Mi esposa, yo y un perro gigante (2)

Y poco a poco logre empujar el mío, de esa manera atravesándola hombre y perro por el mismo hoyo.

MI ESPOSA, YO Y UN PERRO GIGANTE (II)

Me es de gran satisfacción el poderlos volver a escribir y poderlos nuevamente relatarlos una nueva experiencia que pude pasar y que deseo compartirlos con cada uno de los lectores de esta basta pagina. Pero antes deseo agradecer a todos quienes me enviaron sus correos otorgándome sus comentarios, opiniones y pedidos especiales que espero en algún momento dárselos, cuando las situaciones lo permitan así.

La presente es para compartirlos una segunda experiencia que hace poco lo pase yo y mi pareja; ocurre que en el presente año me vengo dedicando constantemente a la realización de viajes por situaciones de negocios a diversas ciudades de mi país, muchas veces alejándome de casa hasta de 8, 10, 12 y ahora ultimo de 16 días.

En este ultimo viaje que realice, en casa se suscito algo inesperado; el perro que perteneció a mis tíos (en mi primer relato) había muerto envenenado en las cercanías de su casa; y, el perro que yo venía criando, por el descuido de uno de mis hijos menores, que dejo la puerta abierta, se escapo de casa, desapareciendo completamente; este ultimo había dejado preocupada a mi esposa, por la situación que veníamos criando, cuidando y acostumbrando a este perrito a nuestros intereses, esperando que nos resultara lo que deseábamos de él.

A esto al parecer, la providencia siempre pone soluciones. Una de mis vecinas y muy amiga de mi esposa, cuyo marido es un militar del ejercito de mi país, había recibido un cambio de puerto de guarnición, hacia el norte del país, para el que debería viajar entre 3 a 4 días en ómnibus y de 7 a 8 horas en avión; por supuesto que, ninguno de estas empresas de mi país pueden llevar animales, por lo que ellos tenían dificultades para lleva a Muky, que era un hermoso perro de raza Alano Sudamericano, de una enorme talla, que es aproximadamente del porte de una ternera (buey pequeño); cuya medidas exactas que logre sacar con un centímetro fue de 86 Centímetros de altura, cuando se encuentra de 4 patas parado y medidos desde sus patas delanteras hasta su cabeza; por esta situación, antes de partir ellos, habían llamado a mi esposa y se la dejaron a ella en calidad de obsequio.

Cuando llegue de mi viaje, prácticamente yo encontré a este perro gigante en mi casa, de quien recibí todas las explicaciones que a vosotros los conté. Lo que más me sorprendía, es que mi esposa rápidamente preparo mis alimentos y me pidió que descansara inmediatamente (porque había llegado de madrugada), y solo se atinaba en decirme que tendrá una sorpresa cuando despertara; bueno, yo me dormí con la curiosidad de saber cual seria esa sorpresa.

Al despetar y abrir los ojos, ya había sido la 13.30 horas de la tarde, me levante, me di un baño y al salir mi esposa me esperaba en el comedor con un suculento almuerzo; en seguida de terminado esto, , me llevo a nuestro dormitorio, dentro de mi pensaba "pobre de mí, ahora me hará pagar los 16 días y me exprimirá hasta la ultima gota de jugo que pueda tener guardado"; pero no fue así, sino que ella me dijo: Que hace 9 días atrás, la vecina lo había dejado este perro; y que este perro tenia conductas muy extrañas, ya que cuando ella se encontraba en el comedor ò en la sala ò en la cocina sentada, se acercaba sorpresivamente para meter su hocico en sus parte intimas de ella y que los olfateaba y hasta a veces lo lamía por sobre la ropa; -- también me menciona – que ella dedujo que probablemente sus anteriores dueños lo hayan adiestrado así. Esto me indica mi esposa, que lo dejaba inquieta y curiosa, hasta que dos días antes de mi llegada, en la noche, ella llevo al perro a su dormitorio, para ver, cual seria su reacción cuando lo viera desvestida; acción que lo había realizado, desvistiéndose delante del perro, el cual me explica: Que el perro reaccionó inmediatamente, llegando a lamerla sus partes intimas, por lo que ella me dice que se lo permitió hacer. Luego ella me señala, que no pudo evitarlo, que de tanto recibir esas lamidas excitantes en extremo, que deseo que el perro lo penetrara, por lo que se puso de cuatro patas como las perritas, entonces me comenta, que el perro inmediatamente se subió sobre ella penetrándolo hasta no poder más; y me dijo: Espero que me perdones por lo que hice sin tu consentimiento y yo le dije que nos e preocupara, que yo no estaba y que solo era un perro ¿no?, -- claro me dijo ella.

