Mi ex-compañera Sonia 1

Aproveché el quedarme sólo y me lo monté con mi ex-compañera de trabajo

Debido a problemas familiares, mi mujer ha tenido que volver a Madrid y me he quedado solo en Segovia. Dado que no tendré muchas oportunidades como esta, voy a intentar aprovecharla al máximo.

Desde que me vine a Segovia no dejo de pensar en Sonia, una antigua compañera de trabajo. Sonia no es lo que se dice una modelo, pues lo cierto es que está bastante gordita, pero es una mujer tremendamente sensual y me pone muy cachondo. Lo que más me atrae de ella son sus enormes tetas. Debe ser una gozada chupárselas, aunque su tremendo culo y sus rollizos muslos tampoco se quedan atrás.

Lo malo de esto es que no se muy bien como hacerlo, pues lo cierto es que nunca hemos tenido nada aunque creo que yo también le gusto un poco, pues siempre que estábamos juntos notaba una cierta tensión sesual. Creo que lo mejor será enviarle un e-mail explicándole de alguna forma que estoy sólo y disponible para lo que sea, pero tiene que ser de forma sutil para no espantarla...


Esta tarde he pasado por un ciber y le he puesto el e-mail a Sonia. Veremos si surte o no efecto lo que le he escrito.


Es por la noche, no demasiado tarde, y el móvil suena. Antes de descolgarlo miro el número pero no lo reconozco, si embargo algo me dice que es Sonia y que el e-mail ha funcionado. Descuelgo y digo

  • ¿Si?

  • ¡Hola!

  • Vaya, hola Sonia, preciosa ¿como estás?

  • Bien, ¿y tu?

  • Bien también. ¡Qué sorpresa! No esperaba tu llamada

  • ¿Ah, no? Pues ya me extraña viendo el e-mail que me has enviado...

Durante un buen rato estuvimos hablando de cosas banales y llegado un punto Sonia me dijo

  • Así que estás solito en Segovia

  • Pues sí, ya ves que panorama

  • Y por lo dejas entender en tu e-mail no te importaría tener un poco de compañía para aliviar tu “soledad”, ¿verdad?

  • Bueno, yo no he escrito nada de eso, pero es cierto que no me importaría recibir la visita de alguna amiga, sobre todo si esa amiga eres tú

  • Vaya, vaya, directo al grano ¿eh?

  • Espero que no te moleste. ¿Qué, no te animas a pegarte una escapadita?

  • No se. Tengo que pensármelo. Al fin y al cabo sigues siendo un hombre casado

  • Si te sirve de algo, te diré que no sería la primera vez

  • Vaya, esta si que es buena. Y yo que no te había tirado los trastos por si acaso me rechazabas

  • Pues ten por seguro de que no lo hubiese hecho, al contrario

  • ¿Y tampoco me hubieses rechazado por mi físico?

  • Menos aún. Nunca te he dicho nada, pero lo cierto es que me pones muchísimo.

  • Caray, voy de sorpresa en sorpresa contigo

  • Pues nada, ya sabes lo que hay, ¿Qué me cuentas?

  • No se. Déjame pensarlo. Ya te llamare.

Y dicho esto colgó. Yo no sabía que pensar sobre lo que podía ocurrir, así que lo dejé estar y como estaba muy caliente, me fui a desahogarme pensando en ella.

Durante todo el día siguiente no recibí noticias de Sonia, pero yo no podía dejar de pensar en ella. Ya por la noche, y cuando menos me lo esperaba, sonó el móvil, miré y al ver que era ella lo descolgué de inmediato, diciendo

  • Hola preciosa, ya no te esperaba

  • Es que quería hacerme la interesante

  • No hace falta. Ya eres muy interesante

  • Gracias guapetón, tu si que sabes tratarme

  • Bueno, y que me cuentas

  • Pues que me lo he estado pensando y creo que voy a aceptar tu oferta de hacerte una visita

  • Vaya, eso es estupendo

  • Bueno, eso es lo que espero, que sea estupendo, porque te advierto que llevo mucho sin catarlo y te voy a pedir mucho

  • Tranquila, puedes pedir lo que quieras, no te defraudaré

  • Vale, ¿te va bien el viernes por la tarde? Saldría para allí desde el trabajo, por lo que calculo que llegaré sobre las 8:30.

  • Perfecto, te estaré esperando. Te mando un e-mail con indicaciones para que puedas llegar sin problemas.


Es viernes por la tarde y estoy impaciente por la visita de Sonia. Por la hora que es no creo que tarde mucho en llegar. El haber dejado muy claro a lo que viene facilita mucho las cosas. A ver si consigo que lo pasemos bien los dos.

