Mi esposo se va
Preludio y primeros momentos de un viaje que tiene mi esposo, dejándonos por unos días la casa para mi y mi hijo.
Disculpen por no haber escrito antes, pero tuve algo de trabajo. Voy a continuar con la historia que tuve y que aun tengo con mi hijo. Luego de esa cena y nuestra aventura en el las cabañas la relación se calmó por cerca de dos meses. Mi hijo estaba muy ocupado, entre la escuela y la universidad, pero nos dábamos al menos unos tiempitos para unos besos y uno que otro rapidin, pero la verdad a mi no me satisfacía eso.
Aproximadamente dos meses después de nuestra última sesión completa, mi esposo me avisó que iba a tener que salir de la ciudad por tres días: para asistir a un curso que le solicitaba la empresa. Solo lo escuche hablar las primeras palabras, de inmediato me emocioné, prácticamente sentía un calor en el vientre y fantaseaba sobre lo que podríamos hacer mientras él no estuviera.
Me lo contó en la tarde, antes de que llegará mi hijo, así que decidí esa tarde-noche ir a recogerlo a la universidad, para contarle las buenas noticias y si había forma, dar rienda suelta a nuestro cariño. Llegue a la universidad y me estacioné cerca de la facultad de ingeniería, que es donde estudia mi hijo.
No me quise bajar porque a pesar de todo quería guardar un poco el decoro. Busque mi celular y justo cuando iba a marcar, lo vi bajar de una de las escaleras del edificio. Pero lo que vi, me dejó de piedra. Iba de la mano con una chica. Me sentí tan humillada, burlada y lo peor es que la única culpable era yo. Deje el celular, prendí el coche y me fui. Mientras le daba la vuelta al carro, noté que mi hijo me alcanzó a ver, levantó la mano, pero ya no tenía ganas de verlo. Que se devolviera solo o con su amiguita.
Mientras iba en el carro mil cosas pasaban por mi mente, lloraba y no para de pensar que era una pendeja. Me di cuenta que no podía volver así a casa. Me detuve en el estacionamiento de un restaurante. Mi celular estaba sonando, lo levante supuse que era Lalo y así era. Lo deje sonar un momento luego le colgué sin contestar. Volvió a sonar, y colgué. A la tercer vez conteste:
—¿Qué?— le dije con una voz un tanto más fuerte de lo que debía. Creo que al final incluso me daba vergüenza que él se diera cuenta lo dolida y lo enojada que estaba.
—¿Qué pasó? Te fuiste, estabas aquí, en la escuela y te fuiste—. Su voz sonaba sorprendida, no molesta. Yo no supe bien que contestar, me quede callada, llorando en silencio, lo bueno es que él no podía verme.
—Mamá… mamá ¿estás ahí?— Escucharlo decirme mamá era difícil, al final quizá para él, pese a todo era su mamá. Su mamá, a la que se podía coger, pero su mamá. Volví a colgar. El teléfono volvió a sonar, ahora mi tristeza se volvía enojo.
—¿Qué quieres?— Contesté casi gritando.
—Quiero hablar nada más—.
—Puedes hablar con la muchacha esa—. Volví a colgar, prendí el coche y me fui a la casa. En el camino el teléfono sonó un par de veces y lo apague. Ya había terminado de hablar. Me limpie bien la cara, y llegue a la casa.
—¿Y Lalo?— Me preguntó mi esposo cuando llegue.
—Llegue allá y no estaba le hable y me dijo que se había ido con su novia. ¿Sabías tú que tiene novia?— Le dije a mi esposo, intentando mantener una voz lo más neutra posible, para no revelar lo que en realidad se movía en mi interior.
—No, ¿está guapa?— Me preguntó, creo que sin realmente pensar lo que decía.
—No la vi, pero además ¿a ti que te interesa si está guapa o no?— Utilice ese comentario inocente de mi esposo para desahogarme, y al pobre le toco pagar los platos rotos.
—No lo digo así… nada más…—
—¿Entonces? ¿Entonces?— solté en llanto, ya no lo podía controlar, pero no quería pelarme, me fui a nuestra habitación cerré la puerta y me acosté un rato, no quería saber nada. Mi esposo me siguió, intentó hablarme un poco, pero yo no le respondí y se alejó. Por una vez hizo lo correcto, agradecí que se fuera y me dejara sola.
Entre 40 minutos después y una hora llegó mi hijo, escuche que hablaban en voz baja mi esposo y él. Supongo que hablaron de mí, luego mi hijo tocó a mi puerta. No abrí no respondí. El la abrió, me habló, yo simule estar dormida y me dejó sola luego de insistir un poco. También se lo agradecí.
