Mi esposa me comparte

Así comenzó a compartirme mi señora... y yo tratando de conquistar sus amigas.

A Celia un día su marido le dijo que tenía una amante, pero que quería seguir con ella...,

me contó mi esposa (son amigas hace un buen tiempo) y me dijo que había decido Celia

al respecto... a mí se me prendió la lamparilla y algo más...

Mi esposa Martha hace unos años, en una de sus actividades de beneficencia, conoció a Celia. Una mujer rubia (teñida) unos 4 o 5 años mayor que Martha (37), casada, con un físico normal para su edad, cuidado pero sin que tenga algún destaque especial. Mi esposa es también una mujer con un físico normal, también cuidado, pero nada de otro mundo, quizás a mi gusto tiene un buen culo, que sabe mover muy bien y yo me enloquezco cada vez que lo penetro.

Un día Martha me dice que Celia tenía problemas con el marido, con las relaciones sexuales, con las salidas y regresos tarde, etc. Yo, conociendo a Martha y algo a Celia, rápidamente pensé (bueno no pensé prejuzgué) que el problema era Celia, que alguna vez la sentí decir que en eso del sexo estaba de vuelta, que ya no la motivaba. Como Martha últimamente se había afiliado a esa filosofía, mi crítica a pesar de ser dirigida a Celia apuntaba a ambas. Debo reconocer que mi esposa no era una negativa constante, en general teníamos relaciones los fines de semana o unas batallas hermosas cuando Martha tomaba vino de más y su libido se soltaba y la llevaba a hacer y decir todo lo que reprimía sobria porque es una señora seria...

En otra oportunidad, escucha a Martha y Celia hablar por teléfono un largo rato, algo que no era raro entre ellas. Al cabo de la conversación Martha me dice: el esposo de Celia le dijo que tiene un amante, que no se quiere divorciar y seguir viviendo junto a ella...

Yo – Junto a la amante???!!!

Martha – No, junto a Celia!!

Fue en ese momento que Martha comenzó con toda la explicación de la situación, las decisiones y lo conversado con su amiga. Resumido, Celia se iría a vivir al principal balneario de nuestro país, a una casita que tienen allí hace años. Y a pesar que no habría divorcio, de hecho, había una separación.

Entre todos los comentarios, surgió que Celia le había pedido que de vez en cuando la visitara. Por supuesto Martha aceptó gustosa. En la conversación le dije porque no aprovechamos el próximo fin de semana que vamos al balneario (otro, menos sofisticado) y el sábado nos tiramos hasta la casa de Celia. Pasamos la tarde, cenamos y volvemos, tan solo son 100 kms. por la autopista.

No sé si fue una neurona o quien activó la idea cuelga entre mis piernas, pero vino a mi mente la vieja fantasía de todos los hombres y que aún no había podido cumplir... estar con dos mujeres...

Me puse a pensar que en realidad mi esposa está bastante bien y que Celia no deja de ser una mujer interesante a sus cuarenta y tantos... Sentí la tensión en mi pantalón, disimuladamente mire, bajo la tela mi amigo palpitaba pidiendo salir de su prisión. Martha estaba distraía con la conversación mirando hacia otro lado, no me vio la erección. Y allí mis locas neuronas comenzaron a trabajar, como haré, como reaccionarán, que hago para ponerlas en situación, además no es que yo este con dos mujeres, es que los tres estemos cogiéndonos...

Pasaron un par de días y yo seguía pensando como hacer, si es cierto tengo muy poca imaginación pero a esto se le agregaba cierto temor sobre la reacción de ellas cuando el tema surgiera. Pensé en plantearle directamente mi intención a Martha, pero ya alguna vez me había dicho que no a la idea. Por otra parte Celia en el fondo era un misterio. A pesar que la había visto en casa y en reuniones de amigos, que conversamos, nos reímos juntos, etc., todo el problema con el esposo podría tirar por la borda mis planes e intenciones.

Cuando Martha colgó el teléfono y me dijo,

Celia nos espera el sábado a cenar, si vamos temprano podremos ir a la piscina del club que es cerrada, que te parece?

