Mi esposo me drogó
Él quería verme con otro y fueron más
Mi esposo me drogó
Una vez que mi esposo me penetró con el consolador por el ano a la vez que me metía su grueso pene en la vagina y se dio cuenta que lo disfruté mucho; todas las noches quería hacérmelo así, a veces me metía su pene en el ano y el consolador en la vagina logrando que mis orgasmos fueran fantásticos; siempre me decía que deberíamos hacerlo realidad, que quería ver como otro tipo me penetraba, que sabía que me gustaría, que recordara como me había poseído aquel hombre con el pene tan grande, pero que esta vez él quería estar presente; yo no me atrevía, le decía que no, que solo esa vez había sido por tanta insistencia suya pero que no me gustaba eso y siempre seguía el dele que dele, insista e insista y yo siempre negándome; no me atrevía a pensar siquiera hacerlo con un desconocido delante de mi esposo; sabía claramente que era muy excitante pero me daba más miedo que curiosidad; de pronto me di cuenta que mi esposo se puso muy detallista, me compro ropa muy sensual, llegó con un vestido tan pequeño y de material que parecía seda; yo creí que era una levantadora de cama, pero me dijo que era un vestido de noche y que pronto lo usaría en una noche especial que tendríamos; también me compró una ropa interior de ataque, él sabe que no me gusta usar sostén, pero me trajo uno de media copa, muy pequeño e insistió para que me lo pusiera, me quedaban apretado pero hacían que mis senos se levantaran más aún de lo que estaban y los pezones se mostraban totalmente; también me dio un par de tangas tan diminutas que parecían para una niñita, me los puse y me di cuenta que solo eran unas tiras de tela suave que se perdía entre mis labios vaginales, y ni que decir de la parte de atrás apenas era un hilo; me miré en el espejo y me sentí tan excitada que terminamos haciéndolo con mi pequeña ropa puesta, fue supercaliente; me dijo que ese sábado me tenía una sorpresa, me quedé algo inquieta pero sabía que no podría negarme, es un esposo muy tierno y me da gusto en todo, porque no hacerlo yo también, pero igual me daba temor que quisiera compartirme y en ese punto no quería flaquear.
Ese sábado estuvo todo el día en casa arreglándola para una pequeña fiesta de compañeros de trabajo, eso me dijo; casi me obligó a que me vistiera con la ropa nueva, por supuesto que yo no quería mostrarme así en público, pero me presionó tanto que accedí; al ponerme el vestido encima de esa pequeña tanga y ese minúsculo sostén, me sentí absolutamente desnuda; me dijo que esa sería mi noche, vi que llegó con una bolsa de compras pero no me dejó ver que llevaba, me dio tanta curiosidad, que cuando él se retiró a vestirse, miré y no encontré nada raro, solo sabía que había sacado algo de la bolsa y era algo que compró en la droguería, pudo más mi curiosidad que busqué por todo lado y al final encontré en un cajón de un mueble del comedor, un pequeño frasco de polvos blancos al que previamente le quito la etiqueta, lo abrí y lo olí pero no era nada conocido, pero si encontré un olor un poco fuerte y dulzón.
