Mi experiencia con mi hijo. Parte 2.

Continuación de mi primera vez con mi hijo.

Eran pasadas las 12 del mediodía, que me desperté muerta de sed. Me moví con cuidado, para no despertar a Maximiliano, que se lo veía tan relajado que no quise molestarlo.

Me di una ducha rápida, me vestí de entre casa con una calza negra larga y una musculosa blanca y me fui a la cocina a preparar el almuerzo. Mientras cocinaba, no podía dejar de pensar en el sexo desenfrenado que tuve con mi hijo, en como disfruté esa noche como nunca, el morbo de tener el pene de mi hijo en mi boca, dentro de mi vagina y cola. Me mojaba de solo pensarlo. Aunque por el otro lado me preocupaba como seguiría todo entre nosotros. Al ser madre soltera, tuve una relación muy estrecha que no quería perderla. Pero sabía que ya nada sería igual. También pensé si había hecho bien en ceder, como madre tuve que resistirme a la tentación, de no insinuarme a mi hijo, provocarlo. Pero ya todo estaba hecho y lo único que podía hacer era esperar y ver como se acomodaban las cosas.

El tiempo pasaba y no dejaba de pensar en lo que habíamos hecho y decidí llamarla a mi mejor amiga, Florencia.

-Flor cómo estás?

-Bien trabajando.

-Tenés unos minutos?

-Si, que pasa? Me preguntó.

-Creo que metí la pata, te acordás lo que hablamos de mi hijo?

-Si, que con eso.

-Dormimos juntos anoche.

Florencia se quedó callada. Yo estaba muerta de vergüenza. El silencio era muy incomodo. Hasta que me respondió:

-Sos rapidita, jaja.

Sentir que se reía me dio un poco de tranquilidad. Volví a respirar.

-Si me siento fatal, estuvo re mal lo que hice, pero me superó todo y …..

-Como te garchó? Mi amiga siempre fue muy directa, era lo que me gustaba de ella.

-Estuvo muy bien, se porto bien, me dejo muy satisfecha.

-Es bueno saberlo para cuando me sienta sola, jaja. Me dijo.

-No, en serio, tengo la cabeza que me explota, se me pasan mil cosas por la cabeza. Todavía no hablamos desde que pasó. No sé bien como enfrentar la situación.

-Mira, no hagas nada, dejó que él decida como sigue todo y a partir de ahí ves como seguís.

-Era lo que quería escuchar. Es lo que pensé, le dije.

-Te tengo que dejar que me están buscando pero me tenes que contar todos los detalles, me escuchaste trolita? Jaja, Un beso

-Chau Flor, Gracias.

Quedé mucho mas tranquila después de la llamada.

Aproveché a llamar al trabajo para contar una mentira porque no había ido a trabajar. Me puse a hacer algunos quehaceres de la casa, pero la espera me mataba. Me hubiese venido muy bien ir a correr pero con el dolor que tenía en mi cola, no hubiese podido.

Me recosté en el sillón del living a leer, hasta que me quedé dormida.

No sé cuanto había pasado, pero me desperté con una sensación placentera. Todavía estaba medio dormida cuando abrí mis ojos y vi a mi hijo chupándome mi pecho derecho, mientras con su mano derecha me masturbaba mi vagina por debajo de la calza. Esperé unos minutos para decir algo, no quería que acabe, pero dejé de lado el placer y con mi mano aparté la cabeza de mi hijo de mi pecho.

-Esperá, dame un segundo, tenemos que hablar, le dije.

-Ma, no aguanto más, tenemos que hacerlo.

Traté de disuadirlo, quería hablar primero de que todo lo que había pasado, pero lo conocía muy bien a mi hijo, y sabía lo cabeza dura que era, por lo que cedí para lograr que se calmara y poder hablar tranquilos.

Me senté en el sillón, le pedí a Maximiliano que se acercara, y puse mi cara frente a su miembro.

