Mi Esposo sale y me Folla Un adolescente 1era vez

“Pensé que lo ibas a meter por mi ano la verdad… casi me desmayo”, le dije cuando por fin sentí que me penetraba desde atrás pero vaginalmente y lo comencé a disfrutar mucho.

Siempre estuve atraída por el esposo de mi prima pero nunca he querido meterme en la relación de nadie, el caso es que su hijo mayor que aún está en la primaria viene a mi casa de vez en cuando y duerme conmigo y mi esposo pues a veces sus padres se pelean.

Una tarde que estaba él de visita yo barría la cocina hasta se me cayó el anillo de matrimonio debajo de la cocina, me agaché y el vestido se me levantaba por el aire del ventilador nuevo, en eso este pequeño ve cómo se me veía el calzón y yo no supe qué decir.

“Quieres que te ayude seguro, voy a prender la linterna de mi teléfono celular”, me dijo mientras se acercaba a mí estando yo a cuatro patas metiendo la mano por debajo de la cocina.

hasta que el aire del ventilador ya movía demasiado mi corto vestido y él veía mi calzón negro descubrirse casi por completo mientras la tela de mi vestido se subía al ritmo del ventilador, “Has movido el ventilador de su sitio, se me ve todo y se ve que te gusta mirar”, le dije.

No pude ocultar que estaba un poco excitada por la situación pues así nomás no me quito la ropa y este fue solo por un accidente, pero no se qué sentía al ver que me observaba, “Que bonito te queda esto, es negro pero no necesitas disimular ningún sobrepeso”, me dijo acercándose ya demasiado.

“¿Te gusta? seguro has visto cómo me toca ahí mi esposo, no era para que veas cómo el me acariciaba la otra vez pero eres travieso”, le dije sin molestarme.

Me pidió tocar mi trasero y me dió pena decirle que no pues se veía muy interesado en hacerlo y yo era su tía favorita, “Tú todavía duermes en las noches en la cama de ts padre y por eso te dejamos hace lo mismo aquí, pero de esto no le digas a nadie porque si te dejo tocar es un secreto ¿Estamos?”, le dije y me dijo que sí de inmediato.

Ya estaba mi vestido en mi cintura dejando ver toda mi ropa interior inferior y por eso me dió mucha pena que ni siquiera pudiera tocar, se veía que le gustaba bastante y lo dejé acariciar mi culo con delicadeza.

Así estuvo por unos minutos hasta que me caí rendida pues no podía mantener la posición de buscar mi anillo así, quedé en un segundo boca arriba pero caí sostenidamente, él quedó viendo ahora mi calzón pero la parte de adelante, se veía que le interesaba mucho, “Seguro es la primera vez que ves todo esto, tu pantalón está hinchado niñito, se nota”, le dije cariñosamente.

“¿Oye y tú crees que pueda yo tocar lo mismo pero por delante?”, me dijo y a verdad no me pude resistir, acarició mi ropa interior suavemente desde el inicio bajando por mi pubis y llegando a la parte de mi vagina, en ese momento sentí que me estremecí, estaba excitada lo confieso y es que era la primera vez que exhibía eso a otro que no fuera mi esposo.

“Tus manos son tan suaves y tiernas, si no te dejo tocar te vas a volver loco y no quiero que me culpes cuando seas grande ni que me guardes odios”, le dije haciéndole entender que que más lo hacía por su salud psicológica.

Pero los minutos pasaban y cuando él hizo un nudo con los bordes de abajo de mi vestido atándolo a mi cintura supe que algo más quería. “te gusta jugar con mi ropa, ya debo pararme y quieres seguir viendo”, le dije.

Entonces nos pusimos de pie y me dijo quería ver lo de abajo, que se notaban unos pelos de mi vagina y él no podía contener su curiosidad, “Es una vagina pero se ve que estás angustiado por ver eso, ay... pero en qué lío me he metido”, le dije lamentandome un poco de haber sido tan descuidada al dejar ver mi ropa interior pues ese fue el comienzo de todo.

n}No encontraba la forma de desatar el nudo que mantenía mi vestido al nivel de mi ombligo y al final él me ganó con sus ruegos, “Está bien, te dejo ver mi concha como le dices tú pero no le cuentes a nadie si no te mato… ya sabes que mi esposo es celoso aunque te queremos mucho y todo pero él sí se molesta”, le dije.

En ese momento sí que estaba excitada al tener que mostrar mi sexo a este pequeño y es que no podía con sus súplicas, hize hacia un lado la parte de la entrepierna de mi ropa interior y él pudo ver por fin mi velludo coño, cuando me comencé a calentar supe que tendría problemas.

