Mi esposa María, Eugenia y yo

Cómo mi esposa María se dio cuenta de mi relación con Eugenia y la vivencia de los tres.

En mi anterior relato les comenté cómo caí en las redes de Eugenia, pues bien, hemos mantenido esa relación, viéndonos esporádicamente, por cerca de tres años. Tiempo en el que más de alguien conocido nos ha de haber visto entrar al Hotel y comentarle a mi esposa María. Les recuerdo que María fue amante por cerca de cinco años de César, esposo de Eugenia.

La última vez que había estado con Eugenia nos habíamos comprometidos a vernos unos días antes de semana santa, en vista que ella se iría de viaje con su esposo y yo me iría a la Playa con María. La llamé a su celular el miércoles anterior a semana santa y le pedí que nos viéramos al día siguiente, en el parqueo del supermercado cercano a su oficina. Ese día yo comenzaba mis vacaciones. Mi esposa quien recientemente había perdido su trabajo, quedó en casa.

Llegué al parqueo del supermercado a la hora convenida y Eugenia se pasó a mi vehículo enrumbándonos al hotel acostumbrado. Como siempre, al llegar ordenábamos algo de tomar, conversábamos unos 15 o 20 minutos y después pasábamos a la cama hacer lo nuestro. Ese día Eugenia dispuso bañarse antes de la acción, yo me desvestí, me acosté en la cama, encendí la TV, puse las noticias y la esperé pacientemente. Cuando Eugenia salió del baño con la toalla cubriendo su cuerpo alguien tocó la puerta de la habitación. Eugenia puso la cadena de seguridad y entreabrió la puerta. Sólo escuché que ella dijo: Oh Dios mío! E inmediatamente apagué la TV, escuchando la voz de María, mi esposa, que decía: por favor abrí la puerta. Eugenia quitó la cadena de seguridad y dejó entrar a María. Yo creí que se armaría Troya, sin embargo María entró como que si nada.

Al entrar María quedó viendo a Eugenia y le dijo: quítate la toalla, me gustaría ver si lo que se está comiendo mi marido es mejor que yo .

Por su parte Eugenia que es muy dada al mal carácter y a las contestaciones sin pensarlas, le contestó muy calmadamente: María, a ninguna de las dos nos conviene que vengas hacer un cuadro, tú tienes tu marido y yo el mío. Te recuerdo que vos fuiste la primera que rompiste las reglas y yo no te armé ningún escándalo, así que por favor no vengas a causar líos. Solamente tú fuiste la culpable que José y yo nos involucráramos.

María, que por lo general es una mujer muy calma, le contestó: No he venido a armar ningún escándalo, simplemente me dijeron que José andaba con otra mujer y hoy lo seguí. Me costó creer que eras vos cuando te cruzaste a su automóvil en el supermercado y me entró curiosidad de saber hacia dónde se dirigían. Ya estando aquí pensé en llamar a César para que viniera y se diera cuenta que también ustedes cayeron en lo mismo de nosotros, pero no lo hice para evitar un encontronazo de José con César. Después me siguió carcomiendo la curiosidad y esperé un tiempo prudencial para ver si los encontraba infraganti.

La situación presentada me tenía nervioso, no por el reclamo que me fuese hacer María, ya que, al ella haberme sido infiel con César no tenía ningún derecho de reclamarme, sin embargo, el hecho de que ambas fuesen a armar un lío, si me tenía de los pelos. Como se iba desarrollando la conversación entre ambas, me fui tranquilizando y opté por decirle a María: Creo que esta es una situación incómoda, ya te diste cuenta de la relación entre Eugenia y yo, por mí parte me vale un comino si vas con el cuento adonde César, es más por mí estaría bien, sin embargo, te quiero recordar que cuando me di cuenta de tu relación con César yo no te armé ningún escándalo y lo hice por nuestros hijos, por que tú eres la madre de ellos. Igualmente cuando Eugenia se dio cuenta no te armó ningún escándalo y fue por eso mismo, por nuestros hijos y por sus hijos, a los que no tenemos ningún derecho de perjudicarlos. Así que haz lo que tú quieras, al fin y al cabo tú comenzaste esta situación y por ahora te solicito que te decidas qué vas hacer.

