Mi esposa: entregada (2)
Continuación del relato verídico: como entrego a mi esposa para que se la folen en mi presencia.
El momento no podía ser más favorable. No íbamos a desaprovechar la ocasión.
Allí solos, con ella preparada, solos los tres Volví a cogerla del brazo y la empujé dentro del portal. Estaba oscuro. Nadie había pulsado el automático. Alfredo entró conmigo. La eché hacia la pared antes de que ella pudiera reaccionar y empecé fogosamente a besarla donde alcanzaba y podía ya que trataba de evadirse por todos los medios: las mejillas, el cuello, el hombro, la boca
Con los puños cerrados, dándome golpes en el pecho y los brazos recogidos trataba de evitarme, moviendo la cabeza de un lado a otro, y diciéndome que me estuviera quieto. Le agarré el pelo y tiré hacia atrás un poco. Con la otra mano le magreaba por donde podía mientras trataba de levantarle el fino vestido, intentando llegar al coño. Cuando lo lograba le apretaba fuertemente en el monte de Venus por encima de las bragas. Ella se revolvía enérgicamente y como podía. Una de las veces logró quitarme la mano de su coño donde yo trataba de introducir en esos momentos los dedos, por encima incluso de sus bragas lo que aproveché para deslizarle la tiranta derecha del vestido a un lado con lo que este se situó debajo del sujetador blanco, quedando al descubierto, mostrando una imagen de lo más sensual con el hermoso pecho que estaba prácticamente fuera. Lloriqueaba. Intenté apretujárselo pero se defendía dándome puños en la espalda. Busqué la forma de besárselo y chuparle el pezón pero no lo conseguí. Era difícil. Se oponía protestando y quejándose con brío.
Entonces fue cuando Alfredo intervino. Nos separó; la cogió a la altura de los hombros y me dijo: << ¡Tranquilo, para. Déjala!. Así no se hacen las cosas. Déjala tranquila.>>
Ella de dejo atrapar contra el cuerpo de Alfredo, sin dejar
de gimotear y con la cabeza baja sin querer mirarme. <<¡Déjala!>>, decía.
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Entonces me volví y salí del portal. Los deje solos dentro. Alfredo se volvió con ella, cogida por los hombros y se dirigieron al ascensor. Ella no dijo nada.
Llevaba ya unos diez minutos sentado en el banco que daba frente al ventanal del salón, en el jardín. Desde allí si veía perfectamente el interior siempre que tuvieran las luces encendidas. Además frente a la casa no había mas que una solitaria zona verde y solo a lo lejos algunos pisos de nueva construcción.
No habían llegado aún y eso que para llegar en ascensor al segundo piso no se echaba más de un minuto. Imaginé que Alfredo estaría aprovechando el momento y el lugar. Tiempo después cuando ella me lo contó supe lo que aconteció: habían subido al ascensor y antes de pulsar botón alguno Alfredo le había pedio que se tranquilizara, apretándola contra el. Después le cogió la mejilla, la miró y acercándose a su cara la besuqueó por la cara hasta llegar a la boca. Allí su saliva se mezcló con las lágrimas de ella y le dio un largo y apasionado beso en la boca, que ella no rechazó. Mientras le manoseaba el pelo de la cabeza de un lado a otro. Las caricias y los besos continuaron por los hombros, cuello y los pechos, al mismo tiempo que se los magreaba aún dentro del sujetador y vestido.
Sólo le dijo: <
No podía más. Total, sabia que tarde o temprano Alfredo iba a dar cuenta de ella aquella noche. No tenía salida. Era mejor que las cosas transcurrieran calmadamente y mientras más breve mejor. Pero quería permanecer en una actitud pasiva, porque ella nunca hubiera deseado que sucediera esto.
Alfredo bajó la mano hacia el vientre, le subió el vestido y
empezó a besarle en el mismo, en el bajo vientre, encima de las bragas, mientras
le acariciaba las piernas y el culo. Ella cogió su cabeza y la apretó contra si.
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Así estuvo un rato hasta que la llevó al piso. Lo peor fue antes de entrar, en el descansillo que estuvo apunto de tirársela, pues se sacó la polla, la puso mirando a la puerta y subiéndole el vestido empezó a bajarle las bragas. Ella se volvió rápidamente con las bragas medio bajadas de la parte trasera y sin atreverse a mirar su polla le cogió la cara y le pidió con un beso que en ese lugar no le hiciera nada porque estaban expuestos a las miradas de otros.
Entraron en el piso. Alfredo encendió la luz.