Pasados unos minutos suena el móvil, lo descuelgo y oigo que Sonia me dice

  • Bueno, ya he llegado, ¿me abres?

Le abro el portal y espero a que suba en el ascensor. Entonces le abro la puerta de casa para que entre cuanto antes y evitar que los vecinos la vean. Cuando cierro la puerta, me vuelvo hacia ella, nos medio abrazamos y nos damos un par de besos muy efusivos, tanto que nuestros labios se rozan un poco. Sin dejar de medio abrazarnos, nos saludamos y nos quedamos mirándonos el uno al otro, y entonces la digo

  • ¡Que bien que has venido! No sabes las ganas que tenia de verte

  • ¡Ya me lo imagino, pillín!, pero no te preocupes, que yo también tenía muchas ganas de estar contigo

  • ¿Sabes que te encuentro mucho más guapa que antes?

  • ¿Si? Pues yo te encuentro más buenorro que antes.

Y diciendo esto, acercó sus labios a los míos y me besó con fuerza. Yo la correspondí y enseguida empezamos a meternos la lengua hasta el fondo. Aquello, junto con la excitación que ya teníamos por la situación, hizo que ambos nos pusiésemos cachondos y durante un buen rato estuvimos besándonos y abrazándonos con fuerza. Al cabo de un ratito Sonia me dijo

  • Mmmm, no sabes las ganas que tenía de hacerte esto.

  • Yo también te tenía ganas. La verdad es que siempre me he puesto muy caliente cuando pensaba en ti.

  • Si, a mi también me pasa y espero que me lo demuestres luego, pero ahora me apetece ducharme un poco, ¿puedo?

  • Pues claro. Ven que te enseño la casa

Después de enseñarle la casa, le di unas toallas y la dejé en el baño. Mientras oía como el agua debía estar empapando su cuerpazo, fui a prepararme pues no quería perder tiempo. Me puse un boxer de licra muy ajustado y una camiseta de tirantes. Oí como el agua había parado y me la imaginaba secándose bien sus tetas, sus muslos, su coño... Me puse tan caliente que metí la mano dentro del boxer y comencé a sobarme la poya. Luego oí como Sonia se metía a la habitación donde le había dejado las maletas. Me imagine que ella también se pondría algo cómodo, pero cuando salió me quedé sorprendido, pues Sonia sólo llevaba ropa interior. Se había puesto unas medias que le llegaban hasta la parte alta de los muslos, unas braguitas que apenas le tapaban el pubis y parte de los cachetes del culo, y una especie de camisón transparente que le llegaba sólo hasta el pubis y que dejaba entrever sus enormes tetas, pues no se había puesto sostén. Al verla así, mi poya se puso totalmente dura y el boxer se hinchó. Sonia, mirándome el paquete, me dijo

  • ¿Qué, te gusta el modelito?

  • Vaya si me gusta. Siempre dije que eras muy sexy, pero es que ahora estás tremenda.

  • Lo cierto es que podía haber venido antes, pero tenía que ir de compras y a preparar alguna que otra cosilla.

  • Lo de las compras, ya lo veo, pero ¿y esas otras cosillas?

  • Ya las verás, no te preocupes

Sonia se acercó y se sentó a mi lado en el sofá y enseguida acercó su boca a la mía. Al igual que antes, nos pusimos a besarnos con fuerza, metiéndonos la lengua hasta el fondo y al cabo de un momento ambos estábamos jadeando de gusto. Mis manos se habían colocado sobre sus caderas y ahora le sobeteaba los muslos, luego la barriga, y subiendo poco a poco hacia el pecho. Ella me había metido una mano por dentro de la camiseta y también me sobaba por todas partes. Su otra mano me acariciaba la poya por encima del boxer, buscando la abertura. Al fin la encontró, metió la mano y me agarró el pene. Me dijo

  • Mmmm, que buen aparato, duro y caliente.

Mientras me la sobeteaba, mi mano subió de golpe y me puse a sobetearle sus inmensas tetas. Eran tremendas, con unos pezones grandísimos que se habían puesto duros como piedras. Sobar aquellas tetas era toda una experiencia que yo no había tenido la suerte de tener antes, lo que sumado al sobeteo que me estaba dando Sonia en la poya hizo que casi me corriese, pero había que aguantar y así lo hice. Noté que Sonia trataba de quitarme la camiseta con una mano, así que la ayudé a quitármela. Ella puso sus dos manos en mi pecho y empezó a sobármelo, luego dejó sólo una y la otra volvió a llevarla dentro del slip, volviendo a sobarme la poya como antes. Yo le metí las dos manos debajo del picardías y me fui hasta sus tetas y después de sobárselas otro rato, me puse a sacarle el camisón. Ella me ayudó y de inmediato sus tetas quedaron al descubierto. Vistas al natural me parecieron más bellas aún, así que le dije

  • Dios, vaya tetas, son preciosas. No había visto nunca unas tetas tan grandes y tan hermosas.