“Que bonita es, con pelos y más abajo comienza a abrirse”, me decía mientras empezaba acariciar mi parte intima. yo ya estaba temblando por la fuerte emoción cuando me dijo que no se veía todo y que qué pensaba yo si mejor me bajaba el calzón para ver “de verdad” como era mi chucha.

“Ya hablas como grande, mira está bien pero ya sabes… no digas nada a nadie sino te v a matar tu tío”, y entonces no sé qué sentí cuando él mismo empezó a bajar mi truza con sus manos temblorosas.

Al llegar a mis muslos ya se veía todo mi sexo y  mi temperatura subió aún más, casi por instinto y sin pensarlo acaricié y hasta apreté un poco su paquete pues así hacía yo cuando mi esposo me bajaba el calzón para hacerme el amor.

“Está durito, debes tener cuidado con el dolor que causa estar tan apretado ahí, a mí esposo le duele y me dice que le haga cosas”, le dije despertando su curiosidad pero sin pensar que se imaginaría muchas cosas.

“No puedo creer que ya veo un concha en vivo y en directo… la verdad si me duele mucho porque aprieta pero… ¿Qué te pide tu marido cuando se la agarras? ¿Te dice que se la chupes?”, me dijo despertando en mí el erotismo.

“No puedo creer que esté hablando de esto con un chico tan joven pero sí, me pide eso y lo pongo en mi boca, si no te cuento vas a seguir preguntando y preguntando… “ le dije

Me pidió darle un beso a mi sexo y se arrodilló para verlo mejor, suspiré en  ese momento y él se dió cuenta de eso, cuando se paró me comenzó a acariciar la raja y eso me puso, “Pensé que me ibas a pedir otra cosa, casi me muero al imaginarme eso”, le dije.

“ya va a llegar mi esposo, si escuchas algo me avisas porque lo que estamos haciendo no está bien”, le dije y me pidió darme otro beso ahí pero esta vez pasó su lengua por mi vagina abriendo un poco mis piernas.

  • Hummm… ¿Dónde has aprendido a hacer eso? Yo no pedí que la chupes travieso, ahhh…”, le decía yo casi jadeando del placer.

  • Así te pones cuando te cacha seguro… a veces oigo cuando mis papás lo hacen y mi mamá así hace ese sonido - Me dijo.

  • Oye más respeto que soy tu tía… ahhh… perdón ya me estás viendo y chupando eso pero igual trata de no hablar así… ahhh… - le dije.

Nunca pensé que me iba a calentar tanto en mi vida y es que todos mis poros se abrían, “Tú siempre me ganas cuando me pides así las cosas, pensé que me ibas a pedir otra cosa y casi me muero”, le dije.

“Oye y tú crees que me la puedas chupar como a tu esposo o se da cuenta si lo haces”, me dijo muy nervioso.

“Que miedoso, no se da cuenta si no le digo… yo no le cuento todo, ni que fuera tonta pero eres un niño y no te lo voy a hacer porque estás muy chiquito”, le dije en voz muy bajita dándome cuenta que si él se lo proponía podía hacer que me arrodille y me mame el pito como a todo un hombre, me puse muy nerviosa en ese momento pues sus súplicas me desarman.

Cuando trató de sacar su pene se lo impedí diciéndole que no quería ver su cosa pero luego de unos momentos él llevó mi mano por debajo de su pantalón hasta sus genitales y yo aunque quise resistirme no tuve fuerzas para evitarlo, quizá la curiosidad de saber qué tan grande era su miembro me terminó ganando.

“Huy de verdad está bien dura, y tus huevos ya están grandes, pero está bien caliente tu pene… como si estuviera en un horno, pobrecito”, le dije sin darme cuenta que ya solía jugaba con su pedazo de carne colgante, poco a poco extendía más el movimiento de mis manos y al final la curiosidad mató al gato y sonriendome cómplice saqué de su escondite a aquel novel miembro juvenil que ya pedía a gritos salir de su ajustado pantalón.

Cuando esto pasó él dejó de jugar con mi raja por un momento y sintió su verga muy aliviada, “No puedo creer que me hagas jugar con tu cosa, no te cuentes a nadie ya sabes”, le dije empezando a menear su pene y jalar con mi mano de arriba hacia abajo varias veces suavemente, “Lo hago porque ya está muy dura”, le dije.

