Mi esclavitud, mi chantaje, mi destino (2)
Continúa mi vida al servicio de mis amas y señoras como esclava. Mi situación de torna desesperante cada día que pasa
Tiempo después de que comenzara mi vida de esclava, una mañana, estaba yo haciendo los deberes de la casa en la cocina (con mis tacones, tanga y brassier puestos). Terminaba de lavar los trastes, cuando escuché que mi ama me llamaba. "Esclava, ven a mi habitación de inmediato". Yo me dirigí hacia donde ella estaba.
Entré a su habitación, donde estaban ella y su amiga. Las dos estaban vestidas como para salir. Mi señora me dijo que ella y su amiga saldrían, y que yo estaría sola con las tres chicas. Me recordó que yo era una esclava y debía obedecerlas, y que pobre de mí si desobedecía en algo. Se puso atrás de mí, y me jaló la cabellera hacia atrás:
-Está claro, golfa.
-Si mi señora.
Después, ellas se fueron. Me dejaron con las chicas. Estaba yo la cama de mi ama, cuando escuché que las tres se dirigían hacia mí. Yo estaba tendida en la cama boca abajo. Las chicas se sentaron junto a mí. Comenzaron a acariciarme el cuerpo entero, pellizcarme las pompas y hasta besármelas. Una de las hijas de mi señora, Angélica, me dijo que me iba a ir muy mal con ellas.
Les hizo una seña a las otras dos (Karla, la otra hija de mi ama, y Paola, la hija de la amiga de mi señora). Entre las dos, me levantaron de los brazos. Me llevaron a la habitación de ellas. En el cuarto, había un mueble con un espejo al frente. Me hicieron subir de rodillas (y a gatas) al mueble, con las pompas hacia ellas. Una vez esto, yo solo me veía en el espejo. Estaba mojada de placer.
Comenzaron a tocarme las pompas. Me bajaron hacia las rodillas la tanga. Karla comenzó a nalguearme. Yo estaba desesperada y exhitada al mismo tiempo. De repente, Paola me quitó la tanga a través de mis piernas. Yo solo quedé con mis infaltables tacones y mi brassier.
Me pusieron de pie en el suelo. Las tres me rodeaban. Me decían cosas como "qué buena estás mi amor", "puta", y me recordaban la vergüenza que sentiría si las fotos y el video de mi chantaje lo mostraran a mis conocidos (de los cuales, solo a mi tía vería). "Imagínate lo que dirían de ti si se enterara de lo puta que eres, zorra" (Karla).
Me ordenaron vestirme con toda la ropa que me habían asignado, excepto la tanga (la cual, recordando, tenía prohibido usar a menos que estuviera sin la micro falda).
Después, una vez que hube de vestirme, y cuando estaba sentada en un sofá, con una de mis amas atrás de mí abrazándome y tocándome el cabello, sonó el celular. Mi ama Karla contestó. Después de hablar un rato, colgó. Era mi señora la que le había llamado, ya que se despidió con un "te esperamos madre".
Colgó. Mi ama Karla se puso a mis pies, y acariciándome la cara, me dijo que alguien iría a vivir con ellas. Se trataba de la abuela materna de ellas. O sea, la mamá de mi señora. Cuando me relataba esto, yo estaba completamente llena de vergüenza de ser una puta frente a una mujer mayor, por eso de que me juzgaría, pero al mismo tiempo, esa situación me hacía sentir placer. Placer de ser exhibida de esa manera frente alguien mayor (de preferencia, una mujer).
-Ay señorita, ¿Podré vestir ropa normal, me daría vergüenza de que la señora esa me juzgue?
Karla: Por supuesto que no, perra. No nos interesa si te juzga o no, y tampoco si sientes vergüenza. La verdad, eres una descarada, y tu no debes quejarte de eso. Así que no vestirás de otra forma, es más, la abuela ya sabe que tenemos a una puta.
