Mi esposa, ahora disponible (2)
Mi esposa ahora disponible, 2ª parte.- UNA SEMANA CON MI ESPOSA Y SU PRIMO. La 1ª parte está también en Confesiones.
Una semana con mi esposa y su primo
Continuación de "Mi esposa, ahora disponible"
Como les decía al final de "Mi esposa... Mails mediante arreglamos para pasar una semana los 3 juntos. Nos decidimos por una playa de Uruguay para disminuir la posibilidad de encontrarnos con conocidos.
Alquilamos un dos ambientes. Eliana y yo llegamos un par de días antes, entre otras razones porque deseaba mostrarnos como matrimonio. Como tal nos presentamos ante el encargado del edificio y en el restaurante donde mejor se podía comer también dejaba claro que Eli era mi esposa.
La misma tarde de nuestra llegada y por la mañana siguiente concurrimos a la playa y aproveché para recorrerla viendo si podía encontrar algún tipo o tipos que pudieran añadir un plus de morbo para una idea que tenía y que consistía en que fuésemos vistos, primero nosotros dos y luego los tres en actitudes que pudiesen calentar algún espectador.- No encontré nada que me estimulara, primaban las familias y mujeres solas.
No teníamos internet y por lo tanto no había comunicación con Mario que venía desde EE.UU.- Nos hablo desde Montevideo, en principio yo había quedado en ir a buscarlo pero, dado que justo salía un bus hacia nuestro lugar, me dijo que suspendiera mi viaje y pidió hablar con Eli. Advertí por la expresión que en determinado momento tomó el rostro de ella que algo preparaban. Le pregunté a Eliana pero se mostró elusiva.
Eli se vistió con una minifalda símil pantalón, de jean, y una remera calada, blanca de generoso escote; parecía haberse vestido para mí. esa combinación me pone. Estaba fresca, natural, sin maquillaje, daban ganas de comérsela. Me limité a acariciarla suavemente, a rozar apenas con mis labios su cabello, su cuello. Necesitaba expresarle cuan junto la sentía ante esta nueva experiencia que afrontaríamos. En ese par de días hablamos poco sobre el asunto. Ese día no nos referimos para nada a lo que venía. No la indagué acerca de su vestimenta ni nada. Creo que respirábamos confianza en nuestra unidad, sobreviniera lo que sobreviniera.
Sonó el portero eléctrico, era Mario, me dispuse a bajar.-
-¿Me querés? ¿Estás seguro de lo que vamos a hacer? Me preguntó.-
¿No le parece un poco tarde para arrepentirse, mi diosa? -contesté con una sonrisa
¿ O debo decir nuestra diosa come-hombres? dije al cerrar
En el ascensor; con Mario tampoco nos comentamos nada, parecía que era una inocente reunión de amigos.
Entramos, unos segundos más tarde apareció Ileana y ahí me tuve mi primera sorpresa: Debajo de la remera había desaparecido el corpiño; los pezones erectos se destacaban netamente en la prenda. Apenas pude disfrutar de eso.
Mi esposa se prendió a los labios de su primo con absoluta entrega, como algo largamente esperado. El muy turro no pareció demasiado conmovido por esa demostración y una de sus manos apretó por un omento, con firmeza, un pecho y acto seguido introdujo la mano bajo la remera y amasó el mismo seno ya piel y piel. Esa mano se deslizó luego por la espalda en tanto la otra bajó hasta el borde de la mini y apretó uno de los cachetes de mi esposa. Alcancé a ver el pedacito de una diminuta tanga blanca que cubría la mano del dueño de mi mujer. Recuerdo que pensé: Por lo menos no se sacó la bombacha...
Mario recorría a mi mujer con la seguridad del macho esperado, como quien está dispensándole el favor de un proxeneta.- Yo no existía, se manejaban con la más absoluta libertad. Después supe que esa fue una premeditada puesta en escena planeada por mi mujer en mi homenaje; pero la calentura de mi mujer era real y la chulería de su primo también.
