Mi esclavitud, mi chantaje, mi destino (4)

Mis amas me obligan a asistir a sesiones de bdsm. La humillación de ser esclava de desconocidas me inquieta mucho más, y mi desesperación por caer en lo más bajo hace que me moje de placer

A la mañana siguiente, después de haber estado con mis enemigas del pasado, me llevaron a la Academia de Adiestramiento para Esclavas, el lugar donde yo aprendería a ser una esclava total. Me llevaron desnuda (solo con mis tacones) y entre todas.

Después de recorrer un largo camino rural, llegamos a lo que parecía ser una casa de campo grande. Una quinta. Era una casa hermosa, lujosa pero no una mansión. Me bajaron entre todas. Yo estaba nerviosa y completamente exhitada por la situación. "Ay no, que me irán a hacer", pensaba constantemente.

Al tocar la puerta, nos abrió una muchacha vestida casi toda de negro. Mi señora le comunicó que era la clienta de la dueña de la casa. Me jalaron hacia el frente, para presentarme ante ella. La señorita se rió de mí, no solo al saber que yo era la esclava, sino también por el hecho de venir totalmente desnuda. Yo estaba avergonzada, y sin embargo, también exhitada. Mis pezones estaban rojos de placer, y yo desesperada de besar a mi señora.

Entramos. La señorita nos condujo a la sala de espera. Todas mis amas se sentaron, excepto yo. Yo debía permanecer de rodillas ante mi señora. Yo estaba en esa posición humillante, cuando de pronto apareció ante nosotras la señorita anterior, la dueña de la casa (una mujer casi de la edad de mi ama) y otras cinco señoritas más. Posteriormente, me enteré de que ellas no eran esclavas de la dueña, solo eran ayudantes, con lo cual, estaba en la humillación de ser nuevamente la única esclava y sometida.

Mi señora se presentó, y después le indicó que yo era la esclava. Yo todavía estaba de rodillas.

-Con que esta es la puta- comentó la señora que sería mi adiestradora- Bueno, podemos hacerla la esclava perfecta. Es hermosa, buenas nalgas y caderas, hermosa y refinada cara, me gusta. Será una esclava perfecta, lo prometo. Además, se ve que la golfa es cobarde y sumisa totalmente.

Yo estaba completamente exhitada la escuchar estas palabras. Era verdad. Yo era una cobarde que no soportaría la humillación de ser exhibida en mi vida social si intentara llevar otra vida. Una vida que jamás estaría libre de esa vergüenza. Una vergüenza que yo jamás podría detener. Los videos y fotos de mi pasado me perseguirían siempre. Jamás podría escapar de mis pecados y mi vida anterior, de esclava. Y por el otro lado, no quería escapar. A pesar de la vergüenza, estaba contenta con mi situación: de esclava. De puta y de alcahueta. Yo idolatraba a mi ama.

Mi señora y las demás se despidieron de mí. Se fueron riéndose de mí, y mi señora solo me besó. "Suerte, mi amor, te esperaremos ansiosas en casa". Al fin se fueron. Yo estaba en esa sala, ante las señoritas y la dueña de la casa, completamente desnuda y mojada de placer.

-Bien, antes de comenzar el adiestramiento, vamos a ver si quiere decidir ser esclava de por vida- dijo la dueña de la casa mientras daba vueltas a mi alrededor.

-Sabe señora, es bueno aplicar la técnica que yo recomiendo.

-Perfecto, Trini- asintió la señora- Comencemos, pues.

Me vendaron los ojos. Me amarraron las manos por la espalda. Después de un tiempo, sentí que algo atravesaba mis pezones. Senti que me aplicaban un collar alrededor del cuello. Terminado esto, me pusieron de pie, y me trasladaron a un vehículo. Me echaron en la cajuela. Sentí que el carro se movía. Como cinco minutos después, el auto frenó. Las señoras me bajaron. Después de andar unos pasos, me desataron las manos y me quitaron la venda.

Cuando pude al fin librarme de la oscuridad de la venda, vi que mis pezones tenían unas pezoneras atravesadas. Estas tenían unas cadenas en medio de mis senos, que se unían por un candado pequeño y diminuto. Pero eso no era lo más exhitante. De ambas pezoneras pendían unas cadenas que llegaban hasta el collar. Las cadenas eran lo suficientemente pequeñas como para que mis senos se levantaran notablemente. Mis senos estaba no solo desnudos, sino además, levantados con estas cadenas.

-Bien mi amor, ahora puedes irte si quieres. La ciudad se encuentra no muy lejos. Solo que te irás así, desnuda en tacones y con esas pezoneras. Ahora que si te da vergüenza y no queréis, puedes quedarte, pero entonces aceptas tu vida de esclava. Tú elijes. Cinco minutos máximo, puta.

No tenía palabras del placer que sentía. Cualquier oportunidad que me daban de escapar venía acompañada de esto. De tener que estar desnuda. Ni en la casa de mis amas ni aquí había tenido la oportunidad de irme con ropa. Esa situación, mas el no poder hacer nada para tener ropa cuando me daban la oportunidad de irme, me ponía completamente caliente.

Los cinco minutos pasaron. No me escapé. Me rendí ante ellas.

-Sabía que no escaparía, señora- comentó una de las señoritas.

-Bueno, ya que acepta que es una golfa y una puta, pues le daremos entrenamiento para que lo sea.

Después de esto, me vendaron nuevamente los ojos. Me metieron a lo que parecía ser una maleta grande, y me llevaron nuevamente a la cajuela del auto. Cuando al fin llegamos a la casa, bajaron la maleta grande en donde yo estaba. Ya en la sala, la abrieron, y me quitaron la venda. Yo estaba nuevamente en la sala.

-Sabes mi amor, ya que elegiste el camino de la esclavitud, pues te comunico que ya no podrás escapar. Esto quizá no sabes lo que significa, pero ya lo verás. Solo te recomiendo que vos te hagas a la idea de que solo vas a ser una esclava.

-Si mi señora.

La señora le indicó a las ayudantes que me llevaran a un cuarto de castigos, lleno de instrumentos exhitantes.

-Para entrenarla como esclava, primero debemos infundirle miedo a la desobediencia.

-De acuerdo, señora- respondió otra de las chicas.

Durante el resto del día, estuvieron maltratándome. Me daban cachetadas, pellizcos en los pezones y en las pompas, y yo debía agradecer esto. Además, por cada maltrato (que incluía gritos, insultos, nalgadas y latigazos) yo debía prometer que nunca desobedecería a mi señora.

Al fin, me dejaron. Me llevaron a la cama, y me indicaron que durmiera. Me vendaron los ojos, y me ataron de manos. Así comenzó todo un mes de entrenamiento. Me enseñaron a hablar como esclava (de manera sensual), a caminar (siempre debía mover la cadera y las pompas), a sentarme en silla (cruzando las piernas) o a hablarle a mi ama. Yo siempre debía permanecer con la cabeza baja ante mi señora y sus parientes o amistades. Eso fue mi entrenamiento, después vendría la ceremonia de entrada a mi mundo como esclava. En esa ceremonia, yo conocería todas las demás condiciones.

¿Quieren que continúe mi historia? escriban a wrant88hotmail.com