Mi esposa en vacaciones
Deje a mi esposa en el complejo turístico y eso me costó unos lindos cuernos.
Luego de haber publicado las vivencia de mi esposa y mías, he recibido innumerables correos de otras personas que han vivido experiencias similares y no se atreven a contarlas, por supuesto que les solicité el permiso para relatarlas y de esa manera que los lectores puedan disfrutar de tan calientes historias.
Está el caso de Rodolfo y Diana, están casados hace ocho años, tienen un varón de seis años, el tiene 35 y ella 29; la historia de Rodolfo y Diana comienza con unas vacaciones en la provincia de Córdoba durante el verano del 2003, Pero para hacerlo mas simple paso a transcribir en su totalidad la carta enviada por Rodolfo así el querido lector puede interpretar mejor cada circunstancia:
La empresa constructora para la que trabajo como vendedor había empezado un emprendimiento en la provincia de Córdoba, en un campo que habían adquirido se construyó un complejo turístico que consistía en cabañas, las cuales estaban apartadas por jardines y fogones con parrillas, en el centro una gran piscina con reposeras para solearse.
El dueño de la empresa me ofreció gratuitamente una de las cabañas por todo el mes de enero como regalo por mi promedio de venta y para que mi familia pasara unas buenas vacaciones; Para mi eso era un problema, ese año no quería salir de vacaciones, tenía la idea de seguir trabajando y producir mas ventas, mi obsesión era incrementarlas y ascender en la empresa, mi mujer se enojaba por ello y me decía que yo era demasiado ambicioso.
Fueron muchas las discusiones hasta que mi esposa me dijo que si yo no aceptaba la oferta ella si lo haría e iría sola, al final terminé aceptando con la condición que a todos los jueves viajaría a Buenos Aires para atender mis ventas.
Llegamos un domingo por la mañana, el complejo estaba vacío, salvo una cabaña que estaba ocupada por un empresario de esa provincia que estaba estudiando la posibilidad de asociarse con nuestra empresa en otros emprendimientos similares.
Con Diana decidimos ir al pueblo a desayunar y luego volver a disfrutar de esa hermosa pileta enclavada en medio de las sierras, bajamos a la ciudad y en una hora estábamos de vuelta, nuestro desconocido vecino ya se encontraba tomando sol recostado en una de las reposeras, cuando nos vio nos sonrió y con un movimiento de cabeza nos saludó.
La primera impresión que tuve de ese hombre fue que era un desubicado, era un hombre de unos cincuenta y pico de años, alto y delgado, se podía decir atlético, exhibía una gran cantidad de bellos en su pecho y piernas, pero lo que no me parecía muy ubicado era que llevaba puesta un bañador de lycra muy ajustado y demasiado pequeño que dejaba expuesto un inmenso bulto, entendí que el tipo podía estar orgulloso de la inmensidad que aparentaba llevar entre las piernas, pero estaba en un lugar que podía haber familias; además sentí la molestia de ver que Diana fue en lo primero que reparó.
Le hice saber mi molestia e incluso estuve a punto de ir a plantearle la situación al tipo, pero mi esposa me detuvo recriminándome que parecía un anticuado, cosa que me hizo cambiar de postura y decidí soportar de mala gana que el tipo se pasee casi con soberbia delante de mis ojos y lo que era peor delante de Diana que me daba la impresión que no perdía la oportunidad de clavar sus ojos sobre ese bulto.
Pasaron los días y las tardes compartiendo la piscina con ese tipo, no se si eran los celos o que cosa pero me parecía que mi esposa lo miraba demasiado, me daba la impresión que el también la miraba y que se intercambiaban sonrisas y gestos, un sentimiento extraño se apoderaba de mi cada vez que lo veía con esos bañadores diminutos, una rara fantasía invadió mi mente y empecé a imaginarme que Diana estaba siendo seducida por el y ella lo aceptaba, empecé a pensar que mi esposa miraba con demasiada atracción a ese hombre, por momentos desechaba esa posibilidad, porque aunque muy bien formado no dejaba de ser un veterano y consideraba que el tipo no podía competir conmigo.
Esas noches tuve sueños eróticos con todo lo que sucedía, las pesadillas se repetía cada noche, en sueños podía ver claramente a Diana teniendo sexo con el veterano, la veía mamando su verga y me despertaba transpirado y agitado, pero lo mas llamativo era que me encontraba con una erección total, miraba a mi lado y veía a mi esposa, desnuda, como acostumbraba a dormir, la recorría con la mirada y admiraba su cola grande, dura y bien parada, sus seños pequeños, sus piernas bien torneadas y su conchita totalmente depilada, no aguantaba y empezaba a acariciarla hasta despertarla y luego le hacia el amor.
