Mi excitante y nueva etapa sexual II

...llevando a Eva hacia la cristalera apoyó las palmas de sus manos, separó sus muslos y agarrando sus caderas se la clavó, mientras yo con el culo apoyado en la fría cristalera me metí entre sus brazos y empecé a besarla. Raúl con sus arremetidas empujaba a Eva hacia mí.

Tres días después de nuestra pequeña fiesta, estaba aún en la cama cuando sonó el timbre. Mi marido abrió la puerta y desde mi cama oí a Eva hablar con él y pedirle por mi.

-Pasa está en la habitación, yo voy a desayunar o llegaré tarde.

Se abrió la puerta y una sonriente Eva se lanzó sobre la cama y bajo la cabeza para besarme, enseguida sus labios me calentaron, pero no tanto como me calentaría su mano que ya se colaba bajo las sabanas.

-Eva me muero por hacer esto, pero nos van a pillar.

-No lo harán si no chillas al correrte golfa. ¿O es que no te gusta esto? –dijo apartando mi braguita-

-Sabes que si

-¿Has follado esta noche?

-No

-Yo tampoco, abre las piernas cuñadita y déjame entrar en tu caliente cueva

Tan pronto como separé mis piernas su mano se coló entre estas y sus dedos ya entraban en mi vagina. Me puse a cien en dos segundos como un Ferrari y sin dejar de mirarme empezó a mover sus dedos dentro de mí.

-Chicas me voy a trabajar nos vemos luego –dijo mi marido mientras mi orgasmo estallaba-

Cuando oí cerrarse la puerta la agarré y llevé su cabeza entre mis piernas, ellas sin pensárselo dos veces lamio mis juguitos y mordisqueo mi clítoris mientras, yo pegaba su cabeza y movía las caderas.

-Chúpame Eva, así chupa fuerte puta.

Ella lamia aún más excitada por mis palabras, dos minutos después y de nuevo a cien la separé y la desnudé metiéndola en mi cama aún caliente de mi marido y en ella nos lamimos, nos acariciamos y nos corrimos infinidad de veces.

-Vaya Sara echaba de menos esto

-Yo también cuñadita –susurre-

-Sara me gustas mucho, nunca había sido infiel a Julio, pero me gustas mucho.

-A mí me pasa lo mismo

-Además esta lo del otro día en el restaurante, me encantó.

A mí también me había excitado mucho y había revivido esos momentos mil veces los días anteriores.

-Sara ¿llamamos a ese cabrón?

-No se Eva, eso es un paso más –dije asustada al notar lo mucho que me apetecía-

-¿Te apetece darlo conmigo Sara?

-Si –conteste solo unos segundos después-

Dos días después estábamos sentadas en la misma mesa de la última vez, después de decir en casa que salíamos a un cumpleaños de una amiga común.

En dos segundos el mismo hombre se plantó a nuestro lado.

-Hola, ¿vais a ser solo vosotras dos?

-Si

-¿Os ponéis en mis manos? –Dijo con una hambrienta sonrisa-

-Por supuesto, a eso hemos vuelto. –Dijo Eva con doble sentido-

El resto de la cena fue exquisita, nos sirvió una degustación de varios platos, un copioso postre y todo regado de un buen vino.

Al final de la cena se acercó a retirar los platos, eran casi las once cuando pedimos la cuenta.

-Preciosas, estáis invitadas –sonrió mirándonos a ambas-

-Gracias, como podemos agradecerle el gesto –dije que voz melosa-

-Fácil zorrita, en poco más de una hora al ser entre semana cerraremos, ¿por qué no os pasáis?

Salimos del restaurante y nos metimos en un bar de copas, pedimos algo en la barra y mientras unos niñatos no perdían detalle, no dejamos de tocarnos, abrazarnos y besarnos como lobas.

Una hora y media después regresábamos de la mano al restaurante. En la puerta el hombre se fumaba un cigarrillo, supongo que rezando para que volviéramos, por la felicidad que reflejaron sus ojos al vernos.

-Pasad zorritas, estaba a punto de desistir.

Entramos. No parecía el mismo sitio al estar en la penumbra. Él pasó tras la barra y nos sirvió unas copas a nosotras y otra a él.

-Llevo en perpetua excitación desde la otra noche zorritas –dio un largo trago a su bebida y note el temblor de nuevo en su mano-

-¿Haces esto a menudo? –pregunté buscando en su mirada si mentía-

-Jamás me había pasado nada parecido, lo de la otra noche fue sin duda lo más excitante de mi vida. No soy de los que engaña a su mujer, ni de los que liga fácilmente y a mi edad ya no esperaba dos bomboncitos como vosotras por descontado.

