Mi excuñada descubre que soy yo quien la someto.

Convertida ya en mi sumisa, me follo a la hermana de mi exmujer sin piedad. UN día le descubro mi identidad.

Segunda parte de Mi ex cuñada resultó ser sumisa , recomiendo leérselo antes para seguir este relato mejor (aunque no es imprescindible).

Me encontraba en casa, acababa de someter a mi ex cuñada en una sesión de BDSM sin que ella lo supiese.  Después de recibir su whatsapp en el teléfono que tenía exclusivamente para hablar con ella, me quedé pensando.  Rocío me confesaba la suerte que había tenido conociéndome y estaba encantada de ser mi sumisa.

Mi idea era someterla y dejarla colgada, una pequeña gran venganza por lo hija de puta que fue cuando expulsé a su hermana de mi casa después de que ella me infiel.

Le estuve dando vueltas toda la noche, la tentación era grande.  Me lo había pasado de puta madre y además había que reconocer que estaba buenísima, pero independientemente de lo muy buena que estaba, nada se podía comparar con sodomizar a una tía a la que has odiado.

Le contesté por la mañana

-       Gracias a ti perra.  No se si estarás trabajando, pero si sé que quiero que desde ahora (eran las 9 de la mañana) hasta las dos del mediodía vayas cada medía hora al baño, te sientes en la taza del wáter, te quites las bragas y te masturbes hasta que estés a punto de correrte, en ese momento paras.

-       Si señor – me contestó mi excuñada inmediatamente.

Me parecía una putada, pero Rocío era una sumisa de manual, y como sumisa de manual disfrutaba de estas ordenes como un niño con un juguete nuevo.

Esperé a las 14:03 y le escribí de nuevo

-       Espero que hayas tenido una buena mañana perra.

-       Si señor, gracias señor.

-       Quiero que vayas sin bragas el resto de día.  Cuando acabes de trabajar, quiero que vayas a tu casa sino estas allí, y te sodomices con un vibrador hasta que estés a punto de correrte.

-       ¿Me puedo correr mi señor?

-       ¿Te he dicho que lo hagas?

-       No.

-       No, ¿Qué?

-       No, señor.

-       Eres una perra desobediente.

-       Si señor, estoy asilvestrada.

-       Claramente necesitas mano dura.

-       Si señor.

Me veía y flipaba.  Yo que me había internado en el mundo del BDSM exclusivamente para joder a esta hija de puta, estaba metido en mi papel hasta un lugar ridículo.

Me pasé toda la semana dándole ordenes, alguna vez le dejé que se corriese, pero en la gran mayoría de las ocasiones simplemente le dejaba con las ganas.

La perra deseaba una nueva sesión.  No se atrevió a pedírmelo como tal, pero lo fue soltando en pequeñas píldoras.  Básicamente le fui poniendo la miel en los labios, pero se los quité de golpe el viernes cuando a la hora de comer le dije que me hubiera gustado verla pero que tenía trabajo, ella se había hecho ilusiones de que íbamos a vernos, así que me encantó pensar en lo frustrada que la habría dejado.

El sábado por la mañana le contacté por WhatsApp

-       Buenos días perra

-       Buenos días señor

-       ¿Qué tal has dormido?

-       Muy bien señor, espero que usted también.

-       Yo muy bien.

-       Me alegro muchísimo.

-       ¿Qué vas a hacer hoy?

-       Tengo que hacer limpieza general de la casa, quiero cambiar la ropa de invierno por la de verano.

-       ¿Y por la noche?

-       Iré a cenar con unas amigas

-       ¿A dónde?

-       Iré a El Barril en Ponzano.

-       Me alegro.  Ve sin bragas ni sujetador.

-       Como usted mande señor.

Llamé a mi amiga Olaya para ofrecerle salir a cenar.  A Olaya me la tiraba de vez en cuando.  Nada serio entre otras cosas por que ella no quería.  Olaya estaba bastante buena y era una maquina en la cama.  Cuando acabamos de hablar llamé a El Barril y pedí una mesa.

Pasé a recoger a Olaya en un taxi a eso de las nueve.  A las nueve y media entramos en el restaurante.  En una mesa al fondo y de espaldas pude distinguir a Rocío que cenaba entre risas con cuatro amigas, alguna muy mona, por cierto.  Me senté de manera que era yo quien quedaba mirando hacía ella.