Cuando mi mano no se separaba de su miembro supe que no podía contener algunos impulsos míos y había perdido el control de la situación, “¿Y si la chupas? No le cuento a nadie te lo prometo… mira ue yo te he chupado la concha y no digo nada”, me dijo y por un momento casi me convence hasta que su pantalón cayó hasta los zapatos y me distraje.

“No se puede, eso se le hace a los hombres grandes, aunque está bien dura pero me sentiría mal con mi esposo”, le dije no pudiendo evitar que no me desagradaba tanto hacer eso.

“Ya se, mira para que no digas que siempre te gano en todo n o te voy a pedir que me la chupes, pero eso sí… te voy a pedir otra cosa que sí te puede gustar, déjame que ponga mi pene en tu vagina por un ratito, solo ponerlo por un momento y ya te dejo de molestar”, me dijo y yo sin poder ocultar mi gusto mordí mi labios evidenciando que me gustaría que me penetre.

“Ay pero qué cosas dices, aunque si no le cuento a mi esposo no creo que se llegue a enterar...YA PUES… pero de esto ni una sola palabra a nadie, solo ponla despacio 30 segundos para que veas que no soy mala”, le dije y me comencé a mojar.

Apoyada m i espalda en la pared de la cocina yo me incliné un poco para que el jovenzuelo hiciera su intento por convertirse en  hombre, ya no pensaba en ese momento pues jamás hubiera aceptado sus pretensiones en otras circunstancias, sin embargo el erotismo de ese momento hizo posible que yo aceptara su propuesta indecente solo por unos segundos para que colocara su miembro dentro de mí pues me gustó cuando dijo que eso ni siquiera era cachar porque debería durar a menos no se qué cantidad de tiempo una penetración y 30 segundos solo era “un accidente”, por lo que no me sentiría tan culpable.

“No te muevas, solo pongo y déjalo quieto como me dijiste, y no le cuentes a nadie esto jamás”, le dije y al instante él encontró la forma de acomodarse bien y poner la cabeza de su pene justo en el comienzo de mis labios vaginales.

Ya la situación era muy fuerte y cuando comencé a sentir que por fin entraban sus 13 centímetros de carne dentro de mi peludo coño me quedé inmóvil como quien no quiere la cosa, pero miraba a todos lados como sintiéndome culpable, una niña que se roba un chocolate y se lo come cuando nadie la ve.

“Ohhh… la metiste sin que te enseñara, seguro es porque la tengo mojada…”, le decía y empecé a contar cuando ya estuvo toda dentro.

“No puedo creer que por fin se lo hago a una mujer…”, me dijo muy aliviado al sentir su miembro ya en mi sexo. Durante esos treinta segundos que los dos contamos al mismo tiempo me sentía culpable pues juré q mi esposo que jamás estaría con otro, pero en ese momento me puse tan caliente que no pude aguantar decirle que sí a otro pene.

Cuando lo tuvo que sacar sentí ganas de jugar con su cosa pues así lo hago con mi esposo y él se dió cuenta, pero solo lo agarré en mis manos y lo jalaba con delicadeza. “Gracias, no sabes lo mucho que me gustó esto, aunque quisiera que hubiera durado más”; me dijo.

“Siempre acuerdate que no hemos tenido sexo, solo ha sido un accidente, una penetración que no ha durado lo mínimo para que sea sexo de verdad”, le dije liberandome de esa tensión.

Cuando quise subirme el calzón él quería seguir viendo y jugando con mi sexo, “No puedo creer que por fin la metí…”, me decía un poco aliviado pero su cosa seguía dura.

“Oye… no se te baja ni con eso… sigue bien durota y caliente”, le dije a lo que me respondió que la verdad era que él quería cacharme y no se le iban las ganas, por eso seguía así de tiesa su verga.

“Ay pero fue casi lo mismo, nunca digas lo que pasó porque me mata mi esposo”, le dije y él me dijo que por qué no otra vez esos 30 segundos porque no hay primera sin segunda, sonriendole muy complice de él le respondí que era verdad que no se puede decir que hay una primera vez si no había una segunda y que en todo caso sería la única.

Me convenció de probar otra vez porque yo quería que se vaya a su casa, me ponía nerviosa la idea de tener que recibir a mi esposo que en breve llegaba de trabajar estando con él, cuando me la volvió a poner sentí que me gustaba más que la vez anterior y deseaba que durara más tiempo.

