Mi esposa desea un HMH con su hijo

Todo empezó cuando a finales de curso vino a casa Arthur, a pasar las últimas semanas antes de las vacaciones de verano..., un muchacho inglés de intercambio compañero de mi hijo mayor Samuel, gracias a una beca Erasmus. Un chico de 18 añitos y según mi mujer guapísimo.

El límite de innovación en el sexo, puede llegar a ser inabordable. En primer lugar os diré que me llamo Jerónimo, de siempre me llaman Jero hasta mi mujer Claudia, tiene 40 años muy bien llevados. Es delgada mide 1,75 con muy buen tipo para su edad, sobre todo después de haber parido a 5 hijos con dos y tres años entre ellos. Tiene unas piernas muy bonitas, unas tetas grandes y sabrosas de pezones respingones y aureola enorme. Es cierto que le pesan un poco y las tiene algo estiradas…se nota haber amamantado a cinco bebés, pero su gran masa desproporcional a su cuerpo hace que aún sean muy apetecibles. El culo lo tiene subido, aun no siendo tan respingón como a mí me gustaría, no obstante cualquiera que solo se fijase en él diría que es un culo de una mujer que no pasa de los 30 años. Lo mejor es un coñito de esos que al tener los muslos delgados queda perfilado entre ellos en un óvalo perfecto, con los labios menores saliéndole un poco fuera de los mayores cual dos pétalos cuando lo abres. En fin. Que está muy buena, perennemente dispuesta con unas ganas locas de follar, siempre a pelo…creo que con la edad le ha ido incrementado el morbo y la libido, buscando situaciones, juegos y juguetes para divertirnos jodiendo como conejos…. Aquí contaremos como la necesidad vital y la monotonía han hecho buscar otros horizontes sexuales. Enorme

Todo empezó cuando a finales de curso vino a casa Arthur, a pasar las últimas semanas antes de las vacaciones de verano, un muchacho inglés de intercambio compañero de mi hijo mayor Samuel, gracias a una beca Erasmus. Un chico de 18 añitos y según mi mujer guapísimo…. – El chico más guapo que he visto en su vida… palabras textuales. Era por la mañana, sobre las 11. Yo a esa hora se suponía que debía estar en la oficina, pero me había dejado unos papeles importantes y había vuelto a recogerlos. Como vivimos en una casa unifamiliar con jardín y piscina, la habitación de invitados, que es donde dormía este inglés, está en la planta baja y al atravesar el jardín de delante, vi que la persiana estaba subida, así como a cinco centímetros de la parte superior del ventanal… me acerqué a ver si seguía durmiendo o ya se había despertado, vi que no estaba y aquí es en donde de verdad empieza la experiencia… rodeé la casa por la parte más frondosa del jardín y allí estaba en el chaise longue del chillout junto a la piscina. La puñetera casualidad hizo que en ese momento llegara mi mujer con una bandejita en la que traía un café, pues sabía que a los ingleses les gusta despertarse de esa manera… o al menos es lo que ella creía. Llevaba puesto un camisón que le llegaba como una cuarta por encima de las rodillas y que dejaba ver las bonitas piernas que tiene. El chico como dije antes, no solo estaba despierto sino disfrutando a todo tren de los placeres que le ofrecía la anfitriona… vi que mi mujer que le hablaba. Quiero deciros que habla perfectamente inglés. Durante unos minutos estuvieron hablando sin que ella dejase de sostener la bandejita, hasta que él se deslizó al borde del chaise longue y se sentó con mi mujer justo delante. A él yo lo tenía casi de espadas y a mi mujer de lado, por lo que los veía los dos perfectamente.

