Mi esposa y el pervertido Verdulero 1

Siempre tuve la fantasía de ver a mi esposa coger con alguien que la tuviera mas grande que yo, si tan solo hubiese sabido lo que pasaría después...

Mi esposa y el pervertido Verdulero... Una fantasía que se salió de control I

--Ugggh… Maldito gordo asqueroso.- Mariana dijo en voz alta cuando se me acercó al pasillo en el que estaba.

Mi esposa Mariana, de 35 años, es la mujer más hermosa que he conocido. Con 1.65 de estatura, puede hacer que todos los hombres que estén en el lugar giren para verla, tiene el cabello largo y castaño, sus pechos son copa C, casi D y lo mejor de ella, un enorme par de nalgas redondas y apretadas, como dije, donde sea que ella vaya, todos giran para ver su hermoso y gran culo. Además, su rostro es tan precioso, sobre todo cuando se enoja, como en este momento.

--¿Qué pasa, cariño?

--Ese cochino verdulero, es un pervertido, siempre que vengo a esta tienda me acosa.- Sí, ella a veces se da cuenta cuando la miran y lo detesta.

--¿Qué te dijo el verdulero, cariño?- Dije mientras la atraía hacía mi para abrazarla.

--Siempre me mira fijamente cuando vengo, primero eran piropos, pero cada vez se iba poniendo mas pervertido y asqueroso. Ahora dijo que tiene lo que una mujer como yo necesita, mientras se tocaba su… entrepierna, ¡iuugh! Es asqueroso, no lo soporto.

Para ser justos, no puedo culpar al tipo, mi esposa tiene un gusto por usar grandes escotes y leggins apretados que le resaltan sus nalgas. Hoy trae puesta una playera azul con un escote en forma de V que muestra buena cantidad de sus pechos.

--El nunca te ha tocado ¿Verdad?

--No, todavía no y espero que nunca se atreva.

--Voy a tener una charla con ese verdulero.- Aunque sólo sea para tranquilizarla.

--No, Pablo amor, no te preocupes por eso. Solo tengo que tratar con él una vez a la semana y puedo soportarlo por las verduras frescas que venden aquí.

--Esta bien cariño, pero lo haré si me lo dices.

Sinceramente, todo lo que me contó me puso demasiado caliente, siempre he tenido la fantasía de ver a mi esposa tener sexo con un hombre que la tenga mas grande que yo. Tengo 38 años, piel muy pálida, enclenque y demasiado delgado para mi gusto. Conocí a Mariana en el instituto y desde entonces he sido el único hombre en su vida, ella es una mujer decente, viene de buena familia y la verdad llevamos una buena vida, al menos fuera de la cama.

Podría decir que nuestra vida sexual es decente, lo hacemos un par de veces a la semana y no por mucho tiempo, no fui bendecido con un gran pene, de hecho, es bastante pequeño, solo 10 cm y eso que agrego 2 cm mas para no sentirme tan mal conmigo. Ella dice que esta bien, pero como he sido el único hombre en su vida, solo conoce el sexo por mi, como no ha estado con otro hombre, ni tiene amigas que le hablen de su vida sexual. Todo lo que ella sabe sobre el sexo se basa en lo que hemos hecho en la cama durante todos estos años, por eso me encantaría ver como reacciona su apretada vagina si una enorme verga entrará en ella.

--Mmm… tal vez el verdulero tiene lo que Mariana necesita.- Pensé - Soy el único hombre con el que ha estado, así que no sabe lo que es coger con un pene grande, eso es bueno para mi… y para mi fantasía.

Un par de días más tarde, voy a espiar a mi esposa cuando va de compras, me aseguro de llevar un viejo disfraz que tenía de una obra de teatro del instituto, un sobrero, una barba falsa y gafas de sol. También compré una camisa nueva, para que no reconociera nada de mi. La seguí hasta la tienda y la observé mientras compraba, llevaba una camiseta verde agua sin mangas y de gran escote, con una falda naranja que resaltaba demasiado sus gruesos muslos. Realmente estaba mostrando mucho, pero como dije, ella es una mujer decente, solo que ese cuerpo voluptuoso siempre la hará mostrar mas de lo debido, sin importar lo que se ponga.

