Mi esposa me ama (3)

Mi claudita hace de mi lo que quiere en mi luna de miel.

MI ESPOSA ME AMA (III)

Una vez en el hotel, a media tarde, Claudia se desnudó de inmediato, para ponerse un bikini y "ordenarme" que consiguiera toallas, bloqueadores solares y demás cosas que necesitaría, saliendo a la alberca sin esperarme siquiera. Llevaba puesto un bikini blanco minúsculo y sandalias de tacón de aguja, por lo que sus glamorosas nalgas se movían cadenciosas y orgullosas. Al alcanzarla, ya estaba en una tumbona a un lado de la alberca, siendo objeto de admiración por parte de todos los hombres que se encontraban ahí, particularmente de dos jóvenes de unos 20 años que no dejaban de mirarla y admirarla.

Como yo soy buen nadador, de inmediato que dejé las cosas, me zambullí a la alberca, invitándola a unirse a mí, pero ella ya platicaba con estos jóvenes y reían entre bromas y miradas entre los tres. Pasado un rato, me dijo que iba a la playa, que se ubicaba pegada al hotel, y que recogiera su bolsa y los enseres y la alcanzara cuando saliera de la alberca. La vi alejarse con los dos jóvenes muy feliz, mientras a mi me corroían los celos, por lo que salí de la alberca y decidí reunirme con ella de inmediato. Claudita, inocentemente se dejaba guiar ya abrazada por ellos a las blancas arenas junto al mar, contoneando su hermoso trasero que iba al aire totalmente, ya que el hilo iba incrustado muy dentro de sus gluteos. Estos jóvenes se veían avispados, pues antes de llegar ya la tomaban de la cintura y un poco mas abajo, diciéndole cosas al oído que la hacían reír y contonearse mas aún, chocando su cadera a las de ellos. Decidí unirme cuanto antes al grupo, para evitar males mayores. Pero ellos se tendieron en una toalla gigante, en la que ya no cabía yo, dejando a Claudia en medio de ambos, por lo que tuve que conformarme con poner una toalla a un lado y sentarme a verlos disfrutar de los encantos de mi esposa.

De inmediato escuché que ella les comentaba que "es nuestro primer día de luna de miel, porque nos casamos ayer, pero Moncito es tan bueno que lo único que quiere es que yo goce mucho y me divierta lo mas que pueda, que es su único deseo" y volteando hacia mí, confirmó su frase preguntando: "¿Verdad que es así Moncito?", por lo que tuve que contestar afirmativamente, con desesperanza. A los pocos minutos la llevaban los dos casi cargando a jugar al mar, donde ella feliz se abrazó a uno y otro dejándose tocar toda por mas de media hora, en la que no pocas veces le bajaban la parte de arriba del bikinito, saltando sus globos al aire. Lo que aprovechaban estos tunantes para besárselos mientras ella protestaba tímidamente sin prohibírselos realmente. También le pusieron un visor y la cargaban para que ella sumiera la cabeza en el mar, aprovechando ellos para manosear sus muslos y entrepierna así como sus meloncitos, simulando detenerla mientras ella "buceaba". Yo me empecé a sentir muy desorientado, pues a la par que me sentía celoso, una erección tremenda delataba que estaba muy caliente con esas escenas, por lo que me puse una toalla encima. Claudia, al salir del mar, fue precisamente a tomar la toalla que yo tenía en mis piernas, viendo mi calentura. De inmediato sonrió y se inclinó a mí diciendo:

"Moncito, veo que te encanta que me divierta. Es lo que supuse siempre amor, pero no te preocupes que te haré así de feliz toda tu vida; ya lo verás".

Acto seguido, me presentó a sus nuevos amigos, a los que saludé acremente, diciendo a Claudita que debíamos ir a cambiarnos para la cena. Con unos ojos que parecían lanzarme cuchillos, se despidió de ellos con abrazos que mas me enojaban, quedando con ellos para la noche en alguna discoteca que le recomendaron.

En cuanto entramos a la habitación del hotel, me escabullí a la ducha, pretextando querer quitarme el exceso de cloro de la alberca, pero hasta allá me alcanzó furibunda mi Claudita, armada con un cinturón mío, para empezar a golpearme por donde atinaba, por lo que yo solo me agaché y me encogí intentando proteger mi cara, mi verga y mis huevos como podía. Mas enojada aún si cabe, me ordenó salir de ahí e hincarme ante ella. En ese momento, lloriqueando le pedí que se calmara, lo que la enfurecía mas, por lo que opté por obedecerle finalmente.

