Mi esposa no quiere intercambios - IV

Y empecé a caminar, ese camino que cada día construimos con cada paso. Empecé a caminar, empecé a recorrer el camino, empezó mi nueva vida sexual...

Aplasté el cigarrillo en el cenicero y me quedé mirando a mi marido. Durante nuestra conversación de casi dos horas, que más que conversación fue un monólogo mío, los dos sentados en el sofá, yo con los pies bajo mi culo, y tomando algunas cervezas bien fresquitas, le fui explicando con todo lujo de detalles lo que él ya sabía hacía semanas, "que yo le era perfectamente infiel", tal y como él deseaba que yo fuese, no solo en los intercambios de parejas, sino a solas con mis primeros amantes. Y no solo le era infiel, sino que a pesar de mis dudas y miedos sexuales, yo empezaba a disfrutar de unos placeres jamás imaginados.

Por lo que después de mi apasionado y agotador polvo con Nuno del que tanto disfrutamos los dos (ver relatos anteriores), quise explicarle lo que él sabía, lo que él se imaginaba, pero con todo lujo de detalles, y clarificar para siempre si realmente deseaba que nuestro matrimonio fuese tan liberal, porque si seguíamos así, no solo no se cerraría nunca nuestro matrimonio abierto, sino tampoco mis piernas se cerrarían jamás.

Quique me miró fijamente. Aunque en realidad, su mirada estuvo fija conmigo desde el principio y sus oídos también, ya que no perdió ni una sílaba. Pasó su mano por el rostro como acariciándose la inexistente barba y me dijo:

  • Vamos Yoli, llevamos ya varios años casados, y los dos nos conocemos bastante bien para darme cuenta de todos los cambios que has ido haciendo en tu vida, en tus paseos y en tu ropa. Y cuando hace tres días estuviste con Pablo y con Nuno, no hizo falta que me dijeras nada porque llegaste a casa agotada, con cara preocupada, pero los ojos brillantes de felicidad y ni te acordaste de recoger la niña. Esa tarde habías disfrutado follando y se te notaba, pero ¿de verdad rechazaste 150€ con lo cara que está la vida?

Debo confesar que aunque el rostro de Quique era sonriente y el tono de su voz era de bromista, me sorprendió que me dijese de esa forma, que no entendía que yo no aceptase los 150€ que Nuno me dio por follar con él. Porque yo acepté follar con él como amiga, una vez vencida la sorpresa de verle, como despedida de los meses que iba a estar embarcado por la pesca, pero no quería ser una puta bien pagada. Aunque 150€ es una muy buena cantidad por un polvo del que me corrí varias veces, y se lo dije:

  • ¿Qué pensarías tú si le hubiese cobrado ese dinero y me lo hubiese traído en el bolso? ¿Qué pensarías si fuese al super con ese dinero y pagase la comida de nosotros tres? ¿Qué pensarías si las cervezas que ahora estamos tomando las hubiese pagado con ese dinero que me daba por follarme?

  • Yo solo pensaría que eres una puta y que debes haber follado muy bien y haber hecho muy feliz a tu cliente, para ganar ese dinero -me dijo sonriendo-

Yo me lo quedé mirando fijamente. Notaba que en sus ojos había una chispa de ironía, pero sabía de sobra que no me mentía ¡Quique deseaba y aceptaba, la posibilidad de que yo fuese una puta del pueblo, una puta más del abigarrado puerto tan lleno de hombres siempre. Encendí un nuevo cigarrillo del que aspiraba con fuerza y después de casi un minuto de silencio le pregunté:

  • Entones Quique y para que yo lo tenga claro, ¿tú quieres que no solo folle en los intercambios matrimoniales, sino también con los amigos y amigas, y que me haga una más de las muchas putas conocidas que hay en el puerto? O sea, que lo que quieres es que me haga una máquina de follar.

  • Ya sabes Yoli lo que te he dicho durante muchos años, yo quiero que explotes ese precioso cuerpo que tienes. Que saques de él toda esa potencia sexual que llevas encerrada y no dejas salir. Que te llenes de placer cuantas veces lo desees y de la forma que mejor te apetezca, pero ¿por qué dices de follar gratis con amigos? Porque si vas a ser puta, tienes que cobrarles a todos. Y sobre todo, si vas a ser puta ¡sé siempre la mejor puta del puerto, la más pervertida de todas!

