Mi esposa cuando salgo a trabajar.
Todos los hombres cuando llegamos a nuestra casa, del trabajo, en una hora más temprano de lo habitual, llegamos con cierto miedo de encontrar algo que no nos termine gustando. Por eso muchos hombres no avisamos el repentino cambio de planes y horario, abrimos las puertas ligeramente con cuidado de no hacer tanto ruido, y solemos caminar hacia la habitación con el corazón en la mano y las palpitaciones ligeramente aceleradas. La gran mayoría encuentra a sus esposas viendo la telenovela, una serie de netflix, en la ducha, haciendo un pastel, limpiando la casa o simplemente durmiendo. Pero si siempre fuera ese el caso ¿Por qué abrimos las puertas con miedo? ¿A qué le tenemos miedo de encontrar? Mi caso tal vez explique mejor ese miedo.
Todos los hombres cuando llegamos a nuestra casa, del trabajo, en una hora más temprano de lo habitual, llegamos con cierto miedo de encontrar algo que no nos termine gustando. Por eso muchos hombres no avisamos el repentino cambio de planes y horario, abrimos las puertas ligeramente con cuidado de no hacer tanto ruido, y solemos caminar hacia la habitación con el corazón en la mano y las palpitaciones ligeramente aceleradas. La gran mayoría encuentra a sus esposas viendo la telenovela, una serie de netflix, en la ducha, haciendo un pastel, limpiando la casa o simplemente durmiendo. Pero si siempre fuera ese el caso ¿Por qué abrimos las puertas con miedo? ¿A qué le tenemos miedo de encontrar? Mi caso tal vez explique mejor ese miedo.
Soy auditor, básicamente llevo la contabilidad de varias empresas importantes que trabajan con la firma a la cual yo trabajo. Así que, en ocasiones, debo viajar a otros estados del país con la finalidad de poder monitorear mejor los libros de contabilidad de las empresas que allí se encuentren. Eso implica 2 o 3 días fuera de mi cuidad.
Para Natalie, mi esposa, eso nunca ha sido un problema. Desde que nos conocimos ella siempre ha sido una mujer muy tranquila y comprensiva. Entiende perfectamente mi trabajo y no le molesta que me ausente 2 o 3 días a la semana. Supongo que porque ella es enfermera, y aunque ya no ejerce porque mi sueldo es realmente bueno y acordamos que es mejor que se encargue de las labores del hogar, en su momento ella también solía ausentarse días por lo que ambos entendemos los gajes del oficio.
Natalie es una esposa increíble. Como ya dije, es sumamente comprensiva, cariñosa, atenta, inteligente. Aunque siempre suelo pensar en lo afortunado que soy con ella porque además de todas esas cualidades, Natalie tiene un cuerpo increíble que mantiene yendo al gimnasio. Es morena, mide 1,68 aproximadamente sus piernas son muy torneadas además de su increíble culo que llama mucho la atención por lo duro y firme que se ve. También tiene tetas firmes y redondas puesto que se las opero cuando tenía como 26 años, se ven naturales pero grandes. Su cintura es pequeña, su cabello negro y largo. Su cara es hermosa: Ojos grandes color café, un rostro pequeño y nariz perfilada. Además posee una feminidad y una forma de ser muy extrovertida y coqueta que la hacen una hembra espectacular. A sus 37 años es muy frecuente que los hombres se le queden mirando a dondequiera que llegamos.
Yo por mi parte, a mis 44 años sí que puedo decir que la edad me ha dado mis golpes. La espalda y las rodillas obviamente ya no son las mismas. El sedentarismo me ha hecho sacar una barriguita peculiar y hasta en el cabello se notan los años.
Sin embargo mantenemos una vida sexual relativamente activa con sesiones de sexo muy intensas aunque por mi edad, ya no son como las de antes.
Lo que estoy a punto de contar pasó un jueves en la mañana.