Enseguida pude ver desde abajo el aspecto que ella presentaba: pelo revuelto, una zona del sujetador fuera del vestido, la falda mal colocada... El entró inmediatamente detrás de ella. Cerró la puerta y la cogió por detrás antes de darle tiempo a reaccionar, con su polla al aire. Esta se refregaba desnuda por detrás del vestido mientras le acariciaba con una mano el vientre, apretándola contra su polla besándola en cuello y hombros. Con los dientes le bajó la tiranta del sujetador que yacía fuera del vestido y con la otra mano se afanaba en el pecho solo cubierto por el sujetador hasta que este salió exultante del encierro. Apenas podía abarcarlo con una mano y empezó a manosearlo, a cogerle y acariciarle el pezón que estaba duro y tieso.
Con la otra se afanaba fuerte sobre el vestido en la zona del coño, apretándole y empujando con fuerza hacia el sobre las bragas hasta que sus dedos se introducían prácticamente en la raja de la vagina. La empujó contra el sofá con cierta rudeza quedando sobre al brazo boca abajo. Le levantó el vestido por detrás hasta la cintura y su hermoso trasero, con las bragas bajas quedó a disposición. Ella no se atrevió a moverse. Se acercó hacia ella y sin más la penetro bruscamente. Ella dio un grito de dolor. Empezó a bombearla con fuerza una y otra vez hasta que sus testículos golpeaban en su trasero. Mientras, con la mano derecha, le manoseaba el culo, los riñones y las nalgas.
Ella echó la cabeza contra el sofá mientras se apoyaba en el con su codos, quedando colgada literalmente sobre el brazo del mismo. Las embestidas eran brutales. Estaba visto que le tenía ganas.
Entonces decidí subir sigilosamente y entrar con mi otra llave.
Cuando llegue y abrí, se oigan los gemidos lastimeros y gozosos de ella y las expresiones de ímpetu de el. La penetraba con una fuerza tremenda.
El me vio entrar y entonces quizá para demostrarme el nivel de dominio que sobre ella había conseguido le saco de golpe la polla y empezó a metérsela en el culo. El no sabia que por aquí era virgen. Así que ella, que no esperaba esta reacción, cambió el rostro y los gemidos de gozo por una exclamación: <<¡No, no, por ahí no, Alfredo, por favor!.>>
Pero este ya le tenía la punta dentro. Continuó empujando con
fuerza a pesar de sus protestas y de que intentaba volverse. <<¡¡Tranquila.
Cállate!! No pasa nada. ¡¡Chiss!!>> Se la sacó momentáneamente. Le dio un beso
en la boca del ano echándole un poco de saliva, le acabó de sacar las bragas y
le abrió algo más las piernas. Ella seguía protestando e intentaba volverse de
nuevo. Entonces le dijo enérgicamente: <<¡Mira, te la voy a meter de una u otra
manera. Así que tu verás. Opta por hacerlo suave o brutalmente! ¿Vale?>> Volvió
a apuntar la polla y entró el glande. Ella gritaba: <<¡¡No, no!!, por favor. ¡Me
duele mucho!>> <
<<¡¡Me duele, me duele!! Basta ya, ya Se le saltaron las lágrimas de dolor.
Se agarraba a la tela del sofá con su manos hasta que la polla penetró entera en su culo. Solo se le veían los huevos golpeando las nalgas de ella. Despacio empezó a retirarla y ella notó un alivio momentáneo. Cuando estaba casi fuera bombeo de nuevo, pero esta vez de golpe y con fuera. El alarido de ella fue tremendo. Así lo repitió varias veces hasta que la polla empezó a entrar y salir con cierta facilidad. A juzgar por las expresiones a ella debía de dolerle muchísimo. Cogiéndola con las dos manos por la cadera la atraía hacia si mientras empujaba con fuerza, una y otra vez. Los angustiosos gritos fueron convirtiéndose en expresiones casi apagadas, menos las de su cara y cuerpo que a cada bombeo parecía estremecerse. Aquello se alargó un buen rato. Parecía no terminar. Su enorme polla entraba y salía con desmesurada fuerza una y otra vez hasta que le llego el momento del orgasmo. Empujó con todas sus fuerzas introduciéndosela hasta atrás. Su enorme polla se clavo entera y se corrió dentro de ella. Los golpetotes de lechen le venían un tras otro y cada vez que sucedía parecía querer introducirla más y más dentro. Ella, que sudaba solo acertó a expresar un grito angustiado y prolongado: <<¡¡Aaaahhhhhhhhhh!!>>
Le sacó la polla. Incluso esto pareció dolerle a ella. El
agujero que le había producido era enorme y estaba totalmente rojo y a punto de
estallar. De pronto la leche empezó a salir cayendo hacia la vagina. Ella
intentó, agotada dejar caer su cuerpo en el sofá pero el le dijo: <
Yo permanecí escondido en el quicio de la puerta del salón.