Entonces me doy cuenta que el verdulero se acerca mientras ella está inclinada con el culo en pompa buscando unas verduras, dejando parte de sus nalgas a la vista, el se agacha para mirar bajo su falda. Ahora que recuerdo, ella jamás mencionó que el verdulero fuera negro… Es un hombre bastante bajo, probablemente unos centímetros menos que Mariana, calvo, con una gran barriga cervecera, pero aún así, sus brazos muestran que es muy fuerte y tiene unas manos grandes y gruesas. Su cara parece que ha sido golpeada un par de veces, no es de extrañar que mi esposa pensará que es un pervertido y acosador, Claramente Mariana no iba a coquetear con el, en resumen, es un hombre muy feo.

De repente, Mariana debió haber sentido su presencia y se levantó de golpe, el verdulero rápidamente se levantó haciéndose el pendejo para que mi esposa no se diera cuenta.

--Buen día Marianita ¿En qué puedo ayudar a la señora mas buenota del barrio? Jejeje…

--En nada, estoy bien, gracias.- Mariana parecía enojada, pero actuó educadamente, como si nada hubiera pasado.

--Dime mamita, seguro puedo ayudarte con algo que necesites bonita.- Pero el fue persistente.

--No.- Se estaba acercando mas de lo debido, mi mujer respondió con un no a secas mientras lo miraba con una cara de odio, parecía muy enfadada.

--Esta bien mamita, pero si le hace falta, aquí estaré para darle lo que necesita jejeje…

El caminó a las verduras para seguir mirando con morbo el cuerpo de mi esposa, claramente cuando dijo eso, se refería a la enorme erección que tenía en su pantalón, se notaba una enorme verga. Por mas enojada que estuviera Mariana, pude notar que por unos segundos sus ojos se desviaron a ver la erección del verdulero, se puso algo nerviosa y se fue, cosa que aproveche para enfrentarme a el.

--Disculpe señor, me di cuenta que estaba hablando con esa mujer hace un rato.

--Sí ¿Y?- Su cara me decía que le importaba un carajo si alguien lo había notado.

--Bueno señor, ella es mi esposa, me di cuenta que le estabas prestando mucha atención…

--Ps si, ella tiene unas nalgotas de lo mas ricas y la muy zorra bien que viene a lucirlas ¿Tienes algún problema con que le mire las nalgas a tu mujercita, blanquito?- Mierda, realmente este tipo no tenía vergüenza por nada.

--No, no ninguno, señor, de hecho me preguntaba si... le gustaría cogerse a mi esposa.

--¡Que mierda! ¿En serio?- El levantó sus cejas, obviamente sorprendido.

--Si, realmente quiero verla con un hombre mas… grande ¿Tiene lo que ella necesita?- Se le formó una sonrisa arrogante cuando dije esto.

--Créeme blanquito, tengo justo lo que esa panochita blanca necesita jejeje se nota a leguas que esa zorra nalgona necesita un macho que le de unas buenas cogidas, como es debido.

--Su pongo que si… dígame ¿Cuál es su nombre?

--Pedro, blanquito, mi nombre es Pedro.

--Esta bien, Don Pedro, yo soy Pablo, venga este sábado, tendremos una cena nosotros tres.

--Como digas Pablito, ahí estaré para darle a esa nalgona lo que tanto le hace falta, un buen pedazo de verga metido entre las patas jejeje…

Le di mi dirección y número de teléfono y me fui. Luego le dije a Mariana que haríamos una cena e invitaría a un viejo amigo. Se sorprendió al principio, nunca fui de tener muchos amigos, pero finalmente dijo que si. Ahora empecé a idear mi plan, dejaba mi laptop encendida cuando iba a trabajar, se que ella es curiosa y cuando fuera a limpiar mi oficina no resistiría espiar mi historial, por lo que no cerraba el porno y los relatos eróticos, pero específicamente porno y relatos de grandes vergas negras y mujeres blancas casadas, así fue durante el resto de los días de la semana, naturalmente le daría curiosidad.

El viernes por la noche estaba seguro que se había masturbado, encontré las bragas que se había puesto ese mismo día en la ropa sucia, pero estaban empapadas. Pensar que se había tocado mientras imaginaba como una enorme y sucia verga negra entraba en ella… me estaba poniendo caliente. El sábado por fin llego y todo estaba saliendo como había planeado.

--Amor, aún no me has dicho quien es ese viejo amigo tuyo que vendrá a cenar hoy ¿Lo conozco?

