Mi esposa y el pervertido Verdulero 2 - Final

Siempre tuve la fantasía de ver a mi esposa coger con alguien que la tuviera mas grande que yo, si tan solo hubiese sabido lo que pasaría después...

Mi esposa y el pervertido Verdulero... Una fantasía que se salió de control II - Final

Habían pasado tres días desde que mi esposa, Mariana, había perdido la apuesta con Don Pedro, el verdulero, el pervertido y feo dueño de una gran verga negra que ella odiaba. Se notaba inquieta, constantemente saliendo a correr y haciendo mas labores domesticas. Probablemente estaría muy avergonzada al saber que había disfrutado todo esto, el era un hombre feo, negro, calvo y gordo, tenía claras tendencias pervertidas, pero no podía negar que había disfrutado cuando el le había metido los dedos hasta clímax. Todavía podía imaginar su hermosa cara con los ojos en blancos cuando Don Pedro consiguió lograr que se corriera.

--Amor, tengo que ir de comprar, no tardo.- Mi esposa intentaba salir corriendo por la puerta lo mas rápido posible.

--¡Espera un segundo!- Cuando fui a verla, entendí porque tanta prisa, estaba vestida con un short negro muy corto y ajustado, resaltando esas nalgas tan carnosas que ella tiene. Una camiseta de tirantes con escote de color naranja y tenía el pelo recogido en una coleta.

--¿Qué pasa mi amor?- Preguntó

--Solo necesitaba que supieras que no estaré en casa esta noche, mi jefe me invitó a jugar unas partidas de póker junto con otros colegas.

--Oh, vale… ¿También ira el pervertido de tu amigo, Don Pedro?

--No, claro que no, el no es alguien que encaje bien en ese ambiente, además no he sabido nada de él desde hace un par de días ¿Por qué lo preguntas cariño?- Me preguntaba si podría hacer que se tentará de nuevo, le estaba dando la oportunidad perfecta cuando no esté en casa esta noche.

--No hay ninguna razón en particular, sólo no quiero que te juntes mucho con ese tipo.- Se estaba poniendo un poco nerviosa mientras me daba un beso en la mejilla. --No tardaré mucho, te amo.

Entonces salió por la puerta y se metió en su auto

Sabía que en cuanto viera el tamaño de la verga de Don Pedro esto sucedería, se daría cuenta que es una mujer casada insatisfecha y su cuerpo le pide mas, algo grande, grueso y negro, justo como lo que tiene el verdulero entre las piernas… Me di cuenta la noche anterior, tuvimos sexo y como normalmente ocurría, a los 5 minutos ya me había corrido, pero por primera vez la pude ver insatisfecha, con ganas de mas, miraba mi pequeño pene enojada y con decepción. Cuando desperté mas tarde esa noche, bajé las escaleras y la encontré metiéndose los dedos, como las mujeres de los relatos que leía, se veía tan hermosa en su desnudes, tocando su pequeña vagina, la miré un rato y luego volví a la cama, dejándola darse placer a si misma.

Me subí a mi coche cuando el suyo se perdió de vista y la seguí, no me preocupé si me veía, podría usar la excusa de que si podría invitar a Don Pedro a jugar póker esta noche. Entré en la tienda y miré hacia las verduras para encontrarla, ella estaba allí, empujando su carrito, se veía tan sexy con ese short. Entonces me oculto en un lugar y me di cuenta que el verdulero estaba caminando hacía ella, con sus ojos bien clavados en el carnoso culo de Mariana.

--Pero miren nada mas lo que tenemos aquí, las nalgotas mas grandes del barrio jejeje… ¿Me has echado de menos mamita?- El verdulero se paro justo detrás de ella.

--Ugh… ¿Qué es lo que quiere? Pervertido.- Mi esposa estaba diciendo las mismas cosas que usualmente le decía, pero no tenían el mismo tono de siempre, había mucho menos asco que antes.

--Oh no seas así mamita, ambos sabemos lo que quieres.- Puso ambas manos en su delgada cintura. --¡Y lo que quieres es esto! ¡Siéntelo culona!- Mientras decía esto, inclinó su pelvis hacía adelante, dándole un tremendo arrimón, haciéndole sentir toda su verga entre el canal que separa sus nalgas.

