Mi ex novio Humei (01)

Aquí les relato mi encuentro con mi ex novio Humei, que es el machazo de machazos. este es mi encuentro con él en la pizzería, además acompañada de mi noviecito Víctor.

Candy Candente. Humei (01) en la pizzería.

Intro

Esta es la primera entrega de mis aventuras con Humei. ¿Qué quien o qué rayos es Humei? Pues les diré, Humei es un ex novio, pero no un ex novio cualquiera (que de esos tengo bastante), es ÉL EX NOVIO, el machote, el que me enseñó casi todo en el plano heterosexual, es un animalote cachondo y depravado, Humei es Humei, y estas son mis breves pero candentes aventuras con él.

12:24 pm. Pizzería del sector La Marrón en Caracas

Mi modosita y preciosa persona se encontraba en una Pizzería del sector La Marrón, en compañía de mi queridísimo novio Víctor. Habíamos salido a pasear y nos había alcanzado la hora de almuerzo. Víctor estaba antojado de pizza, así que conseguimos este localcito y entramos.

A esa hora el sitio estaba atestado de gente queriendo almorzar, por lo que nos tocó hacer una cola respetable para poder hacer el pedido (no había mesoneros). Víctor estaba de pie detrás de una señora, mirando el menú. Yo estaba también de pie, detrás de él abrazándolo por la cintura, le había dicho que pidiera la pizza que él quisiera, a mi me daba igual.

Debo aclarar que cuando salgo de paseo o rumbas con Víctor, siempre tengo que lidiar con sus celos injustificados, porque siempre, siempre, pero siempre, a donde voy me lanzan piropos y ojazos libidinosos. Cuando salimos juntos he intentado ponerme mis trapos más discretos, para evitar problemas, pero lamentablemente, nunca lo consigo. En fin, esta ocasión no era la excepción, y en el rato que teníamos juntos caminando por las calles ya Víctor se había ofuscado un poquito. Yo procuré no andar de exhibicionista por ahí (nunca lo hago), me había puesto una faldita de licra blanca larga (larga en comparación con las que utilizo a menudo) que me cubría de la cintura hasta un poquito más arriba del muslo, una camisetita azul clara que apenas y dejaba desnuda la parte del ombligo (sin sostén porque se vería horrible con la camiseta), mis infaltables moños de candy candy y de calzado unos deportivos rs21 blancos que tenían unos taconazos de goma bien pavos. Sin embargo, y a pesar de mis esfuerzos por no llamar la atención, machos de todos los calibres me piropeaban sin importar que estuviese en compañía de Vic, cosa que lo encabronaba un poco, pero creo que ya empieza a acostumbrarse.

Lo cierto es que mientras esperábamos en la larga cola, y Víctor decidía que pizza comeríamos, yo sentí como alguien se posó detrás de mí. Y digo se posó, porque así fue. No había centímetros de distancias. Esa persona se había ubicado pegando su cuerpo totalmente al mío, desde atrás.

Enseguida me puse en alerta, y detecté que era un hombre, ya que el contacto se había generado justo en mi pompis. ¿Quieren que sea más específica? Había sentido como un bulto se me recostaba entre las nalgas. Me di cuenta de inmediato que era un macho propasándose. No es que este loca ni a la defensiva ni nada de eso, pero me puedo declarar experta en recostones de tostón en el trasero, es algo que me pasa con frecuencia, sobre todo en el metro, en los buses, conciertos, iglesias, discos y en cualquier lugar donde halla multitud de gente.

De primer momento pensé que podía tratarse de un recostón involuntario, había mucha gente en el local y podía ocurrir (¿ya dije que me ocurría todo el tiempo?). Intenté hacerme la desentendida y me pegué más a mi novio, abrazándolo con más fuerza y buscarme separarme del paquete. Pero fue muy breve el momento de libertad de mis pompas. El bulto volvió acercarse, y esta vez, con descaro, no solo se recostó, sino que me recorrió toda la línea entre las nalgas. Pude sentir como ese cuerpo grueso y de considerable tamaño recorría mis intimidades, de abajo hacia arriba. Tanto profundo fue el empujón que pude notar como la tela de la faldita se quedaba atascada entre mis voluminosos glúteos.

