Mi experiencia con Diana
Aquí os presento una de mis experiencias con mi amiga Diana. En nuestras quedadas,acabaremos jugando a los médicos o metiéndonos mano.
Este relato que hoy os presento es un poco diferente a lo que suelo escribir. Hoy os hablaré de una de las muchas veces que tuve sexo (oral) con una chica.
La conocía desde que tenía 8 años. Se llamaba Diana. Por aquel entonces no me interesaba lo más minimo, me gustaba más su hermano, Rubén, de 12 años. Siempre quedabamos para salir a dar una vuelta, merendar o jugar. Siempre acababamos jugando a los médicos, ya sabéis, ese juego que todo niño estáinteresado en jugar para poder ver un cuerpo desnudo. Recuerdo que una vez estabamos en el campo que había al lado de su casa. Había una caseta abandonada y nunca pasaba nadie por allí. Allí solíamos desnudarnos y contemplar nuestros cuerpos desnudos. Ella me cogía el pene y lo tocaba, no a modo de masturbación, sino a modo de investigación.
Paso a contaros una de muchas veces que quedabamos. Estabamos ya en el instituto. Por 1º o así, no lo recuerdo bien. Estabamos en la misma clase y, como eramos practicamente vecinos (viviamos en calles que estaban juntas) siempre volviamos juntos a casa. Una de muchas tardes decidimos quedar. Volvimos a casa, hicimos los deberes y, depués de merendar, quedamos. Yo fui a su casa, pues en la mía estaban mis padres y ella estaba sola, sus padres trabajaban.
A eso de las 6 ya estaba en su casa. Me abrió la puerta y fuimos directamente a su habitación. Pese a estar solos decidimos cerrar la puerta, no vaya a ser que…
-Bueno, ¿qué tal? – dije yo con un tono un poco nervioso. Los dos estabamos sentados en un lado de su cama.
-Jajaja bien, como esta mañana – dijo ella mientras se miraba las manos, que tenía apoyadas en sus piernas.
-¿Hacemos lo de siempre o prefieres algo nuevo? – dije yo
-Lo que quieras. Probamos algo nuevo, ¿te parece? – dijo Diana con un tono persuasivo.
Yo asentí y la empujé contra la cama. Me dirigí a la puerta de su habitación y me detuve, contemplandola a ella tumbada en la cama. Allí estaba ella, con una camiseta marrón un poco grande, el pelo suelto y unos pantalones a juego, que parecian molestarle, pues no paraba de pasarse la mano por encima, por encima de su parte más intima. Me dirigí a la cama moviendo el cuerpo, como si se tratase de un striptease, pero sin quitarme la ropa y me tiré encima de ella. Ahí estabamos: ella debajo con las piernas abiertas y yo arriba. Empecé a simular que la penetraba, pero obviamente no lo hacía.
-¿Te gusta como te follo? ¿eh? Mmmm – dije yo mientras movía mi pelvis contra la suya.
-Ah, ah, sí, más, más – decía ella.
A los pocos minutos de estar así se abrió la puerta. Era su hermano, que había vuelto de casa de un amigo suyo. Enseguida nos levantamos y nos sentamos en el mismo lado de la cama que antes.
-¿Me has cogio tú la radio? – preguntó Rubén un poco furioso.
-No, la tendrás tú. Búscala bien – le respondió Diana. El hermano dio un portazo y se fue. Nos quedamos un rato en silencio pensando en lo que había pasado y luego yo me levanté y me quité la camiseta. Ella me tocó el pecho, sin pelo por aquel entonces. Me agaché un poco y le quité su camiseta. Se quedó con el sujetador puesto. Oh, qué maravilla. Tenia las tetas perfectas, no muy grandes, pero tampoco pequeñas, perfectas para poder cogerlas con mi mano y tocarlas y así hice. Atrancamos la puerta con la silla, para que no nos molestaran.
-Levántate – dije yo mientras la cogía de la mano para ayudarla. Le cogí la mano y se la llevé a mi paquete. La tenía morcillona. Ella tocó y tocó, le gustaba mucho hacerlo. Yo gemí un poco. Le quité los pantalones y la abrazé, cogiendole el culo con mis manos. Se lo apreté. Hizo un sonido, parecido a un gemido. Le gustaba.
Me bajó el pantalón y empezó a tocarme la polla por encima de los calzoncillos.
-Mmmm veo que te gusta, eh – dijo ella mordiendóse el labio y apretando su puño con mi polla dentro. Me bajó el canzoncillo y mi polla dio un pequeño salto. Ya la tenia dura. La tenia pequeña por aquel entonces, peo ya tenia buenos huevos y un buen pubis. Empezó a tocarmela, despacio, suavemente. Yo la besé. Que bien besaba. Mientras me tocaba y nos besabamos, le quité el sujetador y le toqué las tetitas. Mi polla estaba más dura. Le comí las tetas y ella paró de pajearme. Me acariciaba la cabeza. Le encatntaba que le hiciera eso.
La pillé desprevenida y le bajé las braguitas. Le acaricié su pubis. Tenía poco pelo y unos labios que pedían a gritos un cunnilingus. Paré de comerle las tetas y me decidí a comerle el coñito. Nunca antes lo había hecho. Empecéa tocarló, a pasarle un dedito. Ella alzó un gemido. La tiré en la cama.
-Abre las piernas – le dije yo. Ahí estaba ella. Blanca como la leche, cabellera morena, ojos marrones claros, tetillas en punta con unos pezones rosaditos y un coñito pequeñito y peludito y un culo redondo y duro. Y ahí estaba yo: desnudo con mi polla poco peluda dura mirandola.
Me puse encima suya y la besé. Le besé las tetas. Le acaricié el coñito. Bajéa él. Le metí un dedito.
-Ahh, ah. Sigue – dijo ella mientras se chupaba un dedo. Le metí el dedo hasta el fondo. Lo saqué. Lamí su pubis y sus labios y le metí la lengua. Qué bien sabía.
-Ah, ah, AH – decia ella mientras se apretaba los pechos. Paré de chuparlo y me puse encima de ella, pero esta vez, con mi polla en su cara. Un 69, vamos. Le metí un poco la polla, pero la tragona se la metió entera. Hizo un sonido de que se ahogaba pero me agarraba del culo para bajarme y que le llegara hasta más adentro. Me acariciaba los huevos. Yo mientras le seguía comiendo, hasta que me cansé y le masajeé el clitoris con los dedos. Ella gemía. Me pasó un dedo por mi rajita, sin pelo en ese momento (por aquel entonces era un poco pelón, solo tenía pelo en la polla).
-Ah, ah, ah – decía yo. Estaba cachondísimo. Me estaba comiendo la polla, entera, mientras me tocaba los huevos y el ano. Estaba en el cielo. – me voy a correr si sigues así – le advertí.
Se la sacó de la boca y dijo: -dame tu lechita. Y así lo hice. Se la volvió a meter en la boca y me corrí. No se la sacó de la boca. Le chorreaba por fuera y lellego hasta la barbilla. Le besé el coñito.
-No me gusta esta leche – dijo ella mientras se limpiaba la boca.
-Bueno, la proxima vez me correré en tus tetas – dije yo. Ella asintió y me echó una sonrisa. Nos vestimos y me acompañó a la puerta. Le di un beso y me fui. Al dí siguiente nos volvimos a ver en el instituto. En la hora del patio iriamos al baño a besarnos y meternos mano, pero esto será otra historia.