Me gustó su honestidad. Mantuvo mi mirada sabiendo que no me conformaría con menos que la verdad.

Me acerqué a Eva y mientras el miraba aun detrás de la barra la desnudé por completo y le pedí que se sentara en la silla.

Di la vuelta a la barra y tiré de ese hombretón plantándolo ante Eva, esta miraba esperando mis instrucciones, si participáramos en B.D.S.M. seriamos ambas switch o sea nos sentíamos cómodas en ambos lados, un día dominábamos a la otra y al siguiente lo que nos ponía era ser dominadas.

Ella notó enseguida que yo había tomado las riendas esa noche y simplemente me entregó su sumisión total.

-Baja la cremallera Eva y saca su polla –le pedí con voz suave, pero contundentemente-

Cogí las grandes manos de ese hombre y las lleve a mi camisa, no tuve que hacer más, el empezó a desabrochar los mil botones, sacó la camisa y me la quito tirándola a un lado. A continuación corrió la misma suerte mi faldita y mirándome con deseo se acercó a sacar mis tetas del sujetador.

-Me encantan tus tetas preciosa, son tan grandes, redondas… y esos pezones… que gusto sobarlas. –Su voz se entrecortaba por los nervios y el deseo-

-Eva menéasela muy despacio, preciosa.

Ella al instante obedeció, él suspiró mientras bajaba la cabeza a mis pechos y pellizcaba uno mientras lamia el otro.

En ese momento sentí los dedos de Eva meterse en mis bragas, la miré y le sonreí al ver que esta con la mano libre empezaba a acariciar mi sexo ya hambriento. Asentí con la cabeza y ella me penetró con sus dedos.

Durante unos minutos disfruté de las manos y la boca de ese hombre mientras mi querida Eva entraba y salía de mi cuerpo, mientras le masturbaba a él.

Al momento y decidida a dar un paso más, hice que él se sentara y ahora Eva de rodillas entre sus piernas seguía moviendo su manita sobre ese tronco duro y gordo. Me arrodillé detrás de ella y pegando mi pubis a su culito, separé sus labios vaginales y descubrí lo mojada que estaba mi cuñadísima, con facilidad metí de golpe tres dedos en su vagina e hice que se corriera penetrándola con fuerza mientras lamia su cuello.

-No pares de meneársela Eva –le dije mientras esta se corría-

Cogí un preservativo de mi bolso y lo coloqué sobre esa su dura polla, el hombre jadeaba excitadísimo al darse cuenta que íbamos a darle más de lo que esperaba.

Ante el empezamos a besarnos mientras el acariciaba el culo de Eva.

-Sube preciosa quiero ver como esa polla te abre el coñito -dije poniéndome de rodillas ante ambos-

Eva se abrió y poco a poco mirándome se clavó esa polla, en primera fila vi como la abría, como está desaparecida en ese coño que tan bien conocía ya.

Los jadeos del hombre eran cada vez más seguidos y a ellos se habían unido los de Eva, que bien follada estaba en la gloria.

Separé sus piernas colocándolas a ambos lados de él y acercando mi boca lamí su raja, ella chillo al sentir mi lengua, bajé a lamer los huevos de él y este se tensó, supe que iba a correrse y apreté la base de su polla con dos dedos, cortando su orgasmo.

-Dios que placer me dais zorras

Eva siguió moviendo sus caderas mientras el lamia su espalda, sus hombros y yo su coño, dos minutos después se corría como una loca y sus espasmos volvieron a ponerlo a él al borde, volví a apretar y de nuevo su cuerpo se destenso, lamí los juguitos del coño de Eva, estos escurrían y me llevaron a lamerle a él de nuevo. Me encantaba el sabor de Eva en sus pelotas rugosas.

-No pares Eva muévete sigue moviendo las caderas, busca el segundo. Me encanta lamer tus juguitos, quiero más.

Mis palabras excitaron a ambos, no solté su polla estaba demasiado cachondo y estaba a punto de correrse.

-Voy a correrme Sara chupa fuerte como me gusta –a penas entendía sus palabras, entre jadeos-

Absorbí y vi como su cuerpo se tensaba, él gritaba y mi presión no dejaba que se corriera. Entonces Eva cuando por fin volvió a regular su respiración se levantó y se apartó.

-Ahora tu zorrita, clávate mi polla.