Y para sorpresa de los dos, yo, que me estaba calentando con la conversación, me corrí. Dejé la colilla en el cenicero y me fui corriendo al baño donde no solo me limpié de los abundantes fluidos que me estaban saliendo, sino que me empecé a masturbar como una loca. Necesitaba sexo fuerte en estos momentos, pero no lo quería de Quique ahora, sino de varios hombres, de muchos hombres ¡y todos ellos pagando en colas interminables!

El cerebro empezó a bailarme, las paredes se movían. Yo estaba muy excitada, mi masturbación era frenética y el estómago lo tenía muy revuelto, y de repente, empecé a vomitar, y por una de esas malditas casualidades, me corrí al mismo tiempo. Así que mientras mi estómago salía por mi boca, mis fluidos salían por mi coño ¡maldito tabaco, nervios y cervezas! Me vi muy desmadejada en el espejo, me arreglé un poco y salí.

Un poco avergonzada no volví al salón. Salí de casa y me fui a dar una vuelta, necesitaba despejarme. Estaba concentrada en mis pensamientos, pero mis pensamientos debieron ser especiales porque cuando me di cuenta, estaba paseando por los muelles y varios hombres me saludaban y alguno de no muy educada manera. Y vi el bar de la Cofradía, el bar de Paca, donde había follado con Pablo y con Nuno ¡y me volví a mojar! Apreté las mandíbulas y los puños para evitar estremecerme delante de todos, pero ahora no me importó que se me manchase la entrepierna del pantalón. Ni lo que pensasen de mí.

Pero mientras mi coño se abría al placer y sacaba de mí todos esos excitantes fluidos, mi cerebro se cerraba más y me planteaba enormes dudas. Cierto es que me empezaba a entregar a los placeres del sexo en manos de otros hombres y mujeres, porque mi esposo me deseaba así de liberal y abierta, aunque yo había sido educada en una pequeña parroquia (una aldea) de forma moralmente conservadora y de fuerte carácter. Para mí, familia, esposo, hijos, padres, suegros... era mi mundo. Mi esposo deseaba ampliarlo con muchos hombres y mujeres que usaran constantemente mi cuerpo. Y a mí me empezaba a gustar ese uso, aunque la duda persistía. Y me entró un MIEDO terrible ¿qué era lo correcto? ¿se podía vivir de una manera sin romper la otra?

Cuando llegué a casa, Quique estaba haciendo la cena, vio mi entrepierna muy manchada pero no dijo nada. Yo ni me cambié, atendí a nuestra hija, terminé con ella sus deberes escolares ¡ya sabía sumar y restar a su edad!, y la acosté. Le di un beso y mirándola pensé qué diría en el futuro mi hija de mí, si me dedicaba a la prostitución. Y qué pensaría de su padre, el inductor de los hechos causados... Cierto es que muchas mariscadoras con sus maridos embarcados durante meses, y muchas vecinas de este y otros pueblos, venían a disfrutar de los placeres sexuales, gratis o pagados. Yo solo sería una más de las muchas putas conocidas.

Cenamos Quique y yo una muy buena cena (Quique es un gran cocinero) y luego nos sentamos de nuevo en el sofá. Me abrazó y me dejé amar por él. Me abandoné en sus brazos, me entregué totalmente. No fue sexo salvaje, ni el mejor polvo del mundo, pero me demostró lo mucho que me amaba. Cierto es, que es un hombre muy "moderno" en todo lo del sexo, pero poco a poco empezaba yo a darle la razón. El sexo era divertido, placentero ¿por qué no entregarme a él? Y cuando los dos agotados, abrazados y desnudos encendimos unos cigarrillos y nos tomamos más cervezas, solo le dije:

  • Quique, pero folle con quién folle, gratis o pagando, lo haré a pelo. No me gusta el roce del látex. Y tú lo sabrás todo y con quién, y si quieres detalles tendrás todos los detalles que me pidas. Y si me hago puta, todos los gastos extras de la casa, pintura, muebles, TV nueva, cortinas, la ampliación de la cocina... todo lo pagaré con ese dinero, para que tú sepas que si vives confortablemente, es gracias a mi coño y resto de agujeros. Y tendrás que preocuparte de la niña cuando tenga que "trabajar".

Mi esposo me besó en la frente, me dijo ¡te quiero! y seguimos fumando y bebiendo, piel con piel.

A la mañana siguiente y por puta casualidad, al llevar la niña al colegio me encontré con Roxana que hablaba con Catuxa. Nos dimos un beso en los labios, no aparté mi rostro y al irnos las dos, Roxana me dijo:

  • Gracias por el beso en los labios delante de todas amor ¿ya no te vas a esconder? Aunque has debido besar en los labios también a Catuxa, está loca por ti.