Mariana tenía una mirada de furia, pero pude notar también confusión, como tratando de averiguar si se dejaba seguir manoseando o detenerlo.

--¡Deténgase pervertido!- Dijo finalmente, empujándolo y dándose la vuelta. --Estamos en publico, viejo cochino.

--Lo siento nalgona, si quieres podemos ir a un lugar mas privado jejeje.- Don Pedro ahora estaba frente a ella, muy cerca, demasiado cerca…

--Cállese, he venido a comprar.

--Y tengo justo lo que has venido a buscar… Gratis por supuesto ¿Cuándo será la próxima vez que estarás solita en casa Marianita? Para divertirnos como corresponde.

El rostro de mi adorable esposa se mostraba en conflicto, mientras estaba ahí muy cerca del negro verdulero, preguntándose si debía seguir con esto.

--Hoy, el estará jugando póker esta noche… Pero yo también estaré ocupada.

--Claro mamita, yo te mantendré ocupada jejeje.

--No es lo que quise decir, además no se porque le digo estas cosas a usted.- Hasta a ella misma le costaba creérselo.

--No te hagas la decente conmigo nalgona, claro que lo sabes, vamos admítelo, andas caliente y quieres verga mamita!! Bien grande y gruesa, ahora tengo trabajo que hacer, pero no te preocupes, cerca de las ocho llegaré a tu casa, espérame con algo sexy Marianita.- Luego se marchó, dejando confundida a mi esposa, su cara parecía estar preguntándose que había hecho.

LAS OCHO EN PUNTO

--Mariana, mi amor, ya me voy, no quiero dejar esperando a mi jefe, no me esperes despierta porque lo mas probable es que llegué muy tarde, nos vemos mas tarde mi amor, te amo.- Le dije a través de la puerta del baño, ella se estaba duchando.

Salí de casa y me fui a esconder por fuera para ver el interior, después de quince minutos escuché que llamaban a la puerta. Mi esposa bajó solo con una bata de baño blanca y su cabello aún estaba un poco húmedo. cuando abrió, ahí estaba Don Pedro, vestido con la misma ropa de siempre, solo que mas sucia, la misma camiseta blanca que apenas ocultaba su peluda barriga

--Que tal mamita, veo que me estabas esperando jejeje… ¿Está Pablito en casa?

--¿Y usted que se supone que hace aquí? Viejo pervertido.- Mariana tenía una mirada de sorpresa y asco en su cara.

Don Pedro entró como si fuera su casa, tampoco hubo oposición por parte de ella…

--Tenemos una cita pendiente nalgona, siempre y cuando tu maridito esté fuera.

--Nunca estuve de acuerdo con esto.

--Tampoco dijiste que no nalgona ¿Verdad?- Ahí estaban los dos, hablando de forma normal como buenos amigos, mi esposa no hacía nada por sacarlo de nuestra casa.

--¿Por qué no me deja en paz? Ya me tiene casada.- Mariana se estaba enojando.

--Oh mamita, por favor, tu tampoco me dejabas en paz la otra noche, tu eres la que envió esas fotos a mi teléfono de ti metiéndote los dedos en esa apretada panochita y de ese enorme culo que sabes que me gusta.

--Yo… yo… no era yo cuando las envié… eso fue un error, yo estaba…

--¿Caliente por una verga grande y negra?- Mi esposa solo podía mirar al suelo avergonzada de haber sido expuesta así.

No lo podía creer, mi adorable esposa le había estado enviando fotos provocadoras a Don Pedro, se estaba comportando como una autentica puta. Ni en mis mejores fantasías imagine a Mariana comportarse de esa manera, ahora estaba a un paso de volverse adicta a las vergas grande y negras.

--Pero tranquila nalgona, tengo justo lo que esa panochita necesita jejeje…- Don Pedro dijo, quitándose los pantalones, no llevaba ropa interior y por la mirada y el gesto de mi mujer, el no se había duchado antes de venir.