Ese día me levante temprano y como de costumbre Natalie ya me había hecho el desayuno y me había alistado la maleta con suficiente ropa para 2 días, además de haberme hecho un bolso con galletas, agua y pequeñas cosas para el viaje . Yo estaba preocupado y ansioso por la reunión a la que tendría que ir. Era un asunto sumamente importante que me había mantenido enfocado en toda la semana y no podía dejar de pensar en ello mientras acomodaba mi corbata frente al espejo.
Natalia se acercó y me dio un tierno beso diciéndome que todo estaría bien. Vestía bóxer negros a la altura de la cintura que dejaban ver la parte inferior de sus duras nalgas, así como también una blusa muy fina que dejaba ver los pezones y marcaban sus redondas tetas.
Esa imagen me prendió un poco y la bese mientras apretaba sus nalgas con fuerza al mismo tiempo que ella sonreía y me abrazaba. .
Ya me encontraba en el auto de camino a Pto la cruz (la cuidad en la que pasaría los próximos 2 dias) cuando recibí una llamada de Julio, me jefe, indicándome que la reunión se había pospuesto para la siguiente semana debido a unos problemas.
Inmediatamente avise al chofer para dar marcha atrás y devolvernos. Así como también abrí el whatsapp para avisar a mi esposa, aunque no lo logre ya que mi celular se descargó totalmente y se apagó.
No me preocupa que mi teléfono se descargue porque siempre puedo contar con un powerbank. El problema fue que al buscarlo, no lo conseguí, y fue cuando recordé que se había quedado en el bolso que estaba en la maleta del coche.
Eran las 10:47 AM cuando llegue a mi casa, había salido a las 5:30 AM y, aunque defraudado por la postergación de la reunión a último minuto, me sentía tranquilo de poder tener al menos una semana más para prepararme.
Saque las maletas y las puse frente a mi casa. El problema fue, que al dar un vistazo hacia dentro, había una motocicleta en el garaje junto a mi coche. La motocicleta nunca la había visto así que se me hizo realmente extraño. Por lo que decidí entrar sin hacer mucho ruido. Mi casa tiene un primer portón que de acceso al jardín y al garaje, luego hay que entrar a la casa. Por lo que si alguien no toca el timbre que está en el portón de la calle, en la casa, no podemos oír si alguien está llamando o si mucho menos están abriendo el portón. Por supuesto, yo no toque el timbre.
Ya en ese momento me encontraba en la situación mental que describí al principio. Deje las maletas en el jardín y con mucho cuidado me dispuse abrir la puerta, que además, estaba cerrada totalmente. ¿Quién era el dueño de la motocicleta y por qué estaban las puertas totalmente cerradas si había visita?
Para este punto tenía el corazón a millón, la boca, la garganta seca y las manos frías contradecían a lo que mentalmente me decía para tranquilizarme: Seguro están en la parte de atrás del jardín, seguro es alguien conocido que acaba de comprar la motocicleta.
Al pasar, sigiloso, cerca de la puerta que da hacia el jardín trasero, pude ver que no había nadie y que la puerta de hecho estaba cerrada. Eso pudo haber sido como un golpe en el estómago de no ser por la risa inequívoca de mi esposa que provenía de nuestra habitación y que sin duda me dejo sin aire por un segundo.
Trataba de mantenerme aferrado a la idea de que tal vez era una amiga de ella o algún familiar y que estaban en la habitación por algún motivo estúpido muy lejos de lo que yo pensaba. Aunque seguía caminando, ya descalzo, con total silencio hacia el pasillo que da con nuestra habitación.
Al llegar me situé justo detrás de la puerta dispuesto a abrirla pero me detuve. Solo me limite a escuchar silenciosamente lo que estaban hablando. Y fue allí donde lo supe. Mi esposa estaba en nuestra habitación con un hombre.
Salí silenciosamente y me dispuse a rodear la casa. Nuestra habitación tiene una ventana que da hacia un pasillo entre nuestra casa y la pared que delimita nuestro terreno. Es muy angosto, no hay ninguna vista por lo que normalmente tenemos la ventana cerrada y con una cortina que evita que se pueda ver hacia adentro de la habitación, aunque realmente la cortina esta puesta para evitar ver hacia afuera. Por lo que esperaba poder encontrar una rendija por el cual poder mirar hacia dentro.
