Mi esposa exhibiendose en la zapateria
Otra aventura vivida en una tarde loca
Fuimos a dar una vuelta, después de comer. María iba con una falda por encima de la rodilla, ajustada con medias negras de liga elástica al muslo, por la raja trasera de la falda, dejaba ver las piernas con la liga y la parte desnuda de su muslo, según andaba, se la veía muy sexy. Después de pasear un rato entramos a tomar un café a una cafetería y nos sentamos en los taburetes de la barra.
Al lado de la barra estaba la zona de mesas y justo enfrente nuestro había un matrimonio de unos 50 años, tomando un café y charlando. El hombre desde que nos sentamos no quitaba ojo a las piernas de María, que cruzadas habían provocado que su falda se hubiese subido un poco, dejando a la vista la liga, la dije, acercándome a su oído, que el señor no le quitaba ojo y que le enseñase más.
Descruzo las piernas, para cambiar la posición de estas, de forma que hizo que su falda subiese un poco más, dejando el muslo casi descubierto con la liga al aire. El hombre podía ver el muslo enfundado en la media, la liga y parte del muslo desnudo que no cubría ya la media, hizo un par de cambios en la posición de las piernas, haciendo una exhibición de piernas al señor, que no perdía detalle.
Terminamos los cafés, pedí la cuenta, la dije a María que al irnos, se girase despacio al bajar del taburete y se abriese de piernas para enseñar las bragas al hombre y así lo hizo, dejando al hombre con el regalo de la visión de su triangulo blanco de las bragas un poco metido en su raja, marcándose esta y su vulva a través de la tela.
Aunque es bastante cortada, estas cosas la ponen caliente, por lo que salimos y quisimos seguir con el juego. Llegamos frente a una zapatería que conocíamos de comprar alguna vez allí y recordé, que los dependientes, que eran un par de señores algo mayores ya, muy amables, siempre te ayudan a probarte los zapatos, entramos, pero cada uno por su lado, como si no fuéramos juntos.
Ella miro varios modelos, llamo a un dependiente y le pidió le sacase su número. Se sentó en el banco que había y espero llegasen con sus zapatos. Yo me senté en el banco que había enfrente, también a probarme calzado. Llego el dependiente con varias cajas de los zapatos que había elegido ella, María quito las botas que llevaba y el zapatero se coloco enfrente a ella de rodillas, cogió su pie y le puso el primer par, ella dejo abrir sus piernas, por lo que él, pudo ver sus muslos medio enfundados en las medias y el triangulo blanco de sus bragas algo mojado ya, que transparentaba más su raja.
Se incorporo, dejándola el dependiente que se mirase como le quedaba el calzado, retirándose este a atender a otro cliente. Me acerque a ella y la dije que bien, pero que se apartase la braga hacia un lado para dejar ver al hombre su vulva desnuda. Se sentó metió su mano bajo la falda y aparto la tela hacia un lado, yo me volví a sentar enfrente. Me abrió sus piernas y pude ver sus sonrosados labios del coño, a la perfección.
Volvió el dependiente, preguntando qué tal, que si quería probarse otros, asintió con la cabeza, alzo la rodilla y el procedió a quitarle el zapato y poner el otro, abrió un poco las piernas, dejando su depilados labios vaginales a la vista de este. El hombre dio un respingo, no debía dar crédito a la escena y empezó a ponerse algo nervioso, le puso los dos zapatos mirando disimuladamente su desnuda entrepierna. Volvió a levantarse ella, pero esta vez él, quedo de rodillas enfrente de ella, se giro para encarar al espejo y dejo su culo y la raja de su falda casi pegados a la nariz del dependiente. La miro de arriba abajo, recreándose en sus muslos y sus glúteos.
Se sentó de nuevo para probar el último par, esta vez con el culo apoyado casi al borde de la banqueta, abrió un poco las piernas, dejando esta vez su coño a poco más de dos cuartas de la cara del dependiente, le volvió agarrar el pie, esta vez cogiendo su pantorrilla, se lo alzo descaradamente, para así poderla ver mejor su raja, le quito el zapato e hizo lo mismo con el otro pie.
El dependiente jugaba disimuladamente con sus piernas elevándole la rodilla y abriendo sus piernas para colocarle el siguiente par, dándose a si un espectáculo con la visión de cómo se abría y cerraba su brillante y mojada vulva con los movimientos que el dependiente realizaba con sus piernas, volvió alzarse para caminar y verse y regreso al banco, para colocarse ya sus botas, volvió el a ayudarla a quitarse los zapatos, siguiendo él, con los juegos de sus piernas y empezó a colocarle sus botas.
Al subir la caña de la primera bota aprovecho para subir un poco la mano y llegar hasta el interior de su muslo, acariciándoselo, María no protesto. Al colocarle la otra bota, miro hacia ambos lados, por si había alguien observando, yo estaba justo detrás de él y no pudo verme, le alzo la bota por la pierna y esta vez su mano escalo rápidamente por el interior del muslo hasta llegar a su coño y en escasos segundos paso un par de dedos a lo largo de sus labios, busco su orificio vaginal y se los introdujo de golpe, hizo tres o cuatro penetraciones rápidas con ellos, introduciéndoselos por completo, chapoteando estos en su encharcada hendidura, haciéndola suspirar y que se mordiera su labio inferior, cerro sus piernas intentando dejar atrapados aquellos dedos dentro de ella, pero él, asustado por si los veía alguien, los saco y los volvió a bajar rápido pierna abajo, limpiándose el flujo que impregnaba sus dedos, en el interior del muslo de ella.
