Mi esposa, yo y una jovencita deliciosa

Juegos de una pareja liberal que los mantiene unidos

JOVEN ESTIMULANTE

  • “Uhmmm, como me gusta que me despiertes así”, le digo a mi mujer mientras me desperezo.

Está pegada a mi, aplastando su pecho contra mi espalda, sus piernas enlazadas con las mías y su mano acariciando suavemente mis testículos y pene. Enseguida respondo a los estímulos y experimento una buena erección.

Mi mujer sigue con sus caricias, satisfecha de su resultado y contenta de saber que todavía logra levantar mis pasiones con cierta facilidad. Después de dar unos cuantos frotes más consigue ponerla dura como una piedra.

Me poco boca arriba y dejo que me de unas cuantas sacudidas más fuertes, mientras pongo mi mano sobre su cadera y le acaricio el muslo. Ella sigue masturbándome, busco entre sus piernas apretadas su apetitoso coñito…

  • “Me ha bajado la regla, hoy no va a poder ser…”

  • “¡qué mala eres!, ¿entonces por qué me provocas de esta manera?”, le recrimino.

  • “Nadie ha dicho que no podamos seguir”, responde mientras restriega su dedo pulgar alrededor de la corona de mi capullo produciéndome un estremecimiento general.

  • “Vale, vale…si así lo quieres”, le digo cerrando los ojos para concentrarme en sentir sus manos sobre mi piel.

Se sienta a horcajadas sobre mis muslos mirando hacia mi y me coge la polla y empieza a menearla como si fuese yo mismo.  Se desprende del corto camisón que llevaba puesto, se moja las manos de saliva y empieza a masturbarme de una manera deliciosa.

Cierro los ojos y me dejo hacer. Pongo las manos sobre sus muslos y luego las extiendo para sentir el golpeteo de sus senos y poder pellizcar sus pezones.

  • ¿por qué no me cuentas mientras tanto alguna fantasía que te guste?, me pregunta con la mayor naturalidad.

  • “¿cómo? ¿quieres que te cuente mis fantasías eróticas?... tú estas loca.

  • “Venga vaaaaa… si solo son fantasías… no me voy a enfadar porque sueñes que haces el amor con una actriz deslumbrante… ni con una mujer que veas por la calle”, me dice mientras se entretiene en apretar con su pulgar a lo largo del pene mientras su mano sube y baja alegre.

  • “Por favor, me gustaría oírte contar algo que te excite al pensar sobre ello”

  • “Esta bien, pero luego no te quejes… no eres celosa habitualmente, pero… no se si atreverme”

Después de unos nuevos meneos con la mano repleta de saliva mis dudas se desvanecen y debo ceder ante sus deseos…

  • “Está bien… a ver…”, dudo por un instante, algo que me guste, digo en voz alta fingiendo que me lo estoy pensando y que no encuentro nada.

Mi mujer para de masturbarme y me mira con exigencia; para refrescarme la memoria me da unos nuevos meneos y consigue el resultado esperado.

  • "Me gusta pensar que por alguna rara coincidencia, la hija de un conocido, en un viaje de negocios, alguna noche de vuelta a casa por una zona de bares… conozco a una jovencita con cuerpo despampanante, algo tímida, algo indecisa… pero que al final desea tener una experiencia con un hombre maduro".

-"Tiene buena pinta, sigue… " dice mi mujer

  • "Eso me da pie para conducirla a mi antojo, haciéndole que descubra cosas solamente soñadas. Entonces me convierto en un amante perfecto y hacemos el amor de muchas formas y posturas, lo que me permite disfrutar de su hermoso y lozano cuerpo", añado.

  • Eres un clásico… el sueño del macho que se siente marchitar… pero que con una jovencita se siente revivir", me replica.

Un poco herido por su respuesta continuo…

  • "Bueno, no te he dicho que algunas veces me imagino que tú estas presente… que puedo ver como miras a tu maridito perforando con fuerza un coñito casi virgen, como la chica suspira y gime pidiendo mas y mas, y como la dejo medio rota, para venir a ti y rematar la faena hundiéndome en tu chocho chorreando.

  • "Esta parte me gusta mas…" me dice sonriendo al tiempo que restriega su palma sobre la punta de mi polla.

  • "Y para terminar… algunas veces me imagino que estamos sobre la cama, exhaustos, sudorosos y disfrutando uno al lado del otro de esos momentos justo después del orgasmo, y que la jovencita a modo de agradecimiento nos lame alternativamente a uno y al otro hasta dejar bien limpio tu coñito y mi polla. Esta parte me encanta".

