Mi esposa me ama (2)
Segunda parte de la forma en que me vi dominado y lleno de amor por mi Claudita.
MI ESPOSA ME AMA II
El siguiente sábado, fue la boda.
A las 12 de la mañana se realizó la ceremonia, en la que por toda parentela mía estaban dos primos míos, la esposa de uno de ellos que ya era casado y una tía. En cambio, ella tenía cuando menos doscientos invitados, entre los que se encontraban sus padres. El era un hombrecillo bajo de unos 43 años y ella una mujer alta y voluptuosa de muy buen ver, de unos 38 u 40 años, con unos senos muy grandes a diferencia de Claudita. Iba vestida en forma provocativa y traía a mi suegro de un brazo, jaloneándolo a todos lados mientras intervenía en todo y con todo mundo.
Tras la ceremonia, en el gran salón del mejor hotel de la Ciudad, dio inició la fiesta (que me costó una pequeña fortuna), en la que Claudia se veía radiante y hermosa como nunca. Si bien su vestido de novia era amplio y hasta el piso, arriba el escote era escandaloso adelante y atrás, llegando el escote delantero hasta abajo del ombliguito hermoso que tiene, y atrás casi hasta la raya de sus hermosísimos glúteos, apreciándose que no llevaba ropa interior, ya que arriba con cualquier movimiento se salían casi sus tetas, dejando poco a la imaginación de quien pusiera atención. Una vez instalados en la mesa de honor, ella se dedicó a ir de mesa en mesa saludando y besando a toda la concurrencia, mientras yo sentado bebía olvidado por todos, incluidos mis primos, que solo tenían ojos y atenciones para Claudita.
Solo su amiga Norma llegó a felicitarme muy efusivamente pegando sus grandiosas tetonas a mi cuerpo diciéndome que era afortunado de llevarme semejante mujer por esposa. Al iniciar la música, yo me encontraba ya un poco ebrio, por lo que ella solo se acercaba de cuando en cuando a darme un beso y se retiraba a beber y bailar con todos los que la invitaban a ello. Casi todos aprovecharon para pegarse a ella y restregar su anatomía. El gerente de nuestra empresa fue especialmente descarado en ello, viéndosele a ella complacida y feliz en todo momento. Transcurrieron las horas, hasta que llegó el momento de ir a la suite del hotel en que nos quedaríamos esa primera noche. Mi suegra, sin conocerme, me jalaba de las mejillas diciendo que más me valía hacer feliz a Claudia y no recibir nunca una queja de ella. Yo estaba tan alcoholizado, que entre el Gerente de nuestra empresa y uno de mis primos (Orlando, de 24 años), tuvieron que ayudarme a llegar al elevador y después introducirme a la suite. Ella todavía les invitó a ambos a beber unas copas más en nuestra compañía, por lo que yo, tres copas después quise dejar de beber. Claudita casi me hizo tomar tres fuertes copas mas empujando el vaso hasta que me lo acababa.Me quedé dormido en un sillón. Un rato después, debido al alboroto que se escuchaba, medio desperté y abriendo un poco los ojos, vi que Claudita bailaba con ambos al mismo tiempo, a la vez que se dejaba mamar las tetas del gerente, ya con los tirantes del vestido retirados de su sitio, y acariciar el trasero por dentro de la ropa por mi primo, ya que el vestido de Claudia estaba ya algo debajo de su cintura.
A pesar de mi embriaguez, la sangre se me agolpaba en la cabeza de enojo. Como pude intenté quejarme, pero Claudia de inmediato se acercó a mi diciendo: "Moncito, no puedes ni tenerte derecho en el sillón, menos podrás bailar y divertirte, así que solo dedícate a ver y goza viendo como me divierto amorcito" mientras lo decía me pellizcaba con energía una mejilla, al igual que antes hizo su madre, como tratando de indicarme que así quería que me comportara. Vi entonces entre neblinas como se dedicaron a gozarla a ella metiendo mano por todos lados, hasta que finalmente le bajaron el vestido, dejándola solamente con liguero, medias y tacones. Entonces los dos se desnudaron también, viendo yo entre la bruma del alcohol que el Gerente tenía un garrote enorme y coronado con una cabeza que emulaba a un hongo gigante. Orlando no se quedaba tan atrás, aunque no lo igualaba en absoluto. Se sentaron en el sillón grande frente a mí y Claudita jugaba riendo y emitiendo grititos de emoción con las dos vergas, las cuales manoseaba y restregaba en su anatomía. En un momento dado, el Gerente la bajó del sillón y la puso a gatas frente a mi, iniciando pases por la gruta de mi esposa con su aparato, mientras ella, medio beoda, me veía sonriente y con los ojos vidriosos. De pronto el Gerente le empezó a introducir el enorme falo, mientras Claudita solo gemía y me movía para que viese aquella gran cogida que le empezaban a dar. Orlando, parado a un lado, movía furiosamente su pene viendo la escena. Yo intenté levantarme, pero Mi flamante esposa dijo entre gemidos: "Mooncitoo, quédate ahíi vienndo como goza tu Clauditaa y aprendee". Tras estas palabras se apoyó con sus manitas en mis muslos y recargó sus preciosos pechos en mis piernas, mientras el Gerente, empujando con vigor su bestia dentro de Claudita ella aullaba de gusto, diciendo: maaaas, hasta el tooope por favor, aaaaaagghh, al tiempo que se vaciaba. El gerente gritaba también estremeciéndose en un gran orgasmo.