“Ohhh… que caliente la tienes, ahora sí termina porque no te la voy a chupar niño malcriado”, le dije sintiendo que le ganaba en algo pero siendo consciente también que hacía algo peor posiblemente, debía preguntarle a mi esposo qué le hubiera molestado más, o que se la chupe a otro o que deje que me la meta en la vagina por 30 segundos, pero se daría cuenta que yo había hecho algo de las dos cosas pensé y me asusté un poco.

“Ahhh… no te muevas que me siento culpable, ohhh… bien dura sigue y ya va a acabar el tiempo…”, le dije y ahora sí pensé en chuparla para que ya se fuera.

“Ay dios para qué me pasan estas cosas, en qué momento se me cayó el anillo bajo la cocina…”, le dije cuando ya sacaba su falo de dentro de mí, pero su miembro no dejaba de estar bien duro y él me miraba como queriendo repetir aquello.

“Ya pues, ahora sí mueve cuando esté destro pero no te pases de los 30 segundos, solo tenemos accidentes y no sexo, recuerda”, le dije para quitarmelo de encima pues ya me apretaba las nalgas desnudas sin dejar que yo subiera mi ropa interior, “Es que si lo subes ya no lo vas a bajar..”, me decía él rogándome por una tercera vez aunque más me convencía la dureza de su pito por momentos pues lo sentía mientras él me apretaba a su cuerpo.

“¿Y por atrás? me dejas que te lo meta por detrás?”, me dijo y me erotice mucho. “No digas eso, eso es sexo anal y es mucho para tí”, le dije muy nerviosa pero sin poder ocultar que me gustaba la idea de ser penetrada analmente por ese pito tan duro.

Finalmente me convenció de ponerme de espaldas a él pero para que me penetre solo vaginalmente, “ya mételo como quieras pero que dure solo 30 segundos sino me sentiría mal con mi esposo…”, le dije inclinandome con las manos en la pared y mi culo desnudo casi como si fueramos a hacer la pose del perrito.

“Ahhh… vas a ser un cachero, te mueves bien… auuu… que bien se siente amor, no dejes de darmelo así...”, le decía yo y descubrí que deseaba mucho que durara más pues cuando la sacó comprimía con mi sexo su miembro para que no saliera.

“Sí tienes razón, debería durar un poco más pero tengo miedo… ay… me gusta tu pinga pero m e da miedo que me caches de verdad, eres un niño y si mi esposo se entera nos mata a los dos”, le dije mordiendome los labios al no poder creer que me había atrevido a decirle que me gustaba su pinga.

Casi al momento repetimos hacerlo contra la pared pues se me mojaba el sexo, quería que me mueva bien su falo y no podía decirle que no cuando me pedía repetir eso. “Que rico… muevete así… no digas nada, acuerdate que es un secreto…”, le decía yo al ser penetrada nuevamente.

Cuando terminamos la cuarta vez, lo recuerdo muy bien hasta ahora, me arrodillé frente a su palo y no pude evitar darle un beso de agradecimiento lo cual lo puso a él muy cachondo, “Sí quieres chupárme la pinga… hazlo pues nunca nadie se va a enterar”, me dijo dándose cuenta de mis inocultables reflejos.

“No digas eso nunca por favor… me muero si alguien se entera, es que está tan dura y caliente que me dan ganas no se por qué, cuando se para así es porque haces ejercicio”, le dije viéndome descubierta.

“Amor… no le voy a decir nunca a nadie pero me gustaría que lo hagas”, me dijo mientras yo me sentía una tonta pues ya me habían penetrado 4 veces y recién me daba cuenta que quería hacerlo.

“Mira eso solo a mi esposo, le juré que nunca nada que ver con otro”, le dije y respondió a mi pregunta diciéndome que le gustaba nadar en la playa y ese era el ejercicio que más hacía. Yo por momentos quería llorar al descubrir que sí quería ser infiel en ese momento y mamar de su pinga alocadamente.

Fuimos a mi habitación porque me dijo que quería una quinta vez, ahí me echó en la cama y abrió mis piernas para que su pinga entrara, yo me sentía una tonta que solo seguía lo que él hacía pero porque me gustaba hacerlo.

Fue delicioso hacerlo en mi cuarto y me gustaba aunque no terminar a los 30 segundos. “Sí, quiero que me lo hagas más tiempo porque dura muy poco…”, le dije llorando porque me sentía tan culpable.

“Sí, tu pene es una delicia amor, lo quiero mamar y que me caches de verdad pero no quiero ser infiel a mi esposo, él me mantiene y ha comprado esta casa para mí”, le dije mientras caían las primera lágrimas por mis mejillas.

