Mi esposa y su jefe (2)
Como era de esperar el jefe de mi esposa no se conformó con haber gozado de su cuerpo una vez, y continuan sus experiencias morbosas.
Hola lectores de todorelatos.
Después de tanto tiempo fantaseando con ello, aquella primera experiencia de mi esposa tuvo un efecto multiplicador en nuestra vida sexual , y el simple hecho de imaginármela con las piernas abiertas entregada a su jefe me provocaba la erección inmediata, y cualquier nuevo "detalle" que mi esposa me contara al respecto, cuando mas obsceno mejor, enervaba mi morbo a límites insospechados.
Unos meses antes, ni siquiera habría comprendido que alguien ansiara conocer los detalles sobre las aventuras sexuales de su propia esposa con otro hombre y para colmo disfrutara con eso.
Sin embargo, era un hecho, que desde que simplemente comenzamos a fantasear con ese tipo de "jeugos", nuestra vida sexual había pasado de un triste hacer el amor, muy de vez en cuando, a follar a diario.
Ayudó el hecho, que nuestra vida familiar o de amistades y la laboral de mi esposa fueran totalmente ajenas.
Es decir, su puesto de trabajo se encontraba en la zona opuesta a nuestro domicilio, y ninguno de sus compañeros de trabajo residía en las cercanías ni entraba en nuestro núcleo de amistades.
El riesgo de indiscreción y escándalo o que pudieran enterarse de algo nuestros hijos eran mínimos.
Solo había entrado en contacto con ellos una vez, dos años atrás, ya que fuimos invitados a una boda de una compañera de trabajo de mi esposa (precisamente de Lucía, la chica de la limpieza) y durante el banquete los conocí a todos, aunque solo fuera por intercambiar unas palabras.
A todos no ¡me faltaba el más importante!, ya que en aquellas fechas todavía no se había hecho cargo de la empresa su jefe.
Como era de esperar, Antonio no se conformó con haber gozado del cuerpo de mi esposa una vez, y continuó "haciendo uso" de su secretaria a antojo.
Me encantaba escuchar los relatos de aquellos encuentros sexuales por boca de mi esposa, cada vez menos reacia a contar detalles obscenos, llegando mi morbo al límite cuando volvía a casa con alguna mancha de semen en la lencería, o incluso alguna vez, en el propio vestido.
En las reuniones familiares o de amistades, me excitaba pensando que ninguno de ellos imaginaba que una señora tan decente y recatada como mi esposa, al cabo de tantos años, hubiera podido "desmelenarse" de aquella forma, y mucho menos que yo, un hombre serio y formal, no solo lo supiera, sino que la alentara a ello.
Llegaron las fechas de la clásica cena de empresa de navidad, aparte de los empleados solían asistir los maridos o esposas de los mismos, pero yo nunca había ido a ninguna por tratarse de un verdadero aburrimiento.
Ese año decidí asistir por primera vez, ya que por mucho que mi mujer hubiera descrito al dueño de la polla que habitualmente la follaba en la oficina, la curiosidad por conocerlo me picaba cada vez más.
Fui algo receloso de todas formas, ya que me daba algo de corte sentirme observado por él o por algún compañero de mi esposa que pudiera sospechar algo.
Aun así el morbo era tan grande que decidí ir, sobre todo sabiendo que ninguno de ellos era vecino o conocido mío, y la vergüenza de sentirse en cierto sentido cornudo, pasaría nada más salir de allí.
Una vez en el restaurante donde se celebró, cada vez que alguien me miraba y hablaba con su pareja, dudaba si disimuladamente me señalaban como "el marido de la amante del jefe", o solo se trataba de imaginaciones mías.
Tras unos minutos supuse que se trataba de eso último, ya que realmente nadie podría imaginar, que mi mujer, tras tantos años trabajando allí decentemente, podría haberse entregado a su nuevo jefe, para colmo bastante más joven.
Solo una lo sabía perfectamente, Lucía, y ésta tenía motivos para callar, ya que prácticamente recién casada, había sido la primera en sucumbir entre los brazos de Antonio.
Intenté adivinar de quien se trataba él, hasta que mi esposa logro localizarlo entre varios empleados que entraron en el local en ese instante.