Salimos los dos del baño y a media habitación me postré ante ella rogando que parara aquel castigo. Por respuesta me preguntó: "¿sabes lo que has hecho mon?" "¿sabes el ridículo que he hecho por tu culpa?" añadió: "Creí que harías lo posible por hacerme feliz, pero empiezo a tener mis dudas, por lo que vamos a aclarar las cosas en este momento". "Tu eres mío y de nadie mas". "Vivirás para adorarme y para procurar mi felicidad y nada mas". "Si no piensas así, es tu momento de decirlo, porque en este momento rompemos y cada quien se irá por su lado, pero si decides que sigamos, deberás ajustarte solo a hacerme feliz sin importar lo que yo necesite para ello". "Yo te amo Mon, pero si no serás obediente a mis órdenes en todo, deberé abandonarte antes que me hagas sufrir", añadió finalmente. Yo lloraba quedamente desnudo y postrado ante ella y sin pensarlo mas, por el pánico de pensar siquiera en que me dejara, me abracé a sus piernas y le juré solemnemente que la obedecería en todo y no haría más que procurar su felicidad. Ella por su parte, muy molesta aún, me dijo: "Sabes que tendré que castigarte", ¿verdad moncito? Yo solo moví la cabeza afirmativamente, sin atreverme a alzar la vista a sus ojos. Sin decir más, ella se quitó el bikinito, dejando su hermosa desnudez ante mí y se metió al baño a ducharse, ordenándome que entrara a bañarla. Presuroso y agradecido entré a restregarle su cuerpo con el jabón y una suave esponja con la que la recorrí cada centímetro con sumo placer. Me indicó que me hincara y lavara perfectamente sus delicados pies, cosa que hice embriagado de amor. Ya no me importaba lo que me hiciera ni como me tratara; en ese momento me convencí de que era el más feliz de los hombres al tenerla.

Con veneración fui lavando sus pies mientras los besaba, intentando tardar para gozar el momento. Estaba a mil y sentía que en cualquier momento tendría un orgasmo fenomenal. Al terminar me indicó que la secara, cosa que hice con mucha devoción y cuidado por todo su cuerpo. Después me dijo de pronto que me pusiese a gatas con el culo levantado y las piernas lo más abiertas que pudiera, ya que debía recibir mi castigo. Al instante obedecí sin importarme ya nada. Con el mismo cinturón con que me había golpeado, empezó a golpearme con una fuerza tremenda la espalda y los glúteos, lo que hizo que se borrara de golpe mi excitación para dar paso a mis sollozos. En pocos golpes me tenía las nalgas con un dolor insoportable. Pero ella fue mas allá, al empezar a golpear mis huevos desde atrás con el cinturón, lo que fue ya insoportable para mí y gritando de dolor me desmayé. De inmediato ella me tiró agua helada en la cara para reanimarme y me empezó a azotar muy enojada por mi debilidad ante sus golpes; lo hacía por todos lados, gritándome que era una mujercita débil y lloroncita, por lo que no la merecía. Remató dando dos cintarazos en mi verga y finalmente se calmó, indicándome que me levantara a vestirla; que para lo único que serviría desde ese momento sería para ser esclavo de ella. Con mucho dolor me incorporé y empecé a vestirla con la ropa que me iba dando, mientras continuaba sollozando. Ella con toda calma me decía que era su niñita por lo que en privado sería moni para ella.

Que era su esclavita y que ya se encargaría de que me convenciera de ello. Me ordenó que para que nunca lo olvidara, a partir de ese momento debería usar tanga de mujer, por lo que me dio una de ella, de color rosa pálido, ordenándome que pusiera mi maltrecho y dolido instrumento hacia atrás al colocarme la tanga. Aún llorando, fui haciendo lo que me pidió, notando como el hilo trasero de la tanga se introducía entre mis amoratados glúteos, lo que me resultaba muy molesto. Acto seguido, ya vestida ella con una blusa semitransparente de color morado y con una minifalda de vuelo, sin vestir mas que tanga como ropa íntima, me ordenó le pusiese sus medias, de color oscuro, que le llegaban solo hasta medio muslo, por lo que se veía de infarto. Acto seguido, arrodillado, le calcé unos espectaculares tacos altísimos de aguja negros. Tranquilamente se sentó a maquillarse y arreglarse el pelo, mientras me dio a mi libertad de arreglarme para la salida nocturna. A las 10 de la noche estuvimos listos y antes de salir, me dijo muy seria: "Moni, esto es para que nunca hables lo que no debas hablar" y acto seguido me dio dos bofetadas fuertísimas. Enseguida me besó dulcemente y me hizo prometer que yo siempre haría lo que se necesitara y estuviera a mi alcance para verla feliz a ella solamente, no importando lo que fuera. Así lo hice, y ella se prendió de mis labios haciendo que mis desdichas se olvidaran y sintiera en la prisión del tanga que portaba, una erección tremenda.