“Vas a ser un atleta y no se por qué eso me gusta tanto, nunca digas lo que te he dicho”, le dije liberando toda esa tensión que llevaba por dentro, lo que siguió a continuación fue una nueva pose, esta vez conmigo sobre él, él sentado al borde de la cama y yo sentada sobre él moviendome de arriba hacia abajo tomando parte activa en la penetración como ya quería hacerlo en la cocina anteriormente.

A él le gustó tanto eso que me pidió otra vez y cuando lo hicimos supe que iba a terminar cediendo y traspasando esos 30 segundos que hacían ver lo que hacíamos como un juego de niños, “me duele cuando lo saco, hay que cachar de verdad…”, me dijo y mi cuerpo se quedó inmovil, lo miré a la cara y le dije: “Ya bebé… yo también quiero sentirla más tiempo”, mientras nuevamente mis lágrimas caían por mi rostro.

“No puedo creer que eres tan fuerte para moverme así… vas a ser un campeón amor… “”, le dije.

Yo recuerdo que al decir estos los dos nos besamos y él me recordó que mi esposo salía con otras mujeres a veces, me dijo que no me sintiera culpable y aunque él era un niño sabía que su mamá hace un tiempo se había acostado con otro hombre y su papá solo le reclamó pero no terminaron, eso me liberó un poco y lo besé con más fuerza.

“Ella le chupaba la pinga y la cama se movía muy fuerte, yo estaba durmiendo pero me di cuenta y me paré a ver qué pasaba, ella luego le dijo a papá que la hechizó ese amigo de su trabajo y que no pudo hacer nada…”, me dijo poniéndome muy caliente.

“tú me has hechizado creo, nunca creí que haría esto con un chico tan joven”, le dije mientras nuestros cuerpos caían en la cama al mismo tiempo y la pose del misionero tomaba forma, “Así lo hace mi madre con mi papá…”, me dijo él y e calen taba aún más.

Ahora sí y sin pensarlo mucho le abrí bien mis piernas quitándome el calzón por completo y recibiendo su gruesa cosa en lo más profundo de mi concha como le dice él, “Eres malo, así hablan los chicos malos…”, le decía yo mientras él me la metía entera y me decía que nadie se iba a enterar y que me dejara cachar nomás porque no iba a pásar nada.

“Ahhh… sí, me gusta, mételo todo amor… eres tan fuerte que pareces un adulto… ohhh… bien hecho, ya sabes nunca jamás a nadie le cuentes”, le decía yo al sentir cómo movía su pene en circulos dentro mío y me decía que me amaba.

“Me besas la pinga despues de esto por lo menos, si tanto te gusta…”, me dijo y no pude decirle que no pues me gustaba lo que hacía. “Ya… si quieres te la chupo para que veas que te quiero…”, le dije sin poder creer lo que estaba diciendo.

No terminaba de dar crédito a lo que me pasaba, yo llegando al orgasmo en ese momento y cuando sentí que él terminaba lo apretaba hacia mí. “Rico… ahhh…  que bien amor...eres tan fuerte”, le dije.

Al terminar se paró frente a la cama y entendí que quería su premio, me puse en cuclillas frente a él y por primera vez en mi vida metí a mi boca un pene que no era de mi marido, “Rico… es increíble que esté haciendo esto… glupp… ahhh… “, le decía yo mientras mi cabeza impulsaba mi boca de afuera hacia adentro y chupaba su palo muy feliz.

“Ahhh que bien se siente tu boca… asu… que rico… es to es cachar…”, me dijo mientras yo se lo hacía como se lo practicaba a mi esposo.

“Así se lo hago a él… siempre me pide eso y se lo doy... “, le dije y caí rendida en la cama al terminar de hacerle la mamada,  de espaldas a él y boca abajo me veía a mí misma en el espejo como una nueva mujer, al verme con el culo descubierto me lo comenzó a besar y yo no puse objeción.

“Me haces sentir tantas cosas que ya no sentía con mi esposo… sigue besándome así las nalgas…”, le decía hasta que él las abrió y veía mi ano muy interesado en él.

“Vas a ser un conejo…”, le dije cuando sentí que se me echaba encima y vi que quería seguir metiendomela pero ahora por detrás.

“Pensé que lo ibas a meter por mi ano la verdad… casi me desmayo”, le dije cuando por fin sentí que me penetraba desde atrás pero vaginalmente y lo comencé a disfrutar mucho.

“Guauuu… todavía tienes fuerza amor… te mueves como un conejo, que rico”, le decía al ser penetrada tan rico.

