemidos más suaves y dulces mientras soltaba a borbotones su leche dentro de una.
No cejo de meter y sacara hasta que noto estaba seco y no tenía gota más que darme, quedando al acabar fundido sobre mi sufrido cuerpo del que no se desengancho hasta pasados unos minutos.
Saco su semidormido rabo de dentro de mí, dejándose caer boca arriba en la cama junto a mí recuperándose de aquel gratificante esfuerzo.
Estaba rendido, o eso me parecía viéndole la cara de relación que tenía junto a mi lado, y que decir de una que apenas podía moverme tras haber “sufrido” aquel polvo que difícil olvidaría en tiempo.
Tras un breve descanso y ya algo más recuperada, me senté sobre él, allí como esta todo estirado sobre mi cama bocarriba, a la vez que restregaba pícaramente mi conejito sobre su relajado arsenal; diciéndome .. Creo que va a tardar un buen rato en volver a ponerse en forma si te quedaste con ganas tesoro.
No me quedan fuerza para recibir otra sesión como la que me acabas de dar, solo me apetece disfrutar y recrearme ahora contigo cariñosamente, a la vez que mis manos recorrían su fornido y poblado pectoral, acariciándolo ante su relajada mirada.
Lo bese durante un buen rato quedando al final mi cara apoyada sobre su pecho, oyendo el palpitar de su corazón y abrazada por los fuertes brazos de aquel macho ibérico en toda regla.
Nos duchamos juntos con una buena serie de juegos eróticas, pero sin llegar a culminar el sexo, para al final vestirnos y salir a cenar, pues decía aquel encuentro se merecía una buena cena.
Regresamos ya pasada la media noche y como un buen caballero que era, me iba a dejar en la puerta, pidiéndole yo que si no le importaba, se quedara pues no quería dormir sola esta noche tan romántica.
Me acurruque en sus brazos junto su pecho cuando nos metimos en la cama, viendo el que estaba muy cansada por lo que me dejo dormir y lo hicimos plácidamente, si bien a la mañana cuando desperté y lo mire, vi que no solo él también estaba despierto, aquel hermano mayor que tenía entre las piernas tenía un tamaño considerable, riendo ambos ante mi picarona mirada al susodicho.
Lo agarre cariñosamente y testando su dureza y su peso, ya vi que estaba preparado para un nuevo asalto, si bien esa mañana me deleito o mejor dicho nos deleitamos con un completo 69 que mi hizo tomar la primera leche de la mañana, algo espesa pero sabrosa y de buen paladar.
Disfrute comiendo aquel coloso y más con la sabiduría de su experta lengua trabajando en mi conejito aquella mañana, por lo que decidí darme un banquete y tragarme hasta la última gota que tenía en aquellos gordos depósitos, disfrutando el igualmente con los jugos que manaron tras mi matutino y fuerte orgasmos.
Salió de casa tras desayunar y vestirse pues decía tenía que hacer varias cosas esa mañana, si bien una deseaba se hubiera quedado para poder repetir la tarde anterior con aquel macho que me había dejado engatusada.
Ya sola, volví a pensar y repensar lo que me estaba sucediendo y como se había destapada en mí esa pasión por un hombre, viniéndome a la cabeza el problema que se me presentaba cuando regresara Jorge del viaje, pues ninguno de los dos sabía la existencia del otro.