Pero una cosa estaba clara, ella no podía dejar de mirar su gran verga negra que colgaba entre sus piernas. Me pareció enorme, por lo menos unos 22 cm y una circunferencia muy gruesa, mas gruesa que la muñera de Mariana. La boca de mi esposa era un mezcla de asco y curiosidad, sus ojos azules no dejaban de verla y contemplarla, tratando de comprender como ese enorme pedazo de carne causaba tantas sensaciones en ella. Su boca se abrió instintivamente, como recordando lo que había pasado la vez anterior.

Aquí, en la entrada de mi casa, había un hombre feo, gordo, varios años mayor que yo, calvo y pervertido. Que además estaba con la verga colgando, mientras mi esposa solo estaba con una bata de baño, dejando sus desnudas piernas a la vista. Ella ya no hacía ningún gesto de asco, se estaba familiarizando muy rápido con el aroma de ese monstruoso miembro de color negro, Mariana no hacía nada por sacarlo de nuestro hogar, entonces Don Pedro comenzó a caminar hacía ella…

--Bueno culona, es tu casa entonces tu decides ¿Dónde quieres hacer esto? ¡¡Tengo unas ganas de que me des unos sentones con esas nalgotas!!

--Ya deje de decir estupideces Don, nosotros no haremos nada de esas cosas pervertidas.- Mariana empezó a caminar hacía el teléfono, junto a las escaleras.

Don Pedro se las arregló para llegar hasta ahí y evitar que lo cogiera.

--Dale mamita, se razonable o tal vez podamos jugar a otro juego.

--¿Qué… qué juego?- Decía una nerviosa y asustada Mariana, pero también curiosa.

--Se llama decirle al maridito la verdad, básicamente nalgona, te abres de patas y me dejas meterte la verga o se lo cuento todo a Pablito, nuestras conversaciones calientes por chat, donde dejabas muy claro que estabas necesitada de verga, las fotos de tu panochita y culito y lo mejor de todo, la deliciosa mamada que me diste en tu sofá jejeje…

--¡Maldito gordo cochino!- Mariana miraba furiosa la burlesca sonrisa del verdulero, después de un momento de pensar y pasearse, supo que había sido derrotada en más de un sentido. -Bien, tanto quiere… cogerme, pues hagámoslo ¡Terminemos con esto de una vez!

--Jejeje así me gusta nalgona, estaba pensando en porque no cambiar de aires mamita, que tal si te pego una buena cogida en la cama donde duermes con tu maridito.

--¡No!- Mi esposa estaba asustada, probablemente preocupada porque si cogían ahí, no tendría tiempo de limpiar las evidencias y el desastre que harían, supongo que también para sentirse menos culpable. -El dormitorio de invitados es mejor… La cama es más firme que la mía.

--Por mi esta bien nalgona, pero espero que esa cama de la que hablas sea firme, porque te lo voy a meter como nunca antes te lo han hecho putita, te voy a coger bien duro jejeje. -Don Pedro ya se sentía con total libertad de tratarla como le diera la gana.

Mariana lo llevó al dormitorio de invitados, mientras Don Pedro no quitaba los ojos de las nalgas de mi esposa mientras subía las escaleras, no paraba de decir todo tipo de perversiones. Por suerte para mi, había un buen escondite, fui de puntillas a la habitación y me escondí en un viejo armario que nadie usaba, Mariana no miraría en ese lugar y tendría una vista perfecta para ver como mi adorable y recatada esposa se volvía adicta a las vergas grandes y negras.

Llegué a tiempo para ver como mi esposa se quitaba su bata de baño y la dejaba caer al suelo, revelando su blanco cuerpo casado a Don Pedro, que estaba de pie en la puerta con su gran pedazo de carne aún flácida colgando entre sus piernas. Mariana debe haber estado esperando que algo sucediera esta noche, porque llevaba un conjunto de brasier y tanga de color rojo que no le conocía, el brasier dejaba a la vista gran parte de sus pechos, la tanga era diminuta, a penas cubría su vagina y las nalgas quedaban completamente a la vista del pervertido verdulero. Al comprarlo, sin duda debe haberlo hecho pensando en este momento.