Me coloqué como Eva pero al revés y él enseguida agarró mis tetas, cogí la polla y colocándola fui bajando lentamente, notaba sus jadeos escapar entre los dientes que mordisqueaban mis pezones. Moví las caderas en círculos y apretó, subí el culo y lo bajé y lamio agradecido como un perrito. Me estaba matando, sentía como su polla entraba y salía, rozando cada milímetro de mi vagina. Era tan gorda que estiraba los músculos de mi vagina al máximo.

-Esta rica ¿verdad Sara? –pidió Eva-

-Sí, muy rica –honestamente era cierto-

-No puedo más nena… esto es… siento que mis pelotas van a estallar.

-Sara ¿quieres que le haga lo que te hago a ti?

Enseguida supe a qué se refería y miré su cara, paré de moverme sabiendo que ahora Eva lamia su ano, su cara era un poema, su placer mayúsculo, mientras la  lengua de Eva daba golpecitos y mojaba su ano mientras los músculos de mi vagina apretaban su polla.

-Madre mía, Dios mío…-ronroneaba extasiado-

Se metía todo lo que podía de mis tetas en la boca, jadeaba como un perrito y hasta maldijo cuando supuse que Eva había pasado a la fase dos y ahora su dedito se follaba lo que su lengua había profanado.

-Relájate veras como vas a córrete –le dije lamiendo sus labios-

Noté como su cuerpo se relajaba bajo el mío y empecé a moverme viendo como Eva de rodillas detrás de mí movía una de sus manos y con la otra se tocaba.

Me abracé al cuello de ese hombre y empecé a moverme con furia, supe que ella me seguiría y así fue. Entonces oí su grito ronco, profundo.

-Dios me corro… que bueno…

Y aun con el preservativo note el calor de su semen mientras me corría oyendo los ruiditos de Eva de fondo, ella también se corría.

-Jamás había sentido nada parecido, sois maravillosas –dijo con la sensiblería que te da un orgasmo como Dios manda-

-Ha estado muy bien, gracias –dije subiéndome y dejando que su polla saliera de mi interior-

Eva aun entre sus piernas, se apartó para que me levantara. Las dos nos lavamos un poco, nos colocamos la ropa y fuimos a despedirnos.

-Juradme que volveremos a repetir –suplicó el hombretón-

-Claro –dije sonriéndole-

Así fue como nos ganamos un fiel amigo y compañero de corredurías. Ambas le besamos antes de irnos.

Llegué a casa sintiéndome culpable por ser infiel, miré a mi marido dormir y me arrepentí de lo que acaba de suceder. Me di una ducha y me metí en la cama, quería dejarlo, quería poder prescindir de Eva y realmente esa noche después de saciar mí cuerpo del vicio estaba convencida.

Al día siguiente seguía en mis trece, incluso rechace una salida con Eva y fui sola al centro. En el aparcamiento sonó mi móvil, tras una breve charla con Eva le dije dónde estaba y diez minutos después ella aparcaba a mi lado.

Le conté lo mal que me sentía, ella me confesó que también se sentía mal.

-Podemos intentar no tener sexo Sara, pero no me prives también de tu amistad

Accedí y desayunamos juntas, miramos un par de cosas y luego subí a su casa a buscar un libro que tenía que prestarme. Habíamos pasado dos horas juntas sin tocarnos.

Cuando llegamos estaba mi cuñado ya, por eso había accedido a subir, no me sentía con fuerzas para rechazarla si estábamos solas.

Me sacó el libro y me acompañó después al ascensor, al abrir la puerta la miré, me miró y sin poderlo evitar nos besamos con desesperación, con el deseo a flor de piel.

-No puedo Sara me muero por tocarte, por hacer que te corras y notarlo en mis dedos para después saborearte.

-Yo también Eva

Tiró de mi llevándome a un rincón algo apartado de su puerta y del ascensor y metió las manos bajo mi falda, corrió mi braga al tiempo que yo hacía lo mismo y allí en un rincón sin dejar de besarnos movimos las caderas buscando el anhelado orgasmo que lejos de tranquilizar nuestros cuerpos los encendió aún más.

A pesar del deseo de continuar volvimos al ascensor y entonces salió mi cuñado.

-Nena tengo que salir un par de horas, ¿puedes retrasar un poco la comida? –Le pidió a su mujer-

-Claro, ve… Sara te quedas un poquito ya que este me abandona. –Me miró con cara de pena-

-Bueno… -me rendí a la evidencia-

No nos dimos cuenta como alguien se alejaba de la puerta de su casa y dejaba de mirar por la mirilla, tampoco nos dimos cuenta como esa persona salto la pequeña pared que separa ambos balcones y como por una pequeña rendija miraba como nada más cerrar la puerta nos desnudamos con prisas, para lamernos en el mismo suelo del comedor con ansia, provocándonos dos orgasmos más antes de frotar nuestros encendidos cuerpos y explorarlos con nuestras manos para volver a corrernos antes de besarnos ya completamente saciadas.

