Mi excitante y nueva etapa sexual.

Entonces sentí los dedos de ese hombre en mi coñito, miré a Eva y ví que ella también recibía las mismas caricias de la otra mano, separé las piernas y así nos sobamos los tres durante unos minutos en los que ese hombre volvió a llevarnos al borde del orgasmo

Aun no era ni medio día y ya estaba agotada, llevábamos dos días enteros de compras.

Mi cuñada y yo íbamos de tienda en tienda buscando todo lo que necesitaba para amueblar su nueva casa.

Mi cuñada Eva, la mujer del hermano de mi marido me había pedido ayuda; ella y mi cuñado se acababan de mudar a nuestra ciudad.

Apenas habíamos coincidido desde el día de mi boda y tampoco les conocía de antes ya que no vivían cerca. De eso hacía ya cinco años en los que nos habíamos visto solo unas diez veces y siempre rodeados de toda la familia, mi familia política.

Conocí a mi marido en una discoteca un año después de su divorcio, nos presentaron unos amigos comunes y enseguida conectamos, empezamos a salir y un año después formalizamos nuestra relación.

Toda la familia me recibió algo tibiamente cosa que no sucedió con Eva, ambas conectamos desde el minuto uno. Por ello ahora me alegraba tenerla como amiga.

-Venga Sara que aún nos quedan dos tiendas más –dijo la susodicha, tirando de mí-

-Voy, pesada. Estaba pensando en mis cosas

-Piensas demasiado cuñadita.

Ambas seguimos comprando y gastando el dinero de mi cuñadísimo.

Al mediodía ya paramos para comer.

-¿Te gusta la pasta Sara?

-Sí, más de lo que debiera

-No te quejes Sara estas esplendida

-Si me gustara menos la pasta y demás cochinadas me iría mejor –le dije pellizcándome el culo-

-A mí me encanta tu culo –dijo sin pensar, mientras miraba mi mano apretar mi dura carne, a pesar de ser algo grande lo mantenía así gracias al gimnasio-

Su mirada me desconcertó, y seria por el calor, por el cansancio o no sé por qué pero su mirada hizo que mis pezones se endurecieran.

Acto seguido me regañe a mí misma por excitarme, no solo con una mujer, sino con mi cuñada.

Jamás había sentido deseo alguno por nadie de mí mismo sexo.

-No te avergüences Sara, siento haberte incomodado con mi comentario.

Sus abiertas palabras me hicieron preguntar a continuación:

-Eva ¿quieres decir que hablabas en serio?

-¿Sobre lo de que me gusta tu culo?

-Si

-Me gusta Sara, tu culo y otras partes de ti y si no pongas esa cara de sorpresa siempre fui bisexual, aunque ahora no ejerza por motivos obvios.

La curiosidad pudo conmigo y pasé toda la comida avasallando a Eva a preguntas:

-¿Cómo empezó?

-Fácil en el insti con una compañera, con ella descubrí los placeres que otra mujer puede darte

Estaba totalmente entregada a su conversación morbosa y ambas disfrutábamos de ese morbo recién descubierto. Ella disfrutaba de ver mis caras y yo disfrutaba de saber más sobre algo que siempre me había llamado la atención.

-Durante todo el curso, no dejábamos pasar un solo momento a solas sin tocarnos, besarnos, acariciarnos...

-¿Duro mucho? –pregunté atónita-

-Un par de años, en los que fuimos y venimos.

-Durante ¿tu tenías parejas masculinas?

-Si

-¿Y a ella no le importaba?

-Al principio hasta le daba morbo, pero ella se enamoró y tuvimos que dejarlo.

Yo jamás podría ser lesbiana, me gustaban demasiado los hombres. –Dijo con una triste sonrisa que me delató que también había sido algo más que sexo-

-Me dejas alucinada

-Mira donde nos ha llevado tu precioso culito cuñada –Dijo con una sonrisa hambrienta que me excitó de nuevo-

El resto de la comida ninguna de las dos volvió a decir nada, pero algo había cambiado entre nosotras, nos mirábamos diferente, sin tapujos.

No volvimos a tocar el tema en todo el día y no nos vimos en toda esa semana en la cual no deje de pensar en el tema, sintiendo cada vez más curiosidad por saber que se siente con una mujer.

Mi vida sexual era de lo más normal, no me quejaba, pero tampoco era para echar cohetes. Aun así nunca había sido infiel a mi marido y antes que él solo había tenido dos amantes.

Siempre me había dado la sensación de estar perdiéndome algo y desde esa conversación era más consciente del tema.