Me dio un codazo y me dijo "el de la corbata azul".
Ansioso, lo fotografié con la mirada, un chico que efectivamente tenía 35 años, pero aparentaba ser más joven, se le notaba a distancia que era el clásico "guaperas" con dinero que no tiene dificultad en conseguir las mujeres que desee.
Esto me daba más morbo, saber que entre tantas mujeres a su alcance, había elegido precisamente a la mía, como "víctima" de sus más bajos instintos.
Antonio estuvo saludando atentamente a empleados y parejas, cuando llegó a nuestra mesa me puse muy nervioso pero supe aguantar la compostura sin demostrarlo lo mas mínimo.
Besó castamente a mi esposa y le preguntó que si era su marido, tras ello me saludó efusivamente como si me conociera de toda la vida.
Delante de todos los que estábamos allí me dijo:
- Estaba deseando conocerlo, le felicito, su mujer es "la mejor secretaria" que he conocido.
Con voz y gesto imperturbable, prosiguió.
- Tiene unas "cualidades" que la hacen imprescindible en esta empresa.
Sabía perfectamente a qué clase de "cualidades" se refería, y me excitó escuchar aquello delante de otras personas que no lo imaginaban.
La cena trascurrió con normalidad, y después comenzaron con la bebidas, la mayoría de los asistentes se dirigieron a la barra para consumir, pero antes de que nosotros pudiéramos hacer lo mismo, Antonio se sentó en nuestra mesa.
Nuevamente comencé a ponerme nervioso al encontrarme a solas con mi mujer y la persona que la follaba.
Antonio, por su parte, al contrario, charlaba con una tranquilidad pasmosa, sobre todo cuando entre frase y frase soltaba alguna que otra indirecta que no me era difícil de comprender.
Da "gusto" trabajar con su mujer.
Cada vez que "la necesito", me resuelve los "problemas" rápidamente.
Es un verdadero "placer" saber que se encuentra en la oficina de al lado, y en cualquier momento puedo "disponer de ella"
Este tipo de frases hubieran sido pueriles en otro caso, pero no en el mío que instantáneamente comprendía el doble sentido de sus palabras.
Tras unos minutos morbosos de charla, Antonio tuvo que atender a otras personas que lo requerían y nos dejó a solas, no sin antes intercambiar alguna mirada "cómplice" con ella.
Unos segundos después, me enteré gracias a ella, que Antonio había aprovechado para sobarle los muslos por debajo del mantel de la mesa, con tanto disimulo que yo no lo habría sospechado jamás.
Me sorprendió aquella sumisión de mi esposa hacia su jefe, tanta como para haberse dejado sobar a unos centímetros de mí, y con riesgo de que alguno de los que se encontraban cerca se hubiera percatado
Todo se trataba de una especie de juego, por fuerte que pueda parecer, yo disfrutaba viendo o escuchando como mi mujer era deseada o follada por otros hombres, y ella siendo deseada sumisa por completo hasta el punto de aceptar riesgos, como ser sorprendida en esa situación.
Fuera de eso, continuábamos siendo el mismo matrimonio normal, con la única diferencia que la monotonía desapareció por completo.
Lo había sospechado desde el primer día, de otra forma no hubiera aceptado mamarle la polla cuando siempre había sido reacia a estas prácticas, y mucho menos habría follado con él sabiendo que la puerta del despacho estaba abierta y era lo más normal que la chica de la limpieza los sorprendiera en plena faena.
Solo algo podría provocarme más morbo, ¡verla personalmente follando!.
Pero aquello era una fantasía que creía imposible lograr, no podía presentarme ante su jefe y decirle que . ¡estaba deseando ver como se follaba a mi esposa!.
Continuó esta celebración de empresa, y como en todas, el alcohol corrió más de la cuenta, muchos empleados abandonaron el local y quedamos apenas 10 personas allí.
En un momento dado se personó allí un hombre de unos 55 años que inmediatamente saludó efusivamente a Antonio, poco después supimos que se trataba del dueño del restaurante y al parecer gran amigo de éste.
Me fijé en este hombre algo y barrigón y poco agraciado físicamente que, mientras charlaba con Antonio, disimuladamente miraba a mi esposa.