  • ¿Catuxa? No lo sabía. Y si, no voy a esconderme ya ¿desayunamos con Paca?

Roxana me miró, sonrió y me cogió de la mano y así fuimos hasta el bar. Paca nos vio entrar, salió a nuestro encuentro, nos besó en la boca a las dos, nos sentó en una mesa y no hizo falta nada más. Pocos minutos después, sacó un buen y potente desayuno y las tres nos saciamos lo suficiente como para decirle sin ponerme roja:

  • Paca, quiero trabajar de puta contigo si es que puedo ser interesante para ti. Pero solo pocas veces a la semana. Ya sabes que soy una mujer de carácter fuerte, así que deseo sean relaciones duras y viciosas. Pocas, pero duras. Explícame qué debo hacer, que debo cobrar y cómo debo hacer las cosas.

Me miró muy sorprendida y me dijo:

  • Yoli, eres muy popular entre los pescadores y otros muchos que no lo son. Tienes un cuerpazo macizo muy apetecible, y ya te dije el otro día que hay más de 40 hombres que me están volviendo loca por saber cuando podrán follarte. En cuanto empieces, la lista será enorme. Y a todos ellos les gusta el sexo duro y están dispuestos a pagar por eso, porque no encuentran mujeres para ese tipo de sexo ¿estás segura? Porque todo el pueblo hablará de ti... y no muy bien.

  • ¿Cuántas mujeres putas conocidas hay en el pueblo? Mejor no hagas una lista. Pero debes entender Paca que yo no me dedicaré en plan profesional. Solo unas horas que no me interfieran en mi trabajo de mariscadora ni en mi vida matrimonial. Y por supuesto, los sábados después de las 18 horas y los domingos, solo son para mi familia. No me busques clientes esos días y horas.

  • Vuelvo a preguntarte si estás segura, piénsalo y háblalo con Roxana. Porque los domingos a la hora del futbol organizo con mi sobrina y Roxana unas orgías más salvajes que en el Imperio Romano y nunca ganarías menos de 1.000€ por cada una. Y follarás mucho y duro. ¿Seguro que no querrás ir a ellas y correrte mil veces?

No contesté. Concretamos qué días y horas laborables podrían ser. Habrían muchos días y horas libres para mí. También follaría con mujeres y matrimonios. Y solo me pidió un favor, que cuando yo follase con algún amigo gratis, en lugar de irme a un piso, siempre que pudiese lo llevase al bar para que todos me viesen entrando y saliendo con hombres, como la puta que iba a ser. A tiempo parcial, pero puta.

También quedamos que empezaría pocos días después, cuando meditase y "me entrenase mentalmente". Y que sería ella quien organizase "mi agenda y clientes", por un módico 40% de lo que pagasen por mí. Y salí de allí, creo que totalmente consciente de lo que iba a hacer, de lo que me iba a convertir. Aunque ¿alguna mujer casada es verdaderamente consciente de ese paso que tanto te va a marcar?

Tan consciente y decidida fui, que esa misma mañana y desde la cocina de mi casa mientras preparaba la comida familiar, llamé a Pablo y quedé en follar con él esa tarde y quedamos a las 6 en el bar de Paca. Llamé a Paca y al decírselo, me dijo que me tendría la habitación preparada y gracias por confiar en ella. Y que desde ese día, me trataría allí como una puta y me pasearía por el bar para que toda la cofradía supiese de mi dedicación a las labores, no solo del marisqueo playero, sino que mi propia "conchita, mi amado coñito" lo ponía también a trabajar "en busca de la perla apetecida".

Yo me reí, y minutos después me di cuenta que estaba aceptando con toda naturalidad el entregarme al servicio sexual como si ser una puta pervertida y saberlo todos, fuese lo más normal y natural del mundo. Y nuevamente se me puso el estómago medio revuelto. Supe aguantar las ganas de vomitar. Pero mis pezones estaban durísimos.

Cuando pocos minutos antes de las 6 me acercaba al bar de la cofradía, vi el coche de Pablo que frenaba en el aparcamiento, me esperé a que Pablo llegase a mi altura y con toda la naturalidad del mundo nos dimos un beso en la boca, le agarré del brazo y así unidos entramos en el bar. Me preguntó si me apetecía un buen Ribeira Sacra en la habitación y yo asentí. Paca nos sonrió y nos condujo directamente a la escalera general de subida a las habitaciones a la vista de todos los clientes y clientas ¡yo ya era una puta oficial! Aunque a Pablo le iba a salir gratis. Bueno, gratis conmigo ya que la habitación y el Ribeira y otros extras los pagaría él ¿no os imaginareis que lo vaya a pagar yo?