Al quitarse el Gerente, Orlando tomó su lugar, queriendo entrar por el culito de Claudia, pero ella no se lo permitió, abriendo sin embargo mas su rajita que escurría a raudales, y Orlando la serruchó sin consideraciones por una eternidad (como 10 minutos) mientras Claudia gemía y gritaba moviendo su cuerpo con placer, consiguiendo dos orgasmos mas, hasta que él también le inyectó su semen en la panocha. Ambos se vistieron y el Gerente le dijo a mi esposa que le entregaba su premio "de bodas", dándole un sobre. Enseguida le comentó que esperaba que al regreso de la luna de miel estuviera de nuevo dispuesta "como siempre"; acercándose a mi, me dijo sonriendo que ya era un "cornudito en toda regla" y que en la oficina lo sabrían todos; mi primo le dijo que le encantaba tener una prima tan "atenta a sus parientes y que esperaba poder ser invitado a menudo a nuestra casa" y enseguida se fueron, por lo que Claudia me hizo levantar del sillón y me ayudó a llegar a la cama, donde me desnudó y enseguida, quitándose sus medias, liguero y tacones, puso su babeante rajita en mi cara, apretando con una mano mi cara y obligándome a abrir la boca, ordenándome que lamiera hasta que estuviera limpia de semen de sus atacadores, mientras me cacheteaba con al otra mano "cariñosamente".
Obligado, succioné y bebí los jugos mezclados que de ahí salían mientras ella gemía dulcemente. A pesar de la borrachera, conseguí que mi falo se levantara, por lo que notándolo Claudia se sentó en el, para que, me dijo, "la estrenara". Fue tan fantástica la sensación, que a los 10 segundos eyaculé en la primera cogida de mi vida, mientras Claudia se desmontaba y se sentaba en mi cara, obligándome de nuevo a lamer y beber mi propia leche, hasta que entre suspiros tuvo un postrer orgasmo muy suave. Al terminar todo, me acarició muy dulcemente y con amor me cobijó y se pegó a mí, diciendo que siempre sería suyo y que me amaba y me haría feliz, pero que tendría que entender, que ella necesitaba mas que "5 segundos de cogida" para ser feliz, por lo que no debería ni pensar en oponerme a que ella "disfrutara de la vida". Terminando de hablar ella, yo me dormí profundamente, entre los brazos de mi adorada Claudia.
A la mañana siguiente desperté sintiendo el castigo de Dios sobre mí por la tremenda resaca y porque Claudita montaba a horcajadas sobre mi estómago brincando y despertándome para tomar el avión que nos llevaría a la luna de miel hasta una paradisíaca Isla del Caribe. Al meterme a bañar a la ducha ella entró conmigo y se dedicó a restregarme bien y a señalarme donde me crecía algún pelillo que debía quitar de inmediato. Por primera vez gocé a mi esposa, lavándola, besándola y acariciándola toda, mientras ella me dejaba hacer. Excitado pedí meter mi cipote en su rajita y ella consintió, diciéndome que gozara mucho, pues en adelante solo me permitiría hacerlo cuando lo mereciera de verdad. Recargada sobre la pared, abrió sus espléndidas piernas y me dirigió a su entrada. Metí de un golpe mi pito y empecé a bombear con piernas temblorosas, mientras ella se aferró a mis nalgas y me presionaba el ano con dos dedos. En pocos segundos sentí que llegaba el éxtasis y me vacié en ella.
Claudia, sin inmutarse, me dio un tremendo golpe en la cabeza "por acabar sin permiso" y me hico agacharme a lamer su preciosa gruta llena de mi leche hasta que explotó su orgasmo. Me ordenó que siguiera lamiendo hasta limpiar toda la leche y su venida, y enseguida, abrazando mi cara con sus dos muslos orinó sobre mi boca y cara con satisfacción. Me dijo que para mi era un privilegio tener en mi cara y mi garganta su dorado líquido, ya que salía de ella; que bebiera lo mas que pudiera sin desperdiciarlo. Yo estaba como extático obedeciendo y bebiendo como ella mandaba. Finalmente terminamos de bañarnos y vestirnos, salimos del hotel, subimos al avión y llegamos a la Isla sin mayores pormenores.