No tengo ni idea de lo qué hablaban, pues a la distancia y entre el follaje no oía nada, pero de repente el inglés con sus dos manos empezó a acariciar las piernas de mi mujer, la abordó por las rodillas y luego las iba subiendo por el exterior de los muslos hasta su culito. Cada vez que las subía también se le subía el camisón, por lo que la visión de sus piernas cuando las manos estaban acariciando el culo era perfecta. Al cabo de unos minutos empezó a acariciarlas, pero ya por el interior de los muslos. Igualmente desde las rodillas hasta casi rozar su coñito… digo casi rozar, porque no llegaba a tocarlo. Quiero deciros como inciso que mi mujer en camisón no suele llevar ni braguitas ni sujetador, por lo que cuando digo casi rozarlo lo digo en toda la extensión de la palabra. A todas estas mi mujer seguía con la bandejita en las manos, vi que intentó dejarla sobre la mesita de centro, él le dijo algo y no lo hizo. La verdad es que no podía dar crédito a lo que estaba viendo. Ver a mi mujer con los ojos cerrados y la cabeza hacia atrás, dejándose manosear y sobar de esa manera como una vulgar mujerzuela me parecía imposible pero era cierto… Lo estaba viendo en vivo y en directo. Quiero confesaros que me cuesta reconocerlo pero me estaba gustando ver a mi mujer en semejante situación. ¡Me estaba gustando ver a mi mujer con otro hombre!

Sigamos con los hechos. Al cabo de unos minutos de estar acariciando las piernas de mi mujer, empezó a meter sus manos por dentro del camisón. Primero hasta las caderas y las fue subiendo lentamente hasta agarrar sus colgadas tetas pellizcando los pezones, lentamente las volvía a bajar pero por su espalda hasta el culito, rodeaba las caderas y volvía a subirlas hasta agarrar las mamas. Así una y otra vez. Mi mujer se estaba poniendo con una calentura impresionante, respiraba entrecortadamente y no dejaba de mirar como las manos del chico la acariciaban. A Claudia le costaba el mantener la bandejita en las manos, pues cada vez que el inglés le agarraba las ubres y le pellizcaba sus pezones la bandeja se le movía hasta casi hacer que el café se derramase. Él supongo que al darse cuenta, mientras con la mano izquierda seguía acariciándola, con la derecha le cogió la bandeja y la puso sobre la mesilla de centro. Mi mujer en ese momento ya estaba fuera de sí. El sobeo que le estaba dando la había puesto a mil y no hacía más que mover sus caderas adelante y atrás. He de aclarar que mis hijos se encontraban en clase esa mañana y el mayor en York, de donde es originario Arthur. Él no tenía clases porque su grupo de bachiller ensayaba para la fiesta de final de curso del que él no era partícipe. Después de colocar la bandejita sobre la mesa, él le dijo algo y mi mujer agarró el camisón y se lo subió hasta la cinturapor lo que el coñito quedó totalmente expuesto a mis ojos y también a los del chico.

Quiero deciros que no se lo depila de manera habitual, porque tiene de forma natural muy poco vello púbico, sin embargo desde que vino el inglesito se lo depila, por lo que la visión era perfecta. De esta forma empezó a acariciarle el coñito, pasando los dedos de la mano derecha todo a lo largo de sus labios vaginales. Él volvió a decirle algo y mi mujer abrió un poco las piernas, él volvió a decirle algo y se las abrió todavía más. De esta forma, el chico empezó a dedicarle todas sus atenciones al clítoris, pues al tener las piernas tan abiertas quedaba totalmente expuesto. Lo masajeaba unas veces con el dedo índice y medio haciendo círculos con las yemas de los dedos sobre él y otras con el índice y el pulgar se lo apretaba. Mi mujer no tardó ni cinco minutos en tener el primer orgasmo de esa mañana. Vi como todo su cuerpo se convulsionaba hasta el punto que tuvo que apoyarse en los hombros del inglesito para no caerse. Se le doblaban las rodillas y cerraba las piernas intentado apretar la mano de Arthur entre sus muslos. Yo apenas podía oírla pero me daba cuenta que estaba casi gritando de placer. Mientras ella estaba teniendo ese orgasmo, él no dejaba de frotar muy despacio sus dedos sobre el capuchón del clítoris. Aún no se había recuperado Claudia del orgasmo, cuando la levantó, con lo que la puso otra vez derecha, le abrió otra vez las piernas y mi mujer, volviendo a agarrar el camisón se lo volvió a poner en su cintura. Sin mediar palabra le metió dos dedos de golpe dentro de su coñito, otra vez el índice y el corazón. Los tuvo dentro sin sacarlos unos minutos. Por la forma en que movía la mano estaba claro que estaba jugando con ellos dentro del conejo de esa putita. Ella no dejaba de mover las caderas y bajaba las rodillas como intentando que esos dedos entrasen todavía más en su interior. Me di cuenta que él le pidió que se quitase ya el camisón, pues ella se lo sacó por la cabeza quedando totalmente desnuda. La visión era de lo más erótico que yo había visto en mi vida. Ver a mi mujer desnuda delante de otro hombre, totalmente abandonada y desinhibida, con las piernas abiertas, moviendo las caderas hacia delante y hacia atrás, acariciándose las flamantes tetas colgonas criadas a base de preñados, con sus manos y dejándose follar por los dedos de otro hombre. Lo que he dicho. Lo más erótico que había visto en mi vida.