Esa persona regreso a su casa y allí mientras su novia terminaba de cocinar él se masturbó pensando en la zorra de su vecina.

Al día siguiente tras pensar toda la noche en cómo conseguir a esas dos hembras, urdió su plan y  asalto a Eva  mientras esperaba el ascensor.

Cuando ella educadamente le saludo, él empezó ha preguntar:

-Hola Raúl, buenos días

-Hola Eva ¿qué tal todo?

-Bien ¿y tu novia?

-Trabajando hoy tiene guardia- su tono denotaba que se alegraba de ello-

-¿Y tú marido?

-También trabajando

-¿Con tu cuñado?

-Claro –contestó extrañada de tanta pregunta-

-Entonces tu cuñadita ¿podría venir esta tarde?

-¿Que dices Raúl? –Contestó Eva alucinada por el cambio en la cara y mirada de su jovencito vecino-

-Digo que me encantaría follaros a las dos –soltó con descaro la bomba-

-¡Estás loco! –afirmó Eva alucinada-

-Eva no me has dejado acabar, podría follaros a las dos y así me podrías convencer que no le cuente a tu marido que su mujercita se lo come todo a su linda cuñadita

-No sé de qué hablas

-Eva os vi ayer en esa esquina y después en tu comedor

-¿Cómo?

-Si salté, ni siquiera seria delito ya que diría que te oí gemir y salte a ayudarte…

Eva entro en el ascensor oyendo de fondo a Raúl decir:

-A las cuatro en mi casa.

Cuando entró me di cuenta enseguida que algo iba mal, media hora después sabía que la cosa pintaba fatal.

-Eva tenemos que acceder, no nos queda otra.

Y así una vez nos vimos arrastradas por la situación que al final como la vez anterior no fue tan mala como supusimos, lo supe en cuanto Raúl el joven vecino de Eva nos abrió solo en boxes, el bulto delataba un buen instrumento.

Sin desnudamos diez minutos después retiré la tela que cubría su excitación, para que Eva le enfundara un preservativo antes de llevarla al interior de mí ya mojado conejito, su polla era muy larga aunque menos gruesa que la de nuestro amigo. Aun así la sentía en el fondo de mi sexo, me agarraba del culo ayudándome a moverme más y clavándome más profundamente en su estaca.

-Llevo todo el día excitadísimo pensando en follaros, tienes un coñito tan estrecho y húmedo que necesito correrme ya, para poder follaros luego tranquilamente putas.

Apreté su polla con los músculos de mi vagina y Eva de rodillas a su lado empezó a lamer su boca, me movía viendo sus lenguas y lo que había empezado a la fuerza por callarle se estaba convirtiendo en algo muy placentero.

-Si zorra muévete, haz que me corra ya. –Dijo dándome un azote en el culo-

Salté sobre su polla empalándome hasta el fondo y un par de minutos después noté como se tensaba y volvía a azotar mi culo mientras se vaciaba.

Me levanté y el hizo lo mismo, se quitó el preservativo y me sentó al lado de Eva, nos hizo separar las piernas y poniéndose de rodillas fue lamiéndonos a ambas, iba de un coño a otro y no sé si me excitaba más verle comérselo a Eva o sentir esa misma lengua en el mío. No paró hasta que una tras otra nos corrimos.

Me sorprendió ver su nueva excitación, se colocó otro preservativo y llevando a  Eva hacia la cristalera apoyó las palmas de sus manos, separó sus muslos y agarrando sus caderas se la clavó, mientras yo con el culo apoyado en la fría cristalera me metí entre sus brazos y empecé a besarla. Raúl  con sus arremetidas empujaba a Eva hacia mí.

-Que putas sois, como me gusta follaros. Voy hacerlo hasta que os escueza el coño.

La fuerza de sus arremetidas y sus palabras hicieron correr a una Eva mientras yo devoraba su boca.

Volvía a estar duro como una piedra y después de una primera eyaculación sabía que esta le duraría mucho más.