"Oh no", pensé para mis adentro, pero esto, en realidad, me estaba originado mas placer del que ya tenía. Mis senos estaban a punto de reventar. Mis pezones se ponían rojos, o eso sentía yo.
Me llevaron a la habitación de mi señora (después de permitirme comer). Como a eso de las 4 de la tarde, sonó el carro afuera de la residencia. Yo estaba con ansias de saber quién era la mama de mi señora. Escuché que entraban a la casa. Escuché las palabras de bienvenida de mis amas. Mi señora preguntó cómo me había comportado yo.
-La perra se portó bien, mamá.
-Más le vale a ella.
Mi señora entró a la habitación, y yo estaba acostada en su cama. Me saludó con un beso y una nalgada en mis pompas. Me levantó, para esto, la micro. Iba a acomodármela de nuevo, cuando me ordenó quedarme así, con la micro hacia levantada. Enseñándolo todo: mis pompas, mi vagina. Todo.
Entró la amiga de mi señora. Ella solo me veía de manera burlona. Mi señora le dijo que su mamá tendría habitación en la parte de abajo, donde ella le gustaba (a la señora mama de mi señora).
Me dejaron en la habitación, con la micro hacia arriba (además, mi señora me ordenó quitarme la ombliguera, dejándome en tacones, brassier y con la micro levantada hacia arriba. Se pusieron a platicar con ella, y después, escuché unos pasos. Era mi señora, su amiga y las chicas. Me ordenaron levantarme. Así lo hice. Mis amas se sentaron a platicar, y me ordenaron, a mí, arrodillarme enfrente de mi señora, para después acariciarle y besarle sus pies, en forma de masaje. Así lo hice.
De repente, alguien tocó la puerta. Era la nueva huésped. Mi señora les preguntó a las demás si les incomodaba que ella entrara conmigo en la situación en la que estaba.
-Por supuesto que no, amiga, adelante.
Mi señora: bueno, entra mama.
La señora entró. Yo estaba de rodillas frente a mi ama, en posición de perra, besando y acariciándole sus pies. Yo estaba apenada. Mi señora solo se puso a conversar con su madre, sin dar cuenta de mi situación. No le importaba a ella si yo estaba apenada. Avergonzada, pero eso sí, también totalmente exhitada.
Al fin, ella se fue. Inmediatamente después, mis amas también lo hicieron. Toda una semana la pasé en sesiones nocturnas sadomasoquistas. Pero a casi una semana después de la llegada de la nueva huésped, un sábado, mis amas me dejaron visitar a mi tía (con la condición de que dos de las chicas estuvieran conmigo). Duré como cuatro horas con mi tía y las chicas que me cuidaban. Pasaron por nosotras para ir a comer a un centro comercial. En el camino, mi señora me ordenó que en cuanto llegara al centro comercial, me fuera al baño y me quitara la ropa interior, pues no tenía permiso de usarla (yo llevaba una falda larga de mezclilla y una blusa bastante recatada, eso por lo de visitar a mi tía). Llegamos al centro comercial. Yo me dirigí al baño, y allí me quité el brassier y la tanga que traía. Echo lo cual, procedí a dirigirme a la mesa donde comeríamos. Mi señora me apartó una mesa cerca de ella. Mientras comíamos, ella me dijo que cuando llegara a la casa, yo estaba destinada a tener otra sesión. Me ordenó que en cuanto cruzara la puerta, yo debía desvestirme completamente. No lo podía creer, Yo estaba ansiosa por llegar a la casa.
Al fin terminamos (yo solo había comido helado con chocolate). Llegamos a la casa por fin. Entré a la casa junto con mis amas. Me desvestí completamente, dejando solamente mis tacones puestos. Primero procedí a quitarme la blusa, y después, de manera sensual, comencé a abrir los botones de la falda. Dejé caer la falda entre mis piernas, quedando todo mi cuerpo al descubierto, ante la vista de mis amas (la mama de mi señora no estaba junto a la puerta). Las chicas comenzaron a manosearme, a ponerme sus manos en el cuello, a besarme. Mi señora y su amiga se fueron a donde estaba la señora mama de mi dueña.