Mientras jugaba con los dedos dentro del coñito de Claudia, con el pulgar frotaba su clítoris, lo que hacía que mi mujer volviese a ponerse a mil. Igual que antes así estuvo como otros tantos minutos hasta que empezó a sacar y a meter esos dos dedos muy lentamente de dentro del coño de mi mujer. De vez en cuando paraba cuando los tenía totalmente dentro jugando con sus dedos dentro de ella y con el pulgar volvía a frotar su clítoris. Otras veces le sacaba los dedos del coño totalmente mojados por los flujos vaginales y se lo acercaba a la boca para que ella se los chupase. De vez en cuando aumentaba el ritmo de ese mete y saca haciéndalo muy rápido, lo que hacía que mi mujer se pusiese de puntillas por la fuerza de esas embestidas. No exagero si estuvo haciendo eso más de un diez minutos poniendo a mi mujer al borde de la locura, pues no paraba de mover sus caderas, no dejaba de acariciarse las grandes masas mamarias, y de vez en cuando agarraba la muñeca del chico y era ella la que marcaba el ritmo de esos dedos fallándola. Digo diez minutos porque fue lo que tardó en tener otro orgasmo si cabe más fuerte e intenso que el anterior. Ya no parecía… de verdad gritaba de placer y agarraba al joven para que no parase de follarla con los dedos dentro de ella.

A todas estas, él seguía sentado en el chaise longue con el pantalón puesto, pues no se lo había sacado. Le había regalado mi mujer dos tremendos orgasmos sin ni siquiera sacarse la ropa. Mi mujer a duras penas podía mantenerse de pie pues no lo vais a creer, pero le temblaban las piernas y se le doblaban las rodillas, por lo que él se levantó y la sentó en la cama quedando el de pie delante de ella. Lentamente, como a una cuarta de su cara se quitó el pantalón dejando delante de Claudia su miembro viril súper erecto. No os voy a decir para que todo sea cierto, que era una polla enorme. Pues no. Era una polla de lo más normal. Debía medir unos 13 o 14 centímetros, nada que ver con la mía, solo que era más joven pero nada espectacular. Ella se quedó mirándola durante unos segundos y levantando la vista hacia el inglés la agarró y empezó a masturbarlo muy despacio como disfrutando del momento. Mientras lo hacía con la otra mano se acariciaba los pezones pellizcándoselos y no dejaba de mirar los gestos de su cara dándole el pajote. Ahora él tenía los ojos cerrados y también se movía al ritmo al que ella lo masturbaba.