--Es el verdulero de la tienda, me lo encontré el otro día ¿Lo conoces, verdad?

--¿¡Qué!? ¿Ese pervertido vendrá a nuestra casa?- Su cara paso de la felicidad a ira en cuestión de segundos.

--No seas así cariño, seguro todo fue un mal entendido, es un viejo amigo de la escuela y quiero reunirme con el para ponernos al día.- Parecía furiosa, pero intenté no darle importancia.

--No Pablo, no fue un mal entendido, una vez me dijo que se notaba que me hacía falta un buen trozo de carne, mientras se tocaba su… entrepierna, fue tan asqueroso.- Me di cuenta de que estaba asqueada, pero sus ojos indicaban algo de intriga cuando hablaba de que se había agarrado la entrepierna

--Cariño relájate, solo quiero recodar viejos tiempos con mi amigo.

--Bien, pero será mejor que no intente nada pervertido y ni se me acerque, es un degenerado que hace tiempo lo debería haber denunciado por acoso.

--Gracias cariño, ya verás que te caerá bien.

Finalmente alrededor de las 8 sonó el timbre de la puerta, abrí para encontrar a Don Pedro, el verdulero. Llevaba una camiseta blanca limpia que apenas cubría su barriga peluda y los mismos pantalones vaqueros holgados del otro día (probablemente no tenía otro par). Yo era unos 30 cm más alto que el, era tan bajo y gordo, pero aún así se veía mucho mas fuerte que yo, con sus grandes brazos y manos, ni comparados con mis delgados brazos y pequeñas manos.

--Cariño, nuestro invitado está aquí.

Antes de llegar a la mesa, repasamos el plan, en algún momento de la noche, el tendría que hacerme una llamada sin que Mariana se diera cuenta, yo diría que es mi jefe y que necesita mi ayuda con urgencia, así los dejaría solos un buen rato donde el verdulero podría aprovechar. Yo hablaba mucho y a el parecía no importarle, solo interrumpía para humillarme y hablar de lo que haría con las nalgas de mi esposa. Llegamos a la mesa donde nos esperaba carne asada, papas, ensaladas, un poco de vino y el que se supone sería el plato principal, mi esposa.

Allí nos esperaba Mariana, estaba mas hermosa que nunca, con un ajustado vestido negro sin mangas que resaltaba su figura, un pronunciado escote en forma de V y un collar de perlas. El vestido era algo corto, dejaba a la vista buena parte de sus piernas, cosa que Don Pedro tendría en cuenta y no dejaría de mirar sus muslos por el resto de la noche.

--Mi amor, te presento a mi viejo amigo Pedro.

--Mucho gusto Don Pedro, soy Mariana, es un… placer conocerlo.- Algo disgustada tuvo que presentarse, por todos los episodios de acoso que habían ocurrido anteriormente, debe haber parecido extraño presentarse como si nada hubiera pasado. Pero realmente se notaba que lo estaba intentado, aun que por dentro le asqueara toda esta situación.

--Pero si ya nos conocemos reinita jejeje hace tiempo que nos vemos en la tienda.

--Lo siento Don Pedro, lo había olvidado.

--No pasa nada mamita y puedes decirme solo Pedro, me haces sentir mas viejo jeje…

--Don Pedro esta bien para mi, bueno ¿Pasemos a la mesa?- Esos apodos la estaban poniendo algo molesta, quería hablar con el lo menos posible.

La cena fue normal, bueno, dentro de lo que cabe con un tipo así, se paso gran parte de la cena inventando historias de "nuestra juventud", donde yo siempre era un inútil y el un ganador. También no dejaba de alabar la belleza de mi mujer, incluso, literalmente dijo que Mariana tenía el mejor par de nalgas en el barrio. En un principio ella parecía furiosa, pensé que este imbécil lo arruinaría todo, pero poco a poco ella se iba relajando, no digo que le gustará, solo que se acostumbró a la situación y no quería arruinar la cena.

--Recuerdas esa fiesta Pablito, cuando estabas buscando a tu novia y nos encontraste en un cuarto, ella toda abierta de patas mientras se la metía como condenado jajaja, siempre me cogía a todas tus novias.