Me parece bien es lo que te había propuesto ir a visitarla el fin de semana.

Pues bien, hecho! Igual yo ya le había confirmado a Celia...

Quién más va?

Nadie más, solo nosotros tres.

Qué hago, pensé. Esta es una buena oportunidad, quizás no se de en otro momento. Y de pronto miré para la pequeña bodega que tengo en casa... eso es vino!! Esa es la solución. Si Martha toma mucho seguro que como siempre se desinhibe y bueno con alcohol todos bajamos las defensas. Aunque estén totalmente borrachas yo podría hacer algo. Ya no me importaba si ellas querían hacer un trío, en todo este tiempo me vinieron muchas ganas de cogerme a Celia tan solo por el morbo que me provocaba.

Y por fin llegó el fin de semana. El viernes luego del trabajo salimos, como siempre, hacia nuestro balneario. Esa misma noche pasamos por el supermercado que está ubicado a la entrada, junto a la autopista. Compramos algunas provisiones para nuestra casa, para llevar al otro día y yo terminé comprando seis botellas de buen vino tinto del país. Estaba dispuesto a llevar adelante un pequeño plan y si algo salía mal en el medio, tendría la excusa de que entendieron todo mal porque estaban borrachas. Martha se extraño de la compra de tanto vino, pero no comentó nada. Esa noche casi no pude dormir. Tenía una erección que tensaba la piel casi hasta doler, estaba algo nervioso por el tema del día siguiente, por lo que pasaría. Y de pronto siento que mi verga es aprisionada por una mano y una boca...

– Qué le pasa a mi hombre? No puede dormir? Tiene esto muy durito por su putita Martha?

Y nuevamente llevó el glande al interior de su boca donde, suavemente, succionaba y jugaba con su lengua

– Si mi amor, muy caliente me tienes, chupá, chupá con ganas.

Pronto ella se acomodó en un caliente 69 y ambos disfrutamos de nuestros sabores. Martha se incorporó se puso en 4 patas al borde de la cama.

dale cógeme, cógeme fuerte como tú sabes... dale verga a tu perrita puta...

Me pude detrás de ella, apunté a su vagina y sin ninguna resistencia clave mi pija hasta el fondo de su alma.

Ahhggghhh!! Gritó, fuerte! aaayyy que macho más lindo tengo... dame, dame verga.

Tiré de su pelo, golpeé sus nalgas con manos y caderas, Martha grita, gozaba y pedía más. Apoyo su cabeza en el colchón, llevó sus manos hacia atrás buscando abrir más sus nalgas así podía sentir más adentro la verga. Yo la tomé de los brazos y con fuerza inusitada, violentamente, comencé un mete y saca rápido, intenso, que pronto logro hacerla estallar en un fortísimo orgasmo y segundos después me hizo descargar, lo que pareció, litros de leche en lo más profundo de su concha.

Por unos minutos nos quedamos ambos en la misma posición, respirando agitadamente, yo aún dentro de ella y sosteniendo sus manos. Mi pene fue perdiendo rigidez, algo de mi leche mezclada con sus jugos comenzó a resbalar por sus piernas y las mías, dejando manchas circulares en las sábanas.

aaggghh... como me hiciste acabar, que rica cogida... que pasó porque estábamos tan calientes ambos?

No sé pero estuvo espectacular, ojalá hubiera más de estas seguido

Quizás ni tu ni yo aguantemos un rito así.

Yo primero probaría y luego diría si aguanto o no...

Lentamente Martha se dejó caer sobre la cama, mi miembro exhibiendo resto de los fluídos, gordo y caído se lo veía. Ella fue girando mientras contemplaba el flácido miembro, como una gata se arrastró por la cama, con un suave ronroneo abrió su boca y lo tragó nuevamente. En forma lenta y concienzuda se dedico a limpiarme la verga de todo resto e indicio del encuentro que habíamos tenido.

mi macho está más calmado?

Si, pero tu macho quiere dormirse con un dedo en tu culo

Uyy! Qué macho más malo, esta bien, pero hazlo suave no quiero que me duela...