-¡BINGO!- Exclame. Se podía ver la cama, o al menos un 70%, el otro pedazo lo tapaba la pared y el ángulo no me dejaba. En la cama podía ver los pies y las piernas de un hombre, claramente se veía el exceso de vello en las piernas por lo que era imposible que fuese de una mujer. Mi corazón ardía ¿Qué coño hacia un hombre acostado en mi cama, abierto de piernas? ¿Dónde estaba Natalie?
La duda me duro poco puesto que Natalie apareció en la escena al instante y para mi sorpresa se notaba que acababa de tomar una ducha puesto que estaba en paño.
Yo sentía el corazón a explotar. Un frio vacío en el pecho acompañaba al frio de mis manos mientras miraba lo que estaba sucediendo. Aunque la sorpresa se convirtió en asombro cuando el tipo que estaba acostado se levantó de la cama, se acercó a mi esposa y comenzó a besarla mientras tiraba hacia abajo de la toalla.
Mi esposa desnuda besándose con un extraño (no reconocí la cara del sujeto) ya era un golpe muy fuerte de digerir, aunque ver a tu esposa siendo magreada creo que es aún mayor.
El sujeto apretaba las nalgas de mi esposa mientras la besaba. Se veía que era un tipo enorme puesto que mi esposa tenía que ponerse casi de puntillas para besarlo, llegando casi incluso a despegar los pies del suelo cuando él le apretaba las nalgas con fuerza. Era un tipo alto, de piel oscura aunque no completamente negro. Era musculoso, aunque no se veía muy marcado, tenía pectorales enormes, unos brazos marcados que terminaban en unas manos muy grandes y claramente se veía que las piernas también eran gruesas. El tipo cuando no estaba amasando el culo de mi mujer, estaba tomándola por la cintura o le estaba sobando las tetas mientras que mi mujer se dejaba hacer y solo se resignaba a pegarse más a su cuerpo y a besarlo.
Mi esposa se veía en frenesí mientras lo besaba, desde mi ángulo, podía verlos casi de lado y claramente podía ver los ojos cerrados de mi mujer y la forma en la que se lo comía en cada beso. Él por otra parte metió su mano dentro de las piernas de Natalie. Ella reacciono deteniendo los besos por completo. Su boca quedo inmóvil, entreabierta, sus ojos cerrados y su expresión que, aunque no podía escuchar nada desde afuera, el sonido del gemido se escuchó claramente en mi mente.
Natalie solo lo abrazaba mientras el introducía esa enorme mano en su sexo y la masajeaba con fuerza.
Yo veía toda la escena petrificado. Aunque solo petrificado en cuerpo, porque mis ojos detallaban cada parte del pequeño recuadro que me dejaba ver la cortina y no dejaba de subir por el cuerpo desnudo de mi mujer abrazada a ese hombre, mientras este le tocaba el coño y la besaba.
A su vez también veía al tío con el que mi esposa me estaba siendo infiel. Buscaba algún aspecto que me pareciese familiar y así poder reconocerlo.
De pronto aumento el ritmo del movimiento de su mano dentro del coño de mi esposa y pude notar también que por encima del bóxer del tipo se notaba un enorme bulto completamente duro.
Supongo que no fui el único en notarlo porque inmediatamente mi esposa comenzó a besarle el cuello a medida que le sobaba la polla por encima del bóxer. El bulto era grande pero sorprendía la dureza del mismo. Parecía que cortaría la tela del bóxer en cualquier momento y mi esposa no hacía sino endurecerlo más con sus caricias. Mi esposa pasaba la mano abarcando, por encima de la tela, toda la polla del sujeto mientras besaba sus pectorales y continuaba bajando ya por su velludo abdomen. Finalizando arrodillada besando el enorme bulto a través de la tela del bóxer mientras que lo miraba con cara de zorra.