--Eeh… Si, si recuerdo jeje… eras un cabron Pedro, no se porque se iban contigo si estas bien feo.- La verdad no se de donde se inventaba tantas historias, pero aquí le quise seguir la corriente, en toda la noche mi esposa a penas hablo un poco, pero ahora realmente parecía interesada en lo que estábamos hablando.

--Quien sabe Pablito, tal vez yo les pude dar lo que ellas tanto necesitaban y tu nunca pudiste darles jejeje.- Diciendo esto último, Don Pedro miro fijamente los ojos de Mariana, ella desvió la mirada y se puso roja como un tomate.

--Jaja… Bueno iré a lavar los platos ¿Me acompañas cariño?

Ella dijo que si y quedamos solos en la cocina, Don Pedro nos estaría esperando en la sala.

--Amor, odio a ese hombre, viene vestido como pordiosero, te humilla mientras le das de comer y no ha dejado de faltarme el respeto.

--Mariana cariño, es su forma de ser, además ya sabes que es solo un verdulero, puede que no tenga mejores ropas que ponerse.

--Si tu lo dices amor.- Ella se notaba perturbada, nerviosa, pero pude notar que estaba pensando cada vez menos en mi. Tenía que lograr que Don Pedro pareciera el macho alfa para que esto funcionara y después de lo último que dijo el verdulero, se que ante los ojos de mi esposa parecía un perdedor. Obviamente ella sabía lo que mis "ex novias" buscaban en el negro que no podían encontrar en mi.

Dejé a Mariana a los platos y fui con Don Pedro en la sala.

--Don Pedro, llámame a mi teléfono, saldré de aquí para que ustedes dos puedan estar solo.- Había llegado el momento de ejecutar mi plan.

--Mira Pablito, tu esposa es una perra que ha estado evitando mis miradas toda la noche, no creo que este plan funcione.

--Tenga confianza, ella quiere una verga grande, la necesita, solo que ella aún no se da cuenta.

--Esperemos que así sea Pablito, pero yo de aquí no me voy sin por lo menos haber manoseado ese culo jejeje…

Fui de nuevo con Mariana y recibí la llamada en mi teléfono, comencé con mi actuación.

--¿Alo? Hola jefe, ¿Cómo esta?… ¿¡Que pasó que!? Ok jefe, iré en un minuto, no se preocupe.- El taller de teatro en el instituto por fin me servía de algo.- Oye cariño, tengo que salir, es urgente, ocurrió un problema con unos papeles en la empresa y mi jefe me necesita ahí ahora ya, no tardaré lo prometo.

Mi esposa recién terminaba de lavar los platos cuando me miró con terror al escuchar eso, se me acercó para hablarme en voz baja.

--¡Qué! No puedes dejarme sola aquí con este pervertido, me ha estado mirando toda la noche como si fuera un trozo de carne.- Cómo no iba a hacerlo, si llevaba ese vestido negro ajustado que tanto me gustaba.

--Debes haber visto mal cariño, el no te hará nada.

--Pues llévalo contigo entonces, no puedes dejarme sola con un extraño.

--No es un extraño, es mi amigo, además no puedo llevar a Pedro a la empresa. Pueden aprovechar este momento a solas para hacer las paces y conocerse mejor, verás que el no es tan malo como piensas.- Le di un beso en la mejilla, pero se apartó claramente enojada conmigo.

Fuimos juntos a la sala para dejar a mi esposa con Don Pedro.

--Pedro, surgió un problema en mi trabajo y tengo que ir en seguida, será muy rápido, mi dulce Mariana estará aquí y te hará compañía.- Dije mientras tenía mi mano en la cintura de mi esposa, parecía que prácticamente se la estaba entregando y el muy cerdo puso esa sonrisa morbosa tan característica suya.

Salí de la casa, me subí a mi camioneta y conduje dos casas hasta la que aún estaba a la venta. Corrí a casa y tomé una posición en la ventana con una vista clara de ellos en el sofá. Don Pedro estaba en un extremo mirando su cuerpo mientras Mariana estaba sentada allí mirando la televisión, tratando de no notarlo.

--Vamos nalgona ¿Por qué estas sentada tan lejos? Acerca ese cuerpecito, Pablito dijo que me harías compañía jejeje…

--Cállese pervertido, no sé que le pasa a mi marido por dejar que un hombre indecente como usted entre a nuestra casa.

--Es un viejo amigo, mamita, aun que es medio pendejo.

