Mi esclavitud, mi chantaje, mi destino (9)

El gran día de mi inicio en la prostitución llega. La vida de esclava se combina con la de mi oficio sexual.

Pasó un día después de que yo fuera presentada a mi patrona, la dueña de los clubes donde debía ir como como esclava sexual y como prostituta. Los lugares de placer en donde me sumergería más en el placer, los caprichos y las fantasías mas lujuriosas. Los lugares de perdición en donde caería en lo más bajo.

Esa mañana me levanté temprano. Me puse mi ropa chica como siempre. Todo en su lugar. Mis tacones, mi microfalda (sin tanga) con mi delantal abrochado y mi brassier que se sostenía de los brazos. Estaba a punto de llegar a la cocina, cuando una de las chicas, karla, me detuvo del brazo. Entre ella y Paola me llevaron a la sala, junto a un espejo. Paola se me acercó por atrás, abrazándome y acariciándome de los senos, el vientre y el cabello. Yo estaba exitada y con los pezones rojos de placer.

-Sabes zorra, hoy inicia tu vida de prostituta. Ni modo, vas a caer en los más bajo. ¿No te da vergüenza, golfa?

-Sí señorita. Estoy apenada.

-Mentira- me contestó la otra, Karla, la cual estaba por delante, acariciándome las pompas- ya sabemos que eres una puta. Una descarada. Te gusta que te prostituyan. Eso es lo que eres mi amor, acepta la realidad. Tú naciste para el placer.

Yo sentía placer cada que me decían cosas que eran verdad, pero vergonzosas. Yo soy una golfa. Yo nací para ser esclava, nada más.

-Aquí, perra- me recordó Paola- tú no tienes ningún derecho. Solo eres un objeto de tu señora. Entendiste bien, perra.

-Si señorita. Gracias por recordármelo.

Al fin dejaron de acariciarme. Me dejaron ir. Ese día yo estuve en descanso (así lo dispuso mi señora, pues a partir de las diez de la noche empezaría a trabajar en el club de prostitución para hombres). Yo solo pensaba desesperada el rumbo que tomaba mi vida. Un rumbo de placer total. Yo, entregada a la esclavitud y a la prostitución.

El día fue pasando. Al fin llegaron las siete de la tarde. Mi señora llegó a mi habitación- calabozo. Viéndome en la cama boca abajo, se sentó junto a mí, acariciándome el cuerpo. Yo estaba entregada al más profundo placer.

-Bien, ya inicia tu vida de sexoservidora. Levántate, zorra.

Me levanté en medio del placer. Ella comenzó a desnudarme. Ya estaba sin ropa, cuando entraron las chicas y la amiga de mi ama.

-Bien- comentó la amiga- veo que ya está lista para ser bañada.

  • Por supuesto amiga. Vamos chicas, vayan a bañarla.

Ellas me condujeron hacia el baño, el cual tenía tina, jacuzzi con agua tibia y una pequeña fuente de piedra, de la cual brotaba hacia el jacuzzi agua en forma de cascada.

Me metieron al jacuzzi. Yo estaba completamente desnuda. Comencé a acariciarme mi cuerpo. Mi hermoso cuerpo con silicones, a punto de ser prostituido. Ellas me enjabonaron totalmente. Duraron como una hora en bañarme.

Me sacaron del jacuzzi. Karla avisó a mi señora y su amiga que ya estaba lista. Ellas entraron. Entre todas me secaron. Yo sentía un placer enorme de ser alistada para la prostitución.

Mi señora me ordenó ponerme los tacones. Una vez puestos, me ordenó sentarme en una silla enfrente de ella. Lo hice. Enseguida, las chicas comenzaron a peinar mi cabello. Mi cabello largo y esponjado, como de golfa.

Al fin terminaron. Mi señora me ordenó levantarme de la silla. Quedé frente a ella. Me ordenó seguirla, pues ya debíamos ir al club- burdel.

-Pero todavía no estoy vestida, mi señora.

-No importa, esclava, hoy irás desnuda.

No lo podía creer. Desnuda enfrente de hombres. Me moría de la vergüenza.

-Ay no, mi señora, déjeme ponerme mi tanga y mi brassier.

Me gané una bofetada por ello. Yo solo me arrodillé frente a ella.

-Tú eres la esclava, así que tú no puedes pedir nada. Todo lo debes obedecer, aunque te cause vergüenza. Escuchaste.

-Si mi señora, gracias por el castigo.

Me puse de pie de nuevo. Mi señora iba delante de mí. Las demás iban atrás o a los lados, apurándome el paso con pellizcos en las pompas, nalgadas o suaves latigazos.

Pasamos frente a la mamá de mi señora.

-Adiós mamá, nos vemos.

-Nos vemos hija, nos vemos chicas.

Salimos de la casa. Entramos al coche. Yo iría en el asiento trasero en medio, como siempre. Iba con las piernas cruzadas.

Durante bastante tiempo estuvimos recorriendo calles. Llegamos a una zona de bares y clubes nocturnos.

Al fin llegamos. El lugar era lujoso. Tenía luces y palmeras. Focos o iluminaciones de dolores distintos. Yo estaba emocionada, exitada, todo al mismo tiempo.

En el estacionamiento trasero, me bajaron. Entramos al lugar por una puerta de servicio. Nos recibió Lupe con tres chicas.

-Buenos días mi amor, hola a todas.

Después de saludarse, me llevaron a un camerino. Ese sería mi camerino personal. Me sentaron en un sofá individual rosa, y yo crucé las piernas. Estaba desesperada. Ya quería que comenzara todo. Estaba ansiosa.

Lupe entró al camerino.

-Como están todas.

-Bien Lupe, por nosotras no te preocupes.

-Bien. Les mandé servir limonada a mis invitadas y a la zorra también. Y además vine a avisarles que ya mero comienza el turno de la esclava.

Se fue. Yo ya estaba a punto de reventar de la emoción y la desesperación por comenzar mi vida de prostituta.

Mi señora me puso mi colar negro de perra. Iría con tacones, mi collar y desnuda esa noche.