Quiero comentarles que María y yo tenemos 4 hijos (dos varones y dos mujeres) y César y Eugenia tienen 3 (dos varones y una mujer) .

María me contestó: Perdonen pero ambos están errados, parece que ninguno me escuchó. No he venido a armar ningún escándalo y tampoco pienso hacer ningún comentario con nadie sobre esto, pero ya que estoy aquí quisiera pedirle a Eugenia un favor. Sin darle oportunidad de contestar, le dijo: Eugenia, José siempre ha tenido la fantasía de hacerlo con dos mujeres a la vez, creo que esta es la oportunidad de que lo haga. Quiénes sino nosotras somos las más idóneas para que viva su fantasía? Y dirigiéndose a mí, agregó: Te gustaría que ambas te hiciéramos ese regalo?Claro, eso sí Eugenia lo quiere, dijo volviéndose hacia Eugenia.

Eugenia y yo nos quedamos de una pieza, sin saber qué contestar. Fue María la que rompió el hielo preguntándole a Eugenia: No crees que sería interesante, además de placentero? Nunca lo he hecho y sé que tampoco tú lo has hecho con otra mujer y tampoco había pensado hacerlo, hasta entrar aquí. Lo quiero hacer por complacer a José. Sé que cometí el mayor error de mi vida al serle infiel, a pesar de que fue algo que pasó hace ya tres años y medio, no lo olvida, es más, a veces me parece que sigue creyendo que sigo con César, lo que no es así. Ahora mi único interés es hacer que José se olvide para siempre de lo que sucedió, rehacer mi vida con él y llevar una vida tranquila.

Pero María!, dijo Eugenia

¡Calla, por Dios! le dijo María, agregando: En aquel entonces previo a que César y yo nos involucráramos José trabajaba todos los días hasta tarde, nuestro matrimonio entró en lo mismo en que caen la mayoría de los matrimonios y me imagino Eugenia que el de ustedes también. Me sentí desamorada, desatendida, abandonada y nuestras relaciones sexuales se convirtieron en pura rutina, mientras en el trabajo me veía a diario con César y poco a poco entre reuniones nos fuimos compenetrando el uno con el otro, iniciamos siendo amigos, nos comentábamos casi todo lo que giraba alrededor nuestro y sentía necesidad de sentirme renovada, atractiva, seductora, con ganas de volver a arreglarme y pasó lo inevitable, nos enamoramos como dos adolescentes y mantuvimos esa relación que ustedes ya saben.

Solamente quiero hacerles ver que así como yo debí haber buscado en aquel entonces cómo darle un giro a mi matrimonio y no caer en la infidelidad, así mismo debió haber hecho César. Hoy les garantizo que el sentimiento de culpa por todo lo que he causado en mi matrimonio y en el vuestro me corroe por dentro y solamente si José olvida para siempre y rehace su vida conmigo, estaré conforme y podré volver a ser feliz. Eugenia, aunque no lo creas te tengo aprecio y cariño y deberías de hacer lo mismo con César antes de que se de cuenta de lo que está pasando, no todos los hombres son como José que por transmitirles valores a los hijos hacen cualquier sacrificio en su vida, incluso vivir con la mujer que rompió varios de los más sagrados valores que para él debe tener una mujer, la honestidad y la fidelidad.

Eugenia en un acto de humanismo, dado que a María se le salieron las lágrimas, le extendió los brazos. María se le acercó y ambas se fundieron en un abrazo, ambas tenían lágrimas en sus ojos y por supuesto yo no hallaba qué hacer. Fue Eugenia la que dio el primer paso, bajó la cremallera al vestido de María, se lo quitó de los hombros e hizo que cayera al suelo, le quitó el sostén y también lo dejó caer al suelo, quedando María con una tanga verde con florecitas a colores. Eugenia le dio un beso en la mejilla, fue un beso dulce, amoroso y quitándose la toalla y dejándola caer al suelo, le dijo: yo también te tengo cariño y te aprecio mucho, aunque en un momento te odié. Como bien dijiste nunca he estado con otra mujer y tampoco he participado en un trío. Te ruego que no le comentes nada a César y por lo que a mí atañe nunca más volveré a ver a José después de hoy. Estoy dispuesta a darte gusto, si tu quieres me voy y te dejo con tu marido gozando del momento, si tu quieres me quedo y vivimos esta experiencia juntas.