--Es un buen hombre y trata a las mujeres con respeto, no como usted que nos mira de forma indecente, nos dice cosas obscenas y nos trata como si fuéramos unos pedazos de carne.

--Si si, como digas nalgona, solo no entiendo como verguita de camarón logró casarse con tremendo mujeron como tu, tan nalgona y piernuda jejeje… eres demasiada mujer para el.

--Por favor, podría dejar de ponerle apodos y hablar así de mi cuerpo, además para su información, el esta muy bien equipado y cumple con sus deberes.

--Oh en serio jajaja ¿Le siguió creciendo después de la escuela? Lo dudo mucho mamita, siempre nos reíamos de el por ser el mas pequeñín de la escuela.- El negro era brillante, no tenía como saber el tamaño de mi pene pero había acertado, mi esposa lo sabía y ella seguía cayendo en su juego.

--¿Y supongo que un tipo gordo y feo como usted lo tiene mas grande? Es de lo único que sabe hablar.

--Si mamacita, bien grande y gruesa, listo para hacerte gozar nalgona.

--Si claro, pervertido.- Mariana volvió a mirar la televisión, pero llevo una de sus manos a su entrepierna sobre el vestido y movía ligeramente sus piernas ¿Se estará excitando con esta conversación? Quizás, no tenía como saberlo.

--Mira culona ¿Qué te parece esto? Te muestro la verga y si es mas grande que la de tu maridito, me haces una paja jejeje…

--¡Ja!- Mi esposa se río - Hazlo, muestra tu patético y asqueroso pene, cuando vea que es mas pequeño que el gran pene de mi marido, nunca mas me volverá a molestar cuando vaya a la tienda ¿Trato?

--Sale vale culona ¡Trato hecho!

Se sentó en el sofá mientras Don Pedro se levantaba, ella se recostó un poco cruzando sus piernas, resaltando esos carnosos muslos, inevitablemente debe haber estado algo curiosa. Se desabrochó los pantalones y los deslizó hacia abajo. Llevaba calzoncillos blancos algo sucios, por los bordes salían unos gruesos pelos negros, pero lo mas preocupante era lo fácil que se podía ver el contorno de su miembro, bajo esa gran panza el puso ese gran bulto frente a sus ojos. Mariana parecía preocupada, pero mantenía la esperanza de que no fuera tan grande como parecía y no quería demostrar miedo frente a el.

La esperanza se desvaneció rápidamente cuando el se bajó los calzoncillos. Una enorme verga bien negra salió a la vista, de unos 12 cm mas larga que la mía, ni hablar del grosor, mi pene parecería un dedo meñique al lado de ese monstruo, era exageradamente gruesa. Debajo habían dos grandes testículos negros, repletos de pelos, parecían dos pomelos pesados y llenos de leche seguramente, su pene estaba sin circuncidar, por lo que aún no se veía la cabeza, ya que aún estaba flácida, pero eso no sería por mucho tiempo. Me hizo darme cuenta de lo pequeño que era mi pene, seguro que mi esposa también se dio cuenta...

Mariana abrió sus ojos tanto como pudo y se quedo con la boca abierta dando un sonido de asombro, nunca hubiera creído que un feo y gordo pervertido como ese, tuviera la verga de un caballo.

--Jejeje… supongo que Pablito no puede competir contra esto.

Mi esposa regresó a la Tierra por un momento, recordando de quien era el miembro que la tenía con la boca abierta. Pues por unos buenos segundos se dedico a analizarla, contemplarla y estudiarla, miró por todos lados ese enorme trozo de carne, esa verga debe haber provocado un mar de emociones en su cabeza.

--Es un pervertido.- Le dijo Mariana, pero estaba perdiendo el veneno con el que solía decirlo.

--Bueno, parece que gane la apuesta nalgona jejeje, me debes un premio, así que manos a la obra señora Mariana.

Don Pedro no podía contener su sonrisa aunque quisiera. Mi esposa se puso de rodillas frente a él, su negra verga empezaba a levantarse mas y mas frente a su cara, seguramente gracias al escote que mostraba gran parte de sus pechos.

--Sólo será… una paja ¿Verdad?.- Pregunto Mariana con un tono de derrota.

--Ese fue el trato culona, pero si quieres mas, podemos ir al catre donde duermes con tu maridito para darte unas buenas metidas de verga en esa panochita jejeje qué dices culona ¿Nos vamos a tu cama a culear como animales?