Estábamos casi acabando de cenar Olaya y yo cuando Rocío se levantó para ir al baño.  Me vio nada más levantarse.  Su cara cambió.  Pasó a nuestro lado, pude observar que ciertamente iba con las tetas sueltas.  Cuando volvió del baño hizo como que se rascaba la cabeza sacándome el dedo al hacerlo.  Se sentó.  Yo sonreí, cogí mi segundo móvil, con el que me comunicaba con la Rocío sumisa y escribí.

-       Quiero que te levantes, vayas al baño ahora y te masturbes, quiero que te corras.  Cuando te hayas corrido vuelves a tu mesa sin esperar a calmarte.

-       Si señor – dijo Rocío y se levantó de la mesa.  Sus amigas se rieron de ella preguntándole entre bromas si había conocido a alguien en el baño.

Ni me miró cuando pasó.  Cinco minutos después Rocío pasó a nuestro lado.  No pude ver si jadeaba, pero me imaginé que si.

Esa noche después de una sucesión de visitas a distintos bares donde dimos buena cuenta de copas a go-go, acabé en casa de Olaya con ella y sus grandes tetas botando encima de mí.  Olaya no era muy de que le diesen por el culo, al menos que le de yo, pero era espectacular en la cama y disfruté mucho con ella.

Por la mañana le comí el coño antes de que se despertase y ella me devolvió el favor comiéndome el rabo hasta que me corrí en su boca.

Cuando me fui a casa escribí a Rocío.

-       ¿Qué tal ayer, perra?

-       Muy bien señor.  ¿Usted?

-       Salí a cenar algo rápido, pero básicamente trabajando.

-       ¿A dónde fue señor?

-       Eres una perra muy preguntona.

-       Lo siento señor.

-       ¿Estas en casa?

-       Si señor

-       ¿Qué vas a hacer?

-       En una hora me voy a comer a casa de mis padres.

-       Muy bien.  ¿Tienes jengibre?

-       Si, creo que tengo algo en la nevera.

-       Esta bien.  Levántate, coge un trozo, pélalo y frota generosamente tu coño con ganas con él.  Después ponte las bragas y no te las quites hasta esta noche.  Cuando llegues a casa de tus padres, quiero que entres en el baño y te masturbes sin correrte.

-       Como usted mande.

Pasé el domingo leyendo, trabajando un poco y cuidando mis arboles frutales.

-       Buenos días perra – le escribí.

-       Buenos días señor.

-       Hoy a las 8 de la noche un cabify te va a recoger.  Quiero que vayas desnuda, solo cubrirá tu cuerpo una gabardina. El cabify te llevará a una mazmorra.  Entra, desnúdate, ponte un antifaz, ponte de rodillas y espérame – le dije como saludo del lunes.

-       Gracias señor, así lo haré señor, soy una perra feliz.

Seguí con mis cosas y cuando se aproximó la hora conduje mi moto hasta una nueva mazmorra de la que había leído en foros del sector.

Aparqué la moto, me metí en un bar, pedí una caña y esperé a ver desde la ventana como Rocío entraba en el portal.

Esperé 10 minutos, pagué y entré.

La puerta tenía una clave, abrí y allí me la encontré. De nuevo con su cuerpo prodigioso disponible para mi.

Di un par de vueltas alrededor de su cuerpo, saqué del bolsillo de mi cazadora el collar y se lo puse.  A Rocío se le agitó la respiración.

La cogí de la coleta y le hice subir.  La conduje apretando su pelo hasta la cruz donde até sus muñecas e hice que abriese sus piernas.

-       ¿Has soñado mucho con esto perra? – le dije al oído mientras metía una mano y le tocaba su encharcada y depilada raja.

-       Si mi Amo.

-       Quiero que dejes de depilarte esto.

-       Si mi amo.

-       Creo que te mereces un castigo, ¿cierto?

-       Si Amo.

Y alejándome un poco y sacándome el cinturón, le di una serie de tres golpes en su impoluto culo.  Ella gimió.  Le di cinco más.  Volvió a gemir, le di cinco más.  Su culo estaba rojo.

Dejé el cinturón y con mi mano me dediqué a azotarla sobre todo para calentarle sus nalgas y poder después poder azotarla a gusto.  Algo básico según había leído.  Esto me estaba gustando.

Le di con mi mano durante unos minutos hasta que el culo además de rojo había cogido cierto color.

Me acerqué al muestrario que la mazmorra tenía de floggers, paletas y látigos y cogí el flogger más corto.

Le fui dando series de cinco en cinco.  Ella apretaba los dientes y no reaccionaba.