  • "Oye, pues a mi también me ha gustado tu historia… ¿te sorprendería si te dijese que no me importaría hacer realidad tu fantasía?"

  • "Yo también he imaginado alguna vez verte haciendo el amor con alguna compañera de trabajo, esa tan estupida y engreída, que me gustaría ver suplicar que le des tu polla durante un rato, cuando yo la tengo siempre que quiero".

  • "También te imagino con esa que siempre presume de la cantidad de orgasmos para que viese lo que son en realidad".

  • "Con una jovencita me siento un poco desplazada… pero imaginarla sometida, inexperta y luego sumisa lamiéndonos a los dos juntos, creo que me encantaría".

  • “Quieres que lo probemos?”, me dice al tiempo que acelera el ritmo. Al percibir que me retuerzo de gusto y que mis testículos se aprietan a la base, mostrando sus ganas de explotar, lo hace mas pausado pero con intensidad.

Enseguida empiezan a salir borbotones de leche que caen sobre mi vientre.

  • “Ufff, Teresa, te quiero, te quiero…eres maravillosa… ven aquí que pueda darte un beso”, le digo a mi mujer después de experimentar un orgasmo sensacional

Segunda parte

Aprovechando que me quedan unos dias de vacaciones contratamos un pequeño crucero por el Mediterraneo. Hace escala durante el dia en diversas ciudades y se viaja por la noche. Antes de ver a nuestros vecinos de camarote recuero el comentario que me hizo mi mujer sobre si nos gustaria que una mujer joven compartiera nuestro lecho.

Las expectativas se desvanecen de momento cuando comprobamos que a nuestro lado se aloja una pareja unos quince años mayor que nosotros. Durante la cena tenemos una agradable sorpresa, su hija de diecinueve años hace el crucero con ellos aunque su camarote lo comparte con su hermano pequeño.

Tanto mi mujer como yo no podemos evitar recordar la conversacion de aquel dia en el que confese mi fantasia sobre estar con una jovencita en presencia de mi mujer. Esta me dirige unas miradas llenas de picardia y me hace gestos indicandome que acepta el juego y que le gusta la chica para tener nuestra primera experiencia como trio.

Solo queda idear la estrategia para que antes de una semana, esta linda mujercita desee compartir con nosotros momentos inolvidables. La idea surge de forma espontanea en la conversacion durante la cena. A juicio de sus padres ella se aburre muy a menudo, le cuesta hacer amigos, y buscar actividades que le gusten.

En fin, esta un poco alelada todavia, aunque tiene un cuerpazo impresionante. No le costaria nada tener a medio barco detras de ella. Ella asiente con la cabeza confirmando lo que dicen de ella y confirmando nuestras sospechas que necesita un empujoncito para eclosionar como una flor en primavera.

Desde primera hora del dia siguiente nos concentramos en el plan. El barco atraca en una ciudad llena de encanto. Logramos que Marisol venga con nosotros. Durante todo el dia vamos de alla para aca, disfrutando de los placeres de la ciudad,  haciendo que la chica los descubra con nosotros.

Los rincones pintorescos, la buena mesa, el buen vino, los deliciosos helados tomados sentados en la hierba debajo de una buena sombra, los rincones mas romanticos, la belleza de las fachadas, la fuerza de algunas esculturas...

De vez en cuando, me quedo un poco atras, las veo bromear y reir. Tengo la sensacion de persiguir dos jovencitas, a cual de ellas mas atractiva. Las dos son menudas, con una figura muy sensual y vistas por detrás, ambas con un bonito culito.

Por delante, Marisol impresiona con unas tetas medianas, turgentes y rabiosamente juguetonas. Las facciones son redondeadas y un poco aniñadas todavia, destacando su hermosa melena negra y unos labios gruesos y colorados.

A ultima hora de la tarde volvemos al barco cansados pero muy satisfchos por lo hecho durante todo el dia. Teresa y yo nos damos un reconfortante baño. Mientras nos enjabonamos mi pene despierta y quiere completar la bonanza del dia.

  • "¿que te parece Marisol?... ¿a que es una buena chica?", me pregunta mi esposa.

  • "Es muy afable y disfruta descubriendo las cosas buenas de la vida", afirmo convencido.

  • "Me referia a si crees que le gustara participar en nuestra fantasia... y si crees que es la chica adecuada", dice mientras busca debajo de la espuma mi pene semi erecto.