Cuando mi dedo estaba totalmente clavado en su apretado ano, sentí el suspiro de Martha que se durmió profundamente, segundos después lo hice yo.

El sábado, para ser invierno, amaneció en forma por demás espectacular. Quizás el polvo de la noche pasada, las perspectivas del día y de la noche próxima me mantenía especialmente excitado. Sin nubes, un lindo sol y una temperatura agradable para la época.

Luego del desayuno, acomodar algunas cosas, pagar gastos, hablar con el jardinero que todos los sábados concurría a acomodar el jardín, emprendimos el viaje a la casa de Celia.

Martha se mostraba, extrañamente emotiva, se abrazaba a mi brazo derecho, ponía su mano sobre la mía cuando la tenía en la palanca de cambios del auto, e incluso llegó a levantarse la falda para mostrarme su concha y acariciarla. Yo trataba de poner mis sentidos en la conducción, pero era bastante difícil. Cuando llegamos a la ciudad balneario, Martha se recompuso, ordenó su ropa y me preguntó:

  • Te gustó?

Ojala lo hagamos más seguido, fue mi respuesta.

Me tendrás que traer a Punta del Este, y quien sabe quizás venga mamándotela todo el recorrido si no acabas en mi boca antes...

Yo ya estaba a mil, no sé que pasó pero mi mujer estaba muy activa y se mostraba como hacía tiempo no la veía.

Por fin llegamos a la casa de Celia y cuando puse el auto en la entrada del garage, salió celia con una bata de baño a recibirnos.

Qué suerte que ya llegaron, qué lindo día esta haciendo!

Si yo tenía muchas ganas de llegar, respondió Martha, mientras me miraba con cara pícara y me guiñaba el ojo.

Es mejor que se cambien y así ya nos vamos al club. Almorzamos allá algo liviano y aprovechamos la tarde, de regreso hacemos algo en la estufa a leña que ya está prendida, que les parece?

Para mi, bien. Respondí, mientras Martha afirmaba con la cabeza.

Y así pasó el día, fui al club, estuvimos en la piscina, nos dieron un espléndido masaje a cada uno las dos fisioterapuetas del club. Ambas mujeres se mostraron muy discretas luciendo mallas enteras, e incluso en algún momento jugando con unos niños de entre 5 y 7 años en la parte menos profunda. Yo aproveche para nadar algo, relajarme y leer el períodico y alguna revista.

Sobre las 18 hs. la mayoría de la gente se había retirado y nosotros nos pusimos las batas de baño y nos dirigimos al auto de Celia que estaba en el estacionamiento del club, para luego ir a su casa.

Necesitaremos comprar algo en el supermercado? Dijo Celia

No creo, respondió Martha mientras se acomodaba en el asiento delantero dejando sus piernas al descubierto.

Bueno, algo de vino para brindar por vuestra venida a mi casa, insistió Celia

Vino, si! Es lo que hace falta. Dije al tiempo que reía.

Sabes? Mi marido trajo 6 botellas de vino... y ahora dice de comprar más, si él casi no toma!!

Será que tu marido nos quiere emborrachar? Con qué intenciones? Más risas.

No sé, pero el no debe tomar esta noche porque luego tiene que manejar.

Pero no hay problema, Martha, si el toma o se emborracha se quedan a dormir, hay lugar de sobra en la casa.

Si se emborracha nos aprovecharemos de él, dijo riendo mi esposa.

Claro se aprovechan porque son dos contra uno dije yo también riendo.

Bien que quisieras dijo Martha y ambas rompieron a reir.

Pronto llegamos a la casa, Celia entró el auto para ya dejarlo guardado. Yo salí en bata para entrar el mío y bajar alguna cosa y el vino que habíamos dejado en el auto. Martha fue la primera en ir a bañarse. Celia me alcanzó las cosas para la parrilla diciendo:

Tú eres un experto haciendo carne asada, aquí tienes todo, si necesitas algo más ve a buscarlo a la cocina.

Mientras armaba la parrilla y ponía la comida al fuego de la brasa, Martha salió del baño y entró Celia.

Como dentro de la casa hacía calor, la estufa hacía horas estaba encendida, se puso un vestido de verano que había llevado "por si acaso".