En la noche empezaron a llegar algunos invitados; noté que no había nadie conocido de la oficina, mi esposo me dijo que la mayoría eran nuevos; la fiesta estuvo muy íntima, bailé con casi todos los invitados que era la mayoría hombres solo llegaron dos mujeres una de las cuales se fue temprano. al bailar con ellos, notaba que todos me miraban mucho por el atuendo que llevaba que parecía en ropa de dormir y que marcaba como que no tenía ropa interior, mi esposo me daba trago seguido, pero yo le dije que no tanto que ya sabía cómo me ponía si me emborrachaba; el seguía feliz, lo vi charlando bajito con dos de sus amigos y luego se fue a la cocina y trajo una bandeja con varias copas de un cóctel que preparó con mucho esmero, traía copas altas transparentes, para los caballeros y dos copas más bajas de color rosado para las damas; propuso un brindis diciendo, por esta fiesta que no sería la última, lo dijo mirándome a los ojos y me dijo que bebiera todo el contenido; apenas lo acerque, sentí el mismo olor fuerte del frasco aquel, me dio un susto, pero pensé que eran mis nervios por estar así casi desnuda en la sala con tantos desconocidos. me lo tomé todo y sentí un sabor dulzón y acido pero muy agradable, en seguida mi esposo me sacó a bailar y me besaba muy disimulado en el cuello y el las mejillas, yo me sentí muy protegida de las miradas al estar con él, poco a poco me fui tranquilizando, bailamos muchos discos y cada vez estaba más tranquila, relajada y mi esposo me abrazaba más fuerte y me besaba con más pasión, me gustaba tanto; de pronto uno de los amigos de él, se acercó y le dijo -préstamela un rato-; mi esposo le dijo claro que sí, baila cuanto quieras y me soltó en los brazos de aquel hombre que apenas me agarro contra su pecho y sin darme tiempo acercó su rostro a mi mejilla y me empezó a hablar suavemente al oído, me decía que qué fiesta tan maravillosa, que todo estaba excelente pero lo que mejor estaba era yo, que me encontraba absolutamente hermosa, así comenzó esa noche que nunca podré olvidar.
No se que me pasaba, pero me di cuenta que el tipo con el que bailaba me estaba apretando mucho y su mano recorría toda mi espalda y la parte alta de mis nalgas, yo lo sentía y sabía que estaba mal, sobre todo delante de mi esposo y de varios desconocidos, pero no hacía nada era como si yo no fuera la que estaba allí, que a la que tocaban era a otra mujer; el tipo se dio cuenta de mi pasividad, bajo las manos y me rozaba todas las nalgas; con ese vestido tan suave parecía que me las tocaba directamente en la piel; mire a mi esposo que estaba muy pendiente de mi reacción; al encontrarse con mi ojos simplemente me sonrió y me guiñó un ojo; no sabía qué hacer, el tipo bajo un poco la mano y las metió por debajo de mi corto vestido acariciándome la piel, empecé a sentirme excitada, me sentía tan desnuda y con un extraño que me tocaba en mi propia sala, delante de mi esposo y de varios hombres que no conocía, era muy caliente, sin embargo no quería que continuara, pero estaba como hipnotizada, no reaccionaba, el hombre acercó su boca a la mía y trató de besarme, yo corría mi cara, entonces con una mano, metiéndola por delante y debajo de mi vestido, me cogió toda la vulva y como sintió el pequeño tanga que apenas cubría parte de mis labios menores, trató de penetrarme con sus dedos; dominando mis emociones lo retiré y tambaleando me senté en la silla más próxima, mi esposo se acercó y me preguntó si me sentía bien; solo déjame tranquila, le dije sin levantar la mirada; se alejó y me quedé allí viendo como todos conversaban como si nada hubiese pasado, aunque estoy segura que todos se habían dado cuenta; el hombre con el que yo bailaba se acercó a donde estaba la otra única mujer de la fiesta y la saco a bailar; ella lo tomó del cuello y lo apretaba refregando su cuerpo contra el de él, yo la miraba y entendí que ella estaba como ida y caliente, se contoneaba tratando de sentir el bulto de él contra su pubis, todos los demás los miraban con deseo en los ojos, otro hombre se acercó a la pareja y empezó a bailar