Cenamos en un buen bar, empinando una botella de tinto y ella cambió de humor. Estaba muy alegre por lo que incluso me estuvo acariciando piernas y mi lisura debida a la tanga y la posición de mi garrote. Nos levantamos y la abracé de la cintura para dirigirnos a la disco que le habían recomendado. Llegamos y estaba ya bastante llena, sin embargo pudimos entrar hasta la barra, donde pedimos unos rones. Casi de inmediato aparecieron sus amigos, por lo cual a mi me hicieron a un lado y se puso uno de ellos a cada lado de ella, admirándola y comiéndosela con los ojos.

Esta vez yo solo sonreía a todo, por lo que pronto me incluyeron en el grupo y estuvimos charlando y bebiendo media hora mas o menos, hasta que el estruendo de la música anunció que se abría la pista. De inmediato uno de ellos, David, alto, delgado y muy rubio, la llevó a la pista, en donde la perdí de vista por la gran cantidad de gente que bailaba ya. El otro amigo, Arturo, de pelo quebrado y castaño, moreno de tanto sol, era agradable de plática y muy directo, por lo que me dijo: "que suerte tienes de haberte casado con una mujer tan linda y agradable, Ramón. Además está que para un tren de buena. Pero por si fuese poco, es abierta a las amistades y me da gusto que tu no la celes tontamente". Estuve a punto de replicar, molesto, pero recordé la promesa hecha a Claudia y solo sonreí. Además, me la pasaba en grande viendo tantas chicas hermosas y me sentía medio achispado por las copas ya bebidas. Así que seguimos charlando y bebiendo por un buen rato, hasta que un mesero anunció a Arturo que le había conseguido ya una mesa al fondo.

Cuando nos íbamos a dirigir élla, apareció Claudita con la blusa casi completamente desabotonada, con David siguiéndola de cerca. Sus hermosas tetas casi se salían de la blusa. Venía bastante despeinada y muy sonrojada. Juntos nos fuimos a sentar a unos cómodos sillones en la penumbra de la disco, en los que mi trasero no me ardía tanto y donde por la ubicación no nos hacíamos notar casi. Ella se sentó a mi derecha y enseguida de ella Arturo, mientras que David estaba en la otra orilla ordenando una botella de ron. De inmediato Claudita volteó y me dio un beso de miedo que hizo que pese a la posición de mi aparato se me endureciera. Enseguida empezó a lamer mi oreja, con lo que logró que me pusiera en éxtasis. Al oído me empezó a susurrar: "Mon, verdad que quieres ser mi cornudito?" y siguió: "¿Verdad que me quieres entregar a estos amigos para hacerme feliz?. ¿Verdad que permites con alegría que me traspasen con sus vergas?". En ese momento me di cuenta de que Arturo le acariciaba las piernas a Claudita que ya tenía la falda totalmente levantada, mientras ella lo acariciaba sobre el pantalón. A mi seguía hablándome al oído y decidí sacar de su encierro mi nabo, bajando la tanga que usaba, con mi mano por dentro del pantalón. Al instante saltó de la tanga y sentí que en cualquier momento me correría.