Cambié de flogger y seguí dándole.  Había que reconocer que la chica tenía aguante.  Fui cambiando de floggers hasta que mi zorra no pudo más y empezó a llorar.

Paré.

Le descolgué y la hice caminar hasta la zona de duchas.  Aquello estaba bien pensado, la ducha era una sala amplia con argollas para atar a los sumisos.  Eso hice colocándole debajo de la pera de la ducha.  La puse en fría y abrí el grifo.

La dejé bajo agua helada un par de minutos mientras yo subía el aire acondicionado en la sala de tortura.

Apagué el agua y con un pequeño látigo en la mano empecé a azotarle la espalda y el culo, ella gritaba de dolor.  Seguí dándole hasta que sus sollozos era ya altos y llamativos.  Volví a poner el agua sobre ella.  Le dejé así dos minutos.  Rocío tiritaba.

Le saqué de allí soltando sus ataduras y la llevé delante de la salida del aire acondicionado.  La dejé allí de pie mientras yo me iba a buscar a la nevera una botella de agua.  A Rocío le castañeaban los dientes.  Dejé que se secase así.

Cuando estaba más o menos seca le hice tumbarse en el frio suelo.

Cogí las cuerdas y primero até sus brazos a la espalda de manera que la cuerda iban pasando apretando sus tetas.  Le puse una pinza en cada pezón.  Después de esto até una de sus piernas flexionada y la otra la até su tobillo, pasé la cuerda por una argolla del techo haciendo que el pie quedase levantado y coño quedó abierto a mi disposición

Primero metí un vibrador a toda velocidad en su coño.  Rocío empezó a retorcerse de placer y no tardó en pedirme permiso para correrse.  No se lo di, seguí masturbándola.  Cuando me lo había pedido tres veces paré. De acuerdo a un estudio de la universidad de Wichita el 99% de las perras ateridas de frío no se corren ni de coña y desarrollan una tendencia a morder preocupante

Cogí un flogger y con él poco a poco empecé a azotarle su abierto coño. Acabé descargando toda mi fuerza en el látigo contra su coño.  Cuando su coño y entrepiernas quedaron claramente marcados, paré, saqué mi polla y se la metí en la boca.  Miré el reloj, llevábamos dos horas.  Le dejé que chupase, la mujer chupaba como podía.

Cuando estaba a punto de correrme, se la metí hasta el fondo de su boca y descargué mis cojones en su garganta.

La dejé agitada en el suelo.  Esperé a que se recuperase y la desaté.

-       ¿Puedo abrazarle mi Amo?

-       Si, perra.

Ella estiró sus manos hacía mi y yo me acerqué para que abrazase mi cuerpo.

-       Me gusta como huele señor.  Me gustaría poder verle.

-       Me veras cuando te lo merezcas.  Espera 10 minutos y fuera un cabify te estará esperando.  Hablaremos

Y sin más le quité el collar, cogí mi casco y salí.

Cunado llegué a casa tenía un largo mensaje de mi excuñada.

-       Señor, soy la persona más feliz del mundo, he tenido mucha suerte de conocerlo.

-       Buena perra.  Quiero que cuando leas esto te masturbes hasta llegar al orgasmo, pero no te corras. Yo lo cambiaría por “te mastrubes hasta que estés a punto de llegar al orgasmo,  entonces para y no te corras”

-       Estoy en el taxi señor.

-       Veo que no eres tan buena perra.

-       Como usted diga Señor.

Y me imaginó que Rocío vestida solo con una gabardina le daría el espectáculo al taxista.

Me pasé los siguientes meses dando ordenes a Rocío.  A todas horas le pedía que hiciese algo.  Cuando no le pedía tonterías del estilo que saliese a la calle sin ropa interior o desnuda cubierta con un abrigo, le pedía cosas más serias como que dejase lo que estaba haciendo y se masturbase o cosas realmente serias como ponerse un cilicio o unas pinzas en su cuerpo durante X minutos.  Por mi parte intentaba cada X tiempo mandarle cosas para que jugase.  Desde vibradores hasta plug anales, desde pasamontañas hasta ropa interior.

Rocío me iba mostrando día a día su total sumisión.  Cada sesión que teníamos a mi me gustaba más y ella se entregaba de una manera cada vez más bestial.

Era sábado

-       Perra, esta noche quiero que me esperes a las 10 en punto en el portal de tu casa.  Quiero que lleves el antifaz puesto.

-       Si señor.