Al finalizar nuestra conversación, ella me hizo una petición diciéndome: "Tengo una fantasía que se me ocurrió después de nuestra primera experiencia – me dijo – quiero que me hagas el amor tu y un perro como la primera vez, con la diferencia que quiero que me penetren ambos por el mismo agujero ò sea tan solamente por mi chocho, al mismo tiempo juntos --me dijo--¿podrás?; yo solo me atine en decirle ¡Cuando! – y me contesto – ahora mismo – y yo le replique -- ¿resultará? -- y ella contesto – este perro parece estar entrenado ya en esto, yo creo que si -- entonces nuevamente preocupado le dije – ¿y los chicos? – ella me contesto – les envié al cumpleaños de Doris (compañerita de estudios de mi hijo menor en el nivel primario), y no llegaran hasta las 20:30 horas de la noche, cuando nos los traigan en auto.

Así entonces empezamos, ella hizo pasar al perro a nuestro dormitorio, y se desvistió delante de los dos, pero el perro lo ví un tanto tenso y asustado, pero ella se le acerco y masajeándolo por la espalda hizo que el perro realmente reaccionara de inmediato, el cual se puso a lamer su vagina, y ella, tirándose al piso le empezó a abrir las piernas, y a cada lengüetazo que recibía, lo hacia retorcer de placer; en seguida me acerque paulatinamente, con el fin de no entorpecer ni amilanar al perro; nos pusimos de acuerdo con ella que tratáramos que el perro pudiera darle todos los lengüetazos posibles, con el propósito de que su vagina se dilatara lo mas que se pudiera en su proporcionalidad ò cavidad máxima; pero el perro parece que ya deseaba penetrarla, porque hacía intentos, a pesar de que ella se encontraba en el piso boca arriba; por el que, tuve que traer algo de mermelada de la cocina y pasarle un poquito cada vez, con el intención de que le siguiera lamiendo su concha.

Después de casi 15 minutos de lamidos, ella me jalo, y yo me tendí en el piso boca arriba, ella subió sobre mi quedando ambos frente a frente en posición de caballito, -- yo le dije – primero que el perro le penetrara, con el plan de que se pudiera acostumbrar a la posición que estábamos adoptando; y ella, levantando su cola le llamaba al perro por su nombre, y este como si entendiera la invitación, se subió a su espalda e intento penetrarla, pero no dándole en el punto, por lo que ella, estirando su mano tomo el pene del perro y se lo coloco, el cual de un solo golpe y de forma brusca la penetro todo hasta el fondo, haciendo que ella gimiera desesperadamente, al cabo de unos 5 ò 6 minutos, me dijo – ahora tu también atraviésame—por lo que me acerque sigilosamente, acercando mi pene y con cuidado y poco a poco logre empujar el mío, de esa manera atravesándola hombre y perro por el mismo hoyo, aunque el perro al inicio dejo de moverse por unos segundos, de seguro extrañado por mi pene que le acompañaba. En los movimientos frenéticos que hacían ella y el perro, yo sentía que el perro le atravesaba hasta lo mas profundo de su vagina, porque superaba el tamaño del mío, y de acuerdo a mis cálculos puedo decir que este perro por lo menos tendría unos 26 a 28 Centímetros de largo en su posición de erección y unos 18 Centímetros de circunferencia.