Has visto lo que hay aquí me dijo Martha detrás del mostrador que separaba la cocina del living y el comedor.

Yo me dirigí hacia alli y como Martha señalaba hacia abajo me asomé por encima del mostrador. Martha tenía la falda levantada y me mostraba su concha y sus pelos prolijamente recortados.

Te gusta?

Si me gusta y me calienta. Tanto que te cogería aquí mismo, pero tú te quejarías porque está tu amiga Celia.

Qué bobo, eres! Te la muestro para que sepas que tendrás más tarde. Quiero que me des con ganas...

Pronto llegó Celia y fue mi turno de bañarme.

Cuando salí del baño, sobre la cama había un pantalón de tela blanca muy ligera tipo hindú y una camisa holgada que a mi me gustaba usar en el verano. Pero mi mujer no me había dejado ropa interior y como tenía el bañador aún húmedo y la ropa que me había sacado la pusieron a lavar, no tuve otra solución que vestirme sin ropa interior. Cuando llegue al comedor las mujeres ya habían abierto una de las botellas del exquisito Tannat y departían amigablemente sentadas en el sillón con sus veraniegos vestidos, de falda corta que dejaban ver sus muslos. Martha sin ropa interior, pensé y así sentada y ya mi pene comenzó a responder a los estímulos visuales.

En unos minutos la comida estuvo pronta, yo no tenía apetito o mejor dicho tenía apetito pero de otra cosa, por lo que casi no comí nada. Ellas comieron pero sobre todo bebieron. En forma increíble 4 botellas de vino se fueron entre el primer plato y el plato principal. Martha ya evidenciaba los síntomas de haber tomado de más y Celia le seguía las bromas y los cantos. Yo como todo un señor seguía con mi primera copa de vino. En la quinta botella comenzaron los gritos de "fondo blanco". Trate de aprovechar la ocasión e hice como que tomaba hasta la última gota. Ellas en cambio, y bajo mi control, bebieron dos copas totalmente. Seguían los cantos, los comentarios con doble sentido, las risas y cada vez más borrachas. Tanto que Martha se quiso parar y por poco se cae. Esto es siempre indicio que no puede más y que llegó al límite de ser casi una ninfómana. Me levanté y puse música de un CD que había traído para la ocasión. Las risas y gritos, con la música disminuyeron. Saqué a bailar a Martha, la música suave, su borrachera y su incipiente calentura, la hicieron que me abrazara con fuerza pegando su cuerpo contra el mío. Yo la apretaba y manoseaba delante de su amiga, con cierto disimulo. De pronto, se separó un poco de mí, busco a Celia con la mirada, allí estaba sentada, mostrando sus generoso muslos y con un par de botones desprendidos de su vestido que mostraban claramente el inicio de sus blancos pechos. Por un segundo pasó por mi cabeza en que momento se había desprendido esos botones. Martha la llamó con la mano y la invitó a bailar con nosotros. Sin dudarlo un segundo Celia se levantó del sillón y se dirigió a nosotros. Nos dio un beso en la mejilla a cada uno y dijo:

Gracias por invitarme a estar con ustedes.

Por fin parte de mi fantasía se hacía realidad, ahí estaba yo abrazado a dos mujeres, que apretaban su cuerpo contra el mío, borrachas, quizás sin saber lo que hacían pero no me importaba yo quería seguir disfrutando de esto. Como ya no tenía que disimular las caricias que le hacía a mi mujer, porque el único testigo estaba pegada a nosotros, fui bajando mi mano, levanté lentamente el vestido de Martha y apreté con fuerza su rotunda nalga para luego ir avanzando hacia la raya que me llevaría a su apretado culo. Oh sorpresa! Una mano estaba en la otra nalga de Martha. Sería de ella? No si mi esposa estaba desabotonando, con ambas manos, los últimos botones de mi camisa. Mi pene a cada segundo se ponía más y más duro y se clavaba contra el ardiente cuerpo de mi esposa. La otra mano también acaricia la raya de Martha, aunque me daba la impresión que respetaba mi prioridad como esposo de llegar a su culo.