--Eso nunca gordo asqueroso, solo una paja, eso dijimos.- Mariana parecía muy enojada.

Mi fiel esposa se escupió en ambas manos y agarró la monstruosa verga, sus pequeñas manos no podían cerrar el contorno, era demasiado gruesa, ella lentamente comenzó a tirar hacia adelante y hacia atrás con ambas manos, haciendo que la verga del verdulero se hinchará más y más. Cuanto más se hinchaba, menos podía cubrirla. Era evidente que estaba confundida, su cara se sonrojaba y el negro trozo de carne apuntaba directo a sus ojos, cada vez estaba mas hipnotizada por esa verga gigante de Don Pedro.

--¿Ya está al menos cerca de… correrse?- Después de un rato, sus brazos se habían empezado a cansar.

--No, pero estás con mucha ropa, si te sacarás ese vestido y me muestras ese rico cuerpecito, quizás ayude a que te de leche mamita.

--Bien, pero solo lo haré para terminar luego con esta asquerosidad.- Mi esposa estaba cansada y enfadada, así que iba a ceder.

Mariana se puso de pie mientras Don Pedro se sentaba en medio del sofá. Se quitó el vestido para revelar su conjunto de brasier y bragas celestes que eran de encaje, el brasier a penas cubría una parte de sus grandes pechos.

--¡Muéstrame esas tetas mamita!- Don Pedro estaba babeando, cuantas noches se habrá masturbado pensando en mi esposa y ahora la veía desnudarse para el. Mariana se quitó el brasier para revelar sus hermosos pechos al horrible verdulero que siempre la acosaba. Don Pedro no pudo mas y se lanzó a manosear los pechos de mi esposa, pero ella fue mas rápida y golpeo sus manos.

--¡Usted dijo que solo era un paja! no se atreva a tocarme, pervertido.

--Lo siento nalgona jejeje, pero es que mira nada mas que pinches tetotas tienes, no me puede aguantar tetona.

Don Pedro volvía a sentarse, mientras mi esposa se puso de rodillas frente a el y se metió entre sus gordas y poderosas piernas. Ella puso ambas manos de nuevo en la verga que estaba erguida, continuó escupiendo y masturbando ese miembro, sus tetas se agitaban mientras hacía ese movimiento y el gordo se dio cuenta. Sus pequeñas manos seguían masturbando a la bestia, pero empezaba a parecer una batalla perdida, Don Pedro no se corría, entonces ella siguió sacudiendo esa verga con su mano, mientras que con la otra empezaba a jugar con uno de esos pesados huevos.

--Aahhg… que rico me pajeas nalgona, sigue así chiquita, sigue manoseando mis pelotas.

Mariana sabía que eso me gustaba, así que decidió usar el poco conocimiento sexual que tenía con Don Pedro y estaba funcionando.

--¿Cuánto mas le falta? Gordo cochino.- Mi esposa estaba cada vez más disgustada, porque el verdulero aún no se corría, aún así ella no dejaba de masturbarlo.

--No sé mamita, tal vez si usas esa linda boquita pueda darte la leche que tanto me pides jejeje…

--Pervertido de mierda, jamás haría algo tan asqueroso, además dijimos que solo sería una paja.- Por como hablaba se notaba que estaba realmente enojada, así que se detuvo y soltó ese tronco de carne negra.

A Don Pedro no le gustó para nada eso, la tomo de su cabello y la tiró con fuerza hacía su verga. Su hermoso rostro quedo pegado a esa imponente barra de carne negra que debía medir unos 22 cm como mínimo, totalmente opuesto a mi pequeño palillo blanco.

--¡Escúchame perra! Lo único que haces es jugar con mi verga como si fueras una mocosa virgen, si quieres sacarme la leche, es mejor que empieces a mamar nalgona jejeje… y no hagas como que no te gusta, desde aquí puedo sentir el olor a perra en celo que te sale de esa panochita mojada.