Por los gestos que intercambiaban supuse inmediatamente que hablaban sobre ella, y con seguridad Antonio estaba presumiendo ante su amigo de follarsela.
Me excité pensando que Antonio podría estar contando a su amigo los pollazos que le daba a mi mujer .
Antonio, poco despues, con un gesto de la mano, la llamó junto a ellos, mientras yo continué bebiendo junto a los pocos empleados que quedaban allí.
Observé que se la presentó a este hombre y estuvieron charlando amigablemente los tres.
Ansiaba saber de que hablaban, pero seguí disimulando como si realmente me agradara mas encontrarme en la compañía de aquellos hombres que intentaban aprovechar que las bebidas eran gratis.
En voz más alta, seguramente pretendiendo que llegara a mis oídos, aquel hombre invitó a mi esposa a "mostrarle" las nuevas instalaciones del local que se encontraba en reformas.
Me tranquilicé pensando que el resto de sus compañeros se encontraban más preocupados por seguir bebiendo que de pensar si a aquellas horas era normal mostrar aquellas "instalaciones" a una cliente, y sospechar algo.
Incluso para hacerlo para hacerlo mas creíble mi mujer me invitó a quedarme bebiendo con los demás tranquilamente, mientras ella "veía las nuevas cocinas del restaurante".
En su rostro pude ver que sabía perfectamente que clase de "cocina" le iba a mostrar este hombre.
Con caballerosidad, este hombre le abrió una puerta, invitándola a pasar primero, y pude ver como aprovechó para mirarle el culo lascivamente.
Transcurrió más de una hora hasta que regresó, y mientras mi mente intentaba imaginar si en aquellos momentos se la estaba follando aquel hombre, Antonio se unió a nuestro grupo y noté que me daba conversación pretendiendo que notara lo menos posible la tardanza de mi esposa.
Por ella, supe después todo lo sucedido.
Al parecer, nada mas presentarle su jefe a este hombre del que ni recordaba el nombre, se le insinuó diciéndole que "le habían hablado muy bien de ella" y que daría lo que fuera por "comprobar personalmente ciertas habilidades de las que tanto había escuchado".
Su jefe la animó a hacerlo, diciéndole que no tuviera miedo ya que buscaría la forma de entretenerme a mí para que no notara nada, y que le haría "un gran favor" si "demostraba" a su amigo el motivo de encontrarse "tan satisfecho" con ella
Me provocó un morbo brutal, saber que Antonio había "ofrecido" a mi mujer a aquel hombre, como si de una mercancía de su propiedad se tratara, y más aun que ésta, sumisamente aceptara entregarse a un desconocido barrigón con nulo atractivo físico, por el simple hecho de que su jefe se lo hubiera solicitado.
El muy cabrón se permitió darle un par de palmadas en el culo mientras la acompañaba por un pasillo del local, satisfecho del cuerpo que pronto iba a ser suyo.
La introdujo en una especie de almacén en el que se guardaba la vajilla, manteles y demás artículos.
Este hombre no estaba en la labor de sutilezas y precalentamientos, simplemente, una vez allí se bajó la cremallera del pantalón y le dijo a mi esposa "arrodíllate y chúpame el pepino".
Me hizo gracia conocer su lenguaje brusco, y me excité escuchando como mi mujer sumisamente lo hizo, y se introdujo en la boca aquel "pepino" en principio flácido.
Poco duró aquella flacidez, ya que poco a poco, conforme fue entrando en erección, la boca de mi mujer se fue saturando de polla.
¡Cojones!, tenía razón Antonio, ¡qué bien la chupas!.
¡Ojalá mis camareras me la chuparan así!.
¡Esas zorras no saben ni chuparla!,
Mi esposa tuvo que escuchar este tipo de lindezas, sin parar de mamársela a aquel hombre cada vez mas excitado.
Horrorizada se vio "obligada" a comprobar, cómo este hombre ni siquiera se había tomado la molestia de cerrar con llave el almacén, y varias veces entraron en el mismo varios camareros con cajas de vajilla y manteles, que previamente habían retirado del salón del banquete.
Éstos, aparentaban estar acostumbrados a sorprender a su jefe en aquella actitud, ya que continuaban con su trabajo normalmente, prácticamente sin mirar.