Martha abrió mi camisa beso mi tetilla y pasó su lengua haciendo que mi pezón se pusiera duro, ella sabía muy bien que junto con mi pezón el pene crecía y endurecía más. Con un suave movimiento invitó a Celia para que hiciera lo mismo en mi otra tetilla. Celia inclino su cabeza, beso, lamió, mordió. Mi esposa desató la cintura de mi pantalón, que se fue deslizando al piso y con una mano tomo el rígido pene lo comenzó a masturbar y con la otra acariciaba mis testículos. Celia me miró a los ojos, en su cara había un brillo distinto, se acercó a mi cara y nos besamos en el mismo instante que Martha introducía mi verga en su boca y por debajo de la pollera de Celia buscaba la concha caliente y húmeda. Mi mano se prendió de una nalga de Celia y con la otra desprendí los botones del vestido y apreté una teta, pellizqué su pezón, que respondió al instante.

Ambas mujeres estaban desnudas bajo sus ropas, mi mujer no había traído mi ropa interior porque en el apuro se "olvidó", y yo me pensaba que era el gran macho planificador de una conquista...

Un fuerte suspiro y un leve gemido emitió Celia cuando Martha introdujo el tercer dedo en su vagina. Mientras continuaba chupando y pajeando mi verga que a cada instante se endurecía y ponía más grande. Busque las tetas de Celia y ella, sin dudarlo se movió para que pudiera acceder al enhiesto pezón y con otra mano agarraba firme del cabello a Martha y la movía para que succionara más y más a fondo mi verga.

Mi esposa logró desembarazarse de la verga y llamó a Celia: bajá! Le pidió. Celia dócilmente se fue deslizando y ambas de rodillas quedaron frente al palpitante miembro. Parecían dos sacerdotisas semi desnudas, devotas, rindiendo homenaje al dios del amor y el sexo. Se miraron y comenzaron a chupar en conjunto. Celia acariciaba mis testículos y su mano iba un poco más atrás hasta tocar el orificio anal. Martha tenía firmemente asida la verga desde la base, dirigiéndola a la boca de cada una alternativamente.

Amor, Celia necesita que un macho le dé fuerte con una buena pija, yo le dije que la tuya podría cubrir su necesidad, y ahora te pido, cogela mi amor, cogela y hasta hacerla sentir tan puta como yo.

Incorporé a Celia y la fui llevando al sillón, donde de rodillas y con las manos en el respaldo me ofrecía sus agujeros a mi uso y abuso. Cuando iba a orientar mi verga en lo más profundo de su vagina, Martha gritó: espera, yo, yo, yo lo hago, dejame pensar que tengo una rica verga y me cojo a mi querida amiga del alma...

Martha se puso a mi espalda, apretaba su cadera contra mis nalgas sus pechos se clavaban en mi espalda, intentaba mirar por encima de mi hombro en que posición estaba Celia. Yo separé las nalgas de Celia para que los dos agujeros que nos ofrecía se vieran perfectamente. Celia se acomodó un poco más en el sillón, tomando una posición en la que exhibía mejor sus orificios. Martha tomo con ambas manos el duro cilindro de carne y lo orientó a la vagina abierta y mojada de su amiga.

  • Ahí te va la verga, puta mía. Dijo Martha a Celia

  • Si!! Martha mi hembra caliente y puta, hazme tuya cógeme!!

Yo parecía una especie de instrumento entre ambas mujeres, un consolador gigante con el cual ellas jugaban y disfrutaban.

Cerré los ojos y deje de pensar e imaginar cosas, cuando la verga se fue abriendo camino en la jugosa concha. Celia comenzaba a suspirar, gritar, pedir más...

De pronto, como si Martha tuviera un pene y estuviera clavándolo a su amiga, me golpeo con sus caderas con fuerza. Mis caderas se impulsaron hacia adelante, mi verga penetro hasta lo más profundo de Celia y ésta grito:

  • Ssiiii, asiii!!! Dame esa buena verga Martha!! Esa verga que tú te comes, que te coje. Soy tu puta mi amor dame esa rica verga de tu marido que la necesito tener la muy adentro...

Continuará