Al cabo de unos instantes se separaron y comenzaron a conversar del viaje, él comenzó a desarmar su valija, a acomodar su ropa, en un momento dado sacó varios paquetitos muy bien envueltos y le dijo a Eliana: - Para vos, para que las disfrutes, para que las disfrutemos los tres.-
Eran, por supuesto, varias tangas que sin duda se verían maravillosas en mi mujer.
Cuando terminó de arreglar sus cosas Mario fue al baño y al regresar se recostó en el sofá que le serviría de cama (al menos eso pensaba yo) sacó su pene y le dijo a mi mujer
-Vení, empezá a chupármela, pero de a poquito, no seas glotona.-
Ella se acomodó a su lado y empezó a lamer con la punta de su lengua.
La verdad que en ese momento me sentí como decepcionado, la situación no me provocaba morbo, me resultaba poco estimulante, recuerdo que temí por el futuro de esa semana larga que íbamos a pasar juntos.
Dos o tres minutos después, mientras Eliana ya había empezado a metèrsela toda en la boca. Mario se dirigió a mí, en tanto acariciaba la cabeza de mi mujer.
¿Ya te conté, que la primera mamada que me hizo tu mujer es uno de los recuerdos más lindos que tengo?
-Contame, le dije, aún cuando recordaba muy bien que ya me lo había relatado(Ver mi esposa ahora...parte 1) y que en ese momento me produjo mucho morbo, algo que ahora no se estaba produciendo.
Me lo repitió tal como la otra vez y realmente con entusiasmo, se ve que el impacto había sido serio.
-¿Cómo se te ocurrió, putita? ¿Cómo pasaste de esas caricias que no eran tan intensas, a prenderte como desesperada?
Mi esposa retiró la boca de su pija y se encogió de hombros, mientras tomaba el tronco con una mano y lo pajeaba suavemente.-
-No se, que se yo, hace como mil años.- Estaba bastante ruborizada.-
Morreaba y chupaba delante de su marido sin vergüenza ninguna y se turbaba ante esa pregunta. No deja de ser maravilloso.
Mario se paró junto con ella y comenzó recorrer todo su cuerpo, ella le empezó a desabrochar la camisa y a besar el pecho. Él le bajó bruscamente la mini con bragas y todo y aferraba sus cachetes con energía. Después una mano se perdía en la concha y los movimientos de acomodación de Eli me produjeron morbo.
La alzó y la llevó a la cama, la depositó y mientras se sacaba los pantalones, el muy turro le preguntó:
-A propósito ¿Cómo están tus hijos?
Debo reconocer que el muy hijo de puta sabía producir impactos en mí. Con el correr del tiempo me confesó que creyó haberme calado desde un principio y que advirtió que determinadas brusquedades y rupturas de los tiempos me producían gran morbo y a él también le producía placer.-
Eli no contestó
¿A quien querés más, a tus hijos o a la pija de tus machos?
Me parecía excesivo, sin relación, falto de buen gusto; pero en ese juego me habìa metido.
-Si no me contestás no te la entierro, mamá putona.-
-Tu pija- murmuró la madre de mis hijos
Él se ubicó entre sus piernas y con su pija recorría de arriba a abajo y de abajo a arriba la concha de mi esposa; pronto pudo advertirse como sus órganos se abrillantaban con sus mutuos jugos. Inició un mete-saca que me provocaba escasa excitación, de pronto no pudo controlarse y debe haber eyaculado a lo sumo en cuatro minutos.
Me sentí defraudado, fue un polvo totalmente sin ángel, primario.
Pensé para mis adentros.- Si este es tu gran macho a mí deberías considerarme Superman.- Para mejor el muy hijo de puta acabó y se salió de encima de ella poniéndose boca arriba muy orondo sin prodigarle una sola caricia como quien arroja un pucho.
No pude evitar el mirar con desagrado al primate que terminaba de gozarse a mi esposa pero al contemplarla a ella, su carita que se me antojó desilusionada, me invadió un deseo de poseerla con todo el amor que Eli merecía y afortunadamente no vacilé, la penetré entre besos y palabras tiernas, al principio no sintonizó pero prontamente afloró nuestra gran química que hace que cada vez la desee mas y echamos un polvo fenomenal olvidándonos de la presencia de su primo. Recuerdo que le prodigué ternezas interminables, mimándola, comiéndola a besos, agradeciéndole el que se prestara tan dispuesta a esta nueva forma de amor.