Solo cuando se dieron cuenta que no se trataba de una de sus camareras a las que al parecer acostumbraba a follar allí, comenzaron a prestar más atención y pudo escucharles susurrar . "¡coño!, ¡se va a follar a una cliente!".
Tenían razón en las dos cosas, se trataba de una cliente y . ¡se la iba a follar!, ya que cuando temía que se le fuera a correr dentro de la boca, la invitó a levantarse e inclinarse de espaldas a él, apoyando los brazos sobre una mesa
Sin contemplaciones le alzó el vestido y le bajo las braguitas, para posteriormente penetrarla sin mediar palabra, solo su humedad evitó sentir dolor notando la polla del barrigón ensartada en su coño de un solo golpe.
Mi esposa absorbó las embestidas de aquel hombre cada vez mas excitado, en aquella postura que a su vez le permitía aprovechar para sobarle los pechos con rudeza.
La noticia corrió entre los camareros, que descaradamente entraban allí con cualquier excusa para poder observar como su jefe se estaba follando a la mujer de uno sus clientes,
Cuando me contó esto último mi esposa, recordé que mientras la esperaba, había tenido la impresión, que algunos camareros hablaban entre ellos señalándome disimuladamente.
Este hombre la folló sin ningún tipo de delicadeza buscando únicamente su propio placer, intentando gozar de de aquel cuerpo lo máximo posible, tratándola como a una yegua, y más en aquella postura.
Ella a su vez, intentaba excitarlo gimiendo sin censura y alabando la polla "tan rica" que la estaba horadando.
A pesar que esa no era su pretensión, logró que mi mujer se corriera sintiéndose penetrada tan fuerte que podía sentir los huevos descolgados de este hombre, rebotar en sus muslos.
Este hombre, aparentemente estaba acostumbrado a follarse simplemente a alguna que otra camarera joven con ganas de ascender en el puesto o encontrar mejoras salariales y que simplemente fingían descaradamente.
Por lo que al notar en verdadero orgasmo de mi esposa, comenzó a gemir y bramando todo tipo de barbaridades.
La puta de oros, ¡que gustazo!, tienes el coño más estrecho y caliente que he conocido, si no estuvieras tan mojada tendría la polla en carne viva.
Con razón Antonio le habla a todo el mundo de tu coño.
¡Nunca me había follado un coño como este!.
¡Te vas a tragar hasta mi última gota de leche!.
El barrigón, comenzó poco después a gritar frases ininteligibles y cumplió su palabra, inundando sus entrañas de una leche espesa y abundante.
Tras ello, mientras mi esposa intentaba adecentarse la ropa y volver a mi encuentro lo más rápidamente posible para no causar sospechas en el resto de sus compañeros, comprobó el rostro de "triunfo" en este hombre, orgulloso tanto de su propio placer como de haber logrado aquel enorme orgasmo de ella, pero aun así seguia preocupado por el trabajo de sus empleados.
Los tengo que matar, ¡se han pasado más tiempo expiando como te follo que trabajando!.
¡Que se jodan y se maten a pajas!.
Volvieron al salón donde me encontraba charlando de gilipolleces con Antonio, el cual no sabía de qué hablarme para entretenerme.
Nada más verla supe que se la había follado aquel gordo barrigón, el cual no podía ocultar su cara de "satisfacción".
Se permitió el lujo de soltarme un .. ha sido un "placer" poder enseñarle a su esposa las instalaciones, ha sido tan "agradable" su compañía que nos hemos retrasado un poco.
No pude aguantar más sin conocer lo que había sucedido, ya que, por mucho que lo imaginara, ansiaba conocer todos los detalles en boca de mi esposa, y decidí volver a casa con ella, más aún, algo incomodado al notar las miradas de los camareros que estaban al tanto de todo.
Una vez en nuestro vehículo, mi mujer me detalló lo sucedido, provocándome tal excitación que tuve que conducir con una mano, mientras con la otra le acariciaba el coño, notando sus bragas, impregnadas aún de algo, que aparte de humedad, sin duda se trataba de la leche del gordo que minutos antes la había follado.
Una vez en casa la follé como un loco, gozando de ella como no recordaba en mucho tiempo.