  • ¿De verdad te lo parece? A mi también me gustan y creo que realmente son muy hermosas. A veces me las sobeteo mientras me masturbo y me da mucho placer hacerlo.

  • ¿Si? Pues deja que yo te de placer de otra forma

Y dicho esto acerqué mi boca hasta sus pezones y me puse a chupárselos con fuerza mientras se las sobaba con ambas manos. Mientras lo hacía, Sonia me dijo

  • Mmmm, sssi...que gustito...chúpamelas más...

Yo seguía chupándoselas, y note como Sonia llevaba otra vez una mano hasta mi slip. Para facilitarle la labor, me bajé el boxer y mi pene quedó al aire. Estaba totalmente rojo y erecto y parecía que iba a estallar. Sonia lo miró y me lo cogió con una mano, empezando de nuevo a masajeármelo. Yo seguía chupándole los pezones a Sonia y al cabo de un ratito de hacérselo me dijo

  • Mmmm...más...chúpame más...que me corro...

Yo aceleré el ritmo y al momento noté como jadeaba más fuerte y más deprisa. Estaba empezando a correrse, así que mientras seguía chupándola con fuerza, le cogí la mano y se la guié para que me masturbase. Ella lo captó de inmediato y mientras se corría con ganas, empezó a masturbarme con fuerza. Yo no pude más y al momento me dejé ir y me corrí. Mientras Sonia seguía corriéndose, no paraba de meneármela, y yo derramé toda mi leche por encima de sus enormes tetas. Aquello no la disgustó, pues se llevó sus manos a las tetas y se restregó el semen por ellas mientras las últimas gotas salían de mi poya.

Cuando nos calmamos un poco Sonia me dijo

  • Chico, que calientes estábamos. Es la primera vez que me corro de esta forma.

  • Si, me imagino que la situación había provocado que ambos estuviésemos muy excitados. ¿Y qué, te ha gustado?

  • Mucho, me ha encantado, sobre todo el que hayas derramado tu leche en mis tetas. Mmmm, que rico ha sido todo.

Dicho aquello, se levantó y se dirigió al baño para lavarse. Yo esperé a que terminase, pues así dejaba tiempo para que mi poya se recuperase un poco. Después de lavarme yo volví al salón, pero Sonia ya no estaba en el sofá. Me fui para mi habitación y me la encontré medio tumbada en la cama. Sus pezones estaban duros de nuevo y al verlos empecé a ponerme cachondo de nuevo. Mientras mi poya se ponía erecta de nuevo, Sonia no dejaba de mirarla. Entonces se incorporó y se sentó en el borde de la cama. Sus manos se me acercaron y empezó a acariciarme por todas partes, el pecho, los muslos, el culo, la poya...De pronto me arrodillé delante de ella y le dije

  • Bueno, me parece que la poquita ropa que aún te queda está sobrando. Estoy como loco por verte desnuda por completo

  • Y yo estoy como loca porque me quites las braguitas ya

  • Enseguida te las quito, pero antes vamos con las medias

Dicho esto, comencé a bajarle las medias, dejando que sus muslos quedasen también al desnudo como había pasado ya con sus tetas. Cuando terminé de quitárselas pude verlos al natural y a pesar de ser bastante gruesos, me pareció que Sonia tenía unas piernas preciosas. Mis manos acariciaron durante un rato sus preciosos muslos hasta que llegado un punto mis manos fueron hasta sus braguitas. Sonia jadeaba ya de placer y yo estaba ya cachondo perdido. Le agarré las braguitas y tiré para abajo de ellas. Ella colaboró conmigo y enseguida se las pude quitar. Entonces Sonia abrió las piernas y pude verle el coño. Era bastante grande y lo tenía totalmente depilado. Aquello me encantó y mientras empezaba a acariciárselo, me dijo

  • ¿Qué, te gusta? Me lo he depilado para ti. Pensé que te gustaría así

  • Mmmm, me encanta. Me gusta tanto que voy a chupártelo hasta que te corras de gusto

Sonia se recostó un poco apoyándose en los codos, abrió más las piernas y me dijo

  • Sssi...chúpamelo ya...estoy ardiendo

Yo lo estaba deseando, así que sin pensármelo más metí mi cabeza entre sus gruesos muslos y empecé a darle lametones por todo el chochete. Sonia jadeaba más fuerte, así que comencé a chuparle con ganas el clítoris. Aquello pareció gustarle mucho, pues empezó a mover sus nalgas y su cadera, así que le pregunté

  • ¿Qué, te gusta lo que te hago preciosa?