Luego de vestirnos ninguno de los tres hizo la más mínima mención sobre lo que había sucedido y la conversación se deslizo por carriles totalmente asépticos.
Concurrimos al restaurant adonde íbamos a brindar una demostración de mi cornudéz con una conducta en que día a día quedaría mas claro que Mario era el macho de mi esposa. Parecía que no iba a pasar nada esa noche pues el primo tenía un aire totalmente soñoliento y como absolutamente desinteresado en todo.
Hacia los postres reaccionó un tanto el primo y noté que su mano seguramente estaba acariciando las piernas de mi mujer. Habló:
-Hoy discúlpenme, no voy a cojer a tu mujer porque estoy muerto todo lo que quiero es dormir.-
Ninguno dijo nada. Volvimos a casa y Mario se acostó rápidamente. Mi mujer no dejó de vestirse tentadoramente con un cortísimo camisolín rosa transparente apenas cerrado con una cinta a la altura de sus pechos y una tango haciendo juego.
Al pasar le dió un beso de buenas noches restregándole prácticamente los pechos en la cara pero el primo apenas si le acarició desganadamente las piernas y le dio una palmada en la cola, enviándola a dormir.
Yo estaba exhausto mentalmente, con mas ganas de rememorar todo lo sucedido en esas primeras horas de esta nueva experiencia que de otra cosa y supongo que mi esposa estaba en algo parecido.
A la mañana siguiente nos despertamos bastante temprano y no hubo ninguna circunstancia con carga sexual. Sólo al salir hacia la playa yo les indiqué que ellos bajaran primero (Seguramente les parecerá tonto pero esto de ir insinuando lentamente a quienes pudieran vernos- los porteros del edificio fundamentalmente- como mi esposa era compartida, a mí me producía placer.
Por lo demás enterándose los porteros era seguro que se enteraba todo el mundo.
Al ver a mi mujer en un discreto conjunto de piezas Mario prorrumpió en un sarcasmo
-Con esa malla de monja, esta mina no consigue levantarse un punto ni por casualidad.-
En el curso de esa mañana dimos algunas vueltas por la playa, con mi mujer a regañadientes, en busca de alguien que pudiéramos integrar pero no encontramos a nadie que nos pareciera potable.
Al día de hoy no se si mi mujer participaba con algún interés en esta búsqueda, que era algo que si nos interesaba a Mario y a mí y que ya algo habíamos hablado vía mail. Ella parecía como que lo tomaba como una broma y nunca me dió una contestación precisa acerca de si deseaba o no cojerse a un tercer tipo. De acuerdo a como se desenvolvieron las cosas posteriormente Uds. podrán sacar sus propias conclusiones
En un momento dado Mario fue imperativo:
Hoy a la tarde llevo a tu mujer a comprarle un par de trajes de baño que la hagan aparecer tan puta como lo que en realidad es. Vestida así a nadie se le ocurre que esté buscando pija.
Al mediodía regresamos a casa, la situación estaba estancada, nada erotizante se había producido en la playa.
Eliana se dispuso a ducharse en primer lugar. A poco que comenzase a correr el agua Mario me dijo-Voy a bañarme con tu mujer
A mi vez esperé unos minutos y entré al baño. En ese preciso momento Mario se estaba arrodillando y estaba besando la pancita de mi mujer, se arrodilló al fin y su cabeza se hundió entre las piernas de mi esposa, ella con los ojos cerrados le acariciaba la cabeza y posteriormente apoyó una pierna en el borde de la bañera para facilitarle aún mas el acceso, su expresión era de total éxtasis; de vez en cuando abría sus ojos y me miraba fugazmente. Se la habrá comido por 2 o 3 minutos y luego continuaron acariciándose, pude observar incluso que mi esposa dio un respingo cuando la mano de él se perdía en su raja.