-       Quiero que vayas desnuda, con una gabardina cubriendo tu cuerpo, botas altas, un plug anal puesto, unas bolas chinas automáticas en tu coño, pinzas en los pezones y esposada con las esposas que te mandé con las manos por delante.

-       Si señor.

Salí de casa a las 21:30. Cuando llegué a su casa ella estaba dentro de su portal.  Miraba hacia la pared por si pasaba un vecino no viese las esposas ni el antifaz.  Llamé al telefonillo de un vecino y después de decirle que iba al 4ºB y no le funcionaba el telefonillo me abrió.

La cogí del brazo, la saqué del portal y mirando que nadie me viese la hice subir al maletero.

Conduje hasta mi casa y metí el coche en el garaje.

La hice salir y la conduje por las escaleras del chalet hasta el salón.  Había apartado varios muebles y había instalado unas argollas en el techo para poder atarla.

Cogí un cutter de una mesa y rasgué su gabardina dejándola desnuda, ella no dijo ni mu.

Hice ponerse de rodillas a la perra y le puse su collar y le hice bajar su cabeza para que su culo quedase en pompa.

Con la palma de mi mano empecé a azotarla, no paré hasta que su culo se puso rojo casi fosforito.  Ella iba contando cada uno de ellos y dándome las gracias a cada golpe.

Cambié la mano por el cinturón y ella siguió con su doloroso conteo.  Le levanté y le besé en los morros.

-       Estoy muy contento con mi perra.

-       Muchas gracias señor.

Le metí la polla en la boca y le hice que me la chupase un minuto.  Se la saqué.

La hice levantarse y enganché las esposas a uno de los garfios que había hecho instalar sobre una columna de madera en medio de salón.  Rocío estaba desnuda delante de la ventana y el reflejo de su cuerpo se veía desde donde yo estaba.

Cogí un flogger que combinaba un trozo de cadena con cuero.  Era un flogger duro, muy de acuerdo a la resistencia de mi perra.

Le di un golpe en sus nalgas.  Me acerqué a su oído

-       ¿Cuánto te gusta que te castigue? -  dije

-       Mucho mi amo

Otro golpe

-       ¿Te lo mereces

-       Si mi amo

Otro golpe

-       ¿Por qué te lo mereces?

-       Soy una perra sucia

Otro golpe

-       No sabes tú cuanto.  ¿Tú sabes lo mucho que me has puteado?

-       No señor, lo siento señor, no fue mi intención señor.

Otro golpe, este más fuerte

-       Encima ni eres consciente.

-       No señor.

Otro golpe

-       Si lo eres, aunque no lo sabes

-       No señor

Otra sucesión de golpes.  Me volví a acercar a ella.

-       ¿Quieres ser mi perra indefinidamente?

-       Nada me gustaría más mi Amo.

Otro golpe

-       Independientemente de quien sea.

-       Usted es mi Amo, nada más importa.

Y arrancándole el antifaz pudo ver su cuerpo desnudo y atado reflejado en el cristal y detrás de él a mi con el flogger en la mano.  Rocío miro extrañada a cada lado de donde estaba sometida, evidentemente había estado muchas veces en aquel salón.  Aquella era la mayor humillación que una sumisa podía recibir, ser la perra de una persona odiada por él. ¿aquí quién odia? Si es Rocio tendrá que ser “odiada por ella”

-       Azóteme con fuerza señor, me lo merezco – me dijo bajando la cabeza.

Aquella fue la sesión más dura que hasta entonces hemos tenido.  Al final de la noche la llevé a mi cama y me la follé durante más de una hora.  Rocío fue pasando de un orgasmo a otro mientras le penetraba todos sus agujeros.

Aquella noche Rocío durmió en el suelo de la cocina. (No le pone ni una camita ni nada!) Al Seprona que va

Desde ese día Rocío es mi esclava y vive en el cuarto destinado al servicio.  La tengo a mis ordenes y me sirve en todo lo que pido.

Para nuestros amigos y conocidos somos pareja y así nos comportamos en público, pero cuando cerramos la puerta de casa ella pasa a su lugar y yo me quedo solo hasta que reclamo sus servicios o hay que recoger algo.

Evidentemente para su familia somos pareja, y esa es realmente mi humillación hacía todos ellos.  No es fácil digerir que aquel que dejó en la calle y en la ruina al putón verbenero de su hija ahora viva con la otra.

A veces le mando videos de los que se ven y se borran por telegram a mi exmujer para que vea como su hermana me la come y como me corro en su cara o boca.

Gracias a Salmag por la inspiración.