Recuerdo que la noche el miércoles mientras le hacia el amor casi salvajemente empezamos a decirnos las cosas mas obscenas, como era costumbre entre nosotros, - te gusta mi verga ¿no?- le dije, - ¡siiiii, mi amor damela toda!!!!!- gritaba ella mientras la recibía con sus piernas bien abiertas, - ¡y te gusta como te cojo!- le dije muy caliente, -¡¡¡me encanta, dame mas!!!- me decía mientras me aferraba de los cabellos y me besaba en la boca, fue en ese momento que me imaginé a nuestro vecino, desnudo, arriba de mi esposa, bombeando con su gran pija y de adentro de mis entrañas me salió sin pensarlo, -¡¡¡te gustaría que te coja el veterano ¿no?- le dije mirándola a los ojos, ella no me contestaba, solo me miraba, pero los movimientos de su vientre recibiendo mi verga se incrementaron y se hicieron mas violentos, volví a repetirle la pregunta, ¿te gustaría que te coja el viejo?-, ella seguía mirándome pero ahora empezaba a jadear como loca, -¡¡¡me doy cuenta que fantaseas con esa poronga!!!!- le dije en tono de suplica como esperando que me de la respuesta tan esperada, -¡si, si, me gustaría probar esa verga! Me dijo enfurecida de la calentura, fue en ese momento que los celos me invadieron, la rabia me hizo poner furioso, pero mi erección llegó al grado máximo y de repente empecé a acabar como nunca lo había hecho, los grandes chorros de semen salían de mi pija sin parar, Diana me observaba asombrada por lo que había provocado en mi esa fantasía.
El jueves por la noche saludé a mi esposa y tomé la ruta hacia Buenos Aires, después de la noche anterior, los dos evitamos tocar el tema de la fantasía, entendimos que era peligroso hacerlo y preferimos tratar de hacer como que nada había sucedido, pero para mi no era lo mismo, ya había salido de la ciudad y en la oscuridad del camino mi mente empezó nuevamente a divagar, me planteaba la posibilidad que en esos momentos, ella estando tan sola en el complejo estuviera recibiendo la visita del veterano, en segundos ya me imaginaba toda la escena, verla desnuda cogiendo con el viejo y gozando de esa terrible tripa, lo inimaginable empezaba a suceder, de repente me vi manejando con una mano y con la otra acariciando mi pito que ya se encontraba erecto, ¿cómo podía excitarme imaginando que mi esposa estaba cogiendo con un desconocido?, no podía encontrar la respuesta lógica, lo único claro fue que de repente me detuve al costado y me masturbé imaginándolos cogiendo de todas las formas.
En lugar de volver el domingo regresé el sábado por la noche, con toda la intención de ver como se había comportado Diana, dejé el auto afuera del complejo, escondido al costado del camino entre unos árboles, llegué hasta la cabaña y Diana no estaba, sigilosamente caminé hasta la cabaña del viejo y tampoco estaba, el corazón me latía con fuerza, por un lado rogaba que no estuvieran juntos y por el otro me fascinaba la idea de descubrirlos cogiendo.
Me metí en mi cabaña y me instalé en nuestro dormitorio, desde allí dominaba la entrada al complejo, no encendí ninguna luz y esperé sentado en una pequeño sillón, saqué mi verga y la acaricié hasta ponerla dura, ahora deseaba ver a Diana siendo servida por el viejo.
Como a las dos de la mañana, escuché que un auto entraba al complejo, miré con atención y era el de el, se estacionó en la puerta de mi cabaña, desde arriba pude ver a Diana que se sonreía con el viejo, nuevamente los celos me invadieron ocasionando una nueva erección, desde arriba vi como ella apoyaba la mano sobre el bulto del viejo y bajaba el cierre de su bragueta, luego metía su mano y extraía un miembro enorme y bien parado, cerré mis ojos por que empecé a acabar, a los segundos volví a abrirlos y el espectáculo mas doloroso y a la vez exquisito estaba delante de mi, Diana inclinada sobre el asiento del viejo le mamaba la verga con desesperación, nunca la había visto mover la cabeza. de esa manera.
Solo fueron unas cuantas chupadas, luego se bajaron y los dos entraron, en silencio abrí la puerta de la habitación para observar que hacían, el veterano estaba parado en medio del living y Diana arrodillada se tragaba su poronga, sabía que el viejo gozaba como nunca, mi esposa era una excelente chupadora, lentamente se la tragaba y la iba soltando sin dejar de succionar, cuando terminaba de soltarla era su lengua la que entraba en acción y lamía la inmensa cabeza colorada, nuevamente mi mano aferraba mi verga parada y una nueva paja comenzaba.
El viejo le quitó la pija de la boca, Diana quería seguir mamando pero el no le permitía, la hizo poner en cuatro y levantó su pollera, le arrancó destrozando la tanga roja que yo le había regalado y que conmigo nunca uso y apuntó su enorme falo, largo y grueso hacia su vagina empapada, fue una penetración limpia, de un solo envión le metió completo los casi ventidos centímetros de músculo, ella dejó caer su cabeza y sonrió satisfecha, con placer, con gozo, el veterano empezó con el ida y vuelta, ella recibía gustosa las embestidas y movía su trasero en círculos, fue en ese momento que me percaté que el viejo se estaba cogiendo a mi esposa sin forro y la muy puta nada decía.