por detrás de ella, que tan pronto lo sintió llevo sus manos atrás y le cogió las nalgas apretándolo más contra su cuerpo, el hombre que la tenía al frente empezó a bajar su vestido liberándole los senos, estaba sin sostén, tenía unos senos enormes, se los besaba con tanta fuerza y pasión mientras el otro le acariciaba las nalgas directamente debajo del vestido, empecé a ver que varios de los demás se tocaban su entrepierna, en todos se marcaba claramente su erección, mi esposo miraba con mucho deseo pero de vez en vez giraba sus ojos y me miraba con la misma pasión que siempre me atrajo de él; no sé en qué momento pero me di cuenta que yo estaba abriendo y cerrando mis piernas, excitadísima, me tocaba los pezones que apenas podían contener mi pequeño sostén, mi vagina estaba mojada como nunca y sentía un deseo incontenible de sentir algo duro y grande que me penetrara, sentía un calor en todo mi cuerpo, hasta mi ano quería que lo tocara, metí mis manos por mi espalda y sin levantarme casi, metí un dedo dentro de mi ano para aplacar ese deseo tan fuerte, apenas lo sentí entrar tuve un orgasmo fabuloso y mientras me convulsionaba, mi esposo me levantó de la silla y me llevó a donde estaban bailando con la otra chica, inmediatamente como si no fuera yo la que actuaba, tome al hombre que besaba y apretaba los senos de esa chica y lo hale hacia mí; lo apreté fuerte contra mi cuerpo y sentí su enorme paquete contra mi inflamada vagina, el hombre tomó las pequeñas tiras de mi vestido y las corrió hasta bajarlas de los hombros, el pequeño y suave vestido se deslizó por mi cuerpo dejándome con esa ropa interior en medio de las miradas de todos los invitados, no sabía lo que pasaba, pero no hice el menor movimiento por taparme, al contrario levante más mi pecho para que mis senos salieran por encima del pequeño sostén, incluso los pezones salieron, y mi tanga estaba totalmente incrustada dentro de mi vagina y mi ano, no parecía que tuviese sino un hilo que me apretaba y me excitaba más aún, el hombre me tomo de los pezones y me acerco a él, sin siquiera proponérmelo lo besé con furia y pasión, le metía la lengua en la boca mientras mis manos presurosas buscaban los botones de su pantalón y bajaba la cremallera para liberar el duro pene que necesitaba, que hermosa sensación, sentir como ese pene grueso y caliente palpitaba en mi mano, yo no pensaba, ni siquiera era yo, lo tomé con mis manos y lo fui acercando a mi boca, pero el hombre no me dejo llegar, simplemente me levanto como si fuese una niña y sin siquiera correrme la tanga me penetró salvajemente, que placer tan inmenso, me vino un orgasmo sensacional mi vagina estaba tan húmeda pero a pesar de ello sentía como me abría más y más, era tan grueso, me lo metió todo, me sentí tan llena, me empezó a bajar y subir como si no le pesara nada, el hombre sudaba y me miraba con pasión, sentí que otras manos me cogían por la espalda, bajaban suavemente y me metían dedos por el ano, no sabía cuantos pero debían ser tres o cuatro porque me sentía llena, luego una larga lengua hurgando en mi ano, volví a tener otro orgasmo y antes que terminara sentí como un nuevo pene se me introducía, era una sensación tan nueva, sentirme doblemente penetrada, el hombre del pene grande seguía de pie entrando y saliendo de mi vagina con tanta vehemencia mientras el que me penetraba por el ano parecía que tenía un pene muy largo que nunca terminaba de entrar, busqué a mi esposo con la mirada y lo encontré metiendo su gran pene en la boca de la otra chica hasta la garganta; me miraba sonriendo, disfrutando tanto viéndome como era penetrada por dos desconocidos y como mi rostro reflejaba tanta dicha, me vine nuevamente viendo como mi esposo se corría en la boca de esa mujer, luego me tomaron todos, hasta la chica me beso, me chupo la vagina y me penetró con mis propios juguetes que seguramente mi esposo sacó; no sé cuánto duramos en esa extraña pero deliciosa noche, mi esposo me drogó contra mi voluntad y logró lo que quería, verme disfrutar siendo penetrada una y otra vez por varios hombres.