María, devolviéndole el beso en la mejilla, le dijo simplemente, Gracias y dirigiéndose a mí me preguntó: Te apetece que nos quedemos las dos o prefieres a una de las dos en particular?

A pesar de mi nerviosismo, el ofrecimiento sonaba interesante. María sabía la repuesta por que muchas veces le había confesado mi fantasía de hacerlo con ella y otra mujer, por lo que agarró a Eugenia de la mano y la haló hacia la cama sentándose y pidiéndole que se quedara de pié frente a ella. María le comenzó a acariciar las nalgas mientras acomodaba su rostro en medio de sus pechos, sus manos bajaban de las nalgas a las piernas y subían a la parte alta de la espalda de Eugenia, la que igualmente acariciaba la espalda de María, que al mismo tiempo besaba entre medio de los pechos de Eugenia. Las manos de ambas no se detenían en el cuerpo de la otra, ambas se acostaron y las caricias fueron subiendo de tono al pasarse mutuamente las manos por los pechos y el vientre. Yo mientras tanto observaba el espectáculo sentado en uno de los sillones. Prontamente estaban ambas acariciándose su entre pierna, la respiración de ambas aumentó el ritmo y los jadeos eran continuos.

Conocía a ambas y sabía que María se excita muy rápidamente, mientras que a Eugenia le gusta disfrutar por largo tiempo de los besos y caricias. Mi mente volaba y excitado a más no poder, me tuve que controlar para no echar a perder el espectáculo. Quería verlas a ambas produciéndose tantos orgasmos como fuese posible, antes de entrar en acción.

Eugenia tomó la delantera, cruzó una de sus piernas sobre el cuerpo de María y poniéndose de rodillas se sentó en su vientre y comenzó a masajearle los pechos diciéndole: Oye, que a tus 47 años tienes unos pechos de envidia! Contestándole María: pero tu no te quedas atrás! A lo que Eugenia le replicó: si, pero los míos están así por ser algo pequeños, pero los tuyos son hermosísimos y firmes. Y continuó con los besos y caricias en los pechos y pezones. María se contorsionaba, arañaba la sábana como si fuera a exprimirla y le dijo a Eugenia: Oye, qué me vengo!!! Se notaba la necesidad de sexo de María; Eugenia se puso de rodillas al lado de María e inmediatamente buscó su vulva, metiendo uno de sus dedos le acarició el clítoris. María arqueó su espalda y con un fuerte gemido se vino en un intenso orgasmo. Eugenia sacó su dedo y poniendo la mano sobre el vientre de María y masajeándolo, le dijo: goza, goza mujer que para eso nacimos!!! Mientras que con la otra mano se acariciaba los pechos.

María terminó su orgasmo y riéndose le dijo a Eugenia: estuvo riquísimo!!! Mientras metía su mano en la entrepierna de Eugenia acariciando sus labios y su clítoris. Eugenia se dejó acariciar y de pronto se volteó pasando una de sus rodillas por encima del cuerpo de Eugenia y dándole la espalda le puso su vulva en la cara mientras ella se posesionaba de la vulva de María, haciendo un 69.