Caliente al máximo cerré mis ojos para disfrutar una nueva acabada y mientras mi leche se derramaba en cantidades industriales volví a abrirlos, Diana con la cara desencajada y con gemidos felinos seguía recibiendo las estocadas que le proporcionaba el bien dotado veterano, sus ojos se cruzaron con los míos, nada podíamos hacer ninguno de los dos, yo la había descubierto cogiendo con otro y ella se enteraba que me excitaba verla por que me descubrió haciéndome la paja, simplemente sonrió provocativamente y sus gemidos se acrecentaron, era como si se estuviera liberando sabiendo que contaba con mi permiso.
De repente los movimientos se acrecentaron los gemidos de mi esposa pasaron a ser gritos de furia, escuché como ella le pedía que la llenara de su leche caliente y el le gritaba que ya venía, los gritos roncos del viejo me indicaban que la concha de Diana estaba llenándose de esperma, miré disimuladamente y ella sonreía agradecida; se dejaron caer sobre el sillón y allí se quedaron entre besos de lengua y caricias.
Pero al parecer ninguno de los dos estaba dispuesto a terminar la noche con un solo polvo, Diana invitó a su amante a subir al dormitorio, miró hacia arriba y me guiño el ojo, ella me estaba dando la oportunidad de observar mas de cerca las cosas que era capaz de hacer, rápidamente me metí en el placard dejando la puerta corrediza semiabierta, ellos se pararon al lado de la cama y empezaron a besarse, la boca abierta de mi esposa recibía la lengua del viejo que entraba y salía de ella con gran rapidez, luego se dejaron caer en la cama y me regalaron un espectacular sesenta y nueve, mi esposa se había colocado debajo de el, con sus piernas abiertas movía su vientre al ritmo de la lengua del veterano, a su vez el le bombeaba en la boca de Diana que se la tragaba entera provocándole arcadas, vi excitado como ella se estiraba y le chupaba los huevos, vi asombrado como la lengua viciosa de mi esposa lamía el culo del viejo, de repente escuché azorado la voz excitada de mi mujer, - ¡¡¡quiero tu verga en mi culo!!! -, ¿cómo podía pedir eso?, a mi nunca me lo había pedido, al contrario era el día de hoy que todavía me ponía reparos para dármelo.
Debía entender algo, el viejo tenía una verga que cualquier mujer desearía tener en el traste, yo no podía ni siquiera tratar de competir con el, el hecho es que el se acostó en la cama boca arriba, dejando colgar sus piernas al costado de la cama, yo podía ver sus huevos a la perfección, Diana se colocó encima de él pero dándole la espalda o sea mirando hacia mi, nuevamente nuestros ojos se posaron unos contra otros, ella esbozó una sonrisa malévola y apoyando su orificio anal sobre la cabezota descomunal se la metió levemente, no pudo disimular el gesto de dolor, pero la muy puta había logrado que su ano se tragara el glande del viejo, luego volvió a mirarme y se dejó caer del todo, la gruesa verga se enterró por completo en el dilatado culo de mi amada mujer, ella arqueó su cuerpo y sus ojos se pusieron en blanco, de inmediato comenzaron a moverse salvajemente, los movimientos empezaron a ser sacudidas, gritos y frases obscenas inundaban la habitación, excitado escuchaba como ella gritaba, -¡¡ ASI, COGEME ASI, NO COMO MI MARIDO QUE APENAS SE LE PARA!! el viejo bombeaba enloquecido y entre sonidos guturales que le salían de su garganta le contestaba, - ¡¡ SI, TOMA MI VERGA Y DISFRUTALA, QUE ESE PELOTUDO TE ENCUENTRE CON EL CULITO BIEN ABIERTO!! -, mientras acababa en mi propia mano vi como el sacaba su verga llena de mierda y se la ponía en la boca a Diana, ella sin decir una palabra se la chupo recibiendo placenteramente dos enormes chorros de semen caliente, le dejó la verga bien limpia y se dejó caer demolida sobre la cama.
El viejo se vistió y se retiró diciéndole que estarían en contacto, ni bien escuché la puerta de calle cerrarse salí del placard, Diana me miraba desafiante, satisfecha, empapada en sudor y semen, no pude aguantar mi tentación y me tiré encima de ella, besándola en la boca, volviéndome loco de celos y excitación, sintiendo que aun perduraba el gusto a mierda y semen, bajé hasta su concha empapada y metí mi lengua hasta lo mas profundo que pude, sin importarme que la tremenda verga del viejo haya estado ocupando completamente ese hueco, de inmediato dirigí mi boca a su ano y también lo lamí, mi lengua lo penetró y pude recoger restos de materia fecal que quedaba dando vueltas, esperaba que Diana quisiera tener algo conmigo también, estaba sumamente caliente, pero de muy mala manera me dijo que no la molestara por que solo quería dormir. Me levanté, me dirigí al baño y mirando como dormía desnudo me masturbé de nuevo, pero esta vez fantaseando que era yo el que la cogía.
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