Sacó la polla y mirándome me dijo:

-Arrodíllate y chupa su culo como hiciste ayer -su tono chulesco más que cabrearme me excitó más. Ese puto niñato me ponía a cien-

Me separé de Eva y esta siguió en la misma postura, con las piernas abiertas y las palmas de las manos apoyadas en la cristalera. Me arrodillé detrás de ella y separando los cachetes de su culo empecé a pasar mi lengua dura por su ano, jugué alrededor y tras humedecerlo empujé mi lengua penetrándola. Sabía que eso le encantaba, ya estaba jadeando de nuevo con el culo en pompa buscaba una mayor penetración.

Raúl poniéndose detrás de mí de rodillas me la metió de un solo golpe en mi vagina y bombeo duramente y sin descanso mientras mi lengua entraba y salía del dilatado ano de Eva. Ese demonio pasó la mano y frotó mi clítoris, llevándome con los envites a otro nuevo orgasmo.

Cuando acabé sacó la polla, se levantó y apartándome apuntó hacia el culo de Eva. Esta se quejó, pero él haciendo caso omiso a sus quejas siguió.

-Calla puta, voy a follarte bien el culo, veras que mi polla es mejor que su lengua.

Empujó un poco y vi como su polla se metía en su culito abriéndolo, dos arremetidas más y entró por completo en ella, hasta el fondo.

Ambos se quedaron quietos y yo me incorporé pegando mi culo al cristal, mirando la cara de satisfacción de Eva. El empezó a moverse en su interior, salía un poco y volvía a empujar.

Dos minutos después Eva balanceaba las caderas, subía el culo y se movía desesperada buscando esa polla que taladraba su estrecho agujerito.

Sin dejar de mirarla metí la mano entre sus piernas y buscando su clítoris lo friccioné unos segundos antes de meter tres dedos en su vagina, ella daba grititos roncos de placer al sentir la doble penetración. Se movía hacia mis dedos y luego se apartaba clavándose más su polla, el me miró y sonrió cuando ella se corrió.

-Túmbate vecinita como ayer en tu casa quiero ver como os relaméis. Me encanta que os guste tanto comeros el coño como tener una buena polla.

Eva se tumbó sobre la alfombra, yo me giré y colocándome sobre ella bajé a chupar su mojado y abierto sexo, mientras sentía su lengua en el mío.

Raúl desde el sofá nos miraba y nosotras seguimos alentadas por esas miradas cargadas de deseo.

No me di cuenta cuando se levantó, ni cuando se puso de rodillas detrás de mí, pero si noté sus manos abrir mi culo y su lengua lamer mi ano. El placer era bestial, dos lenguas me lamian y yo estaba volviéndome loca. Jadeaba sobre el coño de Eva cuando noté un dedo empujar intentado entrar en mi ano, solo Eva me había penetrado y este era más grande. Fue suave al principio pero cuando relajé los músculos añadió un segundo dedo y los movió en mi interior, sentía un escozor raro. Aun así estaba muy excitada, por eso me quejé cuando los sacó.

-Tranquila puta, voy a darte mucho más.

Se agarró la polla y empujó metiendo el capullo en mi agujerito, este me escocia y me dolía.

Intenté escapar, pero me agarró fuerte de las caderas y Eva desde abajo succionó mi clítoris al notar como quería escapar de esa polla que taladraba mi culito. Solo la lengua y las caricias de Eva me hicieron olvidar el dolor que esa polla me causaba mientras abría mi culito virgen.

-Nena que estrecho esta, que placer follarme tu culo putita.

La lengua de Eva ahora iba de mi coño a sus huevos.

-Chupa a mi vecinita, que mira la puta como nos lame… nena mientras yo no dejaré de follarme tu culo hasta correrme –me dijo empezando a moverse lentamente-

El dolor fue desapareciendo y un calor abrasador se apoderó de mí mientras, el incrementó sus movimientos y yo subí más el culo.

-Así nena busca mi polla.

Diez minutos después gozaba como una perra con cada una de sus arremetidas y me corrí mientras me follaba bien adentro, me clavó sus dedos en las caderas y dio un alarido al vaciarse en mi culo al mismo tiempo que sentía los juguitos de Eva mojar mi lengua.

Los tres quedamos desparramados en la alfombra completamente extasiados.

Mi mirada se encontró con la de Eva, las dos estábamos completamente saciadas y ambas sonreímos al darnos cuenta que no había marcha atrás, que esto era demasiado para poder vivir sin ello una vez experimentado.

Hablamos sobre ello dos días después y juntas llegamos a la misma conclusión; por más que nos doliera hacer daño a quien amábamos, no podíamos evitar explorar esa sexualidad recién adquirida, las dos sabíamos que aún nos quedaban muchos placeres por descubrir…