El movimiento atrevido del hombre hizo que yo girara un poco la cabeza, intentando detectar al abusador sujeto. Esto ya no calificaba como recostón involuntario. No quería armar un escándalo para evitar que mi novio se molestara una vez más. Yo solo quería darle una mirada de desaprobación a quien quiera que fuese el que afincando el bulto en mi trasero. Sin embargo, al voltear, me conseguí con una amplia masa muscular. El sujeto era obviamente mucho mas alto que yo, sus pectorales quedaban alineados con mis ojos (muy prominentes pectorales por cierto), lo que me indicaba que el hombre, para recostarme como lo había hecho desde el principio, había tenido que agacharse un poco.

Me encontraba yo desconcertada admirando los pectorales atrapados dentro de una camiseta blanca, cuando sentí como unas manazas me sujetaban la cintura. El paquete lo sentía a la altura del cóccix y sus manos eran grandes y calientes. Me giré un poquito más sin dejar de abrazar a mi novio, y tuve que mirar arriba para poder encarar al hombretón. Reconocí el rostro duro e implacable, sus rasgos duros y recios, su tez negra oscura como el carbón y su excitante cabeza calva, era Humei.

  • Amor!!! Hume!!! – grité descontrolada, y es que el impacto había sido tal que en ese instante olvidé que andaba con el celoso de mi novio.

Enseguida Víctor se volteó. Me tocó disimular la excitación repentina que me había generado el encontrarme con mi ex novio Humei. Hice las presentaciones de rigor con evidente nerviosismo, y es que el pasadito de Hume no me soltaba la cintura. Obviamente Víc se encabronó y puso su acostumbrada cara de culo, saludo a Humei de mala gana y se volteó nuevamente dándonos la espalda. Yo intentaba hablar con mi ex, saber como estaba, que era de su vida, pero Hume casi no respondía, siempre fue de pocas palabras. Pero sin que lo dijera, podía ver que estaba bien. Tenía su magnífica estatura de siempre (2mts y algo), sus pectorales y abdominales definidos se marcaban bajo la camiseta blanca y unos jeans ajustados resaltaban su pene grandote y fornido. Y sí, debo decirlo, el guevo de Humei es formidable, es una cosota prominente y apetecible, y eso que solo estaba a medio parar, de eso estaba segura, lo había visto infinidad de veces en total erección y eso era otra cosa, una formidable estaca de carne negra que enloquecería a cualquier hembra (y ha algunos hombres también).

Le dije a Víctor que buscaría una mesa para platicar con Humei mientras él compraba la pizza. Tratando de mostrar indiferencia me dijo que estaba bien. Rayos, Víc y sus celos. Debo acotar que Humei en ningún momento quitó sus manazas de mi cintura, aún buscando alguna mesa disponible permanecía pegado a mi.

Al fin conseguimos una mesita para cuatro personas en un rinconcito. Yo me senté en el asiento pegado a la pared y Humei se sentó a mi lado derecho, quedando desocupadas las dos sillas enfrente al otro lado de la mesa. Yo le comenté a Humei que lo más apropiado era que él se sentara enfrente y dejara esa silla para mi novio. Pero él, imponente como era, se negó en silencio, de hecho, y como era su costumbre, no dijo palabra alguna. Solo me rodeó con su musculoso brazo izquierdo por sobre mis hombros, recostándome su cuerpote hercúleo, y con el dedo índice de la mano derecha hizo la señal de silencio en su boca.

Yo acaté enseguida la orden (y es que Humei era así de autoritario) y no chisté más, embobada mirándole el dedote que tantas veces me había dado placer. Hume pareció darse cuenta y, sin dejar de abrazarme llevó el dedo de su boca a la mía, y lo introdujo entre mis labios lentamente. Yo como una tonta lo chupe. Hmmm, que rico el sabor de esa piel negra y áspera. Lo sorbí lenta y lujuriosamente como si fuese un pene, y es que el dedo de Humei es tan grande y grueso que prácticamente es del tamaño de un pene cualquiera de esos que andan por ahí. No se asusten, es que Humei es grandotote por todos lados, pero aunque da miedo, en el fondo es un amor, más leeeendoooo.