- ¡Que arisca estás, vamos a tener que trabajar este culito¡
Mi mujer había llevado otra ropa pero Mario hizo que se pusiera unas braguitas blancas con una especie de diminutas faldas trasparentes y un corpiño también trasparente que le había traído de regalo.
Cuando salimos del baño y mi esposa se aprestaba a disponer la mesa apareció Mario con una almohada, corrió una mesa libro y la apoyo perpendicular a la pared de la ventana y le dijo a mi mujer:
.- Andá, mi amor y trae el gel que te encargué que compraras.
¿Que querés hacer?
-Vas a tener un aperitivo, te voy a hacer un ratito el culo, así te ponés bien calentita y después de comer te cojo.-
-No, ahora no quiero y menos por atrás.-
-No te pregunté si querías, te dije que traigas el gel y te acomodes como sabés.-
Eli me miró como para ver mi actitud, yo permanecí impávido, como si no estuviera presente..
MI esposa volvió con un pote.
-Así me gusta, veo que obedeciste mis indicaciones. Guardalo, yo te traje de regalo uno de Estados Unidos, saborizado y todo.- Vení mamita dijo palmeando la almohada.-
Mi mujer, con aire de resignada, se paró frente a la almohada y apoyó sus pechos sobre la misma.
-Abrí las piernas, putita.-
-Mirá flaco, me dijo- Mira si será turra tu mujercita que se hace la que no quiere pero se puso las chinelas de taco alto para culear más cómoda.-
Una mueca que podía leerse como: Te diste cuenta y lo contás, desgraciado.- se dibujó en la cara de Ileana.
Mario se arrodilló y empezó a lamerle la parte interior de los muslos y luego comenzó a juguetear con su lengua en el tesoro marrón de mi esposa. Después se levantó y se dirigió hacia mí
Vení, flaco, mantené separado un cachetito de tu mujercita así la puedo trabajar de lujo.-
Hice lo que me indicaba y con la otra mano comencé a acariciar suavemente el cuello de mi mujer. Mario con una mano separaba el otro cachete y con uno o dos dedos rozaba apenas alrededor del ojete de mi adorada esposa, luego deslizó un dedo hacia arriba y hacia abajo haciéndole sentir la yema en el agujero, luego recorría en círculo el esfinter, luego un segundo dedo.
-Ya la querés adentro. putita?
Ella no contestó
Mario estaba ya al palo, aproveché la oportunidad para comparar nuestras respectivas pijas, decididamente la de Mario era más corta que la mía y algo más gruesa.
Él empezó a jugar con su pija en el agujero de mi mujer, apartó luego mi mano, se inclinó sobre ella, una de sus manos se introdujo entre ella y la almohada, seguramente alcanzó su clítoris.
-Ahí te gusta mamita- Le susurró.
Me aparté, me pareció que en la carita de mi esposa se reflejaba el placer que recibía en su clítoris. Luego él se irguió, apoyó sus dos manos en las caderas de mi esposa y comenzó el proceso de penetración. Noté un gesto de dolor de ella, vi que sus manos apretaban los lados de la almohada. Sentí mucha ternura, me incliné hacia ella y la besé donde pude en la cara, le acaricié la cabeza.
Él la penetraba con cuidado, le introducía un poquito y se inclinaba sobre ella y le preguntaba si le dolía, si se la sacaba un poquito. Mimosa, divina, preciosa, eran palabras que se oían. Ella no decía nada pero de a poco iba moviendo las caderas como buscando la mejor posición.
Cuando hubo introducido todo su miembro, intentó sacarlo en casi su totalidad y volver a enterrárselo todo, lo hizo creo que 3 veces en medio de gestos de molestia de mi esposa y finalmente se lo saco y dijo.-
-Basta, mamita, ya me estoy calentando demasiado, comamos y después te echo un buen polvo.
Se fueron a lavar, salieron besándose; cuando se separaron la estreché a mi vez entre mis brazos y nos prendimos también apasionadamente.
