Mi experiencia de sumiso con Leila

Leila es mi amiga intima, y entre los dos decidimos contactar a un hombre para que participe sexualmente con nosotros. Yo chupo los sexos de ambos.

Ahí estaba Leila, con su enorme culo y sus torneadas piernas enfundadas en medias de nylon negras sujetadas por unos portaligas blancos. Su pequeño calzoncito de algodón blanco se había deslizado por sus piernas hasta quedar enredados en la parte superior de sus botas de tacones altos.

Cabalgaba la verga de Alberto con locura. El enorme pico del hombre entraba y salía de la pequeña conchita de Leila mientras él la sujeta con fuerza con ambas manos por las tetas.

Estaba sentada de espaldas a Alberto y yo arrodillado en el piso, podía ver en todo su esplendor la cacha que estaban disfrutando. El sexo de la mujer estaba distendido al máximo al albergar el enorme carajo del macho.

Alberto tenía un pico soberbio. Veinte centímetros coronados por una enorme y roja cabezota que se asemejada a una enorme ciruela; gruesa venas recorrían el tronco de su verga, que era de color morena. Sus enormes bolas estaban cubiertas por una gruesa mata de pendejos que se perdían entre los cachetes de su culo y desde donde estaba, podía sentir el aroma a sexo del macho: un fuerte olor a orines que se hacía mas presente con el calor del encuentro sexual.

La conchita de Leila era pequeña, rosadita, con unos bonitos labios vaginales. Unos escasos pendejitos remataban en la parte superior de su sexo. Yo aproxime lentamente mi boca hasta tocar los pelitos de la mujer y poco a poco deslice mi lengua por toda su conchita…, realice esta acción en varias oportunidades, hasta que el pico saltó fuera de la concha de Leila, yo sin dudarlo, hundí mi lengua en el sexo de la mujer y pude saborear por primera vez una chucha recién culiada, aunque aún no habían acabado dentro de ella. No me desagrado el sabor, por el contrario me gustó tanto que mi excitación se debe haber notado en mi rostro.

Coloqué nuevamente el pico dentro de la concha de Leila y mientras ellos seguían culiando, yo me di a la tarea de comerme la cacha. Ahora recorrí con mi lengua desde la parte superior del sexo de Leila, hasta alcanzar el tronco del pico, por donde comenzaba a aparecer un liquido blanquecino, que yo limpie con mi lengua, luego recorrí el tronco de maese príapo hasta alcanzar las bolas del macho, las que me dedique a lamer por un buen rato, haciendo caso omiso de la picazón que me producía en mi lengua los gruesos pendejos de las bolas de Alberto.

Subí nuevamente con mi lengua por el tronco del pico, hasta alcanzar la chuchita de Leila, y metí la punta de mi lengua junto con el pico en la chucha. Pude sentir como el macho empujaba su ariete. Estaba tratando de meter aún mas adentro mi lengua, cuando Leila me cogió por los cabellos y tiró mi rostro hacia atrás, al tiempo que me ordenaba que sacara bien afuera mi lengua. Yo obedecí y abriendo mi boca saqué todo lo que pude mi lengua. Ella sacó el enorme carajo de Alberto de su concha y restregó con fuerza la cabezota del pico en mi lengua, para luego obligarme a que alojara la roja y húmeda ciruela dentro de mi boca.

Yo estaba tan excitado, que ya había dejado de racionalizar mis actos y sin pensar nada, cogí todo lo que pude de aquella enorme y roja fruta dentro de mi boca, para proporcionarle varias y fuerte chupadas. La sentía salada y caliente, y aunque pensé que podía explotar dentro de mi boca, alejé esos pensamientos y metí aún mas adentro el pico de Alberto chupándolo con fuerza. Sentía que llenaba toda mi cavidad bucal. Tenía su enorme ciruela pegada a mi paladar, mientras Leila me sujetaba por la nuca con una de sus manos y con la otra empujaba mas adentro de mi boca el pico del macho, al tiempo que decía "así mijito…, cómetelo todo…, chupa bien el pico papito…, ¿te gusta?, vas a tener que aprende a chupar bien…, a mi me gusta ver tu boca chupándo pico…, lo estás haciendo rico.., después se lo vamos a chupar entre los dos, yo te voy a enseñar". Mientras Leila dejaba escapar sus comentarios, yo mamaba la verga de Alberto con todas mis ganas.., casi la mitad del aquel monstruoso carajo estaba dentro de mi boca.

De repente Alberto cogió su verga y la sacó de mi boca para empalar a Leila. Hundió de un solo golpe su pico dentro de la chucha y siguió dándole mientras yo me ocupaba de chupar y lamer sus bolas. Sentí que el macho tensaba sus piernas al tiempo que gritos guturales salían de su garganta. Una parte de sus descargas fueron dentro del sexo de la mujer, luego sacó su pico de la chucha y los últimos chorros de semen se alojaron sobre los labios y los pelitos de Leila.

Leila nuevamente me cogió por los cabellos, pero ahora el tono de su voz era autoritario y me ordenó: "ya putito, comete todos los mocos…, limpia bien mi chuchita y luego le limpias el pico a Alberto". Yo hundí mi boca en su sexo y recogí todo el semen que estaba en sus pendejo y sus labios vaginales. Luego tomé la verga y la limpié desde las bolas, en donde se había deslizado un poco de leche…, seguí con mi lengua por el tronco, teniendo especial cuidado de retirar todo el semen que encontraba, hasta llegar a la cabeza del pico en donde me dediqué a pulir la perilla durante un buen rato. Mientras yo me ocupaba de limpiar y comerme los mocos de los sexos de ambos, ellos se besaban y elogiaban mi trabajo. "Es increíble, nunca me imaginé que me gustaría tanto que tu putito me chupara el pico", decía Alberto. "Yo tampoco me lo imaginé…, pero me gustó mucho…, me excita ver como coloca su boca para chupar tu pico.., de ahora en adelante vamos a usar su boca para que nos de placer.., le vamos a enseñar a chupar bien y a tragarse todo los mocos…, lo vamos a usar como nuestro esclavo", respondió Leila.

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