Estábamos muertos y nos quedamos dormidos por unos momento, cuando vi el reloj quise que ya se fuera pero en ese momento llamó mi esposo diciendo que en una hora llegaba y que le prepare la cena, al despertar no podía creer que lo había hecho con él y tantas cosas pero me había gustado, vi su pene todo parado una vez más y le dije: “Sigue tan duro que no se qué pensar”, acto seguido se quitó toda la ropa que le quedaba y me dijo que yo hiciera lo mismo, sentía otra vez mi cuerpo tan caliente y me liberé de todo, mi brasiere y vestido quedaron en el piso en ese momento.

“Ahora sí calatita, las putas cobran más por hacerlo así pero tú no me dices nada cuando te lo pido, te amo…”, me dijo y le respondí que yo no era una puta pero que de chica sí me habían  ofrecido dinero por hacerlo.

Estaba yo sentada en a cama y él se paró en ella frente a mí y comencé a succionar su hermoso pene, ta caliente y duro, “Como quisiera tenerlo así siempre mi niño hermoso…” y se lo mamaba como si estuviéramos en una película porno.

“Tú eres hermosa, todos en ese barrio te quieren cachar como sea y no te das cuenta, ese culo y esas tetas les gustan a todos”, me dijo.

Cuando terminé no podía creer que estaba desnuda con él, había jurado que jamás lo haría con otro pero más pudo la calentura del momento. recogí mi ropa y me fui a bañar, eso fue todo ese día y no dejaba de pensar en eso ya que excitaba bastante.

A los dos días mientras conversaba con mis dos amigas llegó él a visitarme y cuando fui a la cocina me llevó a la habitación, “¿Por qué tan apurado?”, le dije y me dijo que no podía dejar de pensar en lo que pasó hacía días y que se le ponía tan tiesa que tenía que verla, Eso n o lo esperaba pues me había propuesto no volver a ver su cosa nunca más en mi vida pero quería saber que tan dura estaba.

“Huy pero que cosa tan dura.... yo tampoco dejo de pensar en eso que pasó pero hay que olvidarlo”, le dije y me dijo que no podía porque se le ponía así de durota.

Ante tal insistencia terminé mamandole la verga muy nerviosa pero tras las cuatro paredes de mi habitación mientras mis dos amigas que me hablaban tan bien de él ni sospechaban que chupaba su cosa.

“Por fin, ya no podía esperar… ahhh… eres toda una diosa amor… seré un niño como dices pero ya no aguantaba las ganas de pedirtelo”, me decía mientras yo no podía creer que otra vez tenía en mi boca aquel instrumento y le sonreía mientras se la succionaba.

Yo no pensé en volver a hacerlo aunque me daban ganas, pero cuando me pidió que me dejara cachar ahí el calzón se me mojó tanto que supe que no podía decir que no, me incliné frente a la camacon él detrás y sin bajar mi ropa interior subí mi vestido hasta las caderas, hice la ropa a un lado y su pene entró tan caliente en mi vagina que suspiré un poco.

“Así papito… yo no quería que volviera a pasar pero no puedo decirte que no, me faltan fuerzas cuando me lo pides…”, le decía yo mientras él comenzaba a moverse muy bien duró como tres minutos y yo toda asustada salí a la sal con miedo de que mis amigas sospecharan algo.

Fue muy loco todo eso pero descubrí que podía fingir mis emociones y disimular haber tenido sexo hacía unos instantes, cuando él se fue lo extrañé y casi lo llamó para que regrese cuando se fueron mis amigas.

Al día siguiente él llegó por la mañana con con su amigo nuevo de la escuela para “saludarme”, pero la verdad era que no se había podido despegar a su compañero de clases por una deuda pendiente de dinero.

El amigo se quedó dormido en la sala y mi sobrino me acariciaba el culo frente a él, me puse nerviosa cuando eso pasó pero él me dijo que ese amigo suyo siempre se quedaba dormido así en clases y solo se despertaba si su maestro le golpeaba la carpeta.

Nos reímos y él me levantaba la falda como pidiéndome “eso” hasta que me bajó el calzón y a mí me parecía increíble estar casi desnudandome frente a un extraño que aunque estaba dormido podía verme como una enferma sexual cuando despertara.

Al final fuimos a la cocina y ahí luego de varias caricias y besos dejé que me penetrara como la primera vez pero esta vez por varios minutos de frente y con el calzón en las rodillas, no podía creer que otra vez lo hacíamos así pero me gustaba tanto. “Ahora sí nada de 30 segundos, déjate cachar bien…”, me dijo y su pinga me volvía loca.