Ambas se contorsionaban y creí que era el momento de actuar, me acerqué a ellas y poniéndome de rodillas al lado de la cama, introduje mi mano izquierda debajo de la pierna izquierda de María y mi mano derecha sobre las nalgas de Eugenia buscando cómo introducirlas con mis dedos, lográndolo no sin cierta incomodidad, ambas estaban afanadas comiéndose, chupándose y deleitándose con los jugos de la otra y las dos me sacaron los dedos para deleitarse sin incomodidades. Eugenia sintió que María se vendría pronto y levantando un poco su cara hizo que recogiera sus piernas, apoyando sus pies en la cama y metió uno de sus dedos en medio de las nalgas de María tratándose de metérselo por el culo, María se calmó y siguieron el juego de chupa y chupa. De pronto las dos tensando sus piernas se vinieron al mismo tiempo. Fue un orgasmo que ambas deleitaron saboreando los jugos de la otra. Las dos decían casi lo mismo: ¡ Más! ¡Más!, ¡Así!, ¡Así!, ¡Chupá!, ¡Chupá! ¡Dame!, ¡Dame!

Ambas terminaron con la cara mojada con los jugos de la otra y acostándose una al lado de la otra, se dieron un fuerte abrazo, luego separándose ambas me invitaron a participar. Me acostaron y poniéndose una a cado lado mío comenzaron la danza con sus manos. Mientras una me acariciaba del ombligo para arriba, la otra lo hacía del ombligo a los pies y viceversa. Eran cuatro manos frenéticas, sin embargo al inicio no me tocaron ni mi miembro, ni mis testículos, solamente querían calentarme más allá de lo que ya estaba.

Ambas sabían muy bien lo que estaban haciendo y se armonizaron para hacerme sentir lo máximo en placer. Eugenia tomó una almohada e hizo que me la pusiera debajo de mis nalgas y agarró mi miembro con sus dos manos, mientras María se posesionó de mis testículos haciéndome que recogiera un poco mis piernas separándolas. Mientras Eugenia con ambas manos hacía un movimiento rotatorio inverso y de vez en cuando subía y bajaba sus manos, María masajeaba mis bolas con ambas manos, causándome entre las dos oleadas interminables de placer. Estaban haciendo su labor a la perfección cuando Eugenia cruzó una de sus piernas y poniéndose sobre mi estómago, me invitó a que le mamara los pechos. María se introdujo mi miembro en su boca y lamió y chupo todo el líquido seminal que encontró, dejando mi pene completamente limpio. Apartó a Eugenia y sentándose sobre mí, puso todo el esplendor de su panocha en mi cara en una clara invitación a mamársela, mientras Eugenia bajaba a mis testículos chupándolos con suavidad.

Se incorporó Eugenia y acercándose a María le dio un beso en los labios iniciando un recorrido por su cuello y sus pechos, mientras que con sus manos acariciaba su espalda. De pronto María estirando sus brazos hacia arriba y poniendo rígido todo su cuerpo estalló en otro intenso orgasmo, bañándome la cara con sus jugos. María bajándose de mi cuerpo y poniéndose a un lado me dio un beso, diciéndome: tenías mucho rato de no hacerme esto,fue la mejor mamada que me has dado en tu vida. María acostándose a mi lado dijo: entre los dos me tienen agotada, no doy más!

Eugenia aprovechando la situación, se subió encima de mí y agarrando mi pene con sus manos se lo introdujo en su canal vaginal, comenzando a moverse de arriba abajo diciéndome: Por favor dame todo lo que tengas adentro, no dejes nada , en lo que María se incorporó, agarró uno de los pechos de Eugenia masajeándolo y acercando su boca al otro pecho comenzó a besárselo diciéndole: goza, goza que este es tu momento! Al mismo tiempo, María con su mano libre la metió en medio de mis piernas y tomando mis testículos me dijo: José, dale todo lo que tengas a Eugenia, derrama toda tu lechita en su cosita, hazla gozar para que nunca se olvide de este momento.

María continuó acariciándome los testículos y Eugenia aumentaba el ritmo de su cabalgata, sus pechos estaban inflamados y María no paraba de chupárselos, de pronto Eugenia arqueando su espalda hacia atrás y gritando de placer estalló en un intenso orgasmo meritorio de toda una campeona, diciendo: Qué riiiico!!! Dame, daame, daaaame, daaaaame, daaaaaame, más, maás, maaás, maaaás. Yo agarré a Eugenia de la parte baja de su espalda, subiendo mis nalgas, mientras María continuaba masajeando mis testículos me vine, inundando a Eugenia con todo lo que tenía adentro. María no paraba de masajear mis huevos, prolongando la sensación de placer y Eugenia cayendo encima de mi, me dio un fuerte abrazo, diciéndome: qué bruto que eres!, casi me la sacas por la boca, es la mejor cogida de mi vida!!!