Pocos días antes y en esa misma habitación, follé con él y con Nuno. Aunque hoy no estaba nerviosa y esperaba que no se escapase tan rápidamente como el otro día. Y no lo hizo. Como sabéis, con su esposa y mi esposo hacíamos intercambios de parejas, pero luego ya nos veíamos a solas, incluso con su viciosa esposa, también a solas conmigo.

Apenas entramos nos trajeron la botella en una cubitera y las copas, Pablo me abrazó y me estrechó contra él y después de besarnos intensamente varias veces, me dijo:

  • ¡Qué buena estás Yoli! Tengo tus duras tetas pegadas a mí y me excitan como no te puedes imaginar. Las tienes grandes, duras y con unos pezones que son proyectiles.

Y yo me sonreí porque notaba como su polla estaba dura. Metí mi pierna entre las suyas y empecé a jugar con su polla rozándola con la pierna mía. La respiración de Pablo se hacía por segundos más irregular, se estaba excitando. Notaba como sus manos más que abrazarme me agarraban como si sus dedos me quisiesen estrujar, y de su garganta salían palabras tan raras que no entendía nada de lo que decía, pero seguro estaba volviéndose loco por follarme y quise provocarle mucho más. Quise saber si ese semental que follaba muy bien y por eso le llamé, sabía hacerlo hoy, a solas y caliente, mejor que las otras veces y le provoqué:

  • Pablo, tu polla es estupenda y me encanta sobre todo porque es gruesa y me llena, pero ¿querrás metérmela por el culo? Aún no me has follado por el culo y deseo saber cómo lo haces y cómo la siento dentro de mí ¡me gustaría tanto que me rompieras el culo!

Y ahí me di cuenta de mi falta de experiencia como puta y que con los hombres apasionados, no se deben jugar a ciertas cosas. A pesar de mi tamaño y peso, me agarraron sus manos por el culo, me montó sobre sus hombros y me llevó a la cama donde me tiró de espaldas. En apenas unos segundos estábamos los dos totalmente desnudos y al ver su polla tan recta y dura, me arrepentí de lo que le había dicho.

No era gruesa ¡era muy gruesa! Pero si yo estaba excitada desde hacía rato, el ver ese pollón me asustó y al mismo tiempo me produjo una rara sensación de placer. Si yo deseaba sexo duro, estaba segura que con varios amigos como Pablo, me abrirían bien todos mis agujeros y sería la puta perfecta que me explicaba Paca ¿orgías? Y por qué no. Quique tiene un abono para todos los partidos.

Pablo se tiró encima mío pero no buscó mi culo. Su boca atacó mis pezones. Los mordía, los besaba, los rozaba largamente con sus dientes, los lamía con su lengua, y su mano derecha jugaba con mi coño y dos de sus dedos penetraban en él volviéndome loca de placer. Y me olvidé de Quique, de mi hija, de mis padres... Y sin darme cuenta me convertí en una amante lujuriosa, o en una puta que se entregaba plenamente al placer sin problemas morales. Y me corrí muy satisfecha.

Pero Pablo seguía sin meterme la polla en ningún sitio. La agarré con la mano y la estuve moviendo un ratito ¡qué polla tan majestuosa Dios mío! Y entonces pudo darse cuenta que no estaba "enfundada" (1) en ningún agujero y me la clavó en el coño y al sentirla, me acojoné. Si en mi vagina dilataba mis músculos tanto como los estaba dilatando ¡qué cojones haría con mis músculos anales que son menos flexibles!

Mi semental ya no actuaba normal, su deseo de poseerme, de follarme, estaba creciendo tan exponencialmente, que era como un toro salvaje embistiendo a un desarmado torero. Y yo ni siquiera era vaca. Intenté ajustar mi cuerpo a sus embestidas que, dicho sea de paso, hicieron que me corriese de nuevo y esta vez de mi garganta salió un buen grito de placer. Y Pablo siguió embistiendo mientras su boca y todos los dedos posibles, jugaban con mis pechos y mis pezones. Sus manos aplastaban mis duras tetas que me dolían más que nunca. Mis pezones estaban supersensibles... ¡y me volví a correr! Y apenas unos segundos más tarde, con un grito de la selva, el que se corrió fue Pablo.