  • Sssi...me gusta...mucho...chúpame más...

Volví a chuparle el coño con más fuerza mientras Sonia jadeaba más y más y se retorcía de placer. Mis manos le sobeteaban las tetas y el culo y durante un buen rato no dejé de chupárselo, sobre todo su rojo y carnoso clítoris. Llegado un punto oí como Sonia me decía

  • Ohhh...sssi...sigue...que me corro...

Unos cuantos chupetones más y de pronto noté como se corría en mi boca mientras jadeaba y se movía con fuerza. Aquello me gustaba así que seguí chupándoselo más hasta que de nuevo noté como Sonia se volvía a correr entre grandes jadeos y convulsiones. Pasado un ratito noté que sus manos retiraban mi cabeza de entre sus muslos y entendí que ya había tenido bastante por el momento. Entonces me acosté a su lado y la bese tiernamente en los labios para que siguiese disfrutando de los últimos estertores de sus orgasmos. Luego, y sin darse casi cuenta de lo que pasaba, se quedó dormida con una tremenda expresión de placer en su cara.

Como intuía que estaba cansada, dejé que Sonia durmiese. Mientras lo hacía, permanecí echado a su lado disfrutando de la agradable visión que era contemplarla en toda su desnudez, pues aunque está bastante gordita tiene un cuerpo muy bonito. Al cabo de una hora noté como se despertaba. Me miró y percatándose de lo que había pasado, me dijo

  • Joder tío, eres la leche. Has hecho que me corra como una chavalita. He disfrutado un montón.

  • Me alegra que hayas disfrutado. Ya te dije que te defraudaría

  • Quédate tranquilo. He disfrutado como una loca. Ahora te toca a ti disfrutar, pues me imagino que te habrás quedado a medias.

  • Si, pero tómatelo con calma, no quiero que te sientas obligada a nada

  • No te preocupes, he venido dispuesta a que lo pasemos bien y quiero hacerte gozar de lo lindo

Acercó su boca a la mía y comenzamos a besarnos. Nuestras lenguas entraban y salían y nuestras manos acariciaban por todas partes. De pronto Sonia me agarró la poya, dura como una piedra, y comenzó a magrearmela. Pasado un rato abrió un pequeño neceser que tenía en la mesilla y sacó un botecito de lubricante. Se puso un poco entre las tetas, se tumbó boca arriba y me dijo

  • Ven, siéntate encima de mi

Yo lo hice, sentándome a la altura de barriga y su pubis. Entonces se agarró las tetas, se las separó y jadeando de excitación me dijo

  • Venga, mete tu poya en mi canalillo; verás que rico

Sin pensármelo metí la poya dentro tal y como ella me invitaba. Luego junto sus enormes tetas y comencé a moverme. Aquello me daba tanto gustito que comencé a gemir de placer y le dije

  • Mmmm...que rico...aprietalas bien, cariño...

  • Sssi...bien juntitas...más deprisa

Aceleré el ritmo y empecé a pensar que no aguantaría mucho así. Me movía tanto que a veces la punta de mi poya llegaba a la boca de Sonia. Entonces ella la abrió para que sus labios tocasen mi poya cuando llegaba. Sin darme casi cuenta, mi mano se fue hasta su chochete y comencé a tocárselo con fuerza. Aquello la gustó porque enseguida empezó a gemir de placer. Yo no aguantaba más así que me deje ir y le dije

  • Sssi...apriétalas más...que me corro

Sonia lo hizo y de pronto noté que no podía más, me entró un gustazo tremendo y me corrí, derramando el semen en su pecho y en su cara. Sonia jadeaba mucho, señal de que aquello la gustaba tanto como a mí. Mientras me corría pensé que ella estaba a punto de correrse y me puse a masturbarla. Entonces Sonia me dijo

  • Por dios...métemela...en...la...boca

Sin pensármelo me incorpore y me puse de rodillas en la cama, junto a su cara. Ella se volvió un poco, me agarró la poya con la mano y se la metió de golpe en la boca. Mi mano seguía frotándole el clítoris y ella comenzó a chuparme la poya coma una loca. Yo estaba tan caliente que pasado unos momentos noté que no me aguantaba y me corrí de nuevo, eyaculando en su carnosa boca. Al mismo tiempo noté como ella se corría y me mojaba la mano. Durante un buen rato estuvimos chupándonos y tocándonos para prolongar nuestro orgasmo hasta que pasado un rato y exhaustos perdidos dejamos de hacernos cosas y nos tumbamos en la cama para descansar.

Continuará

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