Poco a poco mi esposa fue bajando el bóxer y algo de vello púbico corto se pudo observar conforme iba bajando. Ella lo miraba deseosa y a su vez con esa cara de perra victoriosa que ponen las mujeres cuando saben que su hombre las desea. El introducía el pulgar en su boca y ella lo chupaba mientras lo veía. De repente el pene del sujeto salió de su retención y choco contra la cara de Natalie mientras ella sonreía deseosa, ganadora, llena de lujuria.
Termino de bajar el bóxer y un pene de unos 19 cm se mostró completamente erecto, tieso, desafiante mirando hacia arriba. Acompañado por dos enormes bolas que mí mujer no tardo en besar suavemente. Su lengua iba despacio pero decidida recorriendo ese enorme pene desde la base hacia la punta para luego volver a bajar suavemente hacia la base. Lamia con pasión los lados del pene mientras no dejaba de mirar a su amante a los ojos. Hasta que nuevamente llego a la punta y se lo metió en la boca comenzando una mamada suave acompañada de una paja. Mientras que su amante echaba la cabeza hacia atrás en señal de que le estaba gustando.
Mi pene es de 13 cm, no es muy grande pero siempre he sido alguien con tacto para el sexo y creo firmemente que moverse bien y saber tocar en el lugar correcto y en el momento correcto, vale más que un pene grande.
Sé que mi esposa tiene una mamada espectacular así que pude entender la cara del amante al momento de mi esposa empezar con la mamada. Pero creo que mi cara debió haber sido un poema cuando vi a mi esposa engullir totalmente el pene de ese sujeto. Como dije, su pene podría ser fácilmente 19 o 20 cm y mi esposa estaba allí, de rodillas ante él, con la nariz pegada a su pelvis tragándose la polla entera de este semental desconocido.
El tipo la tomo por la cabeza y comenzó a follarse la boca de mi esposa. Al sacarle la polla de la boca, le dio una pequeña bofetada y la tomo por las mejillas. Sus manos eran enormes. Tan solo una de ellas cubría casi toda la cara de mi mujer.
Le dijo algo que no pude escuchar y volvió a meterle la polla en la boca y a follársela con fuerza.
Cada vez que sacaba la verga, mi mujer respiraba agitadamente como recobrando el aliento pero nuevamente volvía a abrir la boca esperando la embestida. Ella estaba de rodillas con las manos en el suelo prácticamente en cuatro patas y él la sostenía por la cabeza y el cabello mientras penetraba su boca y garganta con rapidez. De vez en cuando le restregaba la verga por toda la cara, llenándosela con su propia saliva para luego volver a metérsela completa en la boca hasta hacerla ahogar.
Ver a mi mujer arrodillada, desnuda, mamándole la polla a un hombre que no era yo. Siendo cacheteada, comiéndose entera esa semejante polla, estaba comenzando despertar un sentimiento en mí. En un principio solo quería ver si realmente mi esposa estaba siéndome infiel. Esperaba ver, quizá tomar fotos, y luego regresar a abrir la puerta y encarar. Pero ahora solo quería ver. Simplemente quería ver.
No sé si el amante de mi esposa se aburrió de jugar con la cara y la boca de mi mujer o simplemente el culo en pompa de Natalie llamo su atención.
La levanto, la inclino en la cama y se agacho para lamerle en culo mientras mi esposa solo miraba hacia nuestra cama.
Mi mujer se veía imponente. Su culo en pompa, su cabello largo cayéndole por la espalda y el cuello, sus tetas que se movían con cada nalgada que el hijo de puta ese le daba y su movimiento de caderas que movían el culo hacia arriba y hacia abajo arropando con sus nalgas la cara del maldito.
El tipo se incorporó, tomo lo que parecía un preservativo y se lo dio a mi mujer. Natalie se arrodillo mientras que lo destapaba y una vez fuera del envoltorio, se lo puso en la boca y comenzó a colocarle el condón con los labios.
Hecho esto se incorporó y se colocó a cuatro patas sobre la cama mientras hacía como una especia de twerk mientras lo veía y se mordía los labios. Sin duda alguna mi mujer estaba muy deseosa. Se notaba en su cara, en las cosas que hacía para subir de tono a su amante. Lo estaba disfrutando en grande la muy zorra.