-Mamá, nos ayudas a la sesión de sometimiento- Escuché decir a mi señora.
-Sí, claro- Le oí contestar a ella.
Yo estaba más avergonzada que nunca. Si ya de por si estaba sometida a dominio sexual y tenía que estar con ropa provocativa delante de una mujer mayor, actuar como esclava delante de ella, me ponía mas roja que nunca. Y al mismo tiempo, mas exhitada sexualmente.
Mi señora y su amiga, junto con la gran madre (por llamarla de una manera), En menos de lo que pensé, alguien me tumbó de espaldas al suelo. Entre dos de las chicas, me llevaron a rastras hasta la habitación de mi señora, La mamá de mi señora se sentó en la cama (tendría ella como 60 años, más o menos). Yo me puse de rodillas frente a ella. Mis amas me darían cada una 30 latigazos. Yo debía contarlos. Lo hice. Empezó mi señora, luego la amiga y finalmente, las chicas. Cuando terminaron, mi ama se sentó junto a mí para acariciarme el cuerpo (la espalda). Yo estaba inclinada en las piernas de su mamá. Las manos de mi señora se dirigieron a mi cabello, y jalándomelo para inclinar mi cabeza hacia atrás (lo cual me agradaba) me advirtió que todavía no terminaba mi sesión.
Me levantó. Me puso de pie. Yo estaba frente a mi señora con los pechos frente a los de ella. Me tocó mis senos. Yo estaba caliente de placer. En un momento, tuve un orgasmo y dejé caer la cabeza hacia atrás. Enseguida, Karla comenzó a tocarme y abrazarme por detrás (las pompas estaban siendo manoseadas por ella). Estaba yo en mi ensueño cuando me tumbaron a la cama. Me ataron de manos con una cuerda a una de las maderas de la cabecera. Ellas se sentaron a mi lado, mientras la mama de mi señora se retiraba a la cocina. Me besaron las pompas, y comenzaron a tocarme toda. En un momento, algo caliente sentí en mis nalgas. Me di cuenta de que arrojaban cera de una vela encendida. Yo estaba a punto de reventar de placer. Placer de sentirme humillada en mí ser.
Al fin terminaron. Cuando eso pasó, mi señora me jaló los cabellos hacia atrás, y me comunicó que ella, su amiga y las chicas irían a divertirse al cine. Yo me quedaría así, amarrada y desnuda (solo con tacones). Se levantaron todas, y mi señora me puso una venda negra en los ojos. Oí que se despedían de la mamá de mi señora.
Así la pasé casi una hora. Yo estaba con ganas de tocarme los senos, lo cual no podía debido a mi situación (atada y sin ver). Ya casi una hora, y alguien comenzó a limpiarme las pompas. Era la mamá de mi señora. Me quitó la venda de los ojos. Cuando terminó de limpiarme, y de ponerme crema hasta en mi colita, ella me dijo que me desataría, pero me advirtió que no debía huir.
Cuando me desató, me puso de pie frente a ella.
-Mira y escucha bien, zorra, te solté solo porque quise agradecerte en algo el que le des placer a mi hija y a mis dos nietas. Y también a la amiga de mi hija y a su hija, a las cuales quiero como de la familia. Pero te advierto que ni se te ocurra irte de aquí. Tú vives aquí, y me importa un coño que no te guste. Tú eres una puta, y solo sirves para el placer.
En tanto me decía esas palabras, yo comenzaba a sentir placer frente a ella.