La comida, fría, se presentó como una espera tensa. Las palabras, de compromiso, pocas. En un momento Eliana se levantó a buscar algo y al regresar, cuando pasó al lado de Mario éste no se pudo contener y rodeó la cintura de ella con su brazo y hundió su cara entre las piernas de mi esposa. Esta se resistió un momento, sin demasiada convicción pero él le bajó las braguitas hasta casi las rodillas y la alzó entre sus brazos dirigiéndose al dormitorio.
Los seguí, la calentura los había desbordado, apenas tocó el cuerpo de Eli la cama cuando ya le había sacado la prenda y desnudo se ubicaba entre las piernas de ella. Supuse que, como el día anterior Mario iba a acabar rápidamente pero de pronto pareció dominarse y le empezó a echar un muy buen polvo, moviéndola muy bien, desesperándola, de repente comenzó a jugar con un dedo en su boca, brindándoselo y negándoselo.-
-Estás desesperada por chupar, putona?
Mi esposa no contestaba pero cuando le retiraba el dedo lo buscaba desesperadamente.
De pronto Mario me miró, no hizo falta nada mas, me acomodé como pude con mi pija cerca de la cara de Eli.-
-Puta, ¿Estás tan caliente que hasta te querés chupar la pija del cornudo de tu marido? Mi mujer no contestó,; con Mario me confirmó que con ella es cuestión de intentar hacer con ella lo que uno quiere, casi siempre uno logra lo que se propone ( en tanto no tengas las autolimitaciones que los maridos sufrimos)
Ella no contestó a ninguna de guarradas pero cuando él le giró la cabeza hacia donde estaba mi pija, comenzó a chupármela casi frenéticamente.- Fue un breve lapso.
-Déjamela, que ya te la lleno de leche y la podés usar.
Acabó y en medio minuto salió de ella con brusquedad, la penetré rápidamente, esta vez la sentí como muy abierta, sentí como que se limitaba a permitirme. Esta vez fallé yo, realmente .Empecé a cojerla como para hacerla gozar por largo rato y de repente me desbordé y me quedé totalmente flácido y vacío cuando ella recién comenzaba a orgasmar. No obstante al cabo de un par de minutos ella me abrazó y besó con ternura.
Fue ella a lavarse, luego fui yo y al encontrarnos en medio de la habitación nos volvimos a abrazar y besar tiernamente como dos esposos verdaderamente enamorados que éramos.
Terminamos de comer, tranquilos, hablando de vaguedades, como si nada hubiera pasado entre los 3.
- Después de la siesta me llevo a tu mujer a comprarle algunas mallas que le permitan mostrar mejor la mercadería, de lo contrario va a ser difícil que consiga otra pija en la playa. ¿Venís con nosotros?
Me resultaba excesivo eso de que fuera con los dos. Además Mario podría ponerme en evidencia delante de las vendedoras y eso no me producía ninguna gratificación; delante de otros machos podría haber sido diferente.
-Bueno, me voy a echar una siesta.¿Vos con quien te vas a acostar, con tu marido o conmigo? Lanzó Mario.-
-Me acuesto con vos.- le respondió mi esposa.-
-Mirá que no te voy a dar pija
- No importa
Mi esposa continuaba dándome sorpresas.- Durante todo ese tiempo después de nuestro polvo no había hecho sino comportarse extremadamente cariñosa conmigo y ahora parecía totalmente volcada hacia él
Me acosté en el sofá de Mario con el oído atento a lo que pasaba en nuestro dormitorio. No sucedía nada, me amodorré y me dormí.
Me despertó Mario invitándome a ir con ellos a por los trajes de baño de mi mujer pero preferí seguir durmiendo aunque cuando ellos se fueron me desperté totalmente y fui invadido por toda clase de suposiciones acerca de lo que pasaría entre ellos.
Regresaron a la tardecita, él exultante, ella con un aire particular que adquiere cuando ha tenido muy buen sexo y toda cariñosa hacia su macho.
