Mi esposo y mi comadre
La primera experiencia con una invitada muy cercana a nostros
Un día sábado como cualquier otro, mi compadre tomándose unas copas con mi marido mientras yo platicaba con Graciela, mi comadre, no había un tema en especial. Repentinamente mi compadre salió rápidamente de la casa, había recibido una llamada de su trabajo y se retiró; era empleado aduanal y cuando le llamaban salía inmediatamente hasta donde lo necesitaban.
Mi esposo se unió a nuestra plática y nos invitó una copa de ron. Platicamos por una hora aproximadamente y sin percatarnos casi habíamos bebido un litro de licor, al calor de las copas la plática se tornó más erótica y hasta íntima. Graciela mostraba su enojo y frustración por la vida sexual que llevaba con su esposo, poco sexo y a medias, nos decía. Eran bastantes las ganas que tenía mi comadre de tener buen sexo…de repente nos hizo una pregunta que no esperábamos.
-¿Y ustedes, hacen el amor rico?
-Muy sabroso, contesto mi esposo, entre nosotros no existen deseos porque si a mi mujer le agrada algún otro hombre yo le presto mi cuerpo y viceversa.
Siguió comentando mi marido.
-Esto nos hace felices en la cama, incluso muchas veces le he dicho Graciela e imagino que estoy contigo comadre.
La pobre de Graciela abrió enormemente los ojos, se sonrojó y se prendió un cigarrillo. Con voz temblorosa me preguntó si no me molestaba esta situación, serenamente le contesté que no, porque cuando jugábamos a cambiarnos el nombre e imaginarnos otros cuerpos teníamos orgasmos increíbles.
Mi comadre bebió rápidamente su copa y mi esposo le tomó la mano para tratar de tranquilizarla, él se retiró a cambiarse la ropa y regresó con un pants y recién bañado.
Sin pensarlo mi marido saco a bailar a Graciela, pero se juntaba demasiado a ella y con una mirada coqueta el seductor varón me solicito autorización para seducirla. Esto ya lo habíamos platicado con anterioridad en nuestros juegos cachondos, le mandé un beso al aire autorizando su petición.
Discretamente cambie la música para que el baile fuera más cercano. Las manos de mi esposo recorrían la espalda de Graciela y sus bocas ya estaban más cerca, casi a punto del beso.
Me levanté para ir por un celular y grabar lo que estaba a punto de suceder pero cuando regresé ya estaban fundidos en un beso apasionado. Graciela se espantó al verme y quiso salir corriendo, pero con toda la suavidad del mundo, mi esposo no se lo permitió. La tomé de sus mejillas y le dije:
-No te detengas, diviértete y disfrútalo.
Tomo otra copa de ron de un solo trago, como queriendo sentirse con más valor.
Mi esposo levantó su falda y toco con ansiedad sus medias negras. La acomodó en el sofá y empezó a mamar su vagina, solo hacía a un lado esa tanga que traía puesta. Con suavidad le quito esa prenda tan íntima y su cueva quedo al descubierto. Mi esposo colocaba el vaso de licor cerca de la vagina de Graciela y vaciaba un poco de licor en ella para poder mamar con desesperación su panocha.
La verga palpitante de mi esposo salió de su pants y la colocó muy cerca de la boca de mi comadre, ambos me miraban como niños que piden permiso, asenté con un movimiento de mi cabeza para que ella se metiera el falo en su boca.
Lo tragaba con ansiedad y desesperación. Fui a la recámara por un condón, ya que nosotros lo utilizábamos cuando teníamos sexo anal y cuando regresé a la sala estaban realizando un 69, los dos lo estaban disfrutando. Mientras yo grababa cada instante de esa entrega sexual y, no quiero mentir si digo que me era incomodo porque si lo fue más sin embargo algo más fuerte hacia que mi vagina se empapara por lo que estaba observando.
Con mis propias manos coloque el preservativo en la verga parada de mi esposo mientras los dos loquitos se besaban apasionadamente. Graciela le dio la espalda a su amante en turno y este la penetró de un empujón, ella gimaba de placer, era como ver a una película XXX pero en vivo, jamás lo habíamos hecho y me estaba encantando.
En un par de minutos los gritos de Graciela me indicaron que se estaba viniendo y mi esposo sin soltarla se la metía con más fuerza. Él se sentó nuevamente en el sofá y Graciela se volvió a meter esa verga aún inflamada y con ganas de seguir cogiendo. No pasaron más de otro tres minuto cuando nuevamente los gritos de Graciela indicaron un nuevo orgasmo.
Se zafó del falo endurecido de mi esposo y con mucha ternura retiró el condón de la verga que se la estaba cogiendo para llevarse ese pedazo de carne a la boca. Mientras mi esposo le tocaba las tetas y nalgas a Graciela ella se lo mamaba con cariño.
Minutos después, él le advirtió a Graciela que estaba a punto de venirse pero ella en lugar de retirarse se tragó hasta la última gota de semen que salió de la verga de mí amado esposo.
Ya más relajados Graciela nos confesó que jamás se había tragado el semen de nadie y a lo que nosotros también le confesamos que jamás habíamos tenido sexo de esta manera.
Reímos y juramos que sería nuestro más grande secreto.
Como a la una de la mañana fuimos a dejar a mi comadre, a su casa ya que vivía como media hora de nuestra casa.
Nos despedimos con un gran abrazo y con la promesa de volver a repetir tan agradable experiencia.
Entro a su casa y nos retiramos, mi esposo me decía que estaba muy contento y agradecido y que ahora me tocaba a mí disfrutar de otra verga en su presencia.
Acababa de decir esto cuando sonó mi celular, era mi primo que estaba cerca de la casa y quería saludarnos, se escuchaba alegre, como si estuviera de fiesta, le pedí que nos esperara unos minutos y que con gusto podía quedarse en casa.
La mirada de mi marido fue de promesas sexuales, ¿Estás lista? Me preguntó, sentí como se empapaba mi pantaleta y le dije Sí.
Al llegar a casa mi primo estaba esperando, mientras mi marido hacia espacio en la cochera para que entraran los dos vehículos, mi primo me decía lo hermosa que me veía con esa minifalda roja que traía puesta.
Todo estaba casi listo para tener sexo con mi primo, nunca lo había hecho pero me parecía muy excitante…Bueno esa historia prometo contarla en otra ocasión.