Esa noche después de hacer el amor con mi marido, fui a darme una ducha y cuando el agua caliente empezó a recorrer mi piel, sentí un cosquilleo que continuó cuando me enjaboné. Con mis manos repartí el gel por mi piel, parando en mis duros pezones y siguiendo hacia mi pubis, separé los labios de mi sexo y empecé a acariciarme lentamente primero y más profundamente a medida que el calor invadía mi excitado cuerpo; no pensaba en mi marido dormido en la cama, relajado tras un polvo rápido. Pensé en Eva, en sus manos pequeñas, en su boca perfecta… y me corrí, mordiendo mis labios para no despertar a mi marido.

Dos días después mi marido se fue de viaje y yo había quedado con Eva, tenía que recogerme para seguir con las compras, al menos estas me habían sacado de mi rutina, ya que llevaba seis meses sin trabajar y me aburría horrores.

Acababa de ducharme cuando sonó el timbre y vi que era ella, le abrí y paso.

Nada más entrar me miro de arriba abajo, solo llevaba una camiseta y unas braguitas de algodón.

-Iba a desayunar ¿quieres? –Solo se me ocurrió decir eso ante su mirada hambrienta-

-Claro

Mientras ponía los cafés dándole la espalda, sentía su mirada y poco a poco fui excitándome irremisiblemente. Para cuando me senté, mis braguitas ya estaban mojadas y mis pezones duros bajo la camiseta, cosa que ella debió notar.

-Sara te deseo –dijo con la mano en mi muslo-

Sentía sus dedos acariciar mi piel suavemente, el calor se expandió a la velocidad de la luz por todo mi cuerpo, cuando ella notó que no apartaba su mano, esta empezó a deslizarse por mis muslos, subiendo tranquilamente muy despacio.

-No sé qué decir Eva –Dije con sinceridad cuando me miró-

-No digas nada, solo siéntelo. –Su voz era más ronca que de costumbre por la excitación-

Apoyó la otra mano y separó mis muslos, mientras yo totalmente hipnotizada la ayudé separando mis muslos y dándole libertad a sus manos, que pronto acariciaron la cara interna de mis muslos y en dos segundos llegaron a mis braguitas mojadas.

-Separa más las piernas y deja que vea lo excitada que estas

Lo hice sin pensármelo dos veces y entonces ella se arrodilló ante mí y para mi sorpresa besó la tela húmeda mojándolas más.

-Sara deseo hacer esto desde que te vi por primera vez

Apartó la braguita y pasó sus dedos por la humedad suspirando al comprobar lo mojada que estaba.

Agarró el elástico y yo subí el culo para que pudiera quitarme las bragas, volvió a separar mis piernas y bajó la cabeza entre ellas. Por fin sentí por primera vez su lengua en mi sexo caliente, era la primera vez que una mujer me lamia y jamás había estado tan excitada.

Eva sabía lo que hacía, su lengua rozo cada rincón de mi sexo, sus labios atraparon mi inflamado clítoris y succionó arrancando un gemido de mi garganta mientras todo mi ser respondía a sus lamidas. Separó con dos dedos mis labios y alternó simples lamidas con pequeñas succiones que me encendieron y me llevaron a un temprano orgasmo. No dejó de lamer mientras me convulsionaba en la silla agarrada a mesa.

-Que rico tu orgasmo Sara, ¿quieres más? –Preguntó levantando la cabeza y mirándome a los ojos-

-Si

Se levantó y juntas fuimos a mi habitación, allí de pie ante mí me subió la camiseta sin dejar de mirarme.

-Bonitas tetas, me encantan así de grandes. –Dijo amasándolas-

Me empujó y caí en la cama, ella poniéndose a mi lado y aun completamente vestida lamio mis pezones, los mordisqueó y volvió a lamerlos mientras su mano bajaba por mi vientre y sus dedos se colaban de nuevo entre mis piernas, las separé y bajó sus dedos. Sentí aun los coletazos del anterior orgasmo, de nuevo el calor me inflamaba.

En eso momento bajó la cabeza y sus labios buscaron los míos, por primera vez probé dos cosas al mismo tiempo, la boca de otra mujer y mi sabor en sus labios. Me excitó probar mi sabor en su boca mientras sus dedos abrían mi sexo y me penetraban, primero sentí un dedo en mi vagina, luego un segundo y sin dejar de mirarme añadió un tercero, volvió a besarme y empezó a entrar y salir cada vez más rápido, cada vez más adentro… y cuando notó las convulsiones de mi nuevo orgasmo me besó en los labios mientras me corría por segunda vez.