Terminé agotado y con hambre y en vista que ellas también tenían necesidad de comer algo, ordené de comer. Los tres comimos algo ligero y luego hicimos una siesta, dormimos cerca de una hora, fui el primero en despertarme y al hacerlo, me puse a acariciar las nalgas de María que dormía boca abajo y los pechos de Eugenia.

María me preguntó si no me importaba que ella pasara a ser una simple espectadora, quería ver cómo me cogía a Eugenia, contestándole que por mí no había inconveniente y dirigiéndose a Eugenia le dijo: me gustaría observar cómo lo hacen los dos, sin mi participación. Quiero observar qué es lo que más excita a José, eso si no te importa? Eugenia le contestó, preguntándole: María, alguna vez te han dado por el culo? Contestó María: No, no porque duele mucho . Replicando Eugenia: de lo que te pierdes!!!

Inmediatamente Eugenia se levantó y sacando de su cartera el Gel agarró a María de la mano, diciéndole: ven, no necesitas ver qué es lo que excita a José, basta con que lo sientas!!!

Eugenia, acostó a María boca abajo en la cama y apartándome a un lado le comenzó a besar el cuello, haciendo un recorrido con sus labios y su lengua por toda su espalda y sus nalgas, cuando lo creyó conveniente abrió las piernas de María y le lamió el culo, causando que se tensionara. Eugenia muy suavemente le dijo: María, por lo que he leído, para los hombres, cogerse a la mujer por el culo es una acto de total posesión, si quieres conquistar a tu marido de nuevo tienes que darle el culo para que sientas que eres completamente de él, mejor deja que yo te prepare a que él lo haga con el riesgo de que te lo rompa, por no prepararte bien. Cálmate!! Relájate y verás que lo has de gozar!

María en repuesta se puso en posición de perrito, facilitándole las cosas a Eugenia, quien poniéndose de rodillas detrás de María le comenzó a chupar de nuevo el culito. Para facilitarle aún más las cosas a Eugenia, me acerqué y metiendo mi mano debajo de María le comencé a acariciar su panochita y poco a poco le introduje un dedo en ella, subiendo y bajándolo hasta posarlo en su clítoris. Eugenia se acababa de untar Gel en sus dedos y acariciando el culito de María le fue introduciendo su dedo índice, el que poco a poco lo introducía en movimientos rotatorios. De pronto Eugenia dejando su dedo quieto le preguntó a María: cómo te sientes? A lo que le contestó María: Como una verdadera puta!

Eugenia comenzó a meter su segundo dedo en el culito de María y yo no paraba de acariciarle su panochita y dado que es rápida y caliente, se vino en un orgasmo, momento que aprovechó Eugenia para introducirle hasta el fondo los dos dedos, mientras yo le metía mi dedo medio hasta el fondo de su canal vaginal, dejando mi mano totalmente mojada de sus fluidos vaginales. Yo estaba prácticamente listo para penetrar a María, a la que siempre había intentado follármela por el culo, sin resultado. Eugenia me hizo una seña y acostándose boca arriba con los pies siguiendo la dirección de la cara de María le dijo que en la misma posición de perrito le chupara su panochita, creí que Eugenia lo que quería era hacer de nuevo un 69, pero no. Eugenia se encontraba con las piernas abiertas, la cara de María comiéndose la panocha de Eugenia y ella siempre en posición de perrito, me unté Gel en los dedos y metiéndoselos poco a poco, sentí cómo su culito estaba dilatado, listo para ser penetrado por primera vez. Me unté Gel en el glande y dirigiendo mi miembro con mi mano se la introduje poquito a poquito, mientras Eugenia con su mano le acariciaba a María su panochita.