  • "El cuerpo lo tiene muy bonito... sobre todo tiene  las caderas muy bien dibujadas", le digo sin hacer mencion a sus apetitosas tetas juveniles.

  • "Ya, ahora me haras creer que no te has fijado en sus tetillas", me dice mientras frota mi miembro suavemente por debajo del agua.

  • "Siento un poco de envidia... quien tuviera veinte años ahora", murmura mientras dirige su mirada hacia sus pechos.

  • "Tendriamos unas dulces peritas para saborear, pero no tendriamos tus diestras manos , ni ese trote alegre que tanto me gusta de ti, ni esa ternura , ni ese saber estar, dandonos amor hasta la madrugrada", le digo sintiendo que ella se anima a acariciarme mas intensamente.

  • "Me encanta que me digas eso, pero... ¿no te apetece tener hoy algo nuevo?. Creo que nos gustaria, y a ella no le vendria mal".

  • "Decididamente si. Me seduce la idea te disfrutar contigo de una nena tan apetitosa como Marisol. Hagamos que sea ella la que nos suplique poder jugar con nosotros".

  • "Siendo asi, esto... lo tendremos que dejar para otra ocasion", dice Teresa dando un ultimo meneo antes de soltar mi polla, que trata de respirar sacando la cabezota por encima del nivel del agua.

  • "¿No iras a dejarme asi?", le reprocho haciendo un pucherito.

  • "Venga no seas tonto... te espero en la cama".

Tercera parte

Siguiendo las recomendaciones de Teresa, Marisol se presenta a la cena muy arreglada. El maquillaje la hace parecer un poco mayor pero conserva la frescura de su juventud. El vestido es ajustado en le talle y vaporoso en la falda. Deja al descubierto sus bonitos hombros algo enrojecidos por el sol. Su pecho se insinúa arrogante por el escote.

Nosotros también nos hemos puesto ropa de fiesta y explicamos a los padres de ella que después de la cena iremos al baile que hay en la cubierta nº tres. Hay pocos chicos de su edad dada la época del año, y de los que hay, solo alguno se atreve a sacarla a bailar la salsa o el merengue, y menos aun el pasodoble.

Sentada, nos mira con admiración y cierta envidia. Teresa es una buena bailarina y solo con seguirla parece que yo también lo soy.

  • “Anda, baila con Carlos... pero anda con cuidado que tiene las manos muy largas... y en cuanto te descuidas...” dice mi esposa al llegar a la mesa a modo de invitación hacia Marisol.

Los tres reímos la ocurrencia. Marisol se pone en pie dando un saltito y se pone  a mi disposición. Noto que se ha ruborizado un poco, pero no ha dudado en aceptar la oferta. Suena un corrido mexicano y tras los primeros titubeos, alcanzamos el medio de la pista siguiendo el animado ritmo.

Con mi mano en su cintura y la otra en alto a la altura de su cabeza, evolucionamos con cierta gracia dando vueltas y vueltas. Con los inevitables tropiezos con otras parejas siento aplastarse su pecho contra el mío. Realmente tiene unas tetas admirables.

Dejo resbalar la mano hacia su cadera, buscando la señal de sus braguitas. La tela es muy fina y por el tacto pronto determino que la joven Marisol lleva unas braguitas realmente diminutas. Tras bailar juntos unas canciones volvemos a la mesa donde nos espera mi esposa.

  • “Es un caballero y un excelente bailarín” dice de mi a modo de elogio y como pago al ofrecimiento de mi mujer.

  • “Cariño, no me digas que no te has aprovechado de esta linda mujer. ¡Me sorprendes!”, dice entre las risas de ambas.

La noche avanza. El baile continua con su alegre ritmo. La confianza y la sintonía entre los tres va en aumento y al cabo de poco tiempo, siento que tengo dos mujeres, y ellas dos sueñan que tienen una pareja compartida.

Todo es perfecto hasta que el buen humor se trunca, justo en el momento en que volvemos a nuestros camarotes y llegamos frente a la puerta del suyo. Su cara pasa de la sonrisa simpática, a poner unos morritos de enfado infantiles.

  • “Buenas noches”, dice algo contrariada... hasta mañana.

  • “¿Te pasa algo?, se interesa mi mujer”

.

Entonces haciendo unos pucheritos imposibles de describir, le confiesa en un susurro:

  • “No es justo. Ahora vosotros dos os vais juntos y yo me he de quedar aquí sola”

Después de tratar de consolarla sin éxito, Teresa se arma de valor para proponerle:

  • “Somos una pareja bien avenida, estamos de vacaciones, hemos pasado un día estupendo y ahora haremos el amor... acaso ¿quieres venir con nosotros?”