Lo tenía completamente erecto. Lo tomé con mi mano derecha, y empecé a masturbarlo con mi mano derecha despacio. Lo escuchaba gemir del placer, y pude notar que su miembro estaba bastante irritado, aunque era normal, fue su primera vez y encima me penetró mi ano estrecho sin mucha lubricación, solo algo de saliva.

No tardé mucho en meterme su pene en mi boca, realmente lo deseaba. Me lo tragué hasta la mitad y comencé a mamárselo. Se lo chupaba de arriba abajo, en cada ida y venida trataba de tragarlo un poco más, lo quería hasta el fondo de mi garganta. Le tomé los huevos con mi mano derecha y se los empecé a acariciar, eso lo mató, lo calentó mal.

Maximiliano me tomo con sus manos mi cabeza y empezó a darle el mismo el ritmo de la mamada, me hundía mi cabeza contra su cuerpo y su pene entraba muy adentro de mi boca, sentía muy adolorida la garganta, me producía arcadas, sentía grandes cantidades de saliva mezclada con semen de mi hijo salir por las comisuras de mi boca, me estaba costando seguirle el ritmo pero no iba a ceder, por orgullo no podía sacar mi boca de su miembro, por lo traté de apurar la erección, le comencé a masajear muy fuerte sus huevos y le ejercí mucha presión con mis labios a su pene.

Maximiliano gritaba de placer, sabía que estaba por acabar. Pero de repente mi hijo sacó su pene de mi boca, y empezó a masturbarse frente a mi cara, con su mano izquierda acercaba mi cabeza contra su pene. Me tomó por completa sorpresa. Se lo sacudía violentamente hasta largó varios chorros de leche sobre mi cara. Fueron varios y de gran cantidad. Su semen me enchastró prácticamente todo mi rostro, podía sentir como leche caía desde mi frente, por la nariz, mejillas, labios, mentón hasta mis piernas.

Me pasé mis manos por el rostro, saqué la leche de mis parpados para poder abrir mis ojos y me chupé los dedos, le produzco mucho placer a Maximiliano ver eso. Me tragué nuevamente su pene y se lo limpié hasta la última gota con mi boca y lengua.

-Esperame en la cocina que tenemos que hablar, le dije.

Aproveché para irme al baño y pude ver mi cara. Enchastrada de la leche de mi hijo, me excitó de sobre manera, tenía el gusto a semen en mi boca y tuve que masturbarme, me puse enfrente del espejo del baño, me bajé la calza negra y me penetré con dos dedos y empecé a meterlos y a sacarlos como loca, desenfrenadamente, en un par de minutos pude acabar, me corrí completamente, sentía como bajaban mis fluidos por mis entrepiernas, me limpié la cara con papel higiénico, luego con agua, lo peor fueron mis cabellos, me llevó tiempo sacarme el pegote de los cabellos, por lo que decidí bañarme de nuevo y limpiarme bien.

Después de la ducha volví a ponerme la calza y musculosa y fui a la cocina.

Ahí estaba Maximiliano, comiendo, se notaba que el ejercicio le había abierto el apetito ya iba por la cuarta milanesa.

Cuando me vio dejó de comer y me vio con una cara de pícaro, casi de pervertido, que me encantó.

Me senté enfrente y le dije:

-Que opinas de todo esto? Es una locura no?

-Es hermoso, no puedo creer que haya pasado, me pajeaba tanto con vos, usaba tus tangas usadas me encantaba olerlas y por fin se me dio.

Me sorprendió su confesión y le pregunté:

-Desde cuando te pasa esto?

-No sé, más de dos años. Tengo muchas fotos tuyas en la compu, las miro todos los días y siempre me pajeo con vos ma, me calentás mucho.

-Sentís que fue mi culpa, por algo que hice, para que te sientas así?

-No creo, la verdad que sos hermosa, todos mis compañeros te quieren dar, y además de que seas mi madre, no sé, me calienta mas.