Entraron, él la trajoo hasta mi sillón y acercando mi esposa a mí, le levantó la corta falda y me dijo:
Tocale la bombachita, mirá que lindo regalo que te trae.-
Llevé la mano hacia la prenda, estaba aún húmeda y con algún resto de arena.-
Me limpió con eso mi pija y luego se la hice poner.- se despachó él.
Les diré que no me atraía precisamente el suponer que mis dedos tocaban restos de semen. Hubiera preferido que fueran solo jugos de mi mujer pero no todo sale como a uno le gusta.
Mi mujer lo besó y dijo:
-Me voy a lavar
-Entonces le cuento yo sólo, el polvo formidable que nos echamos.-
-Diviértanse como quieran.- contestó con un mohín Eliana
-Nos echamos un polvo bárbaro, la calentura nos fue subiendo de a poco, durante la prueba de las mallas la muy turra no dejaba oportunidad de calentarme y tanto fue así que del último negocio la saqué a los piques.- Después no veía la hora de encontrar un desvío en la carretera y la muy puta no perdía oportunidad de mostrar las piernas y después empezó a acariciarme la pija y entonces paré un momento para que chupara pero la saqué enseguida y al ratito encontramos una entrada a la playa y nos empezamos a dar como locos. Creo que fue el mejor polvo desde que llegué. Tu mujer esta re-caliente y muy guarra.
Yo disfrutaba mentalmente del relato pero sentía que no llegaba a mi pija.
Pasado un rato fuimos a cenar al mismo lugar de la noche anterior pero la cena transcurrió en la más aséptica conducta. Ellos parecían estar saciados y yo no parecía encontrar una adecuada respuesta sexual a los estímulos que había recibido. Me preocupaba.
Cerca de la medianoche regresamos a casa y nos acostamos cual santos, yo con mi mujer y Mario en su sofá. No obstante Eliana no lo privó de darle beso de buenas noches vestida tan solo con un cortísimo baby-doll negro transparente y una tanga también negra y transparente.
Apagamos la luz y nos dispusimos a dormir; en realidad yo no tenía sueño pero mi esposa parecía que sí. Habrían pasado unos 5 minutos cuando advierto que ingresa Mario quien sin decir palabra se introduce en la cama del lado de mi esposa. Apenas percibió su presencia Eliana pareció como si lo hubiera estado esperando, lo abrazó y besó. Ahí noté que mi pija daba señales de vida y disposición.-
Las frases que se entablaron entre ellos eran de este tenor: -Estás terrible putita, no te cansás nunca de cojer?
-Uds. lo planearon ahora tienen que responder...
Tu marido colabora poco, vamos a tener que conseguirte otro pija. Vamos a ver si mañana en la playa ya sin esos trajes de monja te levantás a alguien...
- No tengo interés yo quiero con vos. ¿No te gustó lo de hoy?
Si, pero también comprendo cada vez más a tu marido, da gusto verte cojer.-
-Vos, Mario se dirigió a mí- ¿no estás en condiciones de echarle un polvo a tu mujer?, el de ayer estuvo bien pero lo de hoy fue pobre-
Yo sentía que me iba calentando pero no quise apurar la cosa.
-El que vino especialmente a cojer con ella sos vos.- A mí me queda atenderla todo el resto del año- ironicé
-Si me seguís tocando la pija así te vas a tener que hacerme la tercera mamada del día..
Eliana: Sería la primera del día de hoy, ya hace rato que empezó el nuevo día..
¿Y ya querés tomarte el desayuno, putona?
-Sacate la bombacha que quiero apoyarte la pija en ese culo goloso que tenés y hacele una paja a tu marido a ver si te garcha
-Huy¡ el pito de mi maridito está empezando a endurecerse...
-Bueno, esperá que quiero un buen espectáculo y dicho esto Mario prendió el velador, retiró las sábanas y viendo mi erección, le tomó la cabeza a mi esposa y llevó la boca de ella hacia mi pija.
Mario estaba como frenético
- Dale metete la pija, que quiero que cojas para mí-
Yo tenía una sólida erección y me quité el boxer.-
-Vos quedate boca arriba, me dijo.- Vos, ensartátela, le ordenó a Eliana. Esta, la muy puta, parecía divertida y se sentó sobre mí, enterrándose el miembro con comodidad.