María gemía, mezcla de placer y dolor, Eugenia gemía del placer y yo con las venas de mi pene a punto de explotar de tanta erección, lo fui introduciendo en el culito de María cada vez más hasta llegar al final, durante un momento dejé que se acostumbrara a la sensación, mientras Eugenia seguía acariciándole el clítoris. De pronto María comenzó a mover sus nalgas en una clara indicación de que quería que la bombeara en lo que Eugenia se vino en un orgasmo lleno de gritos de placer, observé que Eugenia estaba tratando de calmarse, no quería perderse el show de ver follada por el culo a María en su primera vez.

El mete y saca en el culo de María tomaba velocidad, parando un poco le pregunté: te sientes bien? A lo que me contestó: hijo de puta no pares, quiero que me rompas el culo, métela todita y rómpelo de verdad y agarrándola de su ingle en una de las metidas la atraje fuertemente hacia mi, sentí que mis huevos pegaban en sus nalgas y de pronto me los agarró Eugenia con una de sus manos, acariciándolos, estrujándolos suavemente, viniéndonos María y yo al mismo tiempo en un intenso y prolongado orgasmo. Eugenia incorporando un poco su cara le propinó una tremenda chupada a la panocha de María quien gritaba de placer, diciendo : me rompiste el culo!!! dale más!!!, métela, métela, dame más, más y dirigiéndose a Eugenia le decía: maldita chupa, chupa, no dejes de chupar. Comeme en lo que Eugenia se vino en otro orgasmo, pidiéndole igualmente a María que no parara de chupar.

Fue sumamente emocionante, como dije antes nunca me había follado a María por atrás, sin embargo ella lo gozó mucho y yo también. El hecho que Eugenia se haya encontrado en ese momento ayudó muchísimo tanto para que María se dejara penetrar por el ano y gozarlo sobremanera, como para que yo sintiera la mejor cogida anal. Fueron momentos cargados de mucho erotismo y lujuria, sentir las caricias de Eugenia y saber que con su otra mano acariciaba la panocha de María, mientras ésta le chupaba su panocha a Eugenia cargó aún más el ambiente de erotismo y me encendió más allá de lo normal, haciéndome eyacular en el culo de María interminables chorros de semen.

Sin salirme del culito de María roté hacia un lado junto con ella abrazados, dejando libre a Eugenia, quien volteándose inmediatamente acarició la cara de María diciéndole: Chica buena! Ahora ya sabes lo que es ser penetrada por el culo, tuviste una gran suerte de que yo estuviese aquí, creo que te facilité las cosas. María sonriéndose, le respondió: No me gustó al principio sentí ganas de cagar, pero después me relajé, tus caricias me ayudaron mucho y sentir a José adentro me puso como loca. Creí que me había orinado en tu cara cuando me vine, fue un orgasmo totalmente diferente, creo que fueron dos orgasmos en uno, uno normal y el otro si existe fue un orgasmo anal. Te agradezco que hayas estado aquí conmigo, ven dame un beso que me has hecho pasar la mejor tarde de mi vida . Ambas se dieron un beso en la boca. Eugenia se levantó y fue al baño a traer una toalla y me la entregó diciéndome: José, sé caballeroso con ella como lo fuiste conmigo. Al escuchar esto María, dijo: Madre mía, ustedes sí que han cogido de verdad!

Me salí de María quien ya me estaba inundando de mis propios jugos e inmediatamente le puse la toalla en su culito, pidiéndole que me rodeara el cuello con sus manos, la levanté, llevándola al baño la deposité en el inodoro, procediendo a preguntarme: Y esto por qué? Contestándole: por que tienes tu esfínter dilatado y si ensucias la cama te daría vergüenza. María quedó un rato sentada en el inodoro, mientras yo me metía a ducharme. María llamó a Eugenia y la invitó a que nos bañáramos los tres. Bañándonos, las dos estuvieron jugando con mi pene, ambas bromeaban entre sí, se jabonaban mutuamente y me jabonaban a mí.