Tras mi orgasmo se desnudó rápidamente y se tumbó a mi lado, cogió mi mano y la llevo entre sus piernas, me encanto notar la humedad y el calor que desprendía. Con su mano sobre la mía empecé a acariciarla, toque su sexo como hubiera tocado el mío sin dejar de mirar su cara  de placer.

Eso me fue animando a ir más allá,  busqué con mis dedos su clítoris y empecé a friccionarlo con dos dedos animada por sus jadeos, cuando lo noté inflamado y su respiración cada vez más acelerada la penetré directamente con dos dedos, sin piedad los hundí en su interior, ella movía las caderas encantada cuando añadí otro dedo y la penetré aún más fuerte, moví mis dedos en su interior hasta que subiendo las caderas noté su orgasmo en mis dedos, su vagina me los apretó y ella gimió mojándome.

Volvimos a besarnos mientras nos abrazábamos frotando nuestros cuerpos y yo completamente desinhibida le dije:

-Quiero saber a qué sabes

Ella con una sonrisa separó sus muslos y yo bajé a probar por primera vez a una mujer.

Su sabor dulzón me encantó y lamí imitándola cada rincón, metí mi lengua en su vagina y volví a succionar su clítoris.

-Date la vuelta, quiero volver a lamerte –Dijo Eva excitada-

Pasamos los siguientes minutos imitando la lengua de la otra y así llegamos juntas a un orgasmo devastador que nos dejó extasiadas a ambas.

-¿Que tal Sara?

-Me ha gustado mucho

Esa noche cuando nos separamos después de no sé cuántos orgasmos las dos estábamos pletóricas.

Al día siguiente cuando llegó mi marido me dijo que me veía algo diferente y le dije entre risas que sería el pelo, recordando como habíamos ido juntas a la peluquería después de retozar en su cama.

Al final de la semana quedamos en ir a comprar esta vez ropa.

-Vamos coge algo Sara y vamos al probador me muero por comerme tu coñito

Muerta de deseo cogí lo primero que vi y entramos juntas, cerramos la puerta y nada más hacerlo Eva se arrodilló, me bajó las bragas y subiendo mi pierna a un banco que había me lamió mientras metía tres dedos en mi coñito chorreando hasta hacer que me corriera en su boca mordiéndome los labios.

-Ahora me toca a mí

Se quitó las bragas y tras hacerla sentar en el banco me arrodillé ante ella y lamí hasta que esta jadeando se corrió, dándome todos sus juguitos que relamí como una posesa.

Acababa de descubrir un placer infinito de su mano y aprovechábamos cada ocasión para darnos placer.

Un día en plena cena de cuatro, con nuestros maridos, sentí su mano en mi muslo y rápidamente los separé enseguida sentí sus dedos penetrar mi vagina. Me ponía a cien oírlos hablar de trabajo, mientras ella me masturbaba allí mismo. Hice lo mismo y al colarme entre sus muslos, note que ella no llevaba bragas, me sonrió y la penetré con tres dedos.

Nadie podía imaginar que esas dos mujeres que parecían hablar tranquilamente ante sus maridos se estaban masturbando la una a la otra y eso nos  ponía a las dos aún más cachondas. Seguimos tocándonos fingiendo llevar una conversación normal. Ellos enfrente y con la música y la gente no podían oírnos.

-Así Sara fóllame bien con tus dedos golfa

-Si putita voy hacer que te muerdas los labios de placer –le decía al borde de mi orgasmo-

En ese momento apareció el camarero un hombre de unos cincuenta y muchos, que de pie y por sorpresa pudo ver como nuestras manos se perdían bajo la falda de la otra.

Durante unos segundos no pudo apartar la mirada y lejos de cohibirnos le sonreímos las dos y él nos devolvió la sonrisa disimulando. Pero lo que no pudo disimular fue el bulto que se intuía bajo su pantalón.

Al ver que ambas mirábamos, se movió y retiró los platos, ellos seguían enfrascados en lo suyo sin percatarse de nada.

Cuando antes de irse volvió a mirarnos, me puso a cien y me corrí en los dedos de Eva, ella que debió también de excitarse al sentirse observada se corrió también en silencio. Solo la humedad de sus jugos en mis dedos la delataban.

-Que rico Sara, vamos al baño quiero lamer esos juguitos

-Yo también

Nos disculpamos y nos dirigíamos al baño cuando el camarero nos interceptó.