Os quiero confesar que en ese período de tiempo, viendo a mi mujer desnuda y masturbando a otro hombre, no me hacía sentir ningún tipo de rechazo a esa situación. De verdad que estaba disfrutando de lo que veía como un vulgar voyeur. No sé si es normal, pero es lo que sentía y os lo quiero decir. Tal vez porque llevo con Claudia cerca de 22 años y sinceramente la tengo muy vista, desde el punto de ser yo quien se la folla, esta nueva perspectiva la daba un aliciente a mi deseo por ella…. Sigamos con la historia. Pasados unos minutos, él mirando a mi mujer adelantó las dos manos y agarrándole la cabeza la fue acercando lentamente hasta su polla. A medida que se iba acercando ella iba abriéndola… y cuando la tuvo prácticamente junto a sus labios fue la puta quien adelantó la cabeza, se los mojó pasándose la lengua por ellos y cerrando los ojos degustó su glande. Primero empezó a chuparle el capullo muy lentamente, pasándole la lengua todo alrededor mientras que con la mano subía y bajaba el prepucio del chico, después jugueteaba con la punta de la lengua en el orificio uretral y el frenillo. Así, lamiéndole la polla estuvo unos minutos hasta que el nuevamente agarrándole la cabeza se la fue empujando haciendo que su verga fuese entrando dentro de la boca de mi mujer. En un principio ella no se movía solo era su mano la que subiendo y bajando lo masturbaba pero era claro que se la estaba succionando y se notaba que estaba usando su lengua para darle placer.

Así estuvo como un par de minutos hasta que empezó a meterla y sacarla de su boca, mientras que con la mano lo masturbaba, con la lengua le acariciaba el glande… Sé que era lo que estaba pasando porque es la forma en que se la chupa a este penitente. Pasados esos minutos el inglesito le apartó la mano de la polla y algo le dijo, porque mi mujer se colocó las dos manos sobre sus tetas, y empezó a acariciárselas sin sacársela de la boca. Él, adelantando las manos, le sujetó la cabeza y empezó a follarle la boca. Al principio se la metía lentamente y cuando la tenía toda dentro de su boca la mantenía sin moverse apretando. A mi mujer la primera vez le produjo un pequeño atoramiento fácil de superar sin que él dejara que se la sacase. Luego se la iba sacando lentamente hasta solo dejar el glande entre sus labios para volver a meterla entera. Así estuvo tres o cuatro minutos. Al cabo de ese tiempo empezó a aumentar el ritmo de entra y sale de la boca y ya no la mantenía quieta como cuando se la metía entera, sino que era un dentro y fuera de la boca constante y cada vez más rápido. Por las caras que ponía el joven me di cuenta que en breve se iba a correr dentro de la boca de Claudia. Ella mientras tanto había dejado de acariciarse las tetas y mientras con una mano se frotaba el clítoris, la otra la tenía apoyada en el pecho del inglés. Efectivamente no tardó mucho en correrse. Vi como empezaba a respirar entrecortadamente y por la comisura de los labios de mi mujer empezaron a salir unos chorretes de semen, a ella le gustaba tragarse su lefa porque no dejó de mamársela al notar su corrida…a pesar de que él ya se había vaciado totalmente mi mujer seguía chupándosela y succionándosela. De golpe y sin dejar de sujetarle la cabeza se la introdujo entera en su boca. Digo entera porque la nariz de mi mujer casi se aplastaba contra su vientre. A Claudia le encantaba tragárselas hasta la raíz, rara vez le daban arcadas con mis 22 cm de gruesa verga a la que mantengo en plena forma, menos con una picha inglesa como esa. A abrir la boca para respirar sí era necesario pasados unos segundos atorándole el galillo, le salía como a borbotones una mezcla de semen del chico y de su propia saliva que le chorreaba por la barbilla, goteando una parte en sus tetas y otra en la alfombra. De verdad verlo era la leche. Ver a mi esposa con la polla de otro hombre en la boca y expeliendo su semen por las comisuras, era para mí alucinante. Lo más increíble del caso es que mi mujer nunca me dejó que me corriese dentro de su boca. Cuando veía que yo me iba a correr se la sacaba y hacía que mi semen cayese sobre sus ubres amamantadoras… pero bueno, parece que yo soy yo y el yogurín era otra cosa.