Salí del baño y me comenzaba a vestir cuando ambas salieron del baño y dirigiéndose a la cama se acostaron, viendo la hora, les dije: niñas, que son las 4 de la tarde, hora de irnos! Contestándome Eugenia, vete tu si gustas, nosotras nos quedamos un rato más, esto no se va a volver a repetir nunca!, quieres perderte el espectáculo?

No me quedó más que desistir y sentándome en el sillón me tomé una copa de vino, ambas se prensaron en un beso acariciándose mutuamente, se intercambiaron besos y caricias en el cuello, las orejas, los labios, los pechos, el vientre, ninguna de las dos estaba cediendo y ninguna de las dos había bajado más allá del monte de Venus de la otra. Sin embargo la cosa se estaba poniendo caliente y Eugenia que ya había conocido de los orgasmos rápidos de María, le dijo: aguántate, aguántate a que yo esté lista para que las dos nos vengamos al mismo tiempo . María le contestó: entonces déjame acelerarte por que tú eres como el hielo. Eugenia abrió las piernas y agarrando la cabeza de María la empujó hasta su panocha. María se acomodó acostada boca abajo en medio de las piernas de Eugenia separándole los labios vaginales con sus dedos, buscó su clítoris y hundiendo la cara en su panocha tomó entre sus labios el clítoris besándolo y acariciándolo suavemente.

Eugenia comenzaba a contorsionarse y mientras María le mantenía separado los labios vaginales no paraba de pasarle la punta de su lengua, acariciándole el botoncito, al que también succionaba con suavidad. La cara de ambas era de felicidad. Eugenia agarraba a María de su cabeza y se la apretaba contra su panocha, de pronto María se incorporó y volteándose se puso en posición para que ambas se deleitaran mutuamente en un placentero 69. Ambas se vinieron con muy pocos segundos de diferencia y ambas apretaban la cabeza de la otra contra su panocha. Bebieron de sus jugos, se acariciaron las nalgas y por unos minutos quedaron abrazadas en posición de 69.

Al pasarles el orgasmo, ambas se incorporaron y entre las dos me condujeron a la cama, diciéndome Eugenia: ven que María quiere ver cómo me tomo tu lechita. Acostándome boca arriba, María se sentó encima de mi cara y Eugenia se acostó en medio de mis piernas boca abajo, posesionándose de mi miembro. En este estado, estaba a media erección, me había excitado el show de ambas, sin embargo no creí que pudiese pasar a más, pero la maestría de Eugenia me hizo reaccionar.

Tomo mi pene con una de sus manos y metiéndoselo en la boca lo humedeció de saliva para luego tomarlo entre su mano con mucha delicadeza e iniciar un movimiento de sube y baja. Cada tantos sube y baja se metía el glande en la boca, lo chupaba para posteriormente recorrerlo con su lengua. Sentía recorrer por mis nervios una corriente, combinación de cosquilleo y electricidad, que partía de los huevos y recorriendo la espalda, me llegaba hasta la cabeza.

Mientras que besar los labios mayores y menores de María, la que se encontraba en cuclillas sobre mi cara, le produjo un derrame de fluido vaginal que al saborearlo me causaba sensación de dulzura en mis labios. Recorrí con mi lengua y mis labios toda su cosita, de arriba abajo, deteniéndome en su clítoris el que con pequeños apretones con mis labios la hacía encresparse, mientras con mis manos acariciaba sus pechos. Los sobaba suavemente, los masajeaba, agarraba sus pezones entre mi pulgar e índice y estirándoselos y soltándoselos para volver a masajear sus pechos, se vino en oleadas de placer, inundando mi cara con sus deliciosos jugos, los que absorbí sin desperdiciar gota alguna, mientras Eugenia con una intensidad pavorosa lamía la costura de mis huevos, resbalándose hacia mi perineo, para volver a los testículos y subir al glande, el que derramaba líquido seminal, el que ella con su lengua recogía y saboreaba.