--¡Pero que rico culo tienes mamita! Mira nada mas que nalgotas te gastas, así es como las putitas como tu debes vestirse, siempre usando tangas para calentar a sus machos!- Sonreía maliciosamente para si mismo Don Pedro, viendo como le ofrecían el culo que tanto tiempo estaba desando, su bestia negra comenzaba a despertar.

--Si como diga viejo cochino, terminemos con esto.- Se veía increíble, sus grandes pechos a penas podían ser contenidos por el brasier y cuando les digo que la tanga era diminuta, es la verdad, a penas cubría su tajito, pero se podían ver perfectamente los pelos de su vagina. Mi esposa comenzó a subirse a la cama cuando fue detenida por Don Pedro.

--¿¡Donde crees que vas nalgona!?

--Yo… yo solo…

--¡Jajaja! Silencio putona, yo se que te mueres de ganas porque te meta la verga pero las cosas no son tan fáciles, desde ahora soy tu macho y a mi me obedeces, haces lo que yo te diga y cuando yo lo diga ¿Te quedo claro Marianita?

--Eh… Si…

--¡Si que puta!

--Si… Don Pedro

--Jejeje perfecto, ahora si nalgona, súbete a la cama y ponte en cuatro patas, como la perra que eres.

A mi esposa no le gustaba recibir órdenes de nadie, pero hoy estaba demasiado sumisa y caliente, obedeciendo a Don Pedro, se puso en cuatro patas sobre la cama mientras el verdulero se acercó y puso ese monstruo a la altura de su rostro, sus ojos azules estaban hipnotizados viendo ese pedazo de carne negra tan cerca.

--No mames mamita… que pinches y suavecitas nalgotas tienes, siempre quise verte así… Plaffff…!!! Plaffff…!!!!- El verdulero le dio tremendas y sonoras nalgadas, de paso manoseaba su carnoso trasero. -Bueno nalgona, ya sabes muy bien lo que me gusta.

Y con eso, Mariana agarró la verga negra con su pequeña mano y empezó a pajearla lentamente, viendo como crecía mas y mas. Después de pajearla por un rato, mi esposa se metió la cabeza en la boca y comenzó a darle una mamada, el glande cabía en su boca, pero el tronco era demasiado grueso para que pudiera entrar, Don Pedro tenía la verga realmente grande.

--Aarghh… Así putita, ya le vas tomando el truco a mamar mi verga, nalgona jejeje.- Le decía el obeso hombre de las verduras mientras se quitaba la camiseta.

--Esta cosa… No va a caber.- Mariana miró hacia arriba quejándose.

--No te preocupes putita, tu sigue chupando tan rico como hasta ahora, además este no es el plato principal esta noche.

Mi ahora infiel esposa parecía preocupada y con bastante razón, esa verga era demasiado grande para su apretada panocha, seguramente pensaba en como mierda iba a caber esa cosa dentro de ella, pero eso no la iba a detener. Continuó con su trabajo, mamando ese monstruo, lamiendo el tronco de arriba hacía abajo, se detuvo y lamió sus huevos, succionando uno y luego el otro, los soltaba y los lamía, los volvía a succionar y así repetía el proceso, para finalmente dejarlos libres y pasarles la lengua por todos lados, refregaba todo su rostro contra esos testículos, aspiraba fuerte queriendo sentir su aroma. Con la mamada anterior y ahora viendo esto, me quedo claro que sentía tremenda atracción por las negras bolas peludas del gordo verdulero.

--Arggghh… Ya ya culona… no inventes mamita esa fue la mejor mamada de huevos que me han hecho, pero aún no quiero soltar mis mocos, ahora vamos a probar esa panochita.

--No va a caber Don… es muy grande.- Dijo asustada, aún en cuatro patas, expectante a lo que estaba por pasar.

--Tranquila nalgona, eso déjamelo a mi, haremos que entré, después de esto no podrás sentir la cosita de Pablito jejeje…- Decía el verdulero, subiéndose a la cama detrás de ella, separando un poco las piernas de mi mujer.

Mariana trató de arrastrarse para escapar, pero Don Pedro la agarró firmemente de las caderas y la mantuvo allí, luego le quitó la tanga de un jalón. Mi esposa empezó a gemir cuando el verdulero le metió un dedo en su apretada vagina, pasaron unos minutos, el seguía escupiendo y ahora metiendo dos dedos. Cuando finalmente vio que estaba lo suficientemente mojada, se detuvo y colocó esa enorme verga negra en la entrada de su vagina.