Luego simplemente, casi sin darme cuenta me quedé dormida. Eso pasó un martes en la tarde-noche, mi esposo se iba el jueves al medio día y volvería el domingo, al mediodía. El miércoles me levante un tanto sorprendida, regularmente preparo todo para mi día, la noche siguiente y por lo que les acabo de contar no lo había preparado. Mi esposo ya se iba y solo me saludo y se fue. Yo me bañe rápido me prepare, me bañe, tomé mis cosas y me fui.
Mi hijo estaba en casa, pero no salió para nada de su habitación. Tenía sentimientos encontrados en ese momento. Ya me había calmado, y quería hablar con él. No sé bien que quería supongo que arreglar las cosas o al menos saber él que pensaba. Pero bueno no salió y no me sentía con muchas ganas de ir yo a buscarlo a su cuarto. Me fui al trabajo.
Cuando llegue al carro abrí la bolsa para buscar las llaves, en encontré una rosa roja y una carta: eran de Lalo. Sonreí, pero me dio miedo, en los departamentos no falta el viejo chismoso. Me subí al carro. Luego pensé que mis miedos son excesivos, podrían pensar que es de mi esposo. Bueno fueran peras o fueran manzanas mejor me fui de ahí. Arranque y me fui al trabajo.
En cada alto y cada semáforo buscaba la oportunidad de ver que decía la carta, pero no había suficiente tiempo y así no la disfrutaba. Mejor la deje de lado y me concentré en llegar. Finalmente llegue ahora sí podía leerla con todo detenimiento.
Decía algo así como que él adivinaba porque estaba enojada. Que era porque lo vi con la chica. Me dijo que lo comprendiera, que lo de nosotros era algo especial pero extraño. Que no podíamos salir. Que él quería alguien, además del sexo, compartir todo. Y que eso difícilmente lo podía hacer conmigo.
La carta era dura, pero no había ni una gota de falsedad y por eso me gustaba y a la vez me dolía. Mientras la leía primero pensé este cabrón me quiere esconder, luego simplemente acepte que tiene razón. Y me quedé más a gusto. Mientras miraba la rosa, y la carta, que era muy simplemente nuevamente sentí el deseo de verlo de sentirlo cerca. Bueno, pensé, aunque no es todo lo que quiero, quizá podría disfrutar estos días en que mi esposo no estuviera.
Pasé el día mirando el reloj, quería volver a casa. Ver a Lalo. Salí del trabajo rápido. Llegue a casa aún más rápido. Estaba mi esposo, me saludo un poco a la defensiva, pero ya no le di importancia, pero Lalo no estaba en casa. Todavía estaría en la universidad. Un rápida veta de celos paso por mi mente, quizá estaba con la chica esa.
Entre a mi cuarto, no tenía hambre, al menos no de comida. Me puse un pants y una camisa más cómoda y me puse a leer, pero no podía concentrarme bien, pensaba en Lalo y en la chica. En lo que me dijo mi esposo: “¿Está guapa?” la vi, pero no lo recuerdo. Es decir, a ella no la miré prácticamente. Sólo los vi juntos y ya no pensé, nada. Era un poco más baja que él y pelo oscuro, pero no recuerdo mucho más. ¿Tendría buen cuerpo? ¿Linda cara? Creo que se lo tendría que preguntar la próxima vez que haya oportunidad.
Justo pensaba eso cuando llegó Lalo, brinque de la cama como una colegiala, pero me detuve. No iba a correr a sus brazos, menos enfrente de mi esposo. Así que me contuve un poco y salí más tranquilo, casi como si lo hiciera casualmente.
—Hola hijo, ¿Cómo estás?— lo dije con voz suave y tranquila.
—Bien mamá y ¿tú?— preguntó mi hijo también. —Bien gracias, ¿quieres algo de cenar?—
—Sí, pero ahorita, tengo que revisar algo—. Se fue a su cuarto. Mi esposo se quedó ahí en silencio, me di cuenta que no le ofrecí a él nada de cenar. —¿Quieres algo de cenar?— Le pregunté intentando disimular la omisión. —No, ya comí. Se me hace que ya me voy a dormir, mañana me voy a ir temprano a la oficina, y luego de allí me voy ya al curso—.
—¿Ya, tan pronto?— Me hice la sorprendida.
—Sí— me dijo en un tono brusco, creo que si le molesto que no le hubiera ofrecido de comer a él.
—¿Ya tienes todo listo? ¿Quieres que te planche algo? O ¿Qué te prepare algo para el camino?— le dije con verdaderas ganas de cumplirle algo.
—No, ya tengo todo listo, gracias. A ti ¿te hace falta algo?— Me preguntó mientras se me acercaba.
—No, nada—. Le dije.
—Muy bien, bueno me voy a dormir—. Me dio un beso en la frente y se fue al cuarto.