Se quedó unos instantes encima mío, agotado, sudado, sin fuerzas. Y yo me sentí como una madre con él. Le abrazaba, le acariciaba, le besaba. Mis manos recorrían su espalda con fuerza, con trazos largos, le cogían de la nuca, mientras mis labios se aplastaban contra los suyos y mi lengua penetraba en su boca para buscar la suya y jugar con ella. Y noté que su polla empezaba a crecer de nuevo ¡se había dejado caer tan agotado encima mío, que su polla aún estaba dentro de mí! Y me sonreí, ciertamente aún no era puta, pero sabía cómo hacer feliz a mi esposo y también lo haría con los demás.

Solo tuve que agarrar con mis fuertes manos su culo y deslizarme hacia abajo unos centímetros, para que su polla penetrase de nuevo en mi coño. Y ahora quien mandaba era yo. Su peso encima mío, no me permitía hacer aerobic, pero si me permitía follarle a mi gusto, y todas las mujeres sabemos cómo hacerlo y como sentir el placer de notar como crece una polla dentro de nuestro amado coño. Combiné mis movimientos de cadera en ligera rotación, con los movimientos de su culo que estaba en mis manos y yo lo subía y bajaba sin prisa alguna ¿alguna mujer tiene prisa en un momento así? Y claro, un rato después yo me volví a correr y Pablo también.

Yo me sentía plenamente feliz. Agotada, deshecha, sudada. Mi cuerpo pesaba toneladas y casi no podía ni moverme, ni tampoco tenía ganas de hacerlo. Nunca me había corrido tantas veces, creo que ni con Nuno. Pero si ser puta era alcanzar tal grado de placer sexual y encima ganar dinero ¡vivan las putas!

Descansamos un ratito y después, mientras los consabidos cigarrillos humeaban en nuestros dedos, abrimos el vino y fuimos disfrutando de él y del frescor que la divina cubitera lo había mantenido, y mientras disfrutábamos de esos dos placeres, Pablo, de sopetón me preguntó:

  • Perdona Yoli que te haga esta pregunta pero esta mañana me han dicho que vas a trabajar aquí de puta especial, muy especial, muy viciosa ¿es así?

  • Si, así es, todavía no se cuando empezaré, pero si.

  • ¿Y lo sabe Quique?

  • Él es quien me ha puesto en tus brazos y en los de otros y esta misma noche sabrá que tú y yo hemos follado. Y no te preocupes, puedes hablar con él de lo bien que lo pasas conmigo. Lo único que no quiere, es que alguien le diga que no ha sido feliz en mis brazos. ¿Crees que en este pueblo y con los marineros y visitantes que tenemos, se podría guardar el secreto de que soy puta... aunque no de todos los días?

  • Joder que suerte tiene. Eso es lo que yo quiero hacer con mi esposa y ella fuera de los intercambios no quiere nada más ¿no podrías convencerla tú con tu ejemplo para que también se haga puta? Podríais hacerlo las dos juntas, como pequeñas orgías.

  • Puedo intentarlo Pablo pero ¿por qué no dejamos de hablar y me rompes ese culo que me has prometido? Porque por ahora, mi culo sigue igual que cuando hemos subido.

El muy cabrón me sonrió, se acercó a mí, me dio una serie de besos maravillosos y me dijo suavemente al oído:

  • Voy a romperte ese culo. O al menos a darte esa sensación. Y es una lástima que no estés preñada o lactante porque me gusta cuando follo los culos, agarrarme a las tetas como si fuesen las riendas de una potra y cabalgarla castigándola duramente. Y ya que tu quieres ser una puta viciosa, aprenderás un poco lo que es eso.

Y si yo ya estaba muy caliente, me puso tan cachonda con esas palabras susurrantes, sus besos y ver como la polla se le iba creciendo y endureciéndose, que al levantarme me dio un pequeño mareo y me corrí de nuevo. Él mismo me llevó a la cama, me tumbó boca abajo, me puso dos almohadas bajo mi vientre para levantar mi culo y antes de darme cuenta, sus manos cayeron fuertemente contra mis nalgas varias veces haciéndome daño, inmediatamente separó un poco mis glúteos, apoyó el glande sobre la boca de mi ano y apretando con fuerza, me lo introdujo entero.