Obviamente él no se hizo de rogar y se situó detrás mientras la tomaba por el pelo y se introducía dentro de ella. Pude imaginar claramente el momento en el que poco a poco se abría espacio dentro del sexo de mi esposa, ya que ella cerró los ojos y dejo la boca abierta en señal de placer. Inmediatamente el sujeto comenzó a embestirla con fuerza y le jalaba el cabello mientras que la nalgueaba.
En ese momento comencé a escuchar ligeramente los gemidos de mi esposa. No lo podía creer. Mi esposa suele gemir fuerte pero para que esos gemidos se escucharan ahí afuera ella debía estar gritando de placer. Incluso podía escuchar el sonido del choque de la pelvis del mal nacido ese con el culo de mi esposa.
De vez en cuando jalaba el cabello de mi mujer hacia atrás, colocando la cara de Natalie debajo de la suya. Lo que le permitía no solo besar su frente o su boca. Sino también asfixiarla con esa mano increíblemente grande o incluso cachetearla mientras la embestía con una virilidad salvaje.
Natalie solo se limitaba a gemir o gritar con los ojos cerrados. En ocasiones él se detenía y era Natalie quien se movía hacia atrás con avidez, haciendo un twerk preciso y salvaje mientras lo miraba con cara de lujuria. Para luego terminar con la cara en la cama, el culo en pompa y siendo embestida con fuerza por su amante.
En esta posición el sostenía la cara de mi esposa pegada al colchón con una mano y con la otra la nalgueaba mientras que la embestía salvajemente. Mi esposa solo paraba el culo lo más que podía para recibir mejor el bombeo de su amante. Posteriormente tras colocarla nuevamente en cuatro con la cabeza pegada a la cama, se dispuso encima de ella de manera que uno de sus pies quedo encima de la cara de Natalie, mientras que seguía penetrándola. Nunca me habría imaginado que a mi esposa le gustase el sexo de esa forma tan salvaje. Literalmente estaba ahí abriendo sus nalgas con ambas manos, con el culo apuntando el techo y la cara pegada el colchón de la cama, siendo oprimida por un pie mientras se follaban con decisión y autoridad.
Tras unos minutos de castigarla en esa posición. El sujeto salió de ella y rápidamente, aun estando mi esposa en cuatro sobre la cama, se situó frente a ella pasándole el pene, todavía increíblemente duro, sobre su pequeño rostro. El rostro de mi esposa como ya dije es pequeño y perfilado, sin embargo, con el tamaño y grosor de esa verga. El rostro de Natalie se veía aún más pequeño. El sujeto simplemente restregaba su pene en la cara de mi mujer. Tal vez reafirmando que él era el dueño de ella en ese momento. Como marcando territorio sobre mi esposa y dejando claro que, en ese momento, Natalie era su mujer, su zorra, su hembra.
Natalie cerraba los ojos y los abría solo para verlo con cara de lujuria. En ocasiones sacaba la lengua e intentaba lamer el pene que se paseaba con fuerza sobre su frente, nariz, mejilla, boca.
Segundos después el sujeto cacheteo suavemente a mi esposa y se acostó en la misma posición con la cual lo vi por primera vez al asomarme por la ventana. Estaba boca arriba con las piernas abiertas, aunque esta vez podía verse claramente su erecto y duro pene. Se veía con altivez apuntando el techo, desafiante, osado, listo para penetrar el sexo de mi esposa que rápidamente se sentó encima lista para cabalgarlo.
Esta posición me asusto un poco puesto que literalmente mi esposa estaba casi de frente a la ventana donde yo estaba espiando. No obstante pensé que si ella me veía igual no habría diferencia porque la infiel era ella. Ella estaba haciendo algo malo, no yo. En cualquier momento abriría esa puerta y los encararía. Si ella me veía antes de eso, no cambiaría absolutamente nada. Así que continúe observando la cabalgata de mi querida esposa encima del desconocido amante.