Me fui a la estufa, y me puse a preparar un huevo con chorizo. Escuche la puerta del cuarto de mi hijo. Pero seguí en lo mío. Lo vi llegar a la cocina con el rabillo del ojo. Se acercó y se paró junto a mí, demasiado cerca, no sabía qué iba a hacer y me daba miedo que mi esposo pudiera llegar de pronto si tenía algunas intenciones extrañas. —¿Cómo estás?— Me preguntó con suavidad. —Bien—. —¿Segura?—, insistió. —Sí— creo que eso lo tranquilizó un poco, se acerco y me dio un beso en la mejilla y con su mano derecha me apretó las nalgas. Lo deje, pero cuando quiso girarme para besarme de frente me resistí. —No— le dije —mientras esté tu papá, no—. Supongo que notó que lo decía en serio porque se alejo y se sentó en la mesa. Serví dos platos y nos sentamos a cenar.
—¿Ya estás bien?— me preguntó. —Sí— le contesté. No quería hablar de eso, me sentía un poco humillada, porque al final en todo el asunto, él había mostrado ser más maduro que yo. —De todas formas, debí haberte dicho…— —Ya, así déjalo— lo interrumpí de verdad no tenía ganas de hablar del asunto. Seguimos comiendo en silencio. —¿Te dijo tu papá sobre lo de su viaje?— le pregunté intenta simular un poco mi interés. —Sí— contestó escuetamente. Supongo que él pensaba lo mismo que yo, pero no me animé a preguntarle. Un calor se propagó por mi vientre. Yo lo miraba, él miraba su plato. Desde que lo interrumpí tenía recordé la duda que me había asaltado en día anterior y no me animaba bien a preguntarle, finalmente me anime: —Oye—, dije para llamar su atención. —mmm—, —La chica con la que estabas ¿es bonita? ¿la quieres? ¿es buena?— Mi hijo sonrió y luego soltó un risita por lo bajo. A mí me dio más coraje, supongo que lo vio en mis ojos, porque de inmediato se puso serio. —Pues no sé si hablarte de ella, ¿te vas a sentir mal?—, —No te preocupes—, le dije en realidad insegura si podría soportar sus palabras. —Bueno, pues no sé, creo que me gusta, es bonita…— lo interrumpí moviendo las manos: no quería saber. —Mejor olvídalo, no quiero saber—. Me levante, ya había terminado de cenar. Su rostro se alarmó, pero me acerque y lo bese en la boca, lleve mi mano a su paquete, —Mañana te vienes temprano a la casa—. Fue más una orden que una pregunta, sólo agito la cabeza para decir que sí. Deje el plato en el fregadero y me fui a dormir, creo que ya sabía que iba a hacer mañana.
Mi esposo se levantó temprano tal y como había dicho, me desperté a medias y lo despedí sin levantarme de la cama. Se fue, esperé unos minutos para asegurarme que no volvería. Me levante muy despacio, me asome al pasillo sin hacer ruido: nada. Entre en silencio al cuarto de Lalo, estaba dormido, así lo quería encontrar. Le levante la cobija, dormía desnudo, solo con calcetines. Tenía una hermosa erección. Me incline sobre ella, empecé a besarle el tronco, olía distinto, un poco a sudar, pero su olor me calentaba más. Ya estaba lista para todo. Me le llevé a la boca y comencé a mamar. La chupaba todo de arriba abajo, él todavía no se despertaba, yo ya no aguantaba. Me levante, me quité el pants y el calzón, puse una rodilla a cada lado de su cuerpo, tomé su verga y la guié hasta mi entrada. Empecé a bajar, mi hijo ya se despertaba. Su verga entraba en mi cuerpo y él no entendía bien que pasaba. Llegó hasta el fondo, yo me acomodé sobre su cuerpo, lo bese en la boca, él respondió el beso. Y comenzó a mover la cadera. Nos besábamos, él empezó a meter su mano bajo mi camisa, yo me ergí y él me ayudo a quitarme la camisa, baje nuevamente el torso y el empezó a mamar una de mis bubis. Seguía bombeándome y como yo ya necesitaba esto empecé a venirme. Fue un orgasmo sumamente placentero. Mis gemidos en la oreja lo calentaron y empezó a venirse también. Dios que placer como me llenaba. Lo bese en la boca, sentía su lengua hasta la garganta. Y yo casi saltaba para que su verga entrara más hondo. Luego él se detuvo, yo quería un poco más, me salí de él y sentí como el semen caía de mi entrada. Cayó en su vientre, me agache y limpie el semen de su vientre con mi lengua. Luego me fui a su palo. Lo limpié bien. Y me senté junto a él. Le acariciaba el pecho, y el jugueteaba con uno de mis pezones. Lo bese otra vez en la boca, él hizo cara de disgusto, por el semen. —¿Qué? Es tuyo—, le dije riendo e intenté besarlo otra vez, pero giró la cara.
—Hoy vienes temprano, tengo ganas de estar contigo—. Ya se me hacía tarde, me levanté y él me jaló por la mano. Me acercó y me dio un beso en la boca, me metió toda la lengua. Yo le correspondí. Me levanté y me fui al trabajo.