Entonces me empezó a besar con fuerza moviendo su lengua por toda mi boca, con lo que no aguanté mas y me corrí, manchando mi pantalón. Claudita esperaba solo eso para decirme al oído de nuevo: "Fíjate bien como aguanta un hombre verdadero esclavita moni". Entonces se cambió de sitio, sentándose entre los dos amigos y dejándome a mi manchado y frustrado, aunque puse cara de alegría. Ella se veía algo ebria y se empezó a abrazar con Arturo, mientras David la acariciaba por todos lados. Pronto se abrió completamente su blusa y se salían sus hermosas colinas a cada momento, cosa que aprovechaban los dos para lamerlas y chuparlas. Ella empezó a gemir dulcemente mientras les abría sus cierres y les metía mano a sus porongas. Entonces ya muy excitada empezó a hablarme mientras seguía en sus juegos: "Moooooncitoo" gemía: "Verdad que quieres que gocen a tu flamante esposa?" Diciendo esto, sacó el cipote de Arturo, que era mayor que el mío (no mucho mas) y mucho mas grueso. Lo empezó a agitar, a la vez que se iba levantando para sentarse de espaldas a Arturo sobre el; mientras, me seguía diciendo: "mira como se hace monooon, aaaaah, aaaahhhh". En la penumbra, al oirla gemir así, supuse que se estaba ensartando al palo de Arturo al sentarse en él. Solo la veía subir y bajar. Mientras, David besaba y pellizcaba sus tetas con deleite, lo que me puso de nuevo excitadísimo. Volteé a ver la pista y con estupor vi que tres muchachos y una jovencita veían como hacían a mi Claudita, sin que a ella pareciera importarle, pues seguía gimiendo y pidiendo más. Enseguida vino el mesero, lo que obligó a ambos a que la sentaran en su sitio y le bajaran la falda y cerraran un par de botones la blusa. Ellos se cubrieron los pitos con el mantel y yo avergonzado les pedí que saliéramos ya de ahí.

Al pedir la cuenta David, el mesero parecía aliviado y decepcionado, pero la trajo de inmediato, por lo que Claudita abrazada de mi y de Arturo, y seguidos muy de cerca por David, salimos de la disco. Entonces idearon ir a un bar muy tranquilo que dijeron conocer, donde nadie nos molestaría, por lo que subimos al auto de David. A mi me pidieron conducir, mientras ellos se subieron atrás. Subiendo al auto le desabotonaron su blusa de nuevo y subieron su faldita hasta la cintura, mientras ella les sacaba sus pollones del pantalón, con lo que vi que la polla de David era considerablemente más grande que la mía y de bastante grosor. Ella se veía sumamente excitada, mientras era besada y tocada en todo su cuerpo. De nuevo Arturo la sentó sobre el, metiéndole la verga de una estocada hasta el fondo, mientras ella, con sus manos sobre el asiento delantero, empezaba a gemir muy fuerte y a darse sentones espectaculares.

Mientras, David se hincó sobre su asiento y le puso su aparato en la boca, por lo que ella empezó a chuparla con desesperación. Yo no aguantaba mas y saqué mi verga del pantalón, tratando de pajearme mientras conducía y veía el espejo retrovisor cuanto podía. Claudia empezó a decirme mientras gemía: "Mooncitooo, aaahhhhh, mira como me tienen Moncitooo. Que ricas trancaaaaas, aaaaaaaggghhh, que divina lunita de miel me regalas, mi cornudiiiiiitoooooo". David me indicó una esquina donde se veía un luminoso de Bar, por lo que busqué estacionarme en el sitio. Al apagar el motor pude voltear hacia atrás para ver que Claudita, abierta de piernas, estaba empalada y con las piernas levantadas totalmente. Gozaba y gemía recibiendo a Arturo, mientras David la follaba por la boca, amasaba y pellizcaba sus hermosas tetas. Yo me puse nervioso por la gente que pudiera ver, pero a ninguno de los tres importaba. Efectivamente dos chavales se pararon fuera del carro a ver como la tenían, mientras comentaban las delicias de tener una puta así de caliente y de hermosa. Se notaba que se calentaban por el bulto que se les veía en los pantalones. Atrás del auto, Claudia empezó a emitir verdaderos alaridos mientras los dos atacantes la llenaban de leche, uno en su concha y el otro en su boca y cara. Claudita ya no se molestó en limpiarse, simplemente se abotonó la blusa en la parte inferior y bajó del auto conmigo, mientras Arturo y Luis, dentro, guardaban sus armas. Acto seguido Claudia me dio un tremendo beso, pasándome con él, parte del semen que acababa de recibir en su boca, mientras embarraba mi cara con la leche que ella tenía en la suya. Estuve a punto de chorrearme de nuevo y solo logré contenerme debido a que nuestros amigos ya la tomaban del brazo para entrar al bar.