Había perdido hasta la noción de donde estaba imaginando que aquel dedote era un guevo cuando Humei, como era su costumbre, lo retiró sin avisar. El dedo ensalivado descendió por todo mi cuerpo, bajando por mi barbilla y mi cuello, pasando entre mis tetas y rodeando el ombligo, hasta detenerse justo entre mis piernas. Con una comprobadísima habilidad hizo a un lado mi tanguita, hundiéndose brevemente entre mis labios verticales.

  • Hume ¿Qué haces? – le dije bajito al oído y con mi rostro de sorpresa, tratando de evitar lo que venía, aunque yo sabía que con Humei, eso era imposible.

Mi negro ex novio no se inmutó para nada, tampoco dijo palabra alguna, solamente se mantuvo abrazado a mí y hundió su dedote en mi chocho. En ese momento fue que me di de cuenta que estaba mojada. Si, y es que Humei siempre produce eso en mi, el solo tenerlo a mi lado me excita y me moja todita.

Yo trataba de mantener la cordura y mi posición de novia fiel. Como no podía desembarazarme del dedo, imaginé que era el pene de Víctor el que se movía dentro de mí. Sip, esa era una solución, mentalmente me mantenía fiel. Uffff, pero que rico el pene de Víc, hoooo sí, hmmm. Sentía como el chocho se me inundaba cuando mi boca fue invadida por la lenguota de Humei. Mi ex me estaba dando un beso ahí delante de todos. Yo no me negué porque sabía que era tarea imposible, y solo rogaba que mi novio no llegase a la mesa porque seguro se iba a encabronar, sin motivo claro.

Estaba tratando de ver donde estaba Víc cuando el dedo se afincó en mi clítoris. Por más que intenté resistirme me sobrevino un orgasmo. Afortunadamente logré compaginar la imagen mental que tenía del dedote con el rostro de mi novio, por lo que, se puede decir, me mantuve fiel.

Una leve sonrisa se pintó en la cara de Humei. Yo sabía que él disfrutaba dándome placer. Pero también sabía que cuando Humei se excita, busca la manera de aplacar sus ganas como sea. Para cerciorarme de su estado, le agarré el bulto con mi mano derecha. Estaba en lo correcto, ya su gran paquete, era un super paquete, el animalote que tenía entre las piernas estaba despierto y hambriento bajo los jeans.

Me encontraba yo regocijándome con lo grande del bulto cuando llegó Víctor con la pizza. Por su expresión, se molestó el ver que mi negrote ex se encontraba no solo sentado a mi lado, sino también y abrazándome. Humei no le dio tiempo de decir nada, ya que enseguida me soltó y tomó un pedazo de pizza y de un mordisco engulló la mitad.

Víctor se sentó frente a mí, y tratando de disimular su molestia (tan comprensivo mi noviecito) comenzó a hablar conmigo. Lamentablemente yo casi no prestaba atención a lo que me decía, el bultote que tenía aferrado en mi mano me desconcentraba, menos mal que Víc no podía ver que debajo de la mesa mi diestra apretaba la cosota de Hume. Un nuevo flujo se produjo dentro de mi concha. Necesitaba salirme de aquella incómoda y a su vez rica situación.

  • Ya vengo, voy al baño – dije nerviosamente.

Humei ya estaba devorando el tercer pedazo y, recostado de su asiento hacia atrás, no se movió ni un centímetro para permitirme el paso. Así que, para poder encaminarme al baño, tuve que pasar prácticamente sobre él. Me apoyé como pude en su hombro y pasé mis piernas por sobre las suyas. No pude sostenerme bien y caí sentada brevemente sobre su cosota erecta (culpa mía). Al fin pude incorporarme bien y caminé trastabillando hasta el baño de damas. Como siempre, recibí silbidos y algunas palabrotas subidas de tono de la multitud masculina, uff hombres.

Llegué al tocador. Era un bañito pequeño para una sola persona. Estaba tan nerviosa y desubicada que apenas y medio cerré la puerta, me di media vuelta y me senté en el inodoro a respirar y organizar mis ideas. Me encontraba concentrada en mi fidelidad y en estructurar el orgasmo que había tenido minutos atrás cuando la puerta se abrió. Era Humei. Entró tranquilo como si fuese su casa, cerró la puerta tras de sí y pasó el seguro (cosa que había olvidado hacer yo).