Por supuesto no era mi primera penetración anal, pero mi culo no se había abierto tanto nunca. Y Pablo siguió empujando. Y poco a poco toda su polla fue penetrando ¡Dios como dolía! Agarroté mis manos, apreté mi boca, mis labios. Mis sienes palpitaban con fuerza y mis pechos, doloridos como nunca, estaban a punto de aplastarse con las manazas y la fuerza de mi duro amante.

Y me volví a correr. Un calor desconocido me subía a la cabeza y llenaba todo mi cuerpo extraordinariamente sudado y jadeante. Noté como los huevos de Pablo llegaban a tocar mi vagina y me entregué totalmente al placer. Dejó de importarme todo, los dolores, si se rompían o no mis músculos anales... dejó de importarme todo lo que no fuese disfrutar de ese enorme placer que Pablo, con su inmensa follada, me estaba proporcionando.

Yo misma le facilitaba las cosas. Ladeé mi cuerpo un poco para facilitar su penetración. Levanté un poco más mis caderas para facilitar que me penetrase toda su polla ¡la quería toda! Y las manos de Pablo volvieron a caer sobre mi culo ¡y esas dolorosas palmadas me excitaron más! Y mi organismo me felicitó por todo ello porque nuevamente me corrí. Y me volví a correr. Y cuando noté que el cuerpo de Pablo empezaba a pesar más de lo habitual, me di cuenta que el que se iba a correr era él. Y con una brutalidad desconocida, me cogió de los pechos, me los aplastó hasta tocar piel con piel, me levantó de espaldas y noté como mis intestinos eran atacados por varias descargas de semen espeso, cálido y pegajoso. Instantes después, Pablo me soltó, todo mi cuerpo cayó pesadamente sobre la cama y solo dijo:

  • Joder ¡qué polvo hemos pegado! Jamás me he sentido más satisfecho. Serás una muy buena puta Yoli y si no tienes tiempo entre cliente y cliente para follar conmigo, pediré a Paca día y hora y te pagaré lo que sea, pero estos polvos los quiero repetir.

Un rato después, los dos bajamos por la escalera principal que daba al interior del bar cogidos de la mano. Todos sabían de mi carácter fuerte, de mi personalidad y quise así hacerles ver, que si me dedicaba a complacerles como puta, nadie quedaría arrinconado. Paca y su sobrina, con grandes sonrisas, nos dijeron que nuestros gritos se habían oído en el bar y a muchos se les había puesto dura. Nos invitaron a unos vinos, Pablo pagó el resto, nos fuimos hasta su coche y me dejó en la puerta de mi casa. Y allí mismo me despedí de él con un beso en la boca ¡acaso me importaba ya que me viesen las vecinas!

Y pocos días después volví a follar con Pablo. Y a través de Pablo, el domingo antes del futbol con un marino cincuentón patrón de pesca, Martín. Y ese fin de semana y acompañada de mi marido, con otros dos hombres más por el intercambios de parejas que hicimos. Y por supuesto, con todas las mujeres de estas reuniones y sobre todo con Roxana, mi maravillosa amiga-amante.

Y me reuní con Paca para decirle que ya estaba mentalmente preparada para trabajar de puta en su bar. Y acepté trabajar la semana siguiente con cuatro hombres que había seleccionado que, para mí, serian una sorpresa aunque eran muy conocidos míos. Ella nunca me daría nombres, solo días y hora, los servicios que me exigirían y lo que me pagarían. Y serían los hombres, cada hombre quien me pagaría en mano antes de follar con ellos y yo, antes de irme a casa, pagaría su parte a Paca ¡más puta imposible!... pero

Tres días más tarde...

Tres días más tarde, me sentí morir. Vomité como loca al levantarme y la parte baja de mi vientre me dolía de muerte, y caí en la cuenta, como sucede tantas veces en la vida de las mujeres que ¡mi regla no acudió a su cita mensual! Me cagué en todo lo cagable, me puse histérica, repasé con mi cabeza y el calendario en la mano todo lo que había follado en esas semanas anteriores y con quién, y al menos saqué una conclusión. Lo que naciese de mí, niño o niña, era de mi esposo con total seguridad.

Pero ya veríamos esa tarde lo que pensaría mi esposo cuando se lo contase al regresar de su trabajo, y si él también me daría la razón de que nuestro hijo fuese suyo. Y menuda manera de empezar a ser puta ¡con barrigón! Pero solo de otra cosa estaba segura, pasase lo que pasase, ¡Jamás abortaría! Es algo que odio y odiaré siempre.

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(1) En España, "enfundar" es meter la polla en un agujero. Como meter una espada en su funda.