Una vez en el bar, me di cuenta de que era bastante oscuro y de que había muchos apartados con sillones para quienes desearan usarlos, y mesas alrededor de la pista. También había bancos altos en una gran barra. Se veía un ambiente erótico muy fuerte, ya que las parejas que bailaban lo hacían con movimientos y caricias de escándalo sin que al parecer nadie se fijara mucho en ello. También en el área de apartados y barra se veía un desenfreno entre las parejas que ocupaban esos sitios. Inicialmente nos sentamos en la barra mientras se conseguía apartado, por lo que sentaron a Claudita estos calaveras en medio de ellos, mientras yo quedaba totalmente a la izquierda. Decidí ir al baño a limpiarme y lavarme la cara, cosa que hice. Al regresar ya Claudia empezaba a empujarse la segunda copa de ese bar, mientras David ya le tenía la falda muy arriba y le metía una mano entre las piernas descaradamente. Un hombre de unos 45 años, rubio y apuesto se acercó a ellos, diciéndole a ella que le pagaría el triple de lo que le pudiera estar pagando su acompañante por estar con ella, por lo que de inmediato caí en la cuenta de que nos habíamos metido en un putero de lujo. Claudia pareció no entender la pregunta, por lo que el hombre le ofreció mil dólares por estar la noche con el y otros dos amigos que iban con el. Yo me puse furibundo e iba a intervenir cuando ella empezó a reír, comprendiendo lo que pasaba y diciéndole con descaro que era recién casada y señalándome a mi como su flamante esposo. Enseguida le dijo que por dos mil dólares iría con ellos, pero que yo tendría que acompañarlos. Yo no podía creer lo que escuchaba.

Mi Claudita se estaba descarando y se comportaba como una puta total sin importarle nada. El solo emitió una gran carcajada y aceptó de inmediato, con lo que Claudita se levantó de su asiento ante la incredulidad de David y Arturo quienes se quedaron pasmados, mientras yo seguía a este hombre, quien ya llevaba a Claudia tomada de la cintura, a un apartado. Mientras les seguía, no dejé de sentir mi corazón roto de saber la verdadera identidad de mi esposa, por lo que llegué al apartado con un semblante de tristeza y malestar. Claudia, ya bastante tomada, no lo notó y de inmediato se sentó entre los tres hombres, todos con pinta de ejecutivos y al parecer gringos. Todos parecían cortados con la misma tijera, con la diferencia de uno de pelo mas rojizo y muy pecoso. Bebían whisky y de inmediato le sirvieron a Claudia una gran medida en un vaso, mientras sin consideraciones le sacaban los globos de la blusa y empezaban a amasarlos con rudeza. El que la había contratado le subió la falda y le quitó su mini tanga, ordenándole que se quedara con la falda arriba y las piernas abiertas para espectáculo de todos.

Dos botellas mas tarde, la pobre Claudia había sido tocada, amasada y pellizcada en todas sus partes por los tres sujetos y se veía totalmente ebria, con el pelo totalmente revuelto y con el placer pintado en su rostro. En la penumbra se veía claramente el maltrato de mordidas en sus senos y cuello. Fue entonces que decidieron salir para ensartarla en otro sitio. Salimos y subimos a una limusina que les esperaba, en la que al arrancar el chofer la desnudaron y uno de ellos la encaramó en su cipote, para llenarla de una estocada totalmente.

Otro de ellos, a su espalda, le abrió sus nalgas con rudeza y untando lo que parecía ser crema de algún tipo de canapé en su culo, también la clavó fuertemente. A ella se le saltaron dos lágrimas y pidió gritando que le sacaran ese infernal tronco, porque la partían. Lejos de hacerle caso, el tercer tipo, la obligó a abrir la boca y se metió a fuerza una gran verga en la boca, hasta la garganta, con lo que mas lágrimas asomaron a sus ojos. Por espacio de unos dos minutos ella solo gemía de dolor, pero pasado ese lapso empezó a gozar al parecer, porque se empezó a mover cadenciosamente ante el empuje de los atacantes y a abrazarse al que tenía al frente. Pasados unos 10 minutos más, empezaron a eyacular, llenando todos sus orificios de semen. Tranquilamente se guardaron sus armas y riéndose de mi, le aventaron el dinero prometido. Indicó algo uno de ellos al chofer tocándole en el vidrio separador, porque el auto paró y nos bajaron a empujones burlándose los tres ruidosamente.

Claudia estaba desnuda y media cuadra adelante vi que arrojaron por la ventanilla la falda y la blusa, por lo que corrí por la ropa y regresé a vestirla. Se veía totalmente ebria y desmadejada. La abracé y levanté del piso. Se veía que el culo le ardía al caminar, porque se abría mucho de piernas para hacerlo. Enseguida la vestí, para intentar buscar un taxi que nos llevase al hotel. Al llegar a éste, ya amanecía y los empleados veían a Claudia en el estado que llegaba y solo murmuraban entre ellos. Ya en la suite, la desvestí y la metí a la cama, arropándola cuidadosa y amorosamente, mientras ella ya dormía profundamente.