Volvió tras de ella. Se agachó y empezó a lamerle el culo mezclando su saliva con la leche que por este le salía, coño que según se podía apreciar estaba totalmente húmedo y dilatado. Al pasarle la lengua sobre la boca enormemente dilata del ano ella se arrugaba y mostraba un signo de dolor. Le abría el coño, le separaba los labios, se los lamía, el clítoris, le introducía la lengua en el coño. Succionaba y mordía suavemente el clítoris y los labios.
Así estuvo un rato hasta que notó que ella se relajaba algo y
empezaba a mostrar signos de placer. Su polla se fue recuperando ante lo que
estaba viendo y oyendo y pronto estuvo de nuevo tensa. La penetró de nuevo. Esta
vez por el coño. Entro suave y completa, aunque a ella a estas alturas le
hubiera dado igual. Empezó a bombearla, esta vez lenta y suavemente pero
completa hasta que sus huevos golpeaban el trasero de mi mujer. Después aumento
la fuerza de las embestidas y al poco ella, dango un gran grito de placer dijo:
<<¡¡¡Me voy a correr!!!, dios
uuuhmmmm. Sigue, sigue
>> como si el en algún
momento se hubiera estado quieto. <
El la seguía penetrando con fuerza. <<¡¡Ya, ya, decía ella!!>> Pero no. El continuaba vehementemente sin hacer caso. Entonces empezó a quejarse de nuevo: <<¡Me duele, me duele!...Pero estos avisos se fueron rápidamente y de nuevo transformando en gritos y gestos de placer. El seguía con fuerza. La cogía por las caderas y apretaba hacia atrás, llevaba las manos a sus pechos desnudos que se movían aceleradamente de arriba abajo; los acariciaba, los apretaba, le pellizcaba los pezones. Le recorría la espalda pellizcándole la carne le llevó la mano a su cara, a su boca; le metió dos dedos en la misma y ella empezó a chupárselos sin temor, con avidez y llena de placer. La saliva de su boca se le derramaba por las comisuras de los labios. El se los metía hasta dentro y continuaba bombeándola con fuerza. De nuevo, ella, comenzó a exclamar: <<¡¡Me voy a correr de nuevo!!>> y el le contesto: << ¡Y yo, joder!!>> <<¡No lo hagas dentro!>> acertó a articular. Pero tal como lo estaba diciendo una brutal embestida siguió al nuevo derramamiento de leche dentro se su coño y así varias veces hasta que le hecho la ultima gota dentro. Ella también se había corrido de nuevo. Continuó con su polla dentro un buen rato, descansando sobre ella. Ella hacia lo propio, como podía.
En ese momento pude observar que desde el jardín alguien había estado observando la escena, no se si completa o no, pero se estaba tocando sentado en el banco. Ellos aún no se habían percatado.
En ese momento se la sacó suavemente aunque ella no pudo evitar un leve gemido. No estaba flácida completamente. Yéndose hacia su cara que la tenía recostada sobre el sofá le dijo: <<¿Me la limpias con tu boca?>>
Ella se incorporó, se sentó en el sofá, la cogió y empezó a lamérsela introduciéndosela en la boca. Estaba algo blanda, pero como era tan grande y tenía restos de leche, al empujarle fuerte y bruscamente debió llegarle hasta la garganta y no pudo evitar una arcada. Volvió a sacarla y sucedió lo mismo.
Debía de parecerle exquisita por como la saboreaba. Y angustiada vio como, de nuevo, se le estaba poniendo tiesa. La miro, le echó el glande hacia atrás y comenzó de nuevo. Nuevo empuje de su cabeza: nueva arcada. Y así repetidas veces. El mientras pellizcaba sus pezones que se estaban poniendo muy rojos por momentos. Algo debía de dolerle porque sin dejar de succionar su polla intentaba quitarle las manos, pero el se las retiraba y continuaba con su faena. Al cabo de un rato las arcadas se mezclaron con tragos involuntarios de semen. Se había corrido de nuevo. La echó en el sofá suavemente, mientras ella se relamía y trataba de que la leche no le saliera de la boca, se volvió hacia mi y me guiñó un ojo como diciéndome: <<¿¿Qué te ha parecido?>>
Ella se recostó de lado en el sofá, desnuda, tal como estaba y cerró los ojos. Estaba extenuada.