Sin levantar la mirada que tiene clavada en algún lugar del suelo, Marisol dice afectada:

  • "Si... quiero seguir en vuestra compañía".

Me maravillo de lo bien que Teresa ha sabido manejar la situación y empiezo a degustar lo que será el colofón estupendo a un día de vacaciones inolvidable.

Al entrar los tres juntos a nuestro camarote se crea una situacion tensa. Ninguno de nosotros sabe a ciencia cierta que va a pasar, los tres estamos algo nerviosos y sobre todo, excitados.

  • “ Voy al baño primera”, dice Teresa dejandonos a solas.

Marisol respira agitada y esto hace que sus pechos suban y bajen de una forma espectacularme excitante. Finguiendo total normalidad, me desprendo de la camisa y le muestro mi torso musculado y varonilmente decorado con rizados vellos sobre el pecho. Sin sentarme, me quito los zapatos y acto seguido el pantalon.

En un acto muy corriente entre los hombres me acomodo mis partes separando el boxer y metiendo la mano dentro. Marisol ha tomado una posición discreta y parece que quiere observarnos sin pacticpar directamente en la escena.

Teresa sale del baño tan fresca y limpia que dan ganas de comerla inmediatamente. Yo hago el relevo y me escondo tras la puerta del aseo para que no vean que ya estoy con un semitono que no puedo esconder.

Cuando salgo, es Marisol la que entra. Mi mujer me confiesa que todo va muy bien, y que esta segura que con calma veremos cumplida nuestra fantasia. Se pone un camison tan corto como bonito a juego con unas bragas muy sexy.

Mientras nos damos un beso apasionado como inicio de nuestro juego amoroso, se abre la puerta y sale Marisol con un camison que le ha prestado Tere. Sus erguidas tetas hacen que este se levante y que quede al aire un pubis envuelto en saten blanco. Los pezones se señalan sobre la tela y su oscura aureola se trasparenta con claridad.

  • “Concentrate en mi, a ella la tendras si logras que se caliente mientras nos mira”, me dice Teresa al oido.

A partir de ese momento, Marisol desaparece de mi mente y hago el amor con mi mujer como tantas otras noches, y como si fuese la primera vez.

Se lo que la hace disfrutar y lo que desea. Busco tambien ese estimulo nuevo, ese flash irrepetible que hace que cada ocasion sea tan maravillosa o mas que la anterior.

Teresa se deja hacer, pero no pierde ninguna oportunidad para acariciarme. Le gusta tocarme y sabe que lo hace como una diosa, a juzgar por mis reacciones. Hoy estoy especialmente excitado y quiero hacerselo sentir hasta el hondo.

Pletorico de fuerzas y de pasion, me cuelgo del aire dejando solo como puntos de contacto nuestros sexos. En esta postura, comienza un mete y saca lento pero intenso. Mi esposa se acomoda abriendo las piernas como una rana. La penetracion es profunda…

Teresa gime al sentirla tan honda entre sus carnes…elevo las caderas y dejo que mi pene salga lentamente hasta apenas dejar la puntaentre sus labios mayores… luego la vuelvo a clavar hasta oir de nuevo su gemido.

Con esta dulce cadencia pasamos los siguientes minutos. Marisol observa atenta como nuestros cuerpos se unen una y otra vez, y como mi pene se pierde entre las piernas de mi mujer. Teresa, gime acompasadamente y luego ronronea mientras espera que se complete el abrazo.

Siento sus manos sobre mis nalgas. Siento como me trata de retener y de acelerar mis movimientos… pero al final se acomoda a mi ritmo.

Despues de largo rato, su respiracion se acelera, sus uñas se clavan en mis gluteos y me pide mas y mas. Acelero el ritmo y la fuerza de mis empujones hasta hacerla rendir.

Me sujeta junto a ella, impidiendo que me mueva. Contraigo los musculos que me permiten minimamente mover mi pene. Teresa se estremece, me besa y me sujeta mas fuerte. Despues de unos dulces instantes de calma, durante los cuales ella se relame con su orgasmo y yo recupero el aliento perdido, me hace tumbar a su lado.

Toma el pene entre sus manos y lo acaricia con amor. Realmente esta enorme y con ganas de explotar…solo hace falta que lo mime un poquito.

  • “¿ya no te acuerdas de Marisol?”, me pregunta mientas le da unos meneitos la mar de ricos.

Entreabro los ojos. Marisol vuelve a aparecer en la escena. Me habia olvidado por completo de ella. Alli está, con los ojos como platos para no perderse detalle. Excitada y nervisosa. No ha podido evitar llevar sus deditos por debajo de las bragas y es claro que se ha estado masturbando el rato que nosotros hemos estado juntos.

Teresa la invita a venir a la cama, aunque primero le pide que que quite la ropa de la forma mas sexy que pueda. Se tumba a mi lado y Teresa la guia para que continue ella con el meneo de mi pene. Las dos consiguen una buena sintonia de movimientos y el beneficiado soy yo.

Recibo por partida doble las mas dulces caricias de ambas. Cuando Marisol ya sabe hacerlo sola, mi esposa se concentra en besarme en la boca y juguetear conmigo.

  • “Ufff… ufff… que se me escapa!”, digo tratando de contenerme pero ahora ya no hay retorno.

Teresa toma protagonismo y termina con maestria lo que solo ella sabe hacer de maravilla. Dejamos para mejor ocasión las practicas de Marisol. Me corro con abundacia ante la mirada complacida de mi mujer y la de curiosidad de nuestra joven acompañante.

Con escaso cuidado, solo explicable por la enajenación que produce una gran excitación, Marisol me manosea el miembro. En mi, se me mezclan sensaciones contradictorias, por una parte me gusta que juegue con el, que se atreva a tenerlo entre las manos y que disfrute con su tacto. Por otra parte, me gustaría que lo dejara descansar.

Después de la corrida que he tenido, esta extremadamente sensible. En estas circunstancias, entre el placer y el dolor solo hay una corta distancia.

Miro hacia mi esposa Teresa, quien entiende de inmediato mis temores. Ambos miramos como Marisol esta como embobada mirando cómo sale y se esconde el capullo al llegar con su mano el pellejo de arriba abajo.

La otra mano la tiene ocupada frotando por encima de la braguita sobre su chochito. A pesar de lo visto y sentido, todavía no se ha atrevido a quitarse la braga, que por otra parte ya luce una hermosa mancha provocada por la húmedad que rezuma.

Entre los dos, e interrumpiendo su manoseo, le quitamos la braga sin que ella apenas se de cuenta del paso que acabamos de dar. Llevo mi mano hasta su bajo vientre y la deslizo por encima de su abultado monte de venus, me entretengo un instante con sus ensortijados y abundantes pelitos, para llegar a continuación a poner mi dedo índice a lo largo de su rajita. Queda allí inmóvil, casi envuelto por sus carnosos labios mayores y recogiendo su humedad.

Justo con el primer roce sobre el capullito que envuelve su clítoris, deja ir un hondo suspiro, igual que si hubiese llegado al límite de sus fuerzas.

Es entonces, cuando mi esposa la conduce hasta situar su cara encima de mi miembro.

Mientras lo sujeta por la parte inferior para conseguir la máxima verticalidad de una polla en horas bajas, le dice:

  • “Chúpale un poquito aquí, vamos a conseguir que se ponga bien hermoso antes de que vaya a visitarte.

Con poca convicción y algo de reparo, acerca su boca hasta poner sus labios alrededor del enrojecido capullo.

  • “Primero... llénalo de saliva”, le dice.

-“Luego... lo introduces un poco en la boca y acaricias con la punta de la lengua”, añade.

Mientras Marisol lleva a cabo las indicaciones de Teresa, yo trato de mantener su alto nivel de excitación paseando mi mano por sus nalgas, y metiendo mi dedo entre sus labios o clavándolo bien en su vagina.

La estoy follando con mi dedo medio, y la hago sentir lo que nunca sintió. Así me lo demuestra sus continuos gemidos, su extraordinaria dilatación y su incesante fluir.

Siguiendo las sabias indicaciones de mi esposa, Marisol me está haciendo una mamada de campeonato. Ella interpreta fielmente lo que Teresa le dice, y ella sabe realmente como hacerlo y lo que más me excita a mí.

El resultado es espectacular. La sensación de placer es continua y mi miembro responde luciendo una erección igual que si fuese la primera vez después de un largo periodo de ayuno. Teresa y yo nos miramos satisfechos, con muchas ganas de continuar, mientras Marisol practica a su aire, las enseñanzas recibidas.

Podemos decir, que además de ser un bomboncito muy apetitoso, también es una pupila aventajada.  Intercambio caricias y besos con mi esposa, a quien considero verdadero artífice de la historia y fuente de todos mis placeres. Así se lo hago ver, la agasajo llenándola de besos.

Deverano.