--Por favor Don… vaya despacio.- Suplicaba mi esposa, ya totalmente resignada, aceptando que el gordo verdulero se la iba a coger.

--No te preocupes mamita, a diferencia de tu maridito, yo si sé como tratar a una hembra tan carnosa como tu y a su panochita, aun que esta es la mejor que he visto, bien chiquita y rosadita, justo como me gustan.

La cara de mi esposa paso de la preocupación a una de horror y dolor cuando Don Pedro comenzó a penetrarla. Mariana se estaba volviendo loca mientras entraba la cabeza, su cuerpo entero se convulsionó al sentir la irrupción de esa monstruosa barra de carne negra.

--Duele… Don por favor sáquelo… Aahhh! Aauuch!… Me duelee! Me duelee!!

--Tranquila mamita, ya esta entrando jejeje… Orggh… Estas bien apretadita nalgona.

El mórbido verdulero sonaba triunfante mientras Mariana se miraba en el espejo al otro lado de la habitación, desde mi posición en el armario, su cara mostraba a una mujer emocionalmente derrotada, que debía de haberse dado cuenta que no iba a resistir mas. La pequeña hendidura de mi esposa estaba demasiado apretada, gran parte por culpa de mi pequeño pene. Don pedro no podía entrar en ella, pero sabía que esto no sería por mucho tiempo, el estaba seguro que mi esposa estaba hecha para las vergas grandes y negras, también pensaba lo mismo, un cuerpo tan carnoso y voluptuoso como el de Mariana, estaba para hecho para eso y mucho mas.

--¿Estás bien mamita?

--Tan… Llena.- Decía mi adolorida esposa

--Jejeje ¿Qué dijiste putita? No te escuché.- El verdulero estaba siendo un maldito, lo estaba disfrutando.

--Estoy tan llena Don… ¿Cuánto hay dentro?

--Solo es un poco mas de la punta, nalgona jejeje, aún deben quedar unos 18 cm.- Don Pedro no pudo contener su risa.

Mi adorable esposa mostró una expresión de asombro, su vagina dejó de oponer resistencia y comenzó a entrar con mas facilidad, al parecer, su sagrada parte intima se estaba adaptando muy bien a este nuevo invitado. El verdulero empezó a meterla con un poco mas de fuerza en su rosada panocha.

--Oohh… Dios mío es enorme…- Poco a poco perdía a mi esposa.

Don Pedro tenía la mirada de un maestro del sexo, concentrándose completamente en su apretada vagina blanca, siguió empujando con mas fuerza, metiendo cada uno de sus 22 cm dentro de ella. Cuando llegó a un poco mas de la mitad, se detuvo para manosearla, cuanto tiempo habrá estado deseando esto, el verdulero estaba loco por sus nalgas, se dedicaba a manosearlas, apretarlas y nalguearlas. Mientras mi esposa se mantenía sumisamente en 4 patas, dejándose manosear mientras tenía una verga negra metida en su rosada intimidad.

--Esto no esta bien Don, mi vagina no esta hecha para esto…- Decía respirando con dificultad.

--No digas pendejadas nalgona, tu panochita esta hecha para las vergas negras y se que en el fondo lo sabes jejeje.

Me quedé en el armario masturbando mi pequeño pene mientras Don Pedro sacaba lentamente su monstruoso animal, dejando solo su cabeza en el interior.

Ahora si putita, esa panochita se adapto a mi, vamos a coger de verdad!!- El verdulero empujó tan fuerte y lejos como pudo, sacando igual de rápido y volviendo a meter, los ojos de mi esposa se pusieron en blanco mientras pegaba fuertes gritos.

--Ahhhhhhhh… me dueleeeeeeeeee!!!!!!!!- Mariana estaba sintiendo algo que nunca podría sentir conmigo, mientras Don Pedro se la cogía de forma brutal, duro y profundo.

--¡¡Así es como un un hombre de verdad se coge una panochita como está, culona!!