De repente, sin dejar ni siquiera que se limpiase la cara, empujó a mi mujer y la puso acostada de espaldas en la cama. La sujetó por las caderas y atrayéndola hacia él le subió las rodillas para que apoyase las plantas de los pies en el chaise longue. Le separó las piernas y se arrodilló en el suelo. Con los dedos pulgares de cada mano le separó los inmensos labios vaginales y así con el coñito totalmente abierto y expuesto, empezó a comérselo. Básicamente lo que hacía por lo que podía ver era que con la lengua recorría toda su rajita. Cuando subía, con la lengua le frotaba el clítoris y se lo chupaba. Cuando bajaba, con su lengua de lamía tanto la entradita de la cueva como el ano. Así una y otra vez. Ver a mi mujer era todo un poema. Era ella la que acompasaba subiendo y bajando las caderas el rechupeteo que le estaban dando en su coñito. Se levantaba apoyándose en los pies y en los hombros como haciendo el túnel y no dejaba de moverse al compás de las lamidas y rechupeteo que le estaban dando. No quiero exagerar, pero fácilmente más de diez minutos estuvo el joven comiéndole el coño y ella ya no pudo aguantar más. Tuvo otro orgasmo bestial. Todo su cuerpo se agitaba y agarraba la cabeza del inglesito para que no dejase de chuparle el clítoris. Fue un orgasmo de esos largos como nunca yo le había visto tener. El chaval al ver el gran clítoris tan salido que posee ella se enzarzó. No sé si os habréis dado cuenta pero mi mujer había tenido tres espectaculares orgasmos sin todavía haber sido penetrada. Quiero decir que su coño aun era virgen…por decirlo de alguna manera, de la polla del yogurín. A todas estas debían ser ya las 11 de la mañana más o menos, con lo que el chico llevaba más de media hora… iba a decir follando a mi mujer, pero no puedo, pues follársela lo que se dice follársela, todavía no se la había follado.

En realidad lo único que había hecho era meterle los dedos, comerle el coño y hacerle tener a mi mujer tres increíbles orgasmos. Aun ella no se había recuperado de ese orgasmo, tendida en el chaise longue como estaba, con las piernas abiertas y los brazos extendidos en cruz, cuando él se levantó pues seguía arrodillado y agarrándola por los pezones empezó a tirar de ellos hasta que la sentó. Siguió tirando de ellos e hizo que se levantara. Cuando la tuvo de pie, siempre halando de ellos, condujo a mi esposa hasta un mueble, así como una cómoda o aparador que hay bajo la carpa. Soltándole los pezones hizo que se diese la vuelta y empujándole la espada la apoyó en la encimera del mueble. Es decir mi mujer estaba de pié pero con el tronco apoyado en ese mueble. Le fue abriendo las piernas de tal modo que su coñito iba bajando hasta que estuvo a la altura de su polla. En ese momento se adelantó y empezó a restregar su más que erecta polla todo a lo largo del coño de mi mujer. La visión que tenía era perfecta, pues los tenía prácticamente delante y veía como el pollón del chico, un chaval de la misma edad que nuestro hijo mayor, iba abriendo los labios vaginales de ella y estos lo iban como abrazando. Debido a los jugos vaginales que soltaba, pues el coñito lo tenía empapado, la polla del susodicho estaba también más que mojada. De vez en cuando él se paraba y era ella la que moviendo el culo adelante y hacia atrás se auto clavaba el coño. Con ese jueguecito estuvieron un buen rato, pero llegó un momento en que ella metiendo el brazo derecho ente las piernas le agarraba la polla e intentaba metérsela para que el la penetrase. En ese momento él se retiraba y como bien se dice, la dejaba con las ganas.