La soltó y Mariana tuvo una mirada de terror, se dio cuenta que el verdulero tenía razón, estaba mojada, se podía ver la mancha de humedad en sus bragas. Mi esposa se puso de rodillas, dejando su cara muy cerca del trozo de carne negra, miró hacía abajo, dejó caer un poco de saliva sobre su cabeza y comenzó a masturbarlo con ambas manos, debe haber pensado que esa verga no cabría dentro de su boca. Luego puso sus hermosos labios sobre la oscura cabeza y comenzó a tratar de meterla en su boca, finalmente, la cabeza estaba dentro y ella continuó tratando de chuparla mas y mas.

Mientras lo chupaba, bajó su mano y comenzó a frotar su vagina por encima de sus bragas… Don Pedro tenía razón, de alguna forma ella lo estaba disfrutando. Entonces, saco esa verga de su boca y comenzó a lamerla y besarla por todo el tronco venoso, con sus ojos clavados en los del pervertido verdulero. Pude notar que Mariana movió hacía un lado sus bragas y metió un par de dedos en su parte privada, pude ver con claridad lo empapada que estaba su vagina. Mi esposa estaba muy caliente por lo que se veía y Don Pedro se había dado cuenta.

--Así te quería ver nalgona, dándome una buena mamada, lo chupas bien rico zorra, ahora si comienza la fiesta jejeje.

--Ya cállese y córrase de una vez, gordo cochino.

Dejo de lamer la cabeza y comenzó a chupar sus bolas, las metía y sacaba, primero una y luego otra, también intentaba con las dos a la vez. Mientras, con una mano seguía tocando su vagina y con se dedicaba a masturbar esa norme verga negra. Tenía un aspecto monstruoso y parecía que en cualquier momento iba a explotar.

--Ya mamita aquí viene mi leche… ¿Dónde la quieres?

Mariana parecía sorprendida, obviamente no había pensado en que cuando yo volviera, encontraría todo ese desastre y semen por todos lados, entonces se dio cuenta en el problema que se podía meter y se le ocurrió una brillante idea.

--¡En mi boca Don, córrase en mi boca! No puedo dejar que Pablo vea su semen en el sofá.- Quizás decía la verdad, pero era obvio que sentía curiosidad por probar su semen y no dejaría pasar la oportunidad.

Mi esposa volvió a meter la cabeza en su boca justo cuando estaba a punto de correrse.

--¡Jajaja lo sabía culona! Eres una zorra, ps si quieres leche, aquí te la voy a dar ¡Trágalo todo!

La verga de Don Pedro entró en erupción, ella no esperaba ese primer gran chorro que golpeo su garganta, pero siguió agarrando a esa bestia con ambas manos y con su boca firmemente apretando su verga. Iba soltando un chorro tras otro, mientras Mariana seguía tratando de tragarlo y que nada saliera de su boca. Finalmente había terminado, Don Pedro, el verdulero, había eyaculado en su boca.

Mi adorable esposa soltó la ya cansada verga y observó como empezaba a encogerse lentamente hasta llegar a su estado de flacidez, que aún así era impresionante. Sin embargo, algo pasa en ella, no dejaba de meterse los dedos en su parte privada y tocar uno de sus pechos, sin dejar de mirar esa verga. No le importaba que el verdulero la viera, su cuerpo pedía algo mas, su instinto de hembra le decía que necesitaba algo mas para calmar ese ardor en su vagina, algo como lo que tenía justo frente a sus ojos…

--Supieras lo putita que te ves así, tocándote mientras mis mocos caen de tu boca jejeje… como veo que necesitas ayuda y yo soy todo un caballero, permíteme devolverte el favor.

Don Pedro la agarró rápidamente y la sentó a su lado con un fuerte movimiento tomando a Mariana por sorpresa.

--Que… ¿¡Qué esta haciendo Don!?- Mi mujer estaba preocupada, ahora cuando el gordo verdulero empezó a chupar y lamer sus pechos mientras también los manoseaba, con su otra mano iba camino hasta su pequeña vagina casada.

--Haré que te corras mamita, es lo justo ¿No?

--No Don… puedo hacerlo so…la Aahh! Basta por… favor Mmmh.

Demasiado tarde, Don Pedro sabía tocar los lugares correctos. Con su fea cara de pervertido, lamiendo y chupando sus pechos, mientras una de sus manos manoseaba las redondas y firmes nalgas de mi esposa que ese gordo tanto deseaba, con la otra mano no dejaba de darle placer en su vagina, pero solo pudo meter uno de sus dedos gruesos, porque mi esposa estaba demasiado apretada.