Una y otra vez siguió clavando a mi adolorida esposa, en cuestión de minutos los gritos de dolor pasaron a ser gemidos de placer, ese gordo pervertido se la estaba cogiendo realmente duro. Mariana finalmente dejo caer su cara contra la cama, ya que estaba agotada y como no, si ella no estaba acostumbrada a ser cogida con tal intensidad y esa duración, de haber tenido sexo conmigo, hace bastante ya habríamos terminado, pero ellos seguían ahí. Don Pedro no paraba de darle duras embestidas, usando sus fuertes brazos para mantener su culo apretado contra su verga.

Pero el verdulero no iba a aguantar que mi esposa se quedará acostada y derrotada, sabía lo que una hembra como ella podía dar y quería demostrárselo, agarró su largo cabello castaño y con un fuerte jalón la levanto dejándola nuevamente en cuatro patas. Con una mano jalaba su cabello y con la otra le daba sonoras nalgadas, todo esto mientras le daba una cogida de campeonato. Ahora fue Don Pedro quien la dejo acostada, para demostrar su autoridad, con su gran mano hundía la cabeza de mi esposa en el colchón, mi esposa a penas estaba consiente por la bestial cogida que le estaban dando, la cama no dejaba de temblar mientras ella no paraba de sentir un orgasmo tras otro.

Podría ser un hombre con una clara obesidad y de baja estatura, pero su resistencia era increíble, nunca estuvo cerca de bajar el ritmo durante al menos una hora. Por mi culpa Mariana estaba acostumbrada a que el sexo fuera solo por 5 minutos, nunca en su vida le habían dado una cogida como la que le estaban dando ahora. Entonces la soltó y se detuvo, rápidamente la volteó y comenzó a darle duras embestidas en posición de misionero.

Rápidamente la volteó y comenzó a hacer misionero con ella.

--Oohh… es tan grande!- Mi esposa estaba agotada, pero levantó la vista para ver al monstruo invasor entrando y saliendo de su panochita. Los labios de su pequeña vagina se abrieron para darle la bienvenida y de buena forma a esa verga negra, Don Pedro cada vez aumentaba la velocidad de sus embestidas. La tenía con las piernas bien abiertas y con sus manos en la cintura, podía ver la fuerza de cada envión y escuchar los fuertes gritos de Mariana, a estas alturas ya solo las bolas quedaban fuera, ese pene entraba en su totalidad, definitivamente la vagina que habían jurado en sagrado matrimonio darme solo a mi, se había adaptado muy bien a la enorme y gruesa verga del verdulero.

Desde mi escondite pude admirar el cuerpo perfecto de Mariana, no tenía nada que envidiarle a una supermodelo, pero ahí estaba, recibiendo la cogida de su vida por un hombre feo, gordo, totalmente sucio y negro…

--Ahhh Don Pedrooo!! Me dueleeee!!, pero que ricoooo se siente estooo!!- El verdulero se debe haber sentido en el cielo al escuchar esto.

--Te dije que terminaríamos así nalgona! Bien abierta de patas mientras te lo meto bien rico… Aargg putona, la tienes bien apretadita!

--Su verga Don… es tan grandeee!!, Siga Don, sigaa!- Don Pedro se la estaba cogiendo como endemoniado con unas fuertes y duras aserruchadas.

--Oorghh Marianita, hace tiempo que te quería coger y aquí te tengo, con la panocha llena de verga!

--Yo… yo también Don, también quería esto hace tiempo, por algo… Aahhh! Por algo iba siempre a esa tienda… Mmmhh! Para escuchar sus perversiones y que me mostrara ese enorme bultooo!!

--Jajaja!! Lo sabía!! Siempre lo supe, desde que te conocí supe que eras una perra mal cogida y necesitada de vergaa!! Que tu carnoso cuerpo esta hecho para las vergas negras!!

--Siii! Si don siii!! Aaahhy… no pare de cogerme y demuéstreme que estoy hecha para las vergas negraasss!!, Pero sígase moviendoooo!! No pareeeee!!