Cuando ella se la soltaba, él volvía a lo mismo. Esto se lo hizo como tres o cuatro veces, lo que hacía que mi mujer se volviese loca. Llegó un momento en que ella ya no podía, supongo que aguantar más y esta vez al girar ella la cabeza pude leerle en los labios que le decía… – “fuck me... please... fuck me“, o sea "Fóllame ya... por favor, fóllame ya". Él todavía estuvo durante unos segundos restregándole la polla pero al cabo de ese tiempo se la fue metiendo muy lentamente. Le metía el glande y se la sacaba, luego el glande y un poco mas y así hasta que de golpe se la metió entera. Hasta los huevos…no era mucho rabo, así que Claudia no se vio intimidada por la clava de ese muchacho. Sin moverse se la tuvo dentro unos segundos hasta que empezó a bombearla primero despacio pero cada vez el ritmo de las embestidas era mayor. Hay que reconocer que el chico sabía cómo follarse a una mujer para darle placer pese a lo corta de su verga y su edad. Cuando notaba que mi mujer se iba a correr, se la sacaba entera de la raja durante unos segundos y volvía a metérsela primero despacio y luego cada vez más rápido. Eso lo hizo un montón de veces. Digo un montón porque así de pie contra el mueble se la estuvo follando más de veinte minutos… la cuenta de las veces del gesto. Mi mujer estaba al borde de la locura. A veces y también perdí la cuenta, el dejaba de bombearla, es decir se paraba y era ella la que movía sus caderas hacia delante y hacia atrás y cada vez más rápido se metía y se sacaba le polla del coño. Es decir que no era él, el que se la follaba, sino Claudia quien se lo follaba a él. Cuando era ella la que se movía y el chico notaba que mi mujer se iba a correr, se la sacaba y esperaba unos segundos hasta volvérsela a meter. Eso exasperaba a mi esposa llenándola de tensión sexual. Cuando se la sustraía, ella intentaba metérsela pero él se retiraba aun más. Así como he dicho antes un mogollón de veces.

Pasada como dije esos veinte minutos, mi mujer rompió a suplicar y volviendo la cabeza hacia el chico como entre pucheros le hablaba. No sé lo que le decía, pero el caso es que él le sacó la polla y sujetándola por la melenita le dio la vuelta poniéndola de frente a él. Ella en ese momento, sin dejar de suplicar, se abrazó a su cuello y le seguía hablando. Él la besó en la boca y vi que le decía algo. Acto seguido ella levantó su pierna izquierda, él le puso el brazo derecho por debajo de la rodilla y se la levantó todo lo que podía. Es decir, mi mujer estaba suplicando abrazada al cuello del chico, con una pierna apoyada en el suelo y la otra subida aguantada por debajo de la rodilla por él. La visión que yo tenía del coño de mi mujer era perfecta. Lo tenía totalmente abierto, los labios vaginales totalmente separados y totalmente empapados casi diría que chorreando de lo mojada que estaba. Él, sin mediar palabra, colocó la punta del ariete en la bocana del coño de Claudia…y de golpe. Nada de lentamente como siempre lo hizo, de golpe, se la metió de una tacada hasta los huevos. Disfrutar de la cara de mi mujer cuando se la metió de golpe era digno de sentir. Cuando la tuvo toda dentro, la sacaba solo unos centímetros y se la volvía a meter de golpe. Os digo que mi mujer no aguantó ni diez segundos. Quiero decir que a la quinta o sexta vez que el chico la empalaba de esa forma tuvo otro orgasmo bestial. La pierna que tenía apoyada en el suelo empezó a temblarle y se caía, por lo que él, con el brazo izquierdo la abrazó por la cintura para sujetarla sin que ella dejase de abrazarse a su cuello. De esta forma, sujetándola no paraba de bombearla mientras ella se corría como una auténtica ZORRA.