Natalie estaba muy excitada, su cara lo decía todo. Sus movimientos eran realmente sensuales y llenos de pasión. Se movía hacia adelante y hacia atrás en un vaivén de caderas que asemejaba el andar de las serpientes. Cada movimiento hacia adelante y hacia atrás parecía ser el cielo para ella. Se tocaba los senos, pasaba sus manos por el cuello, se recogía el cabello, tomaba las manos de su amante y las paseaba por todo su cuerpo, lamia sus dedos, se reclinaba para besarlo, o para facilitarle a él la labor de lamer sus senos y luego volvía a erguirse sin detener el vaivén de cadera que poco a poco incrementaba en velocidad y pasión. El orgasmo se acercaba. Con avidez, una mano del amante se posó sobre el cuello de Natalie y comenzó una leve asfixia, mientras que otra mano atenazo una de sus nalgas. Natalie comenzó a moverse más rápidamente. Sus gritos se comenzaban a oír afuera nuevamente. Sus ojos cerrados, su ceño fruncido, una de sus manos apretaba fuerte la mano que la asfixiaba y la otra apretaba fuerte el pecho izquierdo.
De pronto sus movimientos se tornaron erróneos, se interrumpían por un espasmo brusco que hacía a mi esposa irse hacia adelante. La mano que la asfixiaba la retenía de caer. El orgasmo había llegado.
Mi esposa estaba allí encima de un hombre que no era yo, desnuda, besándolo, descansando del orgasmo que había tenido segundos antes y las manos del sujeto podían verse rodeando la espalda y la cintura de mi mujer. Pegándola más a su cuerpo, mientras que poco a poco comenzaba a bombear lentamente el coño de Natalie otra vez. Supongo que el aún no había acabado por lo que lentamente comenzó un bombeo que incrementaba en velocidad.
Rápidamente giraron sobre la cama quedando él encima de mi mujer en la típica posición del misionero. Su movimiento de caderas no era muy rápido pero si fuerte y con decisión. Besaba a mi mujer mientras que la penetraba con fuerza. Natalie se veía tan indefensa, tan pequeña debajo de semejante hombre. Sus piernas lo rodeaban tratando de impedir que el saliese de ella y con sus brazos abrazaba la espalda del amante. Se le veía totalmente despeinada.
Tras un instante, el bombeo pasó a ser más intenso, más rápido y más fuerte. Él tomo las piernas de Natalie y las coloco sobre sus hombros mientras que se inclinó hacia adelante apoyándose sobre sus fuertes brazos. Dejando a mi esposa totalmente abierta e indefensa a sus embestidas. Lo que mi esposa parecía disfrutar bastante puesto que lejos de reclamar, intento más bien llegar a la cara de su amante para besarlo y no para de gemir de placer.
No paso mucho tiempo cuando las embestidas pasaron de sexo rudo a sexo salvaje. Dejo libre una de las piernas de mi esposa para tomarla por el cuello mientras que la penetraba salvajemente. Parecía que estaba a punto de venirse cuando note que las piernas de mi mujer comenzaron a temblar y su abdomen comenzó a sufrir los espasmos de quien está próximo a tener un orgasmo. ¿otro? –Pensé- Ya veo la razón de por qué esta con él. No nos falta nada, desde mi punto de vista. Vivimos en una buena casa, en una buena zona, me considero un buen esposo y buen padre e incluso creo que soy un buen amante a pesar de que tal vez no soy el mismo de antes. Sin embargo claramente esas embestidas, ese aguante, ese pene, esa virilidad era algo a lo que yo no podía llegar. Seguramente es por eso que esta con él. Incluso nunca me ha dado indicios de infelicidad, que son claramente los principales motivos de las infidelidades. Lo que ciertamente estaba claro, era que en ese momento ella era tal vez la mujer más feliz del mundo a punto de llegar a su segundo orgasmo en menos de 10 minutos y siendo follada de esa manera.