  • Pero Hume… ¿Qué… qué quieres? – pregunté estúpidamente, porque ya sabía que quería, y conociendo a Humei, no se iba a ir sin lograrlo.

Sin apuros, Humei se desabrochó el cinturón y los botones del pantalón, estos cayeron hasta sus pies. Como era su costumbre, no llevaba ropa interior, por lo que su morcillota negra y erecta saltó listo para la guerra, la bestia había sido liberada. Humei es tan alto que, desde mi posición ahí sentadita en el inodoro, el oscuro miembro me parecía más colosal de lo normal.

Humei dio dos pasos y se colocó frente a mí. Con sus manos se apoyó en mi cabeza y de un movimiento de cadera me abofeteó con su guevo. Yo sabía que era una tontería poner resistencia a sus instintos salvajes, y además, no quería, en el fondo estaba deseando comerme esa carnota otra vez. Así que abrí la boca y permití la entrada del corpulento reptil.

En el primer embate ya sentía que me ahogaba. La cabezota del miembro me llegaba a la garganta, y aún así, quedaban todavía centímetros fuera de mi boca. Humei me sujeto con más fuerza la cabeza y comenzó a taladrarme entre los labios. Sentía como su pedazote entraba y salía de mi boca. Hmmm, y ese sabor tan rico, a negrote, a macho, a animal en celo, un sabor rico y especial que lo caracterizaba.

Mientras le mamaba la pollota hasta donde podía, me aferraba a su cintura con mis manos. En algún momento él tomó mi top y de un solo movimiento lo subió, liberándome los senos. Sin advertencias sacó el pene de mi cavidad bucal y lo colocó entre mis tetotas. Tuvo que inclinarse bastante para hacer eso. Sus manazas se apoderaron de mis dos pechugotas y las apretaron alrededor su paloma. Mi negrote se estaba dando una pajota rusa con mi pechonalidad. Sus pulgares se afincaban en mis excitados pezones. La bulba me hacía aguas nuevamente. El guevo resbalaba entre mis senos y la cabeza se tropezaba con mi nariz, así era de largo.

De pronto Humei se separó y de un tirón me puso en pie. Él se sentó en el inodoro, otro jalón más y ya me tenía sentada sobre él, dándole la espalda. Yo sabía que a él le encantaba darme machete así para poder verme las pompas rebotar (para ser sincera, todos los machos que me han degustado me han confesado que les fascina eso), por lo que, una vez atravesada por su fabulosa estaca, traté de subir y bajar lo más que podía para proporcionarle el mayor placer y la mejor vista posible. Pero Humei es Humei, brusco e impositivo, así que me sujetó con sus manos por mis antebrazos obligándome a arquearme, y a su ritmo animal, comenzó a taladrarme el coño. Yo era solo una muñequita rebotando sobre su enorme humanidad. Su pollota entraba y salía a placer. Aunque su miembro es una bestialidad, habían sido tantas las veces que me había follado, que ya mi coñito estaba adaptado a semejante cosota.

Lo único que yo podía hacer en esa situación era gemir como una desesperada. El guevote de Humei me había excitado nuevamente y necesitaba aplacar lo ganosa que me había puesto. Y como se habrán dado cuenta, en contra de mi voluntad. En un arrebato de fidelidad, comencé a pensar en Víctor otra vez (bueno, por lo menos durante unos segundos). Tantos pensé en mi novio que este tocó la puerta.

  • Amorcito. ¿Estás allí? – era la voz de Víctor al otro lado de la puerta.

  • Si amor. Estoy aquí – dije como pude disimulando la excitación.

En ese momento Humei se puso en pie, y sin dejar de penetrarme, me estrelló contra la puerta. Ambos quedamos de pie, solo que yo estaba atrapada entre la puerta y el cuerpote de Hume, que continuaba taladrándome el coño, un poco agachado por su gran estatura y manipulándome a su antojo, ahora con sus manotas rodeando mi cinturita.

  • ¿Qué paso amor? – preguntó Víc preocupado al notar el tropezón de la puerta.