Mariana lo abrazaba con fuerza mientras le enterraba sus uñas en la espalda, Don Pedro lo metía con todas sus fuerza y no bajaba el ritmo, ambos se miraban fijamente a los ojos. Debe haber sido el hombre mas feo que habrá visto mi esposa, pero le dio mas orgasmos en una hora de los que yo pude darle en todo nuestro matrimonio. Al escuchar la confesión de Mariana, el verdulero aceleró sus embestidas y pude ver al mórbido hombre arqueando su espalda.

--Oohgg aquí viene culona, me voy a correr!! Te voy a llenar la panocha!!

--¡No dentro de mí! ¡Donde quiera Don, pero no dentro de mi!

Pero Don Pedro tenía una enorme y perversa sonrisa en la cara, se la metió profundamente dentro de ella, los ojos de mariana se abrieron con horror al saber lo que estaba a punto de pasar. Ella trato de empujarlo, pero al mismo tiempo sintió un fuerte orgasmo y ella simplemente apoyó su pelvis con fuerza contra esa enorme verga negra y aceptó la espesa semilla que estaban disparando profundamente dentro de ella. Sus ojos se pusieron en blanco cuando sintió que el esperma de negro llenaba su casado y fértil vientre que estaba ovulando.

Sus ojos nebulosos miraban el feo rostro de Don Pedro y el miraba a esta infiel mujer casada blanca que acababa de conquistar y convertirla en su mujer, en su puta, el le dijo que lo besara, ella no dudo en hacerlo y le dio al pervertido verdulero un apasionado beso con lengua. Había oído rumores de que esto pasaba, una vez que prueban las vergas negras, jamás pueden salir de ahí y se vuelven adictas, al ver la pasión con la que se besaban, la intensidad de esa cogida. Me quedo claro, quiera o no, seré el cornudo en esta relación. Paso el tiempo y yo seguía creando situaciones para que quedarán solos, a veces mi esposa también lo hacía por su cuenta, decía que saldría de comprar o cualquier cosa, luego Don Pedro me confirmaba que habían estado cogiendo toda la tarde en su casa. Era todo tan excitante, pero había llegado el ultimo paso para completar mi fantasía, convertirme en un cornudo consentido. Con Don Pedro ideamos un plan, dejaría sola a mi esposa como ya era costumbre y se pondrían a coger como animales durante la tarde, pero esta vez llegaría temprano. Al entrar a mi casa, se podían escuchar los fuertes gemidos de Mariana, cuando subí la escalera, los gritos venían de mi habitación, ya lo estaban haciendo en nuestra cama matrimonial.

Me acerqué lentamente a la puerta y los gemidos se escuchaban cada vez mas fuertes, abrí y decidí mirarlos por un rato, estaban tan concentrados en aparearse que no se daban cuenta que yo estaba ahí…

--Aahh!!… Aaaahhh!! Así don, así, sigua así Ayy!!… Me encanta como me coge Don.- Mi esposa ya estaba hecha toda una adicta a la verga negra, gritaba como una hembra en celo mientras el gordo pervertido se la cogía con furia en la posición del misionero, al parecer a ellos les encantaba esa pose.

--Oorhg!… ¿Te gusta culona? ¿Te gusta mi verga?

--Siiii Don! Me encanta su verga… Aaahh

--Quien la tiene mas grande putita!! ¿Tu marido o yo? Aargg mierda!… Ya perdí la cuenta de cuantas veces te he metido la verga y sigues con la panocha apretada, culona jejeje…

--Aayy… Aahhh usted Don! Usted la tiene muchas mas… Pablo!!!- Fue increíble ver como su cara paso del total placer al horror, sus ojos se abrieron con miedo cuando me vio ahí parado en la puerta. Había llegado el momento de actuar.

--¿¡Qué mierda esta pasando aquí Mariana!?

--Yo… yo puedo explicarlo… no es lo que parece amor… de verdad.

--¿¡Qué no es lo que parece!? ¡Pero si te tienen toda ensartada puta de mierda! ¡En nuestra propia cama y con mi amigo de la infancia!… Puedes dejar de moverte Pedro por favor.