-Aquí tú solos eres la puta de mis niñas. Te trataré bien solo porque a mí no me atrae nada el sexo que a ellas les gusta, pero que no se te olvide que por mis niñas hago todo. Así que a mí me importa un coño que no te guste, pero aquí tu solo eres la puta de mis niñas, y más te vale que te dejes usar por ellas. Total, si no obedeces ya verás cómo no te exhibo delante de tu madre, o tu tía, o esa pariente que tienes, y delante de otros que te conocen, está claro.
-Sí, mi señora.
Yo estaba exhitada totalmente. Exhitada de estar frente a ella desnuda, pero también de que solo me tratara como un objeto de placer para sus seres queridas. Yo comencé a idolatrarla desde entonces.
-Ay mi señora, puedo llamar a mi tía.
-Llamar? Como para que? Preguntó de manera inquisitorial.
-Solo para platicar un rato con ella.
-Está bien, hazlo.
Iba a ir al teléfono que está en la sala, cuando sentí que la mamá de mi señora me detenía del brazo. Me dijo que ella iría a vigilarme lo que decía, que si creía yo que me iba a dejar llamar sin que me vigilara, pues que ni lo soñara. Yo casi me caigo al suelo del placer. Mi tía me siguió hacia la sala, y yo llamé a mi tía, con quien platiqué un rato con la mamá de mi señora a un lado. Al fin colgué.
Mi nueva señora se puso a lavar trastes. Yo estaba sentada en la mesa, con las piernas cruzadas. Me había puesto una tanga. Me levanté, caminé hacia ella, y solo la abracé. Ella dejó que lo hiciera (no le molestaba). Yo le dije que estaba apenada de ser una puta ante ella. Ella me acarició. Me dijo que no le importaba, siempre que yo fuera totalmente complaciente con sus parientes.
En la noche, llegó al fin mi señora junto con las demás. Mi señora me preguntó porqué estaba con la tanga sin su permiso.
-Oh perdóneme mi señora, no pensé que le molestara.
-Bueno, esto te va a costar un castigo, perra.
Después de la cena, comenzó el preparativo de mi castigo por desobediente. Mis amas se pusieron en círculo para discutir el castigo que me darían toda la noche.
Terminaron. Vi que en el baño que había en la planta alta (uno bastante amplio con jacuzzi, vapor y todo) pusieron una cama de esas que se arman. Pusieron una almohada y un cojín en medio y otra en donde iría mi cabeza. Me ordenaron ir. Me tumbaron boca abajo en esa cama. Mi estómago quedó arriba de la almohada y el cojín que pusieron en medio, con mis nalgas totalmente levantadas y mi vientre al aire, flotando.
-Aquí vas a dormir, y en esa situación, zorra. Aquí te vas a quedar toda la noche, con la luz baja y el foco de luz amarilla. Y no se te ocurra moverte, o si no te castigaré mañana con tres días así. Hay una cámara de vigilancia que estará prendida toda la noche, y si te mueves y te sorprendemos, no te imaginas lo que haremos.
-Sí, mi señora. Y gracias por castigarme.
-Quítate la tanga, zorra.
Me la quité. Antes de que me acostaran, me habían quitado los tacones. Me ordenaron ponerme unos botines negros de charol que me llegaban casi hasta las rodillas, y que tenían un tacón de aguja muy delgada, con plataforma como mis tacones. Yo estaba totalmente encantada de esto.
Las chicas comenzaron a reírse de mí. La amiga de mi señora les dijo que se retiraran.
-Es hora de irnos a dormir todas, y dejemos a la golfa esta aquí.
Me dejaron. Yo estaba exhitada de estar con esos botines sensuales, desnuda y en esa posición. El olor de la almohada que tenía para recargar la cabeza me gustaba. Quería tocar mis tetas. De vez en cuando, levantaba una de las piernas hacia arriba, haciendo que en un espejo me viera reflejada más sensual que nunca, con las nalgas levantadas. Esa noche casi no pude dormir del placer. Sí, yo sería esclava para siempre.
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