Cuando ella dejó de correrse, le bajó al pierna y volviéndola a coger por los pezones empezó a tirar se ellos no hacia adelante, sino hacia arriba, con lo que obligó a mi mujer a ponerse de puntillas. De esa forma y siempre tirando de ellos la fue llevando hacia el borde de cama. Ver a mi mujer con los ojos vidriosos, no sé si de placer o de dolor, con los brazos caídos, caminando de puntillas y mirando como el chico la arrastraba tirándole de los pezones, era surrealista. Mientras la iba llevando por los pezones él le iba hablando. A ella, yo podía leerle los labios, pues a pesar jadear, le entendía perfectamente que le decía… – "Yes... yes... yes". Una vez llegaron a la cama, él le soltó los pezones y se acostó apoyando la cabeza en la almohada dejando a mi mujer de pie. Estuvo mirándola así de pie como estaba durante un minuto más o menos. Pasado ese tiempo, le habló y mi mujer se abrió las piernas y empezó a acariciarse su coñito. Con una mano se lo abría y con la otra se lo acariciaba. Él le volvió a hablar y ella se puso a acariciarse el clítoris. Joder. Mi mujer se estaba masturbando delante del inglesito. Pasados más o menos cinco minutos, él volvió a decirle algo y ella dejó de masturbarse y con una amplia sonrisa en la boca gateando por encima de la cama se colocó entre las piernas del chico. Se inclinó y empezó a hacerle una mamada. En realidad lo que hacía era que manteniendo media polla dentro de la boca, con la mano se la masturbaba. Lo que hacía era mover y jugar con su lengua sobre el glande del chico, mientras que con la mano le hacía una paja. Para abreviar, os diré que arrodillada entre las piernas del chico y chupándole la polla, no estuvo más de cinco minutos, pues el joven entre jadeos y moviendo la pelvis metiendo más a fondo su polla en la boca de mi mujer se empezó a correr. Ella mientras se corría, seguía chupándosela. Yo no creía lo que estaba viendo… se estaba tragando la lefa del chico, pues era muy claro lo que estaba haciendo. Cuando él dejó de moverse pues ya se había vaciado, ella no dejaba de seguir chupándosela a pesar de que empezaba a ponerse flácida. En ese momento me dije… ¡menuda mamada le había hecho! El chico acercando la mano a la mesa de centro cogió su móvil. Le estaban llamando y se puso a hablar. Mi mujer poniendo como una cara de pícara, mirándole, empezó a chupársela de nuevo a pesar de que él la tenía totalmente flácida. Estuvo hablando como cinco minutos sin que mi mujer dejase de chupársela. Dejó el móvil sobre la mesilla de noche y se dispuso a disfrutar con lo que mi mujer le estaba haciendo. No lo vais a creer, pero a los cinco minutos ese semental tenía la polla ya dura y tiesa como si nada hubiese pasado. Entonces Claudia se levantó y se puso justo de pie encima de la polla del yogurín.

Se fue bajando hasta tocar con las rodillas en la cama, se la agarró con su mano derecha y sentándose sobre ella, se la metió entera dentro de su coñito. Así sentada sin levantarse, empezó a mover sus caderas hacia delante y hacia atrás restregándosela en su vagina completamente enterrada. De vez en cuando, echando los brazos hacia atrás, se apoyaba en los muslos del muchacho, instante que el aprovechaba para frotarle el clítoris. Otras veces apoyando las plantas de los pies en la cama, se ponía las manos en los muslos y bajándose, la montaba como galopando sobre ella. Yo sabía que esa era la postura preferida de mi esposa…eran muchos años de follarla así. Era la postura con la que más le gustaba echar un polvo. También sabía que cuando ella se inclinase y empezase a besar al chico, era la antesala del orgasmo. Para abreviar y no hacerlo eterno, os diré que mi mujer se estuvo follando en esa postura al guaperas inglés más de media hora sin darse descanso. En ningún momento paró de moverse con la polla de él dentro de su útero. Al cabo de ese tiempo, ella se inclinó sobre el pecho del adolescente y empezó a besarlo en la boca. Él le puso las manos en las nalgas y empezó a follarla a un ritmo frenético. La polla entraba y salía del coño de mi mujer entera y se la veía totalmente humedecida y brillante. Pasados unos segundos, la puta de mi esposa, sin dejar de besarlo, tuvo otro tremendo orgasmo. Sin dejar de moverse, le daban como espasmos fruto de las oleadas de delectación que estaba sintiendo. Él no paraba de meterle y sacarle su polla hasta que empezó a correrse también dentro del útero de mi querida esposa Claudia. La visión era la leche, nunca mejor utilizado…. Los dos se estaban corriendo casi al mismo tiempo, percibiendo las andanadas de esperma al tiempo que ella apretaba y soltaba sus músculos vaginales succionándole el cipote al chaval.