-Vaya par de zorras, ¿vais a terminar lo que habéis empezado ante vuestros maridos y el resto del local?

-¿Pasa algo? –Dijo Eva-

-Si pasa que me habéis puesto a cien y me encantaría ver cómo sigue la cosa. Además sé de un sitio mejor que el estrecho baño.

-Eva –le dije preocupada porque nos delatara-

-No te preocupes golfilla, venid conmigo y estaré calladito-

No nos quedaba otra, le seguimos al final del pasillo y abrió una puerta, nos empujó dentro de lo que parecía ser un oscuro almacén.

-Tengo diez minutos de descanso, por vuestra culpa lo último que quiere mi polla es descansar. Si dejáis que me la menee mientras me enseñáis como os tocáis estaré calladito y podréis volver a la mesa sin más.

Nos miramos y Eva asintió, el me miro y también asentí. Entonces el bajándose la cremallera sacó su dura polla.  Ambas nos relamimos secretamente al ver su gordo e hinchado capullo. Ese tío estaba muy pero que muy bien dotado.

-Venga putita, enseñadme esos coñitos que os sobabais en la mesa

Completamente fuera de mí, me subí la falda y me bajé las bragas, mientras ese hombre sin perder detalle se agarró la polla y empezó a meneársela lentamente.

Eva subió su falda y me arrodillé ante ella, separé sus labios y metí mi lengua saboreando los jugos de su orgasmo y su nueva excitación, sin dejar de mirar esa polla.

Eva jadeaba sin perder detalle de la paja de ese hombre y agarrándome la cabeza me apretó contra ella y yo mordisquee su clítoris mientras ella se corría. A continuación me levanté y ella fue la que lamio y mordisqueo mi sexo hasta que me corrí en su boca.

Las dos seguíamos excitadas y el hombre sin perder detalle de nada seguía. Su polla aún estaba más gorda y ambas nos miramos sabiendo que queríamos más. El aprovechando nuestra excitación dijo.

-Zorritas venga tocarla un poquito

Nos miramos y no se quien se decidió primero, quien convenció a quien, pero ambas nos acercamos a él y mientras Eva agarraba ese mástil con devoción empezando a meneársela yo al otro lado agarré sus testículos y empecé a amasarlos oyendo sus jadeos.

-Dios que paja más rica zorras no paréis

Nos turnamos en sobar bien su polla y sus huevos mientras el jadeaba extasiado.

-Me estáis matando de placer pero quiero aguantar un poco, esto es demasiado bueno zorras.

Entonces sentí los dedos de ese hombre en mi coñito, miré a Eva y vi que ella también recibía las mismas caricias de la otra mano, separé las piernas y así nos sobamos los tres durante unos minutos en los que ese hombre volvió a llevarnos al borde del orgasmo, su cuerpo se tensó, sus dedos se metieron hasta el fondo y empecé a correrme viendo como un espeso chorro salía de la polla que tenía entre mis manos, miré a Eva y vi que esta también se corría sobándole los huevos.

-Nenas realmente apoteósico, vaya pajita preciosas. –Dijo mientras se limpiaba con un pañuelito de papel-

Nos colocamos la ropa y salimos con disimulo de allí.

Volvimos a la mesa sin querer procesar aun lo sucedido.

-Menos mal que habéis vuelto, me gustaría saber que hacéis las mujeres en el baño.

Las dos nos miramos y nos reímos recordando lo sucedido.

Cuando nos trajeron la cuenta, los maridos pagaron y nos levantamos para salir. En la puerta nos interceptó de nuevo el camarero.

-Señoras una tarjetita por si quieren repetir

Cogí la tarjeta y las dos le sonreímos antes de salir. De camino al coche miramos el reverso de la tarjeta donde ponía:

“Este es mi teléfono, me encantaría volver a veros con más tiempo”

Guardé la tarjeta en el fondo del bolso.

No sabía que me deparaba el futuro, no sabía a donde me llevaría esa nueva sexualidad descubierta con Eva, pero era un hecho que jamás me había sentido más satisfecha.

-Sara ¿te gusta todo esto tanto como a mí? –Me dijo al oído-

-Si Eva me encanta

Las dos nos miramos sabiendo que esto solo acababa de empezar y que juntas viviríamos muchas aventuras sexuales más.

Estaba preparada para seguir descubriendo nuevas facetas de mi vida sexual, pero para lo que no se si estaba preparada era para ser descubierta en mis escarceos por alguien que me descubriría otra nueva versión de mí…