Solo lo hicimos una vez en la cocina y salimos dudosos de haber sido escuchados pero el chico, su mejor amigo, seguía dormido.

“No tengas miedo, este se duerme por una hora y nadie lo despierta”, me decía mientras acariciaba mi culo frente a él y me bajaba el calzón y subía el vestido en su cara burlandose de que estaba su amigo dormido.

“Ay pero que travieso eres… ya anda a tu casa y vienes mañana pero sin tu amigo”, le decía yo mientras él me bajaba la ropa interior hasta las rodillas y besaba mi culo.

En eso y mientras yo reía en voz baja con él sonó mi teléfono celular y su amigo despertó viendo mi redondo y duro culo por varios segundos, yo no sabía qué hacer pues me puse muy nerviosa y mientras éste amigo me veía con mucha atención puse mi ropa en su sitio muy avergonzada.

Me quedé a solas con su amigo porque se le había perdido su teléfono celular y las buscaba, cuando llegó el momento de pedirle que no le cuente a nadie lo que había visto me miró muy excitado y me dijo que si se podía hacer el que no había visto nada pero qué le daba yo a cambio.

“Lo que quieras… solo jugábamos un rato y no se cómo paso eso, lo siento pero es que él es muy travieso conmigo”, le dije.

Cuando me dijo que él también quería jugar así conmigo me dió miedo pues no se me imaginaba cómo decirle que no, sonó su teléfono y resulta que mi sobrino lo había llevado a mi cuarto y lo había olvidado ahí.

De otra forma nunca hubiera entrado al cuarto con él pero ya estaba ahí y no sabía cómo hacer para hacerlo salir. “Te compro un teléfono nuevo para que dejes este que está viejo, mira que voy a gastar bien en eso”, le dije.

Pero tuve que aceptar “jugar con él” y enseñarle mi culo ya que solo quería eso, “Perdóname pero quiero tocar eso”, me dijo.

“Eres guapo, no sabía que tenía amigos tan bonitos mi sobrino”, le dije antes de enseñarle mis nalgas y se le paró tan bien que me dió miedo ver la hinchazón de su pantalón.

Casi al minuto de acariciar mi culo él no pudo mantener la calma y sacó su miembro viril y lo sobaba contra mi trasero, “Ay… no quedamos en eso pero te comprendo, todos los chicos de tu edad piensan en eso”, le dije tratando de hacerme su amiga.

Se le puso tan dura que me decía que lo disculpara porque yo era toda una mamacita rica, “Ay ya pero no lo sobes tanto que me da miedo”, le dije.

“¿Oye y si te dejas que te meta mi pichula para saber qué se siente? Nunca lo he hecho y tengo muchas ganas”, me dijo y se me cortó la  respiración, no supe cómo contestarle y él bajó su pantalón hasta el piso y se lo quitó.

“Ay amigo… no vinimos para eso… ay… que duro está tu palo, parece que fuera un fierro”, le dije y me di cuenta que estaba excitada.

“Anda, deja que te cache para ser amigos, dame algo para que nunca se me olvide que me quieres”, me decía ese casi desconocido amigo y me di media vuelta quedando su verga rozando mi vagina.

Yo ya estaba en shock pues era mucho para mí en tan poco tiempo, otro que me pedía sexo de improvisto y cuando mis manos chocaron con su miembro no pude evitar palparlo sin querer.

“Ya entendí que es mi culpa que estés excitado pero ¿No me puedes pedir otra cosa?”, le dije pero me respondió que no mientras mi mano derecha ya casi sin obedecerme apretaba su pinga para saber su dureza.

Estaba excitada por la forma cómo me hablaba él y quería salir de ahí pero algo me detenía, tanto insistió este chico que terminé sentándome en su miembro viril aceptando la penetración que él me proponía y descubriendo que sentía placer al hacerle eso a ese extraño.

“¿Te gusta? no el vayas a contar a nadie, mira que me estoy arriesgando bastante”, le decía yo mientras sentía centímetro a centímetro cómo iba calzando su cosa dentro de mí.

“Nunca hables con mi esposo en tu vida porque puede sospechar algo… ahhh… oye que duro está”, le decía queriendo ya pararme de su verga pero mi cuerpo seguía moviéndose y bajando hasta la base de su pene.

“Que mamacita eres, no puedo creer que me lo estas haciendo”, me decía al mismo tiempo que acariciaba mi culo mientras este subía y bajaba”, no tuve otra salida que hacerlo pues no iba a vivir tranquila sabiendo que él podía soltar el chisme, me sentía tan sucia hasta que comrendí que aquello me gustaba, ese momento era para disfrutarlo pensé.