Yo me deje hacer, gozaba de la cálida y suave humedad de mi mujer y no era tan sólo eso sino que sentía que si me involucraba mas no tardaría en soltarle toda mi leche.
Mario parecía tener otros planes, se ubicó a nuestros pies, pude ver que su pija estaba dura, se la ensalivó.-
-Abrí las piernas.- le dijo entre una orden y un pedido a Eliana.-
Ésta se sorprendió, no se esperaba lo que comprendió que le iba a hacer su primo.
-¿Que hacés, estás loco? y medio como que intentó ponerse de costado.
Ambos hombres reaccionamos como si lo hubiéramos planeado. Yo le trabé su pierna con la mía y apreté su espalda hacia mi pecho. Él le apoyó las manos en la cadera y se volcó encima suyo, susurrándole al oído:
-Te va a gustar, primita, te lo prometo, no seas tontita- mientras le besaba la oreja.-
Ahí se me empezó a complicar la situación, mis manos y parte de mis brazos y piernas estaban en contacto con Mario y eso maldita la gracia que me hacía, me desconcentraba y me parecía que se iba a perder la erección. No tenía seguridad de que mi esposa aceptara esta penetración dual y me pareció que se estaba enojando en serio.
Afortunadamente en unos instantes cedió y sólo le dijo a Mario:
-Despacito, por favor, me duele de hoy
-Si, mi amor, esperá que me pongo gel así la disfrutas mejor.- Y, ya seguro, procedió a ponerse el producto, haciendo lo propio en el esfínter de mi esposa.
Ahora que ya Eliana había aceptado, me volvió el morbo y la erección estuvo nuevamente a tope. Creo que tanto él como yo disfrutábamos mucho de estos prolegómenos a la doble penetración y a ninguno de los dos nos corría prisa.
La más expectante y medio preocupada parecía Eliana, hasta me daba la sensación que esperaba que cuanto antes mejor.
Pero Mario parecía que quería poseerla de una manera especial y la incitaba a que ella me cojiera.-
-Movete, divina, movete, que así te va a entrar naturalmente, seguí cojiendo, preciosa,
Yo notaba había como una cierta inquietud, desconcentración, en Eliana.
Finalmente Mario se puso encima de ella y la fue penetrando. No pareció molestarle mucho a Eliana. Apenas algún quejido y algún movimiento de cadera como para facilitar la penetración.
He leído por ahí que cuando de doble penetración se trata uno percibe el pene del otro de manera muy nítida casi como si hubiera solo una telita entre los dos miembros. Mi experiencia no fue así, yo notaba que otra fuerza operaba en un sentido complementario con la mía, había como una presión extra, agradable sobre mi pene,
¡Lástima que el primo no fuera un ángel con pene, alguien etéreo porque de ese manera hubiera gozado de los beneficios de la presencia del pene pero no hubiera tenido que bancarme los brazos y piernas mas o menos peludos de otro macho¡
No obstante en un momento todo lo negativo pareció esfumarse, ya no tuve prurito en dejarme llevar hacia la eyaculación y ésta tardó bastante. Fue una experiencia bastante buena. De ninguna manera redonda porque yo acabé, mi esposa no pudo hacerlo, y Mario la emprendió frenéticamente con el divino ojalito de mi amor y no podía eyacular por lo que, al cabo de un tiempo, desistió.
No lamento que este relato no llegue a producir excitación, yo quiero trasmitir mi experiencia y estoy plenamente convencido que en las relaciones sexuales muchas veces se suceden los fracasos, las situaciones grotescas sin que ello signifique que no puedan ser recordadas con indulgencia. Esas situaciones, enmarcadas en un cúmulo de otras harto placenteras o morbosas como tuvimos ocasión de vivir durante el resto de la semana. De todas maneras quiero adelantarles que la situación llegó a saturarnos y Mario se alejó, de común acuerdo, por un par de días y también que al retornar volvimos los tres con, aún, mayor entusiasmo. Algo de eso espero contarles