María se apartó y quedó observando. Eugenia notó claramente por la rigidez de mis piernas, muslos y caderas, el punto de no retorno de la explosión eyaculatoria y con gran maestría introdujo mi pene en su boca, agarrándolo de la base con una de sus manos, metía y sacaba su boca con rapidez, mientras con su otra mano me acariciaba los testículos, haciéndome explotar. Sentí gran placer en cada explosión, la boca de Eugenia ejercía cierta presión al succionar mis jugos quien sin derramar una sola gota de leche, al final le enseñó a María su proeza, abriendo la boca.

Nos quedamos acostados en la cama, las dos se lavaron por separado y al terminar ellas, lo hice yo. Al salir del baño encontré a ambas vestidas y sentadas en los sillones. Eugenia invitándome a sentarme, me dijo: José, tú sabes que esta fue nuestra despedida. Me hiciste pasar momentos muy felices y agradables y te voy a recordar toda mi vida, sin embargo te ruego que no me busques. Como muy bien dijo María, tengo que rehacer mi vida con César. No se si lo vamos a lograr, pero tengo que intentarlo. Además, después de la experiencia de hoy, debo también serle honesta a María, como sé que ella lo será conmigo. Dirigiéndose a María, le dijo: Tu no tienes idea el rencor que te llegué a tener, me imagino que es igual al rencor que le tiene José a César, sin embargo éste pasó y pasó por que llegué a conocerte a través de conversaciones con José. Te perdoné hace mucho tiempo y por ello fue que me presté a que trates de rehacer tu vida con José, al que considero un buen hombre. Cuídalo y hazte merecedora de tenerlo. Te pido que me lleves en tu carro y me dejes en el supermercado. Acto seguido se levantó, tomó su cartera y acercándose a mí, con lágrimas en los ojos, me dio un beso en la mejilla y con su mano izquierda me sobo la cara, diciéndome: Cuídate mucho! Adiós!

María saliendo detrás de Eugenia me dijo: nos vemos en la casa!

Salí del hotel y me dirigí a casa, me embargaba una gran curiosidad a raíz de la expresión de Eugenia de: por ello fue que me presté a que trates de rehacer tu vida con José. Cuando llegó a casa María, la estaba esperando y le dije: María, me parece bien que tratemos de rehacer nuestras vidas, sin embargo, para lograrlo ambos tenemos que ser sinceros y honestos en todo sentido, ello implica lógicamente que nuestra comunicación tiene que mejorar sobremanera, a lo que María contestó: tienes razón, así será!

Al final le dije: Tengo una curiosidad. Dime, dijo ella. Entonces le pregunté: Quién te avisó de mi relación con Eugenia, se puede saber?

Sí, claro! Fue la misma Eugenia.

Cómo!!!

Mira José, Eugenia me llamó por teléfono a mi celular ayer y me dijo que andabas con otra mujer, en ese momento creí que era una especia de venganza de ella, pero me dijo algo que hizo que me entrara curiosidad. Me dijo: Si no crees sigue a José mañana. Cuando saliste de la casa hoy por la mañana, me dije que tenía que averiguar si era cierto o no y quería saber quién era esa mujer. Fue una gran sorpresa para mí ver cómo Eugenia se encontraba contigo en el supermercado y se metía en tu carro.

Le dije, entonces lo de hoy.

Cortándome, me dijo: Te aseguro que todo lo que hoy pasó no fue planificado, fue totalmente espontáneo y espero que nunca vuelva a suceder nada parecido. No por que no me haya gustado. ¡¡¡ Sí !!!, ¡Claro que me gustó muchísimo! tanto haber estado con Eugenia, como haber estado contigo. Lo único que necesito para ser feliz, es estar contigo y te garantizo que te voy hacer olvidar los errores que cometí y también te voy hacer olvidar a Eugenia, puedo darte tanto o más placer del que sentiste allá hoy, ¡lo verás!

No sé qué va a resultar de mi relación con María, ya que guardo mucho resentimiento y rencor, sin embargo debo reconocer que es la madre de mis hijos, además de que yo no he sido un santo, creo que ambos merecemos una oportunidad. Llegué a un arreglo con María y es que nunca volverá a trabajar, mi situación económica es lo suficientemente holgada para que ella se dedique a la casa, sus hijos y esposo.

Espero sus comentarios.