Cuando terminé estaba mi cara roja y él me dijo: “Nunca me la han chupado, si lo haces jamás diré naday seré tu amigo para siempre”, y yo creí en su palabra y sin pensarlo lo hice pararse en la cama y de pié frente a él pero parada en el piso comencé a poner en mi boca aquella masa dura de carne.

“No vayas a contarle a nadie… voy a confiar en tí…”, le dije.

Él lo disfrutaba hasta más que mi sobrino y jadeaba haciéndome sentir toda una experta, solo se lo hacía como a mi esposo pues no sabía otra manera y a él le gustaba tanto que por moemntos no quería parar de hacerlo.

Cuando salimos del cuarto ya se despedía de mí y yo rogándole que guarde el secreto pero al empezar a abrirle la puerta me abrazó con fuerza de frente a mí y me dijo que jamás contaría nada pero solo quería una vez más, acarició mi sexo por encima de mi ropa y me la subió hasta quedar yo solamente en calzón.

“Ya entraste, no seas así…”, le dije.

“Ya pues, de otra manera…”, me dijo.

Tuve que sentarlo en una de las sillas de la sala y cuando sacó su pinga nuevamente levanté mi ropa y me quité el calzón para pararme frenté a él y sentarme sobre este, yo manejaba todo y los sentones le gustaban tanto que apretaba mi culo fuerte hacia él.

Era una pose que hacía seguido con mi esposo donde yo mandaba y jamás pensé hacerla con otro pero ahí estaba yo comiendome la verga de ese amiguito de mi sobrino para que se vaya contento.

“Ahhh… ¿Por qué tan dura?... Ahhh qué hombre tan fuerte vas a ser de grande niño”,le decía mientras montaba suavemente sobre él y no rechazaba sus besos en la boca pero no le correspondía.

En ese momento se me abrió todo el apetito sexual y pensaba solo en eso, cuando terminé de hacerlo, me recosté sobre el sofá y caí rendida pues me cansé mucho.

Pero estaba sin ropa interior y él volvió a ver mi sexo, “Ay no me volvía poner la truza, sientate un rato para conversar de esto, no se qué me pasa que estoy muy extraña, yo no era así”, le dije tratando de disculparme con él por todo.

“¿A tí se te pone siempre así de dura o es la primera vez?”, le dije acariciando su paquete sorprendida al ver que se hinchó rápidamente luego del acto, estaba de muy buen humor seguro por el placer que acababa de recibir al hacerlo con él. le sonreía y cuando me volvió a pedir que se la mamara lo puse en mi boca muy complacida.

“Que pingota… yo no hablo así pero está bien cabezona tu cosa…”, le decía por momentos mientras me la sacaba y lo veía a los ojos para luego volver a metérmela en la boca y succionarla.

Me sentía tan feliz que cuando él me pidió hacerlo en el sofá dejé que me subiera la ropa hasta el ombligo y abrí bien las piernas para recibirlo dentro de mí.

“Ohhh… así… dámelo así chiquito, que rico..!!!”, le decía al sentir toda su cosa entrar con fuerza una y otra vez en mi caliente y húmedo sexo.

“Ay… que rico… todo, todo por favor… que delicia chiquito”, le decía yo al haber perdido el decoro, y es que despertaron tanto mis instintos que ya no me importaba hablar como una perra.

Hacía unos días lloraba por tener dentro de mí otro pene que no era el de mi esposo y ahora pedía que me la claven bien fuerte y ni siquiera el mismo chico sino uno nuevo, “Así me gusta.. todo duro y caliente…”, le decía al terminar y cuando me lo puso en la cara no supe cómo decir que no y lo lamía y jugaba con su palo como una niña para después chuparlo bien rico.

Pasaron los días y me di cuenta que deseaba que pasara otra vez ese sexo tan inesperado y rico, mi esposo no sospechaba nada y todo iba bien así, quise confesar todo en la iglesia pero me faltó valor y solo escuché la misa, ese domingo mi sobrino me llamó y me dijo que me visitaría mañana Lunes, le dije que ya pero por la mañana.

Ese día pensé mucho y quería retroceder el tiempo porque por momentos me arrepentía pero era imposible, luego quería repetir ese placer y por eso la cabeza me daba vueltas, espero que me aconsejen o  me digan qué opinan de lo que me pasó hace poco, necesito de la ayuda de alguien o que me digan si ya mejor sigo haciendo lo mismo y disfrutando.