Cuando terminaron de correrse, ninguno de los dos se movía. Se quedaron abrazados como un par de minutos. Entonces, mi mujer se enderezó y levantándose muy lentamente se la fue sacando. Cuando la tuvo fuera, un chorrete de semen salió de su coñito y fue a caer sobre el vientre del muchacho y adheridos a sus labios vaginales había también como unos pequeños colgajos de semen similar al engrudo. Ella se pasó dos dedos por el coño para limpiárselos y se los metió en la boca a modo de degustación del manjar que le había inseminado. Luego, con esos dos mismos dedos, recogió el semen del vientre del chico e igualmente se los metió en la boca. Se estaba tragando lo que había salido de su coño. Pero la cosa no acaba aquí. Ella, retrasando su cuerpo, se inclinó sobre la polla del chico y se la empezó a lamer limpiándola de los restos de semen y de sus propios jugos vaginales. Cuando creyó que ya estaba totalmente limpia, le besó la puntita y adelantándose con una sonrisa de oreja a oreja le dio un beso en la boca. Saltó del chaise longue y cogiendo el camisón, desnuda como estaba mirando hacia atrás y moviendo el culo súper sexy se marcho al interior de la vivienda. De pronto fija la mirada hacia los arbustos donde me hallaba atrincherado todo el tiempo, creo que no me vio, pero no lo puedo asegurar…aparece una mueca por sonrisa y se pierde por el umbral de la cocina al jardín.

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Cuando mi mujer entró, me quedé sin saber qué hacer, ni qué pensar. Entrar en casa estaba claro que no podía, pues la pillaría in fraganti en su infidelidad. Ir a la oficina, tampoco, pues ya eran más de las doce del mediodía. Al ver la hora en ese momento me percaté de que el inglés se había estado follando a mi mujer durante hora y media más o menos, por lo que decidí ir a dar un paseo y darles tiempo a que todo volviese a la normalidad. Mientras iba paseando, no dejaba de quitarme de la cabeza las escenas que durante todo ese tiempo había estado viendo. Lo que en realidad me inquietaba, no era que se hubiesen follado a mi mujer. Eso en realidad puede pasarle a cualquiera. Lo que me preocupaba el hecho de que había disfrutado viendo como otro hombre se la follaba. Me preocupaba porque me había gustado verlo…esa “infidelidad” cambiaría nuestra percepción de la nueva etapa sexual entre mi esposa y yo. Durante los siguientes diez días que Arthur estuvo en casa Claudia y yo no hicimos el amor, la tensión entre ambos se mostraba latente entre ambos sin querer dar el paso de comunicar lo que sentíamos…seguro que ella continuó follándose al yogurín y yo lejos de sentirme un consentido cornudo, me hallaba contento que ella tuviese un desahogo sexual adecuado a sus deseos. Una noche en nuestro dormitorio se comenté que sabía lo de Arthur y ella, y que no me importaba, pero me hubiera gustado que me lo dijese. Mi mujer se sintió avergonzada de no ser sincera conmigo y de haberme puesto los cuernos con el chico… – Cariño quiero compensarte por lo que te he hecho y quiero que sea una sorpresa… estoy seguro que lo vas a disfrutar mucho. Te prometo que será mucho mejor que lo que ha ocurrido con Arthur. Me quedé intrigado y a la espera de noticias.

CONTINÚA...