--Jejeje lo siento Pablito, es que tu esposa tiene una panochita de lo mas rica jejeje… bueno los dejo para que hablen de sus problemas.- El muy cerdo se seguía moviendo lentamente, hasta que saco su bestia negra de mi esposa, tomó su ropa y nos dejo en la habitación.

Tuvimos una charla muy larga, yo me hice el esposo destrozado, la insulte, le pregunté porque había hecho eso y lloré. Mi esposa también lloró, me contó su versión de la historia, dijo que se sentía muy sola, que fue algo que paso sin pensarlo y no pudo dejarlo, dijo que solo habían sido unas 3 veces, lo cual era mentira ya que se juntaban a coger varias veces a la semana. Me explico a su manera todo lo que había pasado, pero en ningún momento ella me pidió que la perdonará.

--Escúchame Mariana, si prometes dejar esto, estoy dispuesto a perdonarte y darte otra oportunidad.

--Pablo… perdóname pero yo no pienso dejar esto, si te soy sincera, con Don Pedro pude sentir cosas que jamás llegue a sentir en nuestro matrimonio, y eso es algo que yo… no quiero y no puedo dejar.

--Pero mi amor… soy tu esposo ¡No puedes decirme eso!

--Lo siento Pablo, te amo y quiero seguir siendo tu esposa, de verdad, pero esta es mi respuesta, nos divorciamos y me voy con Don Pedro, o me permites tener esto… sea lo que sea que elijas, me seguiré viendo con el.- ¿En serio esta es mi esposa? Estaba tan caliente cuando me dijo eso, se me estaba cumpliendo la fantasía, pero debía seguir pareciendo un esposo dolido para que resultará a la perfección, pero dios mío, la verga del verdulero la cambió totalmente.

--Yo… te amo y no quiero perderte.

--Entonces, me vas a permitir que siga…

--Si! Dije que te amo y no quiero perderte.

--Oh cariño, estoy tan feliz de que hayas decidido no romper nuestro matrimonio. Te amo demasiado, eres el mejor esposo.

--También te amo Mariana…

Y así empezó nuestra nueva vida, teníamos un entendimiento mutuo y Don Pedro venía de vez en cuando y yo los dejaba solos, luego me dejaron que los viera y ya estaba listo, mi fantasía estaba completamente realizada. Paso un tiempo y un día el verdulero llego con todas sus cosas y dijo que desde ahora viviría con nosotros, mi esposa fue la mas feliz. Obviamente se convirtió en el hombre de la casa, me mandaron a dormir al cuarto de invitados mientras Don Pedro duerme en la cama matrimonial junto a mi esposa, podía escuchar a diario como se la cogían brutalmente por las noches, de vez en cuando dejaban la puerta abierta por si quería ir a ver. Para no ser tan malos conmigo, mi esposa lo hacía conmigo algunas veces, se notaba que era por lastima pero aún así lo hacía, pero siempre aparecía el negro obeso para unirse a la fiesta… mejor dicho, para sacarme de la fiesta, porque ellos cuando cogían me ignoraban completamente.

El verdulero dejo su trabajo en la tienda y vive de mi sueldo, pasa todo el día en casa bebiendo cerveza, viendo televisión y cogiendo con mi esposa. Ahora Mariana estaba profundamente enamorada de este negro feo y pervertido, que despreciaba desde el principió. su vida sexual es mejor que nunca y como nunca usaron condón, no paso mucho tiempo para que ella quedará embarazada y obviamente ese hijo no era mío. Han pasado dos años años desde que paso todo esto, mi esposa dio a luz a un saludable varón, tan negro como el carbón, ella fue tan feliz al ser madre y el verdulero no podía mas de alegría al ver que mi mujer daba a luz a su hijo. Incluso decidieron que tendrían muchos mas hijos con el tiempo.

Don Pedro, el verdulero, un negro gordo, feo y pervertido, que gracias a su enorme verga negra se adueño de mi casa, mi dinero, mis cosas y lo mas importante, de mi esposa. Mariana esta mas radiante que nunca, ahora el y mi mujer son muy felices con esta nueva vida y la verdad… yo también.

FIN.

Título del relato: The Produce Man

Autor original: YoungLover1124

Traducción: ViejoZorro

Reedición: Basada en mi traducción del comic "The Produce Man"