  • Nada… nada papi – respondí como pude sintiendo como el guevote negro me fornicaba el coño. – estoy bien. Es que… tengo la regla y me estoy arreglando.

Con todo el pesar, me vi forzada a mentirle a mi noviecito, y es que lo hice por su bien, él no iba a entender la relación que tenía yo con Humei, decirle que ese negrote de más de dos metros me tenía sabrosamente empalada en el baño de la pizzería solo le traería molestias, y yo no quería que mi amorcito se molestara.

  • Haa ok, tienes el período – entendió Víctor, más leeeendooo – tranqui amor, tómate tu tiempo, te espero en la mesa, tu amigo se comió toda la pizza y se fue sin despedirse, voy a comprar otra.

Qué cosas, el loquito de mi ex se había comido toda la pizza, y ahora me estaba comiendo toda a mi. Yo me sostenía contra la puerta como podía, apoyada con mis manos y mi rostro. Ahora Hume me tenía atrapada por los moños y me daba y daba con brutalidad por el chocho. Placata, Placata, Placata; así sonaba su cuerpo al chocar contra mis glúteos. Brusco pero rico, ufffffff.

Como es su costumbre, sacó el pene de un solo golpe y volvió a sentarse en el inodoro. Me dio otro jalón obligándome a sentarme nuevamente sobre su pene, pero esta vez de frente. Su boca enorme (¿les comenté que tenía todo grande?) engullía mis tetas con facilidad, y eso que las tengo grandotas. Con sus brazotes me rodeaba toda y me alzaba como a un juguete. Nuevamente me encontraba rebotando sobre esa vara formidable. Sentía su virilidad dura como un menhir entre mis piernas. Sus caderas también se movían de abajo a arriba y me taladraban a fondo, Humei me estaba partiendo en dos. No pude resistirme a tanto placer, un salvaje orgasmo me recorrió de punta a punta. Yo sentía que me ahogaba, que me asfixiaba, los pezones me iban a explotar, y el cuerpo se me removía por todos lados. Sin embargo, Humei se mostró como siempre impasible, y continuó penetrándome con cada vez más fuerza.

Mi cuerpo era un manojo de nervios, me había abandonado al descontrolado placer que estaba sintiendo cuando Humei se puso de pie y me lanzó al piso. Apenas tenía noción de lo que estaba pasando. Estaba tirada en el piso disfrutando aún los espasmos cuando vi como Humei se arrodillaba a mi lado, y masturbándose frenéticamente eyaculaba sobre mi. Los chorros de esperma me bañaron de pies a cabeza y yo los recibía gustosa. Al final Humei me agarró por los moños con la brusquedad que lo caracteriza y me metió la verga en la boca una vez más, para terminar de morir su orgasmo en mi lengua, un último lechazo inundó mi gargante, hmmmm, sabroso.

1:44 pm. Baño de damas de la pizzería.

Creo que transcurrieron un par de minutos mientras recobraba el sentido. Estaba aún medio aturdida tirada en el piso del baño y cubierta de esperma. Humei no estaba. Como pude me levanté. Tuve que asearme toda, toda toda, porque mi ex me había dejado totalmente pegostosa en su arrebato sexual. Como pude saqué algunas manchas de la ropa, aunque quitarlas todas era imposible. También tuve que arreglarme el cabello y volver a maquillarme. Para cuando al fin salí, había una cola de damas molestas, esperando para entrar al baño.

Caminé hasta la mesa y me senté junto a Víctor. Le pedí disculpas por la tardanza. Él, comprensivo como siempre, me dijo que no me preocupara, que el sabía como era eso del período y tal. Más leeendooo. También me comentó que al rato de él haber hablado conmigo detrás de la puerta del baño, había visto a Humei nuevamente caminando entre la gente, cosa que le extraño porque pensaba que se había ido. ¿Qué cosas no?

2:30 pm. Planta baja del edificio

Caminamos hasta el edificio donde vivo. Víctor se despidió con un besito de piquito y se fue. Yo entré y me senté en las escaleras, a recordar como había sido salvajemente clavada por mi ex, hmmm, que rico mi Hume, tan leeendooo.