Mi esposita -fiel-

De como escuché a mi esposa narrando un muy erótico cuerno con su amigo.

Mi esposa "fiel"

Lissette, mi esposa, siempre me ha sido fiel, o por lo menos eso fue lo que creí. Desde siempre me habló de fidelidad a la pareja incluso insinuándomelo como para que yo no le ponga los cuernos, cosa que no he hecho hasta el momento. Tenemos 7 años de casados y dos hijas. Ella, aunque en el pasado estuvo algo rellenita, desde hace tiempo se cuida mucho, de hecho se puso buenísima. Tiene unos ojos verdes impresionantes, es blanca con una piel muy suave, unas tetas medianas y paraditas, con unos pezones que casi siempre están duros y un culito divino, en fin, no está nada mal para sus 35 años bien llevados.

Un día, desconociendo ella que estaba en casa, escuché con detalle como ella le contaba a su amiga íntima Ivonne cómo se acostó con un chico que la cortejaba, de nombre Gonzalo. Ellos habían salido un par de veces a tomar café. Se conocieron por casualidad, presentados por Richard, un amigo de ambos; pero todo había trascurrido como cualquier cosa. Pero ella, tras varias salidas con este joven, según le contó a Ivonne, de 28 años y muy guapo, aprovechó que yo estaba de viaje para salir a tomarse un trago con él, dejando en casa a su madre al cuidado de las niñas. Esta es la descripción de "su relato":

"Gonzalo y yo no encontramos en una tasca retirada del centro, para evitar encontrarme con alguien conocido, a eso de las ocho de la noche. Estaba muy nerviosa, algo excitada aunque confieso que mis intenciones no eran acostarme con él, pero el sólo hecho de verlo a escondidas de mi esposo me produjo un cosquilleo en la vagina y un calorcito en el estómago. Cuando lo vi entrar, la sensación se multiplicó. Vestía un Jean ajustado que le marcaba un bulto espectacular y su cuerpo ejercitado llevaba una franela al cuerpo y un perfume divino. Al comienzo nos tomamos unas copas inocentemente, conversamos de diversos temas, incluyendo el sexual, pero sin mas insinuaciones que sus naturales coqueteos hacia mi, mis ojos, mi piel, etc. Luego de dos horas tomando y hablando amenamente (me sentía un poco mareada) le pedí que me llevara a mi casa, como en las otras ocasiones en que nos vimos, todo aparentaba ser, hasta el momento, una salida más con Gonzalo. Al salir afuera llovía a cántaros, no llevábamos paraguas por lo que corrimos hasta su vehículo, a unos 20 metros de la tasca, pero pisé un charco, resbalé y caí aparatosamente, quedé llena de barro. Gonzalo me ayudó a levantarme, avergonzada entre al carro donde me di cuenta de mi estado terrible: con la ropa bastante sucia, empapada y mi blusa se había abierto casi toda dejando ver claramente el sexy brasier transparente que me puse para la ocasión. Él, como un caballero me consoló, me ayudó a limpiarme y me dijo amablemente:

  • Si tu madre te ve así se angustiará, vamos a mi departamento, no muy lejos de aquí y te aseas un poco, te presto alguna camisa mientras te tranquilizas.

Mi estado era tan patético que acepté resignada. Realmente mi mamá y mis hijas al verme pensarían cualquier cosa. Llegamos a su departamento tipo estudio, con mucha rapidez me buscó una toalla, una bata de baño y me indicó donde darme una ducha. No se por qué, pero mientras me duchaba recuerdo una sensación extraña de fuerte excitación. Verme en casa de Gonzalo, desnuda en su baño, pasaron por mi mente fuertes imágenes que, en ese momento, traté inútilmente de apartar. Al salir me coloqué sólo la bata de baño, mientras que él, que había puesto en la lavadora y secadora mi ropa, me había servido un brandy, "para el frío" dijo sonriente. No suelo tomar bebidas fuertes, pero lo hice gustosa. Él se secó y se cambió, ahora en franelilla y un bóxer deportivo, se veía fenomenal.