Evidentemente el orgasmo llego, sus piernas temblaban y sus manos aprisionaban la espalda del sujeto que la estaba haciendo llegar al cielo en ese momento. Asimismo él también se encontraba cerca del límite e imagino que ver a mi esposa tener un segundo orgasmo lo hizo llegar al punto de no retorno. Rápidamente se incorporó, salió de mi mujer, retiro el preservativo y con velocidad y avidez se situó encima de mi mujer dejando su erecta polla a punto de estallar, a pocos centímetros de la cara de Natalie. Ella lo miro con deseo, y cerró los ojos en señal de aprobación, aunque dudo que él le haya pedido permiso para llenarle la cara de lefa. Chorro tras chorro caían en la cara de mi esposa que solo atinaba a reír. Una vez terminado, el mal nacido paso nuevamente el pene sobre la cara de mi mujer llena de leche, regándosela por todo el rostro e introduciéndosela en la boca. Natalie nunca ha sido de tragársela, conmigo si había recibido mi lefa en la cara pero siempre le daba algo de asco recibirla en la boca o incluso lamer solo un poco. Sin embargo yo podía ver claramente como parte de la leche del sujeto caía en su boca y ella no parecía escupirla.
Su cara de lujuria nunca bajo. La erección del amante no obstante sí. Él se levantó de encima de mi mujer y se tumbó a un lado. Mi esposa se levantó de la cama asumo que a lavarse la cara en el baño. ¿Yo? Ya había visto suficiente, era momento de dar la vuelta, abrir la puerta y encarar a esos hijos de putas. Inmediatamente me di vuelta y comencé a caminar nuevamente en silencio hacia adentro. No obstante, había estado tan enfocado en lo que estaba sucediendo en la habitación que no me había fijado en algo: Mi pene se encontraba totalmente duro.
A medida que iba avanzando lentamente hacia la habitación pensaba en cómo me había sentido. Pensaba en lo imponente que mi esposa se vio durante toda la sesión de sexo. Pensaba en por que me quede casi 40 minutos, viendo por una ventana a mi mujer tener sexo con otro hombre.
Sin duda alguna estaba molesto, estaba herido, estaba traicionado, pero definitivamente también estaba excitado. Estaba excitado de ver los movimientos de mi esposa desde otro ángulo del que usualmente no los veo, me había excitado escuchar y ver a mi mujer gozar de esa manera en la que hacia bastante tiempo, a pesar de mis esfuerzos, ella no lo hacía. Y sobre todo, ver a mi esposa ser follada de esa manera por un hombre que se veía tan grande, fuerte, dominante, me había excitado un montón.
Todo esto lo pensaba mientras me acercaba a la puerta, podía oírlos reírse mientras que mi cabeza daba muchas vueltas, mis manos frías, mi polla a reventar. Justo en ese momento mire una foto de mi esposa, mi hijo y yo. Camilo solo tiene 8 años. Yo crecí en una familia dividida por causa de una infidelidad de mi madre, así que conozco en carne propia el martirio que es tener padres separados y los traumas que eso acarrea.
Me detuve y creo que fue allí donde, sin saberlo, tome una de las decisiones más importantes de mi vida: Salir de la casa tan callado como llegue, sin dejar rastro, irme y hacer como si nunca había visto nada de ello.
Minutos después estaba dentro de un centro comercial cercano cargando el celular para escribirle a Natalie que iba en camino y así poder darle tiempo de arreglar todo y sacar al amante de nuestra casa. Por un momento me sentí tan poco hombre y perdedor, tan humillado. Aunque también me sentí excitado.
Ante la diatriba dentro de mi cabeza, decidí simplemente no pensar en ello puesto que era sumamente desgastante. En ese momento envié el mensaje a mi esposa y dedique a ver una fuente que allí estaba. Minutos después ella me respondió diciéndome que estaba bien y que probablemente cuando yo llegara no la iba a encontrar puesto que era hora de ir a buscar a camilo a la escuela.
Así fue. Al llegar no estaba la motocicleta, tampoco estaba ella, el cuarto estaba ordenado, la cama tenía sabanas nuevas. Naturalmente –pensé- el olor a sexo no se quita en menos de una hora. Mire la rendija por la cual hace unos minutos me encontraba yo viendo cómo se follaban a mi dulce esposa y me senté en la cama derrotado e inseguro sobre el futuro incierto que se avecinaba.
Continuara…