María se levanto, un poco azorada y con las piernas temblorosas, le dio las gracias y dijo que iba a mirar alguna otra tienda para ver otros modelos, el dependiente se quedo de pie, cubriéndose con las manos la erección que tenía su pene bajo el pantalón, la invito a que regresase a las 20:30, que estaría más tranquilo, pues cerraban y la podía atender mejor. Salío y yo detrás, a escasos segundos de ella y mire al señor, haciéndole un gesto de cómo que yo, había visto todo, me respondió con un gesto cómplice, moviendo la cabeza.
La alcance y agarrándole de la cintura la gire hacia mí y la bese introduciendo mi lengua en su cálida boca, estaba muy caliente, me comento que si el zapatero la hubiese introducido sus dedos dos o tres veces más, se hubiese corrido allí mismo.
Nos fuimos a tomar unas cervezas a un pub, allí sentados en unos sofás metí mi mano por dentro de su falda y acariciando su clítoris mientras le introducía un par de dedos en su encharcada vagina, se corrió rápidamente, mordiendo mis labios para no chillar. A eso de las 20:15 la dije que regresará a la zapatería, puso cara sorprendida y me pregunto:
¿Estás seguro?
Respondí:
Yo sí, ¿tú?
Se levanto sin responder y fuimos para allá, llegamos y la deje entrar sola. Quedaban cinco minutos para cerrar, estuvo mirando zapatos y a los cinco minutos, salió el otro dependiente, bajo el cierre sin cerrarlo del todo y se fue.
Al cabo de 40 minutos se alzo el cierre y salió María, camino hacia mí, que la esperaba en la acera de enfrente y me relato lo sucedido mientras caminábamos hacia el coche:
Según se fue el otro dependiente, el señor la sentó en el banco, la subió la falda y la empezó a chupar y morder el coño por encima de la braga, luego se las quito y la siguió lamiendo su raja con la lengua, introduciéndosela dentro de la vagina, hasta hacerla correrse. El se incorporo y la quito la camiseta que llevaba y la empezó a sobar las tetas, mientras que la restregaba su miembro, aun dentro del pantalón por la cara, le desabrocho el sujetador, liberando sus gordas tetas y la dijo:
Sácame la polla puta.
María le desabotono el pantalón y introduciendo su mano dentro, le agarro la polla y se la saco. Tenía una verga bastante grande y muy dura para la edad que tenia. Se la coloco entre sus pechos y juntándole las tetas se empezó a pajear con ellas, estuvo así un rato, hasta que volvió a decirla en tono sucio:
Métetela en la boca y chúpala, sucia calientapollas.
Ella excitada se llevo su miembro a la boca, empezó a pasar su lengua chupándole el amoratado prepucio, se lo ensalivo por completo y empezó a meterse la polla dentro de su boca, hasta tragársela entera, empezando a chupársela.
El dependiente le agarraba las tetas, le pellizcándola los pezones, le daba cachetadas en los pechos y la decía:
Puta, zorra, chupa cabrona.
Mientras le introducía el miembro hasta la garganta, produciéndola algunas arcadas. María con el trato vejatorio que estaba recibiendo se puso muy caliente, empezó a tocarse el coño y a masturbarse, mientras le succionaba la polla.
El la grito:
¿Quieres que te folle como una puta? Dímelo!
Y María sacándose la polla de la boca, le imploró:
Fóllame como a una puta.
Se arrodillo frente a ella y abriéndole las piernas, acerco la punta de su verga hasta su raja, la froto varias veces de arriba abajo su prepucio por sus labios, para lubrificarse la punta y poco a poco se la introdujo en el coño. Al chocar sus pelvis ya con toda su verga metida dentro, María empezó a gemir y jadear escandalosamente y se corrió.
El dependiente la sujeto de las tetas y empezó a follarla, metiéndole y sacándole la polla entera en su encharcado coño, algunas veces se le llegaba a salir, por lo lubricada que tenía la vagina, pero la ordenaba:
Métetela tu zorra
Y ella la cogía rápido y volvía a introducírsela dentro. Así estuvo unos quince minutos bombeándosela dentro, chupándole las tetas y succionando sus pezones, hasta que la dijo:
Puta te voy a llenar de leche como tú querías.
Y acelerando los envites fuertemente, tenso su cuerpo y empezó a correrse con la polla metida hasta el fondo de su vagina.
María que había tenido varios orgasmos con la bestial follada, se levanto se recompuso la ropa, sin ponerse las bragas, pues el dependiente se las pidió y guardo en el bolsillo, le dijo que la abriese la puerta, el alzo el cierre y dándole una palmotada en el culo la dijo:
Dile a tu marido que tiene una esposa muy puta y caliente y que cuando quiera te mande por aquí para que te folle.
Se debió dar cuenta en la primera visita que íbamos juntos.
Nos fuimos para el coche deprisa, pues María me dijo que le empezaba a salir el semen de su vagina y como no llevaba bragas, le chorreaba muslos abajo. Llegamos al coche y girando sus piernas hacia mí, las abrió y me enseño como le salía el blanco líquido de su vagina y empapaba el interior de sus muslos, preguntándome:
¿Te gusta verme el coño lleno de leche de otro?, cabrón.
Lleve mis dedos hasta su coño y metiéndoselos dentro, recogí todo el semen que la escurría y la dije:
¡Me encanta que seas tan puta!
Llevando mis dedos hasta su boca para que los chupara, se los metí en la boca y los chupo lujuriosamente con una cara de puta como nunca la había visto.