De pronto estaba sentada relajadamente en un amplio y cómodo sofá, tomando brandy con Gonzalo, ese hombre sexy que me cortejaba. Vinieron muchas copas más, mi tensión inicial por las circunstancias y la caída quedó atrás. Cuando tocamos de nuevo el tema sexual, ya no fue como antes, me hablaba sensualmente, me fue rozando poco a poco y, no se en qué momento, me besó apasionadamente. Nuestras lenguas se mezclaban con lujuria y, después de unos besos ardientes, fue muy fácil desvestirnos casi al mismo tiempo, él sólo me abrió la bata, dejándome desnuda y yo le arranqué su escasa ropa. Estaba tan excitada que tomé la iniciativa, lo separé de mí, lo recosté al sofá y tomé su duro, largo y grueso pene y lo engullí de un golpe. Daba mamadas fuertes, alternadas con lengüetazos a su glande brillante, lo tragaba, lo chupaba y sólo escuchaba sus gemidos. Al rato, tratando de evitar eyacular por mi mamada, me levantó con suavidad y me acostó en el cómodo mueble. Comenzó chupándome los pezones, duros y erectos, besándome toda la piel, acariciándome y bajando su cabeza hasta llegar a mi vagina empapada. Me dio una de las mejores chupadas de mi vida. Lamía mi clítoris, metía su lengua en mi hoyo, mordisqueaba y chupaba todo mi vientre, sentí que exploté en un orgasmo, al tiempo que dejé escapar un grito de placer.

Se detuvo al tiempo de levantar mis piernas, metió su pene tan lentamente, que yo misma hice un movimiento desesperada por tener todo aquello dentro de mí. Al sentir todo su pene en lo profundo de mí, duro y caliente, comenzamos a movernos a un solo ritmo exquisito, no dejaba de chuparme los pezones, de tocarme toda con sus manos, me sentía fenomenal, olvidé en ese momento todo lo que podía implicar mis actos, sólo quería que ese chico me follara, me cogiera como nunca. Después de un rato, sin dejar de bombear con fuerza su miembro, me fue dando la vuelta, hasta quedar en "cuatro patas", me cogía tan divino que no podía creer las sensaciones que mi cuerpo sentía. En esa postura me introdujo un dedo mojado de mis flujos en el ano. ¡Sentía un placer increíble! Luego dos dedos, hasta que, sin decir nada, sacó su pene empapado y lo metió con cuidado por mi culito, que ya no era virgen, pues ya lo he hecho con mi marido por detrás. Pero la penetrada de Gonzalo fue distinta a todo lo que he vivido, me metió su gran pene hasta el fondo, me bombeaba sin detenerse, parecía una máquina de follar, cuando me tocó con su dedo medio el clítoris y lo metió en la vagina, un segundo orgasmo llegó sintiendo su pene con cada vez más fuerza bombear en mi ano.

Sacó lentamente su duro poste de mi dilatado culo, momento en el que tomé de nuevo la iniciativa, llevada por la lujuria desatada. Lo recosté y casi salté sobre él ensartando su pene de nuevo a mi concha caliente. Allí era yo quien subía y bajaba con fuerza, cada vez con más ritmo, pues sentía que llegaría el orgasmo definitivo, el máximo. Aumentando la velocidad, hice que mi cuerpo sintiera las mayores sensaciones de su vida, un orgasmo largo e intenso no pude evitar gritar con fuerza de placer, al tiempo que Gonzalo chupaba y mordía mi pezón, sólo le pude gemir: ¡chupa más duro! Casi me lo lastimaba, pero con ese orgasmo tan intenso todo era válido.

Saqué aquel pene todavía duro y lo tomé en mis manos, lo chupé locamente de nuevo, aquel palo lleno de mis fluidos, hasta sentir que se ponía más duro, sus venas brotaron y un gigantesco chorro de semen se disparaba en mi garganta. Que ironía, nunca había dejado que mi esposo me acabara en la cara y veía el semen como algo asqueroso; pero allí no me importó, me tomé todo su flujo sin dejar de chupar su polla, escuchando su grito de placer. Le chupé su polla hasta que la sentía desfallecer. Nos acostamos en el mueble un buen rato, y decidimos darnos un baño juntos, allí follamos y nos chupamos de nuevo, me recostó de frente a la pared y me penetró de nuevo por detrás, se sentó en el sanitario y allí le hice otra mamada, luego sin dejar que se levantara, me monté sobre su pene, sentándome cruzada sobre su cuerpo, chupaba mis tetas mientras yo me movía rítmicamente, creí que me desmayaba cuando tuvimos allí un orgasmo simultaneo, sentí que todavía tenía semen que darme, pero ahora lo sentía caliente dentro de mi cuerpo. Entre besos y caricias nos levantamos. Mi ropa estaba lista desde hace rato, por lo que me vestí y me marché en taxi, no quise que me llevara. No lo he visto desde ese día, porque se que no podría resistirme a él de nuevo, aunque pienso en él con frecuencia".

Ese fue la historia de mi esposa, el cual me excita y preocupa por lo que pueda pasar...

ESPERO COMENTARIOS