-Está bien, si vamos a seguir con esto, tenemos que ser muy discretos, a nadie si?, entendiste bien? No quiero problemas. Y tenemos que ser muy cuidadosos con todo.

-Dale, lo prometo.

Por dentro me sentía muy culpable, le pedí discreción cuando por mi parte ya lo había hablado con mi mejor amiga. Aunque sabía que podía confiar en ella.

Maximiliano se levantó, me arrinconó contra la pared, y me metió su lengua en mi boca, mientras me besaba, sus manos se pusieron en mi cola sobre la calza, y me las acariciaba mientras nuestras lenguas jugaban.

Me levantó y me recostó sobre la mesa de la cocina, me sacó la calza, y me metió su miembro en concha que estaba completamente húmeda, la metió de un saque, hasta el fondo, pude sentir sus huevos chocar contra mi cuerpo violentamente. Me embestía como un animal, lo veía tan confiado, que sabía lo que quería que me sorprendió, no parecía el de la noche anterior, sabía moverse muy bien para su edad y su falta de experiencia. Me embestía tan fuerte que la mesa se sacudía para todos lados, creí que en cualquier momento terminábamos en el suelo, pero la mesa soportó las embestidas de mi hijo. Yo gritaba de placer, me apretaba mis pechos, me corría como nunca, mi hijo estaba sacado como me cogía. Finalmente me acabó dentro de mi vagina. Me llenó con su leche.

Estaba agotado, pero se notaba que no quería parar. Sin sacarme su pene de mi concha, siguió metiéndola y sacándola, ya no estaba completamente erecta, pero todavía la sentía dentro mío y a los pocos minutos empezó a crecer dentro de mí.

Me tomó de mis caderas, me bajó de la mesa, y me puse de espaldas a él. Sentí su miembro entre mis nalgas buscando mi ano, hasta que lo encontró y me mandó su cabeza adentro de mi cola sin piedad.

-Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, grité.

Me doblé del dolor, me sostuve con mis manos sobre la mesa, y flexioné mis piernas un poco para que mis nalgas se abran un poco más y no duela tanto, pero el dolor siguió, aunque el placer de tener el pene de mi hijo dentro de mi cola lo superaba.

Me tomó por mis caderas con sus manos, y comenzó a embestirme con su miembro, con cada penetración se metía más adentro mío, yo me gemía como la peor de las trolas.

-Ahhhh, si, massssss, ahhhh, llename de lechita hijo, ahhhhh.

Me dio bien duro, pude sentir todo su miembro bien adentro, lo sentía en mis intestinos, y me doblaba del dolor, pero amaba esa sensación, el morbo de ser penetrada con una trola por mi hijo, era una sensación única.

Maximiliano aceleró el ritmo, sentía su cuerpo chocar contra mis nalgas, fuimos desplazando la mesa por el movimiento, hasta que gritó de placer y largó su lechita dentro de mi cola.

Dejó caer su cuerpo sobre el mío, mis piernas se doblaban si no fuese que estaba apoyada sobre la mesa me hubiera caído.

Me dolía tanto mi ano. Lo sentía tan abierto. Pero no importaba nada, sentir el cuerpo de mi hijo sobre el mío era lo que necesitaba en ese momento.

Cuando nos recuperamos, fuimos al baño y nos duchamos juntos. Nos besamos mucho, acariciamos nuestros cuerpos, pero solo eso, estábamos muertos del cansancio.

Nos secamos y nos recostamos en el sillón del living desnudos, abrazados. Hablamos muy relajadamente. Le conté que me sorprendió, cuando me acabó sobre la cara. Se rió de la situación y me contó que tenía la computadora llena de fotos y películas pernos, que gracias a eso sabía muchas cosas del sexo. Además me contó que se imaginó cogiéndome en todas las formas y situaciones posibles. Me encantaba estar en la intimidad con mi hijo. Esa semana pedí vacaciones adelantadas en mi trabajo y cogimos día y noche con mi hijo. Llegamos a conocernos muy bien.