--Oh dioss… no, basta Don por favor… Aaah!!- No podía controlarse, tiró su cabeza hacía atrás mientras gemía en éxtasis.

Don Pedro estaba en el cielo, nunca hubiera imaginado que esta mojigata mujer casada lo dejaría llegar tan lejos. Para Mariana era una pesadilla, hace una semana era el pervertido verdulero de la tienda, hoy era el hombre que le estaba metiendo dedos después de que ella le hubiera dado una mamada a su norme verga negra. Pero la pesadilla se veía bien desde aquí y ella parecía estar disfrutando.

--Meee… me vooooy.. aaa… co… corrreer…!!!- Explotó en un éxtasis orgásmico por el gordo y habilidoso dedo del verdulero en su vagina, sus jugos se esparcieron por todo el sofá y el suelo, importandole una mierda si yo me daba cuenta cuando llegara.- Aaahh!!… Siiii!

--Así putita, córrete todo lo que quieras.

Los líquidos de mi adorable esposa fluían por su vagina y se esparcían por todo el sofá, su cuerpo se contorsionaba con espasmos de placer, su cabeza seguía hacía atrás mirando el techo y respirando de forma agitada, mientras ella notaba como el verdulero seguía masajeando y lamiendo sus pechos, de alguna extraña manera se podía ver libre, plena, feliz.

--Usted… es un pervertido y abusador.- Decía de forma agotada, como intentado quitarse algo de responsabilidad de encima por su infidelidad.

--Bueno nalgona, lo pase increíble, lo chupas riquísimo y esas pinches nalgotas son aún mas suavecitas de lo que imaginaba jejeje, dile a Pablito que nos veremos otro día.- Don Pedro cogía su ropa y comenzaba a vestirse mientras mi esposa seguía ahí agotada, desnuda, solo con sus bragas fuera de lugar, dejando a la vista su empapada hendidura.- Si quieres más de esto, ya sabes donde encontrarme mamita.- Dijo agarrando su verga sobre el pantalón, aún así se notaba lo enorme que era.

Mariana estaba con su mirada perdida, obviamente pensando en lo que una enorme verga como esa podría hacerle a su pequeña parte intima, se podía sentir el deseo en sus ojos… pero ella volvió a la realidad.

--Si como diga pervertido, ahora váyase de mi casa.

--Vale nalgona, ya lo probaste y se que te gustó, si quieres sentirlo dentro de ti, puedes venir a buscarme a la tienda cuando sientas que esa apretada panochita tenga hambre jejeje…

Don Pedro termino de vestirse y se fue, después de un rato recuperándose, mi esposa se levantó y comenzó a limpiar el desorden que dejaron en la sala, borrando todo rastro de semen y sus propios fluidos. Le di tiempo para que terminará y decidí entrar.

--¡Estoy en casa cariño! Lo siento mucho mi vida, algún pendejo hizo un desastre con unos papeles y ya sabes, si quiero ascender, debo ganarme a mi jefe jajaja… por cierto ¿Pedro ya se fue? ¿Cómo lo pasaron?

--No te preocupes amor, lo entiendo y si ya se fue, no se quedo mucho tiempo después de que te fueras, hablamos un poco y luego dijo que era hora de irse, lo pasamos bien…- Sonaba algo enfadada, pero la podía ver satisfecha, además eran sus primeras mentiras, solo pensar en que mi esposa me estaba mintiendo para ocultar su infidelidad… esta fantasía era lo mas excitante que me había pasado.

Ya en la cama, volví a tocar el tema de nuestro particular invitado de esta noche.

--Mi vida, si te incomoda, no invito mas a mi amigo.

--No Pablo, no te preocupes, solo no me dejes sola con ese hombre otra vez.

--¿Por qué lo dices? ¿Intento hacerte algo?

--No, es solo que… olvídalo amor si, estoy cansada y quiero dormir.

--Esta bien cariño, buenas noches, te amo.

--También te amo.

La besé en los labios, donde la verga de Don Pedro había estado y eyaculado hace solo unas horas. Ella durmió muy bien esa noche y con toda seguridad puedo decir que ahora que tiene otro pene con el cual compararme, no resistiría ir a buscar a ese gordo pervertido por cuenta propia. Pase gran parte de la noche pensando en que esto no sería lo último que escucharíamos de Don Pedro, el pervertido verdulero.

Continuará…