Mi esposa y mi mejor amigo

Descubrí la verdadera mujer que tenía por esposa

Mi nombre es Alberto tengo 38 años y hasta hace unos días creía tener el matrimonio perfecto, tenía  a  Sandra mi bella esposa, una mujer muy hermosa de 30 años de edad, de buen cuerpo gracias  a que se ejercitaba a diario, una gran mujer o al menos eso creía yo, excelente ama de casa y madre de nuestros 2 hijos de   6 y 8 años de edad.

Siempre fuimos un matrimonio feliz en nuestros 10 años de casados, yo vivía para mi familia y para que nunca  les faltara nada.

Por otro lado estaba Ronald mi mejor amigo, lo conocía desde la infancia y desde ese entonces nos volvimos como hermanos.

Pero algo que me entristecía mucho era que Sandra mi esposa  no soportaba a  Ronald ya que decía que él siempre trataba de incentivarme a beber alcohol e ir a fiestas  y reuniones.

Era triste para mí que 2 personas tan importantes en mi vida no se llevaran bien.

O al menos eso creía yo…

Cierto día recibo una llamada de la escuela de mis hijos donde me decían que por problemas de una fuga de agua se suspendían las clases, que habían llamado a mi casa y nadie respondía y por eso decidieron llamarme al trabajo.

Está bien dije yo, mi esposa debe estar en el súper mercado y no quería darle más trabajo,  pedí permiso en mi centro de trabajo explicándoles los motivos y aceptaron darme el resto del día libre, algo que me caía de maravillas ya que deseaba aprovechar ese día al máximo y salir a pasear con mi familia.

Pase a la escuela de mis hijos a recogerlos y luego fuimos camino a casa, deteniéndonos en el camino para comprar algo de comer y un ramo de rosas para sorprender a mi mujer, sin imaginar que el sorprendido seria  yo.

Entre primero a  la casa y lo que vi me dejo helado, sentí un escalofrió recorrer todo mi cuerpo.

Ahí en el suelo de la sala yacían algunas prendas de vestir de mi esposa y otras de un hombre.

No permití que mis hijos ingresaran  y les dije que vayan a casa de algún amiguito a jugar.

Al quedarme solo comencé a caminar lentamente, con el cuerpo tembloroso negándome a creer lo que estaba  pasando, subí lentamente cada peldaño de la escalera, las piernas me temblaban, mi corazón estaba acelerado, cada escalón se me hacía interminable.

Con forme iba subiendo  lograba escuchar pequeños jadeos  y murmullos,  di unos pasos hasta  llegar al lugar de donde provenían dichos sonidos  y era mi habitación aprovechando que la puerta  solo estaba cerrada hasta ¾ procurando no hacer ruido y lo que vi fue desolador e impactante.

Ahí estaban sobre mi cama, completamente desnudos.

Oooh no. Es Ronald, mi amigo, mi hermano con mi esposa,

Ronald estaba recostado sobre mi cama mientras mi esposa le chupaba la verga.

En ese momento  la rabia  invadió mi mente y quería matarlos, se me nublo todo, sentí que el mundo se me venía encima, me recosté sobre la pared  porque no podía mantenerme en pie.

Cuando los gemidos de mi esposa  me hicieron reaccionar y al mirar por el espacio que dejaba la puerta la veo montando a Ronald y gimiendo como nunca había gemido conmigo.

Se que en ese momento debí ingresar a la habitación y enfrentar a los dos traidores, pero no pude, no tuve fuerzas.

Decidí no hacer ningún ruido para que no noten mi presencia y en silencio observe desde la penumbra del corredor como  mi mujer y mi mejor amigo cogían  en mi propia cama.

Mi mujer la que hasta hace unos minutos creía que era la mujer perfecta, fiel y pura y mi mejor amigo el que creía que era como mi hermano, me rompían el corazón en mil pedazos.

Era una tortura esa situación, ni en mi peor pesadilla imagine algo así, ver a mi mujer disfrutando como loca mientras cogía con otro.

Escuchar cada gemido de mi esposa era como si me clavaran un puñal  en el pecho, ver a Ronald recorrer con sus manos cada rincón del cuerpo de mi esposa me rompía el alma, ver a mi esposa disfrutar y mover con más sensualidad las caderas mientras Ronald hurgaba con su verga en lo más profundo de su ser era una muerte lenta.

En ese momento deseaba que me tragara la tierra, deseaba estar muerto, las lágrimas caían por mis mejillas.

Me preguntaba a mí mismo, porque en tantos años de matrimonio nunca mi esposa disfruto conmigo de la manera que lo hacía con Ronald.

Porque conmigo apenas  y soltaba leves gemidos  y con Ronald gemía de una manera intensa.

Acaso yo no soy lo suficientemente hombre para complacerla y tenía bien merecido este castigo.

Mientras me hacía estas preguntas en mi cabeza, mi esposa estaba dentro de nuestra habitación disfrutando de una cogida descomunal.

Sus gemidos eran enormes, ambos disfrutaban grandiosamente la cogida, se morboseaban, se acariciaban, se besaban, se devoraban, mientras yo era un espectador.

No pude más y me senté a un lado de la puerta con las manos en el rostro conteniéndome las lágrimas que me brotaban.

Los gemidos de mi esposa se volvieron aún más intensos  y el sonido de sus cuerpo chocando eran inconfundibles, se la estaba cogiendo en 4.

Decidí echar un vistazo solo  para comprobar mis  sospechas, ahí estaba mi mujer en 4 mientras Ronald la bombeaba con gran intensidad.

Ya quería que pare esta tortura, pero parecía nunca acabar.

Más preguntas  llegaban a mi cabeza.

Acaso no era que ellos se llevaban mal, desde cuando me estarán viendo la cara de tonto y burlándose de mí.

Mientras me hacia esas  preguntas escuche un gran gemido de ambos, se habían corrido.

Mientras se abrazaban y besaban como si se tratara de una pareja de enamorados, me retire sin el valor de enfrentarlos.