En esa posición ella venia gozando plenamente, porque a cada golpe que le daba el perro ella cerraba los ojos y se entregaba cada vez más intensamente hacia atrás su cola, y por ratos diciéndonos: ¡más adentro, todito, todito papitos!... ¡eso es! … ¡así, así!. En eso sentí (porque estábamos pene a pene juntos en el mismo orificio vaginal) que al perro se le venia creciendo su bola en la base de su pene; y el perro empezaba a empujar cada vez con mas fuerza y brusquedad, y ella, poniendo sus manos en mis hombros, casi clavándome sus uñas y mordiéndose los dientes por el dolor, fue pasada por esa tremenda bola, que la dejo tendida sobre mi pecho con la cola levantada y penetrada, aunque el perro se seguía moviendo, yo por mi lado sentía que mi pene era un apanado sin movimiento ni para adentro o para afuera, porque no podía empujarlo ni sacarlo; luego ella retomando fuerzas, inicio sus movimientos al ritmo del que le daba el perro, veía que lo iba disfrutando intensamente, porque a cada golpe que daba el perro con su pene y el mío junto, ella se entregaba cada vez con mas impulso, haciéndonos pequeños círculos suaves y bien ajustados que a mí me hacían complacerme también grandemente; además, no dejaba de bazuquearme incesantemente en la boca y siempre moviendo la cola para atrás y por momentos en semicírculos con ligeros retornos que por lo ajustado y apretado que estaba esa vagina, sentía que al perro y a mi, nos venía sacando conejos (pequeños tics) de los penes.

Después de haber estado poco más o menos por 20 a 25 minutos, el perro soltó todos sus líquidos dentro de ella y yo lo sentía también; luego, el perro cruzo una de sus patas, para que finalmente quedara cola a cola con ella; yo por mi lado intenté aprovechar el momento, pero no podía, porque todavía estaba muy ajustado y apretado, hasta que luego de unos 10 minutos, nos desaflojamos, saliendo todo el pene del perro que era largazo y gruesazo que prácticamente casi se arrastraba en el piso. Inmediatamente, yo quise iniciar con mi rutina, pero nunca lo había sentido la vagina de mi esposa tan pero tan suelto y ancho, que me pareció simplemente estar haciendo el amor en el aire, por lo que me levante de inmediato a verlo, y realmente estaba completamente abierto, era aun un poco mas grande que mi puño de mi mano; por tanto, tome el pomo de la mermelada que estaba ahí y se lo medí con eso, el cual le daba exacto en su hoyo abierto, y eso que el pomo es de la medida de un kilo de mermelada; yo me quedé pasmado de ver su tremenda vagina abierta, nunca lo había visto de ese porte.

Al parecer que mi esposa se dio cuenta de mi impresión, tan solo se atinó en consolarme diciendo: ya volverá a reducirse a su tamaño normal, no te preocupes, por ahora ven complácete y compláceme, poniendo tu pipi en mi poto – me dijo. Luego, ella subiéndose sobre mi de espaldas a mi cara, se introdujo poco a poco mi pene en su ano y luego me empezó a mover de un lado a otro, haciéndome disfrutar y gozar increíblemente; pero pasados no mas de 8 minutos aproximadamente, el perro nuevamente se acerco a ella, oliéndole la vagina – yo le dije que por seguridad lo pudiéramos sacarlo para afuera al patio – pero ella, jalándolo al perro de sus patas delanteras y echándose plenamente de espaldas sobre mi pecho, mirando hacia arriba; y yo, entendiendo su intención, me deje de mover; y ella, tomando el pene del perro se la puso en la entrada de su vagina, el cual, el perro de un solo golpe, nuevamente se lo introdujo, esta vez quedamos yo penetrándolo el ano y el perro penetrándolo la vagina; y entonces, todo empezó de nuevo, solo que duro más tiempo y lo disfrutamos y lo gozamos como nunca antes lo habíamos sentido.

Al concluir todo, ella me dijo: Que si yo estaba de acuerdo que, cuando saliera nuevamente de viaje, y me demorara por mas de una semana, ella ¿podría entrar al perro a nuestro dormitorio por una noche y por una sola vez? – yo le dije – porque no, y cada vez que lo deseaba; con tal que solo lo hiciera con cuidado; y ella me contesto muy tiernamente diciéndome: Yo te aseguro y te juro que nunca te seria infiel, nunca, nunca con ningún hombre; pero yo te prometo que a nombre tuyo solo Muky va estar conmigo por una sola noche, y por cada semana que no estés en casa – yo le dije – de acuerdo, así sea.

Espero que les haya gustado el presente relato de esta mi segunda experiencia, cualquier comentario y opinión, siempre les estaré esperando que